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Número 151-152

Serie XVI

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Qué somos y cuál es nuestra tarea

Qlffi SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
POR
JUAN V ALLET DE GoriisOLO.
A:! concluir nuestra XV Reunión de amigos de la Qudad Ca­
tólica, inmediata ya la aparición del número 150 de Vecbo, parece
que es momento
oportuno para repensar lo que s/JmOs y cuál es la
1area que hemos asumido como nueswa. Este repensar, en voz alta,
puede setvir a fin de que puedan completat el diseño de esta acción
cultural, en la que les invitamos a colaborar, todos aquellos que por
primera vez asisten ·a una de nuestras reuniones y apenas han to­
mado aún contacto con la labor que tratamos de realizac.
L QUÉ SOMOS.
l. Por nuestra fe.
Somos, ante todo y sobte todo, católicos, apostólicos y romanos.
Creemos, por tanto, en un solo Dios personal, uno y trino, tres
pecsonas en una sola sustancia; y rechazamos toda concepción pan­
teísta en la que Dios se confuoda con el Cosmos en evolución, o
en la que éste ocupe su lugar, o en que ,prometeicamente la -Huma­
nidad tome el puesto central.
Creemos

en
Dios, Padte, creador y señor del cielo y de la· tierra,
y, por ello, creemos en su Divina Providencia que ha trazado su
otden en el universo, e inscrito en él sus ieyes naturales; y no po­
demos admitir que haya quedado lejano, distante, ausente, ni que
baya
delegado totalmente
en
el bombee la carea de acabarlo confor­
me
nuestras propias
ideas, ni
la de
fabticar -como
nuevo
De-
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Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
miurgo-un mundo nuevo y un hombre nuevo, productos de nues­
tra ciencia,

o de
la iucha dialéctica.
Creemos
en Dios
Hijo, engendrado
y no creado, que se
hizo
hombre por obra y gracia del Espíritu Santo -Amor del Padre y
del Hijo-, nacido
de María Virgen -M..cire Divina,

concebida sin
manaba de

pecado
original, que
decimos
Inmaculada porque Dios
puso

en ella
sus complacencias desde el primer

día de
la crea­
ción-; en Cristo Jesús, que fue crucificado, muerto y sepultado,
para redimimos de nuestros
pecados; que nos dejó su mandato de
amor; que, por su propio poder., resucitó entre ios muertos para
abrimos las puertas del cielo, y que ha de venir, el último día, a
juzgar a

los
vivos y

a
los muertos. No creemos, pues, en un Cristo
Omega de
la Evolución, ni en una encarnación en la masa para
operar
el cambio

de
estructuras, ni

en el mito de un Cristo líder
político
y revolucionario, ¡un Cristo guerrillero que activaría dia­
lécticamente

la lucha de clases
hasta traer -con denuncias,

"contes­
taciones" y
subversiones,-el paraíso a esta tierra!
Creemos en el Espíritu Santo, al que pedimos [ru: que nos ayude
a contemplar
la Verdad y aliento para saber difundirla.
Creemos, ron todas sus consecuencias ... , -a pesar del hwno
de Satanás que, a veces, nos la enmascara u oculta-en nuestra
M..clre la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, en cuya fe se
forjó España en
cruzada de reconquista y se expandió por el mundo
en

obra misionera, en una unidad
religiosa que
ha
sido nuestro
mayor

bien durante varios
sigloo.
Creemos

en
la comunión de los santos.
Creemos en
el perdón de nuestros pecados, que humildemente
confesa:roos, cada uno persona:lm.ente; creemos en 1a resurrección de
la carne y en la vida perdurable, que -con. ayuda de la gracia que
Dios
sobreañadió a

nuestra naturaleza sin alterarla, y con la
me­
diación de su Madre Santa María-debemos ganar en esta tierra,
en
'la que sólo somos peregrinoo en tránsito. Creencia de que no
queremos de,tJtieru,mo,, ¡,ara no perder nuestra mejor esperanzo,
sabiendo

que sin ella inmediatamente nos
aUemrúmw, a las cosas
de este
mundo, en pos de una falsa redención acá abajo, tantas veces
prometida
y que nunca llegará por ese camino equivocado.
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QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAlUlA
2. Por nueotra espooífiea labor de "caridad política".
Tomamos como punto de partida la meditación del principio y
f"""-o de los ejercicios de San Ignacio de Loydla.
"El hombre es creado para alabar, honrar y servir a Dios, Nues·
tro
Señor,
y por este medio sa1var su alma. Y las otras cosas que
existen
sdbre la

tierra
han sido creadas a causa del hombre y para
ayudarle en la
consecución del fin que [e fue seña1ado por Dios
al
crearlo. De

donde
se sigue que

debe usar de
ellas en tanto le
conduzcan a su fin y apartarse de ellas en tanto le aparten".
Por
eso, todo lo debemos ordenar a dicho fin, usando de las
cosas en t""1o nos conduzcan, mas no en tanto nos a-parten, de él.
La religión no está ordenada primariamente al logro, aquí, de
un mundo mejor,
sino a la mayor honra y se:tvicio de Dios.
Recordemos
las palabras de Jesús: '"buscad prime,o et reino de
Dios, y su justicia, y tok las demás cosas se os darán por añadi­
dura" (Mateo, VI, 33).
Pero, haciéndoio
así todos, cada uno en nuestra misión y en
nuestra
función, lograríamos que también nuestro

mundo
fuese me­
jor, con el buen uso de nuestra libettad, en justicia y catidad.
Y he ahí nuestra tarea: una . tarea que decimos de c lúica.
La expresión no es nuestra. Podemos hallatla ya, y debemos
meditarla,

releyendo en el Mensaje que
Pío XI

di_rigió en
didembr:e
de 1927 a la Federación Universitaria Italiana, cuando. refiriéndose
a los jóvenes que,
"después de hábe,se entregado a estudios sobre
este tema
[ el terna de éste es

