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Número 105-106

Serie XI

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Una nueva etapa del centralismo estatista en Francia: la ley Marcellin sobre las fusiones y reagrupaciones de municipios

UNA NUEVA ETAPA DEL CENTRALISMO ESTATISTA
EN
FRANCIA: LA LEY MARCELLIN SOBRE LAS FUSIO­NES Y REAGRUPACIONES DE MUNICIPIOS
(*)
No podemos abordar aquí el mecanismo detallado de las
reformas territoriales que la

aplicación de la ley
Matcellin
producirá.
Recomendamos a aquellos de nuestros amigos que de­
seen estudiar este nuevo atentado a nuestra vida nacional,, que
adquieran los dos boletines del SICUR núms. 8 y 10 {I).
Verán en
qué grado
estas reformas tecnocráticas proceden
de
las mismas

aberraciones que han producido ciertas refor­
mas escolares1 económicas Y sociales: al comprobar el de­
crecimiento de la vitalidad de lai comunidades locales y de
la iniciativa, el legislador, lejos de aplicar los remedios es­
pecificas de mal, im_pone una terapéutica contra natura cuya
consecuencia no puede ser otra que el mantenimiento de la
enfermedad.
La puesta en práctica -de la ley Marcellin ha comenzado.
Desde hace seis meses, «Grupos de trabajo»
prefecturales
y Comisiones departamentales están manos a la obra ... ¿Cómo reacciona el
«país real»? Es muy reconfortante
comprobar

por numerosos indicios
que chirria y manifie.rta
una vitalidad muy

inesperada para
quienes invocan la

fata­
lidad y la irreversibilidad de la centralización social y po­
lítica. Una carta muy intere.rante de
uno de

nuestros amigos,
radicado en
un .departamento rural,. nos

da testimonio
de ello.
Le

damos las gracias por habernos permitido publicarla,
(*) Reproducimos de PERMANENCES, núm. 90, de mayo de 1972, estas
consideraciones que nos parecen de la mayor actualidad,. aunque se refieren
a Francia.
(1) SICLER: Secretariado de información de las colectividades locales y
regionales, 16, rue Dufetel, 78. -Le Chesnay. Bulletin n.Q 8: «Les réformes
Marcellin, décentralisation o sodalisation de la vie locales»; Bulletin n.Q 10:
«Fusions
et reagroupements de comunes, ·qué faire?». Cada ficha: 3 F. franco.
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CENTRALISMO BSTATIST A Y
¡Al fin!, la Ley Marcellin hace su efecto. Es la guerra. El depar­
tamento vuelve a encontrar su vigor de antaño y se oye a ciertos
alcaldes -traje de terciopelo, pipa y dialecto-, representando, ¡ oh
escándalo!, a mW1icipios de sesenta habitantes, decid~ al represen­
tante del poder central: «Claro que para usted es fácil gobernar.
Un prefecto se marcha, pero nosotros nos quedamos» ( ... ) . Resul­
tado:
En los cantones ya estudiados por la Comisión: sindicato de
estudio y programación, salvo dos proposiciones de fusión acepta­
das por los elegid6s afectados bajo la forma de asociación,
y una,
no aceptada, que irá, si la prefectura se empeña, ¡hasta el referen­ dum! pero, entonces, ¡con. qué campaña!
De. estos pequeños acontecimientos, extraigo cierto número de
enseñanzas que voy a tratar de resumir. Esto es siempre materia de -
reflexión. 1) En toda ley democrática hay que buscar siempre las ocul­
tas intenciones electorales: es un reflejo de todos aquellos que tie­
nen alguna· experiencia política. La de M. Marcellin tiende a cam­
biar el modo de reclutamiento para el Senado y a poner a punto los
departamentos para 1973. A transformar la Cámara Alta en una
Asamblea menos rural, y quizá menos numerosa, al disponer de un
cuadro local completamente nuevo, a cinco meses vista de las próxi·
mas elecciones legislativas, que esté bien barajado
y, por consiguien­
te,

