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Número 429-430

Serie XLII

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Lo que la filosofía debe a la revelación cristiana

LO QUE LA FILOSOFÍA DEBE A LA REVELACIÓN
CRISTIANA
POR
JOSÉ MARfA PETIT SULLÁ (')
El titulo propuesto Lo qué la filosoffa debe a la revelación
cristiana,
en el contexto de los diversos temas de esta Reunión
en que se desarrollan las aportaciones de la religión a la política,
al derecho, etc., es de amplio alcance. Vamos a
enfocar este tema
que se me ha encargado desarrollando algunos de los aspectos
implicados
en él y dejando otros muchos, porque difícilmente
podría desarrollarlos todos.
"Filosofía" es
un nombre antiguo y muy omnicomprensivo
puesto que, que .como saben, tal término es sinón.imb de ciencia
en general y por consiguiente cuando deci:t;nos-filosofia no aco­
tamos una parcela del saber sino que nos referimos al mismo
saber hu1nano pero, como lo patentiza la misma etimología; en
cuanto es amor al saber, esto· es, el impulso inicial y primero
hacia la sabiduría. Y en. este sentido -y pensando en el titulo de
nuestro
tema-conviene recordar que Aristóteles llama habitual­
mente
"teología" a la filosoffa primera. También Aristóteles, pon­
derando la grandeza de la filosofía, afirma
que si los dioses tuvie­
ran envidia la tendrían
de los filósofos, mientras que también dice
que la filosofía es más propia de Dios que de el hombre. Y entre
las dos afirmaciones se ve
dónde está la verdad; hay algo en la
(*) -En el número 417-418, de agosto-septiembre-octubre de 2003,_·p~blica­
mos las·Actas. de la XL Reunión de amigos de la Ciudad Católica, ·Lá que debemos
a Cristd." Nos llega ahora la contribución del profclor Petit, que publicamos con
mucho gusto (N. de la· R.).
Verbo, núm. 429-430 (2004), 769-781. 769
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JOSÉ MARÍA PETIT SULLÁ
filosofía de intento sobrehumano. De ahí que, incluso a la luz de
la 1nera razón, ya se ve que la razón no ha de "cerrarse" en sí
misma. Hay en la propia razón humana una conciencia del lími­
te de su capacidad y un atisbo de un saber superior a ella misma.
Incluso Platón
en su diálogo de madurez Timeo pide la ayuda de
Dios
para hablar acerca de algo tan difícil, aunque

tan palpable,
como la coristitución del universo fisico.
Como hemos recordado, la filosofía es lo que la razón huma­
na
puede llegar a saber acerca, en p1incipio, de todo, porque la
filosofia no se restringe a ningún ámbito del conocllniento ni del
ser, Por consiguiente la filosofía tiene una amplitud total y por
este lado no tiene ninguna limitación, pero tiene una fuente de
luz que,
contrastada con la luz de la fe -como enseñó el Vati­
cano I-, es sólo la· mera razón humana, la cual no sólo es fini­
ta, que lo es evidentemente, sino que además está herida por el
pecado original lo cual es un dogma, hoy en día rechazado o, por
lo menos, silenciadó, pero sin el cual no se entiende c~si nada
de lo que
.acontece e:q. el inundo, como tampoco se entiende _lo
que sucede en la filosofía al margen de la fe, en la que prevale­
ce esta. tendencia reiterada que tiene el ho1nbre a equivocarse
cuando cree que piensa.
La primera cosa a ·destacar _es que los primeros cristianos,
siguiendo a san Pablo, trataron a la filosofía, en principio, más
bien como
una enemiga de la fe. Como es bien sabido, san Pablo
contrapone
la fe a la vana filosofía de modo que encarado con el
sabio
según el hombre dice ¿dónde está. el sabio?, ¿dónde está el
docto?, ¿quien
es capaz de comprender la locura de la cruz? En
cualquier caso, afirma san Pablo que el amor de Cristo, centro de
todo el cristianismo, supera cualquier filosofía. Y este tono pau­
lino, de
un hombre por otra parte cultísimo, pesó y pesa -y ha
de pesar-:-en la relación entre el cristianismo, la revelación cris:­
tiana para ser más exactos, y la filosofía, y no como algó anec­
dótico y circunstancial e histó1ico sino como algo intrínseco.
