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Número 145-146

Serie XV

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Un momento crucial de la historia de México: el general Miguel Miramón

UN MOMENTO CRUCIAL DE !;A HISrfORIA DE MEXICO:
EL GENERAL M[GUEiL MIRAMON
POR
J. JESÚS C. LóPBZ.
La historia de México podría definirse romo el dnuna de una
Nación que ha sido dividida en dos bandos: el de quienes se man­
tienen fieles a la tradición hispánica, a ia vocación cristiana, y el con­
trario, el de quienes buscan romper todo vínculo que recuerde la
espiritualidad del conquistador y el legado de su obra.
Junto a

ese
drama se han producido otros hechos que, de una
u orra forma, han
influido en esta lucha, principalmente la ambi­
ción imperialista de los Estados Unidos,

fiel
heredera en

el siglo
XIX
del ancicarolicismo y el ancihispanismo de Inglaterra.
Sin embargo, la fidelidad a
ios principios cristianos ha
marcado
los momentos más trascendentes de fa historia de la nación, a pesar
de que
la masonería trató -aun desde la península- de marcar con
su sello a México.
La conquista se realiza bajo el signo de la Cruz, y el mistno
arrojo muestra Cortés al desmantelar

sus naves
y ,lanzarse al some­
timiento
del

imperio
azteca, que cuando en el Q-an Teocalli destroza
a

los ídolos, con
gran enojo por parte de los indígenas, para dejar
su lugar a la imagen de la Virgen
María.
Asimismo, la indeperukncia se realiza también bajo el signo de
la
catolicidad, ranro

en sus inicios, cuando Hidalgo enarbola
el estan­
darte de la Virgen de Guadalupe, como en su cuJminación, cuando
Iturbide proclamó a la Religión como una de
las divisas de la en­
seña
nacioru,!.
A partir de entonces la masonería ejercerá toda su fuerza para
rrarar de erradicar al cat:O!icismo de Méxiro, pero
a pesar de que
6ll
Fundaci\363n Speiro

J. JESUS C. LOPEZ
en la segunda mitad del siglo pasado conquistó el poder, todos sus
intentos antirreligiosos han fracasado frente al dique que en su mo­
mento le han puesto miles de hombres.
Liberales y
Conservadores.
La lucha entre cristianos y anticristianos -que aún perdura-,
adquirió formas políticas concretas en el pasado. Primero fue la Re­
pública

contra el Imperio, luego el Centralismo y el Federalismo y,
en forma prevaleciente durante
la primera mitad del siglo XIX, entre
Liberales
y Conservadores, los primeros fieles · a la masonería y con
su modelo en
la Revolución
Francesa, y los segundos inscritos en
las filas de la catolicidad.
La lucha por la prevalencia de dos púncipios filosóficos encon­
trados dividió con sangte al país
y además de las vidas que cosró hay
que cargar a su cuenta la pérdida de
gtan parte del territorio, ya que
la invasión norteamericana encontró menor resistencia por la divi­
sión interna del país.
Ni carólicos
ni masones aceptaron nunca la unificación, y la opo­
sición ideológica separó familias y amistades, corno habría de ocurrir
en este siglo con la guerra
cristeta.
No todos fueron héroes.
Durante la invasión norteamericana de 1847 hubo una gesta que
se ha considerado ejemplar: la lucha de los jóvenes Cadetes del Co­
legio Militar en contra de los invasores que llegaban a las afueras
de la ciudad de México. A la defensa concurrieton jóvenes civiles
voluntarios, cadetes de la escuela y hasta desertores del plantel.
Quie­
nes

murieron entonces son venerados
· por
la
historia como "Los
Niños Héroes". Pero la Providencia Divina no
permitió que
todos los que ahí
lucharon pasaran a
la historia oficial de México -hecha por los
vencedores políticos (la masonería)- como héroes. Uno de ellos
654
Fundaci\363n Speiro