sea más maleable para los Prefectos
y sus amigos, que resulten ele­
gidos por la mayoría.
Cuando se le pregunta sobre estos extremos, el Préfecto con·
testa

que ello es pura maledicencia, pero :
2) No hay que creer nunca en lo que dicen los Prefectos, y
menos aun los Secretarios de Estado, y aun menos los Ministros,
cuando manipulan las estructuras electorales. Están constreñidos a
mentir, porque deben realizar lo que se esconde de la ley, a la vez
que defienden lo que en ella
parece que
pretende hacer.
3) De ello se sigue que el análisis de una ley democrática debe
referirse en primer lugar sObre su detalle, especialmente e~ las cues­
tiones de plazos (porque la vida electoral es corta) y en lo que
respecta

al número de los electores y de los elegidos.
Así, pues, los
puntos importantes de la
Ley Marcellin son :
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FUSIONES Y RJJAGR.UPACIONES DE MUNICIPIOS
a) el plazo imperativo de seis meses ( en la práctica, apenas
cuatro meses).
b) la reducción del colegio electoral senatorial en los depar­
tamentos rurales.
e) la' iniciativa de las agrupaciones, que se quita a los represen­
tantes locales y se concede al Prefecto.
4) Los graudes principios
y las generosidades financieras apa­
recen así más claramente, tal y como son: ilusiones ópticas.
a) ¿Por qué reagrupar municipios pobres?
Un municipio pobre + un mnnicipio pobre = un municipio
todavía más pobre.
b) Las subvenciones a los municipios fusionados serán mejo­
radas en un 50 por 100, pero es necesario que la administración,
para que éste ~ea subvencionado, acepte el proyecto.
Los municipios que se hayan , fusionado para bene:ficiarse de
los- estímulos financieros, no los percibirán más que en cuanto se
sometan un poco más a la voluntad de
la Administración.
e) La Administración prefectural, sabia en recursos electorales,
es de una incompetencia que produce estupefacción en materia de
gobierno local. Y el grupo de trabajo de la Prefectura propone una sola co­
munidad en lugar de las
seis existentes

en el cantón de F ....
Observación de un alcalde: este municipio, para 1.850 habi­
tantes, tendrá la superficie de París, y sin medios de transporte, la
mayoría de los pueblos quedarán aislados tres meses al año por las
nevadas.
Marcha atrás
del Prefecto, que forma dos municipios en vez
de uno, y que al encontrar en el mapa a C ... ( 400 habitantes) al
lado de
J ... (60 habitantes) se siente triunfaute ante este caso tí­
pico de fusión según la cira.tlar. Desgraciadamente, el mismo repre­
sentante local cachazudo,
hace notar, empezando a agriarse, _que < hay ni siquiera una senda entre las dos comunidades ; si usted quiere
hacerla después de que se pida ... ».
Como diría Pagnol: El Señor Prefecto no lo sabía.
La documentación, espesa y de colorines, cargada de estadísticas
hasta el extremo, suministrada por l'INSEE, es de una inutilidad
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CENTRAUSMO ESTATISTA Y
singular. Da el presupuesto y el número de habitantes así como el
porcentaje del éxodo, dividiendo los espacios en «réservoir» en «al­
ta» y en «baja», y ciertamente otros datos, pero no dice nada sobre
los oficios, las tradiciones, las familias, las religiones. La incompetencia es aún más sofocante si se _ reflexiona que en
el cantón supradicho (F) era posible una asociación entre munici­
pios de un mismo valle, a condición de incluir un pueblo
simado en
otro

