Índice de contenidos
Número 221-222
Serie XXIII
- Aniversarios
-
Estudios
-
¿Qué es el pluralismo?
-
La estrategia de la rosa
-
El pacifismo y la paz
-
José Pedro Galvão de Sousa en la cultura brasileña
-
El imperio marxista de la fuerza frente a la fuerza de la justicia
-
Forjadores de México (III)
-
Consideraciones sobre el proyecto de ley de despenalización del aborto
-
La medicina española en 1983: aspectos religiosos de algunas cuestiones
-
Louis Salleron nos habla del cáncer socialista
-
Carta abierta del Dr. Mario Saraiva a D. Estanislao Cantero
-
Lenguaje, democracia y soberanía. Respuesta de Estanislao Cantero a la carta del Dtor. Mario Saraiva
-
- Actas
- Información bibliográfica
- Crónicas
Autores
1984
Forjadores de México (III)
FORJADORES DE MEXICO
(Continuación)
POR
NEMBSIO Ro»RÍGUEZ LoIS
VI. Nueve semblanzas edificantes.
«La conquista espiritual procedió de dos modos: uno posi
tivo y orto negativo. El método· positivo era evangélico, en el
sentido de que
trataba de
poner la vida de los indígenas
de
acuerdo con las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo. El mé
todo negativo consistía en ir eliminando las costumbres inhuma
nas
y anticristianas, tales como los sacrificios de hombres, el ca
nibalismo ritual consiguiente, el culto al demonio
y otras seme
jantes» (38).
Como ya lo hemos
dicho, en la ingente labor que los misio
neros se propusieron de forjar -a la nación mexicana, ocurrió que
no sólo evangelizaron sino que -al mismo tiempo- también
civilizaron.
Ya hemos mencionado cómo no fue sino hasta 1524 -con
la llegada de los doce frailes franciscanos-
que empezó
en Mé
xico la evangelización metódica y sistemática.
Posteriormente se establece
la jerarquía, siendo los tres pri
meros obispos
-y de renombre universal- Julián Garcés, Juan
de Zumárraga
y Vasco de Quiroga.
Sin
pretender ser exhaustivos, pero no por
ello descuidando
(38) Joseph H. L. Schlarman, México, tierra de volcanes (traducci6n:
Carlos de Maria y Campos), Editorial Porrúa, 7." ed., México, 1965, pá
gina 144.
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NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
el justo reconocimiento que se debe a figuras de talla excepcio
nal, es la razón por la que en este capítulo hablaremos breve
mente de los principales misioneros a quienes la nación mexi
cana les debe con toda justicia
el nombre de «padres».
Los principales
·~adres de la nación mexicana y a quienes
México debe un
testimouio eterno
de gratitud son los varones
que a continuación mencionamos:
l. Fray Pedro de Gante.
2. Fray Toribio de Benavente (Motolinía).
3. Fray Domingo de Betanzos.
4. Fray Andrés de Olmos.
5. Fray Juan Bautista Moya.
6. Francisco Eusebio Kino.
7, Juan María Salvatierra.
8. Fray Antonio Margil de Jesús.
9. Fray Junípero Serra.
Nueve santos varones cuya vida fue una continua ofrenda
ante el altar de
Dios para
lograr que miles
de pueblos dispersos
y hostiles entre sí se unificasen en lo lingüístico, en lo racial y
en lo religioso hasta constituir la nación mexicana. Hablaremos brevemente de cada uno de ellos.
l. Fray Pedro de Gante.
Este personaje no era español sino de origen flamenco, su
verdadero nombre
fue Peeter Van
der Moere y, según dicen,
era pariente cercano del Emperador Carlos V.
Sus años
mozos los
vive en la Europa convulsionada por
el
protestantismo y, al igual que su primo don Carlos, el caballero
flamenco toma la decisión
de luchar por la defensa y conserva
ción de la Fe amenazada.
Este personaje ha estado en España y allí ha respirado
el
aire puro de una nación que -gracias a Isabel la Católica y al
Cardenal Cisneros- se
halla libre de herejes.
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FORJADORES DE MEXICO
«Salvada con estas medidas la unidad interna, España se
halló providencialmente preparada para defender la fe en
el testo
de Europa
y .propagatla .en América. Así cumplió su destino de.
muro
de contención de todas las herejías.
»Pues bien, a esa España sólida y ferviente
lleg9 . el
caba
llero Pedro de Mura cuando estaba por decidir el rumbo de su
vida. Debió encontrar señales que se lo mateaban en un país
en que se respiraba aire de
cruzada ...
»Ahí estaba
una
misión pata
él, que apenas descubierta, fue
gozosamente aceptada. Dejatía
el esplendor de la corte de1 rey
Carlos
y el camino de los honores y la riqueza pata vestir
el
sayal franciscano. Dejatía su Flandes amado, su regia familia, e
iría del otro lado del mat, entre extrañas naciones, a llevar el
Evangelio» (39).
Y, acompañado por otros dos religiosos -Fray Juan de Tec-
·
to
y Fray Juan de Aora-, el ahora humilde Fray Pedro de
Gante se embarca
para el Nuevo Mundo, llegando a Veracruz el
30 de agosto de 1523.
Llegan a México y, como la ciudad se hallaba en plena re
construcción, se establecen en T ex coco, en donde se dedican al
estudio de la lengua nahuatl.
Meses después llegan los doce frailes que encabeza Fray Mar
tín de Valencia y los tres misioneros -flamencos se incorporan a
la misión.
En octubre de 1525 los Padres Tecto y Aora patten con
Cortés a las Hibueras, expedición en la cual fallecen, motivo
por
el cual queda Fray Pedro sin la compañía de sus hermanos
de sangre
y triste por verse en medio de extranjeros,
Vive en Texcoco algunos años y funda
allí -en
1523-
la
primera escuela de cultura europea que, en América, existió de
dicada pata los indios. Empezaba
el buen fraile un trabajo atduo
al cual se dedicaría por
el resto de su vida: la educación de los
naturales, de quien fue
el primer maestro.
(39) Alfonso Trueba, Fray Pedro de Gante, Editorial Jus, 2.• edi.,
México, 1959, p.ig. 14.
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NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
«Entonces se desentiende de lo que pasa en torno suyo y,
en silencio, humildemente, ocúpase de su trabajo, es decir, es
tudia
la lengua de los nativos, que llega a dominar, recoge en
su casa a los hijos de los sefíores principales, los inicia en el co
nocimiento
de la fe católica, lo~ ensefía a leer y escribir. En el
sitio donde está el
hermoso atrio de la iglesia mayor de Texcoco
junta a los niños para instruirlos en la doctrina
cristiana y en
las primeras
letras» (
40 ).
Años después se traslada a la ciudad de
México y
aquí fun
da una escuela en donde ejercería, por espacio de medio siglo,
su tarea educativa.
Nos referimos a una escuela que estaba ubicada detrás de la
iglesia del covento de San Francisco.
Allí se
dedicó a la ensefían
za del
indígena, al
que alfabetizó, ensefíó a cantar, a tañer instru
mentos musicales y a trabajar ya que con la práctica del trabajo
manual evitaba el ocio, fuente de todos los vicios.
En la escuela de Fray Pedro de Gante no sólo se ensefíaban
artes
útiles, sino también
bellas artes, motivo por el que
podría
mos
decir que
allí se inició el florecimiento del arte religioso
mexicano, en todas sus expresiones: escultura, pintura, orfebre
ría y arquitectura. «Ahora bien, 'educar' significa, etimológicamente, 'llevar fue
ra', esto es, sacar lo que está oculto, revelar lo interio'r y en
sentido más amplio, desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales de una
persolla. Fray
Pedro de Gante fue,
por esto, un gran educador. Desarrolló en su escuela las facul tades artísticas del indio mexicano, cultivó su amor a la .belleza
y reveló el prodigio de su alma creadora. La objetivación de este trabajo educativo se halla en cualquier sitio de
México: en
los
retablos de las iglesias, en los paramentos ricamente bordados,
en ·µn vaso de plata, en un°-cacharro crimún y corrier~te, en una
cruz a la vera de cualquier camino, en la imagen torturada de
(40) Ibld., pág. 20.
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FORJADORES DE MEXICO
Cristo que podemos observar en la penumbra de. la humilde
iglesia
de un pueblo» (41).
Fray Pedro de Gante gozó de una .larga vida en la úerra,
falleciendo en 1572, cuando tenía cerca de 90
años, de
los cuales
más de
la mitad los consagro única y totalmente al servicio de
Dios y de los indios.
Y ya para concluir esta primera semblaza citaremos unas
frases
de uno de sus biógrafos:
«Fue uno de
los que
trazaron un
camino en
el suelo
de Mé
xico. Nos dejó una teoría de
la vida, un sistema de valores. No
dijci: todo hombre úene derecho a la búsqueda de la felicidad, sino: todo hombre úene derecho a salvarse. No importa que sea
pobre, rico, negro o verde. Tiene una alma, y es alma inmortal,
valiosísima, redimida al precio mayor que el hombre puede pa gar:
la sangre de Dios mismo.
»Sobre estas
bases construyó una civilización,
la nuestra, la
mexicana. Bella, espléndida civilización, florecida al mismo úem
po en todo
el conúnente» (42).
2. Fray Toribio de Benavente (Motolinia).
Nació en el reino de León, concretamente en la Villa de Be
navente. Y va a tomar
el hábito franciscano en la provincia Se
r.mea de
Sanúago
Apóstol.
Llega
a México en 1524 ya que es uno de los doce frailes
que vienen con Fray
Martín de Valencia.
Según anteriormente comentamos, fue este fraile quien dio
un fuerte tesúmonio de su franciscano amor a
la hermana po
breza cuando adoptó, para el resto de sus días, el nombre de
«Motolinía», vocablo
que en lengua nahuatl quiere decir «pobre».
Con
el objeto de que se formase un pueblo de españoles
desúnados a labrar
la tierra y donde se recogiesen muchos cris-
(41) [bid., pág. 39.
(42) [bid., pág. 6.
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
tianos ociosos y vagabundos que podrían causar problemas; los
franciscanos suplicaron a
la Audiencia que se fundase una ciudad
que estuviera situada a mitad
de camino entre México y Veracruz.
Fue así que Fray Toribio de Benavente se
ocupó de
promo
ver la fundación ele
la ciudad de Puebla, fundación que tuvo
lugar el 16 de abril de 1531. Fue Motolinía quien dijo
allí la primera Misa que se cele
bró y quien, junto con Fray García de Cisneros, le
impuso· el
bello
nombre de la Puebla de los Angeles.
El nombre tuvo su origen en un sueño que Motolinía había
tenido y en el cual había visto cómo eran los ángeles del cielo
los que medían el terreno
. y
diseñaban la traza de la nueva ciu
dad en un paraje determinado que -una -vez despierto- Fray
Toribio identificó plenamente.
Este humilde y santo fraile fue uno de los doce que con
mayor aliento y fervor trabajaron en
la evangelización de los
naturales; conviene recordar que
él sólo bautizó a más de cuatro
cientas mil personas.
Según las crónicas, el Padre Motolinía fue el que, de los
doce, «el que anduvo más tierra», ya que emprendía largas jor
nadas para propagar el Evangelio, llevándolo su celo apostólico
hasta la remota Nicaragua.
En todas sus peregrinaciones evangélicas a través _de valles,
sierras,
ríos o
pantanos el fraile iba descalzo y con sus hábitos
rotos.
De 1536 a 1539 se halla de guardián en el convento de
Tlaxcala y allí empieza a escribir su preciosa «Historia de los
Indios de la Nueva España», obra que emprendió obligado por
fa santa virtud de la obediencia.
Su estilo es el propio de los mejores escritores del Siglo de
Oro, pero lo valioso de la obra va a ser la verdad rigurosa con
que expone los hechos pasados.
Quienes deseen estudiar las antigüedades del país y conocer
el estado en que los pueblos del Anahuac se -hallaban antes de
la conquista deberán recurrir a la obra de Motolin!a la cual -his-
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FORJADORES DE MEXICO
toriadores extranjeros como Prescott- reconocen como de pri~
roer orden.
Otras obras citadas por
él son
la Doctrina Cristiana en len
gua
mexicana, Tratados
de materias espirituales y devotas, Me
morial.es, etc.
Obra de Motolinía, digna de especial mención -y de la cual
hablaremos en capítulo aparte--, en su célebre carta al Empe
rador Carlos V en la cual rebate las calumnias y exageraciones
propagadas por Fray Batolomé de las Casas.
Cuarenta y cinco años trabaj6 Fray Toribio de Benavente
por el bien de la
nueva nación
mexicana. Cuarenta
y cinco años
fecundos de predicar, enseñar, peregrinar, investigar y escribir.
Por fin,
el 9 de agosto de 1569, en el convento de San Fran
cisco de
México, entrega
su alma al Señor: «Fue el último de
los doce que pagó tributo a la tierra que había fecundado con su doctrina, edificado con su
virtud e
ilustrado con sus afanes
apostólicos» ( 43 ).
3. Fray
Domingo de
Betanws.
De
este personaje
empezaremos · diciendo
que fue el funda
dor de la Orden Dominica en nuestra patria y su vida es la vida
de un
hombre extraordinario que estuvo dominado por una idea:
salvarse y salvar a los demás.
Su nombre original era Francisco y
habla nacido
en la ciu
dad de León (España), entre 1470 y 1480. Sus padres le envían
a estudiar a la . Universidad de Salamanca y
allí destaca como
brillantísimo alumno cuyo nombre empieza a pronunciarse
c
respeto
y alabanza.
Siente la llamada de Dios para dedicarse a la vida contem
plativa y
peregrina· por
media Europa. Después de pasar por
muchas peripecias regresa· a
Salamanca en
donde, siguiendo
el
(43) Alfonso Trucha, Doce antorchas, Editorial Jus, 3.' ed:, México,
1975, pág. 112. 179
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NEMESIO RODRJGUEZ WIS
consejo de su amigo Pedro de Atronada, decide hacerse fraile
dominico. Al profesar dejó su nombre de Francisco por
el de
Domingo, fundador
de la Orden de los Predicadores.
En 1526 llegan a México
~bajo las
órdenes de Fray Tomás
Ortiz- los doce primeros frailes dominicos y entre ellos venía
también
el austero Fray Domingo de Betanzos.
En menos de un año, fallecieron la mayoría de esos religio
sos y Fray Tomás
Ottiz decidió
regresar a
España, motivo
por
el cual Fray Domingo quedó destinado a ser el fundador y pro
pagador de la orden dominicana en tierras de
la Nueva España.
Fray Domingo impone un régimen de pobreza y austeridad
entre frailes y profesos y su ejemplo hace que muy pronto sur
jan nuevas vocaciones.
Funda un convento en Tepetlaoxtoc -pueblo situado a unos
cuantos kilómetros al
oriente de
Texcoco--, y allí se dedica
el
bueri fraile a orar y meditar.
Fray Domingo predica en Guatemala y allí funda la Orden.
Viaja luego a Roma y consigue que el Papa Clemente VII erija
la provincia dominicana de Méxieo como independiente de la
Isla Española. Resuelta esta controversia jurídica, Fray Domingo regresa a
México y una vez
aquí envía
misioneros a los mixtecos y zapo
tecos, a la vez que establece
-conventos
en
México, Puebla
y
Oaxaca.
«Oajaca, como Salamanca, San Gregorio de Valladolid,
San Pablo de Sevilla, etc., era semillero de excelentes hijos de
Santo Domingo. Aquí como
allá habla grandes maestros de san
tidad que
ponían cátedra
de virtud heroica. Y los novicios apren
dieron a
-castigar
su cuerpo, mortificarse por bien de las almas,
renunciar a su propia voluntad y hacer de su vida un holocausto
por amor a
Dios» (
44
).'
Cuando
aquí empieza a difundirse la opinión de que los
in
dios -eran seres incapaces de recibir los sacramentos, es Fray Do-
(44) Esteban Arroyo, Los' dominicos, foriadores de la civilización oaia
queña, l,• edic.1 Oajaca, 1961, tomo II, pág. XL.
