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Número 221-222

Serie XXIII

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José Pedro Galvão de Sousa en la cultura brasileña

JOSE PED!lO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTUM
Ba.ASILE~A. (*)
POR
FRANCISCO ELiAs DE TEJADA (t)
SUMARIO: El Brasil.-José Pedro Galviio de Sou, sileña.--Continuidad
de Portugol.-La quiebra de la Tradición brasile­
ña.-La cultura braaileña.-El sitio de José Pedro Galviio de Soosa.­
El sistema.-Conclusión.
EL Brasil.
Dijo el poeta que todo es según el color del cristal con que
se mira. Gigantesco a tamaño de leyenda es
d Brasil para los
geógrafos; archivo de etnología
petrificada para los

antropólo.
gos; reserva de riquezas inmensas para los economistas; una
entre las mayores potencias del. año 2000 para los políticos;
colonia para los americanos, rival para los argentinos, nostalgia
para los porrugueses, paraíso para tantos emigrantes, ilusión tu­ rística de sensualidad carnavalesca para superficiales viajeros, en­
canto de brunas mozas mestizas para los gustadores mujeriegos,
(*} El 18 de febrero de este año se cumple el VI aniversario del
fallecimiento de nuestro amigo y maestro el Prof. Francisco Ellas de Te­
jada y Spínola (e. p. d.). Con esta ocasión tenemos el honor y la satisfac~
ción

de publicar en
Verbo este estudio que, quien fue su _esposa y, colabo­
radora, Gabriella
Pel'COpo, ha

hallado entre sus papeles. Está datado en 1977
y en Sevilla, de cuya Universidad era a la sazón catedrático, y referido a
nuestro también
amigo y colaborador, el Prof. José Pedro Galvio de Sousa,
a quien nos sumamos cordialmente, con
esta publicación, al homenaje tan
merecido que significa este trabajo, expuesto con la brillante pluma de
su
autor.
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Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO EUAS DE TEJADA
este Brasil misterioso, sin límites en la frontera menuda de sus
variadas diversidades, es para
mí, desde mi ángulo tradiciona­
lista, crisol de razas en unidad de una Tradición viva, la Tradi­
ción
dd Brasil.
Porque

a mi entender
aqudla diversísima
imagen variopinta
del Brasil multiforme ha de venir ordenada con arreglo al cri­ terio que particulariza a
los grupos

humanos en la historia, a
tenor de la pervivencia de un ayer que vive en
el presente,
según la Tradición, merced a la cual
d Brasil

es lo que es. Cuan­
do los hombres del suelo hispánico occidental que en el decir de Luiz de
Cam.oes eran los portugueses

desembarcan en la
cos­
ta

oriental de la América meridional es cuando comienza a co­
brar perfil de unidad la geografía de aqudlas tierras. Al cla­
var la cruz en las playas de la Tierra de la Santa Cruz unos
hljos venidos

de la opuesta playa lusitana entran en la historia
aquellas tierras y aquellas gentes. Entrada en
la historia que es
el inicio de la aventura secular que ha ido labrando lo que hoy
decimos el Brasil. En otros
términos,- d Brasil

es una historia continuada, es
una Tradición que prolonga en
el otro lado del Atlántico la
vieja Tradición del Portugal hispánico. Por lo cual, al referirnos
al Brasil de hoy hemos de contemplar detrás del presente la
proyección del ayer .perpetuado. La imponente geografía es bra­ sileña por virtud de la historia que la coloreó con matices pecu­
liares; las gentes de varias razas y distintos orígenes únense en
la continuidad de quehaceres vitales solidarios. La definición de
qué sea
el Brasil ha de venir considerándole desde su propia
Tradición. Tradición por lo cual es lo que es en
d conjunto
de

los pueblos. De
ahí que la caracterización de las personas y de las cosas
brasileñas haya de formularse en función de las siguientes pers­
pectivas:
a) en qué consiste d meollo de la Tradición brasileña;
b) las vicisitudes de esa Tradición en la crisis de los pueblos his­
pánicos durante los tres últimos siglos;
e) los abanderados de
la Tradición patria, empeñados en perpetuar la Tradición
dd
Brasil.
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]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILBNA
José Pedro Galvíio de Sousa.
Es en este esquema donde aparece con energico vigor pre­
sente la señera figura de José Pedro
Galvlio de
Sousa, en cuya
personalidad hay que distinguir dos rasgos: el primero, la valía
del pensador y del jurista; el segundo, su extraordinaria signi­
ficación de abanderado de la Tradición en uno de los momentos
más
dJíci1es de

la trayectoria brasileña, en los tristes tiempos
que corren en esta segunda mirad del siglo xx. Quien en días
del mañana establezca las líneas de la cultura brasileña en nues­ tro siglo con una perspectiva de la
cual hoy carecemos, porque
el estruendo de la prensa bulliciosa
y partidista impide medir
las personas
y los hechos en la apagada exactitud de sus valores
auténticos, José Pedro
Galviio de
Sousa será- estimado por uno
entre los máximos hombres del Brasil de esta centuria. Al lado
de la egregia significación de sus estudios
y de su talento, ha­
brá de tenerse en cuenta lo que sus saberes
y esfuerzos signifi­
can dentro del marco de su pueblo. En un Brasil tenazmente
empeñado en copiar fórmulas extrañas,
Galvlio de

Sousa encar­
na la concepción brasileña del Brasil; en un Brasil que es
cam­
po donde pelean la guerra de la autenticidad nacional los dos
ejércitos
de los imitadores simiescos y de los verdaderos brasi­
leños,
Galvlio de
Sousa alza en su estandarte la cifra de las
esencias brasileñas; en un Brasil que muchos pretenden destruir
al servicio, sin duda las más
de las veces inconsciente de los im­
perialismos culturales extraños,
Galviio de
Sousa es
el campeón
mayor de la línea exacta de la continuidad que prolonga la en­
traña espiritual del Brasil fundacional.
Podrá apagar su nombre hoy la adversa coyuntura de la
algarabía enemiga.

Podrá vivir
tal vez en la soledad trágica- de
un arrinconamiento que borra su nombre del elenco de los nom­
bres que fulguran. Tendrá que aceptar con franciscana humil­
dad el silencio de los movedores de las grandes manifestaciones
culturales. Ceñirá la corona de espinas de ser ignorado adrede
por los adversarios que hoy mandan en los medios de comuni-
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FRANCISCO ELIAS DE TEJAVA
cación y que empuñan las palan~as de las institucio­
nes de los saberes oficiales. Víctima de su ideal, enterrado en vida en el silencio, preterido y maltratado por supuestos sabios
que no merecen muchas veces ni la serena consideración por sus
posturas ridículamente intelectuales,,José Pedro Galvíio de Sousa
sufre la hostilidad de los vivos en la paz de los muertos
de ·su
pueblo

brasileño. Pero él sabe que en el rincón fecundo de su
obra aletea la fortaleza del auténtico Brasil; que es un hogar
espiritual
el castillo berroqueño en cuya plaza de armas alínean­
se los valores de la estirpe. Vive en la esperanza del mañana,
identificado con el ayer, superando los sinsabores del hoy. Por­
que este José Pedro
Galvíio de

Sousa, sencillo profesor univer­
sitario, discutido y ultrajado,
ha echado sobre sus hombros la
cruz de la pasión en la extranjerización de su pueblo; az6tanlo
los fariseos del saber oficial, escúpenlo los advenedizos de la europeización o de la arnericanización, túndenlo los sayones del
periodismo, reniegan de él los curas progresistas, gritan su
muerte cultural las turbas de la plebe extranjerizada de las le­
tras brasileñas. Mas
él, frágil de fuerzas del poder, cuanto po­
deroso en afanes del espíritu, continúa la marcha de
la agónica
pasión de su patria, solo
. y

humilde, pero apoyado en la verdad
de sus razones.
Por lo cual, cuando el Brasil tome a ser el Brasil de quienes
lo fundaron, cuando amanezca la aurora del día en que nuestros
pueblos reaten el hilo de la Tradición perdida, cuando
las ·gen­
tes

brasileñas cesen de copiar ideales extraños para
· ser
sencilla­
mente brasileñas, José Pedro
Galvíio de

Sousa verá agigantada
su figora. Los héroes del mañana son siempre los mártires del
ayer. El Giambattista Vico que pedía cátedras adjudicadas
. a
rastreras

mediocridades en el Nápoles del siglo
XVIII es, sin em­
bargo, la indiscutible
máxima figora de

la Italia de su siglo,
pese al despectivo silencio con que le envolvieron sus colltem­
poráneos, y a él acuden los italianos de hoy para enlazar con
la Italia verdadera. Los hombres son mirados en
la perspectiva
de

la posteridad; en una posteridad en la cual este José Pedro
Galvíio de

Sousa, herido de injusticias y silencios, habrá de ser
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]OSE PEDRO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
tenido por aquello que de veras es: la encarnación de la Tradi­
ción brasileña en un Brasil que pugna por encontrarse a sí mis­ mo, superando las extranjerizaciones
de la moda pasajera en el
hallazgo de la verdad íntima que es su propia Tradición.
La Tradición brasileña.
En el alma brasileña fúndense las memorias de tres razas: la
blanca, la negra y la amarilla, sostuvo Fernando de Azevedo en
A cultura brasileira. Introducífo ao estudo da cultura do Bra­
sil ( 1 ). Afirmación verdadera si se supera el -estrecho plano cul­
turalista mediante la consideración de los valores jerarquizados
que en distinta ·manera cada una de esas razas proporciona.
Porque la fundación del Brasil es obra de la gente portuguesa
en tal guisa que lo portugués es el tronco sobre
el cual han ido
abrazando el color de sus matices las flores de las otras cultu­
ras, negra o india. Los negros vienen desde Guinea o desde
Angola a un Brasil que ya existía; los indios no son parte del
Brasil antes de que el Brasil entrara en la historia al ser
fun­
dado por los portugueses. Lo que caracteriza al Brasil en su
fundación no es una raza, ni siquiera una mezcla de razas; es
una fe, la concepción católica de la existencia traída al suelo
brasileño por
la fundadora Portugal. Luminosamente lo ha ad­
vertido Gilberto

Freyre en su clarividente
Interpretacíio do Bra­
sil:
«O status nacional do Brasil nlio é uma expressao de cons­
ciencia de ra~, pois que nenhuma r~a únicat pura ou quase
pura, formou a genta brasileira. Dos povos europeus que se lan­
~aram
a coloniza~ao da América nenhum menos dominado pelo
complexo de superioridade ou de pureza de
ra~a do
que o por­
tugu.Cs, urna na~o quase nao européia. A sua mística de unidade
ou de pureza foi de religiíio ou do status ----<1 religiíio católica
ou

o
status cristao--e níio de ra~,. (2). Voz abierta de la más
(!) Segunda edi~o, Sao Paulo, Companhia editora nacional, 1944, pá­
ginas 106-107.
(2) Río de Janeiro, José Olympio, 1947,
pág. 229.
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FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
preclara sociología brasileña, remachada por el grandísimo pers­
picaz observador
que contemplara al mundo desde las veota­
nas de la diplomacia, por el embajador Adolpho Justo Bezerra
de Menezes, eo O
Brasil e o mundo ásio-africano, al aseotar
cómo
el Brasil es parte de la civilización cat6lica, debiendo a
ella que su cultura se levante sobre la fusi6n de las razas, con
rechazo de la concepci6n anglosajona, de cuño protestante, ya
que «a
condi~ao de célr para gracluacao social é conceito moder­
no e purameote
anglo-saxao,. (3

