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Número 145-146

Serie XV

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Agustín Cochin y la historiografía contrarrevolucionaria

AGUSTIN OOCHIN Y LA HISTORIOGRAFIA
CONTRARREVOLUCIONARIA •
POR
ROBERTO DE MA'ITEI.
Algunos acontecimientos editoriales recientes, tales como la pri­
mera traducción italiana de una obra de Agustín Cochin (1) y la
reedición en Francia de las MémoM'es pour servh' d l'histoire du ]a-
* Publicado en italiano en S101-ia e Politica1 órgano del Institllto de Es­
tudios Históricos
y Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas de la Uni­
versídad de Roma, Año XII, fase. 4, 1973.
(1) Agustín Cochin (París, 1876-Front de La Sorne 1916): Meccanica
della
Rivol11zione, Rusconi, Milán, 1971, con introducción de Mario Marcolla.
El volumen es la traducción de
La RévO!ution et libre pensée, Plon-Nourrit,
París, 1924. El texto francés contiene, además, cuatro apéndices no repro­ ducidas en la edición italiana:
Canevas d'une conférence, La société et le parti,
Loyalisme et Solidarité, Une société, réele PEglise Catholique. Demos un orden
de.las
otras obras

de
Cochin, según

fecha de publicaci6n:
-Les conquBtes du Consistoire de Nimes pendant la Fronde (1648-1653)
en «Revue des Etudes-historiques», sept-oct. 1903.
-Les eglises calvinistes Ju Midi. Le cardinal Mazarin et Cromwell, en
«Revue des questions historiques», juillet 1904; publicado el mismo
año en estracto por las ediciones «Aux
bureaux de

la Revue».
- La campagne électorale en 1789 en Bourgogne. (En colaboraci6n con
Charles Charpentier)
en la «Revue d'Action Franc;aise», 1-15 nov.
1904; extracta.do por
las ediciones
H.
Champion en
el mismo año.
-La cdse de l' histoire révolutionaire: T aine el M. Aulard, H. Champion,
París, 1909.
- Le grand dessein du nonce Bargellini et de l' abbé Des is les contre les
reformés (1668). (En colaboraci6n con Claude Cochin), impr. de
Daupeley-Governeur, París, 1913.
- Les acles du gouvernement Yévolutionaire (23 aoút 1793, 27 juillet
1794). Tomo I (23 aoút-3 décembre 1793), A. Picard, París, 1920;
(En
colaboración con Charles Charpentier.)
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ROBERTO DE MATTEI
cobinisme, de Bairruel (2), vuelven a llamar la atención acerca de la
existencia de una línea historiográfica contrarrevolucionaria, a me­
nudo marginada de
la "cultura
oficial", sobre cuya continuidad y
vitalidad no
parece haber

incidido su falta de presencia en el debate
cultural contemporáneo.
El

fenómeno estimula algunas consideraciones que requieren, sin
embargo, una actualización preliminar. Cuando se habla de pensa·
miento contrartevolucionario
se suele englobar, de manera genérica
y ciertamente imprecisa, a todos los autores, desde Burke hasta De
Maistre
y Taine, que han enfrentado a la Revolución Francesa, pres­
cindiendo

de
la diversidad

de ángulos bajo los cuales ha sido
anaJi.
zado y criticado el fenómeno. En realidad, es necesaria, ante todo,
una
distinción entre la línea que entiende a la Revolución como una
"obra satánica",
y que podemos definirla por referencia a la . acep-
-La Révolution et la libre pensée (reconstruido por el Abate Ackermann
sobre manuscritos), Plon-Nourrit, París, 1924.
- Les sociétés de pensée et la Démocratie, Plon-Nourrit, París, 1921.
-Les société.r de pensée et la Révolution Bretagne (1788-1789), T. I.
Histoire Analytique, T. 11, Synthése et Justification, al cuidado del
Abate Ackermann, H. Champion, París,
1925, Premio
Gobert de la
Academia Francesa.
-Sur la po/itique économique du gouvernement révolutionnaire Blois,
1933.
Recientemente ha aparecido una colección de pensamientos de Cochin,
bajo el titulo
Abstraction révo/utionnaire et réalisme catholique, Desdée de
Brower, París-Lllle,

1960, con prefacio
de Michel de Bouard.
La literatura sobre Cochin, si se exceptúa algunos artírulos, está limitada
al pequeño volumen de Antaine de Meaux Agustin Cochin et la genJse de la
Révolutíon, Plon, París, 1928.
(2) Augustin Barruel (Villeneuve-de Berg, 1741-París, 1820),
Mémoires
pour servira /' histoire du jacobinisme, Diffusion de la Pensée Fran~aise, Chiré­
en-Montreuil,

1974, con introducción de Christian Lagrave. En
las citas
nos
referiremos a la primera edición italiana de la obra (Venecia, 1799-1800,
4 vols.), traducida por
el jesuita sueco Lorenzo Ignacio Thiulen (1746-1833),
autor a su vez de la obra
Fastí della Rivoluzíone Prancese o sia relazioni
degli
orribili assassinii, tirannie e crude/ta commesse da/ furore populare e
dall'íniquo
partíto democratico nella Francia, F. Andreola, Venezia, 1799,
3 vol!.
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A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAFIA CONTRARRJJVOWCIONARJA
ción que De Maistre da del término (3), y que podemos calificar
C()mo contrarrevolucionaria ,en sentido estricto, y aquella que entien­
de la Revolución como "obra caótica", y que tiene en Burke su pro­
geniror y

en Taine su expresión
más completa. En el primer caso,
se parte de un plano metafísico: la Revolución es la laceración del
orden, y ya que el orden no es cualquier orden constituido, sino el
orden
por excelencia, la ordenación divina, es decir, relativa a la ma­
nera de
ser de rodas las
cosas, por lo cual la Revolución, como rotura
de este orden, es una metafísica
contra Dios. En el segundo caso,
los términos antitéticos de orden
y Revolución son vaciados de rodo
contenido

metafísico
y liru.itados estrechamente a la dimensión po­
lítico-social. Así, del mismo modo como se ha dicho que O>mte ha
laicizado
el pensamienro de De Maistre (4), se podría decir de Taine
que
ha secularizado el concepto de Revolución, viendo simplemente
un fenómeno de
anarquía y de disolución social a cuyo cargo debe
adscribirse la
culpa de haber erradicado, en nombre de ideologías
abstractas, un régimen fundado sobre estructuras sociales orgánicas
y naturales, y sobre una tradición concreta e histórica de Francia.
La observación no parece marginal, y ayuda quizá a comprender
cómo la historiografía contrarrevolucionaria se alimenta incesante­
mente de un humus cultural que no es histórico, pero que, a través
de la reflexión filosófica y teológica, ofrece los parámetros y las ca­
tegorías para ubicar
la investigación. histórica. La meditación que De
Maistre hace acerca de la-esencia satánica de la revolución constituye,
en este sentido, un punto de referencia obligado pero ·es, a su vez,
reconducida a las mismas líneas de fondo de aquella teología de la
historia cristiana que devana la contraposición perenne entre la
Ciudad de Dios y la Ciudad de Satán, sobre el fondo de un "tiempo
sacro", ritmado de acontecimientos tales como la Creación, el Pecado
Original, la Encarnación y la Redención_
Ninguna