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FORJADORES DE MEXICO
mingo de Betanzos quien sale en defensa_ de las razas nativas y
quien recurre al Sumo Pontífice_ para que . declarasi; conforme . a
la verdadera doctrina de la Iglesia.
Y fue así como -por instrucciones
. de
Fray
Dm¡rlngo de
Betanzos--el religioso Fray Bernadirno _de Minaya llega ante el
Papa, lleva varias cartas -entre ellas la de Fray_
Julián Gar
cés--, expone el asunto y obtiene la bula de que hablaremos
con mayor detalle en capítulo aparte.
Por lo pronto, hay que repetir. e insistir hasta la
saciedad
que
fueron los
. obispos
y los frailes -especialmente los
dqlllÍni
cos,
representados por Fray
Julián Garcés y Fray Domingo de
Betanzos-- quienes cortaron de
raíz las
err6neas doctrinas acerca
de la capacidad de los indios,
y quienes promovieron . ante la
Santa Sede una declaraci6n que pusiera fin a tales disputas. En 1549 viaja a España
y, en
el convento de San Pablo,
en Valladolid, fallece a principios de septiembre. Se extinguía
la vida de un santo ap6stol a quien, en justicia, debemos con
siderar como todo un libertador
_de las
razas indígenas.
Uno de sus biógrafos nos dice que «Fray Domingo de
Be
tanzos era un humanista, como Fray Julián Garcés y otros nota
bles
dolllÍnicos. Pero,
¿qué clase de humanismo era el suyo?
Bueno es decir sobre esto dos palabras.
«El humanismo de Betanzcis era el humanismo español, de
finido por
Maeztú como 'una
fe profunda en la igualdad esen
cial de los hombres,
en medio
de las diferencias de valor.
dé las
distintas
posiciones que
ocupan y
de las obras que hacen'. Se
gún este concepto, todo
hombre, sea
cualquiera
sú posición
so
cial,
· su saber, su· carácter, su ·nación o su ·raza, es siempre u'n
hombre, capaz de salvarse. Este humanismo es de origen reli
gioso.·
Es la doctrina del hombre qúe enseña la Iglesiq., Católica
y que· había penetrado profundamente
en las conciencias espa
ñolas. Es la · filosofía·
expuesta en· 1a· carta del señor Garcés y
declarada en la bula SubÍiínis JJeus.
»Nada tiene que ver este humanismo con el que se originó
en los tiempos del Renacimiento, cuando 'al descubrirse los ma
nuscritos griegos, encontraron los eruditos en las
Vidas paralelas
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NEMESIO RODRIGUEZ WIS
de Plutarco unos tipos de hombres que les parecieron más dig
nos de servir de modelo a los demás que los santos del
año
cristiano'.
» Tampoco tiene que ver con d llamado humanismo moder
no, comunista, que postula la 'igualdad esencial de los cuerpos'
y que, en resumen, supone que el hombre es un borrego cuya
alma puede suprimirse para que viva feliz en el rebaño. »El humanismo cristiano profesado por el P. Betanzos es
ajeno a estas aberraciones. Se
funda en el Evangelio y es, por
tanto, opuesto al humanismo materialista» ( 45).
4. Fray Andrés de Olmos.
Este santo, forjador de la patria mexicana, nació en la mis
ma tierra donde naciera el Cid Campeador, o sea, en la provin
cia de Burgos.
Estudió en su juventud leyes y cánones sagrados. Tomó el
hábito de
San Francisco en el convento de Valladolid e
hizo
amistad
con Fray Juan de Zumárraga con motivo de una pesqui
sa que, acerca de las brujas de Vizcaya, tuvieron que realizar
conjuntamente los dos religiosos. Cuando Zurnárraga fue nombrado Obispo de
México, eli
gió
a Fray Andrés como compañero y fue así como este fraile
llegó a tierras de
la Nueva España un 6 de diciembre de 1528.
Este misionero es a quien Tamaulipas le debe la
lllll de
la
Fe, ya que fue precisamente en la Huasteca, en Pánuco y en Tampico en donde Fray Andrés de Olmos realizó su apostolado. El P.
Olmos, en
su afán misionero, llegó hasta los
límites
de
la Florida y, según los historiadores, el lema que lo impul
saba era: «La
Ctllll delante»,
frase que
respondía cuando
sus
hermanos frailes
-'---Compadecidos del
mucho trabajo que reali
zaba- le pedían que descansase un poco.
( 45) Alfonso Trueba, Dos libertadores, Editorial Campeador, l.• edic.,
México,
1955,
págs. 51 y 52. .
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FORJADORES DE MEXICO
Este religioso, que hablaba diez lenguas indígenas, fue -jun
to con Fray Luis de Fuensalida- uno de los fundadores del
teatro en
México.
En
lo que a este punto se refiere, diremos que Fray Andrés
de Olmos fundó el teatro y, al hacerlo, no lo hizo motivado
por el simple hacer «arte por
el arte», sino que lo que el fraile
perseguía era una finalidad evangelizadora; y, para ello, fue que aprovechó
el gran interés que los indígenas sentían por las re
presentaciones dramáticas.
«Con
el propósito de propagar la fe cristiana, los misione
ros
adaptaron a las formas teatrales del medioevo
el incipiente
arte dramático de los indios, aprovechando
las fiestas florales,
cantos rituales y danzas o pantomimas que éstos realizaban como
parte de sus actos de culto. Comprendiendo
el valor que estas
representaciones tenían para
difundir los
principios del cristia
nismo, encauzaron el gusto de los naturales por dichos espectá
culos hacia los dogmas y la moral que ellos venían a predicar,
restáodoles su sentido pagano» ( 46 ).
Cuando los misioneros llegan a
México se
encuentran con
que el problema más grave al que habrán de enfrentarse es
la
poligamia, la cual -según Ricard-, «más que un abuso, era
una institución. Las mujeres
eran, al núsmo tiempo,
servidoras
y compañeras de vida marital; se dedicaban a toda clase de tra
bajos productivos y eran un capital cuya renuncia resultaba muy
dura: sin la poligamia, muchos de los principales no hubieran
podido vivir» ( 47).
Tomando en cuenta que, según Santo Tomás, «la lujuria nos
impide pensar en lo eterno» y que, según San Pablo, «el hom
bre carnal es incapaz de apreciar las cosas de Dios»
(I Cor. 2,
14 ), es contra este vicio contra el que los primeros misioneros
van a enfocar todas sus baterías.
( 46) Sergio Howland Bustamante, Historia de la literatura mexicana,.
Editorial Trillas, 4.• reimpresi6n, México, 1972, pág. 69.
(47) Robert Ricard, La conquista espiritual de M,xico (traductor: An.
gel, María Garibay), &:lici6n conjunta de Jus y Polis, 1.ª edic., México,
1947, págs. 230 y 231.
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Y, para evangelizarlos, esto es, «convertirlos» y hacer que
cambiasen sus costumbres, fue necesario recurrir a medios _di
dácticos que les hiciesen comprender los grandes misterios de
la religión católica. Fue así como su introdujo el teatro en
la Nueva España. Y
el mérito indiscutible hay que dárselo a Fray Andrés de Olmos. Fray Andrés escribe en mahuatl un auto titulado «El Juicio
Final», que
fue representado en
la capilla de San José de los
Naturales -lugar de acción de Fray Pedro de Gante- en
pre
sencia
del obispo
Zumárraga y
del virrey don Antonio de Men
doza. En 1533, en el curso de una representación en la que toma
ron parte ochocientas personas, se escenifica, en México, la pri
. mera obra teatral. Por este motivo, a Fray Andrés de Olmos
-'-autor de la pieza y traductor de ésta al nahuatl-, hay que
considerarlo como uno de los fundadores del teatro en nuestra
patria. Se .estaba implantando el buen teatro, o sea, el que tiene
por finalidad hacer mejores a los hombres. A propósito de esta obra, un especialista en el tema nos dice
lo. siguiente:
«En esta obra mexicana, por el--contrario, no se critica, ni se
censura, ni se hace mofa de nadie. El problema central sobre el
que cae
el peso de la condena del dios vengador es único: el de
1a bigamia. Desde las palabras introductorias dichas por el Ar
cángel San Miguel, se plantea el "leit motiv" que seguirá am plificándose a lo largo del desarrollo: "Vivid vuestras
vidas rec
tamente
en cuanto al séptimo sacramento (el casamiento),
por
que ya viene el día del Juicio"» ( 48).
En
el curso · de la obra uno de los personajes es una tal
Luda, la cual se condena
eternameiite· por
haber tenido una
vida disipada
y por haber despreciado el sacramento del ma
trimonio.
{48) Oth6n Arróniz, Teatro-de evangelizaci6n en N-ueva·España, Uni
versidad Nacional Aut6noma de México, 1.• ed., México, 1979, pág: 23.
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Al final de la obra, cuando todo . está. en la penumbra y se
produce un silencio .sobrecogedor, un sacerdote aparece ante
el
público para decir: «¡Oh, amados hijos
míos! ¡Oh,
cristianos! ¡Oh, criaturas de
Dios! Ya habéis visto esta cosa terrible, espantosa. Pues así
como
la veis, todo es verdad, porque está escrito en los libros sa
grados. ¡Miraos en vuestro propio espejo! Que lo que sucedió en este lugar no os vaya a pasar. Este ejemplo nos lo ha ofre
cido Dios». El autor citado, especialista en
. temas
de teatro evangeliza
dor, acerca de esta obra fundadora del género dramático en
nuestra patria nos comenta lo siguiente:
«Frente a las obras de teatro que van a sucederle inmediata
mente,·
«el Juicio» muestra una pobreza de recursos en el men
saje psicológico de sus personajés, que parece venir, no de un
modelo dramático, sino
de un texto religioso. En cierta manera,
es solamente un sermón dialogado: una ejemplificación de lo que sucederá a los pecadores si no se
enmiendan. Es una amo
·nestación visual que, sin recato, éoncluye presentando al sacer
dote, al final de la
obra, para
hacer
.aún más
explícito
el men
saje religioso» ( 49). Que bien cierto es aquello de que
«el arte es el lazarillo
que lleva a Dios por la tierra». O sea, que
el arte, bien encau
zado, es un medio admirable para llevar la Fe a las rudas men
tes del pueblo. Durante
la Edad Media, escultores, arquitectos y pintores,
evangélizarori por
medio de
maravillosas obras
de arte que aún
hoy producen admiración universal. Pues bien,
la Iglesia llega a México como madre amorosa,
toma entl'e sUS manos a ·aquéllos inermes seres que pocos años
atrás eran sacrificados de un modo diabólico y les da el men
saje
redentor de
un modo bello y agradable a
los· sentidos.
Y, a1 evangelizar por medio del -teatro, se estaba insertando
a nuestros indígenas dentro de
la. cultura
occidental
y cristiana.
(49) Ibld., pág. 28.
c185
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Muy pronto los primitivos mexicanos asimilarían l,¡ lección
y empezarían a brotar por doquier verdaderos genios dentro de
las más diversas artes.
El caso es que la obra de Fray Andrés de Olmos, así como
de otros santos varones que, en el terreno del
teatro religioso
siguieron sus pasos,
dio muy
pronto resultados concretos y po
sitivos.
«Hemos de decir que, si la poligamia no pudo ser desarrai
gada de un solo impulso, sí fue desapereciendo lentamente por
la fuerza misma de
los hechos.
Fue cuestión sólo de una o dos
generaciones. Llegó un momento en que los indios en edad de
contraer matrimonio, en su mayoría hablan sido bautizados al
nacer, o muy pequeños aún, habían recibido una educación neta
mente cristiana, se habían impregnado del ambiente cristiano
y,
no teniendo que arrostrar la dificultad de sacudir el yugo de vie
jas costumbres, acataron sin pena alguna el matrimonio con una
sola mujer, como es propio del cristianismo» (50). En poco
más de
medio siglo se había instaurado una socie
dad cristiana
y los viejos vicios derivados del paganismo antro
pófago quedaron atrás como una pesadilla de la cual nadie que
ría acordarse.
Esto nos hace meditar y ver cómo el teatro, pintura, escul
tura o cualquier otra de las bellas artes puede hacer mucho
bien o mucho mal según sea quienes
la manejen.
Así, por ejemplo, el hecho de que proliferen películas, obras
de teatro, novelas o pinturas en las que se ridiculice
la fidelidad
conyugal o se fomenie cualquier tipo de vicios, ni duda cabe
que
contribuye
a minar las bases morales de un pueblo.
Consideramos que esa es una de "las causas de que, en nues
tra época, estemos atravesando por una grave crisis de valores.
El enemigo nos ha arrebatado posiciones que., en otros tiem
pos fueron nuestras
y, desde allí, ha arremetido con furia in
cansable contra
lo más sagrado que tenemos: nuestra familia y
nuestra religión.
(50) Robert Ricard, op. cit., pág. 233.
186
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MBXICO
Conviene meditar esto y recordar cómo en los albores dd
siglo
xy:r ~cuando nacía d México católico--, un santo varón,
Fray Andrés de Olmos, nacido en
la árida tierra de Castilla que
viera cabalgar al Cid, comprendió que la integración de la na
cionalidad
mexicana sólo
podría
lograrse en
torno al fuerte nú
cleo que supone la familia católica. Y fue así que, para conven= a aquellos rudos paganos, ideó
el teatro evangelizador.
5. Fray Juan Bautista Moya.
Después de los franciscanos y de los dominicos, la tercera
orden religiosa en llegar a México fue la de los agustinos, quie
nes pisaron por vez primera nuestro suelo en 1533. A esta orden benemérita perteneció Fray Juan Bautista Moya,
quien había nacido en Jaén en 1504. Estudió en
la Universidad de Salamanca, pero atraído por
la vida religiosa entró, en 1522, como novicio en el convento
agustino que existía en dicha ciudad. Y a convertido en fraile, volvió a
la Universidad y allí alcanzó
fama
de ser uno de los predicadores más notables de su Orden.
Iba a venir a México junto con el grupo que llegó en 1533,
pero, mientras iba a Jaén a despedirse de sus familiares,
zarpó
el galeón con sus compañeros.
Hubo de esperar tres años y no fue sino hasta 1536 cuando
pudo venir junto con Fray Francisco de
la Cruz.
Hay que hacer notar que llegó descalzo hasta Sevilla y allí
se embarcó con otros agustinos, entre los que iba Fray Alonso
Gutiérrez quien, al llegar a México,
cambiaría d nombre
por
Fray Alonso de
la Vera Cruz.
Ya en México, Fray Juan Bautista Moya se fue a pie a la
región de Tierra Caliente (Guerrero), en donde fundó iglesias
y
monasterios en Tlapa y Chilapa. Duró ocho años entre los in
dios, de los que se calcula que bautizó más de seis mil.
En 1553 se le designa prior dd convento de
Tacámbaro,
187
Fundaci\363n Speiro
NEMESIO RODRIGUE~ WIS
cuya jurisdicción comprendía todo el sur y parte del poniente
de
Michoacán y Guerrero; estableció
la cabecera misional en
Pungarabato y allí comenzó su gran obra de · conquista espiri ·
tual
de pueblos.
Delgado en extremo,
mal vestid.o, peor alimentado, .este . santo
misionero iba siempre descalzo por los ásperos caminos de
aque
lla región. Se le atribuyen hechos sobrenaturales, como
el que
cruzaba
el río
Balsas sobre un caimán; que sus báculos, al enterrarse,
florecían; que
hacia aparecer el pan
para alimento de los pobres;
que se elevaba
del suelo
cuando estaba en oración y que oficia
ba Misa en tres lugares distintos a la misma hora.
