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Número 151-152

Serie XVI

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El mesianismo socialista

EL MESIANISMO SOCIALISTA
POR
CLAUDB CA.LLBNS.
(Bélgica).
El lecror se preguntará, tal vez, qué interés ha podido haber en
confiar
a un
belga que analice un fenómeno tan importante como
el
socialismo. En
efecro, no

es
Bélgica la que ocupa la primera pá­
gina de los periódicos, sino Francia, Italia, Ponugal, España, Gran
Bretaña, amenazadas directa y específicamente por las fuerzas revo­
lucionarias.
Por otro lado, el socialismo belga no es aparentemente más que
una variedad pacífica y anodina de esta socialdemocracia nacida de
la crítica que Eduardo Bermstend (1) hizo de la obra de Marx.
Variedad que corre el riesgo de ser tan inofensiva que todos
los observadores se complacen en subrayar que la característica esen­
cial de la política belga es el arte de la negociación y del compromiso.
"Las querellas de las ideos que, a menudo se parecen a las qt1e­
rellas reUgiosos, no nos han mteresado
;amás. El intelectua/.ismo de
los amaneradr,s y de los exaltados nos de¡a indiferentes. T rissotin
hace ,..,.
o bostezar mientras que Chre¡,Je es un compañero qt1e
entretiene
td belga. Somos un pueblo antiguo, una antigua naci6n,
pero demasiado importunada a trilllés de
los

siglos
por imperialis­
mos rivales que se disputaron nuestra tierra muy a ,n,em,do ocu­
pada."
Por esto "somos gente desconfiada, porque hemo, tenido que en­
gañar a lo, mvasores cuando la coex.-stencJa resultaba inúti/.. País de
(1) Cf. S11r le socialisme 1héoriq11e el le socialisme pracJiq11e (1899).
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CLAUDE CALLENS
manejos y de trat-Os cuyas negociaciones, negocios sucios ... , dejamos
rara vez cae, el vestido" (2).
Esta realidad la han obserwdo loo socialistas, loo trabajadores
belgas, nos dicen, "no son revolucionarios, en otras palabras, no de­
secm echar abajo, vio-lentttmente, las instituciones existente.r; quieren
mejMarlas,
asphan a una mayo,r justicia .racial,, pwo no son prag­
mátkos y rechazan la aventura imprudente" (3).
Esta moderación o esta, podríamos llamru,Ja, mediocridad, da a
nuestra reflexión todo su valor.

Porque si llegamos a
demootrar que
esre
socialismo aburguesado

es tranquilizador es, en definitiva,
tan
revolucionario y peligroso como sus estruendosos hermanos de Euro­
pa del sur, y habrernoo establecido, por este mismo hecho, la perver­
sidad intrínseca de todo socialismo.
¿
Socialismo o sooialiomoa?
Verernoo enseguida que hablar del socialismo no es hablar úni­
camente de tal
partidq socialista; es referirse, ante

todo, a una doc­
trina, o mejor aún, a
cierta actitud

que, bajo signos diferentes, su­
pera el ámbito de los
Estados, de

los
partid<>s, y
aun, como
veremos
más adelante, queda constanre a través del tiempo.
Sul""'ando loo Estadoa.
No olvidemos que

existe
una Internacional socialista

que fue
creada en 1951
en Francfott, gracias al esfueno del Partido Socia­
lista

Belga (PSB)
y del Labour britanique (4).
(2) Pol Vandromme, Le SociaJiJme Moderne el E. Leburton, Labor,
1970, pág,. 69-70.
(3) Robert Abs, Histoire
du P.arti Socialiste beige, Instl.tut Emile