La advertencia paulina es muy patente en los primeros cris­
tianos, que permanecieron siempre en actitud de crítica frente a
la
filosofía, lo que el hombre por sí sólo cree saber, advertidos de
los extravíos frecuentísimos que están ya señalados
en muchos
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LO QUE LA FILOSOFÍA DEBE A LA REVELACIÓN CRISTIANA
libros sapienciales del Antiguo Testamento donde se manifiesta
que el hombre no entiende su propia vida, que no entiende por
qué vive, y que no entiende casi ninguna de las cosas que desea
o ante las que se admira. Pero la actitud posterior de
la Iglesia,
la actitud de los primeros apologistas, fue
la de precisar lo que
decía san Pablo teniendo
en. cuenta que la razón humana, aun
sometida a la herida del pecado original, es una creación de Dios
y por. consiguiente la contraposición tiene que ser sólo
en el
plano
de lo que es deficiente respecto a lo que es perfecto, de lo
que es parcial respecto a lo que es total, de lo que es finito res­
pecto a lo que en si proviene de la luz infinita de Dios.
Hecha esta salvedad,
se entiende entonces que la religión
puede y debe asumir aquellas cosas que la razón ha podido
excogitar
por si misma y que pertenece, como ha dicho .el pro­
fesor Cantoni que me
ha precedido, a la humanidad en cuanto
tal,
la cual es obra de Dios. Y en este sentido los primeros apo­
logistas ya fueron de
algum manera filósofos, con alguna reti­
cencia, haciendo alguna matización,. algunos hablando de
que la
filosofía
si decía algo verdadero era. porque lo había tomado de
las Sagradas Escrituras, porque algunos libros del Antiguo Testa­
mento
son en el tiempo, anteriores a la filosofía griega y de modo
progresivo se fueron acercando asumiendo de modo sintético la
fe y la razón de modo que los primeros apologistas y Padres de
la Iglesia acabaron siendo verdaderos filósofos
en el sentido más
genuino de la palabra. Y esta situación es la
que prevaleció- des­
pués
en la gran eclosión de filosofía cristiana que fue lo que lla­
mamos
la. escolástica, nombre que significa escuela, y que llama­
mos también
en otro contexto histórico, la filosofía de la Edad
Media, pero su nombre más preciso, como dice Canals en el pró­
logo de su libró sobre la filosofía medieval, es el de filosofía ais­
tiana, porque la intención última de aquellos filósofos era la teo­
logía, esto es, era explicar los 1nisterios · de la fe. Querer separar
aquella filosofía de esta intención y de la certeza de los dogmas
en que se movía esta escolástica, _seria quitarle el motor, la causa
eficiente, el tnotivo, la ruasa final y, sobre todo, la certeza.
A este respecto hay que recordar que, en las décadas de.1920
y 1930, especialmente
en Francia, hubo una polémica célebre
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JOSÉ MARÍA PET!T SULLÁ
acerca de si se podía hablar de filosofia cristiana, o si ese térmi­
no era ambiguo o incluso equívoco. Ya pueden ustedes imaginar
que
hubo versiones para .todos los gustos. Para los más agnósti­
cos, la filosofia cristiana es simplemente
una contradicción. Para
otros más indiferentes, simplemente
no hay filosofia cristiana, lo
que hay,
en todo caso, es cristianos que filosofan y a esta opi­
nión que
por cierto no es la más correcta, se adhirieron incluso
algunos hombres diríamos
de la Iglesia por decirlo de alguna
manera.