EL GENERAL MIGUEL MIRAMON
sería fusilado años después como "traidor a la Patria" en el Cerro
de las Campanas, junto a Querétaro.
El

panteón histórico de México, confeccionado en dos versiones,
tiene
héroes y traidores juzgados de acuerdo a los intereses que
sirvieron.
Así, no
es de
extrañar que
Agustín de Irutbide,
el liber­
tador,

sea calificado por los
masones como
un traidor
y ambicioso
oportunista, y se consagre a Vicente Guerrero como verdadero con­
sumador de la gesta iniciada en 1810.
Fue así como Miguel
Mirarnón, combatiente
de
Chalpultepec
contra el invasor norteamericano, y Presidente de la República a los
veintiséis años, pasó a ser uno de los condenados por la masonería,
en tanto que su enemigo número uno, Benito Juárez, autor de las
leyes de Reforma, es el héroe oficial que ha sido glorificado por la
masonería internacional, proclamándolo "Benemérito de las Améri­
cas".
Miramón e\l Macabeo.
La lucha entre liberales y conservadores, si bien se manifestaba en
el terreno político, partía de una oposición en los principios. Unos
se consideraban modernos, de avanzada, de acuerdo al espíriru mar­
cado por la Revolución Francesa y la masonería, y tachaban a sus
rivales de "reaccionarios", según expresión del general liberal
Santos
Degollado. De principios conservadores,
Mirarnón se
levanr6 en contra del
Presidente Comonfott, quien
apoyaba los

principios de
la Constitu­
ción de

1857, repudiada por los
católicos. Unió

sus armas con las
del general Osollo, pero al ser derrotado fue enviado a prisión, en
donde orgulloso de su
condición militar y como preso político, se
negó a
salir a barrer las calles en compañía de los presos comunes,
condición que fuera aceptada por otr0s
mllitates y que tenía como
misión humillar

a los sublevados.
La prisión de la ex-Acordada, donde se tenía recluido al joven
militar de veinticinco años, no fue suficiente para contenerlo y es­
capó de

ella en 1857, de donde se
dkigió al

sur del
país pata reor-
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Fundaci\363n Speiro

J. JESUS C. LOPEZ
ganizar su tropa y volver a reunirse rou Osollo. A partir de enton­
ces su visión estratégica, su ánimo decid.ido y su entrega por la causa
a la que servía, lo llevarán de victoria en victoria.
En su primera campaña toma Guadalajara, Salamanca y San Luis
Potosí; en esta ciudad
el pueblo le tributa una delirante recepción al
joven conservador. Posteriormente se enfrenta por primera vez a uno
de
-los militares
constitucionalistas que se
destacará como
su asiduo
rival en el campo de batalla, Santos Degollado, a quien derrota es­
pectacu.!atmenre en

Atenquique, acción que le
hace alcanzar la banda
de

general, que le es concedida por
el Presidente Zuloaga. El general
de veinticinco años ofrecerá esa
banda a
Concepción
Lombardo, quien
entre broma y broma declató en una ocasión que se casaría ron él
cuando fuera general;
ahora Miramón
cumplía.
Para entonces, las brillantes acciones de Miguel
Miramón en
contra de

quienes pretendían aplicar la Constitución de 1857 -de
cuya
obediencia el

Papa Pío IX eximió a
fos católiro&-- habían ori­
ginado

la convicción de que el joven
general era
el
brazo armado que
la

Providencia les enviara en
su auxilio y Ie impusieron el sobre­
nombre de "Joven
Macabeo", en

recuerdo de Judas
Macabeo, ven­
cedor
bíblico de

Antíoco. Eta
cl defensor de los principios cristianos
en
contra del

nuevo impío: Juárez.
Mientras
el Macabeo realizaba

su boda con la joven Concepción,
los
Iiherales romaron Guadalajara

de nuevo, a fin de celebrar a su
modo fos esponsales de su rival, a quien tenían gran encono . para
entonces. Sin embargo, el gusto de los liberales fue breve, porque
Mirarnón realizó