).
El actual territorio del Brasil fue descnbierto por Vicente
Y áñez
Pinz6n, natural

de Palos de Moguer, en la Andalucía
castellana, el 26 de enero de 1500, tocando en el actual cabo
de San Agustín y batitizando aquel lugar por Tierra de Santa
María de la Consolaci6n. El 22 de abril
del mismo afio lleg6
el
portugués Pedro Alvares Cabra!, pero Brasil fue tierra colo­
nizada por Portugal desde que eo 1530 Juan III envía a
Mar­
tim Afonso de Sousa.
Prolongan los portugueses eo las nuevas tierras la concep­
ci6n de la vida abanderada en el siglo
XVI por la totalidad de
las geotes hispánicas cara a las amenazas del Islam y a las ase­
chanzas del

protestantismo luterano. Por decirlo con
versos de
Lope

de Vega, eo el acto I de
E/ Brasil restituido, escrito en
1625, eo
la boca del presonaje que representa al propio Brasil;
«a los

fieros id6lattas resisto
que ocupan las más partes deste polo,
y limpia del antiguo barbarismo me baño en las corrientes del bautismo».
Nació el Brasil católico, misión desde la cnna. Sus fronte­
ras se ensanchan a medida eo que la
fe se propaga entre los
aborígenes paganos. Tan arraigadamente católico que la guerra
tiene su frente protestante. Las instalaciones del calvinista
fran.
cés, Nicolás Durand de Villegagnon, en 1555, en la isla de Se­
rigipe, eo la bahía de Río de
J aneiro, o de los calvinistas holan-
(3) Río de Janeiro, Irmiios Pongetti, 1956, pág. 26.
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]OSE PEDRO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
deses en Bahía, en 1624 y en Pernambuco en 1630, son cuerpos
extraños incrustados en el Brasil genuino y como cánceres gan­
grenosos para la salud católica de la gente brasileña.
Al abanderar la Tradición del Brasil en el siglo XX, José Pe­
dro
Galvao de

Sonsa lo
ha visto con meridiana claridad. A fuer
de brasileño puro, el catolicismo de José Pedro
Galviío de
Sonsa
está equiparado al de quienes forjaron católicamente al Brasil;
es un catolicismo sin transigencias
ni componendas. Hidalgo del
siglo xvr que vive en el siglo
xx, Galvíío de Sonsa contempla
al Brasil con los ojos con que
lo miraron Marrim Afonso de
Sonsa y los primeros desembarcados en las playas del
conrinente
nuevo. Por ello es diamantinamente tridentino,. berroqueñamen­
te antiprotestante, soldado de la Contrarreforma en la que el
Brasil meció su cuna. Cuanto sobre el Brasil se haya escrito o
pueda escribirse en nuestro siglo no superará a
la visión que de
su patria aporta en el admirable estudio
Raizes hist6ricas da
crise politica brasileira,
exposición mayor de la Tradición brasi­
leña en
el siglo xx: «A civiliza<;iio trazida por espanhóis e por­
gueses ao continente americano aquí se afirman modelando a
mentalidade e as formas sociais das nai;óes constituidas pela
alian~a étnica

entre os povoadores e os aborígenes. Tendo um
sentido missiónario
-"dilata~ao da Fé e do Império"- desde
logo
come~ou a

se diferenciar do tipo de cultura implantado
ao norte do continente pelos
ing!Sses. Em

quanto
Sstes elimi­
navam ou combatiam os ocupantes primitivos do solo, e mais
tarde manrinham segregados os negros vindos de Africa, por­
tugueses e espanhóis realizavam ·urna obra de assitnila~io raciai
que preparava o
aparecimento/ na América,

da
ra~a COSmica,
no dizer do pensador mexicano José Vasconcelos, ou da síntesis
viviente, segundo a expressao do eminente peruano Víctor An­
drés Belaunde» (
4 ).
Síntesis magistral de la esencia del Brasil: primado de la
fe, alcance misionero de la hazaña fundadora, identificación de
la Tradición brasileña con el catolicismo tridentino, concep-
(4) Petr6polis, Editara Vozes, 1965, pág. 69.
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FRANCISCO ELIAS.DE TEJADA
ción del Brasil como asimilación civilizadora de las razas cul­
turalmente inferiores.
Aquello planteado por Fernando de Aze­
vedo como mezcla culturalista sin matices, es en Galviío de
Sonsa aquilatamiento histórico en ordenada jerarquía de valores.
No se puede definir· a la Tradición brasileña en términos más
exactos ni más
justos:
Dos espléndidos escritos menores confirman con argumentos
concretos esta precisa visión de la Tradición brasileña, afincada en la Tradición de la materna Portugal: la conferencia
Camóes,
arauto de lusitanidade,
pronunciada el 10 de junio de 1955 (5)
y O
sentido da comunidade lusiada de 1971 (6). Es que José
Pedro Galviío de Sonsa no tiene temple de variar con la mu­
danza· de

las modas. La tesis de Costa
Pilrto, en Pinherio Ma­
chado e seu tempo,
de que el Brasil es «prolongamento virtual
do mundo ibérico» ( 7) ha sido desenvuelta por Pedro
Galviio
de

Sonsa con tanta maestria y talento que su fundamentación
pudiera
darse por

definitiva.
Continuidad · de Portugal.
Semejante afirmación pruébala Galviio de Sonsa con argu­
mentos contundentes. No se contenta con mostrar el aspecto negativo de la presencia europea en el Brasil, al modo en que
lo subraya Gilberto Freyre, en
Ingleses no Brasil. al presentar
los primeros contactos de ingleses
y franceses «sob a forma de
piratas, aventureiros o negociantes, nas praias da América tro­
pical descobertas por portugueses e espanhóis» con pasiones
civilizadoras de

misión ( 8 ); presencia duramente calificada de
la
«grossa velhacaria

dos ingleses no Brasil» (9) por
el mismo
insigne sociólogo.
Galviio de

Sonsa aborda positivamente la
56
(5) Siio · Pal\lo, Universidade Católica, 1957.
(6) Braga, Llvraria Cn,,, 1971.
(7)
Río de

Janeiro, José Olympio,
19.51, pág. 5
(8)
Río de

Janeiro, José Olympio, 1948,
pág. 33
(9) G. Freyre, Ingléses no Brasil, 212. ·
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]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
cuestión para encontrar en las instituciones brasileñas la huella
del espíritu de libertades concretas, característico del pensamien­
to político hispánico frente a los excesos tiránicos o anárquicos
engendrados en Europa por la herejía
protestante. Las liber­
tades concretas de

la Tradición hispánica anclaban, según es
sabido, en la autonomía de los municipios. y, por ende,
Galvao
de

Sousa va a estudiar la prolongación en los cabildos brasile­
ños del sistema de libertades forales típico de las tradiciones
hispánicas. Con seguro pulso de historiador certero demuestra
la existencia de
libertades en · el

Brasil tradicional,
· libertades
heredadas

de las libertades practicadas en la Península Ibérica.
Nadie podrá discutir la verdad, tan magistralmente expuesta, de
sus argumentaciones, sea al estudiar «as origems do municipio
brasileiro», en Pol!tica e teorla do Estado ( 10), sea en la His­
tória do direito político brasileiro ( 11 ). La edificación del or­
denamiento político brasileño sobre las libertades municipales sírvele
de base para reconstruir las esencias políticas del Brasil
tradicional. Mérito insigne de
Galvíio de

Sousa es haber mirado la evolu­
ción del Brasil, desde sus mismos orígenes
hasta nuestros

días,
integrada en la historia total
. de

los pueblos hispánicos, seña­
lando siempre el paralelo que entre todos ellos existe. Su con­
dición de varón íntegro da lugar a una radical independencia,
la cual le lleva a preocuparse por encima de todo del sentido de la libertad en lo que, con acierto sumo denomina, en
Poli­
tica

e teorla do
Estado, el tradicionalismo hispánico, volviendo
a la terminología clásicamente camoneana para discernir entre
lo que se llama hoy España, enteco puñado de países adormeci­
dos en el regazo terrenal ibérico, y lo que se dijeron las Espa­
ña, en

los tiempos en que
el Brasil nació ( 12 ). Por donde el
pensamiento de Galvíio de Sousa cobra dimensiones universa­ les desde el instante en que se apoya en las mismas ideas sus-
(10) Siio Paulo,. Edi,iio Saraiva, 1957, págs. 19-40. ·
(11) Siio Paulo, Edi,iio Saraiva,

1962,
segunda edición, págs. 41-42.
(12) J. P. Galvao de Sousa, Política e teorfa do Estado, is,.
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
tentadas por nuestros antepasados de la .Contrarreforma. Ve en
los pueblos

de la actual Península Ibérica y en los pueblos que
de ellos han brotado la encarnación del sentido católico de la
vida, en contraste con la Europa hijuela del protestantismo y
mlralos en

tensión de cruzada, primero en lucha externa contra
la Europa enemiga, después en defensa interior contra los ata­
ques de la enemiga Europa dentro de nuestras propias patrias.
La grandiosidad de su · visión de la historia es de esta guisa
mirada de
· águila rectificadora de las visiones de campanario
¡x;r lo

general imperantes hoy. La vuelta a la Tradición brasi­
leña permítele perspectivas ·universas en la tensión dramática
de una batalla universal, de la guerra entre la Europa que apare­
ce en el siglo
XVI para suplantar a la Cristiandad en tierras del
Occidente y el conjunto de los pueblos hispánicos empeñados
en continuar., a la Cristiandad contra las novedades europeas.
El bloque de
.las gentes

hispánicas es en su
generof• y
amplisima
visión bloque tridentino de Contrarreforma y
pastión de

las
ideas de la Cristiandad.
Recuérdese lo que
escribe en el· admirable R izes hist6ricas
da crise br'asleiras: «O que recebemos, coro a col nisa~iio, tanto
no Brasil como Ilá América espanhola, foi o e pírito católico
medieval, emquanto os
ingl~ses levaram
para o n rte o fermen­
to protestante, naturalista e mercantilista, que h vería de heze­
dar um tipo de
forma,íio social

aposto ao noss . Catolicismo
e protestantismo, Idade média e
Renascen,a m

rcam as antí­
tesis entre a
Amética hispanica e

a América g]o-saxé
ica.
Esta dualidade, por sua vez, corresponde ao an gonismo bem
saliente que se nota entre o mundo europeu .mod rno e o mun­
do ibérico a partir do século XVI. Quando a u · dade cultural
da Europa foi quebrada pelo protestantismo, na mesma época
em que o humanismo naturalista
da Renascen, instilava nas
minorías letradas

o paganismo da cultura antiga,, vimos na Es­
panha e em Portugal salvar-se aquela unidade,
I gra,as á poll­
tica dos seus reis, na defesa da fé, e ao renascimento da esco-
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]OSE PEDRO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
lástica medieval no "século do ouro" hispanico, com os seus
grandes escritores, filósofos e místicos» ( 13 ).
La unidad en la defensa del catolicismo agrupa a la totali­
lidad
. de

los pueblos hispánicos en la batalla universal que es
Mühlberg en el corazón
de Alemania contra Lutero, Lepanto en
los mares griegos contra el turco, misión civilizadora desde la India hasta las Filipinas abrazando
la redondez

del planeta.
Unidad por
Galvíio de

Sousa sentida plenamente en presencia
del misterio sublime de Castilla. No es para
él Castilla el co­
loso amenazador
que· aterra

a los portugueses, ni la superiori­
dad envidiada por los catalanes, ni mucho menos la leyenda
negra inicuamente fabricada por los enemigos europeos. Cas­ tilla, por el contrario, es la
capitana de

la Contrarreforma, la
nueva Roma de los siglos nuevos. «A eternidade de Roma
re­
fl~te-xe
em