sociedad política puede cancelar, en esta perspectiva,
la
(3) Cfr. Joseph de Maistre, Considerations sur Ja France1 J. B. Pé·
la.gaud, Lyon.Paris, 1853, cap, X, pp. 143 y ss.
(4) J. J. Chevalier, en Les grandes oeuflt'es politiques, A. Colin,-Paris,
1966, trad. it., Le grandi opere del pensiero po/itico-. II Mu.lino, Bologna,
1968, pp. 376-377.
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ROBERTO DE MATTEI
presencia del mal, ?WJSterium iniquitatis, de la lústoria; y a pesar de
todo, las estructuras políticas
y sociales pueden, por su naturaleza,
ordenar al bien, tender, aunque sea a través de aproximaciones, al
arquetipo celeste. La Revolución Francesa, disolviendo la estructuta
del
Ancién Réghne, todavía inspirado, a pesar de los abusos, en el
modelo de la sociedad cristiana, viene a marcar el fin mismo de
la
Cristiandad, es decir de la validez temporal del Cristianismo, Juego
de que ya
la &eforma hubiera .resquebrajado la ecumene espiritual y
operado, por ello,
la trasposici6n del pecado del plano individual al
político y social.
"Existía --escribe

el Cardenal Pie, uno de los autores que mejor
aswnieron la lección de· De Maistre-- un antiguo pacto entre la re­
ligión
y la sociedad, entre el Cristianismo y Francia; el pacto fue
denunciado, la alianza rota: et averterunt se et non .rervaverunt pac­
tum (Ps. LXXVII, 57), Dios estaba en las leyes, las instirudones y
las cosnimbres: ello fue roto, fue pronunciado el divorcio entre la
constiruci6n y el Evangelio, la ley fue secularizada, fue estatuido que
el espíritu de
la nación moderna no tendría nada que la uniera con
Dios"
(5).
De t,tl manera, el regicidio de Luis XVI asume el significado de
un verdadero "pecado nacional" de Francia: en Luis
XVI no se ha
querido, en realidad, golpear al hombre sino al rey, al representan­
te de aquella monarquía que el bautismo de Clodoveo hacía remnn­
tar, en el signo de 1a misi6n divina a ella reservada, el principio
mismo de
la autoridad cristiana en el Estado.
"Los hombres de la Convención quisieron golpear en Luis XVI
no sólo un hombre, no sólo al rey justo, sino a Cristo mismo, del cual
era el ministro, la Cristiandad de la cual era el jefe ... En la inten­
ción, el regicidio
era, en algunos hombres, un verdadero deicidio" (6).
(5) Louis Pie, Eloge funJbre de Mme. la marquise de la Roche-/acque­
leín, p'rononcé a
la ceremoníe de ses obsBques dans l'Bglíse de Saínt-Aubin-de
Bautigné,
le -23 févr. 1857, en Oeuvres de Monsigneur l'Evéque de Poitiers,
J. Leday, París, 1890-94, T. 11, pp. 668-69.
(6) Henri Delassus, Le probleme de l'heure présentet antagonisme de
deux civilisations, Desclée de Brouwer, Paris-Lllle, 1904, 2 vols. Trad. It.,
11 problema dell-ora presente, Desclée, Roma, 1907, vol. 2, pág. 9.
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A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAFIA CONTRARREVOLUCIONARJA
Y añade aún el cardenal Pie: "Es la sociedad pública la que ha
pecado . . . El
acto de fe . • . ha sido extirpado de la sociedad Europea.
He aquí el crimeo
capita:l. Sí,

Señor Jesús: es
contra Vos
mismo
que Europa ha
pecado: Tibi solo pecC De
tal manera,

a
la visión iluminisra de la historia, que había
hablado de un ascenso irreversible de
la Humanidad, guiada por la
razón hacia el progreso y la felicidad terrena, vemos contraponerse
un
cuadro histórico que no conoce un
aclamr de las tinieblas y el
oscurantismo, sino, más aún, la vicroria de los mismos, la hora tene­
brarum, es decir, un crecimiento del mal político y social, dispuesto
a culminar en la exteosión y radicalización de la potentia secularis
del Anticristo, que veodrá a constitnir el "fin del tiempo", el punto
terminal de

la historia (8),. La lucha eotre
la Iglesia y la Revolución
vuelve a plantear, por ello, la lucha profetizada eo
el Apocalipsis
de
San Juan que, desde los
primeroo días

de la
humanidad hasta
su
final, se lleva a cabo
entre la Mujer y el Dragón.
"De un lado, la Revolución, esa mujer que se nos muestra en el
Apocalipsis montada sobre un dragón, con una cepa en las manos
llena de la sangre de los mártires, y en cuya freote está escrito: Mis­
terio (Apoc. XVII, 4 ss.); porque, en efecto, son los
misterios de
ini­
qui
que se
encuentran en
su pensamiento. De otro lado, el
campo de Jesucristo. La Revolución contra
la Iglesia: Satán, de una
parte; Jesucristo,

de la
otra" (9).
Solameote

a
la luz de esta interpreración del fenómeno revolucio­
nario
en clave teológica se puede comprender el nacimiento y des­
arrollo, en el Ochocientos, de aquel
filón historiográfico

de la "cons­
piración anticristiana", que ha tenido _en Barruel el más notable,
(7) Louis Pie, TroisiCme in.rtruction synodale, en OeuvreJ, cit, T. V,
p. 191.
( 8) Para una profundización de la teologfa de la historia cristiana en
esta perspectiva, cfr. Josef Pieper, Sulla fine del tempo, Morcelliana, Brescia,
1959
y R/ Th. Calmel, O. P., Per una seologia della storia, Borla, Torino,
1967.
(9) Emmanuel D'Alzon, XXV conférence de Nimes, 11 decémbre 1870,
en Ecrits 1pirituels, edición a cargo de la casa general de Agustinos de la
Asunción, Roma, 1956, p. 1031.
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ROBERTO DE MATTEI
aunque no ciertamente el único representante. La lucha entre la Ciu­
dad de Dios
y la Ciudad de Satán presupone, en realidad, comba­
tientes en uno
y otro campo, en el plano histórico. La existencia
misma de
la Iglesia, o sea de una sociedad visible de hombres al
servicio de la Ciudad de Dios, torna imaginable, al menos como tesis,
la. existencia

de una contra-Iglesia, de una Secta
ocnlta, de una so­
ciedad de hombres deliberadamente empeñados al servicio de la Ciu­
dad de Satán. El esfuerzo del historiador contrarrevolucionario, que
siempre utiliza, explícita o implícitamente, categorías teo16gicas, es
el de reconstruir la acción.
"Esta Revolución Francesa, -escribe Barruel, fue prevista,
medi ..
tada, combinada, resuelta y establecida hasta en sus m,s espantosas
fechorías: todo fue
efecto de la más profunda maldad; todo viene
preparado
y conducido por algunos hombres, que han urdido el hilo
de la

