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Número 221-222

Serie XXIII

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Germán K. Doig: Iglesia y marxismo

lNFORMACION BIBLIOGRAFIGA
en que -sus cualidades personales y morales estaban muy por en~
cima

de las de muchos de los eoprotagonistas del drama. Pero;
¿ de haber triunfado, su Méjico sería el que sueña Abascal · y el
que deseamos quienes
-estamos
empeñados
, en
su mismo com­
bate?
Y, para concluir, Francisco
l. Madero, hilo conductor de toda
la trama. El «apóstol de . la democracia» queda reducido a su
verdadera y mínima talla. Vanidoso,
espiritista, reencarnacionis­
ta,

masón, incapaz de gobernar un país que se le había entregado,
místico alucinado· de una -causa que no era otra cosa que su pro~
pia persona, de una egolatría exarcebada, su mandato que no
tuvo nada de democrático, fue
una verdadera dictadura incapaz
de contener
el caos en que se debatía el país. Cuando cayó estaba
completamente desacreditado. El atroz crimen que concluyó con
su vida puede y debe despertar conmiseración. Pero no justifica
su lamentable carrera política. La canonización revolucionaria
de Madero se debe a motivos muy distintos que a sus méritos.
Del libro de Abascal, vehemente y beligerante, ya lo hemos di­
cho, resulta con toda claridad.
Lo recomendamos muy sincera•.
mente a quienes quieran saber lo que fue, de verdad,
el Mé­
jico de ayer y a quienes pretendan entender
el Méjico de hoy,
gobernado

por los hijos espirituales, ya que no los tuvo de la
carne, de Francisco
I. Madero.
FRANCISCO JosÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA.
German Doig K.: IGLESIA Y MARXISMO (*)
«Hay quienes creen posible ser cristiano y marxista a la
vez. La incompatibilidad de ambas opciones ha sido tema pre­
sente en numerosos pronunciamientos del magisterio».
Este comentario aparece en una brevísima reseña en la con­
traportada de la obra que anilazamos, ya que antes de incidir en
el tema de las iglesias iberoamericanas y su infiltración por el
marxismo, y de introducirnos en las enseñanzas del episcopado
de los países iberoamericanos, se hacen unas breves, pero a la
vez interesantes y básicas referencias a lo que es el marxismo,
el materialismo dialéctico, el materialismo histórico,
el concepto
que para Marx merecían Dios y la religión, así como la con­
cepción del hombre y la lucha de clases. Resulta particular-
(*) Editorial Aprodea, Lima (Perú), 216 págs.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
mente interesante dentro de esta inttoducción el concepto du­
bitativo sobre el contenido
científico del marxismo. Es
sabido
que
síe~pre se

nos
quiere presentar, por

tantos apologistas, al
marxismo como un pensamiento científico, y resulta
acertado. se­
ñalar que German Doig K., citando ttabajos de un conocidísimo
exístencialista alemán

contemporáneo,
cual es Karl Jaspers, re­
futa el contenido científico que ciegamente se
qmere dar al
mismo. Según Jaspers, muy
acertadamente recogido

por el autor:
«Marx aniquila fatalmente la ciencia en nombre de la ciencia».
La afirmación de los marxistas de poseer un saber supremo equi­
vale a un procedimiento mágico más que
científico, y
así llega
a
afumar el

pensador
exístencialista: « Viéndolo bien todo es en
su teoría y en su práctica, una reproducción de procedimientos
mágicos investida
de seudociencia».
Enttando ya en lo que es el contenido principal del libro,
que son las enseñanzas del episcopado iberoamericano, y en el capítulo I del mismo, contemplamos una visión extractada, pero
a
la vez completa -por lo cual se simplifica bastante su lectura
y además sirve de obra de consulta en cualquier momento
deter­
minado---,

sobre la situación del episcopado y del
clero, pero
no
sólo de la jerarquía sino de la opinión religiosa de esa nación,
en la totalidad de los países iberoamericanos. Desde México, Brasil y Argentina, por referirnos a las tres naciones de más
influencia socio-política, hasta Costa Rica, Honduras y otras pe­
queñas naciones -incluido el tema de las Antillas-Caribe- son analizadas por el autor exponiéndonos las particularidades de
cada país.
De especialísima actualidad es el tema nicaragüense, y. de las
intenciones de la junta sandinísta, y de su actitud frente a la
verdadera Iglesia. No olvidemos que en Nicaragua -por mucho que se nos
quiera silenciar por la alienación constante a que los medios de
comunicación en su inmensa mayoría someten a la opinión
pública- constituye un problema grave el de la mal llamada «iglesia popular», que pretendía poner a la Iglesia al servicio
de la revolución. Como bien cita y comenta el autor, Juan Pa­
blo II ha condenado enérgica y, a la vez, de forma inequívoca
esta desviación, que en el fondo constituye una infiltración clara. Todos los países iberoamericanos, como antes hemos dicho,
son
anali2ados en