su viaje de
bodas para
retomar
Guadalajara y de­
rrotó a Santos Degollado en las
Barrancas de Beltrán, cerca de San
Joaquín.
Miramóa amaba su carrera militar, su honor, sus principios y
a su esposa, pero no tenía ambiciones personales. Era enemigo del
militarismo y los "cua:rtelazos". De ahí que cuando los generales
Robles
Pezuela y José María Echegaray oe suMevaron contra Zu­
loaga
y le ofrecieron la banda presidencial, enfáticamente declarara:
"no ,la aceptaré", y acla,rara que ésa no era sólo "una guerra de prin­
cipios

políticos
irreconciliables, sino
la defensa de
ia sociedad contra
Fundaci\363n Speiro

EL GENERAL MIGUEL MIRAMON
el despojo, rontra el incendio, rontra la devastación que llevan por
todas parres los que se apellidan defensores de la Constitución del 5 7".
Los militares revoltosos rontra Zuloaga deben haber recibido una
bofetada
cuando Jes respondió, concreta.mente a Pezuela, que "ante
los intereses de

la
Patria estoy decidido

a sacrificar a mis principios
hasta las más catas afecciones y las más distinguidas consideraciones
personales".
Así, ron el ofrecimiento del
poder
en su mano, llega
a
la ciudad

de
Méxiro para restituir en el mando a Zulooga.
La debilidad de Zuloaga y su incapacidad para seguí,: adelante,
provoca
la dimisión

de éste,
quien reforma
el
Plan de Tacuba, ya
para dejar como
Presidente sustituto

de
la República

Mexicana a
Miguel Minunón, general

del ejército de veintiséis
años de edad.
Ahora
que el

legítimo Presidente
-J uárez alegaba lo mismo por
su
parte--le otorga el

poder, Miramón
participa a la Nación que
sí lo acepta, pero que permanecerá en él lo suficiente para i< a la
ronquista de Veracruz, en

donde se
encuentra instalado Benito Juá­
rez, y llama a sus soldados a
partir en busca del último reducto "de
los

enemigos de
la religión, de la tranquilidad y de todo principio
de
sociedad".
La figura de Miramón se había ronvertido en algo legendario y
cuando llegó a Jalapa, ciudad cercana al puerto de Veracruz, el en­
tusiasmo fue ral que el pueblo se desbordó y el carro en que viajaba
el
Macabeo fue jalrulo por la multitud.
El

joven soldado de
la religión y ahora cabeza de roda la nación,
o de todo un bando de ella, se enrontraba en posición de acabar,
de una vez y en forma definitiva, con esa lucha fratricida, si tomaba
Veracruz y ron la ciudad a Juárez. Entonces el fin de la guerra sería
sólo cuestión de tiempo.
Los ronstitucionalistas se enrontraban en gran apuro, pese a que
Sanros Degollado había derrotado a Liceaga, Mejía y Calleja y avan­
zaba sobre la ciudad de México. Sin embargo, a sabiendas de que
en su objetivo
mhlitar se
encontraba la
victt)ria de la guerra y no
de una
batalla, razones aún inexplicables hicieron que Mirarnón _se
retirara
del

asedio sobre V
era.cruz para regresar en defensa de la
ciudad de
Méxiro, en

donde,
efectivam,ente, logró derrotar a Sanros
657
Fundaci\363n Speiro

J. JESUS C. LOPEZ
Degollado, quien pese a su iracaso militar consideró que el haber
obligado a que Miramón se retirara fue visto como un triunfo juarista.
Miramón reconocería más tarde su error al lamentarse de "no
haber podido salvar a México tomando V eracruz". El juicio poste­
rior ha
hecho decir

