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Número 429-430

Serie XLII

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Fernando Martín-Sánchez: Ideas claras. Reflexiones de un español actual

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Fernando Martín-Sánchez: IDEAS CLARAS.
REFLEXIONES DE UN ESPAÑOL
ACTUAV'l
La BAC ha tenido el acierto de publicar de nuevo un viejo
libro perdido
en el olvido. Cumple así con un deber de gratitud
con la persona y también
un deber con la historia. Con la histo­
ria general de España y con la histo1ia de. la Iglesia de España. La
edición es sustancialmente igual a la aparecida
en 1959 con algu­
nas a1npliaciones que .
.la enriquecen. Deben1os, pues, felicitar a
Alfonso Coronel, presidente
acn.ial de la Asociación Católica de
Propagandistas,
por haberla patrocinado y a José Luis Gutiérrez,
alma desconocid.a de tantas cosas, de tantas buenas- cosas, por
haberla llevado a cabo.
Como bien se dice, Fernando Martín-Sánchez Juliá es
hoy un
desconocido para la mayor parte de los españoles. Y no deberla
serlo. Fue realmente un hombre. excepcional. Y excepcional sien­
do, co1no dice su biógrafo,
una "inteligencia ;,in pies ni ffianos"
(pág. XIX). Tenerlos, los terna, pero inútiles. Yo no sé si la Iglesia
reconocerá un día ofici~hnente las virtudes de Fernando Martln-­
Sánchez. Que las tuvo. Si así lo hiciera, seria sin duda el patrono
de· 1os tetrapléjicos. Y la demostración más pahnaria de cómo
puede llenarse una vida tetrapléjica. Llenarse de actividad. Y lle­
narse
de Dios.
Mi admirado y recordado 1naestro en tantas cosas, Eugenj_o
Vegas, con escasas simpatías por la democracia cristiana y un ale­
jantiento incordia! de -su otrora amigo y paisano -pues santp.n-
(*) BAC, Madrid, 2002, CVII+946 págs.
Verbo, núm. 429-430 (2004), 861-909. 861
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derino era aunque hubiera nacido en lrún-, Ángel He1Tera, me
habló siempre
con respeto y hasta con afecto de Fernando
Martín..:sánchez. Y recuerdo como 1ne dijo,_ rememorando uria
conversación
con_ él, como vio que una molesta 1nosca se pasea­
ba por su calva cabeza. Vaciló unos momentos y se levantó para
espantársela. Entonces Martín-Sánchez le dijo: No te molestes,
Eugenio. Estoy
ya muy acostumbrado a convivir con mis amigas
las moscas.
Alguna vez le vi, llevado en su silla de ruedas, en algún acto.
No llegué
i saludade. Pero tenia muy presente su resignada acti­
tud, no ante una-molestia temporal sino ante su permanente inca­
. pacidad para casi todo. Sólo podía ver, oír y hablar. Y, cierta­
mente, rezar. Tras la lectura
de este libro bien podemos decir que
esas poéas cosas las hada extraordinariamente. Fue, s_in duda,
una de las inteligencias más notables de la época. Y esa inteli­
gencia la dedicó a la acción. Seña incansable dirigiendo, propo­
niendo, vigilando, aconsejando
..
José María Sánchez-Ventura incorpora en esta edición una
Semblanza de Martín-Sánchez (págs. XVII-XCII), escrita desde la
proximidad personal
e. ideológica que nos parece muy insufi­
ciente.
El afecto le hace pasarse en el elogio: "sin duda el espa­
ñol más singular
en su importancia intñnseca de todo el siglo xx"
(pág. XX). "El español más excepcional por Ja calidad de sus
muchas singularidades, de todo el siglo
xx" (pág. XXVIII). Son
muchas
las personas notablemente más importantes que Martín­
Sánchez
en el pasado siglo español. No pretendemos hacer una
lista exhaustiva pero,
por mucho afecto que le tuviera SáncheZ­
Ventura,
por muy amigo que fuera Martín-Sánchez de su padre y
por muy Propagandistas que fueran ambos, nuestro hombre no
resiste la comparación,. en cuanto· a la importancia, a Maura,
canalejas, Romanones, D3.to, Primo de Rivera, Azaña, Franco,
Ortega, Unamuno, Picasso, Esoivá de Balaguer, Gomá... E inclu­
so, dentro de la Asociación a la que dedicó su vida, a Angel
Herrera. Me estoy refiriendo; por supuesto, a su imp_ortancia his­
tórica :porque los 1néritos ante Dios sólo los conoce ÉL
Además1 Sánchez-Ventura pasa co1no sobre ascuas por im­
portantíshnos 1nomentos
d~ la peripecia vital de nuestr6 per-
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sonaje. Quiso hacer de él alguien políticamente correcto y
calló,
'9 apenas apuntó, lo que los lectores tienen derecho a
conocer.