El célebre historiador de la filosofia Bréhier, principal­
mente,
fue· el responsable de esta polémica" así como Gilson fue
el defensor de la tesis
contraria. También Maritain sostuvo la
genuidad y la autenticidad de
la expresión de filosofia cristiana.
Hay
que decir "filosofia cristiana" y no meramente filosofía
hecha en una época cristiana .como la Edad media, porque es cris­
tiana
en su entraña misma, porque está al servicio de la explicación
del misterio de
la fe, porque su intención última es catequética. No
olvidemos nunca que. la
Suma Teológica de Tomás de Aquino es
un compendio -esto es.lo que significa Suma-, catequético, un
compendio en orden a explicar las verdades de fe que no preten­
de ser
un tratado de filosofia. Santo Tomás fue un comentador de
Aristóteles, pero
en la Suma Teológica no ejerce de comentador
.sino que ejerce de teólogo y pone todo el conocimiento filosófico,
que adquirió estudiando Aristóteles, al servicio de la explicación de
lo más
grande, de lo más elevado, de lo que en sí es superior á las
fuerzas de
la razón, que es el misterio cristiano.
Una idea central preside esta explicación racional de la
fe.
Santo Tomás supone que la principal misión del entendimiento
humano es precisamente ser
capaz de entender lo que le viene
al entendimiento humano por la revelación. Esta idea unitaria y
annónica, de entrañamiento entre
la teología y la filosofía es el
gran logro de santo Tomás de Aquino y es el motivo justamente
principal
por el que es alabado y celebrado por el Magisterio
pontificio.
Es lo que llamamos la síntesis entre la fe y la razón,
síntesis
en la que ha de quedar muy claro que la primada la tiene
la fe y el'instrumento es la razón. ·
Sin embargo parece que el título de esta ponencia nos invita
a hablar
de si hay una aportación especifica de la revelación a la
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LO QUE LA FILOSOF[A DEBE A LA REVELACIÓN CRISTIANA
filosofía. Como si buscásemos alguna novedad o de alguna ma­
nera algo específicamente cristiano
y, por tanto, de algún modo
distinto a lo que he explicado hasta ahora.
Ante todo conviene · recordar que en la encíclica A e ter ni
Patris León XIII habló de esta cuestión. La enáclica tiene un
objetivo manifiesto en su mismo título, "La restauración de la filo­
sofía cristiana".
La encíclica pretende explícitamente hacer el elo­
gio de santo Tomás, e incluso manda
en la medida en que es
conveniente y adecuado, que la filosofía de santo Tomás sea la
que presida la restauración de la filosofía cristiana.
Pero dejando ahora de lado los aspectos más estrictamente
tomistas, prestemos atención al
capítulo de la Aeterni Patris que
trata la cuestión: "de la relación entre la razón y la fe", inten­
tando
ponemos en el punto de vista de esta exposición, si la
revelación cristiana a porta algo genuino a la filosofía.
El énfasis
lo ponemos no tanto en la arrilonía entre razón y· fe -que se
da por supuesto-sino en la aportación específica de la fe a la
razón. En este contexto se podrian decir estas cosas que leo de
la Aeterni Patris: ".Por ello quienes unen el amor a la filosofía
con la sumisión a la fe cristiana, .son los mejores filósofos"
(n. 8). Se supone en este texto, que la sumisión a la fe, esto es,
la aceptación de todas las verdades de la
fe, hace al que va a
filosofar, mejor filósofo. Advirtamos que
no dice meramente que
quien une el amor a la filosofía con la sumisión a la fe, hace
"filosofía cristina", sino que dice
que es "el mejor filósofo". Por
tanto, aunque se dice muy brevemente y podtia pasar casi inad­
vertido, no se trata ya ni de una contraposición, al estilo legíti­
mo
como dije de los textos paulinos, ni sé trata de un·a armo­
rua, sino que se trata de algo más, se trata de decir que la fe
refuerza
al hombre de tal manera que hace de él ei mejor de los
filósofos. Y da a continuación la razón de ello: "Porque el
esplendor de las divinas verdades, al penetrar
en el ahna, amri­
lia a la misma inteligencia" (ibid.). El texto citado, aun dentro
de esta sobriedad, di-ríamos leonina, és riquísimo de conteriido,
pues supone que la aceptación de. una verdad divina, esto es,
una verdad
de origen divino, y ordinariamente también. de Con­
tenido divino, de tal manera perfecciona la facultad humana
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JOSÉ MARÍA PETIT SULLÁ
que la recibe que la hace capaz de mayor penetración en las
mismas verdades humanas.