Van­
dervelde, 1974,
pág. 39. CI. igualmente B. S. Chlepner, «Nuestra rivilizadón
entera está basada, a
la vez, en

el
progreso económico y social, y en la idea
del compromiso», Cent ans d'histoire sodale en Belgique, ed. de la Univer­
sidad de Bruselas, pág. 425.
(4) Cf. Víctor Larock, L'internathmale et le PSB, Colección Eglantine ad.
P. A. C.
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EL MESIANISMO SOCIAUSTA
Se observa que el tema de la ti;ansfotmadón de la democracia
política en democracia
económica y social (tema orudal del
Progra­
ma común del Gobietno
establecido por las delegaciones del pattido
socialista y del pattido comunista francés en 1972, y la Cru:ta doc­
trinal
del PSB en 1974),
está ya desatrollado en la Declaración de
principios

de esta confetencia
de Frandorr_
Más recientemente el problema de las sociedades multinaciona­
les ha provocado

en
Ginebra, en
1974, una conferencia
extraordina­
ria donde la

Confederación Internacional de
los Sindicatos
Libres
(5)
ha decidido con la Interoaciomil una acción en común, cuyos efectOS
conocemos. Veremos enseguida la similitud de pensamiento y de ac­
ción entre Bélgica y Ftancia, por ejemplo.
Las publicaciones oficiales del PSB y, en patticular, los manua­
les de formación de los militantes
hasta los más recientes, citan una
y
otra vez a Jautes y a Blum. Por ,su patte, los franceses se compla­
cen en
reconocer la importancia de nuestro compatriota Henri de
Man en la constitución del
hWilll11ismo socialista (6). Tenemos pe­
riódicamente pequeños asuntos
Lip, hemos ten.ido "Taupes rou­
ges"
(7), tenemos grupos de base.
En la primavera de 197 4 la CERES, grupo de la izquierda del
partido soci,tlista que sirve de lazo de unión entre F. Mittertand, la
CFDT y el PSV publicaba, en "Frontibe",
un ru:tículo sobte el
Estado y la revolución autogestionatia titulada "D'en haut et d'en
bas" (8).
Bntte nosotrOS, ya en 1971, el grupo BY que se ha constituido
para establecer las bases de una concenttación de progresistas, es
(5) «Esta Confederación afirma que el bienestar universal basado en el
trabajo libre y la democracia económica es, con la justicia y la seguridad so­
cial, uno de los fundamentos de la consb.1.lcci6n de una paz verdadera». Cita
del Gran Larrouse Enciclopedia.
( 6)
Cf., dice Claude Harmel, Los fundamentos intelectuales y morales
del socialismo, «L'Eglise et le SociaNsme», Centro de estudios de la doc­
trina social de la Iglesia, E. E. l., 1912, págs. 11 y sigs.
(7) Cf. La libre Belgique, 6-XII-1974.
(8) Prontiere, núm. 1-', marzo-abri-1 1974. a. análisis publicado en el
núm. 50, junio 1974, de Informatioo CEE, 38 Avda. Niel 75,017, París.
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CLAUDE CALLENS
decir, de demócratas cristianos y de socia.listas, afirmaba que no de­
bía
"contenta,-se con el obietwo priorita,-io de la conquista del po­
der desde Mrib11. Es

taml,Mn,
'.)I sobre todo, desde tiba¡o ... , que se
debe conquistM el poder" (9).
De modo genera:!, por otra parte, se sigue de cerca en nuestro
país la vida política francesa,
y ella influencia nuestra propia visión.
Los in•electuales leen Le Monde, el No1111el Ob!tnvateu,r y el Express;
durante las elecciones presidenciales hemos tenido partidaxios de
Giscard D'Estaing
y Mittertand, y la radiodifusión-televisión bel­
ga (R TB) difundió íntegramente el célebre duelo.
Superando loo partidos.
Si se encuentra el mismo espíritu más allá de las fronteras es
aún más inquietante constatar qu-e este espíritu se encuentra fuera
del marro de los partidos oficialmente socialistas. Es un socialista
el que
recientemente hacía

la
observación de este fen6meno.
"El p01'centa¡e electoral actual del PSB ha decrecido. En