Martín-Sánchez representó toda su vida y, sobre todo, en los
dieciocho años
que presidió la Asociación de Propagandistas,
una de sus corrientes. Bi;,n podemos decir que la más derechis­
ta y mayotitaria
de las mismas. E incluso añadiría que la mejor. Y
ello
no fue sin oposiciones, discusiones y contrariedades. El lec,
tor, tras la lectura de la Semblanza tendrá la idea de que · presi­
dió
uµa balsa de aceite integrada por personas que sólo busca-.
ban, concordes, lo mejor para la Iglesia y pata la Patria. No voy
a
ju,;gar las intenciones de nadie. Pero problemas, y graves, los
hubo. Mencionaré sólo tres nombres destacados
de la Asociación,
dos
de ellos destacadísimos, que harán comprender al lector inte­
ligente.
que el mandato de Martín-Sánchez fue dificil y complejo.
La inicial oposición al Alzamiento de Angel Herrera, el exilio y la
oposi6ón monárquica de José Maria Gil-Robles y la oposición
armada, al lado
de la República y el posterior exilio de José
Antonio Aguirre bastarlan para augurar mil problemas. Cierto que
la inteligencia de Femando Martín-Sánchez y su posibilismo los
sorteó
con notable habilidad. Pero, en una nota biográfica, debe­
rla haber más constancia de ellos que apenas decir que. "sufrió la
envidia que produce la ejemplaridad y el odio que provoca la
excelencia" (pág.
XCD. Ocultar la historia no es hacer historia. Si
se quiere, un sermoncillo que contente a todos y no disguste a
nadie. Salvo a Clío.
La obra y la importante figura de Fernando Martín-Sánchez
Juliá reclamaban
un trabajo mucho más documentado, mucho
menos personal y mucho más veraz que el que hizo José Maria
Sánchez-Ventura. Estamos, sin duda, ante un intento malogrado.
Muy malogrado.
Y entramos
ya en el verdadero cuerpo ele la obra que es el
pensamiento de este madrileño (1899-1970)
~su padre era sego­
viano-, expresado en una serie de discursos e interve.nciones,
fiehnente recogidos, que abarcan prácticamente su vida pública.
Nos sorprende, por su repetición y por su extensión, la aten­
ción que Martín-Sánchez dedicó .al fascismo italiano (págs. 107-
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199). Del. que acredita un notable conocimiento. Su análisis es
mucho más descriptivo
que valorativo. Si bien extraña que no
haya muchas críticas expresas. Salvo las que se deduzcan de 1a
propia descripción. En cambio, de los que en teoría eran sus pró­
:xin10S, los populares, no ahorra. críticas, sobre todo por su .coali­
ción,
tras el asesinato de Mateotti, con quienes eran sus declara­
dos enemigos.
·No vamos a decir que estamos ante un estudio
capital sobre el fascismo, pues no· lo es, pero sí se
trata de una
exposición interesante
hecha desde la contemporaneidad. Tam­
poco debe deducifse, de estas palabras nuestras, una benévola
actitud de Martín-Sánchez ante el fascismo. Diríamos más
bien
que se coloca en una posición aséptica. Como si sus oyentes
estuvieran capacitados· para
deducii· sus propias co_nclusiones de
la imparcial
exposición de los hechos. Y, de cuando en cuando,
alguna leve puntualización
negativa, Como, por ejemplo, cuando
sé refiere a la autarquía nacionalista de la economía fascista ...
Aunque
no duda en exponer los brillantes logros de esa política
económica, al
menos hasta el momento. También expresa sus
graves reservas ante
la prepotencia del Gran Consejo Fascista
(pág. 159).
Ante el corporativismo, ''concepto Heno
de nebulosas" (pág.
162), se declara espectador y expositor
de lo que los fascistas
dicen que es (pág. 162),
con alguna matizada crítica a la Carta
del Lavoro
(pág. 165).
Por fin, cuatro páginas de conclusiones (págs. 167-170). Algo
decepcionantes.
Ni liberalismo ni fascismo. Doctrina católica.
Que recoja lo mejor de ambos que evidentemente está fuera de
sus extremismos. Con
un cierto guiño corporativista (pág. 170).
Textos, vuelvo a
repetir, interesantes,. reflejo de una época y
de una deterrilinada concepción política, si bien de escasa actua­
lidad. Y que,
con reservas y manifestación de contradicciones y
de aspectos
no asumibles del fascismo, encierran un talante cor­
porativista
en Martín-Sánchez, mayor en Martin Artajó (págs. 173,
200) y, no es aventurado asegurarlo,. en toda la Asociación. Si
bien la posición de Martín-Sánchez es más expectante y dubitati­
va (pág. 200) que
en otros socios. Llegando, en una ocasión, a
manifestarse abiertamente
contrario: usi con estas inteivenciones
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JNFOKMACJÚN BIBLIOGRÁFICA
he logrado infundir en los circulistas un santo temor al régimen
corporativo y
un santo horror a las penas del infierno totalitario
me
quedaré muy satisfecho por haber cumplido mi misión" (pág.