a los críticos que los conservadores perdieron la
guerra de reforma con un triunfo militar. El primer error del Ma­ cabeo
y tan caro se lo había de cobrar la historia.
Pero esto que resulta
tan claro ahora no podía entenderse en­
tonces si se considera que Miramón no tenía enemigo militar al
frente y que seguramente confió en que podría volver sobre el puerto
en
fecha posterior, pero no contaJba con que ese plazo otorgado ser­
viría para que sus adversarios recurrieran
a una
alianza
política. en
busca del poder que
pudiera salvarlos:

los
Esta!dos Unidos.
Para conseguir el poder de que carecía, Juárez no
vaciló en
trai­
cionar al país
y ofrecer en venta parte del territorio nacional, la
Península de Baja
CaHfornia, y
comprometer de
por vida la soberanía
nacional, al
autorizar la presencia y vigilancia de tropas norteame~
ricanas

sobre
la nación; todas estas conoesiones para obtener dinero
y apoyo fueron materializados en los tratados Md.ane-Ocampo (que
por suerte no llegó a ratificar el Senado de los EE.UU. a causa de
la guerra civil), con los que la
suerte del Macabeo estaba
decidida.
A partir de entonces ningún movimiento armado
podría mantener o
conquistar
el poder

sin el
apoyo de

los Estados Unidos. Juárez daba
carta
blanca al

naciente imperialismo
norreamericano.
Así, en la balanza de la guerra, los triunfos de Miramón en Que­
rétaro,
derrotando una
vez más a Santos Degollado, a Zaragoza, a
Blanco y Manuel Doblado, así como
la victoria en Tonila el día
de Navidad en 1859, se equilibraban con la hipoteca del suelo mexi­
cano, acción

que fue
rechazada y

condenada
por el Macabeo, quien
dec!la.ró: "Dios

me
ha dado la victoria en la guerra intestina, y con­
fio que
me la dará en la guerra más justa, más noble y más santa,
en la
guerra por la independencia

de
mi Patria, por la defensa de su
religión
y la integridad de su suelo":
En un vano intento de equilibrar la traición de Juárez, el gobierno
conservador
firmó el
tratado Mon,Almonre
aon España, que en
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Fundaci\363n Speiro

EL GENERAL MIGUEL MIRAMON
absdluto comprometía una brizna de suelo mexicano, pero que Juá­
rez condenó farisaicamente, porque según
él era contrario a la digni­
dad nacional.
La intervención de Estados Unidos.
Miramón no olvidaba que ron la toma de V era.cruz podría salvar
a Méxiro e intentó un nuevo
asalto al puerto. El Presidente sabía que
pa,a que el asedio fuera un

éxito debería
realizarse por
tierra
y mar
simultáneamente,
para Jo cual adquirió en La Habana dos buques
que habrían de
impedir cua:lquier abastecimiento o fuga por agua,
mientras Miram.ón
atacaba. por
tierra.
La estrategia
era ad~uada y Juárez vio la maniobra ron gran
alarma, por lo que de inmediato presionó al embajador norteameri­
cano pa:ra que su país acudiera en auxilio de los constitueionalistas;
se pedía la aplicación práctica de los tratados, pese a que aún no
entraban en vigor.
Ignorante Miramón de estas maquinaciones se sentía tan seguro
del triunfo, que antes de atacar trató de convencer a Juárez para que
se rindiera,
pero romo éste sf ronfiaba en la ayuda norteamericana
se

negó, e incluso
ronminó a Miramón para que aceptara la Cons­
timción de 1857, cosa que éste
rechazó romndamente.
La batalla estaba por iniciarse. Los buques ronservadores fondea­
ron
en Antón Lizardo
y se aprestan para la batalla, cuando la cor­
beta norreamericana Saratoga se acercó a los buques con el pretex­
to de identificarlos y los abordó, frustrando así los propósitos del
Macabeo, que a partir ·de entonces vería declinar su esttella, muestra
de lo cual fue la derrota que sufriera a manos de Jesós González
Ortega