Castela» exclamará sobrecogido de emociones al
vi­
sitarla en 1950 en el Ensayo De Roma a Fátima (14). Pues
Castilla es la síntesis suprema de continentes, razas y culturas
en que Galvíio de Sousa define a las Españas en O Brasil no
mundo
hispánico (
15 ). «Para sentir toda a misteriosa fo~ de
atraciío
de Castela é prec/so rer antes percorrido as outras Es­
panhas e vir depois acalentar o
espirito ao
pé da lareira onde
crepitam as chamas da
Tradi~iio» (16). Es que Galviio de Sousa
se
. integra en la Tradición brasileña con plenitud completa, re­
percute

en su pecho noble el ideal de los abuelos
fundadores
del

Brasil, es por lo que ve en Castilla el depósito augusto
de
la entera Tradición hispánica, empeñándose en la lucha contra
Europa con fervores de cruzado tridentino. Por lo cual, su nombre
ha de ir uncido, en el Brasil del
siglo
xx, al de Antonio Sardinha en el Portugal contemporáneo.
Galvíio de

Sousa representa en Brasil
lo mismo que Sardinha
representara en Portugal:
el redescubridor de la Tradición pa-
(13} J. P. Galvao de Sousa, Raizes hist6ricas da crise política brasi-
leira, 70.
(14) En Reconquista, 1 (1950), 37-49. Cita a la pág. 40.
(15) Sao Paulo, Herder editora, 1962, pág. 27.
(16) J. P. Galvao de Sonsa, De Roma a Fátima, 41.
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tria. Por eso en Toledo siéntese A lareira de Gaste/a con his­
panismo parejo al del Sardinha exilado entre 1919
y 1921 ( 17);
por eso en Toledo reencuéntrase a sí mismo en idénticos tér­ minos y le es dado repetir
la confesión del poeta hermano en
Na corte da saudade:
«Longe, bem longe, numa pátria mansa,
eu já te conhecía sem te ver.!
Nem mesmo
sei . porque entranhada heran,a
tu

vives tanto dentro do meu ser!» (18).
El propio Galviio de Sousa ha descubierto el secreto del
hall82go íntimo al

describirse en las palabras con que pinta al
hermano lusitano, en
Antonio Sardinha e n6s, dibujándole en
términos. de

que «era um catolico como espírito de cruzado,
Sentíase unido aos portugueses de autrora» (19). La
grandeza
histórica

de José Pedro Galviio de Sousa está así justificada en
igual misión histórica a la cumplida por Antonio
Sardinha. El
tiempo

venidero no hará más que aumentar la grandeza de
am­
bos.

Fácil profecía, aunque hoy
parezca obscura.
Muestra

su identidad
la reacción común delante de aquello
que constituye la piedra de toque para todo hidalgo a
la his­
pánica usanza: la actitud delante de Felipe II. No es ocasión
de aumentar innecesariamente este estudio, dedicado al Brasil,
ponderando el
carifio y la férvida admiración con que Antonio
Sardinha sentíase

embelesado ante la estampa
del· mayor
rey
que Portugal y el Brasil hayan tenido,
de la

víctima de la ca­
lumnia de la enemiga Europa contra las Españas. Me limitaré
a señalar la postura, aquí
sí típicamente
definidora, de José
Pedro Galvíío de Sousa hacia Felipe II de Castilla, Felipe I del
Brasil, pareja a
la del hermano portugués.
Para
Galvao de
Sousa Felipe II es antes que nada la
víctic
ma

de
la leyenda negra. Es «o grande incompreendido e calu-
60
(17) Antonio Sardinha, A lareira de Gaste/a, Lisboa, Gama, 1943.
(18) Lisboa, Lumen, 1922,
pág. 17.
(19) En Reconquista, III (1952), 85-106. Cita a la pág. 91.
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]OSE PEDRO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILE'RA
niado de leyenda negra», precisamente,· porque «preserva a
península do contagio pestilente da nova heresía e. transforma
os Pirineos num marco divisor
de dois mundos» (20 ). Contra
Europa hostil, Felipe II mantiene la integridad del reino de
Portugal y abandera como nadie la Tradición portuguesa. He aquí cómo define
Galvao de

Sousa la política de Felipe II en el
Brasil: «Portugal para os portugueses, nisto se consubstanciava
tal política, rifletindo-se no Brasil, quer na
manuten~ao do

di­
reito portugues, quer na guarda dos foros, privilégios e liber­
dades, quer finalmente na
conserva~ao dos portugueses a frente
da
administra~o do

seu reino e do Brasil». Afirmación, en
Perspectivas históricas e sociológicas do direito brasileiro (21),
confirmada en la excelente
Historia do direito político brasi­
leiro
( 22) y en la justísima contraposición puesta de relieve,
en O
Estado tecnocrático, entre las libertades observadas en el
Brasil de Felipe II y la autocracia burocrática que desde Na­
poleón es
él signo de los gobiernos modernos (23 ).
Justicia que la moderna historiografía remacha por mano
de P. Núñez Arca, en
Brasil restituido. Os 3 Felipes da Espanha
que foram reis do Brasil,
al indicar los respetos del mayor rey
del Brasil hacia los fueros portugueses jurados en las cortes de Tomar ( 24 ), y por J oaquim Verissimo
Serrao en

el
logradísimo
libro

titulado
Do Brasil fiUpino ao Brasil de 1640, al poner en
contraste la conducta
del prior Antonio de Grato tratando de
vender Brasil a Catalina de Médicis (25 ), con la de este Feli­
pe II, empeñado en el prurito de convencer en vez de impo­
nerse a sus súbditos brasileños (26 ); que emplea tropas caste­
llanas solamente para restablecer
la unidad en Paraiba, que co-
(20) J. P. Galváo de Sousa, De Roma a Fátima, 41.
(21)
Sao Paulo, Universidade Católica, 1961, pág. 10.
{22) J. P. GalvSo de Sousa, História do direito politico brasileiro,
32 y 26.
(23)
Sao Paulo, Edi~, Sataiva, 1976, págs. 16 y 19.
(24) Sao Paulo, Edigraf, 1967, págs. 59-60.
(25)
Sao Paulo, Companhia editora nacional, 1968, págs. 15-16. ·
(26) J. Verissimo Settílo, Do Brasil filipino ao Brasil de 1640, 10-11.
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
rrige implacable los abusos de los gobernadores con ejemplar
justicia
y minuciosas decisiones (27); que organiza rectamente
el gobierno en tierras btasileñas con acertadísimas medidas (28 );
que se preocupa personalmente de enviar
allá oficiales en ar­
tesanías diversas, fomentando el desarrollo económico (29);
fun­
dador de ciudades como Sergipe; que en 9 de marzo de 1594
extiende al
Brasil la
política de los gobiernos por hombres ci­
viles, cifrada en la primacía que en todos los terrenos otorgó a los hombres de toga en sus Audiencias reales (30); que an­
tepone a todo otro menester el de civilizar a los indigenes por
la conversión a la
fe verdadera ( 31); protector de los indios
con leyes como la del 26 de julio de 1597, en que ordena sean
llamados a trabajar solamente cuando voluntarios «sem
for,a,
nem

engano», pagándose los trabajos realizados y permitiéndo­
les cambiar libremente tanto de patrones como de residen­ cias (32).
Echando mano del profundísimo saber hermanado al afán
por la justicia, igual en ello al hermano Antonio Sardinha, José Pedro
Galvao de

Sousa reconoce las bondades de la obra impar
del impar rey que Felipe I fue pata el Brasil. El derecho civil
inscrito en las
Ordenan,as filipinas, por él preparadas aunque
fuesen publicadas en 1603, ha servido para mantener la forta­
leza de la institución familiar
al ser aplicadas hasta las reformas
de 1823 y en grandísima porción hasta el nuevo Código civil
de 1916; el sistema administrativo establecido por Felipe II
dura hasta 1 de octubre de 1828. Pues si bien es verdad que en 1642 Portugal abandona la
mancomunada empresa de la defensa de
la Cristiandad contra
Europa en aquel tratado del 29 de enero con el cual, por decir­
lo con palabras de J. Moreira Campos, en A restaura,iío em
62
(27) J. Verissimo Serrilo, Do Brasil filipino ao Brasil de 1640, 41.
(28)
J. Verissimo Serrilo, Do Brasil filipino ao Brasil de 1640, 60.
(29)
J. Verissimo Serrilo, Do Brasil filipino ao Brasil de 1640, 61.
(30)
J. Verissimo Serráo, Do Brasil filipino ao Brasil de 1640, 78.
(31) J. Verissimo Serrao, Do· Brasil filipino ao Brasil de 1640, 83.
(32) J. Verisfflno Serrao, Do Brasil filipino ao Brasil de 1640, 84.
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]OSE PEDRO GALV AO DE SOVSA BN LA CULTURA BRASILERA
Portugal e no Brasil, cae dentro de la órbita imperial ingle­
sa ( 3 3 ), en una
. política

de sumisión merced a la que baja casi
a colonia inglesa con los tratados dd 10 de julio de 1654, .de
·23 de junio de 1661 y el llamado de Methuen de 1702 (34),
la confirmación de las Ordenan,as filipinas,.por Juan IV de Bra­
ganza en enero de
1643, dejó en pie d aparato jurídico y gu­
bernativo creado por
Fdipe II, henchido del espíritu de liber­
tades
y de justicia que fue sdlo de su gobierno inimitable. En
especial la robustez de las instituciones municipales perduran
al extremo de que todavía
el 24 de marzo de 1734, en pleno
absolutismo afrancesado, quepa hablar de
cámaras representati­
vas

en Brasil como lo hace
Joáo CamiJlo

de
Oliyeira Torres,
en
A democracia coroada (Teóría política do Império do Bra­
sil)
(35). José Pedro Galváo de Sousa, conocedor como nadie
de la historia del derecho público brasileño,. justificará en.
la
figura de Fdipe II la esencia de la Tradición patria con ese
fervor que únicamente poseen los doctos que a sus saberes jun­
tan inquebrantable pasión por la verdad.
La quiebra de la Tradición brasileña.
En la concepción de José Pedro Galvíio de Sousa la historia
de su patria,
constituid¡¡ en
Tradición católica e hispánica
gr_~as
a

la cordillera de
reyes que culmina en el pico cimero de Fe­
lipe I del Brasil,. quiébrase en el siglo
XVIII cuando las ideas
europeas se instalan en las cortes palaciegas de
.los varios
reinos
nuestros
y al espíritu de iudependencia cultural sucede la tor­
peza de la imitación servil. Es
d absolutismo
iluminista repre­
sentado en Madrid por la instauración de los Barbones maldi­
tos, es la que abandera en Portugal el Marqués de Pombal. Tal es uno de los puntos básicos del pensamiento de Galvíio
(33) Portugal, Portugália editora, 1968, ptlg, 71.
(34) Sobre
la significación de esos tratados, vid. J. Moreira Compos,
A restauraráo em Portugal e no Brasil, 83-87.
(35) Río de Janeiro, José Olympo, 1959,
pág. 52.
63
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
de Sousa, infinidad de veces reiterado, pero desarrollado con
profunda agudeza y poderosa riqueza de argumentos en
el ca
pítulo
Ill de A historicúiade do direito e a elobor(lfáo legislá­
tiva (36
). Hay que
leerle para
captar la energía segura de su
pensamiento y la
perentoria, necesidad

