Índice de contenidos
Número 145-146
Serie XV
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
La causa del mal
-
Karl Rahner y la marxistización de la teología
-
Socialismo utópico, dogmatismo e interpretación marxista de la historia. Breve desmitificación
-
Agustín Cochin y la historiografía contrarrevolucionaria
-
Un momento crucial de la historia de México: el general Miguel Miramón
-
De los tópicos a una doctrina del campo (II)
-
-
Actas
-
Crónica del XI Congreso del «Office Internacional»: La esperanza política
-
Jean Ousset y las enseñanzas de la historia
-
El mito de la reforma de estructuras
-
Actualidad y vigencia
-
Influjo en el hombre de los medios masivos de comunicación social
-
La socialización de la educación
-
La socialización de la medicina
-
- Información bibliográfica
- Crónicas
- Ilustraciones con recortes de periódicos
Autores
1976
La socialización de la medicina
LA SOCIALlZACION DE LA MEDICINA
POR. BL
DR. FELIPE FERNÁNDEZ ARQUEO.
l. lmportaneia del tema.
Todos los espafioles están interesados en lucbat contra la sociali
zación de la medicina por las siguientes razones:
l. Porque tarde o temprano todos enfermarán.
2. Porque ya
pertenecen a asociaciones Iahorales implicadas en
la
asistencia médica suya;
y sus ~olaborado,,;,. y empleados, también.
3. Porque incide de manera sensible en los presupuestos
gene
rales
del Estado, y éstos en
-la presión fiscal
4. Porque la sociali2ación de un sector prepara Ía socialización
de otros.
5. Porque la manera comó se ha ido instalando la socialización
de
la
medicina permite
conocer cómo se
han de ir impidiendo otras
socializaciones. '
6. Porque a medida que pasa el tiempo sé consolida la sociali
zación de este
sector, y el hecho consu.maao es presentado como inc
modificable. Es fu que ha sucedido, por ejemplo, con la CAMPSA,
cuya condición monopolística del
petroleo ya · no
es impugnada por
nadie. Los qne luchan aún ardientemente · contra la socialización · de
la
ensefianza, ni
mencionan la de la
inedicinít. El proyectó reciente
de · creación
de un sindicato de
médicos, o el de Reforma Sanitaria,
se
basan en el reconocimiento implícito y tácito de 1" soda.JiV1ción
de la medicina como si fuera un hecho ltreversible y de lo más na·
toral
7.
Porque la evob,ción política que se prevé permite
me1or que
hasta
ahora
replan=r el
tema. No
hay que
identificar
apertura con
socialismo.
Puede hacerse igualmente .hacia el derecho.
públieo criS"
70)
Fundaci\363n Speiro
PEUPE PERNANDEZ ARQUEO
tiano. Entre las grandes corrientes ideológicas que afloran con el
anuncio de la apertura, está el regionalismo, esencialmente enemigo
de
las
estatifiOlciones. El
mismo
socialismo, precisamente pot su pu
janza, no ha podido dejar de suscitar ya algunos grupos importantes
que
se aprestan a
la defensa de' la iniciativa privada;
2. La situación actual.
La situación actual de la asistencia médica es de un altísimo gra
do de estatificación, en un sen.tido absoluto; en un sentido relativo,
superior
al
de
cualquier momento antetior. El
proceso continúa
cre
ciendo
hacia
la ocupación
total de la ya muy estre'Cha zona que que
da sepa,:ando los
niveles
actuales del más alto techo socialista imagi
nable. Prácticamente, txX!a la sociedad española, aunque no lo quie
ra,
está incluida obligatoriamente en el Seguro de Enfermedad esta
tal a
pesar de que pueda
tener otros dispositivos asistenciales me
jores y preferidos.
El
aparato estatal cuhte cualitativamente
casi todas las
necesi
dades sanitarias. No cubre
"aún'",
por ejemplo, las prótesis dentarias,
la pskoterapia y alguna otra prestación. No podrá cubrir nunca las
últimas novedades y adelantos asistenciales por fa lentitud de su ges
tión, aunque no . hubiera, a veces, otras razones eronómicas y de
aprendizaje que
se lo
impidieran. Cuantitativamente,
es
muy deficien
te en
las prestaciones teóricamente ofrecidas. Esta deficirocia se ori
gina en la incapacidad de la buroaacia oficial cuando trata magni
tudes altas de volúmenes de gestión, y se alimenta por el carácter de
ficitario de la economía socialista.
La
socialización creciente crea un círcuJo vicioso
o una
espiral
con el ejetcicio libre de la medicina, y con su gestión colectiva por
los cuerpos intermedios, y· hace desaparecec a ambos. Si algo sohte
vive
del
tjetcicio libre,
es con frecuencia debido a que
toma carac
teres
de
meteado negro.
Uno
de ellos es la carestía. Los honorarios excesivos e inasequi
bles empujan la opinión
de quienes no
pueden pagarlos hacia la
770
Fundaci\363n Speiro
LA SOCIALIZACION DB LA MEDICINA
sociafu:aci6n de -la asistencia, no como doctrina, sino como solución
práctica
perentoria
a su
problema.
Hay que señala! aquí un caso de alreracioo de la jerarquía de
valores
de
nuestra sociedad. Cierws honorarios se acepta.rían mejor
si se compararan serenamente con las facturas de los fonmneros o de
los
talleres de reparación de aut6moviles. También hay que señalar
la preferencia a gastar el dinero en diversiones desaforadas .que a
declicarlo al
cuidado de
la salud. Jamada ,Ja idea del "derecho a la
salud", en vez del derecho a la asistencia médica, algunos creen que
si no se ,Ja cuida el Estado, ellos no tienen nada que hacer.