en Calpulalpan, en donde enfrentó sus 6.000 soldados contra
los 20.000 del enemigo.
Era casi un hábito de Mirarnón, por su arrojo y sentido estraté­
gico,
combatir contra
ejércitos que

duplicaban o triplicaban sus
fuerzas, pero esta vez los
soldados· liberales estaban

equipados
ron
armas norteamericanas, muy · superiores a las que disponía su tropa;
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J. JESUS C. LOPEZ
con ello perdía la "Guerra de los tres años" y salió del país auto·
exiliado. lll
peso de los dólares había inclinado la balanza.
En Europ,a y sin Partido.
Los años que vivió en Europa fueron de una zozobra personal
corurante,
ya

que
por entonces se decidió la intetvenoión de la
Triple· Alianza en México, y los oonservadotes llamaron a Maximi·
Jiano de Absbocgo para que rigiera los destinos de la nación.
La oposición del Macabeo a la intromisión francesa

en los
des­
tinos

de México
y que ella sirviera de medio para el II Imperio,
provocó que numerosas
¡:uertas de Enropa se

le
cerraran e
incluso
muchos de sus antiguos
parcidarios le

dieran
la espalda, aunque

tuvo
el consuelo de que el Papa Pío IX acogiera a los
esposos Miramón
como

hijos
predilectos y condecorara al Macabeo por su devoción
a
la causa de la Iglesia.
Enrontraba
el país en manos de dos bandos a los cuales no podía
apoyar; por un lado, los franceses invasores, y por el otro, Juárez y
su Coustitución. Miramón se revolvía de un lado para otro en busca
de
fa solución y qulméricamente pensaba en la posibilidad de una
tercera posición

que, a
la postre, resultó imposible como él la con­
c,e!,ía.
Después de un largo tiempo de incertidumbre, y ante el anuncio
de
la retirada de los franceses de suelo mexicano, pensó que unién­
dose

a
Mrudmiliano que

quedaba en el poder podría
trabajar e
influir
en esa tercera posición,
representada para él ,en la fotmación de un
Ejército
Imperial Mexicano,

propósito que fue estorbado e
impe­
dido

por
Aquiles de Bazaine, quien temía que

el
Mocabeo se apo­
yara en los soldados de este cuerpo para sus propósitos ancigalos,
manifestados públicamen,e
en numerosas ocasiones.
Las
intrigas francesas propiciaron

que
Maximiliano enviara
a
Miramón a
Berlín con la idea de que estudiara tácticas de artillería,
peto en verdad lo exiliaba para que no reali2:ara 1os temores de Ba­
zaine.
Al mismo tiempo Maximiliano da la espalda a los conserva·
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Fundaci\363n Speiro

EL GENERAL MIGUEL MIRAMON
dores que Jo habían traído a México, se hace rodear por liberales,
y
retra.sa la salida de
los franceses.
Ante esta situación,
Miramón habla

en Europa de
retirarse de
las

filas del Imperio y regresar a
México a
luchar
por la Patria. Sin
embargo, ante un nuevo viraje de Maximiliano, al que abandonan
los franceses
deján
sin
apoyo militar frente

a la
amenaza juarista, regresa de nuevo al país.
La primera tarea de Miramón a su rerorno será reorganizar el
Ejército Imperial Meicicano y, a pesar de carecer de recursos sufi­
cientes, con 2.500 hombtes logra tomar
Zacateca.s el
27 de diciembre
de 1865, frente a 4.000 'liberales que defendían la plaza. Pese
al triun­
fo

que podría haber sido decisivo, porque Juárez se encontraba en
la ciudad, tiene que lamentar su impotencia
para capturar a la ca­
beza de sus rivales y desde una loma lo observa
cuan Intrigas
y traición.
Era demasiado tarde. El Imperio carecía. de recursos suficientes,
los franceses presionaban para que Ma.ximiliano dimitiera y poder
reconocer el gobierno de
Juárez, o

de alguno de los generales Jibe-­
rales,
mientras Mitam6n trataba

de resistir a unos
constitucionaiistas
cortfiados
en

un triunfo próximo.
El 2 de febrero de 1867, Mariano Escobedo derrota
al Macabeo,
quien tiene que replegarse hasta Querétaro, ciudad que . ha sido fiel
a los conservadores. Hasta
ahí llega

Maximiliano
y se concentra el
total de las
fuerza.s imperiales.

