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Número 128-129

Serie XIII

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En torno a la estatificación de la economía (sobre la parcialidad económica del Estado)

EN TORNO A LA ESTATIFICACION DE LA ECONOMIA
(Sohre la parcialidad económica del Estado)
POR
}OSÉ MARÍA CARBALLO FERNÁNDEZ.
Doctor en Economía por la Universidad de Roma.
SUMA,RIO~ I. _Caveant Cogsules.-II. ·Potui, ergo f~d.-111. Allt Cesar aut
. Ó.ibiI.....:....1v.
Angiiís in ºherba:-v. Timeñ Óanaus -et dona ferentes.
I. Caveant Consulee.
Las lec;iones \de Id: historia :indican, .de manera
irrefutable ... que , la conti~ua dependencia _ de -la
,asistencia provoca_ -una desintegración espiritual y
moral fuhdamentalmen'te destructora de /~ fibra
nacional. Dist~ibuir •asÍJtencia' ... e/ como suminis~
trar narcótico, un sutil destructor del espíritu
humano.
(F. D. RoosBVELT, en 1935)
El Estado es la idea divina tal como existe· sobre
la Tier,a.
(HEGEL)
En el · mundo actual se asiste a la ·omnipresencia-del, _.Estado, como
agente y rector supremo de lo económico, atribuyéndose a su. in ter-.
vendón
la posibilidad de lograr, en la Sociedad, una mayor solida·
ridad humanista
y una más· equitativa distribución· de hls Rentas.
La doctrina económica de nuésttos días .ve, en la estructura mix­
ta, de acción pública y privada, la ónica vía para abordax los complejos
problemas
del presente: desarrollo; acción
anticlclica; medidas
anti­
monopolísticas; ·redistribución de
la Renta;

objetivos suptamateria­
les; etc •..
f07l
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JOSB MARJA CARBALW FBRNANDBZ
Cierto es que la intervención del Poder Público parece presen­
tarse como algo inevitable, incluso en una pura economía de mer­
cado, por Jo menos para definir las normas jurídicas que han de
regir la contratación, adoptat
las medidas oportunas en orden al dine­
ro
y al crédito, tutelar las condiciones en que ha de desarrollarse el
mundo laboral, así como para salvaguardar los derechos industriales
y dominicales, y atender a las necesidades típicamente· colectivas.
Pero las características de nuestro contorno histórico, su singu­
laridad, parece concretatse en la abundancia de las EMPRESAS PU­
BLICAS, presentes, en todas partes, en los sectores cardinales de la
actividad económica (energía; transportes y comunicaciones; crédi­
to ••• ), sin que esto quiera decir que estén ausentes de los sectores
concurrenciales, en los que se supone el predominio del principio de
rentabilidad, sobre todo en los de las ACTIVIDADES PUNTA
Robson afirmó que la empresa pública significa la innovación
más importante de nuestros tiempos, en el campo de las instimciones
fundamentales, c:;onstituyendo, en opinión de muchos tratadistas, el
órgano esencial para el desarrollo de la actividad pública en la pla­
nificación democrático-indicativa. Auger, presidente de la IV Semana
Económica lnternaciooal del Grupo Mundo, en la sesión inaugural
de las l"euniones de Barcelona, de septiembre del año en curso, re­
cordó este punto de vista en su discurso inaugural.
Incluso en los Estados Unidos, país al que lá opinión general con­
sidera como
el arquetipo del libre mercado, la empresa privada se
va viendo sometida a presiones estatales cada vez más coercitivas,
incluso a controles de precios
y salarios, signos de un proceso de ex­
pansión de
la intervención pública en la economía.
Y es que sucede que el Múndo Occidental, que vivió desde el final
de
la segunda guerra mundial un clima de expansión y de prosperi­
dad, qlle n~gó a COnsiderar_·como ingredientes irreversibles y deseables
de las sociedades de nuestros dias, parece ir entreviendo la posibilidad
de cj_ue estos procesos puedan, un día; detenerse, aun sin bruscos ca­
tidismos, afite las

impievisibles consecuencias de los desarreglos
morietarios y lbs de5órdéneS interhacionales.
Perdida la fé en la "mano ·invisible", que un optimismo de tipo
Smithiano suponía capaz
de .. asegurar el equilibrio de la economía,
1076
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consciente . de la posible intervención de nna "mano d puede

dar origen a fricciones
y desigualdades sociales; y .convéncido.
de

la primacía de los
,problemas de carácter. social,

el
.Mundo. del pre­
sente.

se vuelve al Estado, en
.. demanda de

una
intetvención qúe logre
aquello

que, por sí mismo, no
puede surgir como producto simple
de

la espontánea actividad de los
ent.es privado.,, en el mercado:
Por

otra parte,
.los fenómenos

derivados del proceso
de. inflación
que

padece el mundo moderno,
a. lo largo y. an,cho del planeta, intro­
ducen en la economía distorsiones que conducen, co-010 salida final,
a la inevitable intervenci6n pública._
Los procesos de_ precios1 en alza co_ntinua, _h?_cen rentables_ ·.inu~
chas empresas que, sin esta._ circunstancia, serían clararo~te ~1,1b_qi~_r:­
ginales y, en consecuencia, se verían expulsadas del mercaqo.
Gran número de plantas industriales, -dotadas con instalaciones
y utillajes obsoletos, se mantienen en pie, aun cuando los procesos
de alza de los precios den lugar a conflictos laborales,
que. explotan
unos sindicatos.,.~a vez más poderosos, pero más atentos a las cue1j:~
tiones políticas qu~ a sus fines soci_al~ y económicos.
Las tenderu;ias. ~e los precios acaban por provocar-la.intervención
del. Estado,

por la necesidad de congelar aquellos que se refieren a
productos de gran consumo
y necesidad, en los que podrían surgir
conflictos políticos poco deseables (gasolina, tabaco, carne,
azúcar,
pan,

agua, transportes públicos, electricidad, etc.).
la congelación de precios termina por incidir en la rentabilida_d
de las Empresas que actúan en los sectores correspondientes, que,
al
final, demandan subsidios del Estado, hasta el momento en que la
imposibilidad de continuar oblíga al Poder
Púf,Iico a
la creación de
Empresas Púhlicas (puras o
mixtas),
Iniciada la vía de creación de las Empresas Públicas, inmediata­
mente tenidas como inevitables, éstas a<;3,ban arrastrand~ a 13: ·crea­
ción

de otras nuevas, simplemente juzgadas convenientes,
y la inicia­
tiva
-privada

se
~a viendo

suplantada por las iniciativas aW!linistra­
tivas. En
fa Economía drogada por la inflación se produce ei trán­
sito a la .. economía estorbada por la acción estatal".
Este·
·camino, royo recorrido avára · 1a experiencia eco.tlómica,-ha
sido también el de los Estados Unidos, obligados por las circunstans
io'n

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JOSB MARIA CARBALLO FBRNANDBZ
cias a salir al paso de la falta de rentabilidad y quiebras en las com­
pañías de ttansport_es públicos, haciéndose cargo de estos servicios,
mediante la creación de un Ente Público, el AMTRAK. Ya antes
habían forzado
la,ayuda estatal las industrias aero-espaciales, en 1971,
las de la construcción, en los afios sesenta, y otras (reruérdense los
casos Lockheed, Penn-Central, los "vip" del petróleo, etc ... ).
Las necesidades de capital,
en unas empresas de dimensión cada
vez mayor, y la falta de medios financieros para ·atender las deman­
das
de._ las

nuevas creaciones o ampliaciones industriales, llevan
al
Estado, sobre todo en los países subdesarrollados, a tomar las riendas
de la iniciativa económica. Eri estos últimos, más_ del 50 % de las
inversiones han die ser atendidas por el Sector Público, por un con­
junto bastante complejo de razones, que expuso, con precisión, el
Subsecretario de la ONU, H. W. Singer.
Amplia es la gama de las intervenciones directas del Estado, en
el mundo de nuestros días, intervenciones que van desde las facili­
dades fiscales y crediticias, o, por el contrarío, penalizaciones, hasta
los controles y las actividades directas de tipo empresarial.
Oaro que, de esta forma, y a costa de los Contribuyentes, las bu­
rocracias administrativas van tomando sobre sí la facultad de decidir
y la capacidad de coerción del Estado va eliminando, poco a poco,
las
. posibilidades
de acción de los agentes privados de la economía.
'Marshall, en su crítica del colectivismo, afirmó que éste exigía que
los hombres fueran eficazmente educados en la entrega al bien pú­blico, lo cual es poco lógico esperar de una sociedad en la que los
sentimientos dé solidaridad escasean, por lo menos por el momento,
y en que una forma, decantadá. en la historia, de sentir la vida, acerca
al hombre a conternplat las cosas desde una posición de egoísmo que,
por · Otra parte, han tomado los economistas como la interpretación
central de las motivaciones · humanas.
Las preocupaciones ecológicas de nuestros días, y la toma en con­
sideración de los costes-implícitos en el deterioro del contorno, que
las empresas no tienen en cuenta para sus cómputos económicos,
podrían significar, en el futuro, intervenciones importantes del poder
público, tanto para revertir los costes a los que producen el daño del
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LA ESTATIFICACION DE LA ECONOMIA
ambiente, como para hacet frente a las "deseconomías" implícitas en los procesos productivos del mundo de hoy.
No es posible, sin duda, ante hechos y circunstancias de
tan ex­
trema complejidad, dar al intetrogante de la conveniencia de la in­
tervención estatal, sobre rodo en la forma . de Empresa Pública, la
simplista respuesta de la mayor eficacia de las firmas privadas, por el principio de que "el ojo del amo engorda al
caballo,O.
Es