Otro rasgo de mercado negro es el reclutamiento de enfermos
para las ronsult>IS privadas
en
las
consult>IS oficia.les o públicas a las
que tienen derecho. "En mi consulta particular le puedo ex;plomt
con aparatos en mejor estado y dedicarle más tiempo". Esta coaoción
enardece a
los
que vence contra
el en este caso mal llamado ejer
cio libre, y
a favor de la sncializaci""1 como represalia indiscrimina
da contra
todos
los
médicos, no sólo contra los juzgados romo in
morales.
Cuando el ejercicio libre desaparece, o énferma de corrupción, la
gestión estatal queda justificada, pero a condición de que no sea la
causa de esa desaparición. Hay que preguntar a los estatist>IS: ¿Quién
tiene
la culpa de que no haya
ejetcicio libre, suficiente y honesto?
Mientras haya hombres habrá abuoos e inmoralidades, pero
éstos son minoritarios cuando la ordenación política es buena. El
agotamiento y la rorrupción del ejetcicio libre de la medicina en
magnitudes superiores
a las irreductibles en cualquier materia. y
conjunto
humano se debe a la socialliaci6n misma. Suprímase ésta y
muchos profesionales al ver abiertas horizontes de vida honestos,
abandooarán gustosos
las
conductas feas; y estudiarán más. No po
cas deficiencias del ejercicio libre de la medicina son efecto y no
causa de
la
sociafu:ación.
En el fondo de todo el problema de la asistencia médica está un
hecho inconmOVLble cuya modificación con los daros de hoy, no vis
lumbramos. Jls que la medicina buena es cara, intrfusecarnP.nre cara,
lo mismo que el plomo es pesado. Queda fuera de nuestro intento
eioplicar por qué. Pero diremos, siguiendo ese símil, que lo mismo
771
Fundaci\363n Speiro
FELIPE FERNANDEZ ARQUEO
que a una bola de plomo se le puede poner un paracaídas para amor·
tigu.a.r su caída, el sodaHsroo le puede poner -a la medicina un pre
cio político; pero ninguna de las dos soluciones, es sólida ni dura
der,,. El respeto a la naturaleza de las cosas exige una revisión del
puesto que se les arrlbuye en la jerarquía de valores de la ortodoxia
pública.
En el año 1975 se ha confirmado la clara rendencia anterior a
empeorar. Han aparecido
rres .medidas de gran importancia y volu
men a favor del proceso· socializante.
·
El Estado
ha asumido
la creación y mantenimiento directos de
una
red nacional de bancos de
sangre, y · para que la socialización
quede
aún más
firmemente establecida
prohíbe
a los
médicos crear y
mantener 'directamente estos servicios por su· cuenta; de manera que
los hematólogos sólo podrán rrabajar como empleados del Estado, o
de
organizaciones paraestata!es (B. O. E., 17-VII-1975).
Después
de
varios años de
forcejeo se
ha
désmantelado la "Obra
Sindical 18 de Julio" de asistencia sanitaria · al personal de sindicatos
y
a
algún orro,
que se parecía en cierto modo a la gestión
social que
córresponde
a los cnerpos
intermedios.
Estos
dos grandes
pasos más hacia el monólitismo estatista se
hao visto asegurados por una rremenda medida disciplinaria. Como
si
lils anteriormente tomadas no
hubieran
ásegurado probada y sufi
cienternenté
la atonía y la incapacidad de respuesta de la clase médica.
La nueva· medida ha sido
· el proyectó, firmemente decidido el veranó
pasado, y detenido momentáneamente en el último instante, de in
tegrar a, los
médicos que rrabajan para
el Seguro de
Enfermedad, en
un sindicató único y
obligatorio. y de desconocida capacidad de re
presentación, que lejos dé ser en sus manos un insrrumento dé de
fensa
que pueda rendir lo que
·no se les ha
dejado rendir a los
O,.
legios Profesionales, se muesrra ya desde· el primer momento como
un insrrumento de conrrol, por acción
y por omisión, de un· Estado
socialista.
En cuarto 'Jugar, h"'J' que señaJar, no una medida realizada, pero
sí un proyecto oficiál suficientemente ávánzado de Reforma Sanita·
ria cuyos rasgos, ya muy cuajados 'rras los rrabajos de este· añó, son
el
absolutismo
y el monolitisino · en gradó de exacerbación de los
772
Fundaci\363n Speiro
LA SOCIALIZACION DE LA MEDICINA
actualmente existentes. El proyecto deberá ser entregado acabado al
Gobierno antes de
fines del año 1976.
Todo esto sucede, paradójicamente, mientras la prensa y los po
líticos oo cesan de anunciar una era de liberalfaadón. De seguir
así,
veremos coincidir las li~es abstractas con las tiranías con•
cretas. El liberalismo ideológico con el antlliberallsmo económico.
3.
¿Cómo. se ha llegado a eoia situación?
Este
proceso, poco atendido por los estudiosos es, sin embargo,
riqnísimo en
enseñanzas de aplicación inmediata a otros procesos
de socialización. Espero
que
la brevedad con que Jo esbozare quede
disculpada
por
la importancia del mero hecho de sn seiiafaro;ento.
Cuatro primeros factores
se
encuentran ya en la Ley de la Jefa
tura
del Estado de 14-XIl-1942 que crea el Seguro Obligatorio de
Enfermedad. En su parte expositiva, l]amativaroente breve pata un
asunto
de tanta trascendencia, se dice:
"El
Seguro de Enfermedad, establecido
en muchos
países de
Europa,
no
se
había implantado en España como consecuencia de las
luchas imperantes
entre los
diversos partidos
políticos, en los que los
intereses particulates en
juego impedían esta
realización". "Supera·
das
estas
luchas y promu1gado el Fuero del Trabajo en cuya declara
ción décima se ordena el
establecimiento de
un
seguro total
... ".