202). Pero, aun en su m·omerito· más crítico, ante Sus palabras más
claras,. una ·matización que, si. n_o: las desvirtúa totalmente, ·rebaja
temores y horrores. "Tanto la democracia absurda e inorgánica
de la España de hoy como los regímenes políticos de Italia y
Alemania
son dos estados patológicos del cuerpo politico y so­
ciaL En el primero, el país es un loco suelto. En el segundo, un
loco con loqueros y psiquiatras. Claro está que antes de que el
loco se mate y dañe a los
demás -caso de Rusia-, bienvenida
sea hasta la
camisa de fuerza. · ¡Pero si pudiésemos evitársela a
nuestra España!" (pág.
202).
Son textos de los años republicanos. Alguno incluso de la
Dictadura de
Primo de Rivera. Anteriores a cuando asu1nió la pre­
sidencia
de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas
(1935) tras la renuncia de Herrera. Me he extendido demasiado
en estas consideraciones sobre el fascismo potque. Martín-Sán­
chez le ha dedicado muy extensas páginas. Repito que tienen un
interés mucho más histórico que actual. Voy ahora a adentrarme
en lo que si me parece de absoluta actualidad del pensamiento y
de la obra del segundo presidente de
la Asociación Católica
Nacional de Propagandistas. En ello ahorraré citas pues harían
larguísimas estas páginas. Y es el profundo sentido religioso de
la vida y de la obra
de Fernando Marrín-Sánchez. · Pocas veces ha
sido más cierto aquello de que de lo que rebosa el corazón, habla
la boca. Fue un católico ejemplar que quiso su vida al servicio
de Dios y de
la Iglesia. Y eso enseñaba continuamente a los
Propagandistas. Pero
no era la suya una.religiosidad individualis­
ta, vivida
en la oración y en la cruz de su desgraciada realidad
física. No, sus afanes religiosos eran apostólicos y comunitarios.
No se quena él de Dios, que por supuesto que si, queda a su
Asociación y a su España, sus dos grandes. amores terrenos, para
Dios
y su-Iglesia. Es lo mejor de Martín-Sánchez. Y, a la vez, lo
1il.ás actual. ·
Esos discursos· tocaban temas muchas veces hoy superados,
otras veces meramente organizativos,,-pero.sientpre' en ellos está
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la foz de Dios. Y eso es lo que les da una trascendencia que
supera con mucho la contingencia temporal. Y que hace que aun
pueda ser hoy útil su lectura. Util espiritualmente. Y, también,
para
la acción temporal de los católicos de hoy. Si los Prnpagan­
distas actuales, si los católicos de nuestros días, tuvieran el senti­
do religioso de Martin-Sánchez, otro gallo nos cantara. Al catoli­
cismo español y a
España, Es lo mejor del extenso librn y, sin
duda, lo
mejor de Fernando Martin-Sánchez.
Os dije que no haría citas. Todas serían hermosas. Mµchas,
hermosísimas .. Pero ~o_ me resisto. a transcribiros una que, siendq
del 20 de febrero de. 1936, tras el fracaso de las elecciones; sirve
para hoy y para siempre. Como tantas. otras
que podría recoger:
"Sobrenatuializar nuestra acción y estar en la ·esperanza álegres,
en la tribulacióti, pacientes, que ésta es la verdad y el funda­
mento de todo" (pág. 215) ¡Qué excelente programa!
Si a Martín-Sánchez le tocó suceder a Ángel Herrera en la
presidencia de la A.C.N. de P., en los dillciles años finales de la
República, pronto·la tragedia de la guerra le colocó ante una situa­
ción crítica
en la que perecerían -,--evidentemente no de muerte
natural-, una sexta parte de los efectivos de la Asociación. Yo no
sé si sus manos aun. pbdían, ffsicamente, sostener el timón. Lo cier­
to es que, materialmente o moralmente, lo asió con voluntad fir­
mísima: Y sin la menor duda sobre donde estaba la buena causa.
El 24 ó el 25 de marzo de 1937, Martin-Sánchez, que habla
conseguido pasar a la zona nacional y, tras las primeras vaci­
laciones de Ángel Herrera, aclara, supongo
que en comunicación
C:on él, que eStaba en Suiza ·realizando sus· estudios sacerdotales,
la posición de Herrera entonces: "entiende su deber estar al ser­
vicio del Gobierno nacional, acatando sus órdenes" (pág. 225). Y
no duda en calificar de "martirio" el asesinato de tantos propa­
gandistas (pág.
225),
En septiembre de ese mismo año rechaza la imputación de
secta
que se habla hecho a la Asociación (pág. 229), me imagino
que desde sectores fascitizantes y totalitarios
que pretenderían
uncirla
al carro de la CEDA, a la que querían imputarle respon­
sabilidades
que ciertamente no tuvo. Y constata que la gran
mayoría de · los
Propagandistas se encontraban entonces en los
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frentes de batalla (pág. 232). Huelga decir en qué bando. Pero no
era ello una opción individual de cada uno de los Propagandis­
tas.·
La misma Asociación respaldaba la causa: "Tened esperanza
en que Dios ensalzará a España conduciéndonos a una pronta y
favorable victoria. Todo lo
que os requieran las autoridades mili­
tares y civiles, todo lo que os pidan las autoridades eclesiásticas,
reahzadlo con pronta audacia y con decidido optimismo'' (pág.