1965
dice,
hemo, tenido un ¡,,.caso que tod,wla no hemos superado. Sin
emb,>rgo, es incontesttible que la mayorla de las medid,,, tomadr,s
p,>ra me;orM
la situación de los trab,,;ad-Ores, por gobiernos en los
cuales no tiene represent,>ntes el PSB

son,
en el fondo, esencit,/,men­
te socialistas. Lo mismo sucede en todos los países" (10).
As~ la reforma de la enseñaru:a ampliamente inspirada en Fran­
cia
y Bélgica por el pen,amiento de Jean '.Zay (11), el plan Lange­
vin-Wallon
y el proyecto de la escuela multilateral adoptado en 1942
por el partido laborista
inglés, o más exactamente por la Worker's
Educational Association
(12). Esta reforma que no fue aplicada en
(9) Grupo BY, Quelle wallonie? Que/ Sociali.rme?, ed. Vie ouvri~re
Fondation A. Renasd, 1971, págs. 23-24.
(10) R.
Abs, Obra ,itnda, pág. 38.
(11)

Ministro
de Educación Nacional en el gabinete Blum.
(12) Cf. L'Enseignement rénové Qtlen penser?, S. A. R. P. E. S., 1972,
págs. 96-98 y págs. 104-105. La. enseñan.za media, única en Italia, está basa­
da

en los
mismos principios.
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EL MESIANISMO SOCIALISTA
nuestro país por el primer ministro socia:lcristiano que hemos tenido
después
de 20
añoo en
Educación
Nacional, y cuando loo socialistas
no
participan en el gobierno.
La llentación sociali$ta.
Es incontestable que el socialismo ejerce sobre nuestros contem­
poráne05
una

fascinación
extraon!inaria. Oaro está

que por parte de
los
socialistas hay

una
manera de
seducción que es
toda una táctica.
"La revolución -escribe Leo Collard (13)-, no es neceJdl'Ú>­
mente
de b"1"ricadas en las calles y el asalt-0 al,· poder. En un pai,s
de democracia parkmumtaria como
el, nuestro, el poder se puede
comegUÍ1' por lt1 vía legal,, Para
esto bMta oblener la mayoría. Pero
hay que tenerla.
Como ninguna de las fuerzas progresistas em.rtenles
es capaz de llegar a .U,. no hay más que das soluciones: ,enunciar y
fracasar en su misi6n, o unif'se".
Las uniones o los frentes serán distintos según los países. Los
comunistas en Itltlia tienden, ron gran escándalo de los socialistas,
a seducir a los demócrata-cristianos. En Francia, socialistas y comu­
nistas tratan de establecer confianza entre ellos. En Bélgica son los
socialistas
y los demócrata-cristianos los que se buscan ron mayor
o
menor prudencia (14).
La concentración de los progresistas, la
(13) Antiguo presidente del Partido Socialista belga en «Front des Pro­
gressistes et Crise de la Democratie», prefacio de Mitteriand, ed. de fa Fran­
dté, 1972, pág. 29.
{14) Los comunistas nwnéricamente débiles en Bélgica, militan tam­
bién por la unión de los progresistas. Cf. Les propositi niJte
de

Belgique:
Unir les progresistes pour un tournartt democratique. Unión
que se ha realiza.do efectivamente en ciertos sitios. En Mouscro-n, por ejem­
plo,
la WlÍÓn democrática y progresista. (U. D. P.) está compuesta. del par­
tido comunista belga y del de Liberación Popular, que es un grupo polít!íco
plum.lista que
agrupa a todoo los que tienen una tendencia marxista de la
lucha de clases.
La mayoría son miembros de origen cristiano (C. S. Comu­
nidades· de
base, La Revue Nouvelle, septiembre 197', pág. 217). Esta vi­
sión pluralista, dicen los comunistas, no nos impide ( sino a:l contrario) la
lucha en el
terreno ideoMgico contra