El
camino que
va de lo general a lo
patticulat está
siempre
poco
vigilado y es muy del agrado de los contrabandiscas. Lo "estllblecido
en
muchos países de
Europa"" se aduce puntualmente pata consumo
e!,, ingenuos. Pero enseguida vienen el escamoteo y el fraud,, porque
el
proyecto concreto que luego sigue
es totalmente
diferente al
vi'.
gente en otros países; sólo ti= parangón con los · de más allá del
telón de acero. Análogo escamoteo sufre
la apelación al desarrollo del Fuero del
Trabajo: el seguro total cuyo establecimiento ordena, es
ün prin
cipio general que puede realizarse de muy diversas maneriis, ·y se
escoge la
peor dándole honores de sinónimo único del
principio
general.
773
Fundaci\363n Speiro
PEIJPE PERNANDEZ ARQUEO
Las luchas de los partidos políticos, presentadas con carácter
peyorativo, impidieron
-dice con
verdad el preámbulo de
la Ley
la implantación del Seguro de Enfermedad tal como lo concibe el
legislador. Aliviadas esas luchas del carácter universalmente peyo
rativo que se les atribuye, deja caer el prejuicio de que la ausencia
de ese seguro haya sido
mala. Defectuosa y sofisticada era la repre
sentación política por medio de
partidos, pero era inexistente en la
dictadura leXtrema del día de la promulgoción de la ley. De lo cual
se deduce una confirmación más de que la socialización, en este caso
al menos, sólo se ha podido realizar por la fuerza. Y que este dato,
insuficiente como único, avisa sin embargo que
las dictaduras pro
penden al
maximalismo y
a
la zafiedad del socialismo. Recordemos
nuevamente
la creación, por Primo de
Rivera, de la estatificación
del suministro de pecróleos.
En la época de las luchas de los partidos políticos ya existía el
seguro de enfermedad; era un seguro distinto del actual estatal; era
libre, no socialista,
creado y sostenido, bien por empresas mercantiles
o
por cooperativas de médicos, librados de
la tentación de portarse
mal por la competencia, o bien por asociaciones de profesionales; de
éstas, algunas no eran esencialmente políticas, peto sí accidentalmen
te politizadas, como
la Unión General de Trabajadores, que tenía en
Madrid
unos servicios médicos notables
paca sus modestos afiliados;
otras, menos sospechosas de sovietización, como
el Colegio de Abo
gados de
Madrid, tenían
y siguen teniendo servicios, de excelente ca
lidad.
La fórmula pública para el :lanzamiento socialista se sirve, además,
de unas gotas
de ternura. ¿Qué desalmado se atreverá a discutir algo
en beneficio de los económicamente débiles? El artículo
3.º decía:
"La presente Ley se aplicará con carácter obligatorio a todos los
productores económicamente débiles ( ... ),
En su día, oídos ... po
drá establecerse . . . el régimen de afiliación voluntaria a este se
guro'".
Se dieron mil veces seguridades públicas y privadas a los Co
legios de Médicos de que únicamente· se pretendía ayudar a los eco
nómicamente débiles. El recelo era natural por la puerta abierta que
se
dejaba a una
afiliación voluntaria.
774
Fundaci\363n Speiro
LA SOCIAUZACION DE LA MEDICINA
La definición de económicamente débil venía en el artículo 5.º:
"Se entenderán por económicamente débiles los producrores cuyas
tentas de
trabajo,
por todos los roncept06, no excedan de los límites
reglamentariamente fijados".
Est06 límites
se
fueron periódicamen
te ampliando, siempre ron gran discreción y cautela, después de
la época fundacional y situando mucho más allá de lo que rorres
pondería
a
lo que
unánimente se
estimada
romo eronótnicamente
débil. De este modo se ha venido faltando a las seguridades dadas
tantas veces y tan solemnemente.
Concurrieron más factores:
Súbitamente se crearon podet060S y cuanti060S intereses. Doce
nas de puest06 nuevos de trabajo médico, que en todo el país suma·
ron millares,
se
repartieron de la noche a la mañana con caráctier ,in.
terino a médicos que nada tenían y que, forzados por su necesidad,
quebraron ron
su conduaa de "esquiroles" la unión de la clase mé
dioa; sembraban la división en los Colegios Médicos y en cualesquie-
ra
reuniones
aparentaban demostrar ron su
presencia que había mu- •
chos
médiros partidarios
de la medicina socialista. Un
segundo des-
pués de
recibir sus
nombramient06 provisionales, proclamaban que
ya
tenían unos
derechos adquiridos
y esto bacía ya desde el prin-
cipio
muy difícil la marcha atrás del sistema.
Periódicamente, est06
interinos,
en
honor a esos
"derechos adquiridos",
han sido
ronfirma-
dos
en sus cargos
ron nombramientos
oficiales.
Los médiros que no se siruaron en las primeras oleadas y que
vieron que empezaba a
debilitarse el sector modesto de sus clientelas,
comprendieron la
gravedad de su situación
y que si en el fututo
próximo
querían entrar
en el sistema sólo !o ronseguitían a partir
del supuesto de que no se le
opusieran previamente.
Para
las compafíías de seguros,
enemigas natas
de las socializa
ciones, se
buscó la
romplicidad de su silencio mediante la no
co
rrección de irregularidades fiscales y la no elevación adecuada de sus
tribut06 específiros.
En
todos los
casos, se
mezclaban inmediatamente
ron los
ama
gos de protesta facrores ajenos al problema, bien de fidelidad al nue
vo
régimen, bien de
intereses per.sonales en
otros
ámbit06.
Los medios de romunicación social, férreamente rontrolados por
775
Fundaci\363n Speiro
FEUPE FERNANDEZ ARQUEO
la censura y la "inserción obliga¡oria", eran totalmente impermeables
a cualquier clase de discrepancias, en
esta
materia y
en
todas, de ma
nera que
se hacía. imposib~ una acción de conjunto, Los asegurados
wnpoco podían expresar sus quejas ni opiniones. No se podían pre
sentar
estudios serios comparativos
de la asistencia
ptoporcionada por
la
nueva modalidad
con la que hubieran proporcionado
otras fórmu
las,
porque no se
publicaban estadísticas ni detaJles económicos de
la gestión en
marcha, Esta
situación
perdura hasta el día de la fecha.