Se cuenta que, en cierta Ocasión, en Zirándaro, invitó a co
mer al encomendero y al ofrecerle unas pobres tortillas que eran
su alimento, las oprimió entre sus manos y salió sangre. Ante
este prodigio el fraile le dijo a su invitado:
- Estas tortillas están hechas con sangre de indios pobres. Realizó una gran labor social, ya
que destacó
por su incan
sable fundación de pueblos, tales como
Pungarabato, Purungue,
Tuzantla,
Cutzamala, Zirándaro, San Juan Huetamo, Ajuchitlán,
Carácuaro, Sinagua, Urecho, Coahuayutla, Petatlán, Tecpan, etc. Como dato interesante de recordar diremos que, en Cará
cuaro, dejó una imagen que aún se conserva y a la cual el pue·
blo venera con
el nombre
de El Santo Cristo
del Misionero.
Con
su palabra elocuente y su vida ejemplar obtuvo
la con
versión de los indios tarascos y logró reducirlos a
la' vida civili
zada de los pueblos. Varón
excdso en
trabajo y santidad de quien, con acierto,
comenta Alberto
María Carreño, que «a la verdad se siente el
espíritu sobrecogido de estupor cuando va siguiendo sus pasos
encaminados, principalmente, a la
salvación de
los
indios» (51)
Pero,
si· digna
de admiración es la ingente
labor misionera
de
Fray
Juan Bautista
Moya, consideramos
que de
más
admira-
(51) Misioneros en Mhico, Editorial_ Jus, l.ª edic., Méxioc, 1961, pá-gillá 183. . . . . . . . · .
188
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MEXICO
ción aún es el hecho de que un hombre tan ilustre. -digno de
impartir cátedra en las mejores universidades
de Europa- aban
donase su cómoda posición intelectual que
poseía en
Salamanca
para venir a evangelizar a gentes rudas y salvajes.
Aquí es donde se encuadra muy bien aquel juicio expresa
do por el P. Constantino Bayle, S.
J., cuando nos dice que «la
Iglesia fue la gran fundadora de pueblos, cuya traza delineó la
mano del fraile, a quien vieron los indígenas amasar adobes,
acarrear piedras y ser arquitecto, alarife, carpintero y de otros
oficios, en los que acaso nunca pensó
mientras estudiaba,
sose
gadamente, los «Quodlibetos» en
San Esteban,
de Salamanca, o
en los Agustinos, de Alcalá» (52),
Pero el bueno de Fray Juan Bautista no buscaba pasajeras
glorias humanas, anhelaba la gloria eterna y, en su ·acendrado
amor a Dios, decidió que aquellos seres que no conocían aún la
Buena Nueva se bautizasen, cambiasen sus costumbres, adopta sen una vida cristiana y pudiesen un feliz
día ganar
también el
premio del Oelo.
Fray Juan Bautista Moya comprendía muy bien que los ta
lentos con que Dios generosamente le
habfa dotado
no
debe
rían
quedar inutilizados como piezas de museo que pueden ad
mirarse pero no tocarse; este santo misionero tuvo la madurez
del buen cristiano de comprender que esos talentos no eran
más que
simples instrumentos, simples herramientas con las que
debería de contribuir a extender el Reino de Cristo entre las almas que a su amorosa custodia
le fueran encomendadas.
Y al evangelizarlos y civilizarlos, el santo que atravesaba los
rlos sobre
un
caimán se
estaba convirtiendo en uno de los for
jadores de México.
Este fraile ejemplar
falleció en el convento de San Agustín,
de Valladolid (Morelia), un 20 de diciembre de
1567 y,
según
testigos presenciales, tuvieron que sepultarlo de prisa porque el
(52) La expansi6n misional de España, Editorial Labor, t.• edic., Ma
drid, 1946, pág. 152.
189
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NEMESIO RODRIGUEZ WIS
gentío se abalanzó sobre sus prendas, ya que la fama de santi
dad
del
difunto era
muy grande.
Y, allí, en el templo de San
Agustín de Morelia -a unos
cuantos pasos
de la tumba de Fray Diego Basalenque, otro santo
misionero de
la región-reposan los restos de este gran evange
lizador
que
hoy en día constituye una gloria
de México y de
la Iglesia. Lástima que nuestras autoridades eclesiásticas nada hayan
he
cho
por llevar adelante el .proceso de
beatiíicación de
quien, si
en vida se comportó como santo, es casi seguro que como tal ·
se encuentra ya dentro del coro de los bienaventurados.
6.
Francisco Eusebio Kino.
Como todos bien sabemos, la Compañía de Jesús fue fun.
dada por San Ignacio de Loyola, y fue el Papa Paulo III quien
le dio la aprobación un 27 de septiembre de
1540;
Como
bien nos dice Schlarman, el nombre de Compañía de
Jesús «sugería a
la mente del antiguo militar Ignacio, que los de
su grupo
habían de
estar prontos a luchar
bajo la bandera de
Cristo ... «La Compañía de Jesús fue creciendo y vio sus
filas aumen
tadas
por
jóvenes de
valor, procedentes de
diversas naciones.
Los jesuitas, como vinieron ·a llamarse con d tiempo, se convir
tieron · en los principales agentes de la reforma interior de la
Iglesia en toda Europa»
(53 }.
Pues bien, México -la nuevá nación que Se estaba forjan
do dentro del modelo de la Cristiandad- llamó la atención de
San Ignacio, quien le escribi6 a sus hermanos
de· España: «En
viad
misioneros a México,
si os los piden, y aun cuando no os
los pidan».· Conviene
· aclarar
que ya don Vasco de Quiroga había escrito
pidiendo que se enviaran misioneros jesuitas a la Nueva España.
(53) · Mlxico, tierra de volcanes ( traductor: Carlos de Maria y Cam-
pos), Editorial Porrúa, 7.• edic., México, 1965, p,!g. 171. •
190
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MBXICO
Y fue el 28 de septiembre de 1572 --il los treinta y dos
años exactos de la aprobación
de la Compañía por Paulo III
que llegaron a México los primeros jesuitas; venían bajo las
ór
denes
del Padre Pedro Sánchez
y la primera morada donde se
instalaron fue un jacalito -casucha de palos
y lodo- con techo
de palma.
Hablar de la obra gigantesca y benemérita de los jesuitas en
México rebasaría con mucho los límites de este trabajo. Baste decir que en pocos años ya se habían multiplicado y poseían
varios colegios en donde se dedicaban a la
enseñanza de los
criollos.
Pero no se crea -como algunos autores dolorosamente afir
man- que los jesuitas se dedicaron exclusivamente a la educa
ción de las clases pudientes.
Nada de eso; realizaron una ejemplar labor misional que
tuvo por escenario lo que hoy es Durango, Sinaloa, Sonora y
Ll
Baja
California.
Como dato digno de resaltar conviene decir que, en 1616, en
la Sierra de los Tepebuanes (Durango ), hubo una sangrienta
su
blevación
de los indios que costó
la vida a ocho jesuitas, un
franciscano, un dominico y numerosos españoles e indios. La Compañía de Jesús aún no había cumplido un siglo de
existencia y ya, en México, había dado
mártires para
la
Fe de
Cristo.
Los nombres de los mártires jesuitas que en aquellas dra
máticas jornadas fueran sacrificados son: Juan Fonte, Hemando
de Tovar, Hernando de
Santarén, Luis
Alvarez, Jerónimo Moran
ta, Juan
del Valle, Bernardo de Cisneros y Diego Orozco.
La causa de beatificación de estos mártires está ya muy avan
zada y el
día en que culinine constituirá un testimonio fehacien
te de
la obra civilizadora y evangelizadora de la Iglesia en Mé
xico.
· Pero dejemos que sea el P. Joaquín Cardoso, S. J., quien
exprese, con sonoro estilo, la grandeza que surge del martirio
de aquellos buenos jesuitas, primeros en
llevar. la
Fe hasta los
desiertos del norte de México:
191
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NEMBSIO RODRJGUEZ LOIS
. «¡Cánticos de gloria! ¡Coronas y palmas!. ¡El Cielo que se
abre! ¡Los ángeles que bajan! ¡Viene por
las almas de aquellos
que
han dado su vida por la fe! ... ¡Almas, más almas, muchas
almas de indios mexicanos, de indios tarascos,
de indios tepehua
nes,
de viejos cristianos españoles, de niños y jóvenes y muje
res! ...
¡Almas,· muchas
almas, centenares de almas, algunas aún
con la frescura de su reciente bautismo, todos con el fulgor de
la púrpura de su sangre generosa! .... ¡Inmensa
y gloriosa pro
cesión, que surge en los
días del 15 al. 20 de noviembre, de
entre las. breñas de la serranía
tepehuana,.,como una columna
de
incienso que sube al cielo, mucho más grata que los aromas de
los pinares
y que, capitanean las de. ocho. misioneros jesuitas, un
fraile dominico y un fraile
franciscano!» (54).
En
la segunda mitad
del siglo XVII llega a México el Padre
Eusebio Kino, quien había nacido en Segno -cerca de Trento
(Italia}-,. en
1645.
Era todo un talento, brillante catedrático universitario que
renunció a todas las glorias académicas que le ofrecía la culta
Europa para .dedicarse a las penosas faenas de la conversión de
los infieles. Y va a ser en Sonora
y en la Baja California en donde el
Padre Kino realice una amplia labor misionera. La primera misión fundada por el Padre Kino es la de
Do
lores -en honor· de la Virgen Dolorosa-, y durante veinticinco
años se sirvió de esta misión como
de centro para sus expedicio
nes por los alrededores.
Fundó innumerables misiones, las cuales -aparte de ser
centros de evangelización- eran focos difusores
de la civili
zación.
«La misión era la frontera de la cristiandad. La gente esco
gida que practicaba allí
las virtudes cristianas, era asimismo el
límite del paganismo.
La misión era también la vanguardia de
la civilización. Una misión significaba algo
más que
la predica-
(54) Sangre en los Tepebuanes, Editorial «Buena Prensa», t.• edic.,
México, 1948,
pi¡¡. 195.
192
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FORJADORES DE MEXICO
cron ambulante y los sagrados ministerios. Era una residencia
en país indígena, independiente de la asistencia utbana.
En ella
establecían los misioneros su cuartel general: tenían la casa, la
iglesia, la escuela de agricultura y de primeras letras. Desde este
centro los sacerdotes marchaban en todas direcciones
y visitaban
los pueblos
y las rancherías de los natutales. Proeutaban atraer
a este sitío a cuantas familias de indios podían, induciéndoles a
establecer en derredor de la misión sus moradas
y a construir
un pequeño municipio»
(55).
Para evangelizar mejor a estos indios bravos del norte, los
misioneros empezaron por enseñarles a cultivar la tíerra, a
vi
vir
de un oficio
y a habituarlos a un modo estable y regular de
asociación política. En este empeñó pasó el Padre Kíno gran parte de su vida.
Misionero incansable de quien se decía que el lugar para
encon
tarlo
era
la silla de su caballo pues se calculaba que hacía un
promedio de treinta o más millas diarias durante semanas
y me·
ses seguidos cuando iba a misionar.
Otro gran beneficio que nuestra patria le debe a este incan
sable misionero es el hecho de que, en uno de sus viajes al río
Colorado -desde lo alto de
la sierra del Pinacate-- vio el en
tronque
de California con el macizo continental. Era el año 1702.
¡ Magnífico descubrimiento! Al Padre Kíno se debió que el
mundo entero supiese que California no era una isla, sino una
península.
Y fue el Padre Kíno quien hizo el primer mapa.
Esto va
a ser de una gran trascendencia ya que el hecho de
que se considerase como una isla árida
y desértica a la Califor
nia hacía que se le prestase poca atención. Pero a raíz del
des
cubrimiento
del Padre Kino cambió la situación: California
es
taba
unida al continente, era un brazo descarnado
.de tierra me
xicana
al cual habría
que acercarse
para civilizarlo, llevar la Fe
a sus primitivos habitantes e incorporarlo al México que se
es
taba
forjando.
(55) José Gutiérrez Casillas, Historia de la I¡Jesia en México, Edito
rial Porrúa, l.' edic., Méxieo, 1974, pág. 146.
193
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NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
Este varón ejemplar, jinete incansable, portador permanente
de la Buena Nueva, murió el
15 de mayo de 1711 recostado, so
bre la que había sido su cama de siempre: dos pieles de ternera por colchón y la
silla de montar por almohada.
Sus restos reposan en Santa Magdalena (Sonora).
Concluiremos esta semblanza con unos juicios de Alfonso
· Trueba:
· «Hombres de empresa eran, verdaderamente, los -misioneros;
pero de empresa espiritual: Es ridículo pensar que se afanaban
por cosas materiales hombres que, como el Padre Kino, . que
pobló de ganado la Pimería,. caminaba como el ,
más triste
indio,
con
. sólo .. maíz
cocido
ó tostado, y dormía· sobre los malos avíos
de su caballo a una zalea de carnero. ¡Que 'hombre de negocios'
tan peculiar! »Concluyamos: el Padre Kino y sus hermanos crearon bienes
materiales; a ellos se debió que el ganado se propagara en las secas llanuras del noroeste;
que el
trigo germinara en las fér
ri!es orillas del río Colorado, que la uva,
el membrillo, el durazno
o el ganado fructificaran en Sonora y Baja California, Pero toda esta riqueza era un subproducto, derivado de la propagación del
Evangelio» ( 56 ).
7. Juan María Salvatierra.
Durante más de dos siglos, la península de Baja California
fue objeto inaccesible de conquista. Todos los intentos que re
yes, capitanes, navegantes, audiencias y virreyes realizaron por
ocuparla y dominarla fracasaron. ,
Después de casi dos siglos de tentativas, la Audíencia de
México declaró
a California país inconquistable, explicando que
el fracaso de todas las empresas se debía, principalmente, a la
aridez
de la tierra.
Aquello era como un, pedazo de roca flotando en el mar; sin
(56) El Padre Kino, Editorial Jus, 2.' edic., México, 1960, pág. 35.
194
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FORJ4DORES DE MEXICO
ríos, sin vegetación y con un. cUma tan caluroso que dio origen
a su nombre: CAUDA FORNAX
(!¡orno cálido)=
California.
« Verdaderamente en, Californiá. sólo había hombres a qui e·
nes
salvar, y el que fuera en busca de ellos, y no
ele riquezas,
se
quedaría en los
zahareí\os terregales
de la península, y con
sumaría la conquista. En otras palabras, sólo un misionero podía
realizar
la empresa, y fue un misionero e] que la realizó» (57 ):
Este
misionero que integraría
la Baja California al· México
que
santos varones estaban forjando fue Juan María de Salva
tierra, quien había uacido en
Milán en 1644.
Vino a México a
la edad de treinta años y, terminados sus
estudios, pidió que se le dedicara a las misiones más arduas
. de
la
tierra. Muy pronto trabó amistad con el Padre Kino
y ambos se
pusieron de acuerdo en realizar las gestiones necesarias para que
el Virrey autorizarse la exploración, colonización y evangeliza
ción de
la Baja California.
Sufrieron
mil contratiempos y penalidades, consagraron la
empresa a la Virgen de Loreto y ¡al fin! lograron tomar pose
sión de
la tierra el 25 de octubre de 1697.
Ardua labor la realizada por Juan María de Salvatierra, así
como por el Padre Juan de Ugarte a quienes se debe
la obra ci
vilizadora
y evangelizadora de la Iglesia en la Baja California.
Hubo necesidad de empezar de
la nada. El desánimo los
acosaba por doquier y en este punto fue providencial
la ayuda
del Padre Ugarte ya que «de no haber sido por
él, muchas ve·
ces
se hubiese abandonado
la empresa. Cierto día llegó a ser
tan grande la necesidad en la misión, que
el mismo Padre Salva
tierra propuso abandonarla. Ugarte, muy apesarado, se fue a la
iglesia y ante los pies de
la Virgen de Loreto, hizo voto de no
desamparar
el puesto, si no se lo mandaba la obediencia. Este
acto
animó a
todos y salvó
la misión» (58).
