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Número 145-146

Serie XV

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De los tópicos a una doctrina del campo (II)

DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
(Conclusión).
POR
J. GIL MORENO DE MORA.
Ill. ¿REFORMA O RESTAURACIÓN AGRARIA?
Por lo que hemoo expuesto anteriormente puede parecer a mu­
chos una verdadera revolución. Lo sería si no fuese lo opuesto a las
múltiples revoluciones anteriores que han producido la actual situa­
ción caótica en tantas agriculturas mundiales. Desde siglos se habla
de Reformas agrarias que, en general, han sido
revolucionarias,
que

no han tenido en cuenta las premisas
Iúst6ricas y naturales y
que
se han basado en elaboraciones de despacho o laboratorio
más
o menos utópicas todas.
Con todas estas revoluciones y Reformas agrarias anteriores, unas
descaradas como en
Rus.ia, otras

enmascaradas como las Desam.orti -
zaciones
y los Planes de Desarrollo, se ha violado la ley natural, más
importante
si cabe en el sector primario que en los demás, porque
estos últimos se pueden encerrar en el artificio de la vida de las
grandes ciudades. Con todo ello las naciones se han ido ditigiendo
hacia sistemas extremadamente frágiles
y vulnerables cuyo más vi­
sible fruto

es la polución tanto espiritual como material, perdiéndose
en ello la visión de las cosas más evidentes y, por decirlo así, las fi­
losofías idealistas han matado el sentido común. Pero la naturaleza
se venga sola y ya comenzamos a pagar caras consecuencias de estas
utopías.
Siempre que se habla de Reforma agraria se calla que ya ha
habido en España múltiples reformas r;ntiagrtmas acercándonos a lo
sucedido en la fase final de la caída del imperio romano por muchos
conceptos.
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Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
La única acción verdaderamente positiva que cabría hacer es no
.una Reforma más de laboratorio y forzosamente antiagraria, sino
.una RESTAURACION DEL CAMPO basándola en una verdadera
transformación de la mente
de todos los ciudadanos hacia el sentido
común
respecto al

Campo. Sólo este cambio de mentalidad puede
posibilitar la gran cantidad de modificaciones
y reorganizaciones pre­
cisas para sanear definitivamente el sobado problema del campo es­
pañol, cosa que, en realidad, debe
extenderse a

todo el
sector prima­
rio incluyendo la energética que tanto preocupa a las grandes ciu­
dades que sin la energía quedarían muertas en breve tiempo.
Las Reformas agrarias que especulen con la Socialización, la Colec1
tivización, la reparcelación o concentración, y todas las medidas ab­
solutas, totalitarias y centralizadas de que .es capaz el Estado del tipo
hegeliano, sólo serán nuevas revoluciones que
por poco que uno
atienda a los ejemplos
y frutos registrados en la historia reciente (Ru­
sia, Francia, países -del Este) demuestran ineficacia.
Mientras tanto, otros países que no han hecho reforma agraria
distributiva alguna (EEUU, Alemania, Suiza) se encuentran con agri­
cultores fuertes dentro de sus posibilidades naturales.
Pero nada importan a España modelos extranjeros válidos acaso
allí donde nacen, pero difícilmente útiles en las características de
suma variabilidad y microclimas que presenta España.
Por otra parte, uoa Restauración del
campo español
no puede
tratar de ser una añoranza de viejos tiempos hoy pretéritos, se trata­
ría más bien de saber dónde habríamos llegado si las reformas re­
volucionarias no hubiesen cortado una y otra vez nuestra evolución
narural. Debemos aspirar a llegar al punto máximo que hubiesemos
alcaozado de no haber sufrido los sucesivos daños históricameore
registrados.
V arios criterios de base son imprescindibles para acometer una
tarea eficaz, el primero de los cuales es el realismo de un campo y
unos hombres que son como son y de sus posibilidades lógicas. Uni­
carnente podemos aceptar del extranjero lecciones, como la dada por Israel,
de que no sólo es fruto de climas afortunados como el de
Francia el obtener riqueza y competitividad agraria, idea de principio
no más, que estriba en que exista voluntad y dete-rminación nacional
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Fundaci\363n Speiro

DE WS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
de solución de la que podríamos aportar abundantes ejemplos, desde
la determinación necesaria para construir y mantener los Polders ho­
landeses a los inverosímiles viñedos suizos.
Los modernos medios técnicos pueden efectuar cosas verdadera­
mente sorprendentes,
y cabría que si la voluntad nacional se pusiera
en ello, toda España, en relativamente corto espacio de tiempo, se
transformase en verdadero vergel y frondoso bosque, aunque ahora
parezca imposible. Sólo depende de la
voluntad nacional el que se
pongan en obra los medios necesarios
para conseguirlo y quien ha
visto construir las autopistas sabe que no es una utopía, a condición
de seguir caminos extremadamente realistas.
Sería prolijo, pero fácil, demostrar cómo no ha existido esta
voluntad nacional

de
lograrlo; muchas va,es las inversiones espec­
taculares en la agricultura han venido marcadas por el afán de una
propaganda estaral o de
la demagogia para conseguir carrera política
de los ejecutores, lo cual
ha hecho malgastar energías en direcciones
equivocadas, olvidando zonas espontáneamente dispuestas a trans­
formarse, y en muchos casos deteriorando la confianza del campesino
. en

los poderes públicos a la vista de
la demagogia derrochada.
Lo más fácil es siempre hablar de una reforma agraria casi limi­
tada a

una reforma de
la propiedad de la tierra. Los aires socialistas
imprimen una cierta tendencia a dejar la propiedad en
manos del
Estado, que concedería a su gusto usufructos. De hecho, ·cualquier
aspecto de la propiedad urbana, comercial o industrial estan mejor
defendidos que la propiedad de
la tierra rural donde las expropia­
ciones, las invasiones de cazadores y turistas,
el robo de los produc­
tos,
son mucho

más fáciles que la simple sustracción de un periódico
en kiosco ciudadano. Un aspecto grave del problema viene dado porque
a causa

de la
continua
y acelerada devaluación de la moneda debida a la inflación,
la

tierra se
ha convertido en moneda; quienes han ganado dinero en
las ciudades compran ahora tierras únicamente como medio de con­
servar el valor de su dinero, y la consecuencia es el absurdo de que
en tiempos en los que la rentabilidad de la
tierra alcanza sus

cotas
mínimas
y negativas, su valor en venta =e sin parar en perjuicio
del propietario campesino que ni puede comprar
las tierras que
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J. GIL MORENO DE MORA
complementarían la suya, ni puede evitar que la plusvalía sea apli­
cada en su tributación por el Ministerio de Hacienda, muchos de
cuyos empleados son los primeros en comprar tierras, dentro de un
ciclo parecido
al que

en los tiempos finales del imperio romano vació
las tierras italianas de sus pobladores, originando inmensos latifundios
en manos de las gentes de la Administración. Esta es ot terribles y sordas reformas antiagrarias en cu,rso.
Otro criterio de bases es el de que una verdadera restauración
agraria exige
confianza y seguridad en et porvenvr y en la moneda.
Los procesos del campo son l~gos, sus empresas sólo giran una vez
al año su dinero, la inflación derriba en meses una rentabilidad y,
a su vez, la inestabilidad de la cesta de la compra es otra fu.ente
de infLtción general o, por lo menos, su pretexto. Nos hallamos, pues,
en un verdadero círculo vicioso.
Y ligado
al anterirn un

criterio de
austeridad nacional comenzan­
do por
el propio Estado y no solamente limitado e impuesto al
campo

como hasta ahora.
El criterio de descentraUzaci6n también tiene influencias sobre
la
inflación, porque la centralización administrativa es encarecedora
forzosa, pero tiene, además, otra función de mayor posibilidad de
acierto por mayor capacidad de adaptación a la circunstancia particu­
lar de cada lugar, y un tercer efecto de estímulo a la iniciativa que
la centralización adormece
y apaga por incitar a abdicar en el Estado
todas las funciones produciendo el macroencefalismo nacional.
Este criterio de descentralización es de los más importantes para
el campo y merece un poco más de extensión porque no se puede
concebir sin encadenarse a un criterio de niveles intermetÜos, mal
llamado de regionalización, y digo esto porque normalmente se tien­
de a concebir un simple-regionalismo administrativo como bastante,
y no lo es. Son todos los niveles inrermedios los que deben operar en
una sana estructura de tipo natural, niveles de origen histórico mu­
chas veces, pero que suelen coincidir con causas naturales a las que
se superponen causas de unidad étnica, pues en el largo período de
reconquista que cara.eterizó los orígenes de nuestra actual nación,
las fronteras naturales geográficas iban marcando etapas de recon­
quista que fueron, a la vez, coincidentes con unidades de microclimas
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DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRJNA DEL CAMPO
como en el caso de los municipios y las comarcas, estableciendo uni­
dades étnicas reconquistadoras, a cuyas
etapas, por coincidir con cau­
sas

naturales e
históricas, se

aplicaban delimitaciones de
administra·
ción

religiosa que, a su vez, por lo general, también coincidían con
las administraciones políticas,
y así se formaban reinos que concluían
confederados en regiones y cuencas naturales. Por ejemplo, y
admi­
tiendo como arraigadas las p=incias actuales (aunque su delimi·
tación fuera arbitraria), podríamos ver en ellas comarcas naturales·
entre las cuales también se perciben afinidades (el caso de Tarragona
con unas once comarcas, muestra, a su vez, que la Segarra y fa Canea
tienen ciertas afinidades siendo distintas, por otra parte, alto campo
y bajo campo con la 0,nca del Gayá también, y en cierto modo los
dos Prioratos con
la Terra alta también, así como las comarcas de
la zona tortosina), por lo que entre el municipio y la provincia caben
dos niveles y, a su vez, las actuales provincias claramente se agrupan
en los antiguos reinos, mientras que éstos se agrupan otra vez en
confederaciones y éstas se hallan en grandes cuencas naturales que
las unen (Tarragona en el Principado de Cataluña queda histórica­
mente y geográficamente dentro de la confederación Aragonesa
y
esta, a su vez, dentro de la gran Cuenca del Ebro), por lo que entre
la provincia y el nivel nacional habría que aceptar el nivel de
anti­
guo