Sucede,
pues; si toffiamos con detenimiento estas palabras y
no· pensamos que son retóricas, que hay un ennoblecimiento,
una elevación de miras, un didgir la facultad humana hacia lo
que es más importante y hay también mayor agudeza. Podemos
decir que un filósofo que filosofa anclado en las verdades de la
fe sobre una cuestión estrictamente filos6fica, aunque sea estric­
tamente filosófica, lejos de ponerle un límite, aumenta su agude­
za y su firmeza· y con más alúnco, con más agudeza y firmeza,
filosofa acerca de todas las cuestiones racionales porque quien
tiene, su alma iluminada por las verdades divinas, puesto que la
verdad es una luz que nos ilumina y nos perfecciona por dentro.
Hay
que tener muy presente que la verdad es el fundamento del
conochniento, no la consecuencia del conücimiento, como pien­
sa el mundo moderno que pone la potencia antes que el acto.
Esto
es importanlísimo y es una de las cosas sobre las que más
vale la pena pensar. En la filosofía es raro que haya una discu­
sión sobre la verdad, a lo más en Platón y Aristóteles, pero de la
filosofía
moderna para acá la verdad ha caído un poco en desu­
so y la misma palabra verdad se cons,idera pasada de moda, y
ahora lo
que importa es que haya "crítica" -sise está en un con­
texto de dialéctica revolucionaria-o "diálogo y discusión" -si
se está en un contexto democrático-o, con aparente modestia,
"propuestas" como suele decirse de modo particular desde la filo­
sofia analítica. En ningún caso se presupone la verdad.
Nos extenderiamos ahora haciendo una crítica al racionalis­
mo,
pero digamos simplemente que el racionalismo creyó des­
cubrir Ja, razón, pero lo que hizo en realidad es olvidar la verdad,
y
habiendo olvidado la verdad no supo ya lo que es la rnzón. A
partir del racionalismo
la razón es sólo un instrumento que no se
sabe si funciona o no funciona y hasta donde funciona, como si
fuera una brújula, como si fuera un aparato. Por ello el raciona­
lismo pone el fundamento de la desconfianza de la razón.
La endclica del Papa actual, Pides et ratio, trata esta cuestión
de la pérdida de la razón que se produce al abandonar la filosofía
a la fe. Dedica muchas páginas a este tema de
que la filosofía con-
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LO QUE LA FILOSOFÍA DEBE A LA REVELAc:JÓN CRISTIANA
te1nporánea, como consecuencia de la separación respecto a la fe,
desconfia de la razón y afirma Juan Pablo II que sólo la fe salvará
de nuevo a la razón si ésta se vuelve hacia aquélla. Casi la mitad
de la Encíclica diée esto y
en conjunto casi nada más que esto.
Pero es
una verdad fundamental asi para la razón como para la fe
que también necesita de una sana filosofia en que expresarse.
Sigamos leyendo la encíclica
Aetemi Patris. León XIII dijo allí
que
"es propio del cristiano rechazar las sentencias que repugnan
a la
le". Y añade que "si alguien niega que con tal actividad y ejer­
cicio se aumenta la potencia
de la mente y se desarrollan sus
facultades, necesario es que absurdamente pretendan que la dis­
tinción entre
lo verdadero y lo falso no conduce al perfecciona­
miento del ingenio".