posible que tan utópico resulte suponer
la esencia altruista del
hombre como considerarlo, únicamente, Constituido a la manera de
"una masa
puntual, movida. por
la sola fuerza del interés".
El hecho de los abusos de podet de las grandes empresas privadas
~s algo evidente, que no puede ser soslayado, como también lo es
que

sus dimensiones, cada vez mayores, acaban por provocar en ellas
esclerosis, fricciones e inercias que
-las acercan,

en forma notable, en
cuanm a eficacia y aspectos humanos, a las Empresas Públicas.
El
poder de las grandes empresas iguala, cuando no supera, el
propio podet del Estado. ¿Cómo olvidar el hecho de que las 100 ma­
yores sociedades industriales de Estados Unidos controlan el 50 %
de todo el capital del sector financiero del país?
Las burguesías, afirmó Roselli, han dejado de ser libre-cambistas.
El neocapitalismo · Continental acepta intervenciones estatales de las
que sólo predica la imprecisa necesidad de deber tener el carácter de
"intervenciones conformes".
Hasta en las filas de
la doctrina católica aparecen tendencias que
preconizan la acción estatal, para el establecimiento de una "econo­
mía social", que consideran más adecuada a la persona humana.
la teoría .de los Cuerpos Intermedios, que constituye, a nuestro
juicio, la aportación más importante en
el campo católico, en estos
últimos tiempos, trata, precisamente, de superar
y suprimir los per­
niciosos efectos de
las concentraciones anómalas de poder, públicas
y privadas.
Lo económico, se ha dicho, no es un producto natural, sino con­
secuencia de los principios y normas en que el
mercad_o apoya

su
actuación; es algo que no puede separarse de
la acción práctica, tal
como se manifiesta en el espacio y el
tiempo, tesis sostenida,

entre
otros, por Wendt, en su Geschichre det Voikswirtschaftslehre.
1079
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JO$f1 M4RIA CAJlllAl.LO FERNANDEZ ..
Allll. siri pretender entrar en la discusión Menger-Schmoller, y
siendo inevitable reconoceL que no. es .posible predicar la validez in­
temporaLde

los teoremas
económicos, ni tt11sladar al presente formas
pretéritas de acción,. esto Do -quiere· deCir que p{ieda ignorarse, en
los acontecimientos del pasado, la dosis que en · ellos existe de men­
saje
y de enseñaru:a.
En

su
Cours d'Economie Pólitique,

de 1939,
Ftan~ois Pettoux
formuló la Siguiente interrogación:
''-¿ La Ciencia económica, conio toda ciencia,. tiende a un cono­
cimiento · general y válido para todas las épocas y todos los lugares,
o implica sólo Ulla serie de conocimientos de orden his_tóricó, espe­
cial· y concreto,. válidos pata ciertos medios y dentro de ciertos lí­
mites de tiempo?"
Sin intentar t0mar partido por una de estas alternat_ivas, vauios,
sin etllbargo, a gastar unos minutos en tratar de avizorar, en i'ápido
escorzo y esquemática perspectiva, la posición adoptada por el Poder
PU.blico, en· cuanto a su inteivención en la economía, en el curso de
la hiStoria, en nuestro mundo.
II. Potui, ergo feci.
La virtud conquistadora está tan ligada al pode1'
COf1tO la virulencia al bacilo ... Tiene sus fases de
adormecimiento, pero ,reaparece con más viK.or.
(füRTRAND DB JOUVBNIÍL)
Lowie pretendió demostrar que era un error partir de la concep­
ción de la
inexistencia de
la institución de la propiedad privada en
el mundo primitivo, en las sociedades más antiguas.
Pero, no obstante esta afirmación, los · hechos y datos disponibles,
con grave generalidad,_ aluden a la omnipresencia, en todos' los as­
pectos; de ese- ente por excelencia
alltoritario y soberano que es el
Estado, 'ericarnadO, éntonces~ pór el

REX, o rector, del conjunto de
sus socios ( o SEQUOR, secuaées) que, como elemento personal, y
1080
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LA ESTATIPICAClON DP. LA.Eé0NOMiA.
unido

al iogrediente
tetritori')i, constituía ele CAMPUS en.élque ejet:
cía

su potestad de imperio .
. En

al semítica Fenicia, y en sus ciudades-puertos, el
poder eco­
nómico

y el político-militar estaban
en · manos de

·
unas· oligarquías
cometciales,
a

las que se
atrilmyó evidente· falta do escrúpulos,d ejer­
cicio

de la
piratetía y

la explotación
despiadada de tribus ignorantes;
lo

cual constituyó el ámbito del
comercio de aquellos tiempos.
El Egipto. faraónico poseía una estructuii montada en lá esclavi­
tud, el latifundio real, feudal y de los templos, apoyando ~n ia' ex;
plotación de los países conquistados (y en la misera de sus pueblos)
la suntuosidad improductiva
de su sociedad.
Rostotzev describió, con estas palabras, el sistema que
alcanzó su
apogeo

con los
Ptolomeos:
"Todo

era del Estado
y para el Estado, nada para el individuo ....
En 13: evolución total del género humano, no es,posible descubrir tan
amplias; y sistemáticas limitaciones como las aplicadas a la propiedad
privada en el Egipto de los Ptolomeos".
Los. pobres que servían al Estado, según una expresión de
Breas­
ted~. se morían de hambre a las puertas de un tesoro vacío".
Todo el comercio egipcio se encontraba regulado y controlado por
los faraones.
El código del
HAMMURABI nos

ha conservado interesante in­
formación sobre el tráfico mercantil de Babilonia.· En. ésta, aun cuan­
do ~istía ya un artesanado de cierta importancia, cuyas actividades,
no obstante, convergían en los templos, todo
el sistema de riegos,
clave fundamental de su economía, estaba en -las manos · del Estado;
quien, con los templos, mantenía en sus manos firmemente las rien·
das del poder. La propiedad privada era un hecho. raro y escasísimo.
No obstante, las actividades comerciales de esa -parte del mundo
antiguo dieron. origen; en Lidia, a
la creación de la moneda (a la que
Lauro atribuyó. un carácter religioso) y a la _institución. de la. banca.·
Dice un proverbio ioglés que es imposible hacer el· comercio sin
encender una

vela
a1 diablo, hipótésis

que,
posiblemell.te, sirva para
justificar--la:-áctitud. de . .reserva_ y "suspicacia qu-e -uó, pueblo como el
griego, . cuyo iaeal éra. esencialmente: ".kalokagático'·; adoptó .frente a
l.OU
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JOSE }l{AR/A CARBALLO FERNANDEZ
la economía y el comercio, posición que, con ciertas variantes, habría
de continuar en el mundo romano.
"._ .. · Es evidente que, eb la Polis mejor gobernada ... , los duda·
danos no pueden llevar vida de artesanos o de comerciantes, pues
carece de nobleza
y es contraria a la perfección de carácter", dijo
Aristóteles, en su Política.
Platón partió de la concepción fundamental de la unicidad de la
vida privada
y la pública. La idea de lo económico, como un recinto
del hombre privado, era algo desconocido para los griegos: La
Eco­
nomía era, esencial y radicalmente, economía pública.
En su obra_
Las Leyes, Platón se expresó en la siguiente forma, en
su execración de la actitud econorriizante:
"... la cercanía del mar es agradable para la vida diaria. Pero es,
en verdad, una vecindad salada y amarga, pues trae consigo el comer­
cio marítimo y regateos mezquinos y esto crea almas volubles y des­
creídas y, de ¡:ste modo, la ciudad llega al desamor y a la falta de fe,
consigo misma y con los extranjeros".
Era natural, en consecuencia, que la acrivid_ad económica no ocu­
pase, en Grecia, puesto importante, siendo virtualmente nulos los
.avances que allí se lograron en la praxis de aquélla. El ideal de los griegos, según afirmación de Fuste! de Coulanges,
era trabajar en provecho de la ciudad, aun en detrimento de lo pro­
pio.
Era también lógico que la época helenística -se caracterizase por
el dirigismo, y que solamente en· época tardía se iniciase (hacia el
siglo sexto antes de Cristo), la era mercantil
y colonialista, bajo la
influencia de las presiones demográficas y dC la incautación de las
pequeñas heredades agrícolas.
La aventura Alejandrina puso a disposición de_ los griegos las
riquezas acumuladas por los países vencidos, entre ellos Persia.Y Egip­
to. Atenas intentó el equilibrio entre el individualismo democrático
y el socialismo,, pero el concepto griego de libertad se apoyaba en la
libertad del ciudadano, política, pero no personal. El hombre quedaba supeditado a la
Polis, en

