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Número 105-106

Serie XI

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Unidad y pluralidad: ni dialéctica ni colectivización

UNIDAD Y PLURALIDAD: NI DIALECTICA NI
COLECTIVIiZACION (*)
POR
JUAN V ALLET DE GoYT!SOLO
LA PARTICIPACIÓN COMO INTERACCIÓN DE LO MÚLTIPLE CON LO UNO.
La participación es una interacción entre lo múltiple y lo uno.
Una interacción que confiere a la multiplicidad un cierto sentido de
unidad funcional superior.
Produce, pues, una armonía de lo múltiple con lo uno, de modo
tal que, sin romper la unidad de éste, tampoco destruye aquella multi­
plicidad. Esa es una condición esencial de la verdadera participación. No hay participación cuando en lugar de interacción hay dialécti­
ca entre los elementos múltiples o entre éstos y la unidad integradora.
Tampoco la hay, si lo múltiple desaparece
absorbido en

!a uni­
dad superior, pues, por definición,
la participación requiere una mul­
tiplicidad armonizada hacia uo
fin común.
Por eso, la multiplicidad se diluye en una nueva unidad colectiva
cuando se pretende que
el conjunto de elementos múltiples gobier­
nen la totalidad de un modo generaJ, y, entonces, paradójicamente,
la participación real desaparece sustituida por nna pseudo participa­
ción que se limita a discutir en una asamblea y, al final, a emitir
un voto para formar una pretendida «voluntad colectiva.», o simple­
mente para designar uno o varios representantes comunes, ya sea con
mandato imperativo o bien sin él.
Nos explicaremos: lo múltiple sólo es tal mientras cada elemento
mantiene su individualidad propia dotada de ámbito propio con com-
(*) Reproducimos este ensayo dada la actualidad del libro del mismo
autor, Algo sohre temas de hoy, págs. 217 y sigs.
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JUAN VAUET DE GOYTISOW
petencia determinada. Si éstas se esfuman, aquélla queda absorbida en Jo colectivo.
La verdadera participación, como armonía de lo múltiple con lo
uno, requiere diversidad de competencias en
la unidad superior y de
cada elemento de la .plur¡¡lidad .. Competencia que de modo natural es
determinada dinámicamente
por el llamado principio de subsidiarie­
dad,
que va fijando la competencia que corresponda a cada cuerpo so­
cial más amplio para suplir o complementar lo que sus elementos in­
tegrantes no puedan realizar.
El error de pretender la participación de todos en todo, amor­
famente.
El mayor error consiste, confundiendo los términos, en querer
que participen todos en todo, en lugar de participar, actuando, cada
cual en su propia esfera de competencia.
Lo expuesto nos permite comprender que hay fórmirlas que fal­
sa.mente se presentan como modo de participación:
Una es la llamada descentralización, cuando no consiste sino en
una desconcentración en virtud de la cual la unidad multiplica sus
tentáculos; es decir, cuando su administración extiende sus 1'amifica­
ciones hasta la periferia.
Otra tiene lug_ar cuando se crea W1 órgano colectivo, para tratar
como problemas generales todos los problemas de la pluralidad,
reuniendo en ese órgano una representación de los diversos compo­
nentes de ella, formando una unidad colectiva.
Veamos por qué se trata de dos falsos modos de participar.
La desooncentración como falsa participación.
Con
la d~concentradón «se hace participar pasivamente» a la peri­
feria de los servicios centralizados del órgano central, pero sin dar a los integrantes de aquélla ninguna participación activa en
.la admi­
nistración

de estos servicios. La sociedad es administrada por los cuer-
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UNIDAD Y PLURAUDAD: NI DIALECTICA NI COLECTIVIZACION
pos de funcionarios de la unidad superior, es decir, estatales, que la
tienen.

sometida a permanente
tu~ela, más.

estrecha cuanto más próxi­
mos están a todas partes. El falseamiento de esa participación es
mucho mayor aún si estos funcionarios son . considerados, además,
como representantes de sus administrados en los órganos calificados
como representativos suyos. E igualmente es así
cuando la representa,
ción se atribuye a quien ostente un cargo provincial, comarcal, local,
sindical, corporativo, etc., si la designación para este cargo no ha sido
efectuado por el respectivo cuerpo social representado sino por el poder
central de la unidad superior.
Los órganos colectivos pueden anular la verdadera participa­
ción.
Con la formación de órganos colectivos, de los que se afirma que
representan a todos porque lo integran representantes de su plurali­
dad, tampoco se desarrolla una verdadera pluralidad
y, por tanto, ésta
no participa realmente en ella, que, por
el contrario, Je resta parte del
ámbito de propia competencia. La razón estriba eri que se forma con
ese órgano otra unidad colectiva, que viene a concurrir con los re­
presentes de la unidad total; o sea, si se trata de un país, con
los órganos de gobierno de éste. Resultan, por tanto,
dos unidades
de
diversa composición: una tal vez personalmente única (pensemos,
v. gr., en un jefe de Estado, o en el Papa) y otra
Colectiva o

colegial
(v. gr., un ParÍamento o una Asamblea episcopal) que si bien trata
de snbsumir en su unidad colegial
la pluralidad, no hace sino sustituir­
la, pues ésta no se halla en ella, sino fuera de ella. La suplantan en la
misma medida en que
le absorben

sus funciones. Estos representantes
no forman verdaderamente una pluralidad sino cuando están situados
todos y cada uno · en la propia esfera y ea su r~spectiva competencia
( cada Municipio con su Ayuntamiento, cada Diócesis con su Obispo,
en
el gobiemo peculiar de una u otra).
Es, incluso, más plena esa obsorci6n de la pluralidad por la unidad
colecti:vf cu.ando el mandato, conferido en cada cuerpo, se _estima. que.
no es imperativo, por considerar que, con la elección del representante
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JUAN VALLET DE GOYTISOW
o procurador respectivo, cada cuerpo se circunscribe .a designar un com·
ponente más de la unidad colectiva, y que éste en ella ya no es portavoz
del interés particular del elector, para lograr
la coordinación recíproca
del de todos dentro
. del

auténtico interés general, sino sólo del inte­
rés colectivo de la unidad superior. De ese modo, se crea otra repte·
sentación de la unidad superior, diversa de la Jefatnra o Gobierno. Y,
aunque cada una de ellas contemple posiblemente la unidad desde
puntos de vista contrapuestos,
lo cierto es que la pluralidad se esfuma
en la unidad colegial tanto más cuanto más subsumida resulte aquélla
en tal órgano colectivo
y cuanta mayor competencia absorba y se atri­
buya a este último, en detrimento de las decisiones y actividades
pe­
culiares de los cuerpos integrantes de la pluralidad.
PATRIAS-NACIONES-ESTADOS
ACTAS DEL CONGRESO DE LAUSANNE 1970
RAICES ESPIBITUALES, INTELECTUALES, EXIS­ TENCIALES ... DE LA PATRIA,
por lU11Jn Vallet de
Goytisol,o.
EN BUSCA DE LA PATRIA PERDIDA, por Herbert
Gillesoen.
COMO SE FORMA UNA PATRIA, por Féli« Cant41.:0,
UNIDAD ESPIBITUAL Y UNIDAD SOCIAL, por lean
Ousset.
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EL ESTADO AL SERVICIO DEL BIEN COMUN EN
LA ECONOMIA, por Henri de Lovinfosse.
EL ESTADO Y EL DINAMISMO DE LA ECONOMIA,
por Maroel de Corte.
ELITES CIVICAS Y VIDA POLITICA DE LAS NA­
CIONES,
por lean Beaucoudray.
108 páginas 80 ptas.
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