Las
pr6ximas batallas

serán definitivas.
Mitamón señala que Querétaro es una plaza indefendible por su
posición,
rodeada de íomas y sin ventajas para la defensa; por eso
aconseja

impedir
el cerco que ya empiezan a tender los liberales,
atacando por separado a los distintos
cuerpos que
avanzan sobre la
ciudad. Propone avanzar contra Escobedo
y Corona.
El Emperador
Maximiliano vacila y cede a las intrigas que Mén­
dez realiza

contra Mirarnón. Ya
autorizada la toma de las alturas de
San Gregorio
y San Pablo, el Emperador da la contraorden.
Mientra.s tanto, el General Márquez propone romper el cerco y
661
Fundaci\363n Speiro

f. fESUS C. LOPEZ
salir con una parte de la tropa para ir en busca de refuerzos y poder
atacar por
la retaguardia. La idea es aceptada y en un ataque sorpresa
logran
romper
la línea y salir. El Emperador y Miramón permanecen
en

la
plaza. Sin embargo, M,lrquez es derrotado por Porfirio Díaz

y
no regresará nunca con los refuerzos
promecidos.
El primero de abril Mi.ramón ataca San Gregario y logra captu­
rar

el
lugar junto
con
pertrechos, ya
muy
necesarios para
los defen­
sores, y algunos prisioneros. Días más tarde, el 26 de abril, derrota
a
Régules por la mañana, pero Escobedo acude en apoyo del cons­
tirucionalisra,
y por la tarde los conservadores tienen que replegarse.
Sin embargo, esta heroica

acción de Miramón y la
dificultad para
contenerla
desmoralizó a Mariano Escobedo,

quien pensó que la
toma
de la ciudad sería fácil, y estuvo a punto de ievantar el sitio. Sin
embargo, noticias que poddan cambiar el cutso de la guerra llegaron
a
él y decidió
permanecer frente

a Queréraro.
Mientras tanto, el hambre y el tifus cobraban numerosas víctimas
en

Queréraro. La
situación era
desesperada
y era urgente cambiar la
situación. Durante una reunión se acuerda realizar una salida deses­
perada para romper el cerco y salir de la ciudad. La partida se fija
para el
14 de mayo, pero el general Tomás Mejía, enfermo, pide que
la fecha se prorrogue 24 horas. La solicitud es aceptada y cuaudo el
Macabeo se lo notifica e,cclama: "Que Dios nos proteja en las próxi­
mas 24 horas".
Quizás Miramón presintiera la traición, pues si Escobedo no ha­
bía
levantado el

cerco era
porque uno
de los defensores de la ciudad,
Miguel López,

había iniciado pláticas para
entregar a
sus compañeros,
y la madrugada del 15 de mayo, gracias a la prórroga que había pe­
dido Mejía, consumó su traición, entregando sin defeusa el convento
de
La Cruz, por donde las tropas liberales entraron en Queréraro,
tomando
por sorpre.sa a los sitiados.
Al entrar las tropas
juaristas en
Queréraro, Miramón salió apre­
suradamente de su casa y se enfrentó a tiros con
aigunos soldados,
resultando

herido en la cara. Pronto la ciudad era del enemigo. Una
guerra de principios
irreconciliables, en la que se había puesto a
riesgo la
independencia nacional,