toda su
amplitud,
lo

cual era considerado por los griegos no
soiámente honroso,
sino
obligado. Tucídides nos transmitió la siguiente frase de un. discurso
1082
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LA ESTATIFICACION DE LA ECONOMJA.
de Peri eles: "El que no se otupa de los asuntos públicos no solo es
un ocioso, sino también un inútil."
Estas breves alusiones ponen, sin duda, de relieve, el peso que, en
todos los I aspectos vitales, incluído el preterido de.1a economía, tenía,
en Grecia, el Poder Público, entonces encarnado en la figura de la
Polis
y su monarca, u oligarcas.
Tampoco en Roma dej6 de primar el poder público,
y su historia
se centra en torno a
la fundación de ciudades, fuera de las cuales s6lo
existían bosques y pantanos. No es por azar que las principales obras
legadas por los romanos a la posteridad sean obras públicas, cons­
truídas con el concurso impor~nte de artesanos de los pueblos con­
quistados.
Los emperadores del Bajo Imperio practicaron extensamente la
economía dirigida, con minuciosas reglamentaciones y severos contro­
les. de las organizaciones corporativas. En el campo de las interven­
ciones directas,. eran estatales las minas, las pesquerías y enormes ex­
tensiones agrícolas.
Entre Augusto y Diocleciano, el despotismo adtriinistrativo se
desarrolló. en paralelo a la legislaci6n civil. El despotismo central se
manifestó a través del administrativo, siendo frecuentes los abusos de
cónsules y pretores.
Pero, más que en su actividad económica, Roma, se montó sobre
la parasitaria explotaci6n de los pueblos por ella vencidos, disfrutan­
do la metrópoli ,.de las riquezas provenientes de los saqueos, los tri­
butos

y
el comercio de expoliación, que contribuyó, con la fuerza de
trabajo de los esclavos, a sostenerd auge del imperio. La "Sociedad Romana" aceptaba únicamente a los Senadores, C6n­
sules, terratenientes y-altos funcionarios, mientras manifestaba el más
olímpico desprecio hacia los mercaderes. Cicerón, en su obra sobre
"Los Deberes", emitió el_ siguiente juicio axiológico, sobre el co­
mercio:
"También és s6rdida la profesi6n de los que compran al por ma­
yor,, para-vender al por menor, pues no Obtendrían ganancias si no
mintieran mucho ...
".'
La íntima conViccióri del hombre del mundo greco-romano que­
da perfectamente. caracterizada en una máxima de Marco Aurelio, se-
1083
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JQSJ):JV/41lftl' Ctl/UMLW.EERNANDEZ '
gw¡·l¡t:cual .''.nada es conveniente para· la abeja si.no ló es pará la col:
mena".
· · ];'ara ,qµe em:rara enJa _historia del mundo hoy llarnadó occiden­
tal la i,dea de .la libértad' personal, Júe necesario

espetar al· impaéto
que :en·

el mismo
produjo .la invasión de los j:,ueb!Ós germánicos.
En
la descomposición del Mundo
antiguó,· en
el momento de su
villa , romana y . del · Mark germánico, el mundo entonces conocido
experimentó. una reducción de horizonte ético y estético, obligado a
un .retroceso agrario, apoyado i:nás en la idea de seguridad que en la
de
beneficio, : ··
La

economía monetaria
declinó y

los constantes abusos y
dete,
rioració_n :monetaria llevaro~ la atención a los problemas de su· envi~
lecimiem:o, magistralmente recogidos en el célebre TRACTAWS
de Oresmes.
La economía era de producción para el uso directo (Sweezy), de
pequefias producciones (Marx), pero, y sobre todo, estaba caracteri­
zada por .un bajísimo nivel tecnológico y por
la omnímoda posesión
señorial, que significaba
,un poder

soberano, desvinculado del
teórico
poder

del
Rey, cem:ro en torno al cual se instituía la autarquía eco­
n6mica, de la que los campesinos, siervos o colonos, eran, al mismo J tiempo, y por lo general, sostén y víctimas.
La pre,ión, social y feudal primaba en absoluto sobre las personas,
e incluso los artesanos quedaban sometidos al
poder "socializado"

de
los gremios.
La clase meraintil no fue objeto, en el Medievo, de considera­
ción más benévola que en la antigüedad. La Escolástica criticó y re­
pudió la posición del Horno Mercator, al que advirtió que debla con­
siderar todos sus problemas como un servicio a la comunidad, en la
que cada cual debe obtener un puesto.
La concepción cristiana
fue calificada,
por André Piertte, de "so­
cialismo de aspiración", muy diferente, sin duda, del "socialismo~
institución", que más tarde irrumpió en la historia. Esta actitud de
la Iglesia, afirmó Pirenne, impidió el afán desmedido de lucro y
protegió a-los pobres frente a los abusos del poder y de lcis pode­
rosos; ,.
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LA ESTATIFICAClON . DE LA. EC0NOMJA ..
l'ue necesario .esperar hasta el siglo XI . para que se iq,iciase la
expansión de la ciudad, de.la que un proverbio aiem~ asegur¡,ha que
hacía a los.hombresJibres. A

ella empezaron a
acudir, en púsqueda
de refugio, mercaderes)[,artesanos .. ·
Pero.
la

actividad económica, en
las ciudades, distaba . mucho • de
gozar,de
libertad, ya

que estaba rigurosamente
reglameotada:por:las
municipalidades, que -inventaron gravámenes fiscales para _el Tesoro.
de la Ciudad.
El Mercader, hasta

entonces
nómada y expuesto a
los riesgos del
bandidaje, en la mal organizada y precaria red d~-co~unicaciones, co­
menzó un sedentarismo que llegó a plenitud hacia el siglo XIII. Pero
las ferias y mercados eran concesiones de los príncipes y por ellos
controlados. La
lnstirución bancaria, que renació en el seno de· institucioneS de
la Iglesia, por ejemplo, la de los Templarios, se transfirió después a
las manos de los. desterrados lombardos (de dpnde el nombre de Lom­
bard

Street) y llevó al apogeo a ricas familias florentinas (Médicis,
Bardi, .Sttozzi, Peruzzi, Pitti ... ) que impulsarbfl la eclosión renacen­
tista y detentaron, junto al poder bancario (el florín de oro de Flo:
renda era la moneda más apreciada de entonces), el poder pül(ticó.
Los reyes se endeudaron en los prestaruistas (Fugger,.Welser ,..) y
crearon en su favor, o les transmitieron, monopolios
y regalías de la
corona. Las poderosas famili_as· de banqueros hicieron y deshicieron
reyes, pagando los gastos (no siempre confesables) exigidos por las
exaltaciones al trono.
Poder económico y poder político eran la misma cosa y la econo­
mía cayó bajo la
férula de la soberanía política, en beneficio de los
intereses
económicos de quienes la
detentaban, o
bien el
poder polí·
tico fue presa de quienes poseían el económioo, sin remedio.
Fue en dicho momento histórico cuando empezó la ampliación
de las posibilidades ,por encima de las necesidades, que caracterizó
la "luxuria", el lujo. El siglo
xv, tras el descubrimiento de América, desl,ordó la "eco­
nomía
de

la.moderación''
y se p;odujo la busca sin descanso del bien­
estar
material. Sombart caracterizó
a la mentalidad
·burguesa de at¡uel
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/OSE MARIA CARBAlLO PERNANDEZ
Früh-Kapitalismus, cea las siguientes notas distintivas: ansia de be­
neficios; deseo de concurrencia; racionalidad de la acción.
El espíritu hedonístico se justificó, al decir de
.Weber, por las
tesís calvinistas. Pero el primer resultado tangible de la nueva actitud,
ante los hechos económicos, cristalizó enlos Mercantilistas
y los ca­
meralistas, en las concepciones dirigistas, en la razón de Estado, en
los ·monopolios. del comercio exterior atribuidos al Poder Público
(España, Portugal ... ), en el nacimiento de grandes compañías in­
ternacionales (Francia, Holandá, Inglaterra ... ).
En la Epoca Mercantilista nacieron los primeros Bancos del Es­
tado
y el papel Moneda (Law).
En esa. época, en la que se formuló por Muo la teoría de los Terms
of