232), "en esta era de años triunfales" (pág. 234).
Y, desde el primer momento, el recuerdo emocionado de
quienes ya son "propagandistas triunfantes", asesinados en la
zona roja o muertos en las trincheras nacionales· [págs. 235-236
(1938), 247-248 (1939), 256-259 (1940),
265 (1940), 277 (1940),
304 (1941), 351 (1943),
428 (1945), 445 (1945), 486 (1947), 541-
542 (1948), 743 (1953)]. No es un calentón ante la sangre fresca
de
sus amigos muertos. Son muchos afios de recuerdo martirial.
Aunque, a sus entrañables muertos
no quiere llamarles caídos
[pág.
247 (1939)]. A buen entendedor ...
Si no bastaran las reiteradas alusiones a los mártires podría­
mos aducir también las que hizo
a la guerra, que para él fue "cru­
zada" (pág. 376), "guerra de .liberación" (págs. 396, 621, 665) o
"nuestra causa nacional" (pág. 648). O
sus estrechas relaciones
con Franco, que incluso fue a inaugurar su sueño, ~e -vio reali­
zado, del Colegio Mayor San Pablo (págs, 263, 307, 389, 600-604,
619, 720)
No pueden,
por tanto, entenderse obvios y justos disenti­
mientos como insolidaridad con lo sustancial. Estamos
en junio
de 1940, el nuncio de
Su Santidad acude al domicilio de la A. C.
N .. de P., al acto iba a asistir también el cardenal Gomá, por quien
siempre sintió veneración, pero su ·enfermedad, que en breve le
llevarla al sepulcro, se lo impidió. El Presidente de la Asociación
lo evoca
con estas sentidas y significativas palabras: "La figura
egregia, por tantos conceptos, del cardenal
Gomá, Primado de
España.
Si en tiempos de los Reyes Católicos un cardenal de
Toledo, el cardenal Mendoza, que tanto defendió a la religión y
a la patria, 1nereció que se le denominara Cardenal de España, yo
digo con-plena convicción, c.on perfecta convicción cerebral, que
el cardenal Gomá, cabeza de la Jerarquía española, que nos ha
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
. defendido a los católicOs. españoles ante incomprensiones de
algunos he1manos extranjeros, que ha comprendido y explicado
ante el mundo la necesidad
y la licitud de. nuestro gesto y de
nuestra gesta, bien merece que le .proclamemos Cardenal de
España y que al estilo moderno podamos decir hoy: Cardenal
Gomá,
Arzobispo de Toledo Primado de España, ¡presente!" (pág.
256). · La alusión a la Carta colectiva del Episcopado español de
1937 no podía ser más meridiana. Y la concesión al "estilo
moderno", com·Prensible. y no entusiasta.
Me salto muchos discursos, bastantes de ellos circunstanciales
y sin especial interés, repetitivo$ no pocos, pero casi todos ellos
reflejo de su hondo catolicismo. Me detendré un momento ·en el
pronunciado el 13 de febrero de 1943, agradeciendo al ministro
Ibáñez Martín la Cruz de Alfonso X el sabio. Y por dos motivos.
Uno
de importancia ideológica, el otro, hermosamente personal.
Aludió, modestamente, a diversas actuaciones suyas
por las
que aceptaba
una condecoración que quería compartir con todos
aquellos
que estuvieron con él en la Confederación Nacional de
Estudiantes Católicos de España y en la Asociación de Propa­
gandistas. y-afíade: "Si se condecora el valor cívico de luchar con
la Institución Libre de Enseñanza con la palabra y Ja pluma en
unión de otros universitarios (. .. ) bien está también, para que se
vea que
én el Ministerio de Educación Nacional ha dejado de
dominar el sectarismo y triunfa la idea de Dios y de España" (pág.
354). Hoy,
en días·.de loa a aquella Institución sectaria y antica­
tólica,
me parece importante recordar lo que Martín-Sánchez pen­
saba al respecto.· Y que era lo que había vivido, sufrido y com­
batido.
Pero•es lo siguiente lo
que me importa resaltar. Aquel hombre,
aun felativatnente joven,. apenas -entrado en la cuarentena, atado
ya para -siempre a Sl!--silla de ruedas, incapaz de 1nover un pie o
tina·1nano, decía al amigo:_ «-una cruz, bien está;· muy agradecido,
querido ministro. Después dé esta otra cruz con que Dios me con­
decoró, esta gran auz que llevo inseparablemente unida ·a 1ni cuer­
po, que·me ha hecho alejarme de todo lo que son vanidades y
locuras mundanas" (pág. 355). ¡Qué hermosas palabras! ¡Qué acep­
tación ainorosa de la enonne cruz a la que estaba crucificado!