con que sus sólidas ar­
gumentaciones convencen. Aquí de nuevo sabe incorporar a la amplitud de su sistema om.nicomprensivo todo lo que va
po,
niendo de relieve la historiografía más reciente.
Es
el afrancesamiento masonizante del Marqués de Pombal
lo que rompe definitivamente la Tradición brasileña, instauran­ do aquel absolutismo a la francesa que destruía las libertades
establecidas por Felipe II.
Ponibal implanta

el absolutismo y
el centralismo, advierte
Galvao de

Sousa en
Po/itica e
teoría do
Estado (37); es quien sustituye a la
legitimidad antigua la

hueca
legalidad apoyada en
las abstracciones del jusnaturalismo a lo
protestante, arguye lúcidamente, en
Legalidade e seguran,a na­
cional, yendo

a buscar
.]as .últimas .ralees de

la obra pombali­
na (38). En el espléndido estudio, El Derecho natural en el mun­
do lusitano del siglo XX, el firme puño del historiador de las
ideas acierta a poner
de relieve las concomitancias entre protes­
tantismo
y absolutismo, entre afrancesamiento y racionalismo (39).
En Preliminares básicos para uma reforma
politica, achaca

a esta
ruptura con la Tradición, la pasividad receptora y la pobreza
ideológica de los dos últimos siglos de la historia brasileña ( 40).
Cada uno de los escritos de
Galviío de Sousa refleja nítidamente
el planteamiento de enfrentar a la Tradición brasileña con la
extranjerización · importada, concretando en el siglo XVIII la quie
bra de la Tradición propia de su pueblo. Cierto es que tal idea no es exclusivo patrimonio suyo, pues
fue indicada por otros. Por ejemplo,
y desde otr_as barreras
(36) Sao Paulo, Editora franciscana, 1970, págs. 51-65.
(37) J. P. Galvao de Sousa, Polltica e teoria do Estado, 49 y 79.
(38)
Sao Paulo, Convivium, 1962,

págs.
1H5.
(39) En el volumen El Derecho natura/, hispánico, Madrid, Escelicer,
1973, págs. 287-326. Cita a las págs. 288-290.
(40) En
Hora presente, IV (1969), 193-210. Cita a la pág. 196.
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]OSE PEDRO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
Theophilo Cavalcanti Filho, en A influencia das ideas iluministas
na estructura,ao do

Estado brasileiro
(41). Verdad es que escri­
tor de la talla de Oliveira
Vianna, en
O
idealismo da Consti­
tui,ao, montó su crítica de las instituciones del Brasil moderno
en la continuada negación de las esencias propias por la copia
de modelos
extraiios (

42). Sabido era que la independencia fue
forjada para darle coior extranjerizante por las logias masónicas,
implantadas en Brasil desde 1733, según
ha mostrado Luiz Nor­
ton
en
A corte de Portugal no Brasil ( 43 ). Conocido era que ya
desde los días de Tirandentes los movimientos revolucionarios son,
más que

afirmación de independencia, ansias de imitar a
los norteamericanos,
cual resulta de varios de los trechos del
Romanceiro de Inconfidencia compilado por Cecilia Meires ( 44 ).
Y lugar común será luego que el Imperio
signific6 la
coloniza­
ción cultural de Francia, a empezar por el propio Pedro II, cuya
dependencia de lo francés resalta en cada una de las cartas cru­
zadas con el Conde de Gobineau
y en especial en sus confesio­
nes al respecto en la del 4 de abril de 1874 ( 45). Valga por
todos los testimonios la lamentación de Euclydes da Cunha, en O
Marechal de Ferro, de que Brasil «recuava, abandonando o
tra,..do superior

das suas
tradi~óes» (
46) y ello a causa de la
«educ~ alienijena»

en que se formaran sus hombres letrados
a imitación servil de las modas eoropeas, según completa en Da
independencia a República ( 47).
(41) En la Revista brasileira de filosofía, XIII (1963), 319-33.
(42) Sao 'Paulo, Companhia editora nacional, 1939, segunda edición.
Sobre todo en págs. XIII-XIV, 7, 18-27 y 61-65.
(43) Lisboa, Empresa nacional de publicidade, segunda edición pági­
nas 113-114.
(44) Río de Janeiro,
Livros de
Portugal, 1953, págs. 95-96
y 105.
(45) Puede verse en las
págs. 471-472

del libro de Georges Raeders,
D. Pedro II e o Conde de Gobíneau (Correspondencia inéditaJ. Siio Paulo,
Companhia
editora nacional,
1938.
(46) En Contrastes e confrontas, Pórto, Lello e lrtnao, 1941, Octava
edición, págs. 11-19. Cita a la pág. 12.
(47) En
A margen da historia, P6rto, Lello e Irmio, 1941, Quarta
edici6n, págs. 211-309. Cita a la pág. 266.
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
La aportación cabal de José Pedro Galviío de Sousa consiste
en dos puntos. Primero, en no ceñirse a juicios parciales, em­
pero en acertar a enhebrar las observaciones menudas dentro
del marco de su total concepción del Brasil como pugna de la
Tradición brasileña con la europeización
extranjerizante. Segun­
do,

en procurar elevar esta temática a sistema de ideas que
permita reatar el hilo de la Tradición perdida en el siglo
XVIII.
De donde el alcance radical y novedoso de su obra en la his­
toria del pensamiento brasileño. Cuya magnitud
es. imposible

ponderar en escrito de las di­
mensiones del presente. Por lo cual me limitaré a referir la
novedad de su pensamiento y a bosquejar luego el esquema de
su sistema.
La
cultura brasileña.
La tendencia generalmente dominante de reniego de la Tra­
dición del Brasil ha
engendrado el
vado intelectual más desola­
dor. Desde el instante en que de manera deliberada procúrase
de antemano eliminar de la cultura brasileña
la médula doctri­
nal de sus fundadores, nada queda propiamente peculiar, nada habrá brasileño
en el

Brasil. Se tratará de una pseudocultura
de imitación, de un macaquismo
enteco y

lúrido, puesto que lo
que verdaderamente
el Brasil es en sus raíces espirituales ha
sido renegado de antemano. Al excluir a la Tradición católica
e hispánica
cáese en

pecado que en sí mismo porta la penitencia
de reducir la cultura brasileña a
la nada infecunda de un árido
desierto. Es
la conclusión que brota ya de la pluma del más antiguo de
los historiadores del pensamiento brisileño en la época moderna, de Sylvio Romero, condenado a ignorar la substancia de su patria
y con ello a no encontrar en el Brasil
ninguna autenticidad

inte­
lectual.
A filoso/la no Brasil, mejor que el «ensaio crítico» que
él la apellida, da en la negación de la filosofía en el Brasil por
donoso contraste con
el título. Para Sylvio Romero no existe pen-
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]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILENA
sador ninguno con anterioridad al Compendio de /ilosofia publi­
cado en 1859 por el franciscano Francisco de Carvalho o fray
Francisco de Mont'Alverne. Tajante afirmará que «pode se
afir­
mar, em virtude da indaga,iio histórica, que a filosofía, nos ~s
primeiros

séculas la nossa
existbicia, no
foi totalmente estranha»;
de suerte que
«é míster avan,ar até o

século presente para depa­
rat algum produto desta ordem» ( 48 ). Desolación en los terrenos
de la filosofía que más tarde extenderá a toda la cultura
al asegu­
rar como
«é uma

verdade afirmar que
niio temos

tradi"5es inte­
lectuais no riguroso sentido» ( 49). Conclusión luego reiterada. En
su amplia
Teoría da história no Brasil. (Introduciio metodoló­
gica)
José Honório Rodrigues reduce a media docena de líneas
la evolución del
pensamiento brasileño
(50). En pareja postura
A.
L. Machado Neto comienza con Pedro Austran de Mata e
Alburquerque, cuya labor de escritor empieza en 1844, su
His­
tória das ideas ;urldicas no Brasil (51), siguiendo la pauta tra­
zada por Guillermo Francovich, en sus
Filósofos brasileños, al
iniciarla con Mont'A1verne (52), siempre · a tono con Sylvio
Romero. No de otra guisa procede tampoco el mismo padre
Leonel Franca
al redactar el apéndice brasileño de sus Nofóes
de

história da filosofía
(53 ), bien que aquí el juicio quede tem-
(48) Sylvio Romero, Obra filos6fica, Río de Janeiro, José Olympio,
1969
pág. 7.
(49) S. Romero,
Obra filos6fica, 32.
(50)
Sio Paulo,

Companhia editora nacional,
dos tomos.
Cita al I
(1957), 253.
(51)
Sio Paulo,

Editorial
Grijalbo, 1%9, pág. 19.
(52)
Buenos Aires, Losada, 1943, pág. 19. Podieran agregarse otras
muchas apreciaciones ·semejantes. Por ejemplo, Joao Ribeiro en «A filo­
sofía no Braail», en la Revista brasileira de filoso/la, IV (1954), 413;
Djac4' Meneses en «A filosofía no· Brasil no século XX», en la Revista
brasüeira de filosofía, VI (1956), 194; Humberto Grande en «O signifi­
cado e o sentido da cultura brasileira», en los Anais do primiero congreso
brasileiro de filoso/la, Sao Paulo, Instituto brasileiro de filosofía, I (1950),
181; etc. etc.
(53) Sio Paulo, Companhia editora nacional, 1943, novena edici6n,
pág. 409-521.
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FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
piado dado que estudia dentro de la historia general los. magnos
escolásticos hispanos

del siglo
XVI, quienes forman precisamente
el meollo de la tradición cultural brasileña
(54).
De donde la triste conclusión, una vez eliminada la Tradi­
ción btisileña, de que todo cuanto ha producido el país es ex­
tranjero, sin la menor impronta del
genio nacional. Es la con­
clusión a que llega con sinceridad Luiz Washington Vita, en
el Escorro da filoso/la no Brasil, al apuntar como la especula­
ción brasileña es mero «reflexo» de las filosofías extranjeras
(55);
y es que no puede advenirse a otra conclusión si se trata a la
filosofía tomista en los términos en que lo hace Luiz Washington
Vita en A
filoso/la no