Principado, el de antigua confederación
y el de Gran Cuenca
natural. Una descentralización que siguiera estos moldes se encon­
traría con cinco o seis niveles naturales entre el nacional y el local .
. De darse a cada nivel una auténtica dimensión de autogestión y de
responsabilidad sucedería que cada nivel superior vendría a ejercer
una tarea subsidiaria de los inferiores, coordinándolos
y complernen·
tándolos allí donde por sí mismos no pudieran llegar, formando una
pirámide en cada uno de cuyos escalones parte de los problemas
quedarían resueltos
y digeridos elevándose al nivel superior sólo la
parte no soluble en el ámbito del nivel inferior y, por tanto, dismi­
nuyendo el fárrago de papeleo y burocracia, acruando con mayor cer­
canía

al problema
y en contacto directo con la población afectada por
él;
y el nivel nacional, superior a todos, tendría entonces un auto·
mático descargo de trabajo, pues
el filtraje operado le reservaría
'realmente tan solo los problemas
de la
máxima importancia,
evitán-
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dole el desgaste doble de la cotidiana contingencia menuda y del
error inevitable por
causa de

lejanía,
améo de

lubricat todo el
. sis­
tema por simplificación; Pero para que realmente esta descenttali­
zacióo
y la reconsttucción de la pirámide natural administtativa y
representativa tenga lugar son preciso~ criterios de autonomía y res­
ponsabüización de cada nivel y cnerpo intermedio entte el Estado
Nacional y los estados municipales que son la base de la pirámide.
Puede entonces enfocarse una
verdadera acción

arbittal y justiciera
del
Estado cnya labor de inspección, vigilancia y coordinación sería
mucho más sencilla,
y frente al pueblo no tendría que cargar con
todas
las responsabilidades y las cnlpas de las mil cosas que siempre
inevitablemente se hacen mal. De aquí una visióo
elata de
cómo el
Rey puede reinar y no ser odiado.
Por fin, será
necesario un criterio de justicia consciente de las
largas cadenas de injusticias que hay que reparar frente al catnpo,
criterio

de devolución de lo que coercitivamente se le ha
quitado,
criterio de amor, en suma, a ese sector de la población que ha sido
víctima sacrificada por el resto de la nacióo.
No
pretendo haber agotado

el tema, sino que he ttatado de tocar
los puntos más sensibles que demuesttan que uo se ttata aquí de
Reforma· agraria, sino de Restauración en un espíriu de necesaria
e imperiosamente acuciante justicia. El campo todavía existe, dañado,
herido, deformado, pacalizado en su evolución natural; se trata de
restaurar las posibilidades de esta evolución, de volver a darle su
fOrma propia, de curar sus profundas heridas y mutilaciones. No es
demasiado pronto ahora pata empezat.
IV. LA REPRESENTATIVIDAD.
Para remediar al campo habrá que contar con el catnpo. Los ve­
terinarios tienen
la gran dificultad de que el animal no puede de­
cirles lo que siente, ni donde -le duele, ·mientras el médico que trata
con hombres puede guiarse por lo que el mismo paciente le indica.
No se puede pretender que
al campo

le han de curar oo médicos
sino veterinarios, es decir, que basta coti espiarle, auscultarle, me-
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DE LOS TOPlCOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
dirle, arutlizarle en laboratorio para curarle. El campo habitado por
hombres tiene alma y espíritu que de no tenerse seriamente en cuenta
serán causas de traumas tan fuertes
como los que puedan ocasionarse
en su
solo cuerpo.

Por desgracia, los
modernos estados temen al cam­
po y desean que sea lo más mudo posible, acaso en el fondo porque
temen que
las utopías de moda quedasen denunciadas por el sentido
común
propio de la gente de la tierra, en contacto permanente con
la
naturaleza que

las
modernas teorías y disquisiciones intelectuales
vulneran constantem.,nte.
Esto es, que por muchos medios, en todo
el mundo

se trata de
acallar la

voz del campo.
En este peligroso juego se opera y trabaja contra la representa­
tividad campesina, porque una auténtica representatividad es una
voz temida. V arias son las maneras de destruir
y por lo menos do­
mesticar

a la representatividad de modo que jamás
pueda constituir
una

traba
para las utopías, dos de ellas son tlpicas: la primera,
empleada en medio mundo, es
. procurar

que los estamentos homo­
géneos políticos
y profesiorutles se dividan por motivos ideológicos
con la aparición de partidos, pues de este modo ningún partido
re­
presenta los intereses de la totalidad del grupo en cuestión y el Es­
tado

o
loo gobernantes puroen acallar

las voces que no les convienen
objetando
'las ideologías contrarias; así sucede en Francia, por ejem­
plo, donde
las corporaciones profesionales fueron definitivamente
disueltas en tiempo de la Revolución con
severa legislación vigente
ahora para que no puedan reconstituirse, mientras se permiten sin­
dicatos por ideologías siempre que no agrupen a la totalidad de la
actividad o profesión.
La segunda manera empleada, y es el caso
de nuestra patria, es la de montar una o~ganización vertical de sin­
dicatos hererogéneos, de modo que en cada sindicato los intereses
más opuestos se encuentran encerrados en 1a misma caja bajo una
única presidencia que a ninguna en concreto puede representar ( en
el Sindicato de la Vid están los alcoholeros, los com,rciantes, los
exportadores e
industriales, los cerveceros, con

intereses natos con­
trapuestos todos ellos a ios del agricultor .. Parte de los niveles, además,
son nombrados a dedo, por lo que ese representante no se siente
obligado a los que
nominalmente representa,
sino a quien lo
ha
nombrado, y, además, se asienta el principio falso de que un repre-
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J. GIL MORENO DE MORA
sentante elegido no se debe exclusivamente a sus electores sino al
ronjunto de la nación, ron lo cual se substituye un mandato roncreto
con

voluntad definida,
por un mandato abstracto cuya voluntad ven­
drá definida desde
arriba. Esto
se encierra ya en
el preámbulo de
la
Ley de las Cortes, si no me equivoco.
En estos ·sistemas se ignoran las verdaderas coherencias que en rea·
lidad son múltiples y variadas, y como a la vez se han suprimido los
niveles intermedios
(romarca, Principado,
región, cuenca) dejando
únicamente en la práctica tres (local, provincial, nacional), resulta
imposible una organización simplificada no tan solo de un sistema
electoral sensato, sino de un funcionamiento sindical efectivo y el
resultado
más sobresaliente es que los mejores y más capaces de los
hombres del campo rehusan frecuentemente
entrar en
este juego
donde las cartas
estan marcadas facilitando el acceso a los rebotados,
los arribistas, o los grupos de presión a quienes viene como anillo
al dedo tal situación. El campo así montado no tiene voz. Tarnporo
la
tendrá si un
sisrema de
partidos viene a dividir los grupos profe­
sionales, pues entonces las muchas voces sólo seran cacofonía sin
fruto. En la actnal organización sindical sólo tiene una cierta cohe­
rencia la
llamada sección laboral u obrera que las más veces ni se
interesa por
los problemas

de la tierra y su rendimiento, sino tan
sólo de obtener mejoras salariales. Así se explica que en España la
gran cantidad

de empresarios autónomos que a
la vez son patronos
y obreros, haya recibido, por ejemplo en
la Seguridad social, un
trato salvajemente discriminatorio por parte de los obreros
asalaria­
dos, y ·esto puede probarse con datos históricamente fehacientes, El
problema entre obrero y patrono con el tema central del salario o
retribución es, en realidad; el mismo en el campo que en la indus­
tria y el comercio, no es propio y característico del campo, salvo en
la medida en que la ausencia de beneficios pone al patrono en ma­
yores

difictulades
para poder
contentar las necesidades del obrero.
Lo que es realmente propio y distintivo del campo es lo profesional
y entonces, se trate del producto que se
trate, siempre
hay una ver­
dadera
romunidad de

intereses: la lucha contra la presión del comer­
cio y la industria, los impuestos, las importaciones de choque, los
problemas de la mecanización, los abonos y pesticidas, la exportación,
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DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
el clima, la tierra, el habitáculo n1ral, las escuelas, los municipios, etc.
Resulta casi una burla sangrienta que precisamente todo ese aspecto
profesional típiro de

la actividad sea el que en la organización sin­
dical funcione peor, como se ha podido ver en las últimas elecciones sindicales del afio 75, en las que, impuesto un procedimiento más
complicado
y ronfuso que los anteriores, las gentes fueron llamadas
a votat con prisas sin explicación alguna del organigrama que se
proponía ni de las consecuencias electorales de la votación en cada
nivel, es decir, que se les llamó a jugat sin explicat las reglas del
juego. De ahí la masiva falta de interés, convencimiento de los cal­
dera.ros, sensación de impotencia y al cabo desvinculación de los em­
presatios con la Organización sindical y absentismo electoral.
Para una buena organización profesional del
catnpo, a
pesat de
que a muchos pueda patecer
evocat la edad media, sólo está la ,idea
de

gremio tal
y cual naturalmente puede apatecer. Es el gremio de
los labradores
y ganaderos de cada localidad que puede ser represen­
tativo y nombrar representante, sin tener en_ cuenta, de partida, los
productos de que se trate y reuniendo en sí mismo pequefia, mediana
y gran empresa. En ellos cabe lo comercial e industrial que sea mon­
tado exclusivamente por los campesinos y limitado a su producción,
debiéndose excluir radicalmente los importadores, exportadores e industriales que, aun
trabajando sobre
materias
agratias, no sean agri­
cultores y comercialicen o industrialicen géneros que no sean de su
propia cosecha, deben estar, en cambio, las cooperativas y las inte­
graciones que más tarde trataremos. Cuánto catnbiaría la política y la
voz del

sindicato de la Vid si no esrnvieran en
él los

cerveceros, !os
romerciantes y los exportadores . . . que tienen intereses contrapuestos
a

los del labrador en el momento de
fi jat sus precios de venta, y
ron los cuales el diálogo no debiera hacerse dentro de los sindicatos
agratios sino de gremio a gremio, pudiendo tener entonces el de los
labradores toda la fuerza
y unidad de que hoy está desprovisto.
Por otra parte, 1a descentralización con su correspondiente orga­
nización por niveles, es la única solución para homogeneidades su­
periores, pues si bien en una provincia romo la de Tatragona los
producros son muy variados, no lo resultan tanto a niveles de comar­
ca, donde
la climatología y el terreno, naturalmente con cierta horno-
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geneidad, también la dan a la producción. De este modo las confi­
guraciones a nivel provincial serían mucho menos complejas y con­
cretas, no dándose el absurdo caso que personalmente he conocido
de tener que nombrar un representante de ganado cabrío en una co­
marca donde se
suman menos
de veinte cabras, careciendo, en cam­
bio, de representante de la avellana con más de quinientas hectáreas
dedicadas a este cultivo.
De todos modos. reconozco que el problema representativo pre­
senta muchas dificultades y que no puedo agotarlas en el ámbito
de este estudio, y que carezco de datos fuera de la agricultura de mi
provincia que es
la que conozco, pero sin duda alguna si se permi­
tiera en una verdadera descentralización que los propios campesinos
escogieran el modo de organizarse a cada nivel, se obtendría un es­
quema muy diferente, mucho más sencillo y operativo que el actual
con un resultado de una voz mucho más fuerte y clara.
Hay que tener en
cuenta que
el campesino, por obligación de su
tarea, debe estar en

el lugar de su
explotación, que
tomar sobre sí
una
tarea de representante le

obliga a abandonarla, y cuando
sea a
niveles

muy altos a abandonar prácticamente su actividad, por lo
cual
es preciso que a menudo tenga que reaurir a nombrar como repre­
sentantes suyos a hombres de las ciudades donde se resuelve, aunque
.no sean
ejercitanres de la profesión agraria, pero esto no sería un
'mal si estOs representantes quedasen estrechamente sometidos a sus
electores, pues el
campo necesita en

realidad de abogados,
juristas,
o:radores, ingenieros y técnicos, pero que sean suyos, contratados y
obligados a él, no impuestos desde fuera, informados exactamente de
la
voluntad de
sus
representados y
ateniéndose a ella. El campo para
defenderse de las presiones de los
secrores secundario,

y sobre todo
terciario, residentes en las ciudades, próximos al poder y experros
en la labor de pasillos, también necesita de hombres suyos que re­
sidan en las ciudades, se
aptoximen al
poder
y sean expertos en la
labor de pasillos,
pero que estén a sus rigurosas órdenes y voluntades,
dedicados

por entero a defenderle y a proclamar su
voz.
La

Organización Sindical
actual, montada desde

arriba, impone
no ya a estos hombres y
representantes con

toda la lenidad que quepa,
sino que incluso nombra y paga a los empleados de las
clmaras agra-
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DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
rias que no pueden ser despedidos y en realidad se deben mucho más
a Madrid que a su provincia, como resulta tristemente lógico.
No
hay que olvidar aquí que el hombre del campo es también
ciudadano y que su vida no se limita a la actividad
profesional, per­
_ teneciendo