el título de un artículo, publicado en
«Acción Española», de
nuestro

aroigo Eugenio Vegas
Latapie-, llegan a establecer ellos
mismos
las bases de la buena, de la verdadera, de la grat¡ política",
explicó: "Obrando así comprende,Jn y realizarán· uno de los ,n,i,
grandes deberes cristianos, pues cuanto mJs vasto
e import""1e es
el ctlmfJo en el cual, se puede trabajar, mJs imp61'ioso es el deber.
Y tal es el terreno de la po/ltica que mira los inte,eses de toda la
sociedad entera, y que a este respecto es et campo de la más. vasta
caridad,
de la caridad poUtica, del que se puede decir que ningún
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
otro le es superior, salvo el de la Religión. Bajo este aspecto es como
los
cat6/icos y la Iglesia debffl conside,,,,. la pollticd'.
Esa caridnd política debe comenzar, sin duda, por el prójimo
más
próximo, en
el espacio y en el tiempo. Es decir, en nuestra
patria y

con nuestros
compatrioras actuales, colaborando en la de­
fensa
de ese "bien común" temporal que tan mal es comprendido
hoy.
Tarea para 1a cual -<:orno ha :teeotdado Jean Ousset en la
clausura del Congreso de Lausanne de este
mismo año--, es

preciso
suscitar y formar unos cuadros políticos y sociales de hombres, su­
ficientemente numerosos, jque sean eficaces!; y es imprescindible uti­
lizar todos los medios naturales que sean necesarios pata lograr el
éxito en esa labor. Como él mismo nos recordó, a este efecto, "in­
cluso en las acciones que han presentado un más marcado sello de
intervención divina, como
por ejemplo las de Santa Juana de Arco,
maravilla la sabiduría, 1a prudencia, la habilidad con que han sido
realizadas
en el mero aspecto buena y sencillamente NATURAL".
Precisamente Pío XII, en su discurso conmem.Olativo de la Re­
'""' Novarum de_ 1 de junio de .1941, decía: "No os dejéis inducir
a error por los fabricantes de teorías falsas o
malsanas, tristes co­
rrientes que conducen no al. acrecentamiento, sino a la degradación
de
la vida religiosa;
teorías que
pretenden que,
perteneciendo la
re­
dención
al orden de la gracia sobrenatural y siendo, por tanto, ex­
clusiva de Dios, no necesita de nuestra cooperación en este mundo
( ... ). Como si el primer efecto de la gracia no fuese el de sostener
nuestros
esfuerz.os sinceros pata cumplir
cada día los mandamientos
de Dios, como individuos y como miembros de
la sociedad. ¡Cómo
si después de dos
mi1 · años

no viviese y no perseverase en el alma
de
la Iglesia el sentimiento de la responsabilidad colectiva de todos
pata todos,
ese sentimiento que ha
empujado y
empuja todavía
las
almas
al heroísmo caritativo de los monjes agricultores, de los li­
bertadores de
esclavos, de
los que
cuidan a enfermos, de los men­
sajeros
de la fe, de 1a civilización y de la ciencia, a ,todas las genera­
ciones y a todos
Ios pueblos, con vistas a ere"' condiciones sociales
ct>paces de hacer po,ible
y fácil a todos una 11ida digna de hombre
y· de cristiano''.
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QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
3. Por nuestras conviccionee naturalee.
Nuestras convicciones están fundadas en la fiJosofú, del, sentido
común, la filosofía perenne de Santo Tomás de Aquino, en la me­
tafísica que
sitúa al

hombre en
el orden de la naturaleza: en su re­
lación con Dios, con
el mundo

que le rodea
y con sus semejantes.
a) Sabemos que dimanamos de Dios y que estamos integrados
de
cuerpo -matetía-y de alma ~píritu inmortal-.

Esta con­
sideración nos

aleja
tanto de

un
angelismo desencarnado como de
cualquier materialismo, sea éste un hedonismo individualista o un
tipo u otro de colectivismo, o socialismo.
En el orden de la creación, el hombre -.alido de las manos de
Dios
y dotado de rm.ón y de libertad-es el ser más perfecto de
este mundo, tal como lo confirma el Gén,esis cuando ,refier_e que
Dios confirió a Adán el reinado sobre la naturaleza. Ocupamos,
pues,
en ella un lugar
central; peto
su orden nos
ttansciende. Dotados
de
libertad y de inteligencia, como anima:les racionales, somos no
sólo objetos de este orden sino también sujetos, en función de cau­
sas
segundas
de su causa primera, es decir, de Dios con su Pro­
videncia. Por eso, nuestra
libertad debe actuar de

un modo con­
forme al orden
natural, ínsito por

el Creador en
su obra; pues, de
io

contrario,
seremos causa del

desorden que dentro del orden
gene­
ral

se originará
y que deberemos sufrir, pagándolo con creces -como
tan reiteradamente estamos viéndolo-.
La

experiencia nos
muestra algo de lo que el dogma del pecado
original nos da la
eioplicación. Los hombres:
- No somos, como otrora afirmara Rousseau, seres "natural­
mente buenos" aunque oprimidos por el pecado social, producto de
las instituciones o estructuras opresoras, humanamente redimible por
el "cambio de estructuras", nuevo mito proclamado por los progre­
sistas; ni estamos dotados de un "pensamiento angélico"- como pr-e­
supone el iderlismo cartesiano.
- Pero
tampoco estamos, como afirmó Lutero, tarados total­
mente

por
el pecado original, hasta el punto de haberse deteriorado
nuestra
razón, dejándola
impotente
para conocer
los primeros
prin•

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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
cipios y toda especulación metafísica, e incapacitándonos incluso
para cooperar a nuestra salvación eterna con nuestras obras caren­
tes, según él, de todo valor salvífa:o, aunque estimara que nuestta
razón no

está inhabilitada
para los quehaceres prácticos, en los que
nuesttas obras pueden resultar inmensamente buenas
para la vida
presente en el terreno de
la ciencia y de la economía, en una antítesis
que
expl.icitó el mismo Lutero y tan graves consecuencias prácticas
ha originado.
Puesto que dependemos del Ser por el que somos, del Absoluto,
de Dios, y si
es1WnOS dotados por :m de razón para participar, aunque
sea
imperfectamente, del

dictamen de su
razón divina,
no sólo en
el orden práctico sino también en el especulativo
y, además, hemos
recibido su auxilio con la
Revelación, consiguientemente
debemos
rechazar y
RECHAZAMOS:
- el liberalismo, en cualquiera de sus grados, tanto refugiado
en un
naturalirma, negador · de la Revelación, como si no admite
más guía que
las palabras de ésta, pero negando el orden natural
cerrándose en un mero nominalismo; y también circunscrito, política­
mente, en un laicismo que relega rodas las creencias religiosas a
la vida privada de cada uno;
- el irmumentismo, de nuestra ratón individual o de la "razón
de Estado", respecto del orden de la creación: natural o revelado;
- el
positivismo jurúüeo, que niega la existencia de un derecho
1Mtural al que deba subordinarse todo el derecho humano, ya sea
éste obra de un solo hombre
-el Príncipe--,
o de un
grupo o de
todo el