terminaba con
una operación
de
compra-venta,
perpetuada por

un judas. Ni los 5.000 defensores, ni
662
Fundaci\363n Speiro

EL GENERAL MIGUEL MIRAMON
íos 30.000 sitiadores eran merecedores de esta humillación; quizá por
eso el parte oficial habló de que la ciudad había sido tomada "a
sangre
y fuego", fo que ,se trataría de hacer pasar a la historia corno
una
acción heroica de las tropas consritucionalistas, pero la verdad
es muy distinta.
En espera de la muerte.
Resulta currioso que en el apasionamiento del momento, el abo­
gado defensor de Mirarnón, un republicano, señalara con claridad la
situación jurídica
del acusado. El

hecho es que
Mirarnón estaba
con­
denado a muerte desde siempre y
el juicio

sólo era
el trámite for­
mal, la apariencia de legalidad.
Ignacio
Jaúregui, el defensor, rechazó el que Mirarnón pudiera
ser ejecotado de acuerdo con
la ley juarista del 25 de enero, contra
quienes sirvieron al invasor francés, señalando que
el Macabeo no
había pedido la

intervención, no
los había servido y, por tanto, su
delito no era competencia de un
tribunal militar,

ya que era de ca­
rácter netamente palítico. Pero su alegato, uci'lizando incluso los
términos de la Constitución de 1857 defendida por Juárez, fue inútil,
y pese a que señaló claramente que el delito de Miguel Mirarnón no
era
de "traición

a la patria", fue condenado a muerte.
Sabía
Mirarnón cuál

era su destino
y se resignaba a él, pero las
dudas llegaron a turbar sus últimos momentos. El, que había sido lu­
chador por Dios
y la religión, por sn patria, moriría equiparado a
los enemigos de
México, ¿e
eso? Sin embargo, su esposa acu­
dió a

su lado y
enru:e ella
y la
iectura del
Kernpis logró vencer el
asalto del
maligno para derrotar

también su espíritu.
Miramón fue ejecutado dos veces, una moralmente y otra, por
fin, físicamente. En una primera ocasión, ya fijado el plazo para el
fusilamiento,
incluso cuando

ya se preparaban a salir,
el acto
fue
suspendido.
La indignación de los reos -Maximrliano, Mirarnón y
Mejía- fue grande; tendrían que vivir de nuevo el momento previo,
el más largo, el más difícil de !os condenados.
Drnantle el frlrimo encuentro entre Miramón y Concepción, el
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Fundaci\363n Speiro

J. JESUS C. LOPEZ
M.acabeo le pidió que le hablara un poco de Dios y quiso oir la his­
toria de
Tobías. Una

despedida espiritual, como sólo la pueden tener
las almas
grandes.
Por fin fue ejecutado en el Cerro de las Campanas el 19 de junio
de
1867, oon el estigma de traidor para unos, oon los laureles del he­
roismo para los fieles a los principios cristianos que lo animaron.
Con su sangre impediría que las ansias ju.aristas anticristianas se
lograran
oonso!ida.r sobre
México,
y que la simiente sembrada fruc­
tificara
y siguiera dando frutos a lo largo de la historia.
De Miguel Miramón puede decirse lo que
Concepción Lombar­
do, su esposa, dijo de él: "SU: corazón, como yo creía, perteneció a
la
Eclad Medía"'.
PATRIA -NACION -ESTADO
por J ltAN Ü'USSET.
I. ESTA COMUNIDAD SOCIAL DE LA QUE SOMOS HIJOS
IL DEFINICIONES

PROPUESTAS
III. LA EDUCACION DEL PATRIOTISMO IV. EL INTERNACIONALISMO
V, LA

NACION CONSIDERADA COMO ABSOLUTO
VI. UNIDAD

DE RAZA Y UNIDAD DE LENGUA
VII. ERROR DE UNA CONCEPCION DEMASIADO DESENCAR­ NADA DE LA NACION
VIII. ERROR DE UNA CONCEPCION MATERIALISTA DE
LA
PATRIA

O DE
LA NACION
IX.

MAQUIAVELISMO O TOTALITARISMO ESTATAL
144 págs. 90 ptas.
664
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