El crecimiento constante del pdmer germen socialista, una vez
establecido, se
ha ido haciendo con el apoyo de esas mismas circuns-
tancias, si bien envueltas cada vez en mayor pudor. Algunos facto
res, como el control de los medios de comunicación social, han per
dido
eficacia,
pero otros, como los intereses creados han aumentado
de
manera que
compensa los desfallecimientos de otras piezas del
mecan;smo. Por
otra
parte, acru¡tlmente el apoyo no es tan necesa
rio como
al principio porque las ampliaciones del sistema son
cada
vez de menor volumen y se hacen de manera espaciada y local, lo
que contribuye a su disimul~
4.
Enseñanza
que se desprende:
nueva valoración de la
in
transigencia.
He
aquí, pues, como último
resumen, la enumeración de
los
componentes de la "praxis"
socializadora: fuerza, dictadura, propa
ganda
oficial, mentiras, falta de información, censura de prensa,
coacciones, creación de
intereses
y sobornos. Conviene tener muy
presentes
todas y cada una de. estas especies y subespecies a la hora
de
enfrentarse con la puesta
en marcha de un plan de
socialización
cualquiera, para oponerles· sistemáticamente sus contrarias.
El análisis de este proceso de socialización lleva a una revisión
de la valoración
de la actitud de intransigencia. Generalmente se
se
ñala a ésta· con. un matiz despectivo, de censura, peyorativo. La in
transigencia: es la desproporción
entre una firmeza grande y la pe
queñez
delasunto a
que se opone. Esto lleva, a su vez, a revisar
el
concepto de pequeñez. Porque en este proceso, pequeñas mentiras,
776
Fundaci\363n Speiro
LA SOCIALIZACION DE LA MEDICINA
pequeñas peticiones o concesiones, se han extrapolado hasta conse
cuencias incalculables. El estado socialista moderno, "con rostro hu
mano", tiene especie.! afición y capacidad para integrar pequeñas co
sas al servicio de maniobras complicadas e implacables. O dicho de
otra
macera, a presentar sus vastOS planes disimulados por una bien
organizada y menuda fragmentación aparente.
Usa la fórmula de avamar sin disparar, de puntillas y a pasitos
cortos,
y pararle esos pies parece intransigencia censurable. Sin em
bargo, cuando se comprende que el buen progreso de todo un con
junto
depende del desplazamiento desapercibido de un peoncito
inocente,
no parece desproporcionada, 'Sino imprescindible, la máxi
ma resistencia en todo momento.
5. Primeras medidas para la restauración del derecho público
cristiano en esta materia.
Entendemos que el Estado debe restituir a la sociedad, entre
otras
cosas, la gerencia de la asistencia médica.
La envergadura y complejidad alcanzados por el aparato esra
tista requieren para su deshielo y restitución una gran lentitud ope
rativa, para no lesionar intereses legítimos y respetabilísimos: len
titud para no desperdiciar instalaciones costosísimas; lentitud tam
bién para evitar desorientaciones y vacíos en la asistencia y las es
peculaciones de todo tipo que se dan en ,los períodos de transición
cuando son confusos y rápidos.
Esta primera recomendación de lentitud
es la mejor réplica a la
objeción,
importante, q¡¡e hacen
algunos
enemigos de la socializa
ción de la medicina: hay que aceptar la situación actual, que es mlllla
y no nos gusta, como u.ti mal menor; porque· desmontar este tingla
do gigantesco sería un mal niayór.
Este planteamiento puede merecer distintos juicios según 'sea el
factor tiempo
que
hay que integrar en él. Desmontar la situación
actual de la noche a la mañana sería, ciertamente, un mal mayor; a
nadie se le exige que restituya de golpe; se conceden unos "cómodos
777
Fundaci\363n Speiro
FELIPE FERNANDEZ ARQUEO
plazoo", llevaderos. Pero desmontarla lentamente, muy lentamente,
es una
exigencia ineludible
de la vuelta al
dec~o público
cristiano.
Antes de iniciar esa fragmentaria y paulatina restitución es ne
cesario un pecíodo previo de
detención del crecimiento en curso de
la
socialización. Así
se
salvarían de pececec los
últimos gérmenes de
iniciativa privada que aúo se pueden descubtir,
y a partir de ellos,
se iniciaría un
clima de confianza para la aparición de otros que es
cuviecan en
condiciones
de recibit
esas devoluciones de manos del
Estado.
Para que renazca la
confianza, hoy perdida, el Estado debe pro
clamar que se compromete a cumplit fielmente
el principio de sub
sidiariedad. El enunciado más
frecuente de este principio es el de
Pío XI en la Encíclica
Quadragesimo anno. Dice de la siguiente
manera:
"Así como no se puede quitar a Ios individuos y dar a la co
munidad lo que ellos pueden
realizat con
su propio
esfueczo e
in
dustria, tampoco es
justo, constituyendo
un grave perjuicio
y pertur
bación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferio
res lo que ellas pueden hacec y proporcionar, y dárselo a una sociedad
mayor
y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su pro
pia fuerza y naturaleza, debe
prestar ayuda
a
1os miembros del cuer
po
social,
peco no destrufolos y absorbetlos".