a un municipio a través del cual puede manifestar sus
problemáticas de enseñanza, subesttucturas, nivel de vida, recreati­
vas, sociales, etc. El Municipio es, pues, vital para el campo, ese Mu­
nicipio rural tan discriminado frente a los grandes municipios ur­
banos industriales y comerciales, ese Municipio anegado dentro de
un sistema de Gobiernos civiles y Diputaciones que tienen ambos
distorsionada su misión, pues
el Gobernador tendría que ser Repre­
sentante del Estado con tarea de mando directo sobre
las fuerzas de
orden público, pero dejando las de gobierno directo a las Diputacio­
nes de fas que no tiene por qué ser Presidente nato sino inspector,
constitnyendo

una posibilidad de apelación superior a la
I!lisma Di­
putación

donde son posibles como en los ayuntamientos los caciquis­
mos y
las injusticias, ya que no tratamos de un mundo de ángeles o
santos, sino de pecadores tarados por el pecado original
Hoy en dla
falta

esa instancia superior porque
el representante del Gobierno, al
ser gobernador civil de la provincia, queda implicado en todas
las menudas eventnalidades del gobierno cotidiano abarcando desde
el consejo provincial de caza y pesca hasta. las organizaciones juve­
niles o cultnrales.
La Diputación debiera ser el lugar propio donde los Municipios
pudieran alzar su voz y sus problemas sin tener que recurrir a otro
ámbito y desde allí se debiera lograr el diálogo con los diferentes
departamentos del Estado, sus problemas de financiación,
etc.
En cuanto a Municipios debiera también existir el nivel comar­
cal, importantísimo para lograr acciones mancomunadas subsidiarias
y unificación de criterios ante la acción. Por fin, toda una labor de
restauración debiera hacerse con
afán
de simplificación
y efectividad
en cuanto a los poderes, los presupuestos, los secretarios, la capacidad
de contratar médicos y maestros
(hoy impuestos desde fuera) y mu,
chos otros temas que sería. prolijo sefi.alar aquí. Baste decir que ahora
el Municipio, después de siglos de centralismo, es como un niño vin-
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Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MOM
culado a la teta que el Eotado tenga a bien darle de mamat y que
sólo saltando la ley puede
llegat más lejos.
Todavía se podría
decir mucho

más de la representatividad cam­
pesina, pues la visión normalmente manejada en las esferas del Estado
es una visión estereotipada que apenas tiene parecido con las ver­
dadetas realidades del campo y sus hombres y mujetes. Déjese que
hablen y la sorpresa
será grande. Quiero

subrayar que sin la restau­
ración de la representacividad los
frutos de

todo esfuerzo setán
efí­
meros y condenados tarde o tetnprano al fracaso, porque, como dije
al principio,
nada se
podrá hacer en el campo sin el campo y este
no actuará sin una representatividad auténtica y suya.
Debe admitirse también la posibilidad de organizaciones divetsas
en su forma, pues no será necesario el mismo molde de Andalucía
en Cataluña,
ni viceversa.
Abrase la posibilidad de que cada lugar se dé forma a sí mismo.
V. CoOPERACIÓN E INTEGRACIÓN.
Tanto se reprocha al campo que no sepa unirse y organizarse para
la comercialización e industrialización de sus productos y, sin embar­
go, es típico que en las Cortes Espafiolas, donde apenas habrá quorum
para aprobar una Ley de Educación, se ve una asistencia extraordi­
naria en cuanto se trata de la Ley de Cooperativas, y las voces que
recortan, disminuyen, estrechan o abortan las atribuciones de las Co­
operativas se multiplican con fuertes presiones masivas, generalmen­
te bien vistas y apoyadas por la Administración.
El fruto de ello es que tenetnos una
Ley de Coopetación raquítica,
ciega en muchos aspectos, negada al campo e insuficiente para llamar
a dicha cooperación a aquellas regiones o provincias donde el mo­
vimiento cooperativista no venga espontáneamente de muy lejos.
La cruda realidad es que no se ha destruido por completo el coope­
rativismo en
Espafia porque

no se ha podido, pero no porque no se
haya hecho lo preciso para su destrucción, Todo el sector terciario,
todo el sector secundario, la
exportación, el

Ministerio de Hacienda
y, en general, buena parte de la Administración, ven como a una
676
Fundaci\363n Speiro

DB LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
bestia negra el cooperativismo. El sectar terciario y el secundario
la temen del mismo modo que un
país teme el progreso del país
colonizado,

porque temen
que buena

parte de su situación privilegia­
da puede desaparecer si el cooperativismo logra sus fines.· Nacido
en

principio dentro del ramo de la vid para defender al
agricult:Qr
de

la presión insostenible que
el comerciante elaborador empleaba
valiéndose de lo perecedera que es
Ia uva, toda su historia y trayec­
toria
hasra ahora ha sido simplemente de defensa en situaciones de
extremo
aplastamiento. Pero
esta línea defensiva no basta
y lo que
necesita ahora es una agresividad · mayor, pues el intermediario, col­
mando los abusos, ha llegado a creat esa abismática diferencia entre
los precios de producción y de consumo, con daño grave y general
para toda la nación. El interés del
consumidor está

hoy tan en juego
como el del
produetor, y la nación entera debiera estar pendiente
de ello, concienciándose de que si no se -pei-mite un ancho cauce con
todos los poderes necesarios y todas las franquicias precisas, esta dis­
tancia, y por tanto el ooste de lo primordial para la vida seguirá au­
mentando a

niveles incalculables.
La Ley actual de oooperación, ade­
más

de su rigidez, adolece de uniformidad
estrecha e inadaptable.
Las más viejas cooperativas, aquellas que fueron construidas piedra
a
piedra
por sus propios
socios, y que tenían socios antes de tener
local, las que lucharon desde hace un siglo en este
movimiento, las
que

se
han agrupado en uniones y han intentado canales de comer­
cialización e

industrialización, son
las que se han visto más perjudi­
cadas. Desde la misma Organización Sindical en
las que han sido
englobadas, se les hace la
guer,ra apoyando

a esas otras cooperativas
falsamente agrarias que
han construido sus locales e instalaciones an­
tes de tener siquiera socios, las que disfrazan tras un corto número
de socios verdaderas empresas puramente industriales y comerciales
sin solidaridad alguna con

el problema del labrador, y tienen en esta
ley actual todas las ventajas. Una ley que no permite la flexibilidad
de formas
y organizaciones múltiples que· requieren los diferentes
oontextos de las agriculturas españolas y · a la que el Ministerio de
Hacienda, temeroso de
perder sus impuesros; limita y ataja por do­
quier.
Ley hecha desde arriba y con recelo, ley 'que no se atreve a
destruir totalmente
·el movimiento por elmal efecta propagandístico
677
Fundaci\363n Speiro

f. GIL MORENO DE MORA
que ·podría resulmr, pero que por Jo menos logra paralizar en gran
pru,re la efectividad y recortar sus posibilidades al máximo. Ley, en
suma,
perfectamente controlada
por los intermediarios que
según su
misión debiera suprimir. Esta es la ley de que ahora disponen los
cooperativistas
y que no puede, claro está, resolver definitivamente
problema alguno, porque la administración
ha hecho de los inter­
mediarios sus

principales recaudadores de impuestos indirectos sobre
el
campo.
Puede parecer una exageración esta afirmación de que los inter­
mediarios han sido convertidOS en recaudadores, pero es un hecho
demostrable fácilmente, por ejemplo con el impuesto sobre el trá­
fico
de empresas; no a;be duda que diez cambios de mano (y no es
exageración en

productos corno el vino) suponen diez recaudaciones
que el

Ministerio de Hacienda obtiene contratando por convenio una
aportación
global de los comerciaotes cuidadosamente calculada para
que a estos intermediarios les
quede un
margen de beneficio sobre
~I mismo

impuesto. El
director de
una revista
agrícola que
vive prin­
cipalmente de los anuncios que en ella se publican,
me confesaba
hace pocos años que con tres meses de recaudación de ITE sobre
los aouncios pagaba todo el convenio aoual con Hacienda
y que los
nueve meses
restaotes la repercusión del

ITE era beneficio neto
para
la empresa, pero además, comentando el caso con un inspector de
Hacienda, me
contestó que eso lo sabían perfectamente pero que era
necesario para que
las empresas se prestasen a recaudar dicho im­
puesto.
Calculando de ese modo, véase lo que significa para el país
que el impuesto
cueste al contribuyente tres

veces más de lo
que
cobra

el Estado, y como resulta
absurdo que

un presupuesto nacional
sea por sí mismo causa de inflación al costar más de lo que necesita.
Por otra parre es lícito· al comerciante hacer un escandallo en el que
la
seguridad social y . los

impuestos
se surnao como

una partida más
de los costos
sobre cuyo

total
se aplica el tanto por ciento de bene­
ficio.

legalmente permitido, lo cual significa que la ley permite al
comerciante obtener beneficios sobre la
seguridad social

y
los im­
puestos.

Muy
otra es la siJtuaci6n del campo, donde ni siquiera es
lícito
hacer escandallo

y en
dorule sea

el que sea el costo topa con
unos precios fijados y
controlado,; por

una comisión donde Hacienda
678
Fundaci\363n Speiro

DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRJNA DEL CAMPO
decide, oídos los Ministerios de Comer<;io, Industria y Agricultura,
en un
dirigismo de mercado que

no
eiciste en

los sectores secunda­
rios y tetciario en esa proporción y con tal fuerza. No es, por tanto,
una audacia
afirmar que

el
Ministerio. de

Hacienda
y por tanto el
eje central de la Administración, está interesado en la conservación
y proliferación de los
intermediarios y,

por tanto, es causante directo
de inflación. Todo lo
cual viene a explicar, junto con la acción ex­
tensa
y libre de las multinacionales y los grupos de presión en los que
no falta
algón miembro

de la misma
administración bien
colocado,
que el
movimiento cooperativista en España tropiece con un valladar
inexpugnable de
.. intereses

creados con gran daño en último término
del
agricultor y del consumidor.
Desde luego el problema de
eliminación de
intermediarios es ya
de preocupación mundial.
La Ohina. comunista ha tomado medidas
drásticas obligando a

que en
todas las ciudades haya un gran espacio
destinado a que los agricultores puedan vender directamente al con­
,sumidor ( cosa
rigurosamente proWbida

en la mayoría de las ciuda­
des
españolas), y

en Holanda,
Alemania, Suiza,
EEUU,
y muchos
otros países la preocupación está en el tapete, Tarde o temprano un
polítiro español

se lucirá poniendo
este problema
sobre la mesa y
aportando su solución y esto· es tan inevitable como ahora inexpug·
nable la oposición. La solución está no sólo en una ley verdaderamen­
te

apropiada, sino en una divulgación de lo que es
el verdadero co­
operativismo, pues salvo en el norte
de España es un sistema mal
conocido
y cuyos recursos y posibilidades no ha sido divulgado como
es claramente perceptible en
Anda!uda y el Levante.
La cooperación en realidad no es más que un movimiento gremial
ertendido a

los aspectos económicos diversos que puede ofrecer una
acción subsidiaria de los hombres unidos
para obtener fines que cada
uno de ellos no puede obtener por sí mismo.
La palabra que abandera
la cooperación es "Unión". Porque la unión hace la fuerza es temida
la cooperación. Pero tiene que
llegar· ya

muy proximamente a rodas
las conciencias campesinas la idea
básica de

que sin esta unión no
cabe ya
esperanza. Lo que pocos ven es que la .actual estructura de
las cooperativas es sólo limitadamente operante y que hay que abrir
cauces a· una diversificación de modos· hoy inexistentes, que no tienen
679
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DB MORA
que quedar en simple estructura de derecho privado sino que han
de ser representativas y actuar en la política del campo, que han de
romper sus criterios
frecuentemente hostiles a

aquellos agricultores
que·
por una u otra razón no son hoy coopen,.tivistas, buscando me­
dios para que aún así se asocien de alguna
maneta por
lo menos en
el terreno político para que
·allí donde las haya, la Hermandad o gre­
mio
· de