conspiración desde hace mucho tiempo, en alguna sociedad
secreta, que ha sabido escoger
y apresurar los momentos propicios
a
la maquinación" (10).
La tesis de
la conspiración anticristiana, es decir, de la prepara­
ción "oculta" de
la Revolución por parte de algunos hombres, no
implica necesariamente una unidad organizativa en el espacio
y en
el tiempo de
la fuerza revolucionaria, sino, sobre todo, una coinci­
dencia de fines, que puede suponer, asimismo, una pluralidad de "complots" parciales. Es el caso del mismo Barruel que propone,
como se
ha dicho, una Revolución Francesa que es resultado de la
preparación de tres diversas conspiraciones: la conspiración de los
filósofos,
"sofistas de la impiedad"; la conspiración de los masones,
"sofistas

de la rebelión", contra la monarquía; la conspiración de los
iluminados,
"sofistas de la anarquía", contra las bases mismas de la
sociedad civil.
"La coalición de los secuaces de la impiedad, de loo secuaces de
la rebelión, de los secuaces de la anarquía, formó el club, o la reunión
de
loo jacobinos, y debajo de e.re nombre, en adelante común a las
(10) Augustin Barruel, J,,femoire, cit., pp. X-XI.
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A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAFIA CONTRARREVOWCIONARIA
tres sectas reunidas, continuaba tramándose la triple conspiración
contra el altar, el trono y la sociedad" (11).
Barruel es un "clásico" de su género, sobre todo po,: su publica­
ción de los documentos de los
Ilumiruidos de

Baviera, de los
cuales
la historiografía moderna, sin negar su autenticidad (12), ha cricicado
con dureza extrema la utilización tendiente a hilvanar la "leyenda"
del "complot"
(13). Por nuestra parte, sin entrar en el mérito de la
obra del jesuita francés, queremos limitarnos en este
lugar a indicar
sus vínculos con aquello que hablamos definido como el filón de la
conspiración.
Será suficiente recordar, antes que Barruel, el nombre del eudita
Lefranc (14), autor, en 1791 de Voile levé (f_Jou-r le curieux) ou l'his­
toire de
la franc-ma¡;onnerie depuis son origines jusq,I a nos jours
(en

el cual trabaja sobre
la hipótesis de una masonería "quintaesen­
cia de

todas las herejías que han
aparecido en Alernauia en el siglo
XVI" (15) que, nacida en Viceuza en 1546, se propaga po,: Europa
a través de los
itinerarios polacos e ingleses del socinianismo) y, en
1792 de la Conjuration cont-re la réligión cathoUque et les sou,ve­
rains.
Por
ello, Crétinau- Joly (16),
más conocido
como historiador
( 11) Ibídem, pp. XXIV-XXV.
(12) «Existe una parte seria de la obra, la que trata_ del iluminismo
bávaro». También Auguste Viatte, en
Les sources occultes du Romantisme,
Honoré Champion, Paris, 1969, vol. I, p. 316.
(13)· También, Viatte, Baldensperger y, más recientemente, Droz. CTr.
Femand Baldensperger. Le mouvement des idées dans l'emigration franf{zise,
Pion, 1924, T. II, pp. 11-20 y Jacques Dro2, La légende á.u complot ill11ministe
el
les origines du romantisme politique en Allemagne, en «Revue _Historique»,
T.
CCXXVI, oct., dic. 1961, pp. 313-334.
(14) Fran~ois Lefranc (Notre-Dame de Vire 1739-Paris, 1792). La edi­
ción de las obras de Lefranc que hemos podido consultar es la de la Impr.
V. Duvivier e
Wjos, Lieja, 1826. 'Información sobre Lefranc en la Positio super
introductione causae,
del beato martir de la Revolución francesa, y en P. J.-
B. Rovolt, Les martyrs eudistes, J. de Gigord, París, 1926.
(15)
Lefranc, Le voile levé, cit., p. 18.
(16) Jacques
Cretinau-Joly (Fontenay
le Comte 1803-Vincennes
1875),
L'Eglise romaine en face de la RJvolution, Henri Plon, 1859, 2 vols. Sobre
Crétinau-Joly, cfr. M. U. Maynard,
J. C-J sa vie politiq11e, religieuse el lit-
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ROBERTO DE MATTEI
de la Compañía de Jesús (17), que eu L'Eglise Romaine en face de
la
Révolution, utilizando material recibido del mismo Gregorio XIV,
como
las
lnsituzwni S grete y la correspondencia de la Alta V endita,
delinea un amplio cuadro de la lucha de las sociedades secretas contra
la Iglesia católica, eutre el pontificado de Pío VI y
el de Pío IX,
mostrando la continuidad eutre la Revolución Francesa y la Revolu­
ción Carbonaría

en los Estados pontificios. Un
jesuita, Deschamps (18),
dedica

a
las sociedades secretas nna obra imponente, indagando tanto
sus
aspectos doctrinales (y remontando sus orígeues intelectuales a
las herejías medievales), como su
aspecto histórico
(según la activi­
dad de las
sectas hasta la unidad italiana, a la caída de Napoleón UI
y
a la conquista de Roma). El
filón de la conspiración
confluye fi­
nalmeute, a
comienzos de

siglo, en la obra de
Delassus (19),
que
constituye
la más completa. sistematización del pensamiento contra­
rrevolucionario del mil ochocientos,
asumiendo la
herencia de Ba­
rruel,
Deschamps, Crétinau-Joly, a la luz de la meditación teológica,
filosófica
y política de autores como un De Maistre, un Donoso
Cortés, un

Le Play, o un Blanc de Saint-Bonner.
El
filón de la conspiración representa, en su continuidad, un fo.
nómeno que el estudioso del pensamiento contrarrevolucionario del
siglo
XIX no puede ignorar. Su influencia, no vistosa pero profunda,
en tal historiografía, por los ligámenes de
Barruel con
la sociedad
léraire, d'aprés ses mémoires, Ja correspondence el aulres documents inédits,
Paris, 1875.
(17) Jacques Cretinau-Joly, Histoire réligieu;e, politique et /ittéraire
de-la compagnie de /esu1, P. Mellier, París, Guyot, Lyon, 1844-46, 6 vol.
(18) P. Nicolas Deschamps, S. J. (Villefraocbe 1797-Aix 1872), Les
sociétés secretes_ et la Société ou philosophie de l'histoire contemporain, Fr.
Séguin
ainé, Avignon 1874,

2 vols.
En 1880 1a obra fue enriquecida por
una Introduction sur I' action des sociétés sécrBtes au XIX siecle de Oaudio
Jannet,

y de un tercer volumen de documentos. Una reedición de
la sexta
edición

de la-obra (1880) ha sido anunciada
por el

editor
Arnaldo Forni.
(19) Henri Delassus -{1836-Cambrai 1921), La con;uration antichrétien­
ne ou le

Temple
ma;connique voulant s'élever sur les ruines de _/'Eglise Ca­
tholique, Desclée de Brouwer, Lllle, 1910, 3 vols. Algunas noticias sobre
Delassus_ pueden

encontrarse en H.-
Lancelin; Histoire du diocBse de

Cambrai,
Giard, Valenciennes, 1946.
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A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAPIA CONTRAR.RJJVOLUCIONARJA
secreta católica (20) que en el período entre la Revolución Francesa
y la Restauración contraporulrá a la internacional sectaria una inter­
nacional contrarrevolucionaria, aguerrida y ramificada en todo Europa,
y aquéllos de Delassus con el Sodalitium Pianum (21), la sociedad
secreta católica surgida bajo el
pontificado de