Es esta una tremenda verdad que la Iglesia
ha practicado siempre -como lo hizo Cristo en sus enseñanzas-.
Afir1naf la verdad es manifestar su diferencia, su oposición al error
correspondiente. No se puede leer ningún concilio sin leer los
anatematismos
que acompañan a las explicaciones doctrinales
porque
en ellas se formula definitivamente dónde está el error, sin
lo cual difícilmente se entiende lo que dice un texto, si finalmen­
te
no se dice la proposición condenada, la que es siempre falsa.
La sabiduña, que es como una especie de prudencia especu­
lativa, la phronesís como di<;::e Aristóteles, es el juicio acerca de
las cosas. El entendimiento es la facultad adecuada para conocer
las cosas,
pero si no hay un juicio final acerca de ellas y no se
compone un juicio y se dice "esto sí y eSto no"; si no se compo­
ne lo que es en sí· mismo compuesto y no se separa lo que no
está unido, el entendimiento habla por hablar y dice por decir y
a la larga
no dice nada, de modo que como dice León XIII se
equivocan quienes piensan
que el entendimiento no se perfec­
ciona diciendo esto es verdad, esto es falso.
Sigue diciendo León
XIII: "Y si dirigis venerables hermanos
una mirada a la historia de la filosoffa, comprenderéis que todo
cuanto poco ha hemos dicho
se comprueba con los hechos" (n.
9). Enumera entonces
una serie de cuestiones en las cuales los
filósofos paganos se han equivocado, cuestiones gravísimas acer­
ca, por eje1nplo, de l<:1 distinción entre el mundo y Dios, o acer­
ca de la dignidad de la persona humana, particularmente de su
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libre albedño, o acerca de si. en los hechos de los hombres rige
-como decían los estoieos----la ciega necesidad, el hado, que
determina fatalmente todos los acontecimientos sin ninguna pro-­
videncia dlvina. Como dice León XIII "el curso de las cosas se
regía
por una fuerza ciega y por una necesidad fatal, sin ser diri­
gído
por el providente consejo de Dios".
¿Qué podía pensar de la humanidad, qué podía pensar de la
historia, unas filosofías que se negaban a admitir la providencia
de Dios' Dios permite el mal pero como dice san Agustín, Dios
permite
el mal en orden a un mayor bien, y si hay una provi0
dencia individual sobre cada uno de los hombres, y como dice la
Sagrada Escritura, cada uno de nuestros cabellos está contado y
que si
no cae un pájaro sin que Dios lo permita menos nos suce­
derá. nada a nosotros sin que Dios lo permita. ¿En qué filosofia
encontraremos nosotros la certeza de que hay
una providencia
divina sobre cada
uno de los actos humanos? De ahí que la filo-­
sofia de la historia fuese una ciencia cultivada básicamente por
Clemente de Alejandria y después por el gran san Agustín. Real­
mente se podría preguntar
al llegar a san Agustín, ¿qué ha apor­
tado la revelación a .la filosofía? En cierto sentido concreto podría
contestarse diciendo: san Agustín, y con ello ya estaña dicho en
una persona lo que la religión ha aportado a la filosofia.
Pensaban todos todos los filósofos griegos presocráticos,
incluyendo a Aristóteles
en esto, que el mundo era eterno, pero
nosotros sabemos, como decía santo Tomás, por la fe -quizás
ahora también por la teoria del Big Bang, pero en aquel momen­
to sólo por la fe-, que el mundo no es eterno, y sin embargo
que el mundo fuera o no fuera eterno como dice santo Tomás en
la Suma Contra Gentes, es cuestión importante porque si es eter­
no no se ve claro que haya sido creado libremente por Dios. Y
esto es evidente porque
si el tiempo marca la contingencia de las
cosas,
si el mundo es eterno, es dificil discernirlo de Dios, y es
casi imposible decir que Dios lo creó libremente. Dice "casi", por­
que Dios habña podido crearlo libremente desde la .eternidad,
pero es una hipótesis que no se da, y concluye en la Suma
Contra Gentes, que mirando la voluntad divina, se ve como. muy
congruente que Dios ha creado el mundo en el tiempo.