Brasil
(56).
La cuestión está en las dimensiones que al Brasil se den;
o sea, si se le recorta a una
geografía y
a una gente sin pater­
nidad histórica,
o si. se ve en él la continuación de una histo­
ria en el trasvase al otro lado del
Atlántico del
tesoro cultural
de Portugal. Si hay que arrancar desde los
,lías de la Indepen­
dencia no caben dudas de que el Brasil es pueblo cunero carente
de originalidad cultural; mas no porque no la posea, sino en la medida en que, al igual
qrie el

resto de los demás pueblos
nacidos en el regazo del viejo solar hispánico, ha padecido
la
europeización más desgarradora desde el absolutismo del si­
glo
XVIII. Solamente si se ve en el pueblo brasileño y en la
cultura brasileña un ramo del tronco
genril de
las
Españas se
encontrará

la
raíz de su cultura en el tesoro común de los pue­
blos hispánicos, sobre todo en el patrimonio común elaborado en la ocasión de la Contrarreforma. Prescindiendo de este pa­
trimonio cultural, Brasil es campo
bald!ó, imitación

esclavizada
de la Europa vencedora de las Españas; únicamente en ese
patrimonio,
aceptando la

evidencia histórica de que ese patri­
monio constituye la médula de la cultura brasileña, resulta da­
ble encontrar originalidad en el Brasil frente a la sarta de
copias
68
(54) Leonel Franca, Nocoes de bist6ria da filosofla, 195-207.
·(55) Coimbra, Atlániida, 1964. pág. 13.
(56) Sao Paulo, Livraria Marrins edit8ra, 1950, págs. 35-59.
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JOSE PEDRO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
del extranjero europeo o de la prolongación de Europa que se
apoda Norteamérica. Por lo demás, prescindir de
aque: patri­
monio

cultural supone dislate semejante al de expulsar de la
literatura brasileña a un Luiz de
Camoes .o a

un
I'r.:ni::;sco Sá
de

Miranda;
del mismo modo que es imposible arrojar fuera
de
la literatura brasileña, que está redactada en lengua portu'.
guesa, a los poetas áureos del siglo xv1, da en absurdo preten­
der que
el pensamiento brasileño nace con la separación de
Portugal.
No existe corte cultural tajante en
el pensamiento,
tal cual no caben cortes tajantes en el cultivo literario del idio­
ma. Por haber procurado barbaridad tan insigne, desde Sy !vio
Romero para acá el pensamiento brasileño nada dando braza­
das en
el vacío de la impotencia.
Ni cabe tampoco recortar la especulación a quienes en tierra
brasileña hayan nacido, porque la cultura de la época no se
diferenciaba en nada de la dominante en Portugal.
La Historia
do rico avarento e
LáZ11ro pobre representada hacia 1575 en el
colegio jesuítico de Olinda no difiere en nada de las piezas sa­
gradas habidas en los colegios jesuíticos portugueses o castella­
nos. Manuel Botelho de Oliveira escribe alternadamente en por­ tugués
y en castellano, la Música do parnaso y las comedias
Amor para amigo o Amor, engaños y celos, porque era uso de
su época al modo por ejemplo de don Francisco Manoel de
Melo. Los
Diálogos das grandezas do Brasil, de Ambrosio Fer­
nadis
Brandao son

en
1616 el canto al suelo fértil, pero en un
medido localismo inserto en
la común literatura portuguesa,
como resulta de
la simple lectura del más apasionadamente te­
rrícola de sus diálogos, del
111 (57). Todos los escritores men­
cionados

por José Aderaldo Castello, en
Manifestafóes litérarias
da

era colonial
(58), no serán jamás extraídos del caudal por­
tugués común. Incluso en el siglo
XVIII asoma la europeización
en Brasil por la razón de que contemporáneamente penetra en
(57) Río de Janeiro, Academia Brasileira, 1930, pág. 125. Son pala­
bras de BrandOnio a Alviano.
(58) Siio Paulo, Editara Cultrix, 1969.
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Portugal. El precursor del afrancesamiento en Brasil que fue
Matías Aires marcha en 1716, apenas cumplidos cinco años, a
Portugal y a Francia,
sin ningún ulterior contacto con la patria
brasileña; y si el pesimismo antropológico, rayano en el pesi­
mismo luterano, que asoma en los fragmentos
75 y 125 de sus
Reflexoes sobre a vaidade dos homens (59) es tan ajeno a la
gente suya como la idea del perfecto soberano que formula en
los fragmentos 51, 133 y 134 (60), base de un absolutismo
dieciochesco a la francesa que sube a justificar al tirano en el
fragmento 52 ( 61
), en

oposición a las libertades concretas in­
herentes a la Tradición del Brasil verdadero serán considera­
das. Obra escrita en Portugal y en la línea de la europeización
que Portugal sufría.
Con
la independencia de Portugal la extranjerización crece
todavía

más.
Ya bajo Juan VI son los franceces quienes van a
organizar la cultura oficial. Tanto el ministro Rodrigo de So usa
Coutinbo como el Conde de Barca buscan a franceses para edu­
car al Brasil; o sea, a espaldas de
la Tradición portuguesa clá­
sica. Los pintores Debret y Taunay, el arquitecto Grandjean
de Montigny, el grabador Simón Pradier, el escultor
Fran~is
Bomrepos

van a crear la cultura brasileña presididos por el se­
cretario del Instituto de Francia, Lebreton. Era la moda, des­
crita en
tétminos vivos

por la pluma bien cortada de Gilberto
Freyre en
Um engenheiro frands no Brasil (62).
El patriarca de
la independencia José Bonifácio de Andrada
e Silva es tan francés que
· expresamente
aborrece todo lo
que
huela

a portugués, siendo la regla
para aquello que no deberá
jamás hacerse. «Lembram-nos
;s portugueses coro

o
gosto do
que

fornas, para nos consolarnos do que
nao somos»,
en sus
pá~
(59) Siio Paulo, Livraria Martins, 1942, págs. 85-86 y 188-196.
(60) Mat!as Aires, Reflexoes sobre a vaidade dos homens, 65 y 188-
1%.
70
(61) M. Aires, Reflexóes sobre a vaidade dos homens, 65-66.
(62)

Rlo de Janeiro, José Olympio,
1940, págs. 3441.
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]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
labras núsmas (63); encandilado con la Revolución francesa, a
la que juzga creadora de verdades inmortales ( 64 ).
Cuando no se copia a Fraricia, será el modelo anglosajón.
Sirva de ejemplo, entre tantos, Aureliano Cándido Tavares
Bas­
tos,

cuyo folleto Os males do presente e as
esperan,as do

futuro,
da en maldición calumniosa contra la Tradición heredada de
Portugal, con repetición de los vulgares lugares comunes inven·
tados por los europeos vencedores contra las Españas
venci­
das

(65); reiterados en el prefacio de las Cartas do solitario,
en las que se avergüenza de «nossa miséria histórica» (66); y
que si en, A provincia, repudia al «vicio europeu em nossa ad­
ministra~ao» que es «o systema francés» (67) será para pos·
tular sea copiado el federalismo al uso de los Estados Unidos
de Norteamérica ( 68 ). Cambio
de modelos, más siempre en la
linea de las imitaciones extranjeras.
El siglo xrx brasileño es la orgía pedantesca y estúpida en
la emulación para ver quién es menos brisileño y quién acierta
a

copiar con mayor servilismo las modas forasteras. Dentro del
reniego de la propia patria hay salidas para todos los gustos.
Hasta lo más opuesto que pensarse
quepa al ánima cálida tropi­
cal

del brasileño como es la fría sequedad kantiana encontrará
también ecos en la persona de Diego Antonio Feijó, cuyos
Ca­
dernqs de filosofia ( 69) parecen imposibles si se leen conocien·
do a
la gente brasileña; pero cuya realidad fue puesta en claro
por la docra pluma de Miguel Reale, en
_A doutrina de

Kant
(63) Recogidas .por Octavio Tarquinio de Sousa en la pág. 109 de
O pensamento vivo de José Bonifácio, Sao Paulo, Livraria Martins edito­
ra, 1944.
(64) Apud. Octavio Tarquinio de Sousa, O pensamento vivo de ]os&
Bonofácio, 114.
(65) Puede verse en las págs. 105-107 del libro de Carlos Ponles:
Tavares Bastos, Sáo Paulo, Companhia editora nacional, 1939.
(66) Sio Paulo, Companbia editora nacíonal, 1938, pág. 21.
( 67)
Sio Paulo
Companhia
editora nacíonal,
1937, pág. 32.
(68) C. A. Tavares Bastos,
A provinicia, 46 y 57.
(69) Sio Paulo, Editorial Grijalbo, 1967.
71
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FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
no Btasil (70), remachada en los dos estudios de Glaucio Veiga
Kant e o Brasil (71) y de Samuel de Oliveira O kantismo no
Brasil
(72). Quienes pasan por pensadores son estrechos epígo­
nos segundones, sombras
de sombras exteriores. Al modo del
emperador Carlos V, los mayores filósofos eran primeros en
Brasil, quintos en Alemania, Francia o Inglaterra. Fray Francisco de Mont'Alverne es Víctor Cousin trasplan­
tado, después de haber sido Etienne Bonnet de Condillac. El
madeirense en Brasil radicado Patricio Muñiz adolece de obscu­
rísimas indigestiones idealistas tudescas. Miguel Lemos y Raimun­
do Teixeira Mendes son sacerdotes de
la religión de Augusto
Comte, en un positivismo ortodoxo que llena e) siglo xrx, como
han probado exhaustivamente
Joao Camillo

de Oliveita Torres,
en O
positivismo no Brasil (73) e Ivan Lins en la História do
positivismo no Brasil
(74). Luiz Pereira Barreto es el amplifi­
cador de
las exageraciones más crudas del comtismo más extre­
moso, en una evolución en
la que el ardor del trópico dilata
demasías sin cuento, según podrá apreciar quien siga
A evoluríío
do

pensamento de Pereira Barreta
en la monografía de este títu­
lo de Roque Spencer Maciel de Barros (75). Charles Darwin es
José de

Araujo Ribeiro, vizconde
de Río Grande, si se le rela­
ciona con desgarrado
materialismo de
Louis Büchner. Tobías
Barreto repite
al pie de la letra a Emst Haea;el y a todo lo
alemán que le caiga en mano, aderezando con pimienta sergipana
los guisotes indigestos del materialismo más desenfrenado. Sylvio Romero es el arquetipo de Ía consecuencia en la inconsecuencia
de sus continuas mud~as ideológicas, saltando alegremente des­
de el eclecticismo de Theodore Jouffroy al positivismo ortodoxo
de Augusto Comte, de Comte a Herbert Spencer y a los otros
seis sabios de su vocabulario, del materialismo al culto
al héroe
72
(70) Sao Paulo, s. e., 1949.
(71) En la Revista brasileira de filoso/la, I (1951), 86-97.
(72) En la Revista brasileira de /ilosof/a, XV (1965), 252-258.
(73)

Petrópolis,
Edlt8ra Vozes, 1943.
(74)
Sao Paulo,

Companhia editora
nacional, 1967.
(75)
Sao Paulo,

Editorial
Grijalbo, 1967,
Fundaci\363n Speiro

]OSE PEDRO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASlLERA
de Thomas Carlyle, volviendo atrás siempre en la danza desen­
frenada de un cerebro ayuno de fijezas claras. Estelita Tapajoz
es la transcripci6n de Cesare Lombroso, dosificado con cuantos lugares comunes haya en el monismo evolucionista. Rui Barbosa
es un anglosaj6n nacido por equivocaci6n en
Bahía, que

se
autodefine diciendo ser, mejor que brasileño, «da casta dos
constitucionalistas americanos e dos juristas ingleses», como re­
fiere Luiz Delgado, en Rui Barbos a (Tentativa de éompreensao
e

de s!ntese)
(76), cabe el modelo del mas6n del tr6pico, según
resulta de la biografía compilada por Luiz Vianna Filho
A vida
de
Rui Barbosa (77), encaramado sobre las logias, que apellida
a Inglaterra su «patria espiritual» (78) en la innata hostilidad
acerba contra todo cuanto memore la Tradición brasileña, a la
que pretende sustituir por la concepci6n anglosajona de la vida; que, si se aparta de las tiendas anglosajonas, es para acogerse
a las de Augusto Comte; sin que le salven de esos calificativos
la Orarao aos mor;os en las postrimerías de su existencia, ni todo
el grandísimo talento de Miguel Reale al disculpar por realismo
pragmático, en
Posirao de Rui Barbosa no mundo da filoso­
f!a (79), lo que fue desnuda extranjerización sin atenuaciones.
Semejante extranjerizaci6n dióse en las disciplinas filos6ficas
relacionadas con el derecho. Pedro Autran de Mata e Alburquer­
que conténtase con traducir a Zeiler, en la certera apreciaci6n de Clovis Bevilacqua en la
Hist6ria da Faculdade do Direito de
Recife.
(80). Los Principios do direito natural, del pottugué•
trasladado

a la Facultad jurídica paulista, José María de Avelar
Brotero (81 ), acaban en revuelto amasijo de teorías revolucio­
narias francesas encubiertas astutamente bajo disimuladas tefe-
(76) Río de Janeiro, José Olympio, 1945, pág. 76.
(77)
Sao Paulo,
Companhia editora nacional, 1949, págs. 34, 81,
85-
86, 98. (78)
Luiz Viana Filho, A vida de Rui Barbo,a, 279.
(79) En
Hori:t.ontes do direito e da hist6ria, Sao Paulo, Edi~ Sa­
raiva,
1956,
págs. 244-267.