cantón que el Prefecto. había separado, pero ¡ la dificultad ra­
dicaba en que el cambio de cantón requería un procedimiento de­
masiado complicado
!
¡Oh ironía! Hace veinte años, dos consejeros generales cuyos
cantones eran vecinos, operaron un cambio de cant6n reclamado por
la población de un importante municipio rural situada a 10 kms. de
L ...
pero, por viejas y oscuras r3.ZOnes electorales ligado a C ... , sin
pedir nada
el Prefecto más que considerair interinos sus acuerdos.
d)
«Lo que
hoy día cuenta, dice el Señor Prefecto, es la eco­
nomía.
¿ Cómo quieren ustedes hacer algo si permanecen así?». Res­
puesta del
alcalde de J .. . «pero si no pretendemos otra cosa sino
vivir en paz entre nosotros y resulta que en
J ... nos entendemos to­
dos muy bien, y hasta ahora hemos conseguido vivir así. No esta­
mos muy seguros de que esta cordialidad será tan buena si los ve­
cinos se transforman en conciudadanos. Cuestión de sentimientos.» Entonces ¿ustedes renunciarán a ser pertechados?
Nosotros preferimos menos dinero y nada de líos.
Pues bien, dice con sonrisa afectada el Prefecto, si ustedes están
satisfechos de su suerte, no veo por qué el gobierno tiene que pre­
ocuparse. Otra respuesta
más (L

... y M ... ) . «Nos fusionaremos como
usted propone, pero la verdad es que no vemos
la razón. Si al menos
tuviéramos una misma parroquia ... »
Exclamación, estupefacción, risita del Prefecto ante semejante os­
curantismo. Pero, explica el consejero general de M ...
, antes

que usted,
señor
Prefecto,

lo fuera de este
departamento, yo

he procedido a una fusión
de municipios en la meseta de M ... , pedida por los elegidos y la
población en razón
precisamente de

que todos ellos frecuentaban
la
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FUSIONES Y REAGRUPACIONES DE MUNICIPIOS
misma parroquia. La nueva alcaldía fue instalada en el lugar del
culto común. Es la única· fusión que yo conozco que haya coffipla­
cido

a todo el
mlltldo».
Se hubiera podÍ económica

del departamento ... ( cerca de V ... , en P ... ) . Motivo
de
la

fusión: beneficiarse del anticipo que desembolsa el EDF para un
pantano (70 millones anuales). Resultado:· un buen cesto de
can­
grejos.

Para que no se aprovechen los municipios vednos, que
cori­
tiiman pobres de- dinero, et ·rico munic:ipiO fusionado no &a.ce ni_-si­
quiera trabajos de desendavam.iento. ¡Hermilia eficacia de la prima~
cía de la economía !
He ahí, pues, hundidas en la realidad de ese Departamento, los
grandes
a pt·iori de la ley:
primacía de la eeconomía.
necesidad· de obligar a los alcaldes a reagruparse; para el
bien de las
poblaciones.
competencia de los funcionarios e incompetencia de los ele­
gidos localmente.
superioridad
de la
gran comunidad
sobre la pequeña.
En el plano de la vida económica del país, esta
ley-es:

en el
mejor de los casos inútil; perjudicial si es aplicada efectivamente;
en todo

caso, hecha deprisa
y corriendo, y aplicada en contri del
sentido
común.
Por
el contrario, en el plano de la vida electoral, es más hábil
que el referéndum de 1969, o
que
la vulgar y

tradicional combina­
ción de circunscripciones del
año que

precedió a las
legislatirns. (No
hay

que olvidar que son los grandes electores los que fabricaron el
NO en 1969, y sobre todo, que cualquier buen Ministro del Interior,
encargado del reclutamiento de la mayoría,
·aebe saber
que, en
ffiuchos departamentos,

si bien la
inayoria del
cuerpo electoral era
gaullista, en cambio la mayoría
·de los