esta obra de esa forma, a
la vez esquemática
pero precisa, con las particularidades de cada uno de ellos. Ob­
servamos que,

a pesar de las desviaciones de cierta parte del
episcopado, son éstas, aun respondiendo a
un. sector minoritario,
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INFORMACION BJBUOGRAFICA
las que tienen acogida en los medios de información, mientras que
existe una
opinión clara de condenación del
marxismo, de
la _que
el autor da un sinnúmero de citas, que harían interminable este
comentario si las recogiésemos aún
sólo en

patte, de los obispos
y jerarquías ibetoamericana, condenado explícitamente el mat­
xismo, y

sobre todo la incomparibilidad del
matxismo con
el
cristianismo.
El capítulo II va dedicado a señalar los aspectos concretos
del
rechazo al
marxismo, presentado una aproximación temática
a los mismo textos utilizados en el capítulo I, y escoge veiote
temas de los más significativos dentro del análisis realizado por
las enseñanzas del episcopado iberoamericano, tratando de pun­
tos sumamente concretos cuales son el materialismo, el totalita­rismo, los derechos humános, la libertad, la propiedad, la lucha
de clases, los partidos marxistas,
el imanentismo, la colaboración,
la violencia, etc. Este capítulo II, redactado al modo de artícu­
los de una enciclopedia, se convierte también, más que en ins­ trumento de lectura, en obra de cosulta fundatoental para la com­
prensi6n total de la obra.
El capítulo III trata de un tema como es «el
marxismo en
Puebla».

Es sabido que la tercera confetencia genetal del episco­
pado celebrado en Puebla de los Angeles, trató con especial
atención los muy divetsos aspectos derivados del problema
del marxismo. La conferencia de Puebla ha sido uno de los objetos máximos de instrumentalizaci6n de los medios infor­
mativos «progresistas»
y manipulados al servicio · de los fines
de la subversión intetnacional. El análisis documentado de los
informes hace ver el error de aquellos -incluido muchos eclesiásticos españoles- que se
han dejado llevar de una super­
fidalidad,
y nos encontramos otra vez con un tema habitual en
nuestros días: el hablar de algo que no conocemos en absoluto. Hace diez años Marcuse era el profeta de moda
y todos hablaban
de él sin haber leído ninguna obra suya, posteriormente lo ha sido Gramsci, y la ignorancia resulta enciclopédica; pues bien,
al tratar de los documentos de Puebla y como dice el autor, «en muchos casos se han querido callar algunos aspectos de esta de­
cisiva toma de posición del episcopado iberoamericano», relata un escrito del Cardenal Alfonso López Trujillo comentando los
mensajes del Papa a Iberoamérica refiriéndose a las confusiones
que intentan la reducción de los pobres a un nivel sociológico­
político
exclusi"'° y excluyente al confundirlos en una clase
social o política, con el proletariado, fuera de lo que es un con-
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INFOF.MACIQN BIBUQGRAFICA
texto cristiano y respondiendo a la manipulación más total del
verdadéro contenido: «han pretendido estrangular los textos».
Nada o
casi nada
hemos visto en la prensa occidental sobre
la reunión de Puebla en la que se tratase de poner de relieve
la preocupación de los obispos al ponerse en peligro la pureza
de contenido de la
fe, y sin embargo, continuamente, y con una
lectura equívoca se nos quiere identificar iglesia con teología de
la liberación, presentar a la Iglesia iberoamericana como defen­
sora de los movimientos revolucionarios, algo así como si todos
los clérigos americanos fuesen unos nuevos Camilos Torres, por
poner un ejemplo
del famoso cura-guerrillero.
Es cierto que la conferencia de Puebla ha condenado
b:en
claramente

al liberalismo capitalista, debido a su ateísmo prác­
tico, pero también al marxismo de forma -inequívoca por la pro­
fesión sistemática de un ateísmo militante. «Los obispos en Pue­
bla hablan claramente sobre el uso del análisis marxista: no es
posible para el cristiano utilizar el análisis marxista». El colecti­
vismo marxista «es incompatible con el evangelio», y sobre la
posibilidad de alianzas estratégicas con el marxismo dice signi­
ficativamente: «la radicalizadón de grupos opuestos cae en la
misma trampa, esperando el reino de una alianza estratégica con
el marxismo, excluyendo cualqnier otra alternativa. No se trata
para ellos solamente de ser marxista, sino de ser marxista en
nombre de la fe». ·
Finalmente se pone claramente de relieve los peligros con­
tra la instrumentalización de· la Iglesia a la que tan significatica­
mente muchos comentaristas achacan esta insrrumentalización
siempre acusándola de estar al servicio de grupos derechistas, o
bien autoritarios de derechas; curioso silencio que existe abso­
lutamente cuando dicha instrumentalización se quiere hacer para
asumir los fines del marxismo-leninismo. Algo
ton característi­
co