la corriente de ideas que en los movi-
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CLAUDE CALLENS
unión de la izquierda, el compromiso histórico, son maneras de ro­
= el poder sin la violencia. De esto se derivan cantidad de decla­
raciones tranquilizadoras y comprometedoras que se resumen en esta
frase.
"Partidario de una sociedad realmente pluralista, el Partido So­
cia/,ista acepta y alienta el pluralismo de las concepciones filo róficas
o religio,as de sus miembros, porque estima que todo concepto fun­
dado en la dignidad del hombre puede conducir a un compromiso
sociaUsta"
(15).
Todo

se pone en práctica
¡:,ara disipar nuestras más renaces in­
quietudes. ¿Dónde
ha quedado el viejo anticleralismo libre-pensador
de antaño? Leo Collard nos tranquiliza.
"No
basta que el creyente tenga la certeza de que poe#a libre­
mente .¡ercer
el culto que escoj,i. Una sociedad progresista y hum<>­
nista debe, no sólo aceptar, s.ino asegurar a cada uno la posibilidad
de orgllniZM su
1lidt, espiritual en todos sus aspectos, según su fe o
su propia convicción filosófica" (16).
Y

¿dónde
está la vieja pasión del socialismo estatal en las pa­
labras

de Henri
Simonet, antiguo ministro comisario de las Comu­
nidades
enropeas?:
"Hace falta de¡ar de adoptar,
respecto a este problema, una ac­
t#ud casi teológica y no dudar en lo que exige el interés general,
de¡ar a la iniciativa prwadti
las actwidades que ésta puede llevar a
cabo de una manera
más eficaz que los poderes púbücos" (17).
He ahí el descubrimiento del antiguo principio realista y social
cristiano de
la· subsidiariedad. Todavía mejor, Loe Collard afitrna:
"El

provecho no es
ilegítimo de

suyo", lo define como un "mo­
tor de la investigación de la iniciativa del riesgo de la empresa" (18).
míen.tos socialista o cristiano defienden la integración en el .régimen actual.
Esto en nombre de la superación de la lucha de clases (Jacques Moins Q11el
socialisme? Cahiers marxistes),
noviembre 1974, pág. 8.
(15) Charle doctrina/e, 1974. Le Peup/e, 19 de noviembre 1974.
(16)
Op. tit., pág. 113.
(17)
La Gauche et la societé industrie/le, Marabout Service, 1970, pá­
gina 74.
(18) Op. cit., pág. 55.
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EL MESIANISMO SOCIAUSTA
Los mismos comunistas como G. Marchais, no hablan de dictadura
del
proletariado, y en

Bruselas defienden· el pluralismo,
porque ceo: "la presencia de dwersos pc,rtidos puede fflVorecer la circult>­
ción
de la.r ideas ••• " (19).
¿Se habrán convertido, se habrán educado lentamente por ha­
ber

recibido
unas experiencias más o menos desgraciadas? De todas
maneras, entre los católicos se va a notar, de año en año., cada vez
más entusiasmo por seguir en el terreno práctico del combate social,
y basta en el plan estrictamente doctrinal, el dinamismo y el hu­
manismo de la solidaridad socialista. Hasta
tal punto

que los
so­
cialistas belgas afitmarán que: "los programas de la Cor,federación
de los Si,r,d;,catos Crütianos (CSC) y del M011imiento Obrero Crü­
tiano
(MOC) son sus programas" (20).
Y Miguel
Rocard hará notar que

la
seculatfaación de
la CFTC,
convertida en 1964 en la
CFIYI' ha

permitido una amplia conver­
gencia de acción entre
esta confederación sindical y los militantes
socialistas (21).
En 1970 una bomba: es la derecha intelectoal la que por medio
de

Poi
Vandroma (22)

