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Número 583-584

Serie LVIII

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Leo Strauss, Leo Strauss on political philosophy. Responding to the challenge of positivism and historicism

Leo Strauss, Leo Strauss on political philosophy. Responding to the challenge of positivism and historicism, ed. Catherine H. Zuckert, Les Harris y Philip Bretton, Chicago y Londres, The University of Chicago Press, 2018, 232 págs.

Leo Strauss fue un conocido filósofo de la política, en clave histórica, que, nacido en Alemania, emigró a los Estados Unidos en donde desarrolló la parte más importante de su carrera intelectual y profesional. Enseñó durante varias décadas en la Universidad de Chicago, convirtiéndose en maestro de una escuela de intelectuales y docentes que, por sobre todas las cosas, estudian la filosofía política moderna a la luz de la clásica, en la que él era un experto. Escribió numerosos libros y dictó cuantiosos cursos sobre autores y temas políticos antiguos y modernos, muchos de ellos editados informalmente, pues son lecciones orales en las que, se afirma, era un expositor extraordinario por su habilidad para volver accesible la enseñanza a graduados y estudiantes. La singularidad de Strauss viene no únicamente de ese piadoso respeto por los clásicos (en particular, las fuentes griegas, romanas y hebreas, no tanto las cristianas que también conocía y muy bien) en los que apoyaba todas sus reflexiones sino, además, por su particular modo de enfocar (su método) la tortuosa, a su juicio, relación del filósofo con la ciudad. Entre los estudiosos de habla hispana tiene gran cantidad de seguidores y una importante parte de sus libros han sido vertidos a nuestra lengua.

En Norteamérica su herencia es más discutida, y por dos razones cuando menos. Una, la que menos importa a nuestros intereses, es la de vincularlo con los sectores liberal conservadores que habrían estropeado el sendero progresista de las ideas y las políticas yanquis. Ser straussiano es ser enemigo de los liberals. Otra, ligada a ésta, es la insistencia de Strauss en cuanto a que lo mejor y más sano de la filosofía política está en los clásicos antiguos, por lo que criticaba y rebatía a los autores modernos y contemporáneos, impíos, desalmados, lenguaraces de temperamento, a más de positivistas, materialistas e historicistas en pensamiento.

Tiene el viejo Strauss seguidores y detractores. La editora principal del libro es, precisamente, una conocida straussiana, Catherine Zuckert, profesora emérita de la Universidad de Notre Dame, autora de libros sobre Platón y Maquiavelo, que ya ha escrito sobre Strauss, pues con Michael P. Zuckert publicó en 2006 The truth about Leo Strauss. Political philosophy and American democracy, y en 2014 Leo Strauss and the problem of political philosophy, ambas extraordinarias exposiciones de los dos aspectos de la filosofía straussiana que he señalado.

Este libro compila algunas de las lecciones impartidas por Strauss y archivadas como audios en el Centro Strauss de la Universidad de Chicago, que preside uno de sus discípulos, Nathan Tarcov, y que forma parte de un proyecto más amplio de desgrabación e impresión de esas clases. En este caso se trata de unas lecciones de 1965 sobre «Introducción a la filosofía política». Luego de un nota acerca de esta empresa editorial, se inserta una breve (veinticinco páginas) introducción de la editora C. Zuckert, en la que explica cómo introducía Strauss a sus alumnos en el estudio de la filosofía política, haciendo frente a los dos mayores obstáculos de su tiempo, que son los que aquí se combaten, el positivismo y el historicismo. Expone luego por qué es necesario el estudio de la filosofía política, viene a la consideración del texto capital de ella que, a juicio de Strauss, es la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Debo confesar que esto es para mí una sorpresa pues en lo publicado de Strauss hasta aquí, si no me equivoco, las consideraciones más importantes las hacía con Platón e incluso con Jenofonte; pero una cosa son sus libros editados y otras sus clases impartidas.

La «Introducción a la filosofía política» que nos propone Strauss consta de nueve clases divididas en tres partes. La primera parte, la más extensa, considera los obstáculos para el estudio de la filosofía política y se subdivide en dos secciones. En la primera de ellas estudia el positivismo y consta de cinco lecciones. Las dos iniciales están dedicadas a A. Comte, y Strauss presenta sucesivamente la ley de los tres estadios en la historia de la humanidad, y la filosofía política comtianas. En el tercero y el cuarto estudia positivistas más actuales, G. Simmel y M. Weber. En el quinto responde a las distinciones entre hecho y valor, presupuesto gnoseológico del entramado positivista en toda ciencia.

La segunda sección de esta parte primera considera el otro gran enemigo de la filosofía política, el historicismo. En dos capítulos muestra de qué manera el relativismo historicista está arraigado en la filosofía contemporánea, especialmente la germana (Marx, Hegel) de donde se ha expandido a todo el orbe. En el capítulo restante analiza la obra del historiador inglés R. G. Collingood como ejemplo de historicismo.

En la segunda parte considera Strauss «Por qué el estudio de la filosofía política es necesario hoy día», y lo hace en un solo capítulo: «Acerca de la diferencia entre los antiguos y los modernos».

La última parte sobre los orígenes de la filosofía política es de una sola lección sobre la fundamental distinción entre «Physis y Nomos». Completan el libro las notas de las lecciones y un índice onomástico y temático.

Quien ya conozca el pensamiento de Strauss posiblemente no aprenda nada nuevo, pero gozará con la lectura de clases hasta ahora inéditas, porque, a la verdad, estos textos aquí recogidos no se conocían más que por los buceadores en los archivos del Centro Strauss. Los que no saben quién es Strauss o desconocen cuál es su pensamiento tienen aquí una excelente puerta de entrada, tanto o más interesante que los capítulos iniciales de ¿Qué es filosofía política?, editado por Guadarrama hace varias décadas. Y otros nos enfrentaremos a un eximio filósofo y gran profesor, lo primero por su sapiencia, lo segundo por su docencia.

Juan Fernando Segovia