Trade,
y por Bodino la teoría cuantitativa del dinero, afirmó Col­
bert que "en un gobierno bien organizado,
el Estado debe ser rico y
los ciudadanos pobres". Smith, que fue quien dio al Colbertismo el nombre de Mercan­
tilismo, afirmó, más tarde, que los mercantilistas habían confundido
la riqueza con el dinero.
los monarcas eran comerciantes directos y el aspecto fundamen­
talmente público de los problemas y la actividad económica movió,
precisamente, en aquel periodo, a Monchretien, a dar a la luz la de­
nominación de ECONOMIA POLITICA.
La Fisiocracia fue, en _ sus concepciones, esencialmente macro­
económica (Tablean Economique) y una consecuencia de su tiempo,
caracterizado por su
fe en la Vericitas ,Naturae y en la existencia de
leyes naturales. Pero la fisiocracia nació en un mundo esencialmente
agrícola
(y, por añadidura, latifundista), marco dpico de las noblezas
territoriales,
y es fácil comprender que considerase estériles a las ~!ases
no

ligadas a la Tierra. Quesnay, Dupont de Nernours, Turgot, Mercier de la
Riviere,
Mirabeau...

fueron lógicos campeones de la tesis de la limitación
de la acción estatal a la tutela de la seguridad
contractual y domi­
nical. Esta fue la tesis del Hochkapitalismus. Entretanto,
en, la

realidad, proliferaban
las compañías protegidas
por el Poder Público
y en ias colonias (de la Corona o corporativas)
p,edominaba el más estricto
feudalismo.
ío86
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LA EST ATIFICACION DE LA ECONOMIA
El origen del Banco de Inglaterra parece que debe buscarse en los
depósitos que los negociantes hacían en la Torre de Londtes,
"donde
esperaban guardar su oro, oro imprudentemente usado, sin reparos,
morales, por Carlos l
Se atribuye a Adarn Smith la idea de
centrar en
el trabajo indus­
trial el factor productor por excelencia, idea que no se difundió hasta
el primer tercio del siglo XIX," y que hizo posible, al dotarla de una
base doctrinal, la expansión capitalista y el triunfo de la plutocracia
en América.
Pero frente al optimista, y asistemático, Smith, se alzó la figura
del
metódico, pero

pesimista, Ricardo, a quien se debe la tesis de la
Renta Diferencial, la del Fondo de Salarios, y la Teoría de los Costes
Comparativos ... En Ricardo se
halla, en ciernes, el marginalismo y,
en su concepción del valor trabajo y de la
llantada por Lasalle ley
del Bronce, Marx •.. En pleno auge la expansión capitalista, mientras se creaban los
grandes grupos bancarios comerciantes (Baring, Rotschild ... ) se
ins­
titucionalizó el Banco de Inglaterra en el Acta Pee! y comenzó a di­
bujarse la figura de los Bancos
Centrales, con
el carácter de Bancos
Públicos, y era constante la práctica de subvenciones estatales, de
concesiones reversibles al Estado (ferrocarriles) y, en las Colonias, la
actividad económica sufría asfixiada por las presiones de un aluVión
de

funcionarios activos
y estériles, según expresión de Toi:queville.
Eran frecuentes la explotación de niños y mujeres y la acción tu­
telar pública hubo de tropezar, con harta frecuencia, contra los prin­
cipios liberales invocados, pero no seguidos, por la clase patronal.
Stuart Mili,

se ha dicho, fne el primero que abrió
las puertas al
reformismo social, además de haber sido el primer preconizador de
lo que hoy denominamos "zegismo".
Say pretendió explicar el automatismo del equilibrio económico
en su Ley de
las Salidas, pero, frente a él, se alzaron Sismondi y los
socialistas franceses (Saint Simon, Lasalle ... ) y
también Owen
y,
sobre todo, Rodberms, considerado como el fundador del socialismo
científico. Además, y con peso principal ante la historia, Marx, el
profeta de la coléctivización y autor_ de la "Biblia socialista"~ pro­
metedora del mesianismo hebraico én el ·campo de lo económico.
1087
Fundaci\363n Speiro

JOSEiMARltLCAR.HALLO FERNA.NDEZ ·
La expansión ael Hochkapitalismns estuvo matizada por una lucha
que llegó, "muchas yecés, a un elevado grado ·de rudeza .. ·_Los nioyi~.­
mien_~s de coticentración indústr~~-obligaron a tajantes intervenci:o­
nes del Estado. Hablando del Manchester de 1835, Tocqueville dibu­
jabá el sigúiente cuadro:

"Aquí es donde el espíritu humano encuen­
tra su petfección y donde se embrutece; aquí es donde la civilización
produce sus
matavillas y
donde el hombre. civilizado vuelve al
salva­
jismo·'..
El

mejoramiento económico y la esplendorosa expansión de la
tect;t.~logía .no

se hicieron, _en el siglo
p~ado y principios del nuestro,
sin. transgresiones

del sentimiento moral y del
~entidC? de la convi­
vencia. En
.su declaracióp ante

el Congreso de 3 de enero de 1934,
Roosevelt se expresó de esta forma:
"Hemos sido sorprendidos debido a muchos y notorios ejemplos
de injurias i.nfligidas contra nuestros ciudadanos; por personas o
grupos que han estado viviendo a costa de sus vecinos, mediante el
uso de métodos inmorales o criminales".
El· imperialismo colonial, que brindó a Europa rosadas perspec­
tivas, tenía como nota -sombría, según una observación de . Myrdal en
An Intemational Economy, de 1956, la exclusión del banquete de la
civilización de las tres
cuartas partes
del Mundo.
Los Cartels, y los Trusts comenzaron a ejercer una influencia
destacada, que muchas veces se oponía a los fines del Podet Público,
que reaccionó, desde finales del siglo pasado, con normas orientadas
a frenar su potencia e
impedir su

acción.
Frente a los poderosos grupos de patronos, los potentes sindicaros-,.
que constiruíari. el otro frente del campo en el que, durante muchos
años, iba a reñirse la bátalla de las llamadas clases sociales.
Retum Novarlllll fue

la respuesta de la Iglesia al Manifiesto Co­
mUniSta:, ·en· To. CJ.ue _se ofreció un programa moral qlle el Mundo Oc­
ddental, por· lo menos en las esferas --etonó.micas, aparentó aceptar,.
pero sin haber 'pretendido pon et lo en práctica.
· De este
ésquemátiéo ·· cuadro del. pásado. · podría dedncirse la pe,
renne intervención ·del: Estado en: la E~omía, por su autónoma yó­
lunrad y, iari:tbién, cómo réspllesta a las ptesiones de_ grupos· internos
qué podrían metmar sn soberanía. ·
1088
Fundaci\363n Speiro

LA ESTATiFICAClON DB LA ECONÓMU
_ El .Estado: pudo ser, y pot lo tanto se hizo, intérventfü,. a lo largo
de los siglos.
El· liberalismo y el sistema de mercad& es algo que no
ha
transpuesto las cubieiras de lós libros

que
tratan de él, que jamás
ha

existido, como recordó Miltoil Fr1edman eil
tina reciente
en­
treVista.
Sería precipitado pretender elevar .a principio lo que acaso es
simple -acontecer
y ciramstancia temporal.-Baste advertir que ·suéédió
así, eso es tod.o. Pero también convendría: recordar que -del tiempo
dijo Gracián que es· gran sabedor, por lo viejo y _experiment-ado.
ID. Aut Cesar aut nihil
La pa.1ión del absolutismo debe necesariamente
con1pirar con Ja pasi6n de la igualdad.
(BERTRAND DE ]OUVENEL)
En la .misma medida en que la obra realizada por Adam Smith
contribuyó a justificar el capitalismo, el.desarrollo de las tesis
socia'
listas
del

siglo
XIX constituyeron antecedentes que, unidos a las cir­
cunstancias que imperaban en el Mundo. del primer
tercio. de
este
siglo, sirvieron para justificar los fenómenos de colectivización y-es­
tatificación que, en algunos casos, como el ruso, irrumpieron en la
Historia con la virulencia y espectacularidad de una erupción vol.
cánica. Incluso un economista como
Marshall, el profesor de Cambridge
a quien la ciencia económica debe
las. reorías del

equilibrio parcial,
de la Renta del consumidor
y de las quasi-rentas, sustentó la tesis de
la conveniencia de la intervención estatal, en la siguiente proposición:
''La
suma

global de satisfacción de nna sociedad podría hacerse
aumentar más allá del máximo conseguido ,:en condiciones de Laissez
faire, en el estado de perfecta concurrencia, si se sonietiera a grava·
roen la
producción de bienes· sujetos a costes crecientes y se subsidiase
la de aquellos de costes
decrecientes".
La proj,Osíción de Mar!;hill tiCtle el interés-·indudable ae trat:atse
1089
69
Fundaci\363n Speiro