Pío X, con el fin de
combatir
la "Secta Revolucionaria" (22) se continúa, por otra parte,
en el plano operativo, no menos que en el
doctrinal
Sin embargo, la historiografía contrarrevolucionaria no se agota
en el filón de la conspiración, sino que experimenta un verdadero
salto cualitativo con la obra de Agustín Cocbin, poco menos que
contemporánea a
la de Delassus, tratándose de la contribución de un
historiador de profesión, cuyo
estudio de
la Revolución, desenvuelto
en algo
más de quince años de meticulosas investigaciones que lo
llevaron a explorar los archivos de más de cuarenta
pafses y
ciuda­
des de Francia,
inrerrumpida tan sólo por su prematura desaparición
en la primera Guerra Mundial, habría debido encontrar su
realización
final

en una
Historia General del Tef'ror, de cerca de diez volúmenes.
Aparecido pósrumamente sólo el primero ("Jamais encore on n'avait
pénétre
aussi intimernent

dans
la bureaucratie du régime" (23) es-
(20) .El lazo de Barruel con los Che1JaÜers de_la foi, la sociedad secre­
ta realista en función napoleónica
y sobrevivida en la Restauradón1 ha sido
señalado, entre otros, por G. de Bertier de Sauvigny, en
Le Comte Ferdinand
de Bertier (1782-1864) et l'enigme de la Congrégation. Les Press Continen­
tales, París, 1948.
( 21) Sobre las relaciones de Delas sus con el Sodalitium Pianum, ofrece
invalorables elementos
Emile Poulat; en L'integrisme et catholicisme intégrale,
Casterman. Tournai, 1969.
(22) «Combatimos la Secta, de adentro y de afuera, siempre y en todas
partes, bajo todas las formas, por todos los
medios honestos

y oportunos. En
las personas de los sectarios
de adentro y de afuera y de sus cómplices, com­
batimos so½t,mente la realización
concreta de la Secta, de su vida, su acción
y sus planes». ar. el programa del S. P. en Poulat, op. cit:-1 pp. 120-121.
(23) Cfr. Albert
Mathiez, recensión al volumen de A. Cochin y C.
Charpentier, Les acte1J cit., en «Annales Révolutionnaires» ( órgano de la So­
ciété des études robespierristes), nov. dic.
1921, pp. n,-n6. De Mathiez,
cfr. también, la recensión
de La Révalution et la libre pensée, cit., en la misma
revista, convertida.

en
«Anrudes Historiqúes

de
la Révolution fran~aise» de
la
que resulta
la tesis de fondo de Cochio, afirmando que, a diferencia de las
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ROBERTO DE MATTEI
cribe Mathiez); la mayor parte de los ensayos que hoy nos permiten
resumir la tesis general
de Cochin
aparecieron también pósruma­
mente.
La novedad aporrada por Cochin consiste en su aproximación al
fenómeno revolucionario, con clara inspiración en Taine. Se propone
partir del campo histórico, o sea, a posteriorl del docwnento y la
investigación de archivo, para volver, eventualmente a posiciones de
principio,
allí donde los escritores de la conspiración, siguiendo una
vía teológica. antes que histórica partía de la consideración a priori
de categorías como la de la esencia satánica de la revolución, no bus­
cando en los· documentos otra cosa que la confirmación de los prin­
cipios adquiridos. Aún ya en la
brochure (24) en que Cochin asume
la defensa pública
de Taine

contra Aulard, que había intentado la
demolición de su obra,· lo veremos tomar distancia del mismo Taine,
proponiendo, más allá de Aulard y de Taine, una interpretación de
la revolución con caracteres de absoluta originalidad, aunque, en un
último análisis, reconducible a la línea contrarrevolucionaria clásica.
Es por ello que, para Cochin, le impresiona la diferencia entte
el método segnido por Taine y el seguido por Aulard. Aulard ha
consultado las actas de las asambleas revolucionarias, las actas y
correspondencia del gobierno patrio,
pamphlets, discursos, circulares,
informes de policía, periódicos; en una palabra, los actos públicos
del régimen, la versión oficial de los hechos,
allí donde Taine se ha
basado en testimonios _privados, correspondencia, memorias, en suma,
todo lo que, aun siendo fragmentario y episódico, hace la historia tras
los

bastidores. Estamos, pues, frente a una historia oficial
y una his­
toria
desconocida, la

una no menos real y significativa que la otta.
Actes, este volumen no se relaciona con la historia, sino solamente con la
filosofía o
la sociología» (p. 179); la .recensión de Les sociétés ds pensée et
la
democratie, en «Ann. hist. de la Rév. Fran~.», en feb. 1927, pp. 80-82, en
la que remarca su impresión negativa: «M. Cochin ha .registrado muy bien los
archivos, ha
proyectado su

encuesta hasta los detalles más minuciosos,
y no
ha demostrado nada en favor de su tesis preconcebida».
(24) Augustin
Cochin, La cfi.se de J'histoire révolutionnaire, Taine et
M, Aulard, en «Le Correspondarit», 25 marzo y 10 abril de 1909, luego reco­
gido en
Les soriétés de pensée, cit., pp. 43-140.
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A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAFIA CONTRARREVOLUCIONARIA
La Revolución Francesa tal y como debiera haber sido según sus
protagonistas y la Revolución Francesa tal como fue en realidad (25 ).
"En tanto que Taine considera a la Revolución en el hecho prác­
tico, al revés de los principios, es a los principios, a la fachada oficial
a
lo que atiende A Aulard; Taine quiere penetrar hasta el alma del
verdadero pueblo; M. Aulard anota las gestas del partido popular.
Taine hace la historia de la opinión a partir de lo que pasa; M. Aulard
a partir de lo que se publica." El mérito de Aulard consiste en haber procurado ofrecer,
propo­
niendo

la tesis no nueva de la
áefeme repubJkaine, una clave de los
acontecimientos que para Cochin es, sin embargo, inaceptable. Desde
su ángolo, Taine ha tenido el mérito de echar luz sobre episodios
oscuros, de restablecer la verdad; pero su limitación consiste en no
haber ofrecido una explicación para comprender el porqué de lo
que acaece.
Para Taine, la anarquía surge espontánea e inexplicablernenre, el
jacobinismo despunta de improviso y la Revolución aparece como
una embriaguez de locura.
"Taine -escribirá ahora Coohin--, ha proporcionado un cuadro
completo y brillante de todas las
causas económicas,
políticas,
etc .•..
que favorecerían a 1a Revolución: no olvidó más que una cosa: la
Francmasonería. Expone el paisaje: es necesario introducir al hom·
bre. Un gran paisaje en movimiento, donde no hay nadie" (26).
La masonería es, pues, para él como para Barruei el filón de la
conspiración; por

eso es
el cenrro de la indagación de Cochin. Pero
--escribe en una importante carta a Charles Maurras, que constitu~
ye el esquema de un verdadero programa de rrabajo--, en lugar de
considerar
a la
misma como un
monsrruoso complot,
más que esfor­
zarnos en inrroducir esta colosal
máquina en

la
rrama de
la
historia
ordinaria --empresa evidentemente imposible---., seguiremos· una
marcha inversa: partiremos de la historia en sí misma, estudiada
de tres pres. En lugar de comenzar con los proyectos regicidas de
W eishaupt y los crímenes
de Kadosch,
nos aplicaremos a seguir los
(25) lbidem, p. 109.
(26) Augustin Cochin, Ahstraction révolutionnaire et réalisme catholi­
que, cit., pág. 117.
641
Fundaci\363n Speiro