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INFORMAClÓN BIBLIOGRÁFICA
Llegamos a un discurso verdaderamente importante. No quie­
ro decir que los anteriores
no tuvieran mayor entidad. Unos más,
otros 1nenos, todos tuvieron Su enjundia. Pero éste, pronunciado
en Aranjuez en la primavera de 1946, con el triunfo aliado en
Europa y negras incertidumbres sobre el futuro espafiol, me pare­
ce eSpecialmente lúcido. Y vamos· a detenernos en él aun con
conciencia de que esta nota critica se va haciendo insoportable­
mente larga y más se ase1neja a t1n artículo de historia.· Dejo1
pues, a los responsables de Verbo, en el caso de que quieran
publicármela, la decisión de alojarla
en la critica de libros o en el
cuerpo ideológico
de la revista:
"La pregunta concreta, el interrogante que atenaza el "ánitno
de muchos propagandistas y aun de muchos católicos espafioles
hoy, es saber a ciencia cierta, aunque lo preguntamos con la
desesperanza
de que no se nos podrá contestar de un modo defi­
nitivo, ni acaso tene1nos derecho a · exigir esta respuesta, si la
Iglesia en un pueblo católico como el de Espafia, salvando siem­
pre, ante todo
su libertad, prefiere vivir -fijaos en la graduación
descendiente de los
verbos--'tutelada', 'protegida', 'defendida',
'respetada' o
si, abandonando totalmente esa gama de participios
pasivos, prefiere, como
en tantos otros pueblos donde los católi­
cos no son ni la irunensa mayoría ni -siquiera apenas minorías exi­
guas, vivir estos tiempos como entidad de derecho privado, con
consecuencias públicas evidentes inevitables.
"Yo no quisiera tener la vanidad de llegarme a ·creer que es
cierta la frase, que en alguna ocasión me refirieron, de nado religioso jesuita, extranjero de raza, idioma y latitudes muy
distintos a los nuestros que, partiendo de Italia, y anunciando que
venía a España por primera vez, se le aconsejaba que era una
temeridad su viaje y que acreditaba su val.ar por atreverse a pene­
trar en Espafia, agitada y convulsa; pero el discreto padre res­
pondió, pía y ·suavemente: 1'A pesar de todo, yo quiero visitar la­
única nación que hoy vive en gracia" de Dios" (págs. 466-467).
El interrogante estaba planteado y la respuesta casi también
con la confesión del jesuita. Per? no era· todo blanc9 ni negro.
Había grises. Además de la contraria circunstancia externa. Y a la
privilegiada inteligencia de Martín-Sánchez, identificado
en lo
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
sustancial, no se le escapaban nubes entenebrecedoras. Y las
refiere con
un apólogo: "Erase que se era un burgo próspero y
tranquilo edificado sobre
un altozano: Tenía su catedral, y su
organización castrense, y
su vida civil. Su existencia se deslizaba
pacifica y tranquila, y ya que no gloriosa, por lo menos próspe­
ra; hasta que un día, los infieles de dentro, en combinación con
los de fuera, se apoderaron del burgo, quemaron la catedral,
arrinconaron ·y convirtieron la Plaza Mayor del concejo no en
lugar de cívicas reuniones comiciales, sino en plazuela de moti­
nes y atropellos cotidianos. A tantoUegó el desorden,
que!os fie­
les reaccionando y los castrenses empuñando las armas recon­
quistaron el burgo; rodeáronlo de murallas, reedificaron la cate­
dral y otras muchas cosas. Pero pasaba el tiempo y
no aceitaban
a restaurar
la Plaza Mayor, como areópago de concejos abiertos,
areópago donde se desenvolviera la plenitud de la vida civil, y
entre
_los fieles del burgo cundió la discrepancia y pudo llegar a
hacerse grave. Todos estaban conformes
en. que era preciso que
a todas las restauraciones siguiera ésa también, en forma ade­
cuada a los tiempos nuevos.-No eran pocos los descontentos.
Algunos pensaron en horadar las murallas, en arrasarlas de
nuevo. ¿Qué es lo que deberla pensar una minarla .selecta de
católicos
que hubieran habitado en este burgo? Pues, salvando
ante todo y sobre todo la caridad y
la hermaf\dad, debería reali­
zar con intensidad
máxima todas las actuaciones de los principios
católicos
en público .y estudiar una vez más, y releer la encíclica
Dilectissima nobis y perpetuar su espíritu" (pág. 469).
Eran días
en los que había que leer entre líneas. Pero las
líneas estaban
muy claras. Los Propagandistas, por la voz más
autorizada de la Asociación, sostenían la rec_onquista del burgo,
querían atenuaciones al. totalitarismo y se i'ecla1naban de la
Dilectissima nobis, que era la encíclica de Pío XI en la que se
denunciaba la persecución religiosa de la República. Pero de la
República legal. No de aquel
baño de sangre y destrucción que
siguió al 18 de julio de 1936. Creemos que debió ser una de
las primeras
voces aperturistas que se dieron desde dentro del
Estado nacido del alzamiento militar. Aperturista,
sí, pero desde
dentro y respetando las instituciones.