/OSE MARIA CARBA!LO FERNANDBZ
de un razonamiento exclusivamente económico, razonamiento que
fue, en nuestros días, reconsiderado. por Samllelson.
:Por
su
parte, Jevons aceptaba como
oportuna cualquier Ley que
si.tviera para

aumentar la felicidad humana..
Sidgwick
fijó su atención en las desigualdades distributivas, con­
secuencias de los conflictos provocados entre . los intereses privados
y los soci.ales, cuya existencia lo movieron a la" crítica de los sistemas
de libertad. ecnnómica natural.
Frente a
la proposición marshalliana, la concepcióll marginalista
(W
airas, Pareto ... ) consideró que el máximo de ofelimidad es al­
canzable como suma de los máximos de ofelimidad de todos los agen­
tes económicos. Pareto definió este punto como aquel en el cual
no pueden realizarse deslizamientos pequeños sin provocar .corrimien~
tos en las ofelimidades singulares, en aumento y disminución.
Pero la existencia de esa ofelimidad medible, colectiva, constituye
una
aporía que
Arrow puso de relieve, no siendo posible pasar de
las preferencias individuales a las scciales, no obstante la pretendida
formulación de A. Bergson, por tratarse de variables no mensurables
y, además, heterogéneas.
Por otra parte, la condición de Fa.reto, según ·observó Fin_etti, es
una condición necesaria, pero no suficiente~
Po:r

añadidura; el marginalismo, en el que se intentó apoyar una
crítica del colectivismo (Wicksteed, Béihm-Bawerk, Pareto ... ), parece
carecer de consistencia, fracasado en su intento de sustituir los mo­
delos groseros, pero dinámicos, de los clásicos,
pot otros más "sofis­
ticados",

pero simplistas, estáticos
y llenos de peticiones de principio.
Kaldor puso el énfasis fundamental en la distribución de la Renta, y,
Pigou, discípulo y sucesor de Marshall, ampeón de la· Economics of
Welfare, basó la maximación del bienestar económico en el incre­
mento ·de
la Renta nacional, concluyendo la conveniencia de la inter­
vención estatal y su deseabilidad social.
En los aconteceres económicos del período de tiempo inmedia­
tamente posterior a la primera guerra mundial, destacaron, en pri­
mer término, la revolución rusa y la crisis económica de 1929. Y fue
natural que la atenci6n de los políticos se centrara en evitar, a toda
costa, el desempleo, del cual podrían derivarse desagradables conse-
1090
Fundaci\363n Speiro

LA ESTATIPICACION DE LA ECONOMIA
cu,encias sociales. Keynes, también representante de la escuela de
Cambridge,

ofreció a los políticos la receta para enfrentarse con estos
problemas sociales,
utilizando, al

efecto, todo el poder de la inter­
vención pública.
Según Keynes (General Theory), "los controles. necesarios para
asegurar la plena ocupación exigían una amplia extensión de las
funciones tradicionales de gobierno".
Además, afirmó, "Una socialización de cierta amplitud .en la in­
versión se demostrará como el único
medio de aproximarse

a
la plena
ocupación, si bien esto no
excluye, necesariamente, cualquier tipo de
expediente de compromiso en el que la aµtoridad pública colabore
con_ la iniciativa privada".
El lenguaje técnico de Keynes hizo un uso sistemático de la ma­
croeconomía, ligando, en su .modelística,,. las variables. _del volumen
de la Rehta y la ocupaciq,¡. En 9pinión de Williams, su mérito prin­
cipal consiste en
haber actuado desde un punto de vista político.
Pero el énfasis fundamental del keynesianismo recayó en la ac­
tuación estatal y esta tesis informó 1~ política económica de. los Es­
tados modernos, hasta el momento en qu~, en 1~ ,segunda postguerra,
la moda económica eligió otros "ta.r_gets".
Mientras tanto, el marxismo, triunfante en. la. -~S, iba a con­
ducir al pueblo ruso desde una estructura agraria medieval, que era
la reinante en 1924, a la bomba atómica de 1949. Marx, de quien
dijo Bertrand Russell que Alemania lo había convertido en construc­
tor de sistemas, Francia en activista revolucionario . e Inglaterra en
hombre
instruido, adquirió,.-
ante
los ojos de muchos intelectuales y
tratadistas, el halo de un triunfador y sus doctrinas tomaron el ,ca­
rácter de un mensaje.
En la zona marxista, la línea de pensamiento corrió paralela a la
del mundo occidental, con escasísimos puntos de contacto
(Bogda­
noff) Gerzstein, Bazarov, Eventov, Kantorovich, Guberman, Granovsky,
Kondriateff, Leontieff ... ) .
Naturalmente, las líneas de pensamiento rusas se movieron dentro
del marxismo-leninismo
y, por ende,- en la vfa de_ la acruación eco­
nómica centralizada de un Estado colectivista.
101'1
Fundaci\363n Speiro

JOSE MARIA• CAJUIAilO. FERNANDEZ ...
Pero tambiéif en · el MU11d0 Occidental, por. paradoja, se fue ins­
titucionalizando el· .intervencionismo ·estatal_ en .. la economía_.
· Los economisras posrkeynesianos siguieron, en general, la vía
cuantitativa, ya
preconizada plir Schumperer en 1933, como la única
adecuada

para lograr la
atención de

los políticos.
La modelística econométrica (Tinbergen, Frisch, Meade, Baumol,
Beach, Samuelson ... ) así como Jas teorías lineales (Dantzig, Dorf­
mann, Koopman,

Solow ... ) y las de Games
(Neuma1111, Morgens­
tern, Shubik-... ) son cuantitativas y, además, conviene advertirlo,
orientadas, pPÍ: lo menos las primeras, a la acción estatal
En la actualidad, afirmó Tinbergen, la parte del análisis en que
se profundizó más es en el capítulo que corresponde
a· ta acci6n de
los
órganos de

gobierno, que son los encargados de actuar y decidir,
según sus puntos de vista,· las variables instrumentales adecuadas para
lograr los valores que se propongan
de las var.iables

tomadas como
"targets".
La modelística yla econometría fueron los instrumentos "ad hoc"
para las
aspiraciones de la planificación y el desarrollo, puestas de
moda tras la guerra mundial de
1939-45,
Hoy, según una afirmación que también se debe a Tinbergen,
la

teoría
de· la
política
ecÓnómica toma
como punto de partida las
parciales preferencias de los responsables de las decisiones de política
(Policy-~ers).
Aun cuando
Ferrara haya· expuesto las condiciones limitativas en
las

que,
a su• juicio, puede ser admisible la acción pública, sin viola­
ción_ de las leyes de la economla (interés general; necesidad y ventaja),
y Robinson, entre otros· autores -Y -estudiosos,· haya pufsto de iélieve
la falta de rigor que supone el empleo de modelos abstractos para
problemas
concretos, sin

olvidar
la advertencia del peligro de estati­
ficar
al hombre (por ejemplo, por llo¡,ke), es innegáble que la inter­
vención del Estado· sé· hace· cada vez más ostensible y qtie nadie, :vir­
tualmente, invoca ya el liberalismo económico, lo· mis11lo -. que entra
en la sombra del olvido el socialismo ut6pico.
En· cualquier caso/ adelantado· en

el
proscenio de
la Historiá,
como un peso muerto de d.iínensión:-creciente,_"que gravita ·sabre "la
1092
Fundaci\363n Speiro