ROBERTO DE MATTEI
movimientos de tal grupo "patriota" en una ciudad de provincia;
en
lugar de
atenernos a los documentos masónicos propiamente di­
chos, siempre raros y equívocos, partiremos de los documentos de ar­
chivos ordinarios ... " (27).
Cochin estudiará la masonería no en su ideología ni en sus hom­
bres, sino en su sistema, en el mecanismo mismo de su· organización.
"Lo que importa en los primeros tiempos de la Revolución no
son las ideas; tienen menos importancia de
lo que creemos; pero los
medios, ésto es lo que es nuevo ... Estos medios son; la Francmasone­
ría: ella es un plan (expresión masónica) mucho m:is que una doc­
trina; hay,
ciertamentre, una
doctrina; pero muy negativa, parecida a
la muerte misma,
en última instancia ella

es ante todo
. más
una
ley
límite que una regla, mortal en la medida en que la misma se rea­
liza"" (28).
Intuyendo

la
interdependencia entre
el momento ideológico
y el
momento metodológico en un proceso revolucionario que nace no
tanto para imponer un sistema de verdad como para destruir otro,
Cochin vuelve del revés la perspectiva del filón de la conspiración,
que había estudiado la Masonería en sus premisas
intelectuales, y
centra la indagación sobre su estructura misma, sobre el automatis­
mo revolucionario, es decir, sobre aquellas centenas de sociedades de
pensamiento que comenzaron a proliferar en Francia en
la segunda
mitad del mil
setecientos, llegando

a
constituir la

trama de lo que,
con feliz expresión,
se ha

llamado la "República de las
Lerras'".
Igualitatias

por su forma y filosóficas por su objeto, las sociedades
de pensamiento son
sociedades de

discusión libre y permanente,
y
contituyen el ambiente artificial en el que se formará la nueva con­
cepción de las leyes, del poder
y del derecho, realizando en su ám­
bito de sociedad dogmática pura el Contrato Social de Rousseau, y
tratando de roncretatlo en Francia, bajo el terror.
"Hacia finales del reinado de Luis XV
-escribe Cochin en una
página que conviene reproducir por entero- es cuando el fenóme-
(27) Carta de Augustin Cochín a Charles Maurras, del 4 de octubre
de 1904, en Henri Perrot, en
Charles Maurras et Agustín Cochin, «Cahiers
Chules Maurras»,

n.
30, pp. 42 y s.s.
(28) Abstraction révolutionnaire, cit., pp. 116·117.
642
Fundaci\363n Speiro

A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAFIA CONTRARREVOWCIONARJA
no se difunde en Francia. El Gran Oriente es fundado en 1773. Las
sociedades secretas
y las vatias órdenes escocesas, iluminados, sweden­
borgheanos, mattinistos, egipcianos,
centenares de pequeñas socieda­
des semiclandestinas, generalmente autónomas como logias, pero que
como tales, actúan concertadamente, constituidas como logias, anima­ das por el mismo
"espírim patriótico" y filosófico", no dejan de es­
conder miras políticas afines,
bajo pretextos
oficiales de ciencia,
be­
neficencia o recreo: sociedades académicas, literarias, patrióticas, mu­
seos, liceos, hasm sociedades de agricultura. La "República de las
Letras", simple alegoría en 1720, se convierte hacia 1770, gracias a
Voltaire
y los enciclopedistas, en una realidad tangible ...
Esta
secta reina
en la Academia bajo D'Alembert, dispone de la
censura a través de
Malesherbes, coloca

en el Indice los libros de
sus adversarios, encarcela a sus autores en Vincennes o en
La Bastilla,
infunde en la opinión pública
y en el mundo de la cultura una suerte
de temor pánico. Las cattas
de Lord
Chesterfield, las desdichas del
presidente De Brosses, de Palissot,
de Gilbert, de Rousseau, de Fré­
ron, de Linguet, por citar sólo los
más célebres, demuestran lo que
arriesgaban los independientes
y los espíritus heroicos.
La finalidad de las Academias es el hacer surgir una
opinión pú­
blic-a; no solamente son agencias que difunden noticias, sino socie­
dades que incitan al patriotismo, verdaderos tribunales del espíritu
público. Pata alcanzar estos fines, crean una república ideal, al mar­
gen y a imagen de la verdadera, con su constitución, sus magistrados,
su pueblo, sus honores
y sus luchas. Allí se estudian los mismos pro­
blemas políticos,

económicos, etc., se
discute· de
agriculrura, de
arte,
de

moral, de derecho, son
debatidas las
cuestiones del día
y juzgados
los hombres
más respetables. Muy pronto, este pequeño Estado es
imágen exacta del grande, salvo una pequeña diferencia: no es gran­
de
y no es real. Sus ciudadanos no tienen ni un interés directo ni un
esfuerzo responsable en los asuntos de que hablan. Sus decretos son solamente deseos, sus luchas,
conversaciones, sus

trabajos, juegos. En
esta ciudad
imaginaria, se

hace moral lejos de la
acción, política
lejos
de los negocios; es la ciudad del pensamiento" (29).
(29) Meccanica della RJvo/uzione, cit., pp. 29-31.
643
Fundaci\363n Speiro

ROBERTO DE MATTEI
El hilo conductor del análisis de Cochin acerca de las sociedades
de pensamiento consiste en la continua contraposición entre éstas y
aquéllas que define como sociedades realles. Las sociedades reales
están fundadas sobre una verdad, de
fe, de hecho, o de razón, que
precede al momeoto asociativo.
"En una sociedad de peosamiento,
sucede exactameote Jo conttatio: los mierubros se asocian pata
for­
mar,

a través de la discusión
y del voto, la opinión colectiva, fuera
de toda convicción en común.. La intención es aquí el medio -y
no ya el efecto o el signo del acuerdo;
el hecho social tiene la pree­
mineocia.
Los coasociados están unidos para la verdad y no según la
verdad" (30).
.i,)
En tanto que eo una sociedad real la idea geoera el hecho social,
aquí el hecho social crea la idea.
En una sociedad real, fundada sobre
una verdad, a esta verdad se accede y se compreode en diversos gra·
dos y medidas: el cuerpo social es entiquecido y vivificado: "la iden­ tidad de fin pone en evidencia la diversidad de los puntos de par­
tida" (31); en la sociedad de pensamiento, la verdad es fruto de una
elaboración colectiva que subordina el peosamiento a su expresión
verbal, disociándolo de la realidad y subvirtiendo la función natural
del esfuerzo
intelectual. El

análisis de esre proceso de reducción y
de "socialización" del pensamieoto en las sociedades, constituye
el
núcleo ceottal de la obra de Cochin. La primera consecueocia de este
proceso que nos interesa
señalar aquí es la de la manipulación de la
verdad socialmente elabotada, por parte de una
élite, de una cúpula
de organizadores. "No
es absolutamente cierto,

escribe Cochin, que
en una colectividad
soci,J organizada

la voluntad colectiva formada
y expresada sea la voluntad del número, en el sentido común del tér­
mino: voluntad actual, red y positiva de cada uno. Cuanto más se
habla en su nombre, menos se deja hablat" (32).
De hecho, en el seno de una gran sociedad se forma
otra sociedad,
más

pequeña pero más activa y unida, que no tendrá dificultades en
ditigir a

la grande,
y que está constituida por los más activos, los
644
(30) Ihidem, pp. 60-61.
(31) Ibidem, p. 89.
(32)
Ibidem, p. 202.
Fundaci\363n Speiro