labradores no
sea una

cosa diferente y en cierto modo inde­
pendiente de
las· cooperativas.
LaS CC>Operátivas están temerosas hoy de comprometerse y, sin
embargo, no les queda otro remedio que el de comprometerse de
lleno
y presentar el frente
compacro y

vigoroso que deben formar.
Temen con bastante
razón debido

a los palos que ya llevan
reCÍbidos,
temen

porque hay grupos de presión de
grandes propietarios
y de
industriales que

les
minan el· terreno,

temen
porque la
administra­
ción Jes
ha dado abundante muestras de hostilidad, pero deben tomar
conciencia de su
verdadera. fuerza fundada en

la
razón de
su acción,
y deben abrir un verdadero
combate que ofrezca soluciones

para
aquella
parte del

actual comercio e industria que tiene verdadera
ra­
zón
de eiristk. Por

eso en este capítulo hemos hablado de integración.
Hay
una. parte, por desgracia no suficiente, de comerciantes e indus­
triales honestos
y eficaces. A estos sería insensato hacerlos desaparecer,
pero lo que no puede ser es que sig¡m formando un sector hostil al
campo. Por ello la solución que se puede entrever· es que
el campo
les
ofrezca antes

del combate una integración. Una integración que
no debe ser como
ahora sucede,

del campo en la industria o comercio
ajenos a
él (es lo que sucede con las integraciones de granjas en com­
plejos
fabricantes de piensos y comercializadores de la carne que
ganan dos veces: vendiendo el pienso y revendiendo la carne). Debe
ser, por lo
contrario, una
integración del comercio
y la industria de­
rivados "en el campo" sujetándose al campo y sus
intereses, supe­
ditando

abiertamente comercio e industria
ol campo y en el campo.
Es completamente lo inverso de lo que actualmente se hace. Es la
potenciación del
sectQ)' primario· fundamental y no de los otros dos.
Para
que tal cosa se realice .. eficazment;e requiere previamente una
preparación profunda

de los actuales
coopen,.rivistas y
de los agri­
cultores que

no lo son,
· trazando las grandes

líneas del combate que
680
Fundaci\363n Speiro

DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRJNA DEL CAMPO
se ha de emprender, y delimitando con justicia y equilibrio sus fines
y modos de acción lícitos. Han de
~ previamente reunida y aglu­
tinada toda la población campesina en una amplia
campaña de
for­
mación en un sentido en el que
hasta hoy se_ ha ,hecho muy poco. En
efecro, parece

que todas las direcciones de la formación campesina
han sido orientadas hasta ahora a
!Qgrar que el campesino rinda más,
obtenga más kilos por hectárea, en suma, a que sea una bestia de
trabajo más

eficaz al servicio y casi en esclavitud supeditado a los
orros secrores y a

la Administración del Estado muy priocipalmence
de
la Hacienda pública. Ha faltado por completo una formacioo que
le
dé coociencia
de su importancia, de sus poslbilidades, de su fuer­
za, de su lógico
rango social y, sobre todo, de los métodos y el ca­
mino de su acción, pareciendo más bien que se cultivaba su mansa
sumisión,

su complejo de inferioridad
y su resignación a cualquier
avatar que se le quisiera infligir. No es ciertamente trabajo fácil ni de un día,
y requiere una
cooperación de los poderes públicos para que por lo menos dejen
actuar. Pero es posible y necesaria, con imperiosa necesidad. También
la

acción habrá de ser cuidadosamente preparada para que no signi­
fique una fuente de disturbios
y luchas intestinas o divisiones. El
que
reaimente haya una

lucha
y que en ella hayan de desaparecer
los
deshonestos e ineficaces no

significa una
división, pues
en rea­
lidad la
divisioo existe

ahora mayor que nunca con una población
campesina doliente
y agraviada que está empezando a odiar fortisi­
mamente

al resto de la población a la que sin discriminar achaca
todos sus males. En realidad la integración de las empresas
'indus­
triales y comerciales que trabajan ahora sobre los produetos del cam­
po, dentro de las organizaciones campesinas, sería: una verdadera uni -
ficacioo y su fruto de abaratar la oferta al consumidor un factor no
de desunión sino de unidad nacional a pesar de que pueda suponer
un trauma la reconversión de la siruaci6n, trauma momentáneo pero
necesario.
Los héroes de la Cooperación que hasta ahora han luchado con
todas las circunstancias en contra, no han acertado siempre; sus erro­
res son los propios de todo ser humano y más justificados todavía
si se piensa -que su acción se ha realizado casi siempre en situado-
681
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
nes desesperadas de intensísima presión adversa y con una gran falra
de
prepatación sobre los métodos de

la acción y su licitud. Menos
disculpables que

ellos son la& industriales y comerciantes que casi
siempre dorados de estudios superiores, no han sabido poner un cri­
terio de justicia y equidad en sus
actos.
La integración de que se trata no es ninguna cosa absurda. Si los
hombres del campo consiguen
su unión

en el criterio y en la acción,
los sectores que -se han de integrar se verán forzados a someterse so
pena de desaparecer y en cambio pueden lo¡¡rar una estabilidad en
la vida de su negocio y actividad
mucho mayor
que la actual, con
un respaldo
heoho por

la misma producción con una clarificación
de los mercados y una supresión de
las competencias, apoyada ade­
más en la
posibilidad de

armonizar
las producciones con la demanda
y necesidad, que ahora es imposible, aunque se doten los organismos
que con tal
fin se han intentado monrar y se están monrando, de unos
medios y presupuestos fabulosos, porque los organismos que monte
la administración, aun con la mejor buena
voluntad, serán siempre
motivo

de desconfianza para el campesino, contarán con todos los
esfuerms más o menos deshonestos de los intermediarios para con­
trolatlos y
tendrán siempre
el carácter coercitivo propio de las cosas
del
Esrado por

el que se pierde por completo la aynda y la iniciativa
de los campesinos que en nada pueden influir ni hacer siquiera oir
su voz, que los funtcionarios acallap. siempre despreciativamente;
aquel dicho "no puedo trabajar si no puedo decir que esra tierra
es mía" y
el OtrO de que "el ojo del amo engorda el caballo" son
aplicables aquí en el
sentido de
que lo que no haga y controle el
mismo campo no
será nunca sentido por el campo como cosa propia
y digna de interés.
Por fin,
anotemos que entendiéndose apropiadamente

en un diá­
logo limpio con
las cooperativas, el Ministerio de Hacienda podría
lograr una

recaudación mucho
más limpia, justa y, sobre todo, menos
onerosa para el contribuyente que, como ya hemos dicho, ha de pagar
hoy en día
mucho más

de lo que realmente
ingresa Hacienda
en sus
arcas. Si estos conciertos sobre ITE
y otros impuestos, que hoy dejan
una leonina parte de beneficio sobre
el impuesto al intermediario
se pudieran hacer realmente con las coopefativas, no sería necesario
682
Fundaci\363n Speiro

DE WS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
prever este margen actnal para el recaudador, y lo que es más, el
reparto hecho por las cooperativas a sus socios sería mil veces más
exactamente
justo

que los
acruales procedimientos

recaudatorios de
Hacienda, de los que tengo experiencia personal de
la época en la
que a la
cabeza de

la Cámara Sindical
Agraria discutimos oon el
Ministerio
la famosa Reforma tributaria.
Como oorolario,
cabe

decir que la seguridad social agraria
tam­
bién podría ser perfectamente atendida por las cooperativas a régi­
men de mutualidades y con muchísimo menor rosto que el actual,
pudiéndose

limitar el Estado enroru;es a un papel
mucho más digno
de
inspector que

obligue al cumplimiento de la ley sin quedar en­
vuelto en· los mil
ootidianos fallos

que se registran.
Creo que, en resumen, este problema
y su acrual situaci6n puede
resumirse del siguiente modo: la vigorizaci6n
de la cooperaci6n hasta
los últimos limites 16gicos que puede
y debe alcanzar no es más que
una acci6n de
restauraci6n, volviendo

a
reunir efectivamente el tra­
bajo y la representaci6n eoon6mica de la actividad campesina oon
su

representaci6n política, o, dicho de
otra manera,
volver a
fundir
en

la
coopetaci6n y la integraci6n las hermandades y cámaras sin­
dicales del campo.
VI. DEsCENTRALIZACIÓN Y CENTRO.
Cuando se habla de descentrali2ac.i6n muchos se llaman a en­
gaño
pensando que se trataría de un proceso en el cw,l nacería
una independencia anárquica de
otros centros

regionales
pór los
cnales

las tendencias separatistas decimon6nicas pudiesen volver por
sus fueros
fomentando la divisi6n de los pueblos espafíoles. Por de°'
gracia,

este pensamiento está demasiado arraigado tanto en
los que
se

oponen a la
descenttalizaci6n como
en los que
separaristarnente
la propugnan, y hay que desmontar desde su base esta idea para que
aparezca netO el verdadero concepto.
En primer lugar,
cabe decir claramente que muchos de los que
se dicen
descentralizadores y
albergan a la
vez ideas separatistas, no
son en absoluto descehtraliu.dores y que su formaci6n revolucionaria,
683
Fundaci\363n Speiro

¡, GIL MORENO DE MORA
bien influida por los conceptos hegelianos, producirá, de poder rea­
lizar su independencia, unos centros en
Bru:celona, Bilbao
o
2.atagoza,
en

los cuales la
presión sobre las

demás ciudades y pueblos someti­
das a ellos posiblemente seria aún mayor que la
actual de Madrid
sobre las
procvincias. En

contraposición, debe también decirse que
en la actualidad en Madrid, donde los amadridados
y madridistas son
más numerosos que· los auténticos madrileños, ha llegado a conce­
birse

el resto de los habitantes de la nación como españoles de · se­
gunda clase, relegando las provincias a algo muy semejante a "co­
lonias" sometidas a la capital,
y cuya obligación es mantenerla y
servirla romo quien sirve a su superior.
En estos
disparates se
establecen círculos viciosos cuidadosamen­
te alimentados por todos los grupos subv,ersivos multinacionales que
están interesados en
la mengua y destrucción de una España que de
ser fuerte y unida puede
poner serios obstáculos a
sus planes sinár­
quicos mundiales, y
especialmente europeos.
El

problema
d~be verse
de otro modo contemplando que una
pirámide bien
organizada, c:on

sus debidos pisos intermedios y su
amplia base, tiene un vértice que es verdadero centro y cumbre del
nivel
nacional. Una

verdadera pirámide descentralizada pero
cenu-a­
da sólo dejará llegar a los altos niveles maximos los problemas de
verdadera
importancia nacional,
debidamente
tamizados, digeridos,
en los

pisos inferiores donde la debida cantidad de autoridad y
capa­
cidad

de determinación, o
sea, de
responsabilidad
eficaz, ha resuelto
ya los problemas menores. Con ello el
vértice de

la pirámide no
necesita de gran cantidad de gente ni de un número masivo de
fun­
cionarios, sino que se simplifica y clarifica automáticamente. Por Jo
contrario, el cenrtalismo de modelo francés acumula en e+J centro la
capacidad de toda decisión en materia leve como grave, sin discri­
minar la importancia y no dejando capacidad alguna de digestión
a los ámbitos inferiores.
Es el ejemplo de un ingeniero jefe de in­
dustria de Huesca que conocí, que advirtiendo a sus superiores que
su delegación necesitaba más urgentemente máquinas de escribir que estanterías, recibió las estanterías con la advertencia
de que· no se le
pagaba para que pensase sino para que obedeciese. El centralismo,
ante el cúmulo de problemas que se arroga, no tiene otra solución
684
Fundaci\363n Speiro

DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
que crecer formándose poco a poco la pirámide invertida dél ma­
croencefalismo
cada vez mayor

y más cosroso para la
nación. Además,
ante

la acumulación de problemas diversos y
la· obligada
miopía de
la distancia, no tiene más temedio también que generalizar con un
simplismo totalmente ajeno a la realidad de las cosas, por
lo que
las soluciones,
además de

ser caras, lentas y complicadas, son inade­
cuadas, debiéndose
tan solo al ingenio particular el que lleguen a dar
algún fruto. La complicación jurídica de legislación por decreto y dis­
posición
oficial forma entonces ese

fárrago que conocemos
por el Aran­
zadi y la colección de Boletines Oficiales, en el que ningún español
puede
tener certeza de estar dentro de la
ley, porque la ley es de­
masiado complicada para que ni
siquiera los

especialistas puedan co­
nocerla realmente, y tienen que quedar
multitud de

vaguedades libra­
das a
la interpretación que les quieran dar los funéionarios y que
suele ser aquella que
más les pueda merecer una alabanza de sus jefes
o un ascenso, prescindiendo de la justicia con que
la aplican. Así
se pueden registrar verdaderos atentados, sobre todo en el terreno
económico, que funcionarios de la recaudación cometen con la con­
ciencia bien
tranquila, porque

con ello
han beneficiado a la recauda­
ción, que es
para lo que están en ese puesto. Y no hay que olvidar
que como ya expliqué en un
artículo sobre
"el golpe de estado de
las administraciones",
las consecuencias

que nadie ni
nada puede
evitar

en una tal complicación, es la de una corrupción creciente
en la cual son perjudicados siempre los más sencillos y los más dé­
biles, pues los ricos y poderosos encuentran la
manera de

filtrarse
entre las redes legales y hallan el funcionario corruptible que les
pro­
porciona el camino para burlar la ley.
La descentralización auténtica tendría, por de pronto, un efeao
inmediato

sobre el gasto público y permitiría una mejor vigilancia,
retribución y fiscalización del funcionario
hoy prácticamente impune
en los abusos que pueda cometer.
De
este gasto público cabe subrayar su importancia en la acele­
ración de los procesos
inflacionistas y
el
encarecimiento lógico de
cualquier

inversión del Estado que contrariamente a
lo que la lógica
sugiere es hoy en día mucho más costosa que si está
realizada por
685
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
iniciativa pru:ticular, a pesar de disfrutar de privilegios y exenciones
que !a empresa privada no tiene.
Y hay que decir también que la función típicamente
estatal de
vigilar

abusos, inspeccionar que se cumplan las leyes
y castigar las
injusticias,
mal puede

hacerse cuando es juez y
patte, cuando
los
funcionarios de sus propios
departamentos deberían

ser más vigilados
que nadie,
cuando se

ha de inspeccionar a sí misma siendo lógico
que los funcionarios no quieran perjudicar a quienes son funcionarios
como ellos mismos. Muy diferente sería si los Ayuntamientos, las
mancomunidades y cámaras
comarcales, las
diputaciones
y organi­
zaciones de nivel provincial, regional,
etc., fuesen de propia respon­
sabilidad sobre todos los
asUJ>tos que

lógicamente
corresponden a
sus

respectivos
niveles, porque enwnces los representantes del Go­
bierno
podrían, efectivamente, realizar a pleno empleo una labor
de vigilancia, inspección y sanción de todas las injusticias que casi
inevitablemente se cometen a diario, porque constiruirían un nivel
superior de apelación al que las víctimas podrían recurrir en instan­
cia superior y desligada de
las organizaciones
que hubiesen come­
tido entonces las inj_usticias., sin que se pudiesen atribuir como hoy
al estado o al gobier'nO nacional y, en fin de cuentas, al sistema o
régimen.
Esta descentralización y este centramiento son los que necesita
más que nadie el campo, pues alejado de las ciudades donde reside
el poder
y la administración, el campo no puede realizar esa sórdida
labor

de pasillos y cabildeos que
tantas cosas
resuelve en
el comer­
cio y la industria.
Centro sí, y con absoluta necesidad, porque es im­
prescindible que haya la
instancia superior
a los pisos y estamentos
intermedios, y porque es vital que se realice una labor de coordina­
ción entre las iniciativas que cada lugar, comarca, provincia, región
o arenca pueda emprender, para que estos cuerpos intermedios no
se queden sólo con su visión limitada y pru:ticular del problema y
para que sean informados, invitados a dialogar, coordinados, en suma,
con los otros lugares y /unbiros de Espafia. Los hombres de Gobierno
de alto
nivel verían
entonces al llegarles los problemas digeridos y
condensados en las materias de mayor importancia, las posibilidades
reales de nuevas
síntesis y consecuencias que acaso pueden escapar-
686
Fundaci\363n Speiro

DE WS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
les hoy tal y romo escaparán de la simple visión de los cuerpos y
niveles intermedios.
Es, por tanto, una descenrralización y desconcentración a la vez,
pero también es

un
centrruniento y una ordenación, pues sólo se
puede apoyar en una sólida y realista restauración de
la verdadera
pirámide
nacional. En cada nivel se evitarían las reuniones tumultua­
rias

que hoy
caracterizan, por ejemplo, un pleno de la Hermandad
Nacional de Labradores, porque reducidos a ámbitos menores, cada
uno de los cuales puede acceder al nivel superior simplemente me­
diante un solo representante, se
logran inmediatamente asambleas y
juntas reducidas en n6mero, mucho más apropiadas al diálogo que
las reuniones numerosas en las que más habla el demagogo ávido de
lucirse que aquél que verdaderamente tiene
algo importante
que
decir, pues a
este le

invade
pronto una
sensación
de inutilidad y
hastío ante tanta verborrea y pérdida de tiempo inútil Bastante, di­
fícil
es

lograr que los hombres se
romuniquen y romprendan entre sí
para que encima se tropiece con ese problema de
las reuniones ma­
sivas.

La descentralización es algo que, al igual que el centralismo,
resulta
rontagioso. Del

mismo modo que ciudades
romo Barcelona
(sobre

toda
Catalulía) y Zaragoza (sobre todo Aragón) o Sevilla (so­
bre Andalucía),
imitan en

su escala el ejemplo
de lo que hace Madrid
sobre la
toralidad de

España, también si desde el mismo Estado se
pusiera en
práctica una

real
descentra!i%aci6n, todas las capitales des-­
centralizarían

a la
vez.
No

se nos ocultan
las dificultades y los intereses creados que se
opondrían a tal proceso; eo primer lugar, los funcionarios que se han
hecho una vidita más o menos
cómoda en Madrid, y quien dice en
Madrid dice lo mismo en Barcelona,
'.Zaragoza o
cualquier
otra ca­
pital

de provincia; eo
segundo lugar,

la
difücultad real

de que
la idea
sea sanameote
romprendida y asimilada por todos; eo tercer lugar,
las transfereocias de propiedades
y autoridades que debieran reafüar­
sea

a todos los niveles; eo cuarto lugar, la presión de
ciertos grupos
eron6micos y en especial eso que ahora se llama las multinacionales,
que en la situación actual encuentran unos medios privilegiados
para
su provecho propio; y otras muchas reales dificultades que se pueden
prever sin
demasiado esfuerzo;
pero
difícil o
no es algo que tarde
687
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
o temprano se hará con fatalidad absoluta, porque la macrocabeza de
la centradización no se puede detener en su crecimiento· por ningún
otro medio, habiéndose demostrado claramenre que la simple descon­
centtación (realizada últimamente en· Francia)

no aporta por sí misma
ninguna solución válida al problema. Y el crecimiento indefinido del
centralismo produce también
fatalmenre la

asfixia
y la catástrofe de
toda la . nación con exasperación en ronces de, no ya regionalismos,
sino separatismos rabiosos.
En el campo la descentralización será como un soplo de aire
fresco o una lluvia en· tierra agostada. De ella renacerán las estruc­
tntas naturales y la representatividad auténtica, el rebrote de la ini­
ciativa, el estímulo al
pro.greso, la
reagrupación de las
fuerzas cam­
pesinas,

el saneamiento
y simplificación de los mercados y las redes
que
comunican al

productor con el consumidor,
y, sobre todo, una
proclamación de una doctina del campo para el campo
y ante toda
la nación. De ella solamente se puede esperar la revitalización de las
zanas hoy

en
abandono y deserción, la reimplantación de industria y
comercio en los pueblos y comarcas, la· proliferación de núcleos de
población menores, tal
y como los propugnabá en su tiempo el gene­
ral Primo de Rivera,
sólidamente establecidos
sobre contextos natu­
rales suficienres,

con
las ventajas
que la distribución de la población
sobre la faz del

rerritorio ha presentado siempre, tanto en caso de
guerra como en la
'paz, por fraccionar los problemas acumulados in­
solublemente por los gigantismos, por equilibrar las
fuerzas y con­
tingentes,
por evitar las masificaciones sociales donde · los. hombres
despersonalizados estan

prestos a cualquier acto irracional, sobre todo
de destrucción,
y por haéer mucho más difícil la· acción de los grupos
de. presión ante esquemas más vitales y naturalmente resistentes a
la presión.
He de mencionar hoy que soplan vientos de politizaci6n por toda
España, un
remar lógico

que· sentimos
en aquellos pueblos como el
mío, en los que
tras unos largos esfuerzos para unir a las gentes,
hemos logrado que la principal idea política que nos mueva a todos
en lo concreto, sea el bien
y el progreso del pueblo, de nuestro pue­
blo precisamente. No podemos
esperar que
siglas de Asociaciones
J>olíticas o

partidos políticos puedan aportar otra cosa a nuestros
688
Fundaci\363n Speiro

DE WS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
problemas que el levantar banderas opuestas dividiendo de nuevo
lo que tantu costó
unir. En el campo las ideologías, especulando
siempre

sobre
conceptos abstractos,

sólo sirven para exasperar ánimos,
despertar rencillas, fomenrar odios, y al cabo destruir. En el campo,
el auténtico campo de los que vivimos en pueblos, aldeas o caseríos,
todo es muchísimo más concreto, tenemos por suerte o desgracia pro­
blemas mayores que el ser de derechas e izquierdas, tenemos pro­
.blemas de supervivencia que ningún otro sector -conoce, teriemos una
necesidad de solidaridad mayor que la de los habitantes de las grandes
urbes, porque
estarnos aplastados, perseguidos,

relegados a ciudada­
nía de tercera
clase. El

que lleguen ahora partidos
y _ asociaciones a
invitarnos a afiliarnos en uno u· otro bando, no es sino empujarnos
a suicidarnos en una nueva división que hará el caldo gordo a nues­
tros enemigos. Unicamerite nos parecería sensata la Asociación del
Campo como tal, profesionalmente
y municipaimente, pero, por des­
gracia, parece ser que hasta ahora ha habido una cerrada oposición
por
parte de

la Organización Sindical a que tal Asociación de
Carn­
pesioos se pueda formar, arguyendo que los mismos sindicatos ya los
representan.
La Asociación del Campo, caso de hacerse, debe carecer de ideo­
logía

política fuera de aquella que se puede llamar la
Doctrina del
Campo.
Aquellos lugares

que por falta de preparación o por conser­
var viejas divisiones se dejen arrastrar de nuevo a las
'luchas de par­
tidos

en los
pequeños pueblos,
se condenan a ser impotentes para
encontrar
las verdaderas soluciones que necesitan, a ser de nuevo
juguetes de caciques
y aventureros políticos, a permitir que las mul­
tinacionales, las

anónimas, la administración, los grupos de presión,
sigan pescando en las aguas turbias que se habrán
revueltu en