(57) Alfonso Trueba, Ensanchadores de México, Editorial Jus, 2.• edi~
ción, México, 1959, pág. 24.
(58) Ibid., pág. 35.
195
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NEMESIO RODRIGUEZ WIS
Afios después estos dos misioueros -Ugarte y Salvatierra
lograron ver los frutos a su paciencia ya que los indios abando
naron su vida nómada y agreste para adaptarse a una vida civi
lizada, cristiana
y sin desórdenes.
Lograron erradicar
la pereza del indio y que éste trabajase
produciéndose grandes cosechas de trigo, maíz y otras semillas. Muy pronto se vio cómo aquella roca desértica que
Cotaba
sobre el mar se convertía en un próspero vergel en el cual se
llegó a dar un vino gener0so que servía al consumo de las misas
en Califorina y que aún sobraba para llevar a la Nueva Espafia. Como se podrá observar, el misionero no sólo evangelizaba
a los indios sino que fundaba industrias, criaba ganado, sem
braba tierras y abría caminos. El misionero actuaba como todo un constructor y promotor del bien espiritual y temporal de los
pueblos. Qué ejemplo sublime les dan los jesuitas Eusebio Kino, Juan
Ugarte y Juan María de Salvatierra a los jesuitas de nuestros días y de modo muy especial a quienes
--en vez
de evangelizar
y
civilizar-andan
sembrando la
cizaña entre
paupérrimas co
munidades rurales
y empujando a sus habitantes a la guerra de
guerrillas.
Aquellos fueron santos, éstos no son más que agitadores mar
xistas que se han infiltrado en la Compañía de Jesús para des
truirla desde dentro y para promover el comunismo.
Hablando acerca de la obra de los misioneros en la Baja Ca
liforrua, el
jurista don Antonio de Ibarrola nos dice
lo siguiente:
«En 70 años aquella querida península californiana, sumer
gida en la barbarie más horrorosa, quedó transfigurada en un
cristianismo tan puro e inmaculado como
el de la verdadera Igle
sia primitiva» (59).
Para quienes dan crédito a
fábulas y
repiten sin
meditar que
la
Iglesia siempre vio con desdén a los humildes y que sola
mente a partir del surgimiento de la llamada Iglesia Popular y
(59) Derecho agrario, Editorial Porrúa, J.• edic., México, 1975, pá
gina 39.
196
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FORJADORES DE MEXICO
de la Teología de la Liberación se ha acupado de los meneste
rosos, les
pedimos que
reflexionen estas frases:
«Demos público testimonio de agradecimiento a los esfuer
zos realizados por la Madre Patria a través de la Iglesia de Cristo
en pro de nuestros aborígenes. Fue la historia de
la Iglesia la
historia del indio durante
·1os tres
lentos
y fecundos siglos del
coloniaje» (60).
Los misioneros jesuitas de la Baja California que encomen
daron sus desvelos bajo
la amorosa intercesión de la Madre de
Dios logran el milagro de transformar en cristianos ejemplares
y trabajadores a quiens antes eran unos infe!ices rústicos y nó
madas.
«El celo infatigable de los núsioneros, ayudado de
la divina
gracia, no podía dejar de producir frutos abundantísimos. Aque
lla península sepultada antes por tantos siglos en la más
horro
rosa barbarie, llegó a ser toda cristiana en el espacio de setenta
años; de modo que desde el cabo de San Lucas hacia los 23º
hasta
Cabujacaamang a los
31" no
había un solo hombre que no
conociese y adorase al verdadero Dios,
y lo que es mucho más
apreciable, se formó allí un cristianismo tan puro e imnaculado,
que se parecía al de la primitiva Iglesia .
:. Todos
los
ne6fitos
de
la
California observaban una vida piadosa, inocente
y laborio
sa. Casi nunca se veían
entre ellos
aquellos desórdenes escanda
losos que son tan-comunes aún en las ciudades más cristianas.
Si alguno incurría en cualquiera faltia, aunque fuera secreta, él
núsmo era· el primero en pedir el castigo, y habiéndole sufrido
daba las gracias
al núsionero por su paternal corrección, besándole
la mano. Este uso de tanta edificación
y desconocido a nuestros
cristianos, era común· en la California» { 61 ).
Y fue tan profunda la evangelización que se logró
una ra
dical transformación de costumbres; tanto es así que en poco
tiempo aquélla era ya una porción más del mundo hispanocat6lico.
(60) Ibid., pág. 35.
(61) Francisco Javier Oavijero, Historia de la antigua o baja Califor
nia, Editorial Porrúa, 2.· edic., México, 1975, pág; 233.
197
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NEMESIO RODF.IGUEZ LOIS
«Sobre el hosco paisaje de California se alzó, poco a poco,
la graciosa o severa arquitectura de las iglesias, construidas por
los mismos padres, iglesias que subsisten, a pesar de la barba
rie,
y que son el símbolo y el testimonio de la obra civilizadora
del misionero» ( 62 ). El Padre Salvatierra
muri6 el
17 de julio
de 1717.
Sus hue
sos reposan en
la Capilla de Loreto y, poco antes de su muerte,
se cuenta que dijo que
moría contento
y
que -eón su escua
dr6n de parvulitos californios, que estaban en el Cielo- obli
garía a
la Virgen de Loreto a tender su manto sobre los vivos
en California y en México. Aquella era empresa de santos y como tal, ni duda cabe,
· que
tenía que contar con
la bendici6n de Dios, raz6n por la cual es
taba
destináda al
triunfo.
8. Fray Antonio Margil de .Jesús.
Nace Fray Antonio, en Valencia (España), en 1657. Ingresa
muy joven en la orden franciscana y es
ordenado sacerdote
en
1682.
tJn año
después se alista en un grupo de frailes que estaban
destinados a fundar el Colegio de Misioneros
de la Santa Cruz
de Querétaro,
cuyo· propósito
era
formar misioneros
para los
indígenas aún no convertidos. En 1684
emprende el
fraile su primera gran misión en la
a;al evangeliza --
más de año y medio- extensas
regiones de Yucatán, Tabasco, Chiapas y Guatemala.
En 1697 lo nombran guardián del Colegio Misionero de la
Cruz de Querétano, a
donde llegó viajando
a pie desde Gua
temala.
Una piadosa leyenda cuenta que, al abandonar Fray Antonio
el Convento de la Cruz, dej6 su
bastón semienterrado
en la
huerta
y, poco después, ocurrió el prodigio de que éste se trans-
(62) Alfonso Trueba, op. cit., pág. 53.
198
Fundaci\363n Speiro
FOR]ADOR.BS DE MEXICO
formó en un árbol que aún a la fecha produce un extraño fruto
al
cual se le atribuyen propiedades milagrosas: espinas en for
ma de cruces.
El arbusto es un huizacbe
y,
en
todo Querétano, se le cono
ce como «árbol de las
cruces». Se encuentra en la huerta del
Convento de
la Santa Cruz, allá en la Loma de Sangremal.
Fray Antonio Margil de Jesús fue un predicador incansable.
que lo mismo estaba en Panamá que en
Texas, en
Guadalajara
que en San. Luis de Potosí, en Guatemala o en Zacatecas. Un verdadero apóstol de América que no se daba un punto
de reposo con
tal de extender el Reino de Dios.
Como anécdota se cuenta que, en cierta ocasión, un amigo
le preguntó si sentiría mucho morir y dejar
las misiones, a lo
cual el buen fraile respondió:·
-Si
Dios quiere, sacará un borrico a la plaza y
hará de él
un predicador que convierta
al mundo.
Uno de sus biógrafos nos
dice que «era tan
venerado en
Querétaro que, hasta en
la calle, le cortaban pedazos a su manto
para coservarlo como prenda
santa» (
63 ).
Este varón de Dios expiró santamente el 6
de agosto de
1726, en el Convento de San Francisco, de
la ciudad de México.
-El 31
de julio de 1835 el Papa Gregorio XVI declaró la he
roicidad de sus virtudes y le honró con
el útulo de Venerable.
Sus restos reposan en
la Capilla de ·la Purísima, de la Cate
dral Metropolitana.
9. Fray Junlpero Serra.
Este eximio apóstol, egregio fundador de las nueve prime
ras misiones que se extienden desde San Diego hasta San Fran
cisco, nació en
la isla de Mallorcá en 1713.
Recibió en el bautismo el
nombre de :Miguel José, pero al
(63) Eduardo Enrique Ríos, Fray, Ma,gil ,de Jesús, Editorial Jus,
3.' edic., MéxicÓ, 1959, pág. 184.
199
Fundaci\363n Speiro
NEMESIO RODRIGUEZ WIS
profesar en la orden de San Francisco se lo cambió por el de Junípero. Durante su noviciado se propuso ser un hombre consagrado
a Dios y a estudiar las ciencias- humanas y divinas. Concluido
el noviciado estudió Filosofía y
Teología hasta
obtener
el grado
de doctor en esta última ciencia.
En 17 48 se
incorpora a
un grupo de misioneros dedicados a
las misiones del Colegio Apostólico de la ciudad de México.
Al llegar a la Nueva España es enviado a las misiones de la
Sierra Gorda,
allá en Querétano, en donde trabajó incansable
mente
durante nueve años evangelizando a los pames y a los jo
nases. Fray Junípero y sus compañeros de apostolado trabaja
ron de tal modo que. poco a poco, lograron reducirlos a una
vida cristiana.
En 176 7 le
son encomendadas
las misiones de
. California
y
hasta aquellas latitudes llega Fray Junípero a la cabeza de
quince
misioneros.
Lo primero que hizo fue colocar a sus compañeros en las
diversas misiones que anteriormente habían establecido los je
suitas que acababan de ser expulsados por Carlos III.
Fray Junípero se encaminaba hacia el norte y,
el 10 de julio
de 1768, funda la
ptimera misión
en la Alta California,
reglón
que
hasta entonces no había sido evangelizada. Esa primera mi
sión la dedica a San Diego de Alcalá.
En 1769 funda la de San Carlos; en 1771 las de San An
tonio y San Gabriel y, en 1772, la de San Luis Obispo.
«Su desbordante optimismo se nos antoja, a veces, infantil,
pero deja de parecerlo cuando comprobamos que iba unido a
un profundo espíritu práctico y a una de esas
voluntades que,
simplemente,
se niegan a rendirse ante los obstáculos. Serra po
día soñar
con
la fundación de nuevas misiones, pero sin olvi
darse nunca -según suelen los meros soñadores- de calcular la
harina, los ornamentos, las campanas, -los clavos, -los faroles, la
cera, la carne, la piedra, el agua y todo el resto de utensilios y
200
Fundaci\363n Speiro
·FORJADORES DE MEXICO
provisiones -hasta los menores detalles------,-que necesitaban para
dichos establecimientos» ( 64 ).
Fray Junípero era
to.do un
torbellino de actividad misional
que jamás perdía su contacto con
el Señor, ya que su saludo era
siempre: «¡Amad a Dios, hermanos!». Acogía con bondad y hu
mildad a los indígenas californianos y los trataba con tanto amor
que éstos le entregaban a sus hijos para que los educase y bau
tizase.
Fray Francisco Palou, su comp.añero de apostólicos aianes y
uno de sus mejores biógrafos, nos dice acerca de este personaje:
«La mayor pena que daba al compasivo corazón de este sier
vo de Dios era el no tener qué dar a los pobres indios, tan ne
cesitados, procurando consolarlos con amorosas palabras, repar tiéndoles por su propia mano la comida, aun aquella que para sí
necesitaba, y lo mismo hacía de la poca ropa, por sus propias
manos contaba las camisas y enaguas, como también cotones y
calzones para los muchachos, y por sus propias manos se ama
ñaba a coser para instruir a los· neófitos, como que en breve
aprendieron» (65).
En 1776, cuando se inicia la lucha de independencia de las
trece colonias inglesas, Fray Junípero Serra funda las misiones
de San Francisco
y de San Juan Capistrano.
Es decir que, cuando en la costa atlántica los Estados Uni
dos nadan a
la vida independiente de un modo diminuto, en el
otro ·extremo -en la costa del Pacífico-- Fray Junípero fun
daba
la que sería una de las ciudades . más itnportantes del na:
ciente
estado: San Francisco.
Durante los últimos años de su vida, Fray Junípero Serra
recorre, de norte a sur, y de sur a norte; la Alta California, ad
ministrando
sa~ramentos _a
los neófitos, a quienes
acogía con el
( 64) Lino Gómez Canedo, De México a la alta California, Editorial
Jus, 1.• edic., México, 1969, pág. XXII.
( 65) Relación histórica de la vida y apostólicas tareas ·del venerable
padre Fray ]unipero Serra, Editorial -Porrúá, l.ª edic., México, 1975, · pá
ginas 203 y 204.
201
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
mismo amor con que un padre recibe a un hijo descarriado que.
arrepentido,
vuelve a casa.
«Nunca el miedo de perder
la vida en manos de los bárba
ros I
ehizo volver atrás; sólo lo contenía, tal cual vez, la con
sideración de los malos
efectos que
podían
resultar de
perder
la vida en manos de aquellos a que había venido a darles la vida
espiritual; y solía muchas
veces decir, que de quitar la vida a
los padres, aún quedaría regada la tierra; pero
la tropa militar
querría vengar la muerte,
de lo que resultaría la perdición de
muchos infelices indios y
la apostasía de los demás, dejando la
misión despoblada ... » ( 66 ).
Murió en Monterrey
(Califonúa) el
28 de agosto de 1784.
Su causa de beatificación está introducida en Roma, y es tal la
gratitud que en Norteamérica se le tiene, que la California ame
ricana le ha_ consagrado numerosos monumentos, entre los cuales
destaca uno que se elevó por elección popular de los propios
californianos en
la «sala de la fama» del Capitolio de Washington.
«Puede afirmarse, plenamente, que Junípero logró crear una
Arcadia cristiana,
una. Utopía
como no
la soñó Tomás Moro,
una ciudad del sol sin las rigideces geométricas
y absurdas de
Campanella: un remedo de paraíso que, acaso, no tiene paralelo
en la historia del mundo» (67).
Fray Junípero Serra dejó el camino para quienes, detrás de
él, llegaron; el resto de su obra fue completada por otros mi
sioneros quienes,
al ver que abundaban las parras silvestres, tra
jeron sarmientos desde
la Baja Califonúa; éstos fructificaron y
produjeron un vino sólo comparable a los mejores de Europa.
Asimismo sembraron
árboles frutales, como duraznos, membri
llos, melocotones, granadas, etc.
Como bien nos dice
Alfunso Trueba:
«La historia de
Cali
fonúa evoca el tiempo en que nuestro pueblo se ocupaba en la
(66) Ibld., pág. 206.
( 67) Pablo Herréra Castillo, Fray ] u"nf-pero Serra, civilizador de las
Californias, Editorial Jus, 3.• edic., México, 1960, pág. 132.
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MfiXICO
grande tarea de extendet la civilización hacia los confines del
Nuevo
Mundo» (
68 ).
En el último tercio del siglo
XVIII, cuando en Filadelfia so
naba
la campana de la
libertad, en
el lejano oeste tenía lugar
un acontecimiento de singular transcendencia. México crecía, se ensanchaba hacia el norte.
En aquellos momentos la ,noble nación. mexicana eta una
potencia evangelizadora
y civilizadora.
En aquel lejano rincón del mundo, el noroeste de la Nueva
España, las gentes vivían felices dedicadas únicamente a disfru tar del hontado producto de su trabajo. Ahora comprendemos cuánta razón tenía el gobetnador de
California, don Diego Borica cuando, en 1794, escribía a sus
amigos
y les decía: «Este es el país más quieto y pacífico del
mundo. Uno vive mejor
aquí que
en
la ·corte más culta de
Europa». ¡Qué contraste! Apenas medio siglo
antes aquel
era un
in
menso
desierto habitado por indios rudos y salvajes.