LA ESTATIFICACTON DE LA BC0NOMIA
sociedad, el Estado, . ese monstruo frío entre los monstruos fríos, al
decir de Nietzsche, provoca en unos toda clase de esperanzas eco­
nómicas, aun

cuando en otros despierte· toda clase de inquietudes.
IV. Anguis in herba.
Es preciso advertir que el porvenir de la civili­
zación moderna, tal como fue est;ucturada por .la
raza blanca, en

los últimos doscientos
años, se
halla inseparahlemente ligado al futuro de, la eco-
nomía.
(LUDWIG VON Misns)
El Mundo Occidental parece deber enfrentarse, según hemos ido
exponiendo en el curso de, estas páginas, con el fenómeno del gigan­
tismo econó.n_;i.ico,_ privado o público, a través de concentraciones ·y
conglomerados de firmas que implican,. en 01.alquier caso, una socia­
lización de la sociedad por la vía del dinero, o de la política. Baste,
para dar una

idea somera del grado de concentración de
poder, mencionar
el hecho de que en Francia, en 1969, el 0,07 % de
las firmas
, controlaban

el 3 5 ,2
% de la cifra total de negocios y el
0,83 % monopolizaban el 61,2 % del mercado. Y también la cir­
cunstancia de que en EE. UU., según datos expuestos por Robert Lat­
tes en Mille Milliards de Dollars, cincuenta sociedades alcancen, en
conjunto,
a, una

cifra de ventas que representa el 25
% del P. N. B.
norteamericano.
También en el Japón se han denunciado, recientemente, los temo­
res que provoca el hecho de que diez grandes empresas acaparen el
50
% de las exportaciones y el 60 % de las importaciones.
Se trata de un fenómeno que va en aumento
y al que se han uni­
do las Empresas Públicas, tocadas
también de

"gigantofilia".
No es fácil,
naru.ral.mente, dada la aparición en el horizonte del
fenómeno de las empresas multinacionales, situadas entre lo público
y lo privado, según Muns1 predecir cuáles van a ser las consecuencias
de estos gigantes, cuya penetración a escala uniVenal e~ cada vez ·más
1-093

Fundaci\363n Speiro

/OSE MARIA CARBALLO FERNANDEZ
patente, en aquellos países que, como el nuestro, presentan una franca
debilidad de potencia en todos los sectores. Es elocuente el hecho
. de
que la primera en importancia de las
empresas españolas represente menos del 11 % de la más importante
del MEC, en su sector de actividad (a salvo el sector de la construc­ción naval), y en algunos tipos de actividad, como el de la alimen­
tación, la cifra de negocios de la empresa de mayor dimensión, entre
las españolas, permanezca en un volumen de ventas· que sólo llegue
a un porcentaje mínimo de la cifra de operaciones de aquella similar
que ocupa el primer puesto en la
C.. E. E.
Entre las 100 primeras empresas del mundo, no figura siquiera
una empresa española.
El gigantismo de las empresas parece ofrecer las ventajas, en
cuanto a productividad, de permitir utilizar tecnologías más avanzadas
y disminuir los costes por unidad. Pero acaso estas ventajas econó­
micas resulten negativamente compensadas, en el aspecto humano, ya
que es un hecho comprobado que los conflicros sociales constituyen
una función creciente de la dimensión, significando los que surgen
en las empresas de más de 100 obreros el 80
%, aproximadamente,
del total.
La concentración de poder en manos de los siere grandes bancos,
en cada país, llega al 99,21
% en el Canadá, al 84,34 % en Francia,
al 67
% en España, mientras en Alemania sólo significa el 34,08 %,
en Estados Unidos el 27,64 % y el 33,02 % en el Japón.
Los economistas que se dedican al estudio de los problemas em­
presariales claman en pro de la concentración de las empresas, la­
mentando la insuficiencia de grandes firmas en sus países, como,
respecto del nuestro, expuso
el Sr. Martín Villa en el Simposium
sobre la Mediana y Pequeña Empresa de 1971.
Se supone qu.e las dimensiones de las empresas influyen. en su
capacidad para patrocinar los estudios y las investigaciones, orien­
tadas a la eficiencia del binomio RD.
Pero, en el campo social, cuando el número promedio de emplea­
dos disminuye, es de evidencia matemática que aumenta la probabili­
dad de verse promocionado a puestos directivos,
mientras con

las
1094
Fundaci\363n Speiro

LA ESTATIFICACION DE LA ECONOMIA
grandes dimensiones es muy pro),able la continuidad en el conjunto
masificado.
No obstante, con la prima.cía que nuestro tiempo ha otorgado a
los aspectos cuantitativos de
la economía, es general la tendencia a
estimular el crecimiento de las empresas, creando incentivos fiscales
y de otra índole, a fin de lograr fusiones y absorciones entre las fir­
mas.
Este es el criterio sostenido en el MEC, cuando de_ estas operacio­
nes no se deduzcan circunstancias que caigan dentro de las limita­
ciones previstas en el artículo
85 del Tratado.
Desde el· año 195 7 vino estimulándose en nuestro país, mediante
medidas fiscales, la concentración, y desde 1963 se regularon las Unio­
nes de Empresas, lo mismo que sucede en los diferentes
países: con­
sorcios italianos; comunidades de intereses en Alemania; grupos de
interés económico en Francia; ete .•.•
No faltan opiniones en España que suponen que las normas vi­
gentes, consideradas e..n su conjunto, impulsan más bien a las firmas
a adoptar unas dimensiones
más pequeñas, sentido en el que_ se ma­
nifestó, en -el simposium antes aludido, el Sr. R. Cossio Cossio.
Pero, según datos del Ministerio de Industria, en el curso de los
años 1968-71 se concentraron 340 empresas, que dieron lugar a 13 7
empresas finales. En la C. E. E., entre 1961 y 1967, el número de operaciones de
concentración ascendió a
5 .000, de las cuales 1.000 eran interiores
al MEC.
Las concentraciones se operan también en el sector bancario (In­
glaterra, Francia, Países Bajos, Suecia, Japón, Holanda, Alemania ... )
y también adoptan el aspecto de consorcios y acuerdos de catácter
internacional, de los cuales surgen, a veces, agrupaciones como las de
la Société Générale, el Creditansralt y el Bonverein, que, juntas, su­
peran al Bank of America, que es, como se sabe, el mayor del mundo.
En España, donde no se produjo todavía concentración de grandes
bancos, aun con las que los rumores prevén no se superarían ordenes­
en la graduatoria mundial, superiores al puesto 72 y 54, en la lista
de

los Top 300.
De las concentraciones se espera el milagro económico de hacer
109'5
Fundaci\363n Speiro

/OSE MARIA CARBALW FERNANDEZ
que dos más dos sean cinco, olvidándose de que, en una economía
de mercado, provocan el peligro de la creación de circuitos cerrados
y de posiciones de dominio que dan origen a temibles monopolios
"de facto", que, al margen de no producir las ventajas económicas es­
peradas, ocasionan lesiones evidentes en el aspecto sod_al y humano.
Se suelen tomar en cuenta los parámetros económicos de la fu­
sión, los exclusivamente técnicos, tales como las formas y condicio­
nes de las funciones de costes
y el abanico superior de alternativas
tecnológicas. Pero puede entrarse, en muchos casos, en los rendimien­
tos decrecientes
y resultar inoperantes, por diversas razones humanas,
las sinergias esperadas.
Los gigantes tienen, a veces, los pies de arcilla. Recuérdese el
caso de la Penn Central, primera Compañía del Mundo, nacida hace
unos

seis años de la fusión de la Pennsilvania Rai!toad y de la Central
Line, cuya quiebra llevó a EE. UU. a la creación del Amtrak, al que
hemos aludido antes. Y también la Montedison, producto de
la fusión de la Monteca­
tini y la Edison, en Italia, que se vio en el trance de cerrar algunas de
sus plantas industriales, con los consiguientes problemas laborales.
Dadas las consecuencias sociales que pueden provocar las enfer­
medades de estos gigantes, el Poder Público se ve, a fin de cuentas,
en la necesidad de intervenir en su ayuda, llegando incluso a hacerse
cargo de sus pesos muertos, en la forma de empresas públicas, so­
cializando así sus pérdidas. Los Estados han mantenido, desde fines del siglo pasado (la Ley
Scherman se promulgó en 1890) una actitud suspicaz frente a los
Cartels
y los Trusts (leyes Sherman, Oayton; la Monopolies and Mer­
ger Act, inglesa, de 1965, la Gesetz gegen die Wettbewersbeschriin­
kungen, de 1957, reformada en
1%3, en

Alemania; la sepañola de
1963, inspirada,

según parece, en el artículo 23 de la alemana de
1957; la japonesa, etc.).
Pero, en general, las legislaciones antimonopolísticas se limitan
a contemplar la evitación del gigantismo excesivo (caso de EE. UU.
y del Japón) o a prevenir el uso de prácticas abusivas en el mercado,
pero no contienen normas que cohiban las maniobras de fusión o ab-
l.096
Fundaci\363n Speiro