las
pasiones políticas. Desconozco la conveniencia de que estas divisio­ nes existan en
las grandes ciudades, pero conozco las fatales conse­
cuencias que tienen en las poblaciones pequeñas, donde todos nos
conocemos, donde
toda bandera política se mezcla a cualquier pro­
blema
de convivencia,
donde uno
se apunta
al bando contrario a
aquél

en que se
apunta quien nos pisó
la novia o nos ganó un pleito.
Nosotros sólo debernos· conocer

un bando
·político y una·--bandera,
la

de
nuestro pueblo y su interés que es el interés de· toda nuestra
689
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
pequeña comunidad, porque la Patria para nosotros es algo muy con­
creto que

empieza en el sitio
dorule nacimos

o
doruie tenemos
nues­
tra vida,

no pudiendo tener verdadero sentimiento de la Patria
Grande si

no es a través de esta
inmediata patria

chica que tocamos,
conocemos, vivimos y que es
parte de nuestras propias entrallas.
La patria para nosotros empieza viviéndola en nosotros.
Déjesenos,

pues, formar una verdadera asociación
del campo,
sin
color de los partidos de derechas o de izquierdas, consecuente con
nuestra doctrina

del campo y para el campo; déjesenos a
nosotros,
los
oprimidos

reales del país, formar nuestra propia comunidad
po­
lítica en la que defenderemos cosas concretas como nuestros pro­
blemas económicos, las dotaciones de
nuestros pueblos,
la educación
de nuestros hijos y el dereho a permanecer en las tierras de nuestros
abuelos en una justa proporción de nivel de vida comparativamente
con el resto de la
nación.
VII. EL CAMPO ENTERO.
En una doctrina que quiera ser consecuente con lo que es real·
mente el campo, hay que considerar a éste enteru. Muchas veces se
limita el concepto de campo a los hombres que ejercen las activi­
dades
agrícolas, ganaderas

y
forestales, sin cuidar

de que las comu­
nidades campesinas -son mucho más que eso, pues en ellas se nece­
sitan otras profesiones con necesidad imprescindible: médioos, maes­
tros, sacerdotes, abogados, herreros, notarios, juristas, mecánicos, car­
pinteros, fontaneros, electricistas, albañiles, tiendas, mercados, y, en
resumen, todo aquello que es propio de una población, por pequeña
que

sea. Pues bien, hay que
decir claramente que todas estas activida­
des, aunque no sean agricultura ni
-ganadería,
son también campo
cuando l!Oll las propias de Jos medios rurales; todas ellas tienen que
estar incluidas y defendidas dentro
de· una
verdadera doctrina del
campo, y si
por procedimientos sindicalistas u otros se -trata de se­
pararlas del campo, no_
podemos hablar del campo entero. En el
carripo entero·-caben y deberían estar sus intelectmiies, eSC1'itores, ar­
tistas, artesanos. El campo entero incluye sus juzgados (por cierto
690
Fundaci\363n Speiro

DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
hoy arbitrariamente coru:entrados en grandes poblaciones con gran
daño de lentitud de procedimiento y deshumanización del trato), sus
industrias, que

son sumamente
deseables por
permitir
absorbet la
población

sobrante en las unidades
viables dé cultivo sin desarraigar
a los que sobran, dejándolos cerca de su familia campesina y esta­
bleciendo

invisibles
!aros de

cordialidad y parentesco
eritte la pobla­
ción

puramente agrícola y la comercial e
industrial del lugar por
el
simple
canal de la sangre.
El

campo así visto aparece como una población mucho más
im­
portante y extensa de lo que los fríos índices de población activa
agrícola definen. El campo
entero es el verdadero campo cuya carac­
terística es no la
actividad sino

un estilo de vida muy
próximo a
la
.
naturaleza
y

en
contacto con

los problemas de la producción· de la
materia
prima, vibrando con las heladas; las sequías, las buenas o
malas
cosechas; cosa que es totalmente ignorada y deja perfectamente
indiferente

en
las· grandes
ciudades; en las que la gente apenas se da
cuenta de si llueve, truena o hace sol y· en las que Primavera, Verano,
Otoño e Invierno sólo se distinguen por la ropa que se usa y por
la aparición de las diferentes vacaciones.
Incluso se
debe
considerar
campo tant'l!S ciudades de España que, como Huesca, no son todavía
monsttuOS y

en las que los habitantes pueden con cinco minutos de
marcha, ver los campos, donde la presencia de los labradores es
to­
davía ostensible en las calles; y donde la buena o mala marcha de las
cosechas influye
todavía sobre
el conjunto de la población.
En este sentido hay un punto que absurdamente se ha olvidado
en los
planteamientos de la economía de consumo, y es el de consi­
derar la población campesina como un
potencial consumidor.
Sin
embargo,
allá por !os años cuarenta bien sabían los fabricantes de
camisas, cocinas, cuartos ·de baño, etc., que ios años de buenas co­
sechas eran años de buenas ventas pata ellos; porque el campesino,
a
pesar de su proverbial tacañería, es buen consumidor cuando tiene
dinero. Al
destruir la capacidad adquisitiva como se ha hecho vo­
luntaria y dirigidamente en
la del campesino, se ha privado a la in"
dustria y

al comercio de un mercado importante. Todo aquel que
conozca la sobriedad que en ajuar y
gasto vive

elhombre de
campo
sabe

con
certeza que

sí no vive mejor no es por falta de ganas sino
691
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
por material imposibilidad. De la situación económica planteada con
el artificial congelamiento de los precios agrarios mientras tractores,
abonos,
insecticidas, ropas, calzado,

alimentos
y, en suma, todo cual)­
to consume el campesino, subía con el alza general, incluidos los
impuestos que no han dismintiido su crecimiento en ·este s_ecror a
pesar de que se ha argumentado infinitas veces con toda clase de
pruebes la

falta de los beneficios que pueden justificar el líquido
imponible, recibiendo por
parte de Hacienda ( como el que escribe
es restigo en múltiples·
ocasiones) la
respuesta de que si no
es ren­
table
la actividad debe ser abandonada y que no por eso debe quedar
libre
de impuestos. Algunas veces se ha
argumentado que. el

cam­
pesino, siempre quejándose, ha de tener beriefidos porque aguanta;
no saben los que esto dicen a que límites de aprovechamiento de
materiales, qué cantidad de
trabajos que
debieran ser contratados a
especialistas se
hacen por sí mismos, y a qué limitación extrema del
gasto
ha llegado

la
·economía de

los
campesinos. Sólo aquél que
Jo
ha vivido

en
sti . propio· pellejo

viendo como Jo he
vi!;'to yo
mismo
que cualquier otro sector podía
gastar tres o cuatro veces más que el
mío, que debía ingeniármelas para buscar otras fuentes de ingresos
para mantener viva mi explotación, cuando me · hubiera bastado que
el
Estado permitiese
precios no digo iguales sino inferiores a los
precios internacionales
para poder vivir decentemente. Nadie sabe
Jo

que es ver
marchar a

los
obreros más .capaces porque
la empresa
agrícola no puede
pagar los jornales que obtiene uo aprendiz de ca­
marero en cualquier
bar, con la amarga reflexión de que los poderes
públicos que
tal situación favorecen consideran de más imporraocia
para la nación el que sirvan bebidas que el que se produzcan pro­
ductos de primera
necesidad.
Cabe hablar aquí. del

éxodo de los jóvenes. Algo
brutal y de
consecnencias que nadie
'ha medido.

Ha sido uo éxodo masivo
y
en muchos lugares ~bsolutamente total. En mi mismo pueblo es im­
posible encontrar un podador de menos de cuarenta años, ni
siquiera
de mediana calidad, y para un injertador se tienen que remontar los
cincuenta
y bastantes para hallar. nno capaz. Los tractoristas capaci­
tados
se
han ;hecho camioneros,

el
.que tuviera. un· mínimo· de

habi­
lidad
manuai se

ha hecho
, fontanero,

mecánico,
carpintero, y·. hasta
692
Fundaci\363n Speiro

DB WS TOPICOS A UNA DOCTRINA DBL CAMPO
para barrer simplemente en un campo de aviación próximo se pagan
jornales tres veces mayores que los que se pueden
pagar para cavar
cepas en

pleno invierno. Hemos visto cómo después de formar a los
chicos para el tractor sacándoles el
carnet; se

despedían a !os dos
días de serles concedido.
La concentración de las escuelas ha venido
a ser la iniciación a la ciudad con aparición rápida de
discotecas y
boites

en las poblaciones donde se han concentrado los escolares,
que sin la vigilancia de sus padres pronto han probado las drogas y
el
sexo que

en sus pueblos no hubieran conocido, decidiendo este
paso su vocación ciudadana; las escuelas agrarias han dado genera­
ciones de jóvenes que se han colocado a toda prisa en
el comercio
y

la industria, y no
digamos las
universidades laborales, los pueblos
sin niños ni jóvenes no han hecho nada para constituir un atractivo
para ellos, y los antiguos centros parroquiales o recteativos se caen
en
ruinas, y, por
fin, más
veces de lo que parece, toda la familia ha
seguido al joven en su emigración, dejando
acaso a

los abuelos
y
algun minusválido al cargo de las tierras cuando no se las han ven­
dido quemando las naves en
una tremenda

e
inadvertida Reforma
agraria

en
Ia que los que han · desaparecido han sido precisamente
la mayoría de los autónomos, aquellos que por su peculiar
formación
de pequeños· agricultoies eran la mayor reserva de resistencia del
campo. Es estadístico que han emigrado mucho más tanto por cien­
to de
empresarios que
de
asalariados.
En realidad, la población actual· del campo está destinada a des­
aparecer en su casi totalidad en un plazo de quince años por simple
razón de

edad, porque sólo quedan viejos cuya muerte no puede
sobrepasar ese lapso de tiempo. Y lo curioso es
que nadie

se ha pre­
guntado
quién va

a cultivar dentro de quince años estas tierras que
unos cuantos toreros, deportistas, actores de cine, banqueros y gentes
de la administración están acumulando en propiedades crecientes e
inútiles.
Huelga decir que el único principio que puede restaurar una
permanencia de jóvenes, ya que no su retorno imposible, es una
rentabilidad de la actividad, pero a lo dicho hay que
añadir que no
sólo han emigrado agricultores, sino herreros, mecánicos, carpinteros,
tenderos y, en genera•l, toda clase de actividades, por lo cual en mu-
693
Fundaci\363n Speiro

J, GIL MORENO DE MORA •'. ' .
dios Jugares la imposibilidad de encontrar quien haga una insta­
lación eléctrica o

repare un tejado desaconseja a cualquiera intentar
vivir en ellos.
Por todo esto )labla(nos del campo entero en el que se deben in­
cluir los
nifios, los
jóvenes y toda
clase de actividades y profesiones.
No hablar de
ello sería volver a caer en la dicotomía tan peligrosa
que hasta
ahora se ha

hecho. Por eso también
aJ hablat del campo
subrayamos
la necesidad de hablar de Municipios, pues el ámbito mu­
nicipal
es el que verdaderamente
puede mostrar

al campo entero
como un todo coherente, además de la puta actividad agrícola y ga­
nadera, en toda
la variada gama de actividades que lo integran. Cuan­
do un Municipio clame por recibir industria
oo es
simple problema
de avidez
dineratia, es

un problema del campo; cuando se quejan
los Municipios de que la
acmal estúpida

ley les obliga a mantener
un Secretario de Ayuntamiento con
costo5os gastos

y seguros sociales
fuera de su akance es problema del campo; cuando
el actual sistema
de
oposiciones para los
médicos rurales

deja a un pueblo sin aten­
ción dutante

meses, o abocado a perpetuas interinidades, o ligado a
un· medico contra el cual nada se puede hacer, respaldado como lo
está en la
actualidad en

su
régimen de

exclusiva, y tiene que aguantar
un médico inmoral o desaprensivo, es problema del campo; cuando
la
Ley de Educación ciegamente oo ha distinguido aquellos pueblos
donde la escuela parroquial o
rund funcionaba
bien de los que real­
mente necesitaban la concentración en algún
OtrO pueblo vecino, o
que ha puesto
el Jugar de concentración de escuelas a treinta y cua­
renta
kilómetros del
pueblo, es problema del campo; que los vecinos
de un lugar
oo pueden

a traves de su ayuntamiento contratar al
secretario., al médico o al maestro a su gusto sino que lo reciben im­
puesto desde arriba, es problema del campo; como lo ha sido hasta
ahora que
sus alcaldes fuesen nombrados a
dedo, y
como lo es que
ahora se quiera suprimir las casas-cuarteles de la Guardia Civil con­
centrándolas en las grandes ciudades. Los problemas que se tienen
para que los cines de los pueblos puedan contratar lotes de películas en los que haya algunas aptas para
los niños; los problemas que se
tienen en. los ayuntamientos
para que la concesión de los créditos por
parte del