Sobre todo en las págs. 253-254.
(80) Río de
Janeiro, Francisco

A!ves, dos tomos. Cita
al II' (1927), 10.
(81) Río de
Janeiro, Tipografía imperial e

nacional, 1829.
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO EUAS DE TEJADA
rencias de Holbach o de Helvetius, como ha probado con agude­
za Miguel Reale en
Avelar Brotero, en la Ideología sob as Arca­
das ( 82 ). La hostilidad sentida por Luiz Pereira Barreto contra
el derecho es
la repercusión· copiada del afán comtiano por re­
ducir las normas jurídicas a las reglas sociológicas, según cabe
colegir leyendo
As trts filosofias ( 83 ). Paulo E¡¡ydio de Oliveira
Carvalho repite a Spencer, en los
Ensaios sobre algumas questoes
de

direito e de economía politica,
insistiendo en la reducción
de lo jurídico a lo sociológico (
84 ), y a Emile Durkheim en los
Estudos de sociología criminal. Do conceito geral do crime se­
gundo o methodo contemporáneo (
85). Los cuatro libros de Al­
berto Salles: Política republicana (86), Catecismo republica­
no
(87), Ensaio s/Jbre a moderna concepfiío do direito (88) y
Sciencia polltica (89) son la fusión inconexa del positivismo
comtiano con el evolucionismo materialista en el recto juicio
de Luiz Washigton Vita, en
Alberto Salles, ideólogo da Repú­
blica
(90); en revoltijo tan incoherente que en él las «ideas
contradictórias, tomadas de um lado ao positivismo e de outro
lado ao evolucionismo spencerista, jogam as cristas numa desor­ dem de causar espanto» en
la opinión de Sylvio Romero en los
Ensaios de philosophia do direito (91); Los Estudos de philo­
sophia do direito
de Pedro Lessa (92) reiteran a la letra a Spen­
cer en la fundamentación
del monismo científico más intransi­
gente, rechazando
la teoría comtiana de los tres estados, pero
(82) M. Reale, Horizontes do direito e da hist6ria, 195-224.
"{83) -Luiz

Pereira
Batteto, Obras filos6ficas, Siío Paulo, Editorial Gri­
ialbo, 1967, págs. 135-136.
(84)
Siío Paulo,
J. G. d'Arruda Leite editor, 1896,
págs. 6,
28 y 29.
(85) Cito por
la segunda edición, Siío Paulo, _Revista dos Tribunais,
1941.
74 (86) Rlo
de Janeiro,
Le,izinger e filhos, 1882.
(87)
Sao Paulo,

Leroy
King Book-Walther, 1885.
(88) Siío Paulo, Typographia da Provincia, 1885.
(89) Sao Paulo, Teixeira e Irmiío, 1891.
(90)
Siío Paulo,
Companhia editora
nacional, 1965, pág. 60.
(91)
Río de

Jaoeiro,
Cuoba e Irmao, 1895, pág. XIII.
(92)
Río de Janeiro,

Typ. do Jornal do Commercio, 1912.
Fundaci\363n Speiro

]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILENA
identificando la referencia dd derecho a la sociología, en una orientación que llega
al campo jurídico desde la noción de la
historia patente en el estudio E a história uma sci§ncia? (93 ),
compuesto para prólogo de la versión portuguesa de la tendencio­
sa
Historia de la civilización en Inglaterra de Henry Thomas
Buckle. Orientación que prosigue fidmente su disclpulo José
Mendes en los dos volúmenes de
Ensaios de philosophia do
direito
(94 ). Como asimismo es spenceriano Leovigildo Filguei­
ra y lo
es Almachio Diniz en los Ensaios philosophicos sobre
o mecanicismo do direito
(95), en la Genese hereditaria do
direito
(96), en las Questoes actuaes de philosophia do direi­
to
(97) y en Uma theoria geral do direito em um curso de En­
cyclopedia jur/dica (98), mezclando eso sí a Spencer con un
biologismo cuyas fuentes inspiradoras se remontan a Ernst Haeckel
y a
Max Nordau. Martins Júnior linútase a tratar los saberes ju­
rídicos patrios
bajo
d prisma
evolucionista en su
História do
direito
nacional,
en patente inspiración darwiniana (99). Tal como
siervos intdectuales de Herbert Spencer son Virgilio de Lemos
en
Da classi/ica~íio dos conhecimentos humanos e das sciencias
/urídicas (100) o Edgard Sanches en los Prolegómenos a sciencia
do

direito
(101). Sin que por su parte logre tampoco escapar
a la imitación positivista Francisco Campos, en la
Introdu,íi9
critica a philosophia do direito (102), al pasar dd positivismo
comtiano al spenceriano, ya que su novedad reside en
d in­
tento

de elaborar una teor!a general del derecho sobre cimien-
(93) Siio Paulo, Typ. da Casa Ecléctica, 1900.
(94)
Siio Paulo, Duprant e Casa, 1905.
(95) Bahía, Typ. Babiana, 1906.
(96)
Bahía, Officinas dos Dois Mundos, 1903.
(97)
Río de Janeiro, Livraria Gamier, 1909.
(98)
Bahía, Livraria Catilina, 1913.
(99) Pernambuco, Cooperativa editora e da cultura intelectual, 1941,
segunda
edici6n.
(100)
Babia, Imprensa official do Estado, 1916.
(101)
Bahía, Imprensa official do Estado, 1927.
(102) Belo Horizonte, Imprenaa official do Estado de Minas Geraes,
1918.
75
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO' EUAS DE TEJADA
tos positivistas, émulo brasileño de Karl Betgbohm o de Ernst
Rudolf Bierling. La Sociología e filosofía do direito de Carlos
Campos ( 103) está imbuida en las inspiraciones francesas de
Emile Durkheim
y de Leon Duguit. El propio Frncisco Ca­
valcanti Pon tes de Miranda, sea en
A margem do direito ( 104 ),
sea en
el Systema da sciencia positiva do direito (105), sea en
la
Introdurao a polltica scientífica ou os fundamentos da scien­
cia

positiva
do" direito (106), sea en la Introdurao a sociología
geral (107), no pasa de positivista trasnochado cuya originali­
dad reside en denominar fenómeno de adaptación o corrreccióu de los defectos de adaptación a lo que era
el más crudo
de los evolucionismos decimonónicos (108). La
Conceprao do
direito
de Armando Prado ( 109) no brinda por su parte ma­
yor novedad que la de ir a buscar en los positivistas italianos como Giuseppe Carie o
Pietro Cogliolo

inspiración para
sus
empirismos.

Néstor Duarte, en O
direito. N°'ªº e norma (110),
reproduce las opiniones de Pontes de Miranda, al paso que
la
la
Filosof,,i do direito de Joao Arruda (111) continúa la línea
trazadas por Pedro Lessa.
El sitio de
José Pedro Galvao de Sousa en la cnltura brasileña.
Han sido necesarias las consideraciones que preceden para
estimar cual era la situación del pensamiento brasileño en los
tiempos en que José Pedro
Galviio de

Sousa cumplía su
for-
(103) Río de Janeiro, Francisco Alves, 1943.
(104) Río de Janeiro, Francisco Alves, 1912.
(105) Río
de Janeiro, Jacintho Ribeiro dos Santos, 1922, dos romos.
(106) Río de Janeiro, Livraria Garnier, 1924.
(107)
Río de

Janeiro,
Pitnenta de

Mello, 1926.
(108) Francisco Ülvalcanti Pontes de Miranda, Systema de sci¿ncüz
positiva do direito, I, 179.
(109) Sio Paulo, Hernies Irmios, 1906.
(110)
Bahía, Calvino
filho distribuidor, 1933.
(111)
Sio Paulo,

Faculdade de direito, Universidade de
Sio Paulo,
1949, dos tomos, tercera edición.
76
Fundaci\363n Speiro

]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
mación de jurista en las aulas paulistas. Un siglo entero du­
rante el cual los brasileños son remedos de formulaciones
in­
telectuales europeas o americanas, de espaldas a aquella Tradi­
ción propia, anclada en la cultura
· portuguesa clásica. Mimetismo
a

paletadas.
Lo que habían iniciado, por decirlo con Gilberto
Freyre, en
Regiíio e Tradi¡;íio, aquella «verdadeira praga de ga­
fanhotos»

que «tem sido para o Brasil essas centenas de
ha­
chareis philosophantes e palreiros, arvorados em dirigentes» (112),
la e:xtranjerización simiesca, va a continuar también cuando los
saberes se adensen en sistemas de granados pensadores. Pese a
todo el aparato erudito de los libros modernos, la coyuntura era
igual a la que contempló el ausburgués Hans Moritz Rugendas
cuando visitó al Brasil rayando el primer Imperio hacia 1830,
esto es, que los brasileiros aprendían en los europeos hasta «o
sentimiento da

sua própia
exist&icia», cual
relata en el
Viagem
pitoresca a través do Brasil (
113 ). El Brasil hablaba portugués,
sentía en cristiano, rezaba a Sah Antonio; mas quienes en el
Brasil escribían o argumentaban no lo hadan pensando por cuen­
ta personal; su exclusiva meta consistía en averiguar a quien
habrá que copiar, sin que a nadie se le ocurriera meditar con
arreglo a la Tradición de su pueblo. Claro es que hay regla
sin excepción y en el Brasil hubo
excepciones, pero parece existieron apenas
si para confirmar la
regla de la exttanjerización universal. Porque esas mismas
mí­
nimas y contadas excepciones no suponen tampoco un retorno
a la Tradición brasileña fundadora, sino que oscilan entre los
dos polos de un tibio catolicismo al estilo del que también con­
temporáneamente se daba en suelos eoropeos o el afán de una
búsqueda en donde
el sentimiento de la insatisfacción apenas si
cuaja en resultados decisivos. Señalaré ejemplos de ambos casos. A lo primero, nadie podrá negar que la moralización postu­
lada por Mariano José Pereira da Fonseca, marqués de Maricá,
en su
Máximas, pensamentos e reflexoes de 1846 están ancladas
(112) Rlo de Jaoeira, José Olympio, 1941, pág. 51.
(113)
Sao Paulo, Livraria Martins,