Peto llegó Fray Junípero y un puñado de franciscanos y
all!
se
opetó un cambio radical. Y aún es hoy el día en que, en aquellos
labrantíos y viñe
dos,
bajo
la sombra amorosa de Fray Junípero Serra, aún per
dura
el espíritu de la Hispanidad.
Al noroeste de México se encuentra California y
ali! están
enclavados
nada menos que los confines en donde empieza esa
gran nación que es Iberoarnérica.
(Continuará.)
(68) California, tierra perdida, Editorial Campeador, l.' edic., México,
1956, pág. J.
203
Fundaci\363n Speiro
(Continuación)
POR
NEMBSIO Ro»RÍGUEZ LoIS
VI. Nueve semblanzas edificantes.
«La conquista espiritual procedió de dos modos: uno posi
tivo y orto negativo. El método· positivo era evangélico, en el
sentido de que
trataba de
poner la vida de los indígenas
de
acuerdo con las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo. El mé
todo negativo consistía en ir eliminando las costumbres inhuma
nas
y anticristianas, tales como los sacrificios de hombres, el ca
nibalismo ritual consiguiente, el culto al demonio
y otras seme
jantes» (38).
Como ya lo hemos
dicho, en la ingente labor que los misio
neros se propusieron de forjar -a la nación mexicana, ocurrió que
no sólo evangelizaron sino que -al mismo tiempo- también
civilizaron.
Ya hemos mencionado cómo no fue sino hasta 1524 -con
la llegada de los doce frailes franciscanos-
que empezó
en Mé
xico la evangelización metódica y sistemática.
Posteriormente se establece
la jerarquía, siendo los tres pri
meros obispos
-y de renombre universal- Julián Garcés, Juan
de Zumárraga
y Vasco de Quiroga.
Sin
pretender ser exhaustivos, pero no por
ello descuidando
(38) Joseph H. L. Schlarman, México, tierra de volcanes (traducci6n:
Carlos de Maria y Campos), Editorial Porrúa, 7." ed., México, 1965, pá
gina 144.
173
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NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
el justo reconocimiento que se debe a figuras de talla excepcio
nal, es la razón por la que en este capítulo hablaremos breve
mente de los principales misioneros a quienes la nación mexi
cana les debe con toda justicia
el nombre de «padres».
Los principales
·~adres de la nación mexicana y a quienes
México debe un
testimouio eterno
de gratitud son los varones
que a continuación mencionamos:
l. Fray Pedro de Gante.
2. Fray Toribio de Benavente (Motolinía).
3. Fray Domingo de Betanzos.
4. Fray Andrés de Olmos.
5. Fray Juan Bautista Moya.
6. Francisco Eusebio Kino.
7, Juan María Salvatierra.
8. Fray Antonio Margil de Jesús.
9. Fray Junípero Serra.
Nueve santos varones cuya vida fue una continua ofrenda
ante el altar de
Dios para
lograr que miles
de pueblos dispersos
y hostiles entre sí se unificasen en lo lingüístico, en lo racial y
en lo religioso hasta constituir la nación mexicana. Hablaremos brevemente de cada uno de ellos.
l. Fray Pedro de Gante.
Este personaje no era español sino de origen flamenco, su
verdadero nombre
fue Peeter Van
der Moere y, según dicen,
era pariente cercano del Emperador Carlos V.
Sus años
mozos los
vive en la Europa convulsionada por
el
protestantismo y, al igual que su primo don Carlos, el caballero
flamenco toma la decisión
de luchar por la defensa y conserva
ción de la Fe amenazada.
Este personaje ha estado en España y allí ha respirado
el
aire puro de una nación que -gracias a Isabel la Católica y al
Cardenal Cisneros- se
halla libre de herejes.
174
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MEXICO
«Salvada con estas medidas la unidad interna, España se
halló providencialmente preparada para defender la fe en
el testo
de Europa
y .propagatla .en América. Así cumplió su destino de.
muro
de contención de todas las herejías.
»Pues bien, a esa España sólida y ferviente
lleg9 . el
caba
llero Pedro de Mura cuando estaba por decidir el rumbo de su
vida. Debió encontrar señales que se lo mateaban en un país
en que se respiraba aire de
cruzada ...
»Ahí estaba
una
misión pata
él, que apenas descubierta, fue
gozosamente aceptada. Dejatía
el esplendor de la corte de1 rey
Carlos
y el camino de los honores y la riqueza pata vestir
el
sayal franciscano. Dejatía su Flandes amado, su regia familia, e
iría del otro lado del mat, entre extrañas naciones, a llevar el
Evangelio» (39).
Y, acompañado por otros dos religiosos -Fray Juan de Tec-
·
to
y Fray Juan de Aora-, el ahora humilde Fray Pedro de
Gante se embarca
para el Nuevo Mundo, llegando a Veracruz el
30 de agosto de 1523.
Llegan a México y, como la ciudad se hallaba en plena re
construcción, se establecen en T ex coco, en donde se dedican al
estudio de la lengua nahuatl.
Meses después llegan los doce frailes que encabeza Fray Mar
tín de Valencia y los tres misioneros -flamencos se incorporan a
la misión.
En octubre de 1525 los Padres Tecto y Aora patten con
Cortés a las Hibueras, expedición en la cual fallecen, motivo
por
el cual queda Fray Pedro sin la compañía de sus hermanos
de sangre
y triste por verse en medio de extranjeros,
Vive en Texcoco algunos años y funda
allí -en
1523-
la
primera escuela de cultura europea que, en América, existió de
dicada pata los indios. Empezaba
el buen fraile un trabajo atduo
al cual se dedicaría por
el resto de su vida: la educación de los
naturales, de quien fue
el primer maestro.
(39) Alfonso Trueba, Fray Pedro de Gante, Editorial Jus, 2.• edi.,
México, 1959, p.ig. 14.
175
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NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
«Entonces se desentiende de lo que pasa en torno suyo y,
en silencio, humildemente, ocúpase de su trabajo, es decir, es
tudia
la lengua de los nativos, que llega a dominar, recoge en
su casa a los hijos de los sefíores principales, los inicia en el co
nocimiento
de la fe católica, lo~ ensefía a leer y escribir. En el
sitio donde está el
hermoso atrio de la iglesia mayor de Texcoco
junta a los niños para instruirlos en la doctrina
cristiana y en
las primeras
letras» (
40 ).
Años después se traslada a la ciudad de
México y
aquí fun
da una escuela en donde ejercería, por espacio de medio siglo,
su tarea educativa.
Nos referimos a una escuela que estaba ubicada detrás de la
iglesia del covento de San Francisco.
Allí se
dedicó a la ensefían
za del
indígena, al
que alfabetizó, ensefíó a cantar, a tañer instru
mentos musicales y a trabajar ya que con la práctica del trabajo
manual evitaba el ocio, fuente de todos los vicios.
En la escuela de Fray Pedro de Gante no sólo se ensefíaban
artes
útiles, sino también
bellas artes, motivo por el que
podría
mos
decir que
allí se inició el florecimiento del arte religioso
mexicano, en todas sus expresiones: escultura, pintura, orfebre
ría y arquitectura. «Ahora bien, 'educar' significa, etimológicamente, 'llevar fue
ra', esto es, sacar lo que está oculto, revelar lo interio'r y en
sentido más amplio, desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales de una
persolla. Fray
Pedro de Gante fue,
por esto, un gran educador. Desarrolló en su escuela las facul tades artísticas del indio mexicano, cultivó su amor a la .belleza
y reveló el prodigio de su alma creadora. La objetivación de este trabajo educativo se halla en cualquier sitio de
México: en
los
retablos de las iglesias, en los paramentos ricamente bordados,
en ·µn vaso de plata, en un°-cacharro crimún y corrier~te, en una
cruz a la vera de cualquier camino, en la imagen torturada de
(40) Ibld., pág. 20.
176
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MEXICO
Cristo que podemos observar en la penumbra de. la humilde
iglesia
de un pueblo» (41).
Fray Pedro de Gante gozó de una .larga vida en la úerra,
falleciendo en 1572, cuando tenía cerca de 90
años, de
los cuales
más de
la mitad los consagro única y totalmente al servicio de
Dios y de los indios.
Y ya para concluir esta primera semblaza citaremos unas
frases
de uno de sus biógrafos:
«Fue uno de
los que
trazaron un
camino en
el suelo
de Mé
xico. Nos dejó una teoría de
la vida, un sistema de valores. No
dijci: todo hombre úene derecho a la búsqueda de la felicidad, sino: todo hombre úene derecho a salvarse. No importa que sea
pobre, rico, negro o verde. Tiene una alma, y es alma inmortal,
valiosísima, redimida al precio mayor que el hombre puede pa gar:
la sangre de Dios mismo.
»Sobre estas
bases construyó una civilización,
la nuestra, la
mexicana. Bella, espléndida civilización, florecida al mismo úem
po en todo
el conúnente» (42).
2. Fray Toribio de Benavente (Motolinia).
Nació en el reino de León, concretamente en la Villa de Be
navente. Y va a tomar
el hábito franciscano en la provincia Se
r.mea de
Sanúago
Apóstol.
Llega
a México en 1524 ya que es uno de los doce frailes
que vienen con Fray
Martín de Valencia.
Según anteriormente comentamos, fue este fraile quien dio
un fuerte tesúmonio de su franciscano amor a
la hermana po
breza cuando adoptó, para el resto de sus días, el nombre de
«Motolinía», vocablo
que en lengua nahuatl quiere decir «pobre».
Con
el objeto de que se formase un pueblo de españoles
desúnados a labrar
la tierra y donde se recogiesen muchos cris-
(41) [bid., pág. 39.
(42) [bid., pág. 6.
177
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
tianos ociosos y vagabundos que podrían causar problemas; los
franciscanos suplicaron a
la Audiencia que se fundase una ciudad
que estuviera situada a mitad
de camino entre México y Veracruz.
Fue así que Fray Toribio de Benavente se
ocupó de
promo
ver la fundación ele
la ciudad de Puebla, fundación que tuvo
lugar el 16 de abril de 1531. Fue Motolinía quien dijo
allí la primera Misa que se cele
bró y quien, junto con Fray García de Cisneros, le
impuso· el
bello
nombre de la Puebla de los Angeles.
El nombre tuvo su origen en un sueño que Motolinía había
tenido y en el cual había visto cómo eran los ángeles del cielo
los que medían el terreno
. y
diseñaban la traza de la nueva ciu
dad en un paraje determinado que -una -vez despierto- Fray
Toribio identificó plenamente.
Este humilde y santo fraile fue uno de los doce que con
mayor aliento y fervor trabajaron en
la evangelización de los
naturales; conviene recordar que
él sólo bautizó a más de cuatro
cientas mil personas.
Según las crónicas, el Padre Motolinía fue el que, de los
doce, «el que anduvo más tierra», ya que emprendía largas jor
nadas para propagar el Evangelio, llevándolo su celo apostólico
hasta la remota Nicaragua.
En todas sus peregrinaciones evangélicas a través _de valles,
sierras,
ríos o
pantanos el fraile iba descalzo y con sus hábitos
rotos.
De 1536 a 1539 se halla de guardián en el convento de
Tlaxcala y allí empieza a escribir su preciosa «Historia de los
Indios de la Nueva España», obra que emprendió obligado por
fa santa virtud de la obediencia.
Su estilo es el propio de los mejores escritores del Siglo de
Oro, pero lo valioso de la obra va a ser la verdad rigurosa con
que expone los hechos pasados.
Quienes deseen estudiar las antigüedades del país y conocer
el estado en que los pueblos del Anahuac se -hallaban antes de
la conquista deberán recurrir a la obra de Motolin!a la cual -his-
178
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MEXICO
toriadores extranjeros como Prescott- reconocen como de pri~
roer orden.
Otras obras citadas por
él son
la Doctrina Cristiana en len
gua
mexicana, Tratados
de materias espirituales y devotas, Me
morial.es, etc.
Obra de Motolinía, digna de especial mención -y de la cual
hablaremos en capítulo aparte--, en su célebre carta al Empe
rador Carlos V en la cual rebate las calumnias y exageraciones
propagadas por Fray Batolomé de las Casas.
Cuarenta y cinco años trabaj6 Fray Toribio de Benavente
por el bien de la
nueva nación
mexicana. Cuarenta
y cinco años
fecundos de predicar, enseñar, peregrinar, investigar y escribir.
Por fin,
el 9 de agosto de 1569, en el convento de San Fran
cisco de
México, entrega
su alma al Señor: «Fue el último de
los doce que pagó tributo a la tierra que había fecundado con su doctrina, edificado con su
virtud e
ilustrado con sus afanes
apostólicos» ( 43 ).
3. Fray
Domingo de
Betanws.
De
este personaje
empezaremos · diciendo
que fue el funda
dor de la Orden Dominica en nuestra patria y su vida es la vida
de un
hombre extraordinario que estuvo dominado por una idea:
salvarse y salvar a los demás.
Su nombre original era Francisco y
habla nacido
en la ciu
dad de León (España), entre 1470 y 1480. Sus padres le envían
a estudiar a la . Universidad de Salamanca y
allí destaca como
brillantísimo alumno cuyo nombre empieza a pronunciarse
c
y alabanza.
Siente la llamada de Dios para dedicarse a la vida contem
plativa y
peregrina· por
media Europa. Después de pasar por
muchas peripecias regresa· a
Salamanca en
donde, siguiendo
el
(43) Alfonso Trucha, Doce antorchas, Editorial Jus, 3.' ed:, México,
1975, pág. 112. 179
Fundaci\363n Speiro
NEMESIO RODRJGUEZ WIS
consejo de su amigo Pedro de Atronada, decide hacerse fraile
dominico. Al profesar dejó su nombre de Francisco por
el de
Domingo, fundador
de la Orden de los Predicadores.
En 1526 llegan a México
~bajo las
órdenes de Fray Tomás
Ortiz- los doce primeros frailes dominicos y entre ellos venía
también
el austero Fray Domingo de Betanzos.
En menos de un año, fallecieron la mayoría de esos religio
sos y Fray Tomás
Ottiz decidió
regresar a
España, motivo
por
el cual Fray Domingo quedó destinado a ser el fundador y pro
pagador de la orden dominicana en tierras de
la Nueva España.
Fray Domingo impone un régimen de pobreza y austeridad
entre frailes y profesos y su ejemplo hace que muy pronto sur
jan nuevas vocaciones.
Funda un convento en Tepetlaoxtoc -pueblo situado a unos
cuantos kilómetros al
oriente de
Texcoco--, y allí se dedica
el
bueri fraile a orar y meditar.
Fray Domingo predica en Guatemala y allí funda la Orden.
Viaja luego a Roma y consigue que el Papa Clemente VII erija
la provincia dominicana de Méxieo como independiente de la
Isla Española. Resuelta esta controversia jurídica, Fray Domingo regresa a
México y una vez
aquí envía
misioneros a los mixtecos y zapo
tecos, a la vez que establece
-conventos
en
México, Puebla
y
Oaxaca.
«Oajaca, como Salamanca, San Gregorio de Valladolid,
San Pablo de Sevilla, etc., era semillero de excelentes hijos de
Santo Domingo. Aquí como
allá habla grandes maestros de san
tidad que
ponían cátedra
de virtud heroica. Y los novicios apren
dieron a
-castigar
su cuerpo, mortificarse por bien de las almas,
renunciar a su propia voluntad y hacer de su vida un holocausto
por amor a
Dios» (
44
).'
Cuando
aquí empieza a difundirse la opinión de que los
in
dios -eran seres incapaces de recibir los sacramentos, es Fray Do-
(44) Esteban Arroyo, Los' dominicos, foriadores de la civilización oaia
queña, l,• edic.1 Oajaca, 1961, tomo II, pág. XL.
180
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FORJADORES DE MEXICO
mingo de Betanzos quien sale en defensa_ de las razas nativas y
quien recurre al Sumo Pontífice_ para que . declarasi; conforme . a
la verdadera doctrina de la Iglesia.