de la influencia marxista-leninista en nuestra sociedad cual
es la revisión de cualquier planteamiento, la relectura de cual­
quiér texto, todo sometido a una duda sistemática
y absoluta
que hace caer por sí sola a los edificios más sólidamente cons­
truidos. En beneficio de dicha duda, naturalmente, el paso sub­
siguiente es claro
y de una evidencia nítida: la verdad se en­
·cuentra en la identificación con el marxismo-leninismo. Frente
a ello dice bien claramente el autor, basándose en las enseñan­
zas del magisterio «es preciso leer lo político a partir del evan-
. gelio y no lo contrario».
El capítulo IV, titnlado
La imposible simbiosis, va dedicado
a analizar de una forma directa,
y con rigor, el problema deri-
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
vado de los planteamientos .equívocos elegidos por . algunos sa­
cerdotes y religiosos que pásaron «del mundo dé los deseos ,u
de .la práctica». Los nuevos liberadores qúe con la. teología de la
liberación comenzaron la aparición de
. asociaciones
sacerdotales
que
110 solamente ~y precisamente debido a esa duda sistemática
del
marxismo-leninísm~ entran
en plariteamiento marxista, sino
que participan activamente en
la lucha activa a favor deLmismo,
considerando que para el cristiano no
hay otra posibilidad que
la identificación con unos postulados, abscilutamente materialis­
tas
y ateos, pero que para ellos suponen la verdadera liberación
del hombre.
Desgraciadamente,
· la falta de formación de muchos clérigos,
y el análisis de su conducta hace ·que lejos de estar movidos por
un pretendido
racionilismo, sean
llevado e impulsados solamente
por una pasión ciega. A poco que se conozca la doctrina marxista
resulta sencillamente absurdo el repetir esas necedades, no ad­
mite otro nombre, de que Jesucristo sea el primer socialista, de
que la Iglesia cristiana respondía al verdadero
sociilismo y,

por
tanto, de la necesaria identificación entre
la Iglesia y el mar­
xismo.
Dicho planteamiento, cae por una base elemental: el mar­
xismo-leb.inismo al

ser un pensamiento netamente
materiilista y
ateo quiere explicarnos la última estructura de la historia en
términos exclusivamente humanos, lo que es totalmente
anti-té­
tico

con la religión que supedita a la intervención divina la mar­
cha de los acontecimientos. Cuando el magisterio nos enseña la
posibilidad de que el cristiano renuncie a todos sus bienes para dedicarse al servicio de la espiritualidad. Por más que analicemos
no vemos por parte
ninguna el hecho de que ese mismo cristia­
no imbuido de una ideología materialista
y atea deba apoderarse
de la propiedad de los demás, lo cual no aparece en absoluto
en el mensaje evangélico.
Pero es que, edemás, desde el punto de vista de la libertad,
no existe enemigo mayor de la misma que el totalitarismo mar~
xista; la anulación de la personalidad humana, la supresión de
la libertad como sentimiento fundamental
y caracterítico del in­
dividuo son aplastados por el totalitarismo que se implanta pre­
cisamente eu nombre de la libertad.
Resulta tan enorme la cantidad de citas de los obispos iberoa­
mericaoos en apoyo de los conceptos tradicionales de la Iglesia,
que es imposible, no ya la transcripción, sino una simp!e refe­
rencia a los mismos, teniendo que limitarnos a señalar algunos
que resultan de una contundencia evidente, cual la de Monseñor
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Fernando Varga, Arwbispo de Arequipa, al afirmar que «Cristo
es Dios
y no un líder político ni un reformador-terreno»; el Car­
denal Pablo Vega, arwbispo de Quito, «Jesús no ha declarado
bienaventurada una clase social, la
de los proletarios unidos en
la doble miseria de la pobreza que los margina y del odio que
los convierte en tea para
el incendio de la violencia», y las di­
ferentes referencias a la obra del Cardenal L6pez Trujillo seña­ lando el peligro del proceso progresivo de seperación
y distancia­
cimiento enrre Iglesia
y Estado, presentándolo como lo que es,
un enfoque familiar a una teología protestante, introducido, entre
otros, a través de Hans Kung,
y que ha calado tan profunda­
mente en numerosos católicos y qtie repiten con un papanatismo
asombroso la necesidad del proceso de seperación y distancia­
miento enrre Iglesia
y reino.
La demolición total de la liberación marxista está realizada
por el autor, en base a ese sinnúmero de documentos episcopa­ les a los que venimos haciendo referencia de una forma exhaus­tiva, poniendo inequívocamente de relieve y sin dudas de nigún
tipo como es uno de los más seductores errores «que afectan la
fe de los hombres de la Iglesia». Con la excusa de la opresión
y justicia que dolorosamente impera en los diversos países de
Iberoamérica ... exhortan los creyentes a la revolución popular
y al compromiso clasista. Los caminos de quien con la excusa
social-marxista reducen la
fe y la desnaturalizan son totalmente
extraños a las _creencias de quienes viven en plena comunión
eclesial en torno al vicario de Cristo. La teología de la libera­
ción, para el que lea este libro, queda totalmente demolida de
acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia.
ANGEL MAESTRO MARTÍNEZ
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