1949, cuarta
edición, pág. 150.
77
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO EUAS DE TEJADA
en un catolicismo fervoroso y en las hostilidad a las ideas revo­
lucionarias afrancesadas; hasta es de ver de su mano la protesta
contra
la enfermedad imitadora de que el Brasil adolecía, cual
en la máxima 1111, al consignar que
«a nacionalidade
se perde
pela imita,ao e admita,ao servil das instirui,éíes, usos e costumes
dos pavos estrangeiros» (114);
mas trátase
de la protesta de un
hidalgo al gusto antiguo, cuyas memorias dan en
la hostilidad
patri6tica, pero sin ahondar hasta ver en
la historia brasileña
la pugna cerrada entre la Tradici6n patria y la moda de copias que censura. Son las suyas actitudes, nunca cuajadas en sistema
de completo

pensamiento.
Otro tanto acontece con los tratadistas cat6licos del siglo
xrx,
ceñidos

a la menuda escolástica del tiempo, sin la menor. aspira­
ci6n a enlazar con los magnos tratadistas de la Contrarreforma que son la e:xpresi6n mayor del alma brasileña. Copistas de otra
banda, pero copistas también en definitiva, El Compendio de
filoso/la racional del obispo del Pará don José Afonso de Morais
Torres repite las Institutiones logicae et metapbysicae del jesuita
austriaco Sigsmund Storchenau, que era escritor del siglo
xvm,
cual tasa el padre Leonel Franca en las No~oes de história da
filoso/la (
115). José Soriano de Sonsa no representa al tomismo
con arreglo a las fuentes tomistas directas· o a tenor de los co­
mentaristas clásicos, pero solamente al neotomismo de la Uni­
versidad de Lovaina en donde estudi6, tanto en las
Licoes de
philosophia

elemental, racional e moral ( 116 ), cuanto en los
Elementos de philosophia do direito ( 117); de manera que su
obra carece de originalidad
y de entronque con los hontanares
de la Tradici6n brasileña, copista de Antonio Rosmini y de Ta­
parelli d'Azeglio, como muy bien explica Miguel Reale, en
La
( 114) Cito por la edición en Siio Paulo, Edi~s e publica¡,óes Brasil,
1949. Cita a la pág. 106. ·
78
(115) L. Franca, No¡¡oes de hist6ria da filoso/la, 429, nota 290.
(116) Pernambuco,
Joio Walfredo de Medeiros, 1871.
(117)

Pernambuco,
Joiio Walf.redo de Medeiros, 1880.
Fundaci\363n Speiro

]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTIIRA BRASILENA
cultura giuridica italiana in Brasile ( 118); es el neotomismo, no
el tomismo; es la neoescolástica del cardenal Mercier, no la
grande escolástica de cuño hispánico. Otro tanto cabe
decit de
los

libros del paulista Sá e Benevides
Philosophia elementar do
direito público, interno, temporal e universal
(119) y Elemen­
tos de philosophia do direito privado
(120), redactados en po­
lémica con el jusnaturalismo protestante, con el krausismo y
con el positivismo jurídico; henchido de rectas apologéticas in­
tenciones, pero sin ahondar hasta las raíces últimas de la cultura
del Brasil clásico primero. Mereciendo idéntica calificación el in­
troductor de Rosmini que fue el sacetdote italiano naturalizado
brasileño Gregorio Llpparoni al publicar en 1880
A philosophia
conforme a mente de S.
Thomaz exposta

por Ant6nio Rosmini
em harmon!a com a ciencia e a
religiao, conforme apuran A. H.
de Sousa Bandeira Filho en
Rosmini e a sociedade basileira (121)
y Renato Orell Czerna en A filosof!a italiana no Brasil (122).
Del
mismo modo

que en fechas más recientes Benjamín Oli­
veria Filho procura inspiraciones en Víctor Cathrein y de Geor­
ges Renard en
A lei natural como fundamento do direito ( 123)
y en la Introdu~ao a cMncia do direito ( 124 ). Sin olvidar que
Alceu Amoroso Lima, más conocido por
Tristao de
Athaide,
ha acabado por portavoz de Jacques Matitain, muy lejos en
consecuencia con lo que el Aquinate significa. Ejemplo de la segunda línea arriba señalada es el empeño
por exceder a las limitaciones extranjerizantes, procurando
la
forja de una sistemática original que sea propiamente 1:,rasileña.
Puede

ser simbolizada en
el nombre de Raimundo de Farías
(118) En la Rivista internaz.ionale di filosofia del diritta, XXXV
(1958),
733-738. Cita

a
las pág. 734-735.
(119) Sio Paulo, 1887.
(120)
Sio Paulo,
1884.
(121)
En la Revista brasileiTa, VIII (1881), 26-49.
(122)
En la Revista brasileira de filoso/la, VIII (1958), 457-463. Cita
a las págs. 459-460.
(123) Río de Janeiro, Typ. do Joma! do Commetcio, 1933.
(124)
Río de Janeiro, Hadad, 1957, segunda edición.
79
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
Brito, en cuya calificación de pensador no he de entrar, porque ya la maticé en
mi libro As doutrinas políticas de Parias Bri­
to
( 125 ), en juicio que ha sido apoyado por quien ha de tomarse
por mejor conocedor de su pensamiento, por su hija
la señora
Margaride María de Parlas Brito e
Castro (

126 ). Pues si Raimun­
do de Parlas Brito no llegó a insertarse plenamente en
la Tradi­
ción brasileira fue porque
la muerte le cortó el giro de su cami­
nar intelectual, pues a ello le arrastraban junto con su talento
poderoso su condición del alma brasileñamente cálida, tensa y
angustiada. Lo que separa a José Pedro
Galvao de

Sousa de Raimundo
de
Parías Brito

es que
ha andado entero el camino que el magno
filósofo paseó a tientas desde
el páramo de las ·modas de la ex­
tranjería hasta

el castillo roquero de la Tradición del Brasil. Lo
quei separa

a
Galviio de

Sousa de los Morais Torres y de los
Soriano de Sousa, de 'los Maticá y de los Lipparoni, es que en
él el repudio de la extranjerización no se agota en extranjeri­
zaciones de otro signo ni en simples protestas patrióticas, em­ pero sube a cabal sistema de pensamiento. Desde
el siglo XVII
no ha engendrado el Brasil pensador tan brasileñamente entra­
ñado como José Pedro
Galviio de
Sousa. El es quien cumple,
y
solamente él, el sueño rabiosamente patriótico de Tobías Barreto,
en
A questoo do poder moderador, cuando argüía en una espe­
ranza que
Galviio de

Sousa por
primera vez realiza: «Logo,
o
único meio de salvar e engrandecer o Brasil, é tratar de coloca-lo
em
condi~es de

poder
ele tirar

de si mesmo, quero
dizer, do
seio

da sua história, o
direq:iio que !he convén. O destino de
uro povo como o destino de
uro individuo, nao se
muda, nem
se deixa acomodar ao capricho e
ignorincia daqueles

que pre­
tendero dirigí-lo. Há míster de uro estudo mais profundo da nossa
gene se,

a fim de darse remédio aos males que nos ferem. Se
nada aproveitam os clamo.re~ de uns certos messiantistas polí­
ticos, que contam as maravilhas da república vindoura, também
(125) Siio Paulo, LEIA, 1952.
(126)
En la Revista brasileira de filosofla, II (1952), 760-761.
80
Fundaci\363n Speiro

]OSE PEDRO GALVAO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILERA
náo merecem crédito as solu~6es pouco sérias, as velhas _frases
ambiguas dos áulicos liberais» (127). La ambición patética del
talentudo sergipano la ha llevado a cabo Jnsé Pedro
Galviío de
Sousa.

Esa es su justificación
y su grandeza.
El sistema.
La obra intelectual del Galviío de Sousa _ no ha terminado
aún gracias a Dios
y es de_ confiar aporte aún granados frutos
a

la cosecha cultural brasileña. Para tasarla en su integridad
falta aún la perspectiva de los años
y falta se cumpla el giro
vital de quien· la hace. Es,
en· consecuencia,

tarea reservada a las
generaciones venideras. Lo único que cabe ahora es indicar sus
capitales directrices. Ignoro si
el propio autor se ha dado cuenta exacta de la
transcedencia de su empeño. Tal vez la soledad en que se mue­
ve, las persecuciones
.que sufre,

la hostildad o lo que es peor
todavía los silencios, le impiden captar lo muchísimo que sig­
nifica en la marcha de
la cultura brasileña. Inmerso en ese am­
biente de «tetarología», por decirlo con palpables palabras suyas, en O
processo penal e a garantía dos direitos (128), -apenas si en
Arlindo Veiga dos Santos
y en el movimiento de Pátria no.va
topará comprensión y concordancias, según advierte en An.tonio
Sardinha e nós ( 129); pero adviértase ·enseguida que con harta
diferencia porque, pese a
la orientación
tradicionalista de sus
capitanes. Pátria nova se
aferró a

defender al
Imperio liberal
del
siglo
XIX más que a enlazar con la Tradición brasileña, según
muestran
en
el programa-libro Orgdnicá Patrianovista colocado
bajo
el lema de la dignificación del afrancesado Pedro II (130).
(127) En Estudos de direito e política, Río de Janeiro, Instituto na·
clona! do livro, 1962, págs. 193-259 .. Cita a las págs. 200-201.
(128) En la Revista
da Universidade
de
Sao Paulo
VII (1955), 77-86.
Cita a la pág. 79.
(129) J. P. Galviio de Sousa, Ant6nio Sardinha e 1,16s, 94.
(130) Sao Paulo de Piratining1l, Pátria nova, 1950.
81
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FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
actitud injustificable dado el signo liberal y antitradicionalista
de aquella dinastía europeizada, pese a los apreciables e inteli­
gentes pero
inútile!fdntentos de

Arlindo Veiga dos Santos en
As raizes históricas do patrianovismo (131).
En la soledad que es su grandeza, Galvao de Sousa ha ido
construyendo ladrillo a ladrillo y muro a muro el alcázar de la
Tradición del Brasil.
De ahí las notas características de su pen­
samiento.
En primer lugar, la del catolicismo tridentino, cara a las
desviaciones· europeas.
Ya
mostré algunos trechos antes y espar­
cidos abundan por sus libros muchos más. Con acierto en la
elección de las problemáticas porque
ha ido a bucear sus orígenes
en las desviaciones
del· Medievo,

concretamente en Marsilio de
Padua, a

quien ha consagrado la mejor
monografía que
sobre
el patavino se haya escrito, la titulada O totalitarismo nas or!­
gems da moderna

teorla
do Estado. Un

estudo sobre o «Defen­
sor pacis»
de Marsilio de Pádua (132).
Catolicismo

fervoroso y previdente que le adscribe al mismo
patrón inspirador

de. los clásicos de las Españas, a Santo To­
más
·de Aquino. Lo propio que los tratadistas del siglo XVI, para
Galviío de

Sousa
no hay más que dos concepciones del poder
político: la tradicional, apoyada por Santo Tomás, y la revolucio­
naria, que
mána de

la
herejía luterana.
El estudio
Pol!tica tra­
dicionalista

e
polltica revolucionaria es el planteamiento del pro­
blema · de la Tradición brasileña con arreglo al esquema de la oposiéión
entre catolicismo

y protestantismo, entre tradiciona­
lismo y revolución europea (133).
De ahí que acuda siempre a
Santo Tomás como regla segura de criterios ciertos. Con Santo
Tomás en la mano rechazará al subjetivismo kantiano
y al na­
turalismo, en
Santo Tomás de Aquino e a crise da filoso/la iu'
riáica
( 134 ), al formalismo de Kelsen y al positivismo jurídico
(131) Siío Paulo, Pátria nova, 1946.
(132)
Siío Paulo, Industria gráfica Saraiva, 1972.
(133)

En
Reconquista, I (1950), 171-183. Sobre todo en las pági­
nas 174 y 177.
( 134) Petrópolis,
V&es de Petrópolis, 1946.
82
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]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILENA
en Legalidade e seguran,a nacional ( 135). Con inspiraciones aqui­
natenses establece, O fondamento objectivo da ordem moral e
juridica, en

el trabajo de este título de hace un cuarto de
· si­
glo ( 136 ). La teoría de la sociedad viénele de la Summa en Po­
lítica
e te
orla do