pueblo;
y, por

ello, tanto negamos el principio
quod Príncipi
placuít legis habet 11igorem, como rechazamos el dogma democrático
que sitúa el fundamento de la ley en la opinión pública y su vigor
en
la voluntad del pueblo.
b) Sabemos que eJ hombre no sólo es animal racional, sino
también
social o politico. Aun cuando susttmcíalmente somos hom­
bres aún fuera de
la sociedad, y aunque ontológicamente somos
incomunicables, operacional.mente precisamos de la convivencia y
necesitamos organizamos en sociedad a fin de llevar una vida dig­
na de nuestra rondición, no sólo para atender a las necesidades bio-
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QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
lógicas sino también a las del espíritu. De ahí que la sociedad
tenga por fin común cl bien común.
Es decir, tal romo explicó Santo Tomás de Aquino, la sociedad
no se otdena por co1flll1#Cación genérica o específica, sino por ,o­
mtmÍcaci6n de fin, lo que excluye a la vez:
- cwdquier concepción ~sta, asocial o antisocial; y,
-toda concepción totalitaria, que haga del Estado un todo uní-
voco en el cua:l 1a persona hwnana se convierta en un número.
Así, el bien común tiene como fin intrínseco -como el Aquina­
tense expuso

en
De regimine Principwn (cap. XV)-que los com­
ponentes de la comunidad
política lleven

juntos "una vida buena
que
aisladamente no podrían conseguir", siendo el fin últ/111-0 "vivit
según la virtud", lo cual requiere el logro de la paz, la conoordia de
los
ciudadanos, la
seguridad política y social y la tranquila convi­
vencia en el orden; 'Y, como fact01' instrumenta/, y secfltllddrio-, la su­
ficiencia de bienes materiales.
Por eso rechazarnos todo materialismo y, en concreto, el econo­
mismo, que olvida que, en primer lugar, la finalidad del bien común
es facilitar a todos el logro de
ser mejores y, sólo en segundo lug¡,.r,
el

de
tener más bienes.
También de esta concepción dimana
que las
partes no deben
subordinarse en todo a la comunidad, sino en lo
referente al fin
común
determinante del bien común. Lo que implica una esfera
inalienable,

a la
que es inherente la

propiedad
y la empresa privadas,
que también son requeridas por el bien
común, para el desenvolvi­
miento de la iniciativa humana, asuiniendo los propios riesgos con
responsabilidad petsonal.
Por eso rechazamos el comunismo, en cualquiera. de sus formu­
laciones, impuesto por el Estado o por cualquier otro ente, y todo
sociaü.rmo, naciona/,..saoía/,ismo o, incluso, socUJ/dem,Qcrado, que hagan
del hombre un "administrado" y un "asegurado"., sin iniciativa ni
más
responsabilidad que fa sumisión a las obligaciones impuestas
por la Administración del Estado y por el Fisco.
Sabemos que la sociabilidad humana une
setes desiguales
en sus
accidentes -hombre y mujer; ancianos, adultos y niños; etc.-aun­
que
sean iguales en su esencia; y, por eso, rechazamos tanto el ig11w
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JUAN VALLET DE GOYTISOLO
litarismo uni-formante, como el racismo y el clasismo, que convierten
en castas cerradas ciertos grupos humanos o excluyen a algunos que
son
injustamente considerados
como malditos o inferiores.
Y negamos que la sociedad agrupe los hombres en
un único
grado y en un solo todo, formando con ellos una masa amorfa de
individuos,
pues sabemoo que la sociabilidad se desarrolla ascenden­
temente en una sociedad de sociedades, naturales y escalonadas, o
cuerpos intermedios, que el hombre, apoyado en su instinto social
y ayudado por la raz6n práctica -no por su razón abstracta, desen­
carnada y utópica-, va entretejiendo y en los que se va integrando,
hasta coronar la sociedad política, que viene a completar todas las
demás, sin absorberlas.
Por

eso, proclamamos
la libertad civil de la persona individual
y de la familia, en su propia esfera y
el principio de subsidiariedd,
definido

en la
Encíclica Qudragesimo anno, por Pío XI, y reiterado
e,cpresamente, por

Juan XXIII, en las
Mater et Magistra y Pacem
in
terris --que lo refirió también ai ámbito internacional-: .. gra­
vlsimo principio inamovible e inmutable'', en

virtud del
cual .. no es
licito": '' quitar a los individuo, y dar a la comunidad lo que ellos
pueden realizar
con su propio esfuerzo e industria .. , ni .. tampoco e,
¡usto, constituyendo un grave per¡,dcio o perturbtJoi6n del recto
orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas
pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más
,levada,
Y" que toda tJCci6n de la sociedad, por su propitJ fuerza y
naturaleza, debe prestar tfyuda a los miembros del cuerpo social,
pero
no

destruirlos
y absorberlos".
Reiteramos, pues, nuestro rechazo de todo
totalitarismo que
pon­
ga en manos del Estado
,todos los poderes sociales, que confunda y
absorba en
el poder político: el poder económico y el poder cultural
y, con ellos, el absoluto dominio estaád de la economltJ, de la ense­
ñanza
y

de los
medios de comunicación, denegando

así toda parti­
cipación activa
y responsoble a la persona individual, a la familia
y demás cuerpos sociales intermedios.
"Cuando ese mismo aparato ---Jha escrito recientemente el Pro­
fesor Pierre Chaunu-detenta la · producción, los intercambios, la
fuerza coactiva
del Estado, el poder de enseñar y el de informar,
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Fundaci\363n Speiro