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LO QUE LA FILOSOFÍA DEBE A LA REVELACIÓN CRISTIANA
Los filósofos presocráticos se equivocaron todavía más ha­
ciendo
al mundo irúinito o elaborando sistemas en que había infi­
nitos mundos y mundos
que se hacen y se deshacen ininterrum,
pidarnente desde la eternidad.
Una
de las aportaciones caracteñsticas del cristianismo versa
sobre la naturaleza espiritual del alma humana.
Es evidente que
aunque se hayan hecho esfuerzos filosóficos por explicar la natu­
raleza espiritual del
alma y el diálogo platónico Fedón habla cier­
tamente de
una vida inmortal, lo cierto es que la inmensa mayo­
ña de los filósofos, y Aristóteles roza el borde, y el lúnite de lo
aceptable,
poruan al alma corruptible con el cuerpo; tanto es así
que los primeros cristianos que eran más platónicos que aristoté­
licos,
sosteruan que filosóficamente las almas son corruptibles, lo
que pasa es que Dios no permite la corrupción del alma, así
como hay una resurrección del cuerpo la hay del alma.
La afir­
mación de la resurrección del cuerpo les hacía pensar
en una
especie de
,resuffección del alma.
En
un plano menos filosófico pero socialmente relevante nos
lleva a reconocer como aportación cristiana la igual considera­
ción de
la mujer como puede verse por" comparación con países
no cristianos, sean islámicos; sean budistas, etc.
Fijémonos en una·cosa esencial, Jesucristo no ha,sido U:rt filó­
sofo y la religión cristiana no es una -gnosis, es· decir·un cOnoci­
miento esotérico al que se accede entrando en la secta de los cris­
tianos. Por cierto, que Jesús es filósofo lo ha dicho el presidente
ameticano Bush diciendo que Jesús es su "filósofo preferido".
Error grave, aunque parezca un elogio, pues si Jesús es mera­
mente
un filósofo no es el que e~, esto es Dios encarnado. Curio­
samente Jesucristo, que no tiene absolutamente nada de filósofo,
apela siempre
al conocimiento ordinario de los hombres, sin eli­
tismo ninguno sino al revés, sien1pre compara la misiófl salvífica
de los pecadores con una mujer que barre la casa para encontrar
una moneda y se pone contenta al hallarla, o a un pastor que
deja todas las ovejas para encontrar la que se había perdido.
Co1npara la. tarea apostólica con un sembrador que sale a sem­
brar, o el reino de los cielos a una mujer que echa una medida
de levadura
que fermenta toda la harina. Un lenguaje sencillo
m
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¡osE MARÍA PETIT SULLÁ
para que lo pudiera entender todo el mundo. No, Jesús no fue
filósofo.
La primera culminación de la filosoffa cristiana fue san Agus­
tín. Cuando llega san Agustín hay que reconocer
-y hay que ser
obcecado para
no admitirlo-que los ternas y la manera de tra­
tarlos de san Agustín son superiores a los de cualquier filósofo
anterior. Para hacer esta experiencia basta tomar. las Confesiones,
que es el libro más leído de san Agustín y que encierra bastante
claramente esta verdad¡ desde un primer 1nomento uno se da
cuenta de que lo entiende, se da cuenta de que está en contacto
con
un hombre muy sabio pero que habla de aquello de lo que
hablaríamos nosotros, aunque no tan bien como él. Ense-guida
vemos que en libros como las Confesiones y otros que son más
difíciles de leer, hay una gran nobleza, agudeza y firmeza
que son
las tres características de la filosoffa cristiana, como elijo León XIII.