Los ribetes nazifascistas
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
del Régimen eran ya impresentables tras la derrota del Eje y la
Asociación de Propagandistas fue la primera prenda de apertura
que entregaba Franco. Hasta donde llegó su eco no es cosa de
dilucidarlo
en estas páginas. · ·
El citado discurso de Aranjuez, pronunciado en 1946, debió
levantar ampollas y Martín-Sanchez acude presuroso a pincharlas
el 8 ó 9 de septiembre de
ese mismo año. Aunque en esta oca0
sión no estuvo demasiado claro. Como si se hubiera arrepentido
de echar la piedra
al agua unos meses antes. Resumo apresura­
do. No debemos buscar modelos
en países de minoña católica.
No es
buena la identificación del Estado con la Iglesia ni la sepa­
ración entre ambos, "en el término. medio
ha de estar nuestra vir­
tud" (pág. 474). La influencia de la Iglesia en las leyes y en las
instituciones públicas es deseable
y, "no por imitar costumbres
extranjeras, vayámos a caer en el error libetal de hac~ ya cuarenta
años" (pág. 474), que personifica en Canalejas.
En
1952 se acentuaban las presiones, incluso eclesiásticas, a
favor de la libertad religiosa y Martín-Sánchez,
en el Colegio
Español de Roma,
en acto que presidió el cardenal Tedeschini y
ante numerosa y selecta audiencia, hace
una encendida defensa
de la unidad religiosa (págs.
669-672). Al años siguiente, un dis­
curso
.del cardenal Ottaviani sobre las. relaciones entre Iglesia y
Estado, con repetida y elogiosa mención de
la situación españo­
la frente a cñticas a la misma
que provenían incluso de ambien'
tes católicos, entusiasma a Martín-Sánchez que publica al respec­
to
un artículo en Ya que después será el prólogo a la edición
española del discurso del purpurado (págs. 727-732). Eviden­
temente no era aperturista en-estas ruestiones.
Y por no abandonar estos te1-p.as; en· vísperas a su renuncia a
ser reelegido presidente de la Asociación, en lo que hubiera sido
su
cuarto 1nandato, saludaba así al Concordato firmado con la
Santa Sede:
"Y no deben ser mis primeras palabras de hoy, como
español y como Presidente
de una entidad apostólica, sino para
mencionar
un acontecimiento singular que os ha llenado de gozo,
un acontecinriento ·que pasa una vez en cada siglo: la reciente
finna del Concordato entre la Santa Sede y España. El hecho es tan
singular, que ·da .al aconted1niento carácter ecuménico. y universal.
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Pensar que en pleno 1953 la santa Sede encuentra un Estado y
encuentra
un pueblo que firma un Concordato, y un Concordato
de tesis,
un Concordato que puede ser modelo, no es ya aconteci-
1niento baladí, ·sino acontecimiento unive_rsal. Por tanto, yo quisie­
ra que así como el Consejo de la Asociación se ha congratulado
de que tres compañeros nuestros, Martín°Artajo, Ruiz Jiménez y
Castiella, que, además
-soy testigo de mayor excepción-, han
procedido con el espúitu apostólico caracteñstico de los propa­
gandistas, hayan· tenido intetvención
en la tramitación del Concor­
dato y ha acordado felicitarles, y
ya hemos recibido la contesta,
ción; así también la Asamblea. de Secretarios felicitará y expresará
la gratitud de los propagandistas como hijos fieles
de. la Iglesia

y
como católicos españoles, a la Santa Sede
por medio de la Secre­
taría
de Estado y al Jefe del Estado español" (págs. 746-747).
No se
puede negar que el, poco tiempo después, tan denos­
tado Concordato, acogido
en los dfas de su firma con tanto entu­
siasmo
por Martin-Sánchez, fue obra de destacados propagandis­
tas, respaldados, ciertamente,
por el Jefe del Estado. Y recorde­
mos que, además
de su indudable valor como instrumento de
óptimas relaciones entre la Iglesia y el Estado, tenía además otro
añadido. Rompía
el aislamiento de España ocasionado por la pos­
guerra con toda la fuerza que suponía el reconocimiento de un
Estado diminuto
y, por supuesto, sin di~siones militares, pero
con un inmenso peso.1noral.