QUE SOMOS Y CUAL F.S NUESTRA TAREA
solo y sin posibilidad de concurrencia, pese a todas sus buenas inten­
ciones de
las que
el infierno está repleto, sea
cual fuere el genio
del pueblo, el navío encalla siempre en
algún archipiélago de Gu­
lag",
El Estado
ha · de procurar que se mantenga la salud social o pro­
mover su recuperación, estimulando la actividad de los cuerpos
sociales, con medidas profilácticas o terapeúticas si fuera preciso;
pero evitando producir mutilaciones
quirúrgicas sólo

suplidas con
medios protésicos, ortopédicos, que sustituyen el tejido biológico por
aparatos mecánicos de impulsión
centra:!. Ante

una enfermedad
so­
cial -que debe superarse con los medios curativos precisos, y sólo
en caso extremo quirúrgicamente- es misión del Estado ayudar a
que el cuerpo social recupere su salud, sin
sustituir su

vida propia
por una intervención
permanente, que

Je
suplante con

una
tu<' de su administración.
e) Sabemos que todos los hombres somos seres históricos, en el
sentido de que cada uno de nosotros nace, vive
y muere, ocupando
en el tiempo un momento dado de la historia, que descendemos
ge­
néticamente de un encadenamiento de generaciones; y que, de ellas,
no sólo hemos recibido la vida biológica, sino una variadísima he­
rencia con todo su activo
y también su pasivo. Por eso, lo que se
denomina "determinismo de
la historia", como nos dice el última­
mente citado profesor de historia cuantitativa de la Sorbona, no es
sino "fruto del uso que el hombre ha hecho de
su libertad"; es,

si
se prefiere expresarlo
así, "el

juego de
la herencia y de la acumula­
ción" de los actos de
nuestros antepasados, pues

"nada del
más pe­
queño de nuestros actos se pierde, nada se pierde para nosotros y
para todos nuestros descendientes. Si los "padres han comido uvas
verdes,

los hijos
han tenido !os dientes picados". Todos nosotros
somos herederos, herederos destinados a
tran.omitit la herencia". Por
eso, "el hombre nace deudor"
--como dijo

Maurtas-. El activo
recibido en
depósito -.sigue Chaunu-

"es enorme, prodigioso, casi
aplastante, para

quienes tienen el fantástico
privNegio de haber na­
cido

en el siglo
XX, en la parre del mundo más directamente favo­
recida,
más inmediatamente privilegiada por el descubrimiento ocu­
rrido una vez, en el Creciente Fénil, en ios confines de los ríos, del
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
desierro y del Mar Mediterráneo". Cierto que: "aceptamos más fá­
cilmente el activo que el pasivo"'; "llegamos incluso a no percibir
el activo en nuestra actitud de rechazar el pasivo" ... El profesor
nos invita a que recordemos las palabras de Y ahveh, al ordenar su
primer mandamiento
(Exodo, 20, 5 y 6): "Yo Yahvcll, tu Dios, soy
un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los
padtes sobre
los
hijos hasta
'la tercera y cuarta generación, respecto a quienes me
odian; y, en cambio, uso la misericordia hasta la mi'lésima, con quie­
nes

me aman y
guardan mis roandamienros".
Porque estamos dotados de libertad, los hombres somos bastante
más que un producto de la historia, juguetes de su movimiento y
sometidos al juego dialéctico hegeliano, que produce la forzosa iden­
tidad de lo

racional
y lo rea[, o el de la dialéctica del matrimonio
histórico
Por eso, rechazamos todo determinismo hist6rico, todo histori­
Clsmo inmanentista y, con él, tanto más, el materiaüsmo histórico,
y nos negamos a aceptar, por mucho que se repita hoy, que el de­
recho deba someterse a los hechos.
Pero tampOCO noo consideramos setes ahistóricos, tratables jurí­
dicamente como entes ideales
y abstractos.
No. El hombre tiene una doble dimensión: de
ser histórico peto
también de ser dotado de libertad y racionalidad, que le permite
sobreponerse a la historia
y aun guiarla al precio de no desconocerla
ni olvidar el orden de la
naturaleza que
la transciende.
No podemos salirnos
fuera de

ella, ni
rechazar irresponsablemen­
te su herencia, ni tampoco detenerla, pararla y dejarla inmóvil, ni
aceptar esa herencia sólo a beneficio de inventario para gozar có­
moda, egoísta, perezosa y regalonamente de los privilegios con que
nos favorece.
Por eso,
rechazamos, a 1a par, tanto la 1'evoluci-ón como el con­
servadurismo y proclamamos la absoluta necesidad de la tradic,ón.
Ciertamente,

como
hiro notar Vázquez de

Mella:
"El primer
invento
ha sido el primer progreso; y el primer progreso, al trans­
mitirse a los demás, ha sido
la prlmera tradición que empezaba. La
tradición
es
el efecto del progreso; pero como lo comunica, es decir,
lo conserva
y lo propaga, ella misma es progreso social. El progreso
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QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
individua:! no llega a ser social si la tradición no lo recoge en sus
brazos".
Por eso, como han rerordado Francisco Elías de Tejada, Rafael
Gambra y Francisco Puy, "no existe progreso sin tradición ni hay
tradición sin progreso. Progresar es -naturalmente-cambiar algo;
y es . moralmente mejorar algo. Ese «algo» es el contenido de la
tradición heredada. Faltando éste, que es la materia a reformar,
el progreso resultaría imposible, ya que
carecería de algo sobre
lo
cu•l ejercer sus cambios y sus mejoras----. Igualmente una tradición
inmutable sería

una cosa
muerta, arqueológica, petrificada"

. . . "Si
los hombres no transmitieran la tradición recibida adnsándole
sus
personales improntas, la tradición sería un cadáver ... ".
Nos decía, en Porta del Mar, nuestro llorado maestro Sciacca, que
la tradición ''conserva renovando y renueva conservando" y, "romo
tal, es por esencia, progreso, movimiento, renovación". Y aún pre­
cisaba: "Tanto
para el conservadurismo como para la revolución, la dis­
criminación o
del porvenir o de'! pasado

viene dada por
el presen­
te.
Para el conservadurismo, el presente,

que
debe conservarse tal
cual, discrimina el porvenir, presagio de calamidades; para la re­
volución el
presente discrimina el pasado detestable y está cargado
de