Y fue así como -por instrucciones
. de
Fray
Dm¡rlngo de
Betanzos--el religioso Fray Bernadirno _de Minaya llega ante el
Papa, lleva varias cartas -entre ellas la de Fray_
Julián Gar
cés--, expone el asunto y obtiene la bula de que hablaremos
con mayor detalle en capítulo aparte.
Por lo pronto, hay que repetir. e insistir hasta la
saciedad
que
fueron los
. obispos
y los frailes -especialmente los
dqlllÍni
cos,
representados por Fray
Julián Garcés y Fray Domingo de
Betanzos-- quienes cortaron de
raíz las
err6neas doctrinas acerca
de la capacidad de los indios,
y quienes promovieron . ante la
Santa Sede una declaraci6n que pusiera fin a tales disputas. En 1549 viaja a España
y, en
el convento de San Pablo,
en Valladolid, fallece a principios de septiembre. Se extinguía
la vida de un santo ap6stol a quien, en justicia, debemos con
siderar como todo un libertador
_de las
razas indígenas.
Uno de sus biógrafos nos dice que «Fray Domingo de
Be
tanzos era un humanista, como Fray Julián Garcés y otros nota
bles
dolllÍnicos. Pero,
¿qué clase de humanismo era el suyo?
Bueno es decir sobre esto dos palabras.
«El humanismo de Betanzcis era el humanismo español, de
finido por
Maeztú como 'una
fe profunda en la igualdad esen
cial de los hombres,
en medio
de las diferencias de valor.
dé las
distintas
posiciones que
ocupan y
de las obras que hacen'. Se
gún este concepto, todo
hombre, sea
cualquiera
sú posición
so
cial,
· su saber, su· carácter, su ·nación o su ·raza, es siempre u'n
hombre, capaz de salvarse. Este humanismo es de origen reli
gioso.·
Es la doctrina del hombre qúe enseña la Iglesiq., Católica
y que· había penetrado profundamente
en las conciencias espa
ñolas. Es la · filosofía·
expuesta en· 1a· carta del señor Garcés y
declarada en la bula SubÍiínis JJeus.
»Nada tiene que ver este humanismo con el que se originó
en los tiempos del Renacimiento, cuando 'al descubrirse los ma
nuscritos griegos, encontraron los eruditos en las
Vidas paralelas
181
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NEMESIO RODRIGUEZ WIS
de Plutarco unos tipos de hombres que les parecieron más dig
nos de servir de modelo a los demás que los santos del
año
cristiano'.
» Tampoco tiene que ver con d llamado humanismo moder
no, comunista, que postula la 'igualdad esencial de los cuerpos'
y que, en resumen, supone que el hombre es un borrego cuya
alma puede suprimirse para que viva feliz en el rebaño. »El humanismo cristiano profesado por el P. Betanzos es
ajeno a estas aberraciones. Se
funda en el Evangelio y es, por
tanto, opuesto al humanismo materialista» ( 45).
4. Fray Andrés de Olmos.
Este santo, forjador de la patria mexicana, nació en la mis
ma tierra donde naciera el Cid Campeador, o sea, en la provin
cia de Burgos.
Estudió en su juventud leyes y cánones sagrados. Tomó el
hábito de
San Francisco en el convento de Valladolid e
hizo
amistad
con Fray Juan de Zumárraga con motivo de una pesqui
sa que, acerca de las brujas de Vizcaya, tuvieron que realizar
conjuntamente los dos religiosos. Cuando Zurnárraga fue nombrado Obispo de
México, eli
gió
a Fray Andrés como compañero y fue así como este fraile
llegó a tierras de
la Nueva España un 6 de diciembre de 1528.
Este misionero es a quien Tamaulipas le debe la
lllll de
la
Fe, ya que fue precisamente en la Huasteca, en Pánuco y en Tampico en donde Fray Andrés de Olmos realizó su apostolado. El P.
Olmos, en
su afán misionero, llegó hasta los
límites
de
la Florida y, según los historiadores, el lema que lo impul
saba era: «La
Ctllll delante»,
frase que
respondía cuando
sus
hermanos frailes
-'---Compadecidos del
mucho trabajo que reali
zaba- le pedían que descansase un poco.
( 45) Alfonso Trueba, Dos libertadores, Editorial Campeador, l.• edic.,
México,
1955,
págs. 51 y 52. .
182
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FORJADORES DE MEXICO
Este religioso, que hablaba diez lenguas indígenas, fue -jun
to con Fray Luis de Fuensalida- uno de los fundadores del
teatro en
México.
En
lo que a este punto se refiere, diremos que Fray Andrés
de Olmos fundó el teatro y, al hacerlo, no lo hizo motivado
por el simple hacer «arte por
el arte», sino que lo que el fraile
perseguía era una finalidad evangelizadora; y, para ello, fue que aprovechó
el gran interés que los indígenas sentían por las re
presentaciones dramáticas.
«Con
el propósito de propagar la fe cristiana, los misione
ros
adaptaron a las formas teatrales del medioevo
el incipiente
arte dramático de los indios, aprovechando
las fiestas florales,
cantos rituales y danzas o pantomimas que éstos realizaban como
parte de sus actos de culto. Comprendiendo
el valor que estas
representaciones tenían para
difundir los
principios del cristia
nismo, encauzaron el gusto de los naturales por dichos espectá
culos hacia los dogmas y la moral que ellos venían a predicar,
restáodoles su sentido pagano» ( 46 ).
Cuando los misioneros llegan a
México se
encuentran con
que el problema más grave al que habrán de enfrentarse es
la
poligamia, la cual -según Ricard-, «más que un abuso, era
una institución. Las mujeres
eran, al núsmo tiempo,
servidoras
y compañeras de vida marital; se dedicaban a toda clase de tra
bajos productivos y eran un capital cuya renuncia resultaba muy
dura: sin la poligamia, muchos de los principales no hubieran
podido vivir» ( 47).
Tomando en cuenta que, según Santo Tomás, «la lujuria nos
impide pensar en lo eterno» y que, según San Pablo, «el hom
bre carnal es incapaz de apreciar las cosas de Dios»
(I Cor. 2,
14 ), es contra este vicio contra el que los primeros misioneros
van a enfocar todas sus baterías.
( 46) Sergio Howland Bustamante, Historia de la literatura mexicana,.
Editorial Trillas, 4.• reimpresi6n, México, 1972, pág. 69.
(47) Robert Ricard, La conquista espiritual de M,xico (traductor: An.
gel, María Garibay), &:lici6n conjunta de Jus y Polis, 1.ª edic., México,
1947, págs. 230 y 231.
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NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
Y, para evangelizarlos, esto es, «convertirlos» y hacer que
cambiasen sus costumbres, fue necesario recurrir a medios _di
dácticos que les hiciesen comprender los grandes misterios de
la religión católica. Fue así como su introdujo el teatro en
la Nueva España. Y
el mérito indiscutible hay que dárselo a Fray Andrés de Olmos. Fray Andrés escribe en mahuatl un auto titulado «El Juicio
Final», que
fue representado en
la capilla de San José de los
Naturales -lugar de acción de Fray Pedro de Gante- en
pre
sencia
del obispo
Zumárraga y
del virrey don Antonio de Men
doza. En 1533, en el curso de una representación en la que toma
ron parte ochocientas personas, se escenifica, en México, la pri
. mera obra teatral. Por este motivo, a Fray Andrés de Olmos
-'-autor de la pieza y traductor de ésta al nahuatl-, hay que
considerarlo como uno de los fundadores del teatro en nuestra
patria. Se .estaba implantando el buen teatro, o sea, el que tiene
por finalidad hacer mejores a los hombres. A propósito de esta obra, un especialista en el tema nos dice
lo. siguiente:
«En esta obra mexicana, por el--contrario, no se critica, ni se
censura, ni se hace mofa de nadie. El problema central sobre el
que cae
el peso de la condena del dios vengador es único: el de
1a bigamia. Desde las palabras introductorias dichas por el Ar
cángel San Miguel, se plantea el "leit motiv" que seguirá am plificándose a lo largo del desarrollo: "Vivid vuestras
vidas rec
tamente
en cuanto al séptimo sacramento (el casamiento),
por
que ya viene el día del Juicio"» ( 48).
En
el curso · de la obra uno de los personajes es una tal
Luda, la cual se condena
eternameiite· por
haber tenido una
vida disipada
y por haber despreciado el sacramento del ma
trimonio.
{48) Oth6n Arróniz, Teatro-de evangelizaci6n en N-ueva·España, Uni
versidad Nacional Aut6noma de México, 1.• ed., México, 1979, pág: 23.
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FORJADORES DE MEXICO
Al final de la obra, cuando todo . está. en la penumbra y se
produce un silencio .sobrecogedor, un sacerdote aparece ante
el
público para decir: «¡Oh, amados hijos
míos! ¡Oh,
cristianos! ¡Oh, criaturas de
Dios! Ya habéis visto esta cosa terrible, espantosa. Pues así
como
la veis, todo es verdad, porque está escrito en los libros sa
grados. ¡Miraos en vuestro propio espejo! Que lo que sucedió en este lugar no os vaya a pasar. Este ejemplo nos lo ha ofre
cido Dios». El autor citado, especialista en
. temas
de teatro evangeliza
dor, acerca de esta obra fundadora del género dramático en
nuestra patria nos comenta lo siguiente:
«Frente a las obras de teatro que van a sucederle inmediata
mente,·
«el Juicio» muestra una pobreza de recursos en el men
saje psicológico de sus personajés, que parece venir, no de un
modelo dramático, sino
de un texto religioso. En cierta manera,
es solamente un sermón dialogado: una ejemplificación de lo que sucederá a los pecadores si no se
enmiendan. Es una amo
·nestación visual que, sin recato, éoncluye presentando al sacer
dote, al final de la
obra, para
hacer
.aún más
explícito
el men
saje religioso» ( 49). Que bien cierto es aquello de que
«el arte es el lazarillo
que lleva a Dios por la tierra». O sea, que
el arte, bien encau
zado, es un medio admirable para llevar la Fe a las rudas men
tes del pueblo. Durante
la Edad Media, escultores, arquitectos y pintores,
evangélizarori por
medio de
maravillosas obras
de arte que aún
hoy producen admiración universal. Pues bien,
la Iglesia llega a México como madre amorosa,
toma entl'e sUS manos a ·aquéllos inermes seres que pocos años
atrás eran sacrificados de un modo diabólico y les da el men
saje
redentor de
un modo bello y agradable a
los· sentidos.
Y, a1 evangelizar por medio del -teatro, se estaba insertando
a nuestros indígenas dentro de
la. cultura
occidental
y cristiana.
(49) Ibld., pág. 28.
c185
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·NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
Muy pronto los primitivos mexicanos asimilarían l,¡ lección
y empezarían a brotar por doquier verdaderos genios dentro de
las más diversas artes.
El caso es que la obra de Fray Andrés de Olmos, así como
de otros santos varones que, en el terreno del
teatro religioso
siguieron sus pasos,
dio muy
pronto resultados concretos y po
sitivos.
«Hemos de decir que, si la poligamia no pudo ser desarrai
gada de un solo impulso, sí fue desapereciendo lentamente por
la fuerza misma de
los hechos.
Fue cuestión sólo de una o dos
generaciones. Llegó un momento en que los indios en edad de
contraer matrimonio, en su mayoría hablan sido bautizados al
nacer, o muy pequeños aún, habían recibido una educación neta
mente cristiana, se habían impregnado del ambiente cristiano
y,
no teniendo que arrostrar la dificultad de sacudir el yugo de vie
jas costumbres, acataron sin pena alguna el matrimonio con una
sola mujer, como es propio del cristianismo» (50). En poco
más de
medio siglo se había instaurado una socie
dad cristiana
y los viejos vicios derivados del paganismo antro
pófago quedaron atrás como una pesadilla de la cual nadie que
ría acordarse.
Esto nos hace meditar y ver cómo el teatro, pintura, escul
tura o cualquier otra de las bellas artes puede hacer mucho
bien o mucho mal según sea quienes
la manejen.
Así, por ejemplo, el hecho de que proliferen películas, obras
de teatro, novelas o pinturas en las que se ridiculice
la fidelidad
conyugal o se fomenie cualquier tipo de vicios, ni duda cabe
que
contribuye
a minar las bases morales de un pueblo.
Consideramos que esa es una de "las causas de que, en nues
tra época, estemos atravesando por una grave crisis de valores.
El enemigo nos ha arrebatado posiciones que., en otros tiem
pos fueron nuestras
y, desde allí, ha arremetido con furia in
cansable contra
lo más sagrado que tenemos: nuestra familia y
nuestra religión.
(50) Robert Ricard, op. cit., pág. 233.
186
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FORJADORES DE MBXICO
Conviene meditar esto y recordar cómo en los albores dd
siglo
xy:r ~cuando nacía d México católico--, un santo varón,
Fray Andrés de Olmos, nacido en
la árida tierra de Castilla que
viera cabalgar al Cid, comprendió que la integración de la na
cionalidad
mexicana sólo
podría
lograrse en
torno al fuerte nú
cleo que supone la familia católica. Y fue así que, para conven= a aquellos rudos paganos, ideó
el teatro evangelizador.
5. Fray Juan Bautista Moya.
Después de los franciscanos y de los dominicos, la tercera
orden religiosa en llegar a México fue la de los agustinos, quie
nes pisaron por vez primera nuestro suelo en 1533. A esta orden benemérita perteneció Fray Juan Bautista Moya,
quien había nacido en Jaén en 1504. Estudió en
la Universidad de Salamanca, pero atraído por
la vida religiosa entró, en 1522, como novicio en el convento
agustino que existía en dicha ciudad. Y a convertido en fraile, volvió a
la Universidad y allí alcanzó
fama
de ser uno de los predicadores más notables de su Orden.
Iba a venir a México junto con el grupo que llegó en 1533,
pero, mientras iba a Jaén a despedirse de sus familiares,
zarpó
el galeón con sus compañeros.
Hubo de esperar tres años y no fue sino hasta 1536 cuando
pudo venir junto con Fray Francisco de
la Cruz.
Hay que hacer notar que llegó descalzo hasta Sevilla y allí
se embarcó con otros agustinos, entre los que iba Fray Alonso
Gutiérrez quien, al llegar a México,
cambiaría d nombre
por
Fray Alonso de
la Vera Cruz.
Ya en México, Fray Juan Bautista Moya se fue a pie a la
región de Tierra Caliente (Guerrero), en donde fundó iglesias
y
monasterios en Tlapa y Chilapa. Duró ocho años entre los in
dios, de los que se calcula que bautizó más de seis mil.
En 1553 se le designa prior dd convento de
Tacámbaro,
187
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NEMESIO RODRIGUE~ WIS
cuya jurisdicción comprendía todo el sur y parte del poniente
de
Michoacán y Guerrero; estableció
la cabecera misional en
Pungarabato y allí comenzó su gran obra de · conquista espiri ·
tual
de pueblos.
Delgado en extremo,
mal vestid.o, peor alimentado, .este . santo
misionero iba siempre descalzo por los ásperos caminos de
aque
lla región. Se le atribuyen hechos sobrenaturales, como
el que
cruzaba
el río
Balsas sobre un caimán; que sus báculos, al enterrarse,
florecían; que
hacia aparecer el pan
para alimento de los pobres;
que se elevaba
del suelo
cuando estaba en oración y que oficia
ba Misa en tres lugares distintos a la misma hora.
Se cuenta que, en cierta Ocasión, en Zirándaro, invitó a co
mer al encomendero y al ofrecerle unas pobres tortillas que eran
su alimento, las oprimió entre sus manos y salió sangre. Ante
este prodigio el fraile le dijo a su invitado:
- Estas tortillas están hechas con sangre de indios pobres. Realizó una gran labor social, ya
que destacó
por su incan
sable fundación de pueblos, tales como
Pungarabato, Purungue,
Tuzantla,
Cutzamala, Zirándaro, San Juan Huetamo, Ajuchitlán,
Carácuaro, Sinagua, Urecho, Coahuayutla, Petatlán, Tecpan, etc. Como dato interesante de recordar diremos que, en Cará
cuaro, dejó una imagen que aún se conserva y a la cual el pue·
blo venera con
el nombre
de El Santo Cristo
del Misionero.