En una reflexión ulterior podemos pensar, como lo dice el
doctor Canals,
que la religión, que ciertamente no es una filoso­
ffa, es sin embargo la perfección de la razón humana como po­
tencia. Más_ aún, la revelación -alcanza verdades superiores a la
razón hu1nana que, aunque fuera la razón ht1mana perfecta, no
los alcanzaría. Los misterios- escondidos de Dios, no los habría
conocido el hombre ni aun i;,n el caso en que no hubiera habido
pecado original, porque de suyo trasciende el límite de la razón
humana y
son la manifestación de la naturaleza misma de Dios.
¿Se hubiera manifestado Dios al hombre sin pecado original'
Naturalmente, aunque de
hecho nos los ha revelado después de
la caída. A partir
de san Buenaventura, muchos solían hablar
como
si el plan de Dios no tuviera nada que ver con el pecado
original y solían
poner la encarnación como un deseo de Dios de
comunicarse con los-hombres.-Con certeza no lo sabemos y aun­
que esta creencia es muy piadosa no es segura. Santo Tomás _se
atiene más a los hechos y de hecho Nuestro Señor Jesocristo nos
ha revelado los misterios escondidos de Dios en su vida humana
después de la encarcación y
es cierto que se ha encarnado para
redimirnos como lo manifiesta
el ángel en la Anunciación: "Él sal­
vará a su
pueblo de sos pecados". Y de hech_o esto supone fác­
ticamente el pecado original.
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LO QUE LA FILOSOFIA DEBE A LA REVELACIÓN CRISTIANA
Ahora bien, en cualquier hipótesis, tümista o bonaventuriana,
la revelación de la Trinidad es la revelación más grande, más
esencial y más intrínseca de Dios, pues todo el· cristianismo se
funda en la Trinidad. En el Antiguo Testamento está muy oscura
la
noción de Trinidad, y nada digamos del "monoteísmo" antitri-
. nitario del Islam. Fue Cristo
quien nos la revela y al hacerlo nos
ha dado luz sobre cómo es Dios. Como dijo san Agustín, lo que
sabemos por reve4ición no sólo es acerca de Dios sino también
acerca del hombre porque nosotros somos semejanza
de Dios;
que es más que una imagen porque imagen la hay en toda cosa
creada, y de alú saca san Agustín la consecuencia de modo, espe­
cie y orden en todas las cosas que es un reflejo de la Trinidad en
todo lo creado, pero al llegar al hombre hay algo más que este
modo, especie y orden, hay algo más, una trinidad diñamos que
tiene que ver 1nás intrínsecamente con la vida 1nis1na de Dios,
esto es el ser, el Padre es el origen del ser, y se puede decir que
el Padre es causa del Hijo -aunque en occidente solemos huir
de esta palabra "causa" porque nos parece que hay distancia
entre causa y efecto y que el efeéto siem.pre es menor que la
causa-porque el Padre es el que ha engendrado y es igual al
Hijo
pero lo ha engendrado, y el Hijo engendrado es la Palabra
de Dios, y entre
ambos está el Espíritu que es el don mutuo que
se comunican el Padre y el Hijo.
Si alguien pregunta, ¿hay una aportación específica de la
religión a la filosofía?, la respuesta es ,precisamente la Trinidad.
Cristo no vino a revelar esendal1nente una cosa que no estu­
viera
en la razón porque sí, síno que vino a revelarnos esta
verdad superior para movernos más a su amor.