las mejores renovaciones; de ellas es
juez de paz y de ellas es el
origen. Los dos acaban por negar el pasado o el porvenir, y con ello
también
el presente y además la
historia".
d) Fin,:lmente, sentimos y sabemos que somos unos seres que
vivimos inme1"sos en un mundo real, del que formamos P,t1rte activa,
influyendo parcialmente en que sea como es; pero del cual, también,
no sólo nos alimentamos materialmente sino además intelectual·
mente.
Nuestros padres, ha dicho el profesor Marce! de Corte: "Seme­
jantes a
árbdles vigorosos,
hundían sus
raíoo; en fa tierra fecunda
de
lo real, donde buscruban su alimento"' ... "Sus raíces abso,:,bían los
jugos nutricios de
la tierra. La clorofila del árbol humano bebía la
luz del cielo. Un pacto tácito nupcia:l se bahía sellado entre e'! hom­
bre y el universo".
Dios creado, y el 01YÍen imito en su obra, en la naturaleza, nos
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
trascienden hoy como ayer. Fuera de la Revelación directa, no te­
nemos más fuente de conocimiento que ese mismo universo del que
formamos parte. Y, para obtenerlos, nuestra mente dispone de dos
caminos:
Uno en el que captamos en la realidad de las cosas, los primeros
principios te6ricos
o especulatwos, por la facultad intelectiva auxi­
liada por el hábito llamado
imelectus principiorum, que nos permite
conocer el
ser y la verdad, que no es sino la adecuaci6n de la cosa y
el entendimiento; y por el cmrl, partiendo de ese conocimiento de
lo verdadero, también captamos (constituyendo el hábito natural de la
sindéresis) los primeros principios de la raz6n práctica u opera­
twa, que nos permiten juzgar lo buena y lo malo.
Si fuésemos ángeles esto nos bastaría. Pero como no lo somos
debemos descender hasta los
jmcios prudenciales, del singular, bien
compulsados
y completados por la inducción; y así, del conocimiento
de
hechos y cosas singulares, ascendemos a lo unwersal y nos eleva­
mos
de los efectos a las causas, enlazando con los principios teóricos
y

prácticos de nuestra
razón.
Ambos caminos deben

complementarse. Pero cuanto mayor
sea
la

corrupción
moral y mentai de
los hombres, más necesario será
recorrer humildemente ia segunda vía, ayudándonos unos a otros,
para conocer dónde están la ver-dad y el bien, e incluso, para conver­
tirnos,
Pero, como nuestro mundo es dinámico y la vida se desenvuelve
en el tiempo, nuestro conocimiento de él sólo es alcanzado en la me­
dida
del transcurrir de

la historia y
gracias a la tradición, con su
depósito de experiencias vivas y de juicios consecuentes. Por
el tes­
timonio de la historia, extrayendo su caudal de
experiencias y
re­
lacionando efectos y causas
--el scire per causas de Vicer-, pode­
mos comprobar cómo los hombres y
las sociedades siguen a veces
buenos caminos y, otras veces, toman malos derroteros con su con­
ducta e incluso con instituciones corruptoras, que llevan a la catás­
trofe. Depende de que, como causas segundas, seamos fieles al orden
de
la creación; pues, de no serlo, pasamos por el castigo del des­
orden,
hasta que la providencia nos hace retomar a la vetdadera vía,
recomenzándola desde más abajo o, incluso, desde el principio.
40
Fundaci\363n Speiro

QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
Así, formamos parte, como objetos pero también como sujet0s,
del orden de la
naturaleza que
progresa con
nuestra imeracción so­
cial, que nos hace participar a tOdos en y de las conquistas y rea­
lizaciones.
Negarnos, pues, que sea fuente de progreso la dialéctica, que no
es sino el efect0 dimanente de un desorden por la realización que
éste provoca, originándose otro desorden de signo contrario, ¡ tal vez
mayor , .. !
Y
rechazamos, también,
la perspectiva moderna que,
desde Des­
cartes, ha escindido nuestra visión del universo, al separar:
-de una parte, la res cog#ans, el mundo del pensamientO sin
contacta con

las
cosas, que así --como explicó Vico- perjudica
el ingenio,

rebaja la fantasía y destruye
el entendimient0, y que al
razonar more geometrico, deductivamente, mediante "largas cade­
nas de razonamientos" que arrancan del cogita ergo sum, se olvida de
que éste sólo expresa conciencia pero no ciencia de las causas del
pensamient0 ni
del modo

como éste se forma; es decir, no prueba
ni puede probar el

conocimient0 verdadero de ese .pretendido
primum
verum, a cambio del cual prescinde de tOdo lo verosímil y desecha cl
sentido común,·
-de otra parte, la res extensa, la naturaleza. reducida a mero
objeto de cálculo y de manipulación, sólo integrada por las cosas ma­
teriales entre las que son incluidas las sociedades humanas y, tam­
bién,
parcialmente, los

hombres en tanto no somos
pensamiento ope­
rativamente determinante; y, además, mutilada de todo 1o ct«ditatwo,
despojada de sus causas finales y formales -las v/rgenes esté,./es
inc,paces
de d<1r a luz, como las calificó Bacon-, sometkú, el mé­
todo experimental y operativo, que --.según reconoce hoy el cien­
dfico Gerhard Frey-emplea algo así como "unas gafas" que úni­
camente permiten conocer lo que es ·~matemáticamente exptesable",
y cuyo empleo "constituye una. decisión normativa, un acto de vo­
luntad, con el cual yo altero el universo".
He ahí
desctitO un idealismo, operativo pero desencarnado, que
se ha despegado del conocimiento pleno de
la realidad ohjetiva, aun­
que
se lanza en pioado sobre ella para explotarla y pata cambiarla;
que se ha

despotenciado al prescindir de la
verdad en busca de lo
41
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
útil -a>mo recordaba Sciacca-, y así la razón anda "hr,pazita",
enloquecida, da lugar a la mt=perancia del espíritu, de la cual
Gobriel
de

Armas
-jcuánto dolor

nos produce no verle aquí físi­
camente,, detrás de esta mesa, no oirle ahora embelesándonos con la
verdad, La poesía y la música de su palabra!, aunque, j su espíritu. sí
sigue aquí, viéndonos desde el cielo!;
jestá con

nosotros!-, nuestro
amigo Gabriel nos dejó escrito, con su pulcra letra, en sus últimas
cuartillas,

que hoy: "La verdad objetiva
y sus valores no son objeto
de investigación porque no interesan": "El orgullo
intelecrual ha
accedido a las más altas cimas de idiotez y nos está alimentando de
falacias".
Pero fa gravedad se acentúa porque ese racionalismo dirige un
operacionaUsmo cientista, cuantificador. Asumido por el Estado, que
es llamado
"de razón'',
éste se convierte en "un artefacto instru­
mental", en "un vasto y complejo mecanismo utilitario", que trata
de
"racionalizar" todo,
siguiendo un
a p,riori tecnológico, que -como
ha reconocido Marcuse---es un a priori político "en la medida en
que la transformación de la naturaleza comporta la
del hombre""

y
porque "las creaciones
hechas por el hombre provieaeo de un con­
junto social al que retornan"'. Así, según Hegel, todo cuanto el Estado,
que asume la Razón, hace real, al imponerlo resulta "racional"; pero
de este
mcxlo esa