akaldes y de los
repre~ .. en.­
tantes locales
no

lo eran. De
Gaulle, por
su prestigio, supo pasar
por
enciffia de

esos-· intermediarios, pero De Gaulle ya no está
y, un
pOco por todas ·partes,

en los municipios sus
enemigós- vuelven a Je.
vantar cabeza).
5) Los

representantes locales, partidarios'
d~ la autonomía mu-
,,s1

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CENTRALISMO EST ATIST A Y
nicipal, pero afiliados al UDR, no se mueven por disciplina de
partido. La reelección tiene primacía sobre todo. Si
· el Prefecto
gana, serán reelegidos, si el Prefecto pierde, chillarán más alto que
los otros ( ... ). Toda descentralización es imposible en la democracia.
La elección
lo pudre todo. lo que el Estado hace- siempre se hace
para eso. Nada se
ha:ce para -el país salvo accidentalmente. Los se­
ñores que nos gobiernan tienen la idea de un Plan de Ordenación
del Territorio que quieren imponer a toda costa. Quizá se trate para
· algunos de una especie de filosofía pol!tica. En todo caso, se trata
de asegurarles, mediante
el manejo · de las colectividades locales y
el incremento escandaloso del número de funcionarios, una duración en el gobierno desconocida
hasta ahí en la democracia. Lo qu~ po­
nen
en marcha es, sobre todo un sistema ( ... ) . La tercera (Repú­
blica) tenía la Francmasonería
y el laicismo, la cuarta tuvo el Resis­
tencialismo,

la quinta
el Plan de la Region·alizadón, además de su
herencia. ¿Cómo reprochárselo? ¿No es acaso el durar el primer deber
de un Gobierno ?
¿ Cómo en ese sistema, las colectividades locales podrán alimen­
tar la esperanza de una
autonomía? Cada
cual no piensa sino sólo
en utilizarlas ( ... ) . Porque no existe sino la voluntad de poder administrativo, con­
tando con que hay· representantes locales que para s.er reelegidos ne­
cesitan del apoyo de los partidos nacionales ... Por esto escribía Maurras en 1904 (1): «La ilusión de nuestra
juventud fue pensar que
la descentralización y la federación podrían
obtenerse en Francia desde abajo, por la iniciatíva de los grupos,
y
antes de la restauráción del poder central. La experiencia me ha
hecho comprender que nuestros grupos naturales están demasiado
desorganizados y débiles, demasiado
flotantes para

no ser manteni­
dos indefinidamente en su estado actual de inorganización por todo
gobierno a quien le interese, es decir,
r.or todo

gobierno electivo.
«Cuantas veces se organice seriamente un grupo, necesitará apo­
yarse en ideas absolutamente revolucionarias, con
el fin de poder
rechazar y excluir en todos los casos toda injerencia del Estado:
(1) Diccionario político y Crítico. Artículo «Descentralización».
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FUSIONES Y REAGRUPACIONES DE MUNIC/l'IOS
por tanto, ese grupo tendrá que .orientarse en una dirección anar­
quista y antinaci_onal en lugar de fortific3:r la patria por el despertar
de los grupos locales; la ~lisminuirá por intentos de escisión, por
otra parte, pueriles, necios
y sin ningún provecho para esos mismos
grupos. Ese movimiento organizador desembocará, pues, de hecho, en destrucciones. He llegado a la conclusión de que hay que em­
pezar por arriba».
He ahí cómo en la democracia los _grupos regionalistas sinceros
son muros para la_ anarquía revolucionaria.
Es vano, e incluso -
p.eligroso, pretender-
asegurar una
descentra­
lización en tanto qu~ no se restablezca un poder central duradero e
independiente de la elección, ¿Pero cómo luchar con miras a resta­
blecer ese poder central?
Royer, el alcalde de Tours, hablando del representante local ele­
gido, le llama de rilanera significativa": «el protector natural de · las
poblaciones», lo que se asemeja a una definición feudal. En
':l De­
partamento,

cuando unos prefectos _tiránicos, algunos estafadores
gubernativos, o una administractón poco hábil
ame~aza un

pueblo,
los interesados siempre van a buscar para su defensa al mismo
no­
tabl~.
Estoy

seguro de que esos casos no son aislados.
Es por el entendimiento, por
el concierto de esos «protectores
natura-les de

las poblaciones» como puede rehacerse un poder central.
Trabajando en
reunirlos alrededor

de la misma doctrina, en hacer
que se encuentren
y, concierten, no haríamos más que lo que antaño
hicieron señores
y clérigos.
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