Ya no er.a el presidente de la Asociación. Conservaba, por
supuesto, el gran prestigio moral que le daban tantos años de ser­
vicio, y de
servicio crucificado. Parecía imposible que, desde una
silla de ruedas, se pudiera haber hecho todo lo que él hizo. Pe,:o
hay muchas clases de sillas de ruedas. La suya era la peor. En
ella sólo estaba activa la cabeza. Y, ciertamente, el alma. No era
Fernando Martin-Sánchez
un triste despojo de la humanidad,
abandonado a la caridad
de sus familiares. Era persona activísi­
ma y estaba en la vida-pública. Radio Nacional .de España le pide
en 1955 unas declaraciones sobre el discutido y discutible decre­
to
de Unificación de FET y de las JONS en uno de sus aniversa­
rios.
El no había tenido nada que ver con aquello y aquello no
había sido precisamente comprensivo con lo que Martio-Sánchez
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y sus amigos representaban. La CEDA no había sido beneficiaria
del mismo,
El Debate no pudo reaparecer.., No sabemos bien por
qué se prestó a esa declaraciones. Tal vez el comprensible senti­
miento de sentirse vivo
una vez dejadas las arduas responsabili"
dades de presidente de la A. C. N. de P. No entra en pormenores
del decreto.
Ni siquiera lo alude. Pero manifiesta en días en los
que ya -se podían decir-muchas cosas,. y además sin comprome""'.
ter ya a la Asociación, lo que seguramente era su modo de pen­
sar. En todas sus manifestaciories, en años muy complicados,
había sido cauto y prudente. En esta ocasión se nos antoja dema­
siado gubernamental, demasiado
de FET y de las JONS, si bien
sin renunciar a los sentimientos sociales que últimamente venía
postulando. Pero que tampoco, al menos
en teoría y, segura­
mente parte, también
en la práctica, eran ajenos al falangismo ofi­
cial. Según él, había que "crear el sistema representativo lejos del
modelo liberal
y parlamentario, incompatible con nuestro modo
de ser, como la historia ha probado, y, en consecuencia, repudiar
el sufragio universal por el que se pretendió calamitosamente que
de vez
en cuando y previos periodos de agitación especifica,
todos los españoles resolveríamos totalmente el
mmbo .de la
Patria, impulsándola como
el caminar de ebrio en un pasillo,
bamboleándose a encontronazos
pared a pared. Lo cual no quie­
re decir que cada español
no sea oído y opine sobre lo que debe
entender en su estamento correspondiente y en modo propor­
cional a sus posibilidades personales
por escalones sucesivos de
los
que surja la auténtica representación nacional ..
Sobre todo esto, el universal convencimiento de que no
podrá haber . estabilidad política sin estabilidad social. Por lo
tanto, la transformación social
es el problema de los problemas,
la clave
del bien común y el fundamento del bien del pueblo"
(págs. 782-783).
Pura democracia orgánica teñida de preocupaciones socia­
les. Estas últimas
eran redundante en él y no deben sorpren­
dernos. Un corporativismo tan.acusado lo habíamos vista apun­
tado en Martín-Sánchez pero nunca .tan drásticamente propug­
nado. Tal vez él estuviera convencido
de sus bondades pero al
no compartir sus entusiasmos alguna, o buena, parte de la
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Asociación, mientras la presidió se había mostrado más cauto al
respecto. También se dejó encandilar
por el "Mundo mejor" del
Padre Lombardi (págs. 785-787) que, cual gran falla valenciana
pareció
que iba a incendiar el mundo y que luego se disolvió
co1nó azucarillo en agua. Aunque si tehemós en cuenta que el
mismo Papa se dejó influenciar por los sueños del jesuita nada
hemos de reprochar a persona tan ignaciana y tan papal como
él lo era.
En
1959, cuando ya estaban levantadas la condenas vatica­
nas, da
un puntazo a Maurras (pág. 807). que viene a coincidir
con la antipatía general
al movimiento monárquico y católico
francés de otros destacados propagandistas.
Me parece un dato
menor
pero digno de mención. Así como la reivindicación del
mayorazgo
(1962) como modo de evitar la fragmentación de las
fincas (pág.
839). Y un nuevo ataque a la Institución Libre. de
Ensei).anza (pág. 849) por su caciquismo sectario en la provisión
de cátedras. Estamos
en 1962 y, por tanto, muy lejos de los resen­
timientos católicos de los
años de la guerra y la posguerra por el
parcialismo de
los discípulos de Giner en la adjudicación de cáte­
dras
en los últimos años de la Monarquía y en los de la Repú­
blica. No se trataba de
un calentón de Martín-Sánchez sino de un
convencimiento que procedía de sus luchas juveniles, de su pre­
ocupación
por la Universidad y del conocimiento de la misma.
Y todo ello ya desde la serenidad de sus años finales. Y
en
1964 volverá a repetir sus convicciones sobre la Institución (págs.
869-870).
No Voy-a transcribir una sabrósísima anécdota en la qt1e inter­
vienen el cardenal Merry del Val, un propagandista y Don Juan
Vázquez de Mella sobre Don Jaime de Borbón, pretendiente car­
li:Sta. Tengo 1nuchos y qu:eridísitnos amigos en esa Co1nunión y
sé que sufren cuando alguien dice algo poco favorable de sus
Reyes,
en una fidelidad a4mirable que a mí me cuesta compren­
der. Pero
alú está lo sucedido (págs. 871-872).
