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Número 105-106

Serie XI

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Revolución, Contra-Revolución y Dictadura. Un texto de Plinio Corrêa de Oliveira en «Revolución y Contra-Revolución»

REVOLUCION, CONTRA - REVOLUCION Y DICTADURA
Un texto de Plinio Corréa de O!iveira en "REVOLUCION
y
CONTRA:REVOLUGION".
¿La dictadura es un factor de Revolución o de Contra-Revohi­
ción?
• Para responder con claridad a una pregunta a la que le han sido
dadas tantas soluciones confusas y hasta tendenciosas, es necesario
establecer una distinción entre ciertos elementos que se enmarañan
desordenadamente en la idea de dictadura,· como la opinión pública
la conceptúa. Confundiendo la dictadura en tesis, con lo que
ha sido
in concreto
en nuestro siglo, el público entiende por dictadura un
estado de cosas en el que un jefe, dotado de poderes irrestrictivos,
gobierna un país. Para el bien de éste, dicen unos. Para el mal, dicen
otros. Mas en uno y otro caso, tal estado de cosas es siempre una
dictadura.
Ahora bien, este con~epto comprende dos elementos distintos:
- omnipotencia del Estado;
- concentración. del poder estatal en una sola persona.
En el espíritu público, parece que el segundo elemento llama más
la atención. Sin embargo, el elemento básico es el primero, por
lo
menos si entendemos por dictadura un estado de cosas en el que el
poder público, suspendido todo orden jurídico, dispone a su antojo de todos los derechos. Que una dictadura puede ser ejercida por un
Rey (la dictadura real, esto es, la suspensión de todo orden jurídico
y el ejercicio irrestrictivo del poder público por
el Rey, no debe con­
fundirse con el < en considerable medida,
y mucho menos con la monarquía orgánica
medieval) o un jefe popular, una aristoctacia hereditaria o un clan de banqueros, o hasta por la masa, es enteramente evidente. En sí, una dictadura_ ejercida
por un

jefe o un grupo de personas
no es revolucionaria ni contrarrevolucionaria. Ella será una cosa. u
otra en función de las circunstancias en que
sé originó,

y de la obra
que realice. Y esto, tanto si está en manos de un
hombre como

de
un grupo.
Hay circunstancias que exigen, para la «s_alus populi», una _sus­
pensión provisional de todos los derechos individuales, y el ejercicio
más amplio del poder público. La dictádurá puede, por
lo tanto,
ser legítima en ciertos casos.
Una dictadura contra-revolucionaria,
y, por ello, enteramente
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guiada por el deseo de Orden, qepe presentar tres requisitos esen­
ciales:
1.Q Debe suspender los derechos, no para subvertir el orden, sino
para protegerlo. Y por Orden no entendemos solamente la tranqui­
lidad material, sino
la disposición de las cosas según su fin, y de
acuerdo con la respectiva escala de
valores. Existe,
pues, una sus­
periSión de

derec_hos más
aparente. que ·real, el sa·crificio de las ga­
rantías jurídicas de que abusaban los malos elementos en
detrim~nto
del

propio orden y del bien común, sacrificio éste todo vuelto a
la
protección de los verdaderos derechos de' los buenos.
2.º Por

definición,
esta suspensión
debe ser proyisoria, y debe pre­
parar las circunstancias para que lo más temprano posible se vuelva
al orden y a la normalidad. La dictadura, en
la medida en que es
buena, va haciendo cesar su propia razón de ser. La intervención del
Poder público en los distintos sectores de la vida nacional debe ha­
cerse de manera que,
lo más breve posible, cada sector pueda vivir
con la necesaria autonomía. Así, cada
familia_ debe
poder hacer todo
a_quello que por su naturaleza es capaz, siendo apoyada apenas subsi­
diariamente por grupos sociales superiores en. aquello que exceda de
su ámbito. Esos grupos, a su vez, sólo deben recibir el apoyo del
municipio en lo que excede a
la normal capacidad de ellos, y así
sucesivamente en las relaciones entre el municipio
y la región; o entre
ésta
y el país.
3.2 El

fin esencial de
la dictadura legítima, hoy en día, debe ser
la Contra-Revolución. Lo que, sin embargo, no implica afirmar que
la
dictadura sea normalmente un med_io necesario para la derrota de la
Revolución. Pero puede serlo en ciertas circunstancias.
Por
el contrario, fa dictadura revolucionaria tiende a eternizarse,
viola los derechos auténticos y penetra en todas las esferas de la so­
. ciedad

para aniquilarlas,
desarticulando la
vida de
familia, perju­
dicando

a las élites genuinas, subvertiendo la jerarquía social, ali­
mentando de utópías y de aspíracion-es desordenadas a
la multitud,
extinguiendo la vida real de los grupos
sociales y

sujetando todo al
Estado: en una palabra, favoreciendo la obra de
la Revolución. Ejem­
plo típico de tal dictadura fue
el hitlerismo.
Por
esto, la

dictadura revolucionaria es fundamentalmente antica­
tólica. En efecto, en un ambiente
.verdade!"amente católico

no puede
haber clima para una tal
situación.
Lo

que no quiere decir que la dictadura revolucionaria,
e~ este
o

aquel
pa:ís, no

haya procurado
favorecer-_a la_ Iglesia. Pero se··trata
de

una actitud meramente política, que se transforma en -persecución
franca o velada . tan pronto - como la autoridad eclesiástica empieza
a detener el paso a la Revo1udón.
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