LA ESTATIFICACION DE LA ECONOMIA
sordón y salvaguarden a la sociedad frente a un poder capaz de im­
ponerse hasta
el poder público.
Lo más curioso, sin embargo, es que, "cuando una sociedad que
vende manzanas se une a otra dedicada a la misma actividad, hay
una violación prevista en las leyes antitr:uSt, mientras que, al· Unirse
una naviera con una vendedora de manzanas, con ·otra de fabrica­
ciones espaciales,
etc., se da origen a un conglomerado que escapa a
la legislación antitrust". Un funcionario americano llegó a afirmar: "si
pennanecemos
quietos,

no habrá, muy pronto, en Estados Unidos, más de 60 centros
de decisión en toda
la economía amerícana".
Y los Estados no permanecen quieros, pero responden a los con­
glomerados privados con los conglomerados públicos, constituidos
por las Holdings gubernamentales, encargadas de la gestión de las
Empresas Públicas.
Berardi aludió, en un artículo publicado en Mondo Economico,
a la mayor eficiencia de las pequeñas empresas,_ afirmandÓ que la
mejor productividad de las grandes firmas no parecía comprobada
por datos experimentales.
Pero el conglomerado, que se limita a la integración financiera
y de gestión de un mosaico
~e producciones

diversificadas, en las
que no existen nexos tecnológicos funcionales, constituye
el prototipo
de una
estructura heterogénea,

que corresponde a unas tendencias evo­
lutivas que le permiten beneficiarse· de las ventajas de la
empresa
de dimensiones adecuadas a las que brinda las facilidades de la auto­
financiación y el más fácil acceso al mercado de capitales, que es
donde las pequeñas empresas no conglomeradas encuentran sus prin­
cipales dificultades.
Los conglomerados tienen un reverso, naturalmente, constituido
por el aumento de costes improductivos (administración, publicidad,
distribución, etc.). Pero
hay un hecho innegable: su espléndida y
desconcertante expansi6n, en el curso del último decenio. El fenómeno de los conglomerados
ha venido a añadirse al de la
multinacionalidad, hecho que no puede· dejar de provocar reacciones
en los poderes públicos, da~ su importancia en ios ·aspeé:toS de -pe­
netración económica, de influencia política y de condicionamiento
Fundaci\363n Speiro

/OSE MARIA CARBALLO FEllNANDEZ
estratégico, que lleva implícitos, sobre todo cuando el despliegue se
produce en sectores de cardinal importancia bélica (energía, infor­
mática, siderúrgica,

medios
de transporte, químicas, etc .... ). Hechos
recientes, de carácter internacional, hablan con particular elocuencia
de estos riesgos. La multinacionalidad ofrece, además, la posibilidad de incrementar
los beneficios mediante la explotación de las ventajas diferenciales
de mano de obra barata y standards de vida bajos; de asaltar a los
mercados y uniones de mercados, desde el interior; de gozar de rela­
tivos paraísos fiscales; de liberarse de algunas restricciones y controles
legislativos, incluso cuando p,roceden de precauciones de defensa na­
cional.
Howard Perlmutter cree que, para 1985, el 70 % del Producto
Bruto mundial quedará controlado por 30 grandes empresas multi­
nacionales. ¿A qué grado de restricciones podrían quedar, entonces,
sometidos los mercados de todo el mundo? El Comité de prácricas restrictivas de la OCDE no oculta su in­
quietud ante unas tendencias que· podrían destruir la libre compe­
tencia, "en mercados oligopolísticos". En una reciente reunión celebrada en Giuebra, bajo la égida de
la UNCTAD,
la ONU solicitó "la identificación de todas las prác­
ticas restrictivas de las corporaciones multinacionales que afectan
adversaruente al comercio y al desarrollo", inquierud que comparten
todos los países, ante la inquietud que provocan unas empresas apá­
tridas cada vez más omnipotentes.
Las
pequeñas empresas (con menos de 100 obreros) representan
en Estados Unidos el 91
% y en España el 99,3 %, según datos ex­
puestos en el Symposium de ocrubre de 1971, pero las pequeñas em­
presas van sobreviviendo como algo subsidiario de las grandes
fir'
mas para quienes trabajan, habiendo surgido ya en el mercado las
agencias de subconttatación, organizaciones de las que existen ejem.­
piares en nuestro país (Barcelona, Valencia, Asturias, Madrid, Zara­
goza, Valladolid, Sevilla ... ).
¿Se encamina, acaso, Occidente hacia una apotéósis de conglome­
rados multinacionales?
La propia dimensión y complejidad de ellos impone la inevita-
1098
Fundaci\363n Speiro

LA ESTATIFlCACION DE LA ECONOMIA
ble presencia de los managers, cuya finalidad se centra, por encima
de
todo, en sus éxitos personales, éxitos que el Poder Público va
identificando, inconscientemente, con los suyos, en una evidente quie­
bra del COUNTERV AIUNG POWER.
Las empresas gigantes, públicas y privadas, implican siempre un
punto de vista parcial en la economía, el de aquellos que las dirigen
y representan, que van ocupando cada vez más a la sociedad y some­
tiéndola a sus fines autónomos y a sus aventuras.
La aportación de las empresas públicas al valor añadido bruto,
en
Italia, representa
el
16,5 %; en Francia, el 10,32 %; en el Reino
Unido, el
9,4 % y en España el 4,87 %.
El empleo llega en el Reino Unido al 7,9 %; en Francia al 7 %;
en Italia al 6,3 % y en España al 3,25 %.
Pero el porcentaje de inversiones significa, respecto del total na­
cional: el 19,7 % en Italia; el 18,3 % en el Reino Unido; el 16,38 %
en Francia y el 14,79 % en España.
Según declaraciones del Presidente del INI, señor Boada, al
pre­
sentar

la Memoria de
1972, dicho Holding realizó, en el año men­
cionado, el 25 % de las inversiones industriales españolas.
Estas cifras_ parecen demostrar, en -cuanto a los países aludidos, que
la Ratio de Capital respecto del Producto es muy elevada, en las em­
presas públicas. ¿Obedece, acaso, este fenómeno,
al hecho de dedicar
sus actividades a sectores que demandan
altas cifras de instalaciones
fijas?
Prescindiendo de imprecisos antecedentes más antiguos, la Em­
presa Pública, creación, como hemos ya advertido, de este siglo, es un
producto de la primera postguerra europea y nació en Italia en 1931,
año de la creación del IRI, por Mussolini, ante la necesidad de salir
al paso a una grave situación económica.
En España, que hoy cuenta con más de 200 empresas públicas,
fue un producto de su guerra civil (aparte de los monopolios, ya
entonces existentes), cristalizando la organización jurídica en la crea­
ción del !NI, en
1941, a cuyas empresas se concedió los beneficios
fiscales y de otras clases concebidos en la ley de protección a la
in­
dustria de interés nacional, en 1939.
El apogeo de las Empresas Públicas, sin embargo, es de la segunda
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/OSE MARIA CARBALLO PERNANDEZ .
postguerra mundial: En 1945, se Qacionalizó el Banco de Francia, con
los cinco grandes Bancos comerciales y,
además, en 1946,

gran
nú­
merg de Empresas de Seguros francesas, áparte de la confiscación
de algunas empresas de colaboracionisras, tales como la Régie Renault;
en 1946 se nacionalizó
el Banco.de Inglaterra y en Estados Unidos se
dictó la
fünployment Act.
que autorizó al Estado a intervenir para
asegurar el máximo empleo.
En cuanto a
la R. F:· A., esta-se .limitó a :mantener las nacionali­
zaciones heredadas de la época nazi, provocando incluso algunas ope­
raciones
de "Privatisierung" como las Preussag y Volkswagen. En
1965, los proyectos nacionalizadores desaparecieron, incluso, del pro·
grama del partido socialista.
En el curso de los años seserita. 3urgieron en el Reino Unido al­
gunas filiales financieras del Banco de Inglaterra y diversos organis­
,mos
con
participaciones del Tesoro, entre ellas
el IDC (1966-72)
que sirvió de antecedente de inspirador para el IDI francés, creado
en 1970, cuando ya al otro lado del canal de la Mancha estaba su
modelo en vías de extinción.
Los diversos entes italianos (EN1, EFIM, ENEL, EAGAT ... ) y
el IRI (que posee el 90 % de los capitales de los cuatro grandes han·
cos comerciales, mayoritarios a su vez de otros bancos nacionales y
extranjeros), están bajo el control de un Ministerio de Participaciones
Estatales (desde 1956), tipo de organización rechazada en Inglaterra
en