Cierra el libro una serie de semblanzas de personalidades
más o menos conocidas de la histo1ia de España en los . días de
Martín-Sánchez.
Las pronunció o escribió con distintos motivos:
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homenajes, necrológicas ... Tienen escaso valor, no digo que nin­
guno,
pues en ellas se encuentra mucho más al amigo que al his­
toriador imparcial (págs. 887-940).
El libro es repetitivo por lo que se hace pesado. Intimo, ya
que casi todos los textos estaban destinados a la A. C. N. de P.
Refleja muy bien lo que el sector mayoritario de la Asociación
pensaba en unos años difíciles de la Historia de España. Trágicos
algunos y complicados casi todos. Y
en los que la obra inicial del
Padre Ayala, enseguida
moldeada por quien fue figura importan­
tísima
de esos años, Ángel Herrera, conducida con mano firme,
tras el Voluntario ocaso del sa'ntanderino, que como ave -fénix
surgirá de sus cenizas de nuevo para ser importante figura de la
Iglesia hispana, por Fernando-Martín-Sánchez, llegó a ocupar
cargos decisivos en el Régimen nacido el 18 de julio de 1936.
También los había
ocupado en la República pero entonces nue&'
tro hombre era sólo un brillantísimo joven, entregado con toda el
ahna a la causa y que apenas auguraba más que brillantísimos
destinos.
La enfenµedad, durísima, se los cerró. Pero, al tiempo, le
convirtió en el piloto de h Asociación en su no fácil singladura.
El piloto que sin manos asió firme el timón y condujo la nave
a los puertos que llegó. Si la A. C .. N. de P. fue Angel Herrera,
después fue Fernando Martín-Sánchez. Muchos y controvertidos
años. Eso
es indiscutible y surge sin duda de las páginas del libro.
Pero ello
me parece secundario. Como me lo parecen los volun­
tarios realistas, los neocatólicos, las juventudes mauristas o la
A.
C. N. de P. I1nportantes, o 1nuy importantes, si se quiere, pefo
secundario: No es esó, aunque también es eso, lo que surge ·ae
las páginas del libro. LQ verdaderamente importante, en mi opi­
nión, es la permanente actitud, obsesión si se quiere, de servir
a la Iglesia. Porque Fernando Martín-Sánchez vivió para eso.
Crucificado, cierta1nente, pero· activo Como el que· 1nás. O inclu­
so más que el que mas. Dije que, si llegaba a los altares, que tal
vez
pueda llegar, seria, sin duda, el patrono de los tetrapléjicos.
Pero también podría serlo
el de los políticos católicos españoles.
Eso
es lo más válido de sus escritos. Y lo más actual. Su vocación
de servir a la Iglesia desde la politica. Y ya que él, por su inca-
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pacidad fisica, no podía hacerlo, que lo hicieran sus propagan­
distas.
Sus queridos propagandistas, a los que dedicó su vida,
desde su silla de ruedas. Y a los que quiso, sobre todo, santos.
Sus resultados en ello serian seguramente mediocres. Tampoco
me siento capaz -de un juicio valorativo de cosas tjue sólo con.o:
ce Dios. El, por lo que cabe deducir de su vida y de sus escritos,
lo procuró
de modo insigne. Y Aquel que en vida le condecoró
con una gran Ouz, no hacemos más que repetir sus palabras; le
habrá condecorado ya con la cruz esplendorosa que entrega en
el cielo a sus siervos buenos y fieles.
No me queda más
que reconocer la buena labor de quien ha
publicado unas breves notas introductorias a cada uno de los
escritos de Martín-Sánchez y que, o mucho me equivoco, creo
debió ser José Luis Gutiérrez, que tanto le conoció.
FRANCISCO Jost FERNÁNDEZ DE LA CrGOJl'/A
Teófanes Egido (ed.): HISTORIA DE LAS DIÓCESIS
ESPAÑOLAS: PALENCIA, VALLADOLID,
SEGOVIAC'l
Este volun1en, el tercero del que darnos cuenta de esta histo'
ria de las diócesis de España, está coordinado por el carmelita
progresista Teófanes Egido
(1936), crítico obstinado y poco con­
vincente de Menéndez Pelayo, mucho más partidario de Lutero
que de los jesuitas, cuya expulsión por Carlos
III justifica, y de
quien no vamos· a decir más por cuanto de su autoría sólo hay
tres intrascendentes páginas introductorias.
El sistema que se ha eiegido para escribir este volumen es
distinto del utilizado para las diócesis gallegas,
en las que, de
cada una de ellas se ocupaban varios autores que había que
coordinar, cosa
que no hizo el franciscano Garcfa Oro. Aquí es
sólo
un. autor el que se ocupa de cada una de las diócesis, salvo
en la de Palencia en que aparecen dos, por io que apenas hubo
e) BAC, Madrid, 2004, 616 págs.
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