Claro está
que el Estado no
puede desentendecse
de los económi
camente débiles
porque, de una
parte, en
porcentajes apreciables son
a la
vez mentalmente
incapaces
de organizar sus propias previsiones,
y de
otra parte, su número y arras citcunstancias exceden, a veces, de
las posibilidades de los
ayuntamientos y
diputaciones. Peco este in
terés no
exige inseparablemente la gestión directa. Bastaría, en la
configuración finail, que el actual Cuecpo de Inspectores sobrevivie
ra con una
misión de
vigilancia y de
"hacer-hacet" que
todo espa
ñol económicamente débil tuvieca asegurada una asistencia
médica
suficiente,
bien a
través de
la gestión de la empresa donde
trabaja, o
de
sus sindicatos, o de cualesquiera otras asociaciones.
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POR. BL
DR. FELIPE FERNÁNDEZ ARQUEO.
l. lmportaneia del tema.
Todos los espafioles están interesados en lucbat contra la sociali
zación de la medicina por las siguientes razones:
l. Porque tarde o temprano todos enfermarán.
2. Porque ya
pertenecen a asociaciones Iahorales implicadas en
la
asistencia médica suya;
y sus ~olaborado,,;,. y empleados, también.
3. Porque incide de manera sensible en los presupuestos
gene
rales
del Estado, y éstos en
-la presión fiscal
4. Porque la sociali2ación de un sector prepara Ía socialización
de otros.
5. Porque la manera comó se ha ido instalando la socialización
de
la
medicina permite
conocer cómo se
han de ir impidiendo otras
socializaciones. '
6. Porque a medida que pasa el tiempo sé consolida la sociali
zación de este
sector, y el hecho consu.maao es presentado como inc
modificable. Es fu que ha sucedido, por ejemplo, con la CAMPSA,
cuya condición monopolística del
petroleo ya · no
es impugnada por
nadie. Los qne luchan aún ardientemente · contra la socialización · de
la
ensefianza, ni
mencionan la de la
inedicinít. El proyectó reciente
de · creación
de un sindicato de
médicos, o el de Reforma Sanitaria,
se
basan en el reconocimiento implícito y tácito de 1" soda.JiV1ción
de la medicina como si fuera un hecho ltreversible y de lo más na·
toral
7.
Porque la evob,ción política que se prevé permite
me1or que
hasta
ahora
replan=r el
tema. No
hay que
identificar
apertura con
socialismo.
Puede hacerse igualmente .hacia el derecho.
públieo criS"
70)
Fundaci\363n Speiro
PEUPE PERNANDEZ ARQUEO
tiano. Entre las grandes corrientes ideológicas que afloran con el
anuncio de la apertura, está el regionalismo, esencialmente enemigo
de
las
estatifiOlciones. El
mismo
socialismo, precisamente pot su pu
janza, no ha podido dejar de suscitar ya algunos grupos importantes
que
se aprestan a
la defensa de' la iniciativa privada;
2. La situación actual.
La situación actual de la asistencia médica es de un altísimo gra
do de estatificación, en un sen.tido absoluto; en un sentido relativo,
superior
al
de
cualquier momento antetior. El
proceso continúa
cre
ciendo
hacia
la ocupación
total de la ya muy estre'Cha zona que que
da sepa,:ando los
niveles
actuales del más alto techo socialista imagi
nable. Prácticamente, txX!a la sociedad española, aunque no lo quie
ra,
está incluida obligatoriamente en el Seguro de Enfermedad esta
tal a
pesar de que pueda
tener otros dispositivos asistenciales me
jores y preferidos.
El
aparato estatal cuhte cualitativamente
casi todas las
necesi
dades sanitarias. No cubre
"aún'",
por ejemplo, las prótesis dentarias,
la pskoterapia y alguna otra prestación. No podrá cubrir nunca las
últimas novedades y adelantos asistenciales por fa lentitud de su ges
tión, aunque no . hubiera, a veces, otras razones eronómicas y de
aprendizaje que
se lo
impidieran. Cuantitativamente,
es
muy deficien
te en
las prestaciones teóricamente ofrecidas. Esta deficirocia se ori
gina en la incapacidad de la buroaacia oficial cuando trata magni
tudes altas de volúmenes de gestión, y se alimenta por el carácter de
ficitario de la economía socialista.
La
socialización creciente crea un círcuJo vicioso
o una
espiral
con el ejetcicio libre de la medicina, y con su gestión colectiva por
los cuerpos intermedios, y· hace desaparecec a ambos. Si algo sohte
vive
del
tjetcicio libre,
es con frecuencia debido a que
toma carac
teres
de
meteado negro.
Uno
de ellos es la carestía. Los honorarios excesivos e inasequi
bles empujan la opinión
de quienes no
pueden pagarlos hacia la
770
Fundaci\363n Speiro
LA SOCIALIZACION DB LA MEDICINA
sociafu:aci6n de -la asistencia, no como doctrina, sino como solución
práctica
perentoria
a su
problema.
Hay que señala! aquí un caso de alreracioo de la jerarquía de
valores
de
nuestra sociedad. Cierws honorarios se acepta.rían mejor
si se compararan serenamente con las facturas de los fonmneros o de
los
talleres de reparación de aut6moviles. También hay que señalar
la preferencia a gastar el dinero en diversiones desaforadas .que a
declicarlo al
cuidado de
la salud. Jamada ,Ja idea del "derecho a la
salud", en vez del derecho a la asistencia médica, algunos creen que
si no se ,Ja cuida el Estado, ellos no tienen nada que hacer.
Otro rasgo de mercado negro es el reclutamiento de enfermos
para las ronsult>IS privadas
en
las
consult>IS oficia.les o públicas a las
que tienen derecho. "En mi consulta particular le puedo ex;plomt
con aparatos en mejor estado y dedicarle más tiempo". Esta coaoción
enardece a
los
que vence contra
el en este caso mal llamado ejer
cio libre, y
a favor de la sncializaci""1 como represalia indiscrimina
da contra
todos
los
médicos, no sólo contra los juzgados romo in
morales.