1969.
Alemania reorganizó, en 1970, sus empresas nacionalizadas, a fin
de lograr su colaboración con el sectOr privado.
El· INI español, que invierte, al decir de su Presidente, sólo donde
el. Gobierno dispone (lo cual podría implicar un alto grado de po·
litización) interviene en 80 empresas, hoy en vías de reorganización.
En la Memoria de 1972 se afirma que su cifra de negocios ascendió
a
240.000 millones
de pesetas. Entre las 300 primeras empresas
es­
pañolas, 36 perteneten al IN1.
A esta rápida panorámica sobre la forma en que se desarrollaron
las Empresas Públicas habría de · añadirse que incluso en Estados
Unidos se fortalece cada vez más la intervención ·del Estado, en esta
forma, como

hemos.
· indicado anteriormente~ al· altidit al AMTR.AK.
1100
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LA ESTATIFICACION DE LA ECONOMIA.
Un rasgo que parece predominar es la adopción de la forma de
Holdings

públicos para atender a la promoción
y financi¡¡.ción de las
Empresas Públicas, auténticos conglomerados de integración hetero­
génea, sin otro nexo funcional que el político.
Los grupos privados dominantes
· y las empresas multinacionales
pueden
plantear" al

hombre su peso coercitivo en lo económico, pero
la parcial manera de concebir
el uso de las empresas públicas podría,
aparte de su evidente carácter socializante, imponer al hombre tra­
bas represivas a la iniciativa individual, cuyo alcance es difícil de es­
timar y de prever.
Y lo más grave es -que, según una aguda advertencia de Marcuse,
cuando se aprende a vivir en una sociedad represiva, se acaba pen­
sando como ella.
V. Timeo Danaus et Dona ferentes.
La riqueza del prJncípe se parece al bazo, que,
ruando
se hincha, todos los miembros padecen.
(TRAJANO)
El epígrafe que encabeza este capítulo fue puesto por Virgilio
en boca de Lacoonte, para advertir a los troyanos del peligro que
les ofrecían los griegos. Y hemos tomado estas palabras como
titulo de

este apartado, por
el hecho del riesgo que implican los gigantes empresariales y las
Em­
presas públiéas (cuyas dudosas ventajas económicas no pueden com­
pensar las evidentes desventajas que provocan en lo humano y lo so­ cial), verdadero caballo de Troya desde el cual, y sin posible defensa
por parte de la Sociedad, podría llevarse a cabo el asalto
a la ciuda0
dela de la concepción humanista de la vida.
En

su radiomensaje de Navidad, Pío XII dijo: "No es de extrañar
que, en este clima de lo impersonal, -que tiende a penetrar y envolver
toda la vida, el sentimiento del bien común se embote _-en' las con­
ciencias de los

·individuos
y. que el Estado· pierda, cada Vez más, el
carácter primordial de üna comtui.idad de düdadanos".
1101
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/OSE MARJA CARBALLO FERNANDEZ
Milton Friedman, el llamado mesías de Chicago, en una reciente
entrevista, afirmó que la mayor parte de la Europa Occidental está
alejada del liberalismo, quedando los Estados sometidos a una pano­
plia extraordinaria de intervenciones públicas. En Francia, aseguró,
más de la mitad de las principales industrias son del Estado y muchas
otras reciben subvenciones, sin hablar de la oleada de
socializaciones
británicas.

La mejor, aproximación
al liberalismo económico,

en opi­
nión de dicho tratadista, se podría encontrar, por ironía, en Yugoes­
lavia, por el hecho de prevalecer la explotación privada en la agri­ cultura y tratarse de un país eminentemente
agrario.
Lo que salva a las empresas privadas, todavía existentes, añadió
Friedman, es .que los gobiernos sean tan ineficaces. Incluso en los
Estados Unidos, donde del 35 al 40 % de la Renta pasa por las ma­
nos del Estado, sería espantosa la situación si se hubiera sabido
hacer
un uso eficiente de estos recursos.
Para Friedman, los signos negativos priman sobre los positivos,
en la situación actual.
Petrilli, cabeza principal del IRI italiano, aseguró, en una confe­
rencia dada en la
A. P. D. española, que el instituto no tenía por
misi6n hacerse· cargo de empresas moribundas. Por su parte, Ferrari­
Aggradi, ministro de Participaciones Estatales, en Italia, en abril del
año en
curso, afirmó que dichas participaciones
eran, hoy,
indispen­
sables, para una acción económica propulsiva
y para superar las ca­
rencias estructutales de la economía italiana. También él hizo pre­
sente que la función estatal era ·de estímulo, no de subVención a si­
tuaciones empresariales no sanas.
Pero la voz (no menos autorizada que las de Petrilli y Ferrari­
Aggradi) del
Gobernador de

la Banca d'Italia, Carli, puso de relieve,
en su exposición ante la Asamblea anual de dicho Instituto, la exis­
tencia de intervenciones
misericordiosas.
En Italia, se critica la forma de actuación del Poder Público, en
favor de grupos determinados, que implica unos
"lazos que
a
muchos
ligan y a uno solo, o a unos pocos, benefician", aludiéndose tam­
bién a degeneraciones y prebendas.
En
general, se
suele afirmar que el IRI se hace cargo de
empre­
sas
enfermas,

sin tenér capacidad suficiente para sanearlas. Y también
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LA. EST ATIFICACION DE LA ECONOMIA
que el burocratismo de las participaciones es un ejemplo fatal para
el sector privado, que espera transmitir sus empresas a dicho Instituto,
en el caso de crisis derivadas de restricciones crediticias o de reivin­
dicaciones sindicales.
Mientras el mundo -Otj:idental se va, paulatinamente, socializan­
do y algunos políticos, como Giscatd d'E.staing, parecen confesar que
el socialismo encierra, en última instancia, la verdad, el Consejo Na­
cional de Patronos Franceses denuncia la "socialización que pretende
imponer la Administración comunitatia" bajo la presión de los euró­
cratas,
y el llamado "progresismo liberal" intenta la homogeneización
social, en una versión actualizada de las utopías socialistas, el mundo
soviético va abriendo cauce a una mayor libertad de iniciativa en sus
empresas.
Cierto es que las reformas económicas de la URSS no pretenden
pasat
los lúnites de

la concesión de incentivos
y la creación de mé­
todos orientados a asegurar mayor eficiencia, sin renunciar a la pla­
nificación, que fija a las unidades económicas ciertos parámetros
(precios, tipos de interés, por ejemplo) sobre los que han de
basat
sus decisiones. Pero la realidad.-es que se conciben incluso uniones
de empresas, antes subordinadas a uno o varios ministerios, para
lograt su mejor especialización.
Desde el campo socialista, que es el que posee más rica experien­
cia en estos últimos tiempos, de las posibilidades de que, en su in­
tervención, disponen los Estados,
se .alzan voces contestatarias, que
clatnan por la pérdida de humanidad que la simple concepción eco­
nomizante
de
la vida implica.
En nna entrevista hace
poco publicada en Der Spiegel, afirmó
el conocido sabio atómico ruso Sacharov: "En el principio, creía
alcanzable el Socialismo, pero pronto empezaron mis dudas sobre s~
realmente,
es algo más que palabras
vacías, propaganda
pata las
ne­
cesidades de la polítiéa, exterior e interior". "El Socialismo no es otra
cosa que la forma extrema del desatrol!o del capitalísmo, con un
grado mayor de monopolio, con la máxima
eatencia de
libertad, la
máxima rigidez ideológica y la más espléndida presión burocrática ...
cincuenta
aflos de

aislamiento".
1103
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/OSE MARIA CARBALLO FERNANDEZ
Djilas advirtió del nacimiento de una nueva clase, poderosa pero
sit'.I grandeza, que acabaría haciéndose cargo de la Sociedad.
Hay motivos, sin duda, para mirar con honda inquietud hacia el
porvenir, por causas diferentes de las ya graves que se plantean en
el aspecto ecológico. Pero este trabajo pretendía solamente exponer,
en simple panorámica, la situación actual de la intervención pública,
sin emitir jllicios de valor, aun cuando en algunos momentos no haya
sido pos_ible eludir comentarios ctíticos.
Ad narrandurn, non ad probandurn scribitur historia.
Pero es evidente que aun cuando el azar guíe más del cincuenta
por ciento de

nuestros pasos, según la tesis de Machiavello,
"Si pu~
diéramOs saber donde estamos, a dónde nos dirigirnos y qué es lo que
querernos, nos hallaríamos (como afirmó Llncoln) mejor dispuestos
para juzgar lo que deberíamos hacer
y de qué manera deberíamos
hacerlo". Y es
innegabk la

necesidad de superar el reto de la so­
cialización estatificada.
Esto es todo.
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