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Número 497-498

Serie XLIX

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Nuestro padre

Sirvan estas palabras, que con el mayor cariño dirijo en nombre de nuestra familia, para recordar a mi padre.

Lo primero que debo mencionar es a las dos personas que más influyeron en su vida. La primera su madre, María, quien le transmitió su profunda religiosidad y fue para él permanente ejemplo de generosidad y entrega hacia los demás. La segunda, Teresita, su mujer, con quien formó una familia y compartió su vida.

Todos los que le trataron con cierta intimidad en alguna ocasión le habrán oído decir que la decisión más importante y acertada de su vida fue haber contraído matrimonio con Teresita, su sólido soporte durante 66 años, en los que le acompañó en su gran pasión por el trabajo.

Me contaba estos días atrás Juan Chover, el gran y querido amigo de mi padre y de toda nuestra familia, que en cierta ocasión le preguntó de dónde sacaba tiempo para desarrollar tanta actividad, y entonces Teresita se adelantó a la respuesta diciendo: “si yo te contara”.

Ciertamente, lo que quizás pudiera llamar más la atención sobre su persona es la cantidad y variedad de cosas que le dio tiempo a realizar. Estos últimos días, a raíz de su fallecimiento, han dado buen testimonio de ello las numerosas condolencias de personas e instituciones de todo tipo tanto españolas como del resto del mundo.

Y ciertamente Juan Vallet de Goytisolo fue un enorme trabajador. Él se apropiaba la definición de trapero del tiempo, lo que suponía que fuera difícil, por no decir imposible, verle sin nada que hacer. Con los trapos de una vida de entrega confeccionó la gran tela que envolvió una ingente labor humana, científica y de apostolado cristiano.

Naturalmente, fue consciente de la magnitud de su obra, pero su forma de ser sencilla hacía que le restara importancia.

En sus últimos días, cuando su estado de salud hacía necesaria la frecuente visita de don Diego, su médico de cabecera, éste le comentó que sabiendo que su paciente era una persona ilustre, había comprobado cómo en internet aparecían por millares sus referencias. Mi padre con su característico gesto de desaprobación, le pidió le acompañara hasta una estantería en la que conservaba algunos ejemplares de los muchos libros que había publicado. Una vez allí le dijo que todos esos millares de citas carecían de valor, que las únicas referencias válidas hacia su persona eran las de aquellos que leyendo su obra pudieran sacarle provecho.

Siendo cierto esto, es más cierto que la trascendencia de su obra es mucho más amplia, y no puede limitarse a lo que dejó escrito.

Su gran obra es el ejemplo y el afecto que dejó en aquellos que le conocieron, los que estáis aquí, y los que no pudiendo estar se encuentran igualmente presentes.

A todos muchas gracias.

Javier VALLET REGÍ