Cuando el ejercicio libre desaparece, o énferma de corrupción, la
gestión estatal queda justificada, pero a condición de que no sea la
causa de esa desaparición. Hay que preguntar a los estatist>IS: ¿Quién
tiene
la culpa de que no haya
ejetcicio libre, suficiente y honesto?
Mientras haya hombres habrá abuoos e inmoralidades, pero
éstos son minoritarios cuando la ordenación política es buena. El
agotamiento y la rorrupción del ejetcicio libre de la medicina en
magnitudes superiores
a las irreductibles en cualquier materia. y
conjunto
humano se debe a la socialliaci6n misma. Suprímase ésta y
muchos profesionales al ver abiertas horizontes de vida honestos,
abandooarán gustosos
las
conductas feas; y estudiarán más. No po
cas deficiencias del ejercicio libre de la medicina son efecto y no
causa de
la
sociafu:ación.
En el fondo de todo el problema de la asistencia médica está un
hecho inconmOVLble cuya modificación con los daros de hoy, no vis
lumbramos. Jls que la medicina buena es cara, intrfusecarnP.nre cara,
lo mismo que el plomo es pesado. Queda fuera de nuestro intento
eioplicar por qué. Pero diremos, siguiendo ese símil, que lo mismo
771
Fundaci\363n Speiro
FELIPE FERNANDEZ ARQUEO
que a una bola de plomo se le puede poner un paracaídas para amor·
tigu.a.r su caída, el sodaHsroo le puede poner -a la medicina un pre
cio político; pero ninguna de las dos soluciones, es sólida ni dura
der,,. El respeto a la naturaleza de las cosas exige una revisión del
puesto que se les arrlbuye en la jerarquía de valores de la ortodoxia
pública.
En el año 1975 se ha confirmado la clara rendencia anterior a
empeorar. Han aparecido
rres .medidas de gran importancia y volu
men a favor del proceso· socializante.
·
El Estado
ha asumido
la creación y mantenimiento directos de
una
red nacional de bancos de
sangre, y · para que la socialización
quede
aún más
firmemente establecida
prohíbe
a los
médicos crear y
mantener 'directamente estos servicios por su· cuenta; de manera que
los hematólogos sólo podrán rrabajar como empleados del Estado, o
de
organizaciones paraestata!es (B. O. E., 17-VII-1975).
Después
de
varios años de
forcejeo se
ha
désmantelado la "Obra
Sindical 18 de Julio" de asistencia sanitaria · al personal de sindicatos
y
a
algún orro,
que se parecía en cierto modo a la gestión
social que
córresponde
a los cnerpos
intermedios.
Estos
dos grandes
pasos más hacia el monólitismo estatista se
hao visto asegurados por una rremenda medida disciplinaria. Como
si
lils anteriormente tomadas no
hubieran
ásegurado probada y sufi
cienternenté
la atonía y la incapacidad de respuesta de la clase médica.
La nueva· medida ha sido
· el proyectó, firmemente decidido el veranó
pasado, y detenido momentáneamente en el último instante, de in
tegrar a, los
médicos que rrabajan para
el Seguro de
Enfermedad, en
un sindicató único y
obligatorio. y de desconocida capacidad de re
presentación, que lejos dé ser en sus manos un insrrumento dé de
fensa
que pueda rendir lo que
·no se les ha
dejado rendir a los
O,.
legios Profesionales, se muesrra ya desde· el primer momento como
un insrrumento de conrrol, por acción
y por omisión, de un· Estado
socialista.
En cuarto 'Jugar, h"'J' que señaJar, no una medida realizada, pero
sí un proyecto oficiál suficientemente ávánzado de Reforma Sanita·
ria cuyos rasgos, ya muy cuajados 'rras los rrabajos de este· añó, son
el
absolutismo
y el monolitisino · en gradó de exacerbación de los
772
Fundaci\363n Speiro
LA SOCIALIZACION DE LA MEDICINA
actualmente existentes. El proyecto deberá ser entregado acabado al
Gobierno antes de
fines del año 1976.
Todo esto sucede, paradójicamente, mientras la prensa y los po
líticos oo cesan de anunciar una era de liberalfaadón. De seguir
así,
veremos coincidir las li~es abstractas con las tiranías con•
cretas. El liberalismo ideológico con el antlliberallsmo económico.
3.
¿Cómo. se ha llegado a eoia situación?
Este
proceso, poco atendido por los estudiosos es, sin embargo,
riqnísimo en
enseñanzas de aplicación inmediata a otros procesos
de socialización. Espero
que
la brevedad con que Jo esbozare quede
disculpada
por
la importancia del mero hecho de sn seiiafaro;ento.
Cuatro primeros factores
se
encuentran ya en la Ley de la Jefa
tura
del Estado de 14-XIl-1942 que crea el Seguro Obligatorio de
Enfermedad. En su parte expositiva, l]amativaroente breve pata un
asunto
de tanta trascendencia, se dice:
"El
Seguro de Enfermedad, establecido
en muchos
países de
Europa,
no
se
había implantado en España como consecuencia de las
luchas imperantes
entre los
diversos partidos
políticos, en los que los
intereses particulates en
juego impedían esta
realización". "Supera·
das
estas
luchas y promu1gado el Fuero del Trabajo en cuya declara
ción décima se ordena el
establecimiento de
un
seguro total
... ".
El
camino que
va de lo general a lo
patticulat está
siempre
poco
vigilado y es muy del agrado de los contrabandiscas. Lo "estllblecido
en
muchos países de
Europa"" se aduce puntualmente pata consumo
e!,, ingenuos. Pero enseguida vienen el escamoteo y el fraud,, porque
el
proyecto concreto que luego sigue
es totalmente
diferente al
vi'.
gente en otros países; sólo ti= parangón con los · de más allá del
telón de acero. Análogo escamoteo sufre
la apelación al desarrollo del Fuero del
Trabajo: el seguro total cuyo establecimiento ordena, es
ün prin
cipio general que puede realizarse de muy diversas maneriis, ·y se
escoge la
peor dándole honores de sinónimo único del
principio
general.