"Razón"
--como observó
nuestro llorado Sciacca­
vieoe a
ser -según se dijo

de la unidad indiferenciada de Schelling­
lla "noche negra donde todas las vacas son negras": "Todo se hunde
en la
Razón, todo

es reabsorbido por ella y todo se pierde
en ella'".
No

podemos, pues, admitir el
idealismo frlosófico -<¡ue las
"sociétés
de pensée"

llevaron a
la política-, ni el racionalisnw,
ni la asunción de la "1'azón" por el Estado, que así se hace totali­
tflrio, con el fin de reaiizar centralmente su pretendida raci-Onaliza­
ción socia/., mediante la tecno-cracia y con la consecuente niasifica­
ción del pueblo, convertido -según palabras de Pío XII-"en
multitud amorfa", que

"es de por sí inerte", que "s6lo puede ser
movida
desde fuera" y es "fádl. juguete en manos de cualquiera que
explote sus instintos
y sus pasiones". Esas masas que -según lee­
mos en
La rebelión de las masa.r-"se dejan arrastrar por la más
42
Fundaci\363n Speiro

QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
ligera corriente", sin ninguna resistencia "a los superficiales torbe­
llinos que se .forman, en · arte o -en ideas, o en política, o en los usos
sociales", que sufren el des,,,,-aigo de su destino, "con mu fermedad
más maligna

que aqueja a
las sociedades humanas", en pa­
labras
de

Simone Weil.
Ese cambio de
perspectjva hace

del Hombre, en
abstracto, el
Demiurgo,

y
del Estado,

en concreto, el Leviatán que
ocupa el
lugar
de Dios. En eso consiste
la Revolución

-filosófica, jurídica, políti­
ca y social- que se gestó en la subversión que ahora se contiriúa
desde el poder, que trata de derrocar cuanto sea expresión del orden
natural y cristiano, en aras de la construcción de un mundo nuevo,
antropocéntrico y tecnocráticamente racionalizado.
No es de extrañar, pues, que por boca de Maurice 11horez, los
comunistas,
a.firmándose "discípulos

de Marx y Engels, de Lenin y
de Stalin", se hayan proclamado "los auténticos herederos y continua­
dores del pensamiento revolucionario de los materialistas franceses del siglo
XVIII, de los grandes enciclopedistas, a su vez hijos espiri­
tuales
de este otro
filósofo francés
Descartes ... ".
Pero no sólo los comunistas son revolucionarios.
Recordemos las palabras de Albert de Mun, que tantas veces han
figurado en la contraportada de
Verbo: "La revolución es una doc­
trina que pretende
fundar la sociedad en la voluntad del hombre, en
lugar de fundarla en
la voluntad de Dios". "Se manifiesta por un
sistema social,
po'lítico y económico brotado de. los cerebros de los
filósofos, sin la inquietnd de la tradición y caracterizado por la ne­
gación de Dios en la sociedad
púlJ!ica. Es

ahí donde está la revolu­
ción
y donde hace falta atacarla".
Por eso, somos conPrarrevolucionarios, en tanto ]a contrarrevo~
lución

--como dice
el Maistre--"no es una revoluci6n en con­
trario" sino "lo con-trario de la r-evoluci6n".
"La contrarrevolución es el principio contrario; es la doctrina que
hace apoyar la sociedad en la ley cristiana".
"La revolución ---escribió Jean Madiran- procede y
progresa
deshaciendo

los
lazos sociales naturales. La contrarrevolución consis­
te en tejerlos incansablemente". "Luchar contra la revdl.ución -in­
siste Michel Creuzet- es hacer lo contrario que Ia revollución. Es
Fundaci\363n Speiro

/DAN V ALLET DE GOYTISOLO
construir en lugar de destruir. Es seguir humildemente el orden de
las cosas, no para ,encerrarse en un confusionismo sin salida, sino
para dotar a los hombres de los marcos más favorables para la ex­
pansión de la vida social".
En
el plano de lo más concreto, puede consistir, como ha advertido
Michel de Penfentenyo, en "detraer
las discusiones, desde las ideo­
logías desencarnadas, al terreno
firme de las realidades humanas",
pues mientras el campo en que se mueven aquéllas "es el de las opo­
siciones dialécticas, propicias a las técnicas subversivas", el terreno
de ,las realidades humanas "es propicio a las convergencias de inte­
reses y al entendimiento", pues "las comperencias y las responsa­
bilidades se hallan más
próximas a esas realidades".
Es preciso restaurar el tejido social formado por "miles de gen­
tes,
encargadas de tareas diversas,

ocupando cargos desiguales, con
deberes diferentes, consistiendo la plena
salud social -como nos de­
cía Jean

Ousset en el discurso inaugural de nuestra VIII Reunión­
"'precisamente en esa multiplicidad de funciones
y cargos, ya que es
mutilar lo real
(¡reemplazar las ;piernas por muletas!), violentar
las
flexibles disposiciones de esta geografía social
para imponer el pla­
nismo de una
agrupación artificial

... ". Y, en esta restauración,
ha
de incluirse también la capacidad de todo el cuerpo social, para
captar, formu[ar y vivir consuemdinariamente en su correspondiente
esfera, un derecho conformado al orden de las cosas.
Si este orden es dinámico, si
1a sociedad requiere vitalidad pro­
pia, su vida jurídica natural ha
,de adecuarse
a
las realidades
histó­
ricas concretas.