Con
su palabra elocuente y su vida ejemplar obtuvo
la con
versión de los indios tarascos y logró reducirlos a
la' vida civili
zada de los pueblos. Varón
excdso en
trabajo y santidad de quien, con acierto,
comenta Alberto
María Carreño, que «a la verdad se siente el
espíritu sobrecogido de estupor cuando va siguiendo sus pasos
encaminados, principalmente, a la
salvación de
los
indios» (51)
Pero,
si· digna
de admiración es la ingente
labor misionera
de
Fray
Juan Bautista
Moya, consideramos
que de
más
admira-
(51) Misioneros en Mhico, Editorial_ Jus, l.ª edic., Méxioc, 1961, pá-gillá 183. . . . . . . . · .
188
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FORJADORES DE MEXICO
ción aún es el hecho de que un hombre tan ilustre. -digno de
impartir cátedra en las mejores universidades
de Europa- aban
donase su cómoda posición intelectual que
poseía en
Salamanca
para venir a evangelizar a gentes rudas y salvajes.
Aquí es donde se encuadra muy bien aquel juicio expresa
do por el P. Constantino Bayle, S.
J., cuando nos dice que «la
Iglesia fue la gran fundadora de pueblos, cuya traza delineó la
mano del fraile, a quien vieron los indígenas amasar adobes,
acarrear piedras y ser arquitecto, alarife, carpintero y de otros
oficios, en los que acaso nunca pensó
mientras estudiaba,
sose
gadamente, los «Quodlibetos» en
San Esteban,
de Salamanca, o
en los Agustinos, de Alcalá» (52),
Pero el bueno de Fray Juan Bautista no buscaba pasajeras
glorias humanas, anhelaba la gloria eterna y, en su ·acendrado
amor a Dios, decidió que aquellos seres que no conocían aún la
Buena Nueva se bautizasen, cambiasen sus costumbres, adopta sen una vida cristiana y pudiesen un feliz
día ganar
también el
premio del Oelo.
Fray Juan Bautista Moya comprendía muy bien que los ta
lentos con que Dios generosamente le
habfa dotado
no
debe
rían
quedar inutilizados como piezas de museo que pueden ad
mirarse pero no tocarse; este santo misionero tuvo la madurez
del buen cristiano de comprender que esos talentos no eran
más que
simples instrumentos, simples herramientas con las que
debería de contribuir a extender el Reino de Cristo entre las almas que a su amorosa custodia
le fueran encomendadas.
Y al evangelizarlos y civilizarlos, el santo que atravesaba los
rlos sobre
un
caimán se
estaba convirtiendo en uno de los for
jadores de México.
Este fraile ejemplar
falleció en el convento de San Agustín,
de Valladolid (Morelia), un 20 de diciembre de
1567 y,
según
testigos presenciales, tuvieron que sepultarlo de prisa porque el
(52) La expansi6n misional de España, Editorial Labor, t.• edic., Ma
drid, 1946, pág. 152.
189
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NEMESIO RODRIGUEZ WIS
gentío se abalanzó sobre sus prendas, ya que la fama de santi
dad
del
difunto era
muy grande.
Y, allí, en el templo de San
Agustín de Morelia -a unos
cuantos pasos
de la tumba de Fray Diego Basalenque, otro santo
misionero de
la región-reposan los restos de este gran evange
lizador
que
hoy en día constituye una gloria
de México y de
la Iglesia. Lástima que nuestras autoridades eclesiásticas nada hayan
he
cho
por llevar adelante el .proceso de
beatiíicación de
quien, si
en vida se comportó como santo, es casi seguro que como tal ·
se encuentra ya dentro del coro de los bienaventurados.
6.
Francisco Eusebio Kino.
Como todos bien sabemos, la Compañía de Jesús fue fun.
dada por San Ignacio de Loyola, y fue el Papa Paulo III quien
le dio la aprobación un 27 de septiembre de
1540;
Como
bien nos dice Schlarman, el nombre de Compañía de
Jesús «sugería a
la mente del antiguo militar Ignacio, que los de
su grupo
habían de
estar prontos a luchar
bajo la bandera de
Cristo ... «La Compañía de Jesús fue creciendo y vio sus
filas aumen
tadas
por
jóvenes de
valor, procedentes de
diversas naciones.
Los jesuitas, como vinieron ·a llamarse con d tiempo, se convir
tieron · en los principales agentes de la reforma interior de la
Iglesia en toda Europa»
(53 }.
Pues bien, México -la nuevá nación que Se estaba forjan
do dentro del modelo de la Cristiandad- llamó la atención de
San Ignacio, quien le escribi6 a sus hermanos
de· España: «En
viad
misioneros a México,
si os los piden, y aun cuando no os
los pidan».· Conviene
· aclarar
que ya don Vasco de Quiroga había escrito
pidiendo que se enviaran misioneros jesuitas a la Nueva España.
(53) · Mlxico, tierra de volcanes ( traductor: Carlos de Maria y Cam-
pos), Editorial Porrúa, 7.• edic., México, 1965, p,!g. 171. •
190
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FORJADORES DE MBXICO
Y fue el 28 de septiembre de 1572 --il los treinta y dos
años exactos de la aprobación
de la Compañía por Paulo III
que llegaron a México los primeros jesuitas; venían bajo las
ór
denes
del Padre Pedro Sánchez
y la primera morada donde se
instalaron fue un jacalito -casucha de palos
y lodo- con techo
de palma.
Hablar de la obra gigantesca y benemérita de los jesuitas en
México rebasaría con mucho los límites de este trabajo. Baste decir que en pocos años ya se habían multiplicado y poseían
varios colegios en donde se dedicaban a la
enseñanza de los
criollos.
Pero no se crea -como algunos autores dolorosamente afir
man- que los jesuitas se dedicaron exclusivamente a la educa
ción de las clases pudientes.
Nada de eso; realizaron una ejemplar labor misional que
tuvo por escenario lo que hoy es Durango, Sinaloa, Sonora y
Ll
Baja
California.
Como dato digno de resaltar conviene decir que, en 1616, en
la Sierra de los Tepebuanes (Durango ), hubo una sangrienta
su
blevación
de los indios que costó
la vida a ocho jesuitas, un
franciscano, un dominico y numerosos españoles e indios. La Compañía de Jesús aún no había cumplido un siglo de
existencia y ya, en México, había dado
mártires para
la
Fe de
Cristo.
Los nombres de los mártires jesuitas que en aquellas dra
máticas jornadas fueran sacrificados son: Juan Fonte, Hemando
de Tovar, Hernando de
Santarén, Luis
Alvarez, Jerónimo Moran
ta, Juan
del Valle, Bernardo de Cisneros y Diego Orozco.
La causa de beatificación de estos mártires está ya muy avan
zada y el
día en que culinine constituirá un testimonio fehacien
te de
la obra civilizadora y evangelizadora de la Iglesia en Mé
xico.
· Pero dejemos que sea el P. Joaquín Cardoso, S. J., quien
exprese, con sonoro estilo, la grandeza que surge del martirio
de aquellos buenos jesuitas, primeros en
llevar. la
Fe hasta los
desiertos del norte de México:
191
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NEMBSIO RODRJGUEZ LOIS
. «¡Cánticos de gloria! ¡Coronas y palmas!. ¡El Cielo que se
abre! ¡Los ángeles que bajan! ¡Viene por
las almas de aquellos
que
han dado su vida por la fe! ... ¡Almas, más almas, muchas
almas de indios mexicanos, de indios tarascos,
de indios tepehua
nes,
de viejos cristianos españoles, de niños y jóvenes y muje
res! ...
¡Almas,· muchas
almas, centenares de almas, algunas aún
con la frescura de su reciente bautismo, todos con el fulgor de
la púrpura de su sangre generosa! .... ¡Inmensa
y gloriosa pro
cesión, que surge en los
días del 15 al. 20 de noviembre, de
entre las. breñas de la serranía
tepehuana,.,como una columna
de
incienso que sube al cielo, mucho más grata que los aromas de
los pinares
y que, capitanean las de. ocho. misioneros jesuitas, un
fraile dominico y un fraile
franciscano!» (54).
En
la segunda mitad
del siglo XVII llega a México el Padre
Eusebio Kino, quien había nacido en Segno -cerca de Trento
(Italia}-,. en
1645.
Era todo un talento, brillante catedrático universitario que
renunció a todas las glorias académicas que le ofrecía la culta
Europa para .dedicarse a las penosas faenas de la conversión de
los infieles. Y va a ser en Sonora
y en la Baja California en donde el
Padre Kino realice una amplia labor misionera. La primera misión fundada por el Padre Kino es la de
Do
lores -en honor· de la Virgen Dolorosa-, y durante veinticinco
años se sirvió de esta misión como
de centro para sus expedicio
nes por los alrededores.
Fundó innumerables misiones, las cuales -aparte de ser
centros de evangelización- eran focos difusores
de la civili
zación.
«La misión era la frontera de la cristiandad. La gente esco
gida que practicaba allí
las virtudes cristianas, era asimismo el
límite del paganismo.
La misión era también la vanguardia de
la civilización. Una misión significaba algo
más que
la predica-
(54) Sangre en los Tepebuanes, Editorial «Buena Prensa», t.• edic.,
México, 1948,
pi¡¡. 195.
192
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FORJADORES DE MEXICO
cron ambulante y los sagrados ministerios. Era una residencia
en país indígena, independiente de la asistencia utbana.
En ella
establecían los misioneros su cuartel general: tenían la casa, la
iglesia, la escuela de agricultura y de primeras letras. Desde este
centro los sacerdotes marchaban en todas direcciones
y visitaban
los pueblos
y las rancherías de los natutales. Proeutaban atraer
a este sitío a cuantas familias de indios podían, induciéndoles a
establecer en derredor de la misión sus moradas
y a construir
un pequeño municipio»
(55).
Para evangelizar mejor a estos indios bravos del norte, los
misioneros empezaron por enseñarles a cultivar la tíerra, a
vi
vir
de un oficio
y a habituarlos a un modo estable y regular de
asociación política. En este empeñó pasó el Padre Kíno gran parte de su vida.
Misionero incansable de quien se decía que el lugar para
encon
tarlo
era
la silla de su caballo pues se calculaba que hacía un
promedio de treinta o más millas diarias durante semanas
y me·
ses seguidos cuando iba a misionar.
Otro gran beneficio que nuestra patria le debe a este incan
sable misionero es el hecho de que, en uno de sus viajes al río
Colorado -desde lo alto de
la sierra del Pinacate-- vio el en
tronque
de California con el macizo continental. Era el año 1702.
¡ Magnífico descubrimiento! Al Padre Kíno se debió que el
mundo entero supiese que California no era una isla, sino una
península.
Y fue el Padre Kíno quien hizo el primer mapa.
Esto va
a ser de una gran trascendencia ya que el hecho de
que se considerase como una isla árida
y desértica a la Califor
nia hacía que se le prestase poca atención. Pero a raíz del
des
cubrimiento
del Padre Kino cambió la situación: California
es
taba
unida al continente, era un brazo descarnado
.de tierra me
xicana
al cual habría
que acercarse
para civilizarlo, llevar la Fe
a sus primitivos habitantes e incorporarlo al México que se
es
taba
forjando.
(55) José Gutiérrez Casillas, Historia de la I¡Jesia en México, Edito
rial Porrúa, l.' edic., Méxieo, 1974, pág. 146.
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NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
Este varón ejemplar, jinete incansable, portador permanente
de la Buena Nueva, murió el
15 de mayo de 1711 recostado, so
bre la que había sido su cama de siempre: dos pieles de ternera por colchón y la
silla de montar por almohada.
Sus restos reposan en Santa Magdalena (Sonora).
Concluiremos esta semblanza con unos juicios de Alfonso
· Trueba:
· «Hombres de empresa eran, verdaderamente, los -misioneros;
pero de empresa espiritual: Es ridículo pensar que se afanaban
por cosas materiales hombres que, como el Padre Kino, . que
pobló de ganado la Pimería,. caminaba como el ,
más triste
indio,
con
. sólo .. maíz
cocido
ó tostado, y dormía· sobre los malos avíos
de su caballo a una zalea de carnero. ¡Que 'hombre de negocios'
tan peculiar! »Concluyamos: el Padre Kino y sus hermanos crearon bienes
materiales; a ellos se debió que el ganado se propagara en las secas llanuras del noroeste;
que el
trigo germinara en las fér
ri!es orillas del río Colorado, que la uva,
el membrillo, el durazno
o el ganado fructificaran en Sonora y Baja California, Pero toda esta riqueza era un subproducto, derivado de la propagación del
Evangelio» ( 56 ).
7. Juan María Salvatierra.
Durante más de dos siglos, la península de Baja California
fue objeto inaccesible de conquista. Todos los intentos que re
yes, capitanes, navegantes, audiencias y virreyes realizaron por
ocuparla y dominarla fracasaron. ,
Después de casi dos siglos de tentativas, la Audíencia de
México declaró
a California país inconquistable, explicando que
el fracaso de todas las empresas se debía, principalmente, a la
aridez
de la tierra.
Aquello era como un, pedazo de roca flotando en el mar; sin
(56) El Padre Kino, Editorial Jus, 2.' edic., México, 1960, pág. 35.
194
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FORJ4DORES DE MEXICO
ríos, sin vegetación y con un. cUma tan caluroso que dio origen
a su nombre: CAUDA FORNAX
(!¡orno cálido)=
California.
« Verdaderamente en, Californiá. sólo había hombres a qui e·
nes
salvar, y el que fuera en busca de ellos, y no
ele riquezas,
se
quedaría en los
zahareí\os terregales
de la península, y con
sumaría la conquista. En otras palabras, sólo un misionero podía
realizar
la empresa, y fue un misionero e] que la realizó» (57 ):
Este
misionero que integraría
la Baja California al· México
que
santos varones estaban forjando fue Juan María de Salva
tierra, quien había uacido en
Milán en 1644.
Vino a México a
la edad de treinta años y, terminados sus
estudios, pidió que se le dedicara a las misiones más arduas
. de
la
tierra. Muy pronto trabó amistad con el Padre Kino
y ambos se
pusieron de acuerdo en realizar las gestiones necesarias para que
el Virrey autorizarse la exploración, colonización y evangeliza
ción de
la Baja California.
Sufrieron
mil contratiempos y penalidades, consagraron la
empresa a la Virgen de Loreto y ¡al fin! lograron tomar pose
sión de
la tierra el 25 de octubre de 1697.
Ardua labor la realizada por Juan María de Salvatierra, así
como por el Padre Juan de Ugarte a quienes se debe
la obra ci
vilizadora
y evangelizadora de la Iglesia en la Baja California.
Hubo necesidad de empezar de
la nada. El desánimo los
acosaba por doquier y en este punto fue providencial
la ayuda
del Padre Ugarte ya que «de no haber sido por
él, muchas ve·
ces
se hubiese abandonado
la empresa. Cierto día llegó a ser
tan grande la necesidad en la misión, que
el mismo Padre Salva
tierra propuso abandonarla. Ugarte, muy apesarado, se fue a la
iglesia y ante los pies de
la Virgen de Loreto, hizo voto de no
desamparar
el puesto, si no se lo mandaba la obediencia. Este
acto
animó a
todos y salvó
la misión» (58).
(57) Alfonso Trueba, Ensanchadores de México, Editorial Jus, 2.• edi~
ción, México, 1959, pág. 24.
(58) Ibid., pág. 35.
195
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NEMESIO RODRIGUEZ WIS
Afios después estos dos misioueros -Ugarte y Salvatierra
lograron ver los frutos a su paciencia ya que los indios abando
naron su vida nómada y agreste para adaptarse a una vida civi
lizada, cristiana
y sin desórdenes.