único Banco-de-Ctédito de administración local autorizado
694
Fundaci\363n Speiro

DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
para ello no tarden dos y hasta tres años, haciendo inútil y desfasado
el

presupuesro para el que se solicitaron; el problema de que la con­
tabilidad de un
ayuntamienro sea obligaroriaroente llevada

de
ta1
forma que no hay hijo de vecino que la pueda entender; los proble­
mas de planes de
urbanismo, de las tremendas dietas que cobra el
colegio de
arquitecros en impuesro indirecto para

una simple modi­
ficación de una
fachada; los

problemas de los descomunales presu­
puestos que justifican las compañías
eléctricas o

la telefónica para
cualquier acometida o
rnodificacióo de

la existente; los que acarrea
el
trazado de

una auropista, de un oleoducto, de un cable coaxial, de
una línea de alta tensión y ante los cuales los pequeños municipios
están prácticamente inermes, son todos problemas del campo, de ese
campo entero, en su enorme variedad -de facetas y en su conexión con
el resro de

la nación.
vm PROBLEMAS REPERCUTIVOS.
Hay problemas que son repercutivos, es decir, que tienen el eje
de la cuestión fuera del propio
ámbiro del
campo, pero que reper­
cuten en él gravemente.
Ya hemos mencionado de pasada la adulter.ación de los produc­
tos del campo. Es un hecho grave que por una parte suele aumentar
las cantidades vendidas al consumidor, como en la leche y el vino,
sin beneficio para el
producror, y por otra parte causan un daño
grave porque
estan acostumbrando al consumidor a las malas cali­
dades, dándose, por ejemplo, con la leche el caso de que la mayoría
de los ciudadanos la prefieren adulterada, y en otros casos, corno en
el del vino
y el pan, hacen disminuir el consumo por la mala ca­
lidad que llega al consumidor.
La experiencia ya antigna demuestra
que el control de calidad es
idóoeo cuando
lo ejerce (como lo ejer­
cían antignarnente los gremios) un consejo de
producrores conscien­
tes
y experros, mucho mejor que unas Jefaturas agronómicas cuyos
veedores son fácilmente sobornables,
y que únicamente pueden en­
contrar una verdadera cooperación en consejos capaces de consumi­
dores, pero quede bien claro que ni los funcionarios del Estado, ni
69S
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
desde luego los comerciantes e industriales, harán jamás un control
de calidad efectivo. Un
corolario que,

debe mencionarse es
el de
la publicidad mo­
derna que en ningún caso se basa
ahora en

verdaderos controles de
calidad sino simplemente en las
técnicas de

la
psicología de
masas.
En materia de alimentación parece absurdo que la publicidad nos
sea más estrictamente
reglamentada pot los poderes públicos, que
dan la sensación de tener en más la cotización de impuestos que paga
la publicidad, que la justicia del fin perseguido
y la veracidad de
sus afirmaciones.
Es el

caso ostensible del pan Bimbo, que resulta
a más de 52
ptas. el

kilo, cuando está hecho con harina normal de
trigo vendido a 8 ptas.
el kilo

y que no aporra jamás prueba alguna
de que
renga mayor

poder alimenticio o
vitamínico que
el pan
co­
rriente a unas veinte pesetas.
Este problema que gira alrededor del famoso código alimen­
tario extrañamente retrasado en su aplicación por varias veces ya, es
un problema que es de directa incumbencia de productor y consu­
midor, pues ellos son los dos que encontrarán beneficio en una
apli­
cación

rigurosa,
y tienen que ser ambos, porque el consumidor es
quien puede vigilar
eficazmente posibles
adulteraciones del pro­
ductor. Otro problema repercutivo es el de las ciudades graneros (hoy
inexistentes)
y no se trata de una mera dispersión de silos del Sempa
sino de verdaderas ciudades granero como las tienen los EEUU en
grandes floras de barcos-almacenes
y más aún como las están cons­
trnyendo
los

chinos comunistas que previendo una guerra nuclear
las hacen en gran parre en complejos de
galerías excavadas

en las
montañas para que, a la vez, sirvan de refugios atómicos, donde los
gobiernos de esos países compran a precios rentables y almacenan
los afios de
excedentes. En España no tenemos el exceso de terreno
cereallcola

de los EEUU
ni de China. Los excedentes de trigo apa­
recidos ocasionalmente fueron producidos por una infravaloración
del entonces Servicio Nacional de
Ce,eales a

los cereales pienso, pero
la
tierra de España es más

cebadera que triguera
y los regímenes
de

lluvias producen menores cantidades
pot hectárea, por lo cual
serán siempre más escasas las coyunturas de excedentes que las de
696
Fundaci\363n Speiro

DB LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
déficit, sobre . todo si se extienden cultivos de soja, colza o sorgo y
análogas, pues l!ellemos que partir de 1a base de que no sobran
hectáreas de cultivo en

la
Espoña de hoy. Pero si la política de esras
ciudades-granero sigue la hasra ahora empleada por los servicios equi­
valenres en la que los problemas del agricultor han sido frecuente­ mente de poder entregar, de
'limpieza y de secado, sucediendo a me­
nudo
el tener que hacer varios viajes para poder entregar en rea'li­
dad

por falta de capacidad de almacenamiento, tampoco se resolve­
ría nada; una
vez más

la acción de las cooperativas aquí podría des­
cargar al Estado de buena parre de las inversiones, gastos de alma­
cenamiento y administr~.ción, etc., si fuesen dotadas las cooperativas
con créditos y autoridad suficiente, en la seguridad que por bien que
lo haga
el Estado y sus funcionarios de plantilla, mejor y más eco­
nómicamente lo rea'lizarían las cooperativas con sus propios intereses
en juego. No se puede ignorar que la
necesidad de

imporrar aparecerá en
diversas ocasiones mientras no se
llegue al

equilibrio ideal de
la
producción y la demanda, pero los actuales sistemas permiten por
una parte enormes negocios de los comisarios de compras actuales
y de las empresas que logran las exclusivas de las imporraciones;
por
otra parre, unos absurdos desfases de la imporración con el mo­
mento de su oportunidad, de lo que pueden dar fe
los productores
de parara que a menudo han visto llegar la imporraci6n en el mo­ mento de la cosecha nacional, con hundimientos frecnenres del mer­
cado productor,
así como

fue sorprendente ver llegar durante los
diez últimos
años los barcos de cereal en los precisos momentos en
que los campesinos necesirados de dinero tenían la nueva cosecha
en venta, mientras tres meses más tarde, cuando el comercio ya ha ..
bía comprado a bajo precio sus stoks, se detenían las imporraciones
y subía el precio al consumidor; y, sobre todo, el tremendo empleo
de las imporraciones psicológicas o de choque que se ha hecho úni­
camente para hundir los mercados
productores, y las dificulrades de
obtener
las licencias de exporración que han encontrado los produc­
tores de huevos y pollo cuando
había excedentes
y bajísimos precios
existiendo demanda extranjera. De todo esto es
facilísimo encontrar
datos

históricos precisos
y concretos dolorosamente vividos por las
697
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
gentes del campo en múltiples ocasiones durante los quince últimos
años. Es indudable que todos estos sistemas han
de ser
revisados
y
en principio estudiados a la luz de los que puede hacer una eficaz
y amplia acción cooperativa en sustitución de los empapelados y len­
ros procedimienoos oficiales.
Podríamos

buscar
de este modo multitud de problemas repercu­
tivos como el del
actual sistema
de cuota patronal de seguridad so­
ciatl, que en lugares como Alicante produce barbaridades, como un
caso que conozco donde con unas doce mil pesetas de contribución
terrioorial cae

una cuota de seguridad social de más de noventa mil
pesetas. El que hemos mencionado de lo
cosoosa que

resulta por el
procedimiento actual la Seguridad Social, imprescindiblemente ne­
cesaria por otra parte . .Y acaso, sobre todo, esa política de bandazos
y parcheo que ha caraeterizado la acción de la administración en · el
campo desde los últimos veinte afios. Con continuas reformas, apa­
rición y desaparición de organismos y departamenoos, los celos entre
de¡,artam.enoos del· mismo Ministerio de Agricultura, la

desconexión
entre el Ministerio de

Trabajo, Educación Nacional, Gobernación,
Agricultura, Comercio, Industria, en terrenos donde

como en los
cur­
sillos o la mecanización, se entremezclan desordenadas acciones de
unos y orros.
IX. AGRICULTURAS DIFERENTES.
Conviene mencionar este tema de las agriculturas españolas que
son tanms y

tan
diversas. La geografía, la composición del suelo, su
historia
(talas, arrastres, mesms) los microclimas, la orografía y las
diferencias de altitud, la influencia del
Mediterráneo y del Atlántico,
la
generalmente grande

permeabilidad del suelo,
y por encima de
todo esto c:una población variada en tradiciones, costumbres, conoci­
mientos,· orígenes étnicos, etc., hacen que en hablando de campo se
haya de hablar de Españas diferentes, y no dos ni tres, sino innume­
rables
espafias campesinas, como de innumerables agricultutas es­
pañolas.
Ha

sido sin duda el criterio uniformista grandemente perjudicial
698
Fundaci\363n Speiro

DE WS TOPICOS A UNA DOCi'RJNA DEL CAMPO
en este terreno. · Se ba buscado la unidad viable como si un solo· mo­
delo o unos
pocos a lo mas, pudiesen definir los casos de agricultura
que
hay en Espada. Zonas como Jaén y Badajoz contempladas desde
laboratorios
oficiales, han visto
realizar unós
Planes
totalmente in­
adecnados

que olvidaban, por ejemplo, la vieja
tradición ganadera
de

aquellas
zonas, propugnando

minifundios· de regadío en
hüerta
y frutales que

las gentes ni conocían ni sentían. El oeste de
Madrid
hacia

abajo es en
Espada un

inmenso desierto con escasas poblacio­
nes
y malas vías de comunicación, enorme atraso de los habitantes,
éada vez más escasos, y un eJen1_¡:,lo de lo que los criterios uniforrnis­
tas pueden lograt, pues jamás
hubo una orientación: propicia · para su
auténtica revitalización. . e
Para que estas agriculturas aparezcan en todas sus tragedias, ne­
cesidades
y posibilidades, hay que empezado todo desde abajo. Son
los pueblos los que tienen que salir del mutismo· a qui,. les han con­
denado las 'disposiciones; las estadísticas y las entnestas oficiales. Se
ha de escuchar
Jo que dice la tierra y Jo que dicen las gentes, olvi­
dándose
de considerarlas poco
menos que

como coloniales. El todo
de una agricultura
espadola se

ha de
ir oonstruyendo paso a paso
desde cada propiedad o finca y cada labrador o arrendatario, pasan­
do por
los

municipios,
'las comarcas;
etc.,
formando la pirámide ancha
y variadísima en

su base, creciente en
alrura y decreciente en
exten­
sión hacia arriba.
Hay que llegar a una flexibilidad total frente a dimensiones, mo­
dos de
organización, estilos. Lo bueno no es lo que tiene una deter­
minada dimensión y conformación aprobada por la administración o
los teóricos, sino que
es aquello que funciona. A mí me Importa poco
que
las explotaciones· de una huerta sean de auténtico minifundio
si con ellas vive· bien
la gente que

allí
trabaja y
se produce conve­
nientemente
para : la nación. Es frecuente ·que cada uno de nosotros
se guíe por su experiencia personal y tienda a generalizar · esta ex­
periencia eD inodelos·que ÍlO responden en absoluto á Otras experien­
cfsa y situaciones. También es frecuente que un ingeniero vuelva
deslumbrado·
de un. tia je 'a cierto país extranjero y pretenda aplicar
a
rajatabk
lo que allí vió: '
'Sin embargo, esto ha hecho grandes da!íos en Espalía donde un
699
Fundaci\363n Speiro