El
orden natural,

sin olvidar la luz de sus principios,
ha de captarse a medida que se vive, adaptado a cada nivel, por los
órganos sociales adecuados
y a través de sus elites naturales. ¡ No hay
otro camino!
II. CuÁL ES NUESTRA TAREA.
Nuestra tarea no es una acción política· concreta. Consiste, como
la de nuestras maestros y amigos del O/fice, en realizar una labor
auxiliar,
lo más profunda posible, para la restauración del tejido so­
ciai y político, en todos sus niveles, desde la misma raíz y base.
44
Fundaci\363n Speiro

QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
a) F ornuroión de unas élites.
Es preciso, para ello, comenzar por la formación de unas élites
que sean capaces
de actuar en aquellos medios más estrechamente
entreligados

con
la naturaleza de las cosas, para reconstruir, a partir
de ahí, la sociedad desde sus cimientos naturales y cristianos.
Michel de

Penfentenyo, en
el último Congreso de Lausanne, re­
cordaba

que "nada eficaz, nada duradero, se ha
hecho jamás en la
historia sin un pequeño número de elementos-motores, sobre todo
cuando se trata de hacer frente a una crisis de civilización
tan ge­
neralizada". Recordemos, como ejemplos,
la acción de las grandes Ordenes
monásticas medievales:

Cluny, Citeaux; de las Ordenes
de C1tballe­
ría,

"crisoles
ardientes de

donde salió el pequeño número de hombres
que
trltllSformaron Europa".

Pensamos en la,
más próxima cronoló­
gicamente
y al servicio de
la subversión, obra de la francmasonería
que en el siglo
XVIII formó en sus logiM a quienes llegarían a ser
los

jefes revolucionarios de Europa. Y en
la política de Lenin de for­
·ma¡:ión de

los cuadros dirigentes de su acción, tal como sin solución
de continuidad sigue haciendo el
Partido con

gran eficacia, en
las
redes de sus células, en sus escuelas elementales -nacionales e in­
ternacionales-.
Añadamos, aún, que, si para Lenin la meta consistía en la con­
quista del
Estado, hoy después de Gramsci, cerebro creador del euro­
comunismo, el primer objetivo
lo constituye la sociedad civil en su
ámbito propiamente ideético
y cultural. Y MÍ. estamos viendo cómo,
en Europa Occidental, los
marxistas van

logrando la conquista de
cá­
tedras
universitarias y de enseñanza media, la dirección de colegios
profesionales, el dominio de medios
de difusión cultural, editoriales,
revistas, diarios, empresas cinematográficas, radio, televisión ...
¿C6mo foMIUW esas élites?
A toda acción le debe preceder la oportuna contemplación, que
consiste en "pararse a ver", como nos explicaba Sdacca, en la aper­
tura de nuestra XI Reunión.
45
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLBT DE GOYTISOW
Es precisa -como había dicho Jean Ousset en la clausura del
IV Congreso de Lausanne--una formación "doctrinal seria: para te­
ner un justo sentido de lo humano"; para volver a encontrar ... la
"significación del

hombre", la "significación del mundo" ... "Lo que
responde el

hombre cuando se
le pregunta qué hace sobre la tie-
rra" ...
"Formación doctrinal seria para ver a lo largo y a lo ancho, en
grande ... ".
si ¡formación doctrinai! Precisamente en el número 145-146 de
V erb 1 de
mano de

1936, escrita
por nuestro amigo y rnaesrro Eugenio
Vegas Latapie,
y que había sido ya reproducido en la Antología de
Acci61' Española,
publicada en Burgos en 1937. Este editorial, titu­
lado
"La causa del mal", lb.ay conserva tanta o más actualidad que
cuando fue escrita.
Esa causa del mal, que Eugenio denunciaba
crudamente, sigue existiendo,
tal vez acrecentada. Su pluma, en sus
párrafos finales, penetra como un

bisturí en el mal que llevamos
enquistado, mostrándnlo con estas
pal~bras:
"El

desconocimiento de las verdades polfticas
y sociales por par­
te

de
las clases directoras durante cerca de dos siglos ha sido la causa
de que el
mal, inrroducido por 1os ministros de Carlos llI, creciese
y se propagase, haciendo estériles todos los esfuerzos en contra.tia
hasta
traernos
a
la angustiosa
situación en
que-nos enconrramos. Mien­
tras perdure

la incnltura política, que
hoy continúa
reinando, será
inútil cuanto se haga para sacarnos
del caos acrual.
"Sólo
en el camino del saber encontrará luz la fe patriótica y po­
lltica, y así solamente los sacrificios y la sangre que habrán de exigir­
se
darán el

fruto
saludoble que no

consiguieron obtener los
generosos
esfuerzos

prodigados en
el curso del siglo pasado ... ". (Pocos meses
después

de
publicarse este trabajo se iniciaba

en España la
cruzada
de la liberación).
¡Qué poco podernos añadir, hoy, a estas palabras!
46
Fundaci\363n Speiro

QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
b) Acción. ooltural.
Pero, además, es preciso también que la formación abarque los
métodos de acción cultural, pues ---<0mo seguía explicándonos
Ousset-"por preciosa, fundamental e indispensable que sea la foc­
mación

seria, no
basta, no
puede bastar. Como no
basta ni
puede
bastar la posesión de una
excelente simiente, cuando, por otro lado,
nada se realiza para cultivar la finca de la que se espera recoger la
oosecha. En efecto, el cultivo de una finca es a la simiente, Jo que
la
buena, la bienhecha de 1a formación doctrinal". Sólo "introduciéndola en el humus ele
los mediadores
naturales, fuera

de los cuales
nada puede ser durade­
ro
ni fecundo, y sólo con una sabia acción cultural se puede conse­
guir que la semilla doctrinal germine y produzca todos sus frutos".
Se trata de una "acción capilar"; diversificada y subdividida en
múltiples acciones

plurales, complementarias,
organizadas, en
el
ám­
bito de "esos mediadores naturales de la acción política social que
son los
grupos, las asociaciones, los cuerpos intermedios, los perió­
dicos, las revistas, etc. .•. ". Debe ser una "acción -educadora", "es~
trechamente subocdinada a la naturaleza de las cosas".
"La verdadera potencia social
-romo este año decía Penfente­
nyo
en
el Congreso de Lausanne--radica en la innumerable floración
de los cuerpos sociales.
Se halla en su encuadre natural: artesanos y
campesinos, ingenieros, jefes de empresa, cuadros militares, magis­
trados ... , gentes
todas de Jo real, competentes y responsables".
Nuestra obra es una obra
esencialmente de promoción; una obra
auxiliar de asistencia, de información, de concertación, al servicio
de los
notables de
la vida
sociai
Acción

concertadora que incluso debe
elevarse hasta alcanzar ám­
bito nacional, en encuentras y entendimientos ,entre los notables más
calificados
para actuar al más alto nivel del destino de la patria.
Pero,
Jo primero, Jo más urgente, fo inmediato es hoy volver a
restaurar en

el nivel
más a

ras de tierra de
las colectividades locales,
de las
libertades y de los intereses profesionales, municipales, comar­
cales
y regionales, "un poder con amplia independencia, con fuerza
47
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
atractiva y reguladora a la vez, capaz de proteger inseparablemente,
de esclarecer, de orientar las res~as populares de fuerzas y de vida
social".
Ese poder existe en estado potencial. Sólo se trata de promover su
puesta en acción, de crear
las circunstancias que la hagan posible.
Hay que
organizar redes

de
sostén, de

protección, de
información
y

de orientación para
esos hombres.