De modo que
pode1nos decir
que quizás, indirectamente -pero consecuente­
mente ha resultado de alú una fuente de especulación filosófi­
ca
que no se encontrará en ningún filósofo. Un tratado como el
de la Trinidad de san Agusún es imposible encontrarlo antes de
Cristo. Y curiosá1nente lo conoce Hegel, como lo advierte el
profesor Canals. Hegel que había sido estudiante de teología
antes de ser secularizado y filósofo diría1nos, básicamente .ateo,
pero él había estudiado la teología protestante en Tubinga; el
misterio de la Trinidad, con libros no sé si 1nás o menos orto-
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JOSÉ MARÍA PETIT SULLÁ
doxos pero lo cierto es que le entraria de alguna u otra mane­
ra la lectura del misterio de la Trinidad. Y dice Hegel
que nos
ha ayudado a entender que el ser además de sustancia es espí­
ritu. Y esta aportación es absolutamente originaria y solitaria del
cristianismo.
La especulación sobre el misterio. de Dios trino nos ha arro­
jado una luz tremenda sobre lo que somos nosotros mismos, y
sobre lo que es realmente el ser. Santo Tomás por ejemplo dice
que saber bien acerca de la Trinidad se necesita para saber bien
acerca del acto creador del
inundo.Si no entendemos que Dios es
Trino y tiene una vida
en sí, tenderíamos a pensar que el mundo
es aquello con lo
que se ha querido relacionar por una especie
de necesidad interna. Para pensar adecuadamente el gran miste­
rio del libre acto creador del mundo entero incluyendo
en el
mundo sobre todo la humanidad más que el cosmos ffsico, hay
que entender este acto libérrimo y de pura misericordia, que
·oios es etemainente feliz en su vida trinitaria ad intra, en. la que
hay ser, conocimiento y amor. Esto está ya en él llamado prólo­
go del Evangelio de san Juan, donde se dice
que Dios es pala,
bra,
"en el principio existía la palabra, la palabra estaba junto a
Dios
(pros ton Theon), yb palabra era Dios". Y se trata de ver
como sigue este prólogo,
con cierta emoción, "porque la ley fue
dada
por Moisés pero la gracia y la verdad fue hecha (egeneto),
por la palabra".
Esto es lo que el cristiano aporta a la filosoffa,
no como una
aportación puntual sino como una auténtica perspectiva esencial,
de
que la verdad está en Dios y la verdad es lo que Dios ha
hecho porque sin la verdad el hombre no sería nada. La existen­
cia, sin la verdad, es el existencialismo, es estar ahí arrojado sin
saber por qué vive y por qué morirá, pero que se va a morir y
supuesta la falta de sentido aparece el germen esencial del suici­
dio para dar
fin a lo que carece de finalidad ..
La Encíclica Fides et ratio del Papa actual, nos señala que la
filoSofia no tiene porvenir si no se hace me~física, si no se hace
filosoffa verdadera. Habla allí de la filosoffa postmoderna y dice
una cosa que podemos hallar en la Constitución sobre el mundo
moderno
Gaudium et Spes y es que el misterio del hombre no se
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LO QUE LA FILOSOFIA DEBE A LA REVELACIÓN CRISTIANA
conoce si no se lo revela Dios. Ahora bien eso mismo es la pre­
gunta fundamental
de la filosofia, como ya decía Kant que toda
la filosofía gira entorno
al conocimiento del hombre. Este párra­
fo recogido por la Gaudiwn et Spes en el número 22 es muy
importante:
"El misterio del hombre sólo se esclarece a la luz del
misterio de Cristo". Por
Jo tanto, lo que la revelación aporta al
hombre es la totalidad del sentido de su vida.
Si hablamos de la
filosofía como de una tarea muy humana
pero rozando la divina
con pretensiones extrañas y por lo mistno muy sujeta a error, por
la desproporción entre los medios y los fines hay que reconocer
que la certeza que le ha dado la revelación a la füosofia, ha podi­
do hacer de la filosofia algo noble.
Resumiendo y concluyendo, éomo dice
el Dr. Canals, la
mejor filosofia es
la filosofia cristiana, la filosoffa hecha al servicio
de
la explicación del misterio total del hombre. Esta filosofia cris­
tiana es
teología en el sentido más omnicomprensivo del término.
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