/ .. GIL MORENO DB MOR.d
cierro complejo nacional de inferioridad nos propende a considerar
todo lo

que viene de
fuera como
mejor que lo nuestro,
No nos
hemos dado cuenta de lo que hemos destruido con esros
pensamienros,
el

ganado de
montanera que
hacía la envidia de otros
países,
la vida de las gentes en los caseríos al pie del cañón, los
cultivos
de productos
eorquisitos como
el de las laderas del
Prioraro
abandonados
por

casi voluntad oficial del
Ministerio, y tanros ejem­
plos
más que
hoy podernos llorar.
Además,
la
eortranjerizaci6n con
modelos únicos, por ejemplo, ha
producido que la mayoría de las repoblaciones forestales se hayan
hecho obsesivamente en

busca de
madera, hasta el

punto de que
nuestros ingenieros

de Montes
han merecido la apelación de "inge­
nieros de

pinos", pues
ban. desechado todos los enfoques de repo­
blaciones apuntadas a

un
aprovechamiento .frutero ganadero de

las
montañas; cuando la madera es propia de lugares de poco sol y mucha
lluvia,
y las fruteras y ganaderas son las propias de mucho sol y poca
agua. Este ejemplo viene al cuento de la gran inversión inútil en
·pinos y resineros que se ban quemado lógicamente bajo el juego
del sol en
cualquier ttOzO de botella, mientras bosques de nogales,
higueras,. avellanos,

castaños,
etc., ni han sido ensayados. Este tipo
de
error ha sido frecuente por ese mismo concepto de agricultura
general
y la ausencia de los conceptos de agriculturas diferentes. Las
escuelas de formación agraria y ganadera ban sido igualmente uni­
formes cuando. en cada zona debían estar especializadas en las ca­
racterísticas y posibilidades de la zona como hubiera sucedido si
estas escuelas

hubiesen
podido estar influidas por las org,uuzacio­
nes gremiales y cooperativas de cada zona. En la actualidad, inge­
nieros, peritos y capataces tienen en todas partes programas idén­
ticos,
uniformes
y en los que sobran cantidades de materia que a la
zona no interesan, mientras

falta
.profundizad6n sobre
los
problemas
típicos

del Jugar. Para colmo,
Ja Escuela de Ingenieros Agrónomos
estaba

únicamente en un lugar
de tan poca vida agrícola como es
Madrid, cosa e,rplicable. únicamente

porque
estos ingenieros se des­
tinaban
casi exclusivamente a ser funcionarios de la administrad6n
'lue
no

solían salir en su vida de un despacho. La polltica de
mandar
a cada provincia ingenieros que no fuesen de la mlsma provincia
700
Fundaci\363n Speiro

DB LOS TOPICOS A UNA DOCTRJNA DEL CAMPO
sála tenia la finalidad de que esros hombres no se identificasen de­
masiado

con el
luga,: de
su
trabajo y
no perdieran con ello
una toral
sumisión

a la Administración central. El resultado lo hemos pade­
cido
abundantemente en

la falta de
amor y
verdadero interés,
ade­
más de la falta de conocimiento y vinculación al lugar, que los ha
caracceriz.ado. El

campesino ha llegado a entenderse bien con
los
peritos de Extensión .Agraria, porque su humildad y buen espíritu
les ha hecho pisar la tierra y hablar con el hombre del campo, siendo este
departamento de

Extensión y Capacitación Agraria el único que
el campesino acepta
de buen grado, mientras que los ingenieros, en
su mayoría, salvo valiosas excepciones bastante escasas, son hasta
te­
midos por el campo, que suele recibir de sus visitas normalmente
una
exacción más o un tecibo por dietas de desplazamientos.
Los centros de investigación· agraria también actúan a su aire
y con
poco realismo, amén de la poca productividad · del funcionario
que se
pasa el día mirando al reloj. los celos de estas organizaciones
ministeriales hacia
toda investigación particular son culpables de que
muchas investigaciones verdaderamente serias e interesantes hayan
muerto no sólo sin ayuda, sino con la burla del ingeniero de rumo.
Incluso

ingenieros que se
han salido de la norma general han sido
apaleados· por sus compañeros indirectamente
y sus estudios aborta­
dos.

La preocupación financiera del ingeniero para conservar a ul­
tranza la

exclnsiva de
firma de proyectos, no

ha resuelto
tampoco
mucha cosa en este panorama donde el campo, muy necesitado de
técnicos suyos, concluye
encontra_ndo casi
un adversario y, en todo
caso, una persona que
le mira con desprecio en los más altos niveles
técnicos de su profesiÓIL
Las Diputaciones
han hedio esfuerzos en estos terrenos, lauda­
bles, pero por su caracter ya muy oficial, mucho menos efectivas que
si las escuelas hubiesen podido ser patrocinadas y controladas por
las Hermandades y cooperativas.
Un
aspecto importantísimo

está hoy por desarrollar en el terreno
de
las asesorías jurídicas y fiscales, así corno de cuerpos de jurisras
para

derechos agrarios apropiados
a_ cada
zona y lugar. También
se puede decir esto de deseables equipos de municipalistas locales
701
Fundaci\363n Speiro

J. GIL MORENO DE MORA
hoy inexistentes y casi imposibles después de la centralización de la
escuela de administración local cerca de
Madrid.
Agriculturas

diferentes, es una idea de enorme
importancia, que
mientras

no llegue a calar en la mente de
nuestros hombres -de go­
bietno será una carencia vitai de nuestro -campo espafiol, hecho de
esas
agriculturas innumerablemente diferentes, se quiera o
no. No
reconocerlo es
faltar al más elemental realismo.
X. UNA DOCTRINA DEL. CAMPO
(para el oompo y para toda España)
Creo que con todo lo que he dicho, aunque -esté. lejos de habet
agotado

un
tema tan amplio Y-apasionante, puede quedar claro que
es urgente elaborar
una doctrina
del campo
para el campo y para
toda Espafia. Para el campo porque él es el motivo de dicha elabora­
ción
y su fin primero; para toda Espafia po,que toda ella ha de con­
vencerse de sus postulados y porque ella es el fin último de esta
doctrina.
-Es preciso comenzar este cuerpo de doettina con los razonamien­
tos lógicos que muestran la importancia vital que un campo só­
lido, fuette y sano tiene para la vida y el porvenir de toda la
nación,
y que se han de ensefiar a todos los espafiolitos en las
mismas escuelas para que sepan que toda su vida tienen una ver­
dadera obligación de respeto
y solidaridad para con este campo
tan desprestigiado hasta ahora.
-La

siguiente
parte del cuerpo de doettina ha de mostrar el debet
de

justicia y
la deuda que toda Espafia tiene conttaida con el
campo,
la necesidad de diguificarlo, la extinción del '"rústico al­
deano" como prototipo de comedia, y el verdadero alcance de un
"campo· entero" con todos sus valor~.
-
En ambas partes deben ser destruidos definitivamente los mal­
ditos tópicos sobre el campo que tanto le han dañado.
- _ Han

de seguir los puntos' en que se
trate de
ser
saga:,; oon el por­
venir para trazar las grandes líneas previsibles ajustando a ellas
la marcha.
702
Fundaci\363n Speiro

DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA DEL CAMPO
-La idea de Restauración con la descripción de todas las ventajas
que
ella ha de aportar desterrando para siempre !as manidas ideas
de
Refonnas Agrarias.
-La necesidad de la representatividad y de una política realista y
concreta sin otra ideología que el rnismo realismo y el provecho
concreto
de. las cosas del campo, de sus habitantes y de España.
-Las derivaciones de los movimienros asociativos, cooperación e
integración, con rodas sus

consecuencias, exponiendo
la meta de
una simplificación
y autentificación de las otganizaciones para
el fin último de logtar mejotes precios para el productor, en valor
rettibutivo,
y para el consumidot en abaratamiento.
- La descenttalización y el centtamienro en pirárnide como la he­
mos expuesto.
-

El campo
entero, sin disminuirlo pot ningún concepto, y vario
en
las agticulruras múltiples de la realidad.
- La necesaria dependencia y vinculación del Ministerio al campo,
a su representatividad, a su múltiple
y variada realidad.
- La utgencia de un ttabajo
jutídico sobre
derechos locales, sobre el
tema de las sucesiones y sobre el estatuto cooperativista.
- Vinculación de fa investigación a los estamentos campesinos.
- El estudio de una forma más
justa de
contribución
y los posibles
convenios con la Hacienda española.
- Una importante
y urgentísima acción para fijar juventud en el
campo
y para darle el ambiente necesario para que no quiera
abandonarlo.
-La constitución a diferentes escalones de senados consultivos que
permitan recoger
y conservar todas las viejas experiencias y sa­
bidurías de los lugares
y las tierras con sus problemas, para ttans­
mitirlas a las nuevas generaciones.
- La tendencia y planificación de la integtación de cuantas indus­
ttias
y comercio actúen sobre produtos del campo dentto del Mi­
nistetio

de
Agticulrura y de las organizaciones cooperativistas.
- La formación de una asociación Política puramente del campo y
para el campo, desligada de las ideologías.
- La asociación política del campo, en sí misma, sin ideología, pero
con una docttina propia, no impide a sus
componentes actuar
703
Fundaci\363n Speiro

/, GIL MORENO DE MORA
luego en la tendencia que quieran fuera de los problemas esen­
ciaJmenre crunpesinos. La Asociación

política del
campo es nece-­
,rucia
para

un mejor acceso a
las Cortes y para entablar diálogo
con

el
resto de la nación. Su doctrina debe set simple, sin rermi­
nologfas complicadas o técnicas. En el seno de una asociación se
pueden montar grupos de

estudio,
consejo y acción necesarios
para el futuro.
Y después

de
este resumen,
que es lo que a mí se me
ocurre, todo
aquello

que pueda contribuir a restaurar ese
campo sano,
seguro de
vida de
España, que todo español bien nacido no puede menos de
desear.
Firmo y fecho estas páginas aunque no me importa que las tome
como

propias
y las firme, cualquier otra persona de más fuerza e
influencia que yo, porque no
rue mueve
interés
alguno· personal, sino
un profundo deseo de ayudar a encontrar remedio definitivo a los
males terribles que ahora
afligen a

este campo
que tanto amo,

porque
es el cuerpo desangrado de
nuestra tierra, y al que pertenezco por
herencia
lejana y
por voluntad propia.
JERONIMO CERDA BAÑULS
LA SOCIALIZACION
DE LOS NACIMIENTOS
l. La doctrina socialista en sus variantes.
11. La relaci6n peraona-socied~d.
III. El plan. en el socialismo.
IV,_ La_ planificac16n demográfica.
U págs.
704
60 ptas.
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