Lograron erradicar
la pereza del indio y que éste trabajase
produciéndose grandes cosechas de trigo, maíz y otras semillas. Muy pronto se vio cómo aquella roca desértica que
Cotaba
sobre el mar se convertía en un próspero vergel en el cual se
llegó a dar un vino gener0so que servía al consumo de las misas
en Califorina y que aún sobraba para llevar a la Nueva Espafia. Como se podrá observar, el misionero no sólo evangelizaba
a los indios sino que fundaba industrias, criaba ganado, sem
braba tierras y abría caminos. El misionero actuaba como todo un constructor y promotor del bien espiritual y temporal de los
pueblos. Qué ejemplo sublime les dan los jesuitas Eusebio Kino, Juan
Ugarte y Juan María de Salvatierra a los jesuitas de nuestros días y de modo muy especial a quienes
--en vez
de evangelizar
y
civilizar-andan
sembrando la
cizaña entre
paupérrimas co
munidades rurales
y empujando a sus habitantes a la guerra de
guerrillas.
Aquellos fueron santos, éstos no son más que agitadores mar
xistas que se han infiltrado en la Compañía de Jesús para des
truirla desde dentro y para promover el comunismo.
Hablando acerca de la obra de los misioneros en la Baja Ca
liforrua, el
jurista don Antonio de Ibarrola nos dice
lo siguiente:
«En 70 años aquella querida península californiana, sumer
gida en la barbarie más horrorosa, quedó transfigurada en un
cristianismo tan puro e inmaculado como
el de la verdadera Igle
sia primitiva» (59).
Para quienes dan crédito a
fábulas y
repiten sin
meditar que
la
Iglesia siempre vio con desdén a los humildes y que sola
mente a partir del surgimiento de la llamada Iglesia Popular y
(59) Derecho agrario, Editorial Porrúa, J.• edic., México, 1975, pá
gina 39.
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Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MEXICO
de la Teología de la Liberación se ha acupado de los meneste
rosos, les
pedimos que
reflexionen estas frases:
«Demos público testimonio de agradecimiento a los esfuer
zos realizados por la Madre Patria a través de la Iglesia de Cristo
en pro de nuestros aborígenes. Fue la historia de
la Iglesia la
historia del indio durante
·1os tres
lentos
y fecundos siglos del
coloniaje» (60).
Los misioneros jesuitas de la Baja California que encomen
daron sus desvelos bajo
la amorosa intercesión de la Madre de
Dios logran el milagro de transformar en cristianos ejemplares
y trabajadores a quiens antes eran unos infe!ices rústicos y nó
madas.
«El celo infatigable de los núsioneros, ayudado de
la divina
gracia, no podía dejar de producir frutos abundantísimos. Aque
lla península sepultada antes por tantos siglos en la más
horro
rosa barbarie, llegó a ser toda cristiana en el espacio de setenta
años; de modo que desde el cabo de San Lucas hacia los 23º
hasta
Cabujacaamang a los
31" no
había un solo hombre que no
conociese y adorase al verdadero Dios,
y lo que es mucho más
apreciable, se formó allí un cristianismo tan puro e imnaculado,
que se parecía al de la primitiva Iglesia .
:. Todos
los
ne6fitos
de
la
California observaban una vida piadosa, inocente
y laborio
sa. Casi nunca se veían
entre ellos
aquellos desórdenes escanda
losos que son tan-comunes aún en las ciudades más cristianas.
Si alguno incurría en cualquiera faltia, aunque fuera secreta, él
núsmo era· el primero en pedir el castigo, y habiéndole sufrido
daba las gracias
al núsionero por su paternal corrección, besándole
la mano. Este uso de tanta edificación
y desconocido a nuestros
cristianos, era común· en la California» { 61 ).
Y fue tan profunda la evangelización que se logró
una ra
dical transformación de costumbres; tanto es así que en poco
tiempo aquélla era ya una porción más del mundo hispanocat6lico.
(60) Ibid., pág. 35.
(61) Francisco Javier Oavijero, Historia de la antigua o baja Califor
nia, Editorial Porrúa, 2.· edic., México, 1975, pág; 233.
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Fundaci\363n Speiro
NEMESIO RODF.IGUEZ LOIS
«Sobre el hosco paisaje de California se alzó, poco a poco,
la graciosa o severa arquitectura de las iglesias, construidas por
los mismos padres, iglesias que subsisten, a pesar de la barba
rie,
y que son el símbolo y el testimonio de la obra civilizadora
del misionero» ( 62 ). El Padre Salvatierra
muri6 el
17 de julio
de 1717.
Sus hue
sos reposan en
la Capilla de Loreto y, poco antes de su muerte,
se cuenta que dijo que
moría contento
y
que -eón su escua
dr6n de parvulitos californios, que estaban en el Cielo- obli
garía a
la Virgen de Loreto a tender su manto sobre los vivos
en California y en México. Aquella era empresa de santos y como tal, ni duda cabe,
· que
tenía que contar con
la bendici6n de Dios, raz6n por la cual es
taba
destináda al
triunfo.
8. Fray Antonio Margil de .Jesús.
Nace Fray Antonio, en Valencia (España), en 1657. Ingresa
muy joven en la orden franciscana y es
ordenado sacerdote
en
1682.
tJn año
después se alista en un grupo de frailes que estaban
destinados a fundar el Colegio de Misioneros
de la Santa Cruz
de Querétaro,
cuyo· propósito
era
formar misioneros
para los
indígenas aún no convertidos. En 1684
emprende el
fraile su primera gran misión en la
a;al evangeliza --
más de año y medio- extensas
regiones de Yucatán, Tabasco, Chiapas y Guatemala.
En 1697 lo nombran guardián del Colegio Misionero de la
Cruz de Querétano, a
donde llegó viajando
a pie desde Gua
temala.
Una piadosa leyenda cuenta que, al abandonar Fray Antonio
el Convento de la Cruz, dej6 su
bastón semienterrado
en la
huerta
y, poco después, ocurrió el prodigio de que éste se trans-
(62) Alfonso Trueba, op. cit., pág. 53.
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Fundaci\363n Speiro
FOR]ADOR.BS DE MEXICO
formó en un árbol que aún a la fecha produce un extraño fruto
al
cual se le atribuyen propiedades milagrosas: espinas en for
ma de cruces.
El arbusto es un huizacbe
y,
en
todo Querétano, se le cono
ce como «árbol de las
cruces». Se encuentra en la huerta del
Convento de
la Santa Cruz, allá en la Loma de Sangremal.
Fray Antonio Margil de Jesús fue un predicador incansable.
que lo mismo estaba en Panamá que en
Texas, en
Guadalajara
que en San. Luis de Potosí, en Guatemala o en Zacatecas. Un verdadero apóstol de América que no se daba un punto
de reposo con
tal de extender el Reino de Dios.
Como anécdota se cuenta que, en cierta ocasión, un amigo
le preguntó si sentiría mucho morir y dejar
las misiones, a lo
cual el buen fraile respondió:·
-Si
Dios quiere, sacará un borrico a la plaza y
hará de él
un predicador que convierta
al mundo.
Uno de sus biógrafos nos
dice que «era tan
venerado en
Querétaro que, hasta en
la calle, le cortaban pedazos a su manto
para coservarlo como prenda
santa» (
63 ).
Este varón de Dios expiró santamente el 6
de agosto de
1726, en el Convento de San Francisco, de
la ciudad de México.
-El 31
de julio de 1835 el Papa Gregorio XVI declaró la he
roicidad de sus virtudes y le honró con
el útulo de Venerable.
Sus restos reposan en
la Capilla de ·la Purísima, de la Cate
dral Metropolitana.
9. Fray Junlpero Serra.
Este eximio apóstol, egregio fundador de las nueve prime
ras misiones que se extienden desde San Diego hasta San Fran
cisco, nació en
la isla de Mallorcá en 1713.
Recibió en el bautismo el
nombre de :Miguel José, pero al
(63) Eduardo Enrique Ríos, Fray, Ma,gil ,de Jesús, Editorial Jus,
3.' edic., MéxicÓ, 1959, pág. 184.
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NEMESIO RODRIGUEZ WIS
profesar en la orden de San Francisco se lo cambió por el de Junípero. Durante su noviciado se propuso ser un hombre consagrado
a Dios y a estudiar las ciencias- humanas y divinas. Concluido
el noviciado estudió Filosofía y
Teología hasta
obtener
el grado
de doctor en esta última ciencia.
En 17 48 se
incorpora a
un grupo de misioneros dedicados a
las misiones del Colegio Apostólico de la ciudad de México.
Al llegar a la Nueva España es enviado a las misiones de la
Sierra Gorda,
allá en Querétano, en donde trabajó incansable
mente
durante nueve años evangelizando a los pames y a los jo
nases. Fray Junípero y sus compañeros de apostolado trabaja
ron de tal modo que. poco a poco, lograron reducirlos a una
vida cristiana.
En 176 7 le
son encomendadas
las misiones de
. California
y
hasta aquellas latitudes llega Fray Junípero a la cabeza de
quince
misioneros.
Lo primero que hizo fue colocar a sus compañeros en las
diversas misiones que anteriormente habían establecido los je
suitas que acababan de ser expulsados por Carlos III.
Fray Junípero se encaminaba hacia el norte y,
el 10 de julio
de 1768, funda la
ptimera misión
en la Alta California,
reglón
que
hasta entonces no había sido evangelizada. Esa primera mi
sión la dedica a San Diego de Alcalá.
En 1769 funda la de San Carlos; en 1771 las de San An
tonio y San Gabriel y, en 1772, la de San Luis Obispo.
«Su desbordante optimismo se nos antoja, a veces, infantil,
pero deja de parecerlo cuando comprobamos que iba unido a
un profundo espíritu práctico y a una de esas
voluntades que,
simplemente,
se niegan a rendirse ante los obstáculos. Serra po
día soñar
con
la fundación de nuevas misiones, pero sin olvi
darse nunca -según suelen los meros soñadores- de calcular la
harina, los ornamentos, las campanas, -los clavos, -los faroles, la
cera, la carne, la piedra, el agua y todo el resto de utensilios y
200
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·FORJADORES DE MEXICO
provisiones -hasta los menores detalles------,-que necesitaban para
dichos establecimientos» ( 64 ).
Fray Junípero era
to.do un
torbellino de actividad misional
que jamás perdía su contacto con
el Señor, ya que su saludo era
siempre: «¡Amad a Dios, hermanos!». Acogía con bondad y hu
mildad a los indígenas californianos y los trataba con tanto amor
que éstos le entregaban a sus hijos para que los educase y bau
tizase.
Fray Francisco Palou, su comp.añero de apostólicos aianes y
uno de sus mejores biógrafos, nos dice acerca de este personaje:
«La mayor pena que daba al compasivo corazón de este sier
vo de Dios era el no tener qué dar a los pobres indios, tan ne
cesitados, procurando consolarlos con amorosas palabras, repar tiéndoles por su propia mano la comida, aun aquella que para sí
necesitaba, y lo mismo hacía de la poca ropa, por sus propias
manos contaba las camisas y enaguas, como también cotones y
calzones para los muchachos, y por sus propias manos se ama
ñaba a coser para instruir a los· neófitos, como que en breve
aprendieron» (65).
En 1776, cuando se inicia la lucha de independencia de las
trece colonias inglesas, Fray Junípero Serra funda las misiones
de San Francisco
y de San Juan Capistrano.
Es decir que, cuando en la costa atlántica los Estados Uni
dos nadan a
la vida independiente de un modo diminuto, en el
otro ·extremo -en la costa del Pacífico-- Fray Junípero fun
daba
la que sería una de las ciudades . más itnportantes del na:
ciente
estado: San Francisco.
Durante los últimos años de su vida, Fray Junípero Serra
recorre, de norte a sur, y de sur a norte; la Alta California, ad
ministrando
sa~ramentos _a
los neófitos, a quienes
acogía con el
( 64) Lino Gómez Canedo, De México a la alta California, Editorial
Jus, 1.• edic., México, 1969, pág. XXII.
( 65) Relación histórica de la vida y apostólicas tareas ·del venerable
padre Fray ]unipero Serra, Editorial -Porrúá, l.ª edic., México, 1975, · pá
ginas 203 y 204.
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
mismo amor con que un padre recibe a un hijo descarriado que.
arrepentido,
vuelve a casa.
«Nunca el miedo de perder
la vida en manos de los bárba
ros I
ehizo volver atrás; sólo lo contenía, tal cual vez, la con
sideración de los malos
efectos que
podían
resultar de
perder
la vida en manos de aquellos a que había venido a darles la vida
espiritual; y solía muchas
veces decir, que de quitar la vida a
los padres, aún quedaría regada la tierra; pero
la tropa militar
querría vengar la muerte,
de lo que resultaría la perdición de
muchos infelices indios y
la apostasía de los demás, dejando la
misión despoblada ... » ( 66 ).
Murió en Monterrey
(Califonúa) el
28 de agosto de 1784.
Su causa de beatificación está introducida en Roma, y es tal la
gratitud que en Norteamérica se le tiene, que la California ame
ricana le ha_ consagrado numerosos monumentos, entre los cuales
destaca uno que se elevó por elección popular de los propios
californianos en
la «sala de la fama» del Capitolio de Washington.
«Puede afirmarse, plenamente, que Junípero logró crear una
Arcadia cristiana,
una. Utopía
como no
la soñó Tomás Moro,
una ciudad del sol sin las rigideces geométricas
y absurdas de
Campanella: un remedo de paraíso que, acaso, no tiene paralelo
en la historia del mundo» (67).
Fray Junípero Serra dejó el camino para quienes, detrás de
él, llegaron; el resto de su obra fue completada por otros mi
sioneros quienes,
al ver que abundaban las parras silvestres, tra
jeron sarmientos desde
la Baja Califonúa; éstos fructificaron y
produjeron un vino sólo comparable a los mejores de Europa.
Asimismo sembraron
árboles frutales, como duraznos, membri
llos, melocotones, granadas, etc.
Como bien nos dice
Alfunso Trueba:
«La historia de
Cali
fonúa evoca el tiempo en que nuestro pueblo se ocupaba en la
(66) Ibld., pág. 206.
( 67) Pablo Herréra Castillo, Fray ] u"nf-pero Serra, civilizador de las
Californias, Editorial Jus, 3.• edic., México, 1960, pág. 132.
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FORJADORES DE MfiXICO
grande tarea de extendet la civilización hacia los confines del
Nuevo
Mundo» (
68 ).
En el último tercio del siglo
XVIII, cuando en Filadelfia so
naba
la campana de la
libertad, en
el lejano oeste tenía lugar
un acontecimiento de singular transcendencia. México crecía, se ensanchaba hacia el norte.
En aquellos momentos la ,noble nación. mexicana eta una
potencia evangelizadora
y civilizadora.
En aquel lejano rincón del mundo, el noroeste de la Nueva
España, las gentes vivían felices dedicadas únicamente a disfru tar del hontado producto de su trabajo. Ahora comprendemos cuánta razón tenía el gobetnador de
California, don Diego Borica cuando, en 1794, escribía a sus
amigos
y les decía: «Este es el país más quieto y pacífico del
mundo. Uno vive mejor
aquí que
en
la ·corte más culta de
Europa». ¡Qué contraste! Apenas medio siglo
antes aquel
era un
in
menso
desierto habitado por indios rudos y salvajes.
Peto llegó Fray Junípero y un puñado de franciscanos y
all!
se
opetó un cambio radical. Y aún es hoy el día en que, en aquellos
labrantíos y viñe
dos,
bajo
la sombra amorosa de Fray Junípero Serra, aún per
dura
el espíritu de la Hispanidad.
Al noroeste de México se encuentra California y
ali! están
enclavados
nada menos que los confines en donde empieza esa
gran nación que es Iberoarnérica.
(Continuará.)
(68) California, tierra perdida, Editorial Campeador, l.' edic., México,
1956, pág. J.
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