Estado
( 13

7)
y en el magnífico ensayo Das
rela,oes entre

o bomen e a sociedade segundo Santo Tomás de
A.quino ( 138 ), pleno de saberes
y de agudezas, de erudición y
de sólida doctrina. Como de Santo Tomás le llega, al igual que
le vino a los clásicos de
la Contrarreforma, la noción del tirani­
cidio en los casos de uso injusto del poder político desarrollada
en A lgre¡a e o poder ( 139), modelo de serena polémica frente
a los desvaríos de Nicolás Boer. Para quien recuerde
la general
hostilidad contra Santo
Tomás de

Aquino, no ya solamente entre
los filosofantes, sino en el ambiente medio cultural, la que de­ lata un Joaquim Maria Machado de Assis en el capítulo VII
de las Memórias póstumas de Brás Cubas, por citar un caso pa­
radigmático en la literatura decimonónica ( 140 ), calará la im­
portancia que

tiene el que un pensador brasileño acuda directá­
mente a Santo Tomás tal como apelaban los clásicos de la
Tra­
dición

brasileña, sin pasar por los intermediarios de un cardenal
Mercier como Soriano de Sousa, ni de un Antonio
llosmini al
modo de· Gregorio Lipparoni, ni de un Georges Renard al estilo
de
Benjamín Oliveita

Filho.
En segundo lugar Jose Pedró
Galviío de

Sousa instaura en
Brasil el acertado concepto de la Tradición como referencia para
la diversificación de los pueblos, recogiendo tanto el acervo clá­
sico hispánico cuanto lo que sobre éste habían elaborado los
carlistas españoles. Por eso su lucha intelectual cifrase en se­
parar al tradicionalismo del
nacionálismo, sea

en Antonio Sar-
(135) J. P. Galviio de Sousa, Legalidade e· seguran,a nacional, 8-9.
(136) En Reconquista, III (1952), 212-226.
(137)
J. P. Galviío de Sousa, Politica e teoria do Estado, 135.
(138) En
Hora presente, XVI (1974), 119-127.
('139) En Hora presente, II (1968), 209-235. Sobre todo la pág. 232.
(140} En Obra completa, Río de Janeiro, Aguilar, tres tomos. Cita
al I (1959), 421.
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FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
dinha e nós (141) sea en O nacionalismo na hora presente (142);
o al relacionar nación con Tradición, en
Politica e teoría do Es­
tado ( 143 ), esforzándose por desmentir la caluminosa especie que
equipara al tradicionalismo con el conservadurismo
y, por con­
secuencia, en levantar la bandera de lo tradicional al mismo
tiempo cara al liberalismo decimonónico
y cara al absolutismo
dieciochesco, formulando en el definitivo libro que es
Da repre­
senta,ao política la disparidad entre el absolutismo de Luis XIV
y el sistema de libertades concretas de la monarquía tradicio­
nal ( 144 ): al mismo tiempo que constituye la tabla más comple­
ta y más exacta que yo conozca acerca de que sea la verdadera
representación pol!tica (145), en el más feliz estudio que el tra­ dicionalismo universal cuenta hasta el presente en tales temas;
por lo demás, desarrollo de lo que ha sostenido en primicias en
Direito corporativo e sociologla ;uridica ( 146 ).
Con esra segunda faceta va ligada la teoría del poder
pol!­
tico,

anudada por
Galviío de

Sousa a la distinción entre legali­
dad
y legirimadad, junto con la consideración de las dos legiti­
midades de origen
y de ejercicio, en innúmero pasajes entre
los que resalta el profundo análisis en tomo a
For,a e violencia
em perspectiva
iurldico-polltíca ·( 147), penetrante, breve y ex­
haustivo tratamiento de la cuestión. No menos precisa es su
identificación de la democracia con el totalitarismo en variados
momentos de sus exposiciones
y en especial, en Polltica e teorla
do Estado
(148); la clarificación de los errores que implica el
el concepto usual hoy en boga de la democracia cristiana, en
(141) J. P. Galv1io de Sousa, Ant6nio Sardinha e nós, 103.
(142) En Hora presente, VI (1970), .57-81. Especialmente en las
pá-
ginas 60-61.
(143) J. P. Galvio de Sousa, Polltica e teoria do Estado, 246-248.
(144) Sao Paulo, Edi,iio Saraiva, 1971, págs. 104-106.
(145)
J, P. Galvio de Sousa, Da representafíio polltica, 132,
(146) Braga, Associ~ao Jurídica de Braga, 1959. Sobre todo en las
págs. 8-9.
84 (147) En
Problemas brasileiros, X (1973). núm .. 114, págs. 32-43.
(148)
J. P. Galviio de Sousa, Polltica e teorfa do Estado, 215.
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]OSE PEDRO GALV AO DE SOUSA EN LA CULTURA BRASILE1'1A
Sobre a democracia crista (149) y en O pensamento católico e
a

democracia moderna
(150 ), trabajos de clarificación tan. nece­
rios
como conseguidos; la no menor crucial cuestión de la va­
lidez de las constituciones históricas por encima de los abstractos
principios consignados en los documentos llamados constitucio­
nales, en
A constitui,ao e os valores da nacionalidade (151);
la falsía del denominado Estado burgués liberal
de derecho, con
la perentoria necesidad de sustituirlo por un régimen de jus­ ticia, en
Do Estado de direito ao Estado de justifia ( 152); la
conexión interna entre liberalismo y socialismo, tanta· que el
primero es la antesala del segundo en
Capitalismo, socialismo e
comunismo (
153) y, en O problema da liberdade na sociedade
contemporánea, em sua fundamentarao etica e em face da
filo­
sofía ¡ur,idico·politica (154); la crítica del fascismo porque e.l
fascismo,

a fuer de totalitario, destruye las corporaciones
. cons­
titutivas

de la sociedad autárquica que es eje de la sociología
tradicionalista en el magistral análisis que se titula
A atualida­
de

do corporativismo em seus diversos aspectos
(156); la no
. menor

rotunda repulsa a las fórmulas tecnocráticas hoy tan en
boga, tachadas por Galviío de Sousa de totalitarismos disfraza­
dos, en O
Estado tecnocrático ( 156 ), en tanto grado que la
tecnocracia parécele una de las maneras adoptadas por la sub­
versión revolucionaria en A filosofía da técnica· e a sociología
(149) Sao Paulo, Reconquista, 1953.
(150)
Sao Paulo,
Convivium, 1963.
(151)
Sao Paulo,

José Bushatsky, 1971. Especialmente en páginas
53-55.
(152) Braga, Livraria Cruz, 1971.
(1.53) -Sao Paulo, Instituto culrural do trabalho, 1965. Especialmente
las págs. 6U,8.
054} En los Anais do Tercer congresso nacional de filosofia. Sio
Paulo, Instituto brasileiro de filosofía, III (1959), 221-227.
(155)
En Convivium, II (1963), núm. 4, págs. 38-52. Sobre todo en
la
pág. 39.
(156) J. P.
Galváo de
Sousa, O
Estado tecnocrático, 85, 88-90, 101,
107, 124, 135.
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
do poder tecnocrático (157). Es tanta la riqueza del pensamiento
político

de José Pedto Galvíío de Sousa,
tamaña la
novedad
con que aporta el aire fresco de la Tradición brasileña al am­
biente enrarecido de las manidas sartas de copias habituales,
que será preciso leer entera su
Inicia,ao a teorfa do Estado ( 158)
sin perder una sola
línea para

hacerse cargo
de como ha logrado
ordenar con magnitudes de sistema los postulados
de la Tra­
dición brisileña. Obra
tan importante que no creo haya existi­
do ni pueda aparecer otra de igual acopio de noticias ni de equi­
parable seguridad doctrinal en los tres últimos siglos de la
cul­
tura de Brasil.
Prescindiendo de las aplicaciones a coestiones menores, coa!
al divorcio, en
Div6rcio, neurose e mutarao dos tempos ( 159);
o a los problemas de su especialidad juspolítica, coa!
Il proble­
ma della
sovranita ( 160 ), Les transformations du droit consti­
tutionnel brésilien de
1946 a 1969 (161), las Remarques sur
l'idée de

Constitution et la signification sociologique du droit
constitutionnel
(162) o Verfassungsrecbtsentwicklung in Brasi­
lien
(163), por recordar al azar algunos de ellos entre los mu­
chísimos que cupiera referir, no es posible olvidar la proyección
que semejantes perspectivas ha traído en sus trabajos acerca de temas de filosofía del derecho desde el inicial, O
positivismo
juridico e

o direito natural (
164 ), hasta, Forra e violencia em
(157) En Hora presente, XV (1974), 145-156.
(158)
Siío Paulo,

José
Bushatsky, 1967,
segunda edición en
Sao Paulo,
Editora Revista dos Tribunais, 1976.
(159) En Hora presente, IX (1971), 57-84.
(160) En la Rivista internazionale di filosofía del diritto, XXV (1948),
235-248. (161)
En el Jahrbuschdes offentlichen Rechts der Gegenwart, Neue
Fo]ge, XX (1970), 517-533.
(162) En el Jahrbuch des offentlichen Rechts der Gegenwart, Neue'
Folge, XVI, 39-66.
(161)
En el Jahrbuch des offentlit;be,, Rechts der Gegenwart, Neue
Folge, VII, 353-393.
(164) Siío Paulo,
Revista dos Tribunais 1940.
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]OSE PEDRO GALVAO DE SOUSA: EN. LA CULTURA BRASILEJ'U
perspectiva iurídico-política (165); con ,interminables nutridos
estudios intermedios en los que aparece
la· madurez de

un sis­
tema
. bien

trabado, condensación
de las posturas de · un jusria•
turalismo

en donde pervive la llama del saber·
y. de. ]a claridad,
la firmeza en la doctrina
y la amplitud en los conocimientos,
en actualización perfecta de las enseñanzas que, sobre cimien­
tos tomistas, labraron para su siglo los magnos pensadores de
la Contrarreforma hispánica, de quienes José Pedro
Galvao de
Sousa

es indiscutible y egregio sucesor.
Conclusión.
La personalidad intelectual de José Pedro Galvao de Sousa,
prolongada en discípulos de tanto relieve como Clovis Lema García; José Fraga Teixeira de Carvalho o
Luiz Marcelo

de
Azevedo, constituye el magisterio permanente de una enseñanza
y de una conducta. Alma de niño cándido y sin hieles no obs­ tante las padecidas injusticas, júntanse en él, el sabio con
el
bueno en la más difícil de las cristianas amalgamas, en él casi
milagrosamente conseguidas. Forzoso es que la originalidad de sus teorías, ligada a la inquebrantable reciedumbre de sus pos­
turas graníticas y a que su obra supone nada menos que la
renovación total del pensamiento en el Brasil reanundando la
Tradición truncada en el siglo
XVIII, proporci6nanle hostilidades
doctrinales, roces personales y buscados olvidos. Es la cruz de
los que están clavados en
el martirio del presente en una vida
apostolado de verdad al servicio de Dios y
de su pueblo, sa­
crificando a la lealtad de
la conciencia en paz con los muertos
las provisionales satisfacciones que producen transigencias aco­ modaticias o incensar en los altares de los dioses de las modas.
Siendo en este pelear sereno donde José Pedro
Galvao de

Sousa
ha construido el primer sistema moderno de la Tradición del
(165) En Hora presente, XIV (1973), 143-157. Sobre todo en las
págs. 152-157.
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Fundaci\363n Speiro

,FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
Brasil, que le corona por uno entre los mayores maestros del
pensamiento tradicional católico e hispánico, dando a estos vo­
cablos
el preciso valor que les otorgaban aquellos otros maes­
tros de hace cuatro centurias, por él continuados con tanta
maestría, y tanto celo.
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