773
Fundaci\363n Speiro
PEIJPE PERNANDEZ ARQUEO
Las luchas de los partidos políticos, presentadas con carácter
peyorativo, impidieron
-dice con
verdad el preámbulo de
la Ley
la implantación del Seguro de Enfermedad tal como lo concibe el
legislador. Aliviadas esas luchas del carácter universalmente peyo
rativo que se les atribuye, deja caer el prejuicio de que la ausencia
de ese seguro haya sido
mala. Defectuosa y sofisticada era la repre
sentación política por medio de
partidos, pero era inexistente en la
dictadura leXtrema del día de la promulgoción de la ley. De lo cual
se deduce una confirmación más de que la socialización, en este caso
al menos, sólo se ha podido realizar por la fuerza. Y que este dato,
insuficiente como único, avisa sin embargo que
las dictaduras pro
penden al
maximalismo y
a
la zafiedad del socialismo. Recordemos
nuevamente
la creación, por Primo de
Rivera, de la estatificación
del suministro de pecróleos.
En la época de las luchas de los partidos políticos ya existía el
seguro de enfermedad; era un seguro distinto del actual estatal; era
libre, no socialista,
creado y sostenido, bien por empresas mercantiles
o
por cooperativas de médicos, librados de
la tentación de portarse
mal por la competencia, o bien por asociaciones de profesionales; de
éstas, algunas no eran esencialmente políticas, peto sí accidentalmen
te politizadas, como
la Unión General de Trabajadores, que tenía en
Madrid
unos servicios médicos notables
paca sus modestos afiliados;
otras, menos sospechosas de sovietización, como
el Colegio de Abo
gados de
Madrid, tenían
y siguen teniendo servicios, de excelente ca
lidad.
La fórmula pública para el :lanzamiento socialista se sirve, además,
de unas gotas
de ternura. ¿Qué desalmado se atreverá a discutir algo
en beneficio de los económicamente débiles? El artículo
3.º decía:
"La presente Ley se aplicará con carácter obligatorio a todos los
productores económicamente débiles ( ... ),
En su día, oídos ... po
drá establecerse . . . el régimen de afiliación voluntaria a este se
guro'".
Se dieron mil veces seguridades públicas y privadas a los Co
legios de Médicos de que únicamente· se pretendía ayudar a los eco
nómicamente débiles. El recelo era natural por la puerta abierta que
se
dejaba a una
afiliación voluntaria.
774
Fundaci\363n Speiro
LA SOCIAUZACION DE LA MEDICINA
La definición de económicamente débil venía en el artículo 5.º:
"Se entenderán por económicamente débiles los producrores cuyas
tentas de
trabajo,
por todos los roncept06, no excedan de los límites
reglamentariamente fijados".
Est06 límites
se
fueron periódicamen
te ampliando, siempre ron gran discreción y cautela, después de
la época fundacional y situando mucho más allá de lo que rorres
pondería
a
lo que
unánimente se
estimada
romo eronótnicamente
débil. De este modo se ha venido faltando a las seguridades dadas
tantas veces y tan solemnemente.
Concurrieron más factores:
Súbitamente se crearon podet060S y cuanti060S intereses. Doce
nas de puest06 nuevos de trabajo médico, que en todo el país suma·
ron millares,
se
repartieron de la noche a la mañana con caráctier ,in.
terino a médicos que nada tenían y que, forzados por su necesidad,
quebraron ron
su conduaa de "esquiroles" la unión de la clase mé
dioa; sembraban la división en los Colegios Médicos y en cualesquie-
ra
reuniones
aparentaban demostrar ron su
presencia que había mu- •
chos
médiros partidarios
de la medicina socialista. Un
segundo des-
pués de
recibir sus
nombramient06 provisionales, proclamaban que
ya
tenían unos
derechos adquiridos
y esto bacía ya desde el prin-
cipio
muy difícil la marcha atrás del sistema.
Periódicamente, est06
interinos,
en
honor a esos
"derechos adquiridos",
han sido
ronfirma-
dos
en sus cargos
ron nombramientos
oficiales.
Los médiros que no se siruaron en las primeras oleadas y que
vieron que empezaba a
debilitarse el sector modesto de sus clientelas,
comprendieron la
gravedad de su situación
y que si en el fututo
próximo
querían entrar
en el sistema sólo !o ronseguitían a partir
del supuesto de que no se le
opusieran previamente.
Para
las compafíías de seguros,
enemigas natas
de las socializa
ciones, se
buscó la
romplicidad de su silencio mediante la no
co
rrección de irregularidades fiscales y la no elevación adecuada de sus
tribut06 específiros.
En
todos los
casos, se
mezclaban inmediatamente
ron los
ama
gos de protesta facrores ajenos al problema, bien de fidelidad al nue
vo
régimen, bien de
intereses per.sonales en
otros
ámbit06.
Los medios de romunicación social, férreamente rontrolados por
775
Fundaci\363n Speiro
FEUPE FERNANDEZ ARQUEO
la censura y la "inserción obliga¡oria", eran totalmente impermeables
a cualquier clase de discrepancias, en
esta
materia y
en
todas, de ma
nera que
se hacía. imposib~ una acción de conjunto, Los asegurados
wnpoco podían expresar sus quejas ni opiniones. No se podían pre
sentar
estudios serios comparativos
de la asistencia
ptoporcionada por
la
nueva modalidad
con la que hubieran proporcionado
otras fórmu
las,
porque no se
publicaban estadísticas ni detaJles económicos de
la gestión en
marcha, Esta
situación
perdura hasta el día de la fecha.