A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAFIA CONTRARRJJVOLUCIONARJA
menos escrupulosos, los mejor informados acerca de los medios de
maniobrar con

los
votos. Cada vez que
la sociedad se reúne, ellos
lo
han hecho más temprano, han visto a sus amigos, preparado su
plan,
formulado
las consignas, estimulado a los tibios y presionado
a los tímidos. Ya que su propósito es anterior, tienen en sus manos
las mejores carras; han tomado posesi6n de la presidencia, han eli­
minado a los asociados inc6modos, fijado la fecha y establecido la
orden del día. La discusión es, en verdad, libre, pero de esta libertad,
la parte efectivamente dejada al acaso es muy reducida, y los even­
tuales movimientos de
cabeza del "soberano" son bien poco temi­
bles. La "voluntad general" es libre como fa locomotora sobre sus
rieles (33.
También
para Cochin, la Revoluci6n es organizada por una mi­
noría

de manipuladores
sociales que movilizan las filas de la so­
ciedad de pensamiento. Pero, y he aquí un segundo punto que se
debe subrayar, los mismos conspiradores
resultan insrrumentos
y víc­
timas del automatismo de
la "máquina". Los revolucionarios no son
figuras de
excepción, aun cuando orientados al mal, romo el Weis­
haupt de Barruel o el Nubius de
Crétinau-Joly, "sino

hombres
ro­
munes,

de ánimo vulgar y de escaso talento; y todos, en general,
inferiores a su
pa¡rte. Pierden

el equilibrio en
el éxito, la sangre
fría en !os momentos de
prueba y la dignidad en la desventara. Mira­
beau
no está a la
altura de

su gloria, ni
Robespierre de
su
poder, ni
Fouquier de sus delitos. Es un drama rettiro y desgarrador, recitado
por una rompañía de proviru:ia, en la cual las situaciones son más
grandes que los hombres" (34). De esta manera,
Cochin ofrece

una
explicaci6n "científica"
a lo
que fuera intuición de De Maistre
acerca de la pasividad y mecani­
cidad

del fenómeno revolucionario.
"Se ha hecho
notar, con mucha raz6n --había escrito De Maistre--,
que la Revolución Francesa mueve a los hombres más de lo que
ellos
la mueven . . . Los mismos acelerados que parecen. · conducir la
Revolución, no participan más que como simples instrumentos; y
(33) Ibldem, pp. 208-209.
(34)
Ibldem, pp. 21-22.
645
Fundaci\363n Speiro

ROBERTO DE MATTEI
aquellos que tienen la pretensión de dominarla caen innoblemen­
te ..• " (35). "En fin -continua
De Maistre--cuanto más se exa­
minan !os personajes en apariencia más activos de la Revolución,
más se encuentra en ,ellos algo pasivo y mecánico. No sería dema ..
siado repetir que no son los hombres los que mueven la Revolución,
que la Revolución emplea a los hombres"
(36).
"El juego de la máquina -'-escribe a su vez Cochin-llega a
disociar dos elementos que nadie
había distinguido

o separado antes:
!a actividad de un hombre de su personalidad, sus
facultades y me­
dios de su alma; es su alma lo que le es
solicitada, y para estar segura
de
poseerla, la máquina aísla
las facultades (

... ) (37).
La sociedad no
se compone, pues., de hombre~ de personas, sino de rualidades hu ..
manas, de f-ragmentos humanos, de espíritus desigualmente desarro­
llados, de los cuales utiliza
la capacidad, la actividad o el crédi­
to ... (38). La sociedad, en suma, se contenta, y la máquina tiene
necesidad, de "caracteres
despedazados"; necesita hombres incomple­
toS~ que tengan una laguna. respecto a su conciencia, o respecto a
la razón, o al buen sentido, laguna que !os torne incapaces de J,as..
tarse a sí mismos; hombres que, por otra parte, posean una cualidad
lo suficientemente desarrollada; elocuencia o inteligencia práctica, u honor
y respetabilidad, porque necesitan servir a la sociedad . . . Pero
esta misma

necesidad muestra lo que son e indica el
carácter de
sns
calidades positivas: son impersonales en cuanto
patriotas bien in­
tencionados. Son hombres pequeñOs, necesitados de enorme aprecio
que, estando aislados, no les sirve de nada, más bien es un estorbo en
la
vida real; una vida
pequefia y mezquina, pero que encuentra su
utilidad en la sociedad, la cual encuentra actividad (no energía), res­
petabilidad (no

digamos conciencia), !ógica (no
razones) imperso­
nales;

encuentra, en suma, cualidades humanas sin hombres" (39).
En
este punto, es claro que Cochin propone una verdadera sociología del
646
(35) Joseph de Maistre, ConJidération sur la France1 cit., p. 5.
(

36)
·tbídem, p. 8.
(37) Augustin Cochin,
Meccanica della Rivolnzione, cit., p. 310.
(38)
Ibídem, p. 311.
(39)
Ibldem, pp. 312-313.
Fundaci\363n Speiro

A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAPIA CONTRARRBVOLUCIONARJA
fenómeno revolucionario, extensible no sólo a las sociedades de pen­
samiento que

se desarrollaron históricamente en Francia en la segun­
da
mitad del

setecientos,
sino a todas las "asambleas" o "comunas"
revolucionarias, en toda época
y país. "No hay nada, escribe, más
uniforme y regular que el fenómeno revolucionario. Lejos de repre­
sentar
lo imprevisto es, al contrario, en el orden moral y humano,
tal vez el único orden de fenómenos suficientemente estable para
ser objeto de un estudio científico válido, tal vez el único en el
cual la voluntad, el cálculo humano no tengan parte, en que el hom­
bre actúe como factor insconsciente en vez de ser un agente cons­
ciente; los fenómenos, el progreso, el espíritu.J los procedimientos
del filósofo, del terrorista, son idénticos de París a Odessa, de Odessa
a Teherán y a Constantinopla. Si existe una realidad que no cambia,
ésta es, precisamente, el fenómeno revolucionario" (40).
La sociología de Cochin acerca del fenómeno revolucionario, so­
bre todo en su
lúcida crítica de