Debemos ponerlos en contacto
y concertarlos ... , ayudarles a mantenerse en su puesto, decidirles a
defender su frente .familiar, profesional o ciudadano.
Esto, que con palabras muy parecidas decía Michel de Penfente­
nyo, en Lausanne -ei:J. su discurso-, es lo que precisamente, pre­
tendemos hacer, lo que venimos intentando y lo que queremos con­
seguir ...
Para ello necesitamos la ayuda de todos . . . Somos muy pocos y
os llamamos a todos para que arudáis activamente a esta tarea, que
es la única que puede producir un resultado eficaz y duradero.
Tenemos un rico arsenal para
la formación doctrinal y la acción
culmral.
Nuestro pequeño grupo de SPEIR0 puede ofrecer un tesoro de pu­
blicaciones:
-Los libros básioos, traducidos por nosotros mismos, de J ean
Ousset: "Para qne El reine" o
"Los católicos y la Polfrica", "Fun­
damentos de la Política", "El amor humano", t'Patria-Naci6n-Esta­
do", "La Acción"; de Michel Creuzet, "Los cuerpos intermedios·; y
de los dos,
"Las estructuras eoonómieas y sindicales", o sea "El Tra­
bajo". Hay que añadir el
úitimo libro
del
llorado profesor
Sciacca,
"Perspectiva de
'la Metafísica de Santo Tomás de Aquino" y los vo­
lúmenes publicados de
las actas de nuestras Reuniones de amigos
de la Ciudad Católica:
"O,ntribución al estudio de
los cuerpos in­
termedios", "Los mitos actuales", "Poder -y_ Libertad", "El municipio
en la organización de la sociedad", "O>ntemplación y Acción", "Re­
volución, conservadurismo y tradición", "Santo Tomás de Aquino, hoy" ... , pronto
"La sociedad a la deriva. Raíces de sus errores".
-Libros

para defendernos de las intoxicaciones ideológicas: Fren­
te al marxismo, "El marxismo·leninismo", y muy pronto "Marxismo y
Revolución" del mismo Jean Ousser; "El oomunismo frente a Dios",
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. QUE SOMOS Y CUAL ES NUESTRA TAREA
de Marce! Oément; "La marxistiz.ación de la Teología", de Mi~
Poradowski; "Trasvase ideológico inadvertido y diálogo", de Plinio
Correa de

Oliveira;
"Neomarxismo y libertad", de José Antonio G.
de Cortázar. Contra
di teilhardismo, numerosos folletos; ante ei freu­
dismo, "Rudolf
Allers o el anti-Freud", de Louis Jugnet; frente al so­
cialismo "Hablemos del socialismo", de Vladimito Lamndorff-Gala­
gane;

"El socialismo,
ruina y dhafallo", de Miguel de Penfentenyo;
"El socialismo contra el progreso",
de Jean de Saint Chamas; ante los
objetores de conciencia,
el libro de Gonzalo Muñiz ...
-En defensa de la familia, además del ya cirado "El amor hu­
mano",
tenemos "El proceso legal contra la familia", de Penfentenyo;
"Sobre la
Humanae Vitae", del P. Monsegú; "La socialización de los
nacimienros", de Jerónimo Cerdá.
-En terna de economía y etnpresa, además de "Las estructuras
económicas y sindicales", o sea "El Trabajo", tenernos: "Poder y pro­
piedad en la empresa", de Louis Salieron;
"La tecnocracia y las li­
bertades" ...
-En agricultura: "Socialismo y Propiedad rural", de Castro
Mayer,
Proen~ Sigaud,
Plinio Correa de Oliveira y
Mendon~ Frei­
tas; "El campesinado", "Vida

campesina y progreso en
el mundo mo­
derno"; "Agriculrura, socialismo y socialización", de Paco Gomis; y,
recientemente, "De los tópicos a una doctrina del campo", de Gil
Moreno de Mora.
-Sobre enseñanza: "La

educación de los
hombres", "Cultura y
revolución", ambos actas de Congresos de Lausanne, "Paulo Freire y
la educación liberadora", de Koska Cantero.
-Sobre

orden natural: "El Orden natural y
el Derecho", "Da­
tos y notas sobre el cambio de estructuras", etc.
Y no cJ!videmos que la colección completa de VERBO constituye
ya una
verdadera enciclopedia

doctrinal ditigida a la formación
cu!0
mral conforme al derecho natural y cristiano.
Una labor
inmensa, atrayente, maravillosa, nos
espera.
¡Speho! ¡sembrar! •.•
-unos descubriendo y proporcionaodo la buena semilla;
-otros

preparando
y realizando las labores de la siembra, para
• 49
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
que aquélla fructifique, aunque sean otros segadores quieoes, al fin,
la recojan ..•
¡Con la ayuda de Dios, de Nuestra Señora Santa
María y de Todos
los
Saotos que hoy conmemoramos!
¡Imploremos, con fe y con esperanza!, y ¡pongamos manos a la
obra!, con caridad política.
BREVE SINTESIS DE MORAL SOCIAL, NATURAL
Y CRISTIANA
POR
MIGUEL IBA:REZ PERElZ
I. DOOTRINA SOCIAL CRESTIANA
II.

PRINCIPIO
DE NO CONTR.ADK'CION
III. LIBE&TAD, DIGNIDAD, RE!WONSABILIDAD
IV. PROPIEDAD PRIVADA Y BIEN OOMUN
V. CUERPOS
IN'l'ERMlEIDIOS Y PROOEPTO MORAL
DE SUB­
SIDIARIEDAD
VI.

EL
BRROR MODERNO
lO
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