El crecimiento constante del pdmer germen socialista, una vez
establecido, se
ha ido haciendo con el apoyo de esas mismas circuns-
tancias, si bien envueltas cada vez en mayor pudor. Algunos facto
res, como el control de los medios de comunicación social, han per
dido
eficacia,
pero otros, como los intereses creados han aumentado
de
manera que
compensa los desfallecimientos de otras piezas del
mecan;smo. Por
otra
parte, acru¡tlmente el apoyo no es tan necesa
rio como
al principio porque las ampliaciones del sistema son
cada
vez de menor volumen y se hacen de manera espaciada y local, lo
que contribuye a su disimul~
4.
Enseñanza
que se desprende:
nueva valoración de la
in
transigencia.
He
aquí, pues, como último
resumen, la enumeración de
los
componentes de la "praxis"
socializadora: fuerza, dictadura, propa
ganda
oficial, mentiras, falta de información, censura de prensa,
coacciones, creación de
intereses
y sobornos. Conviene tener muy
presentes
todas y cada una de. estas especies y subespecies a la hora
de
enfrentarse con la puesta
en marcha de un plan de
socialización
cualquiera, para oponerles· sistemáticamente sus contrarias.
El análisis de este proceso de socialización lleva a una revisión
de la valoración
de la actitud de intransigencia. Generalmente se
se
ñala a ésta· con. un matiz despectivo, de censura, peyorativo. La in
transigencia: es la desproporción
entre una firmeza grande y la pe
queñez
delasunto a
que se opone. Esto lleva, a su vez, a revisar
el
concepto de pequeñez. Porque en este proceso, pequeñas mentiras,
776
Fundaci\363n Speiro
LA SOCIALIZACION DE LA MEDICINA
pequeñas peticiones o concesiones, se han extrapolado hasta conse
cuencias incalculables. El estado socialista moderno, "con rostro hu
mano", tiene especie.! afición y capacidad para integrar pequeñas co
sas al servicio de maniobras complicadas e implacables. O dicho de
otra
macera, a presentar sus vastOS planes disimulados por una bien
organizada y menuda fragmentación aparente.
Usa la fórmula de avamar sin disparar, de puntillas y a pasitos
cortos,
y pararle esos pies parece intransigencia censurable. Sin em
bargo, cuando se comprende que el buen progreso de todo un con
junto
depende del desplazamiento desapercibido de un peoncito
inocente,
no parece desproporcionada, 'Sino imprescindible, la máxi
ma resistencia en todo momento.
5. Primeras medidas para la restauración del derecho público
cristiano en esta materia.
Entendemos que el Estado debe restituir a la sociedad, entre
otras
cosas, la gerencia de la asistencia médica.
La envergadura y complejidad alcanzados por el aparato esra
tista requieren para su deshielo y restitución una gran lentitud ope
rativa, para no lesionar intereses legítimos y respetabilísimos: len
titud para no desperdiciar instalaciones costosísimas; lentitud tam
bién para evitar desorientaciones y vacíos en la asistencia y las es
peculaciones de todo tipo que se dan en ,los períodos de transición
cuando son confusos y rápidos.
Esta primera recomendación de lentitud
es la mejor réplica a la
objeción,
importante, q¡¡e hacen
algunos
enemigos de la socializa
ción de la medicina: hay que aceptar la situación actual, que es mlllla
y no nos gusta, como u.ti mal menor; porque· desmontar este tingla
do gigantesco sería un mal niayór.
Este planteamiento puede merecer distintos juicios según 'sea el
factor tiempo
que
hay que integrar en él. Desmontar la situación
actual de la noche a la mañana sería, ciertamente, un mal mayor; a
nadie se le exige que restituya de golpe; se conceden unos "cómodos
777
Fundaci\363n Speiro
FELIPE FERNANDEZ ARQUEO
plazoo", llevaderos. Pero desmontarla lentamente, muy lentamente,
es una
exigencia ineludible
de la vuelta al
dec~o público
cristiano.
Antes de iniciar esa fragmentaria y paulatina restitución es ne
cesario un pecíodo previo de
detención del crecimiento en curso de
la
socialización. Así
se
salvarían de pececec los
últimos gérmenes de
iniciativa privada que aúo se pueden descubtir,
y a partir de ellos,
se iniciaría un
clima de confianza para la aparición de otros que es
cuviecan en
condiciones
de recibit
esas devoluciones de manos del
Estado.
Para que renazca la
confianza, hoy perdida, el Estado debe pro
clamar que se compromete a cumplit fielmente
el principio de sub
sidiariedad. El enunciado más
frecuente de este principio es el de
Pío XI en la Encíclica
Quadragesimo anno. Dice de la siguiente
manera:
"Así como no se puede quitar a Ios individuos y dar a la co
munidad lo que ellos pueden
realizat con
su propio
esfueczo e
in
dustria, tampoco es
justo, constituyendo
un grave perjuicio
y pertur
bación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferio
res lo que ellas pueden hacec y proporcionar, y dárselo a una sociedad
mayor
y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su pro
pia fuerza y naturaleza, debe
prestar ayuda
a
1os miembros del cuer
po
social,
peco no destrufolos y absorbetlos".
Claro está
que el Estado no
puede desentendecse
de los económi
camente débiles
porque, de una
parte, en
porcentajes apreciables son
a la
vez mentalmente
incapaces
de organizar sus propias previsiones,
y de
otra parte, su número y arras citcunstancias exceden, a veces, de
las posibilidades de los
ayuntamientos y
diputaciones. Peco este in
terés no
exige inseparablemente la gestión directa. Bastaría, en la
configuración finail, que el actual Cuecpo de Inspectores sobrevivie
ra con una
misión de
vigilancia y de
"hacer-hacet" que
todo espa
ñol económicamente débil tuvieca asegurada una asistencia
médica
suficiente,
bien a
través de
la gestión de la empresa donde
trabaja, o
de
sus sindicatos, o de cualesquiera otras asociaciones.
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