la
democracia ("Hoy están casi todos
de aruerd.o en reconocer que la democracia, de hecho y t(N}1,bién de
derecho, es el reino de una minoría'.) (41), parece anticipar la temá­
tica de aquella naciente escuela de sociología política que tiene en
Taine, entre otros, uno de sus indudables padres culturales (42). Pero
si se presta atención a· la continua contraposición de Cochin entre
sociedad real y sociedad revolucionaria, se verá cómo él, a diferencia
de la sociología elitista, conserva siempre un modelo positivo para
confrontar con el la sociedad revolucionaria. Mientras que los elitis­
tas desarrollan su crítica a la democracia en nombre de un realismo
absoluto y llegan "así a la negación misma de todo principio metapo-
(40) Ibidem, p. 200.
(41)
Ibidem, p. 202.
( 42) A esta luz se entienden las réferencias de Gochin autores como
Bryce (Cfr. su The' American Commonwealth, Me. Millan, London, 1888,
3 vols.)
y Ostrogorski (La democratie et l'organfration des partiJ politiques1
C. Levy, Paris, 1903, 2 vols.) generalmente considerados como anticipadores
de la «ciencia política», y la relaéión que se podría éstablecer, a través de
Taine, con un
Mosca· (The .ruling Class, Mac Graw-Hill Book Company, New
York, 1939). Cfr. Llvi:rigston, A. Introdu:Cci6n a la obra cita.da, Y E. Faul,
Der
moderne Machiáve/lismus, Kiepenhe:uer und Witsch, K0ln-Berlin, 1961;
pp. 16) y SS.
647
Fundaci\363n Speiro

ROBERTO DE MATTEI
lítico, Cochin parece distinguir entre formas sociales revolucionarias,
a las cuales es aplicable la. crítica elitista, y formas socíales que,
fundadas en Jo metafísico, escapan a la misma. En este sentido, es im­
portante su ,ensayo Une sooieti réele: l'Eglise catholique, enconttado
sobre
su mesa de ttabajo poco antes de su muerte, que figura como
apéndice de
La Révo/ution et la libre pemée.
"Amar a Dios por sí mismo, he aquí el principio. Amarlo en el
prójimo, he aquí
la consecuencia y el resultado. Tal es el ideal social
afirmado
romo principio

por
el cristianismo, y expresado en la Igle­
sia. Toda sociedad

viviente
se le

aproxima" (42).
He aquí concentrada en pocos renglones, la-concepción cristiana
y, podemos decir, la concepción ttadicional del orden social: una re­
lación del hombre
ron Dios, metafísica y, por ello, vertical; una re­
lación

del hombre con los
OttOS hombres, social y, por ello, horizon­
tal. Pero la dimensión horizontal o polítirosocial se funda sohre la
dimensión vertical

o metafisico-religiosa; es
decír, que la sociedad se
funda sohre la verdad, mienttas que la roncepción positivista opera
una resolución de lo vertical en lo horiwntal, llevando a negar todo
criterio metafísiro y objetivo de verdad, para relativizarlo y resolver
en
términos de

fuerza aquellas relaciones sociales que en la
concep­
ción

ttadicional son
impuestas en términos de

verdad.
Si bien es cierto que en
el plano metodológiro la

influencia del
positivismo
de· Taine

sobre Cochin es innegable, no parece que esta
influencia llegue a originar, como se
ha escrito (44), una conttadic­
ción en su obra, por la presencia de una dicotomía positivista ideas-­
hechos que llevaría a la crítica de aquéllas en nombre de éstos y vi-
(43) Augustin Cochin, Une société rée/le: l'Eglise catholique, p. 282.
(Encontrado sobre su mesa de trabajo en junio de 1916 y publicado como
apéndice de La Révolution et la lihre pensée, pp. 281-287; falta, como se ha
señalado,
en la edición italiana.)
(44)
Tales, las críticas a-Cochin de Stefano Cochetti, haciendo la recen­
sión a Meccanica deJ/a Rivolttzione, en «L'Europa», n. 5, marzo 1972. Or.
nuestra
respuesta

en la misma revista, n. 7,
5 abrH. 1972.

Más apropiadas
son las
observaciones que desarrolla· sobre

Cochin el presentador de su vo­
lumen,
Mario Marcolla, en «Sto.di Cattolici»,

n. 125, julio 1971, pp. 527-530,
LJ metafisica contro la Rivo/uzio-ne.
648
Fundaci\363n Speiro

A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAFIA CONTRARREVOLUCIONARIA
ceversa. De hecho, es verdad que Cochin critica las "ideas", es decir,
las ideologías, definiéndolas como construcciones racionales artifi­
ciosas, no
verificadas en
la realidad. Pero esro no significa que asigne
a los hechos
la medida de juicio acerca de las ideas. La acusación
de rraicionar los
hechos, es decir, la realidad histórica concrera, que
Cochin impura a las
ideas, no

es formulada en nombre de
los hechos,
sino

en nombre de
los principios, que no sólo no son irreductibles
a los hechos, y son por ello mera-históricos, sino que son irreduc­
tibles a las ideas mismas, y podrían así ser definidos como meraideo­
lógicos,

fundándose,
como se
fundan, sobre una verdad
metafísica ob­
jetiva rranscendente y no sobre la racionalidad subjetiva del hombre.
La adhesión de Cochin al catolicismo parece, por otra parte, una
muestra de esta exigencia de vivir concretamente determinados prip.­
cipios metafísicos, es decir, de hacer descender estos principios a
los "hechos",
salrando la

artificiosa barrera ideológica, fruto
de las
sociedades de pensamiento.
"B. cristianismo -escribe-hace obrar antes que pensar; san­
tifica antes que se sepa qué es la santidad; se guarda de mosrrar una
doctrina absrracra. No nos mueve por la lógica
y la razón . . . Al
contrario, la propaganda revolucionaria ·comienza a hacer pensar, ra­
zonar, exasperar la lógica. Es la obra de "intelectuales", o sea, de
gentes que no sueñan sino en establecer un acuerdo entre sus ideas,
y no en relación de esas ideas a lo real" (45 ).
La metafísica es así verificada por lo concreto, por lo real, en
ranto que la ideología se desvanece en el absrracrismo y el utopismo.
Esta es, en síntesis, la oposición programática entre "Ciudad de las
nubes y Ciudad de Dios; ciudad de los ideólogos y ciudad de los
espíritus; absrracción intelectual
y vida espiritual" (46).
Bajo esra luz podemos darnos cuenra de cómo Cochin
integra,
en

el
plano sociológico,

el análisis del
fenómeno revolucionario
que
los contrarrevolucionarios habían desarrollado en el
plano teológico,
sobre

todo,
y cómo 'termina por enconrrar el mismo filón de la cons­
piración, del cual se había apresurado a poner disrancia.
(45) Angustio Cochin, Abstt'artirin 1'évolutionnaire, dt., pp, 42-43.
( 46) Ibldem, p. 59.
649
Fundaci\363n Speiro

ROBERTO DE MATTEI
No es una casualidad que la lección de Cochin vuelva a ser pro­
puesta hoy por autores conttarrevolucionatios como Matee! de Corte,
que ha extendido a
la sociedad de masas contemporánea el análisis
relativo a las sociedades de pensamiento
(47) o Luis Damenie, al cual
se debe una magnífica slntesis de la obra de Cochin y Barruel, en
un volumen reciente
(48).
No es casualidad, en fin, que sean análogas a las del mundo con­
'tra!'!evolucionario
representado,

como se ha dicho, por los católicos
ligados
al SodaUtmm Púmum como Delassus y Maignen, sean las re­
servas doctrinales expresadas frente a la
Act/on Fran,;aire, que puede
set considerada como la proyección política de. la linea historiográfica
que viene de Taine, teniendo en cuenta que dirige su polémica en
contra de la república, la democracia y las instituciones patlamentarias,
a
pattir de . una critica histórica

y política de la Revolución, cuyos
elementos fueron tomados precisamente de
la lección desmitificadora
de
la obra de Taine (49).
No obstante, su
valor indudable (y aunque, por otra patte, Cochin
gravitará siempre en los
atnbientes de
la
Action Fran;aise) (50), la
(47) Marce! de Corte, L'Inteligencia in perícolo di morte, Volpe? Roma,
1973 o en su original en francés «L"intelligence en péril de mort», Paris, Club
de la Culture Fran;aise, 1969.
(48) Louis Damenie, La Ré110/ution, phénomene divin, mécanisme social
011 complot diabolique ? Les Cahiers de l'Ordre Fran~ais, París, , 1970.
(49) «~l movimiento contra-revolucionario data de 1876, _cuando aparece
el primer volumen de la Histoire de la Révolution de Taine. Así, Louis Dimier
en Les maltres de la Contre-Révolution au XIX siJcle, le;ons prrl'fessées a l'Ins­
titut

d'
Action Fran;aise, c_haire Rivarol, févr-j-uin- 1907, p. 188. «De toda la
obra de Taine, Los OrJgenes de la Francia Contemporánea es la parte más
viva,
la más rica en sugestiones, la más actual. Es el maestro de todos los
historiadores políticos de derecho, y en su posterioridad
están comprendidos
tanto

Barrés, como Bainville o
Maurras». Cfr. G. Pompidou, lntroduzione a
H. Taine,-Pages choisies, Hachette, Paris, 1953, p. 87.
(50) Uno
dé los

primeros trabajos de
Cochin, el ensayo La campagne
electora/e
de

1789 en Bourgogne,
cit., aPai;eció en la «Revue d' Action Fran­
!;aise» del 1-15 nov. de 1904. A este período de colaboraciones se remonta,
evidentemente,
la carta a Maurras de que dimos cuenta. Sobre las relaciones
Maurras-Cochin, cfr. la «Actión Fran,aise» del 25 de marzo y 6 de noviembre
de 1922, y del 15 de mayo de 1932. Sobre este tema, ha. aparecido reciente-
650
Fundaci\363n Speiro

A. COCHIN Y LA HISTORJOGRAFIA CONTRARREVOLUCIONARJA
obra de Maurras está afectada, al igual que la de Taine, por la ausen­
cia de una dimensi6n metafísica.
"Cuando la corporación se debilita, el vinculo se relaja y el im­
pulso se hace más lento, escribe Cochin, es cuando aparece la pre­
ocupación por la unión, por la defensa común de la corporación
so­
cial por sí IllÍ6ma. Después de la crisis protestante del siglo XVI es
cuando el término social "católico" tomó, en la Iglesia oficial,
el
lugar de la palabra real "cristiano". El modernismo, exagerando el
movimiento, querrá ubicar a la Iglesia en el lugar de Dios. Y hoy
mismo hay

quienes ubican al cuerpo antes que
el espíritu, el orden
antes que el fin; así Matirras compromete el espíritu; es la misma
doctrina: intelectual en Le Roy, materialista en Maurras" (51).
Cochin, elevándose más que Maurras en su exigencia continua
de una dimensión metapolítica y de una realidad de valores que
precede a la
sociología sin

excluirlas, se aproxima a la firme familia
de los Barruel
y los De Maistre. Ellos habían entendido la Revolu­
ción no sólo en su significado de negación de un determinado orden
politico-social, sino sobre todo en el sentido de negación de los prin­
cipios metafísicos que
animan y justifican al orden. Y en tanto que
aquellos principios se encarnaban en un orden histórico y particular,
pero que aspiraba a los caracteres de unicidad, universalidad y tota­
lidad,
venían a

considetar
la Revolución Francesa, en su negación del
Ancién Régime, como la concreción histórica y particular de una
negación metafísica, también una, total y universal.
La obra de Cochin, al trasladar el acento del momento ideológico
de

la Revolución al merodológ]co, de la esfera de los principios a
la
de los hechos, llega a determinar también una esencia de la Revolu­
ción que, también en
el método, resulta negación de una realidad
metafísica
y, por ello mismo, principio metafísico. La Revolución es
todavía, una vez más, una categoría, y su mecánica un proceso tipi­
ficable y válido para todas las revoluciones.
mente otro artículo de Henri Perrot, cit., y un artículo de la redacción de la
revista «Ordre Frac;ais», n. 159, 1972, pp. 39.43 dedicado a Augustin Cochin,
vu
par Charles Maitrras.
(51)

Augustin Cochin,
Abstraction révoluJionnaire, cit.i pp. 54·55.
651
Fundaci\363n Speiro

ROBERTO DE MATTFJ.
Estas son, a nuestro entender, las primeras pero indispeosables
consideraciones para

ubicar,
y no para agotar, la investigación de los
motivos de fondo de aquella línea historiográfica
conttarrevoluciona­
ria,

de
la cual la obra de Agustín Cochin constituye, indudablemente,
un punto de pasaje obligado.
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ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIÓDICOS:
LAS "SOCIETES DE PENSEE" Y LA POLITICA
DE LOS
FRANCMASONES
I. Las "sociétés de pensée ", ayer y hoy.
II.
Los estudios efectuados en esta segunda mitad del siglo
xx en las logias de los francmasones.
III.
¿ Cuáles son las grandes ideas que fundamentan los prin­
cipios politicos de los francmasones?
IV. Libertad absoluta de
conciencia con

negación de todo dog­
ma que no sea esta libertad.
V. Negación absoluta de que la libertad pueda estar condicio­ nada por verdad
alguna; dimanante

de un orden natural,
que rechazan.
- VI. Consecuencias de la
negación masónica de

la
fo;y moral
revelada y natural. 1.0 El "plannf.ng" fa¡mUW,r, la educa­
ción sexual y el aborto. 2.0 La destrucción de la libertad
escolar.
3.0 La desaparición de la-patrta y ael derecho a
la legtUma defensa. 4.0 Lueha contra el derecho natural de
propiedad, en una pretendtda evolUciórí hacta un u socia.Us­
mo humano".
VII. El democratismo total, dogma para los francmasones.
VIII. La dialéctica, o lógica de tres valores, otro dogma masónico. IX. Su aplicación a la educación: "la educación liberadora". X.
La filosoffa

optimista de que "el hombre es en el futuro
del hombre", rechazando toda idea de resignación.
XI. La
utopía.. perenne

herejía.
XII.
¿ Cómo· han podido difundirse, tanto en ámbitos civiles
como
ecl,esiásticos, las ideas que

Jaoques Mitterrand ex­
pone como principios de los francmasones?
48 págs. 44 ptas.
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