(que ha
puMicado en
Francia
diversos es­
tudios (23), especialmente sobre Brasillach y Maurras) y con refe.
renda a Maurras precisamente, se pone a ensalz.ar, en su estilo ima­
ginativo y vengativo, la sabiduría del socialismo moderno, verda­
dera tercera
vía, dice,
entre
"la exigencia espartana" de la derecha
extrema y la
"felicidad planificada" de la extrema bx¡uierda (24).
(19) Jacques Moins, op. cit., p1g. 9.
(20) Le Pe•p/e, noviembre 1974.
(21) Cf. Le Peuple, 14 noviembre 1974: «El socialismo existe, yo lo he
encontrado: Rocard, en Bélgica».
(22) No parece haber comprendido bien lo que es el socialismo. Marc
Cumps, secretario nacional de los jóvenes socialistas, recordando el carácter
revolucionario

del
Partido dice con ironía a propósito de

M, P. V andromme
y de sus rolegas, que esperaba. de ellos un partido socialista. por fin respon­
sable,
pero
que estuviese
desposeído de
su
roinanticismo del
año 48 (Le Peu­
ple, 26 de noviembre de 1974).
(23) Brasillach (Pion) Drieu la Rochelle, Celine, Rebatet (eds. uni­
versitarias Maurras) (ed. del Centurión).
(24)
Op. cit., pág. 59.
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CLAUDE CALLENS
A partir de 1971, en Bélgica romo en Fnncia, el hisopo rocía de
agua
bendita
estas buenas intenciones. Algunos documentos más o
menos oficiales

han venido en apoyo de las opciones
personales de
sacerdotes

obsesionados de renovación
(25); el documento sinodal
sobre
la jt(Sticia en el mundo, el estudio '"Iglesia y poder" de la Fe­
deración protestante
de Francia, el texto de la Comisión Justicia y
PO%, de la Iglesia españdla (diciembre de 1971) (26), la comunica­
ción de la comisión episcopal francesa del mundo obrero (mayo de
1971)
(27).
A partir de entonces los últimos escrúpulos se esfumaron, y en
pocos meses se asistió a una increíble superación.
En 1972 la muy progresista Revue N ouvelle, en una serie de
artículos •eunidos bajo el título evocador "el cristiano y el compro­
miso revolucionario"
(28), insinuaba a t los Padres Chaigne
y Comblin que las encíclicas y sobre todo la
"Populo1-um prog,e,sw" dejaban entrever un bautismo, o al menos
un
( ondoiement) agua de socorro de la revolución.
Dos años más ¡tarde, la revista La Poi et le T emp, que recuer­
da que los artículos que publica tienen el "Imprimatur", tomaba
una posición pdlítica que al compamlo con las citas de Leo Collard
o de Henri Simonet éstas
parecían burguesamente

reaccionarias.
Leemos entre otras -llamadas a las armas: "Para nosotros los s.ocia­
lfrtó! y lo, demócrata-cristiano, el punto de P"'tida de la acción de
(25) Entre otros, el sacerdote Dhanis, consiliario general del M. O. C.
declara: «No estoy preocupado solamente de la pa5toral, sino también de la
acción

obrera
global. El

M. O, C. y
las organizaciones
constitutivas
tienen
que trabajar con otras organizaciones de distintas tendencias filosóficas. Todo
el movimiento obrero se encuentra en este
as.unto, sean
cuales fueren
las ideo­
logías que encuentren (cit. L. Gollard, op. cit., pág. 95), o también el padre
salesiano Giulio Girardi, fundador en Bolonia, en 1973, del Movimiento
«Cristianos por el SOcialismo-» parece que rápidamente hace impacto en el
mundo
y que enseguida toma la estructura de una organización internacional
(Caillets documentaires, núm. 6, 1975; Acción Católica Global, pág. 236).
(26) Cf.
Marce! Oetn;ent, Le Chríst et la revolution, ed. de l'escalade,
1972,
págs. 7-8.
142
(27) Cf. L'Eglise et le Socialisme, op. cit., págs. 119 y sigs.
(28) Abril 1972, pág. 400.
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EL MESIANISMO SOCIALISTA
democr4tización está, sob,e todo, en la ,;propiación w/ectwa de los
grandes medios de ,producción. Para cambiar el poder h,ice falta,
en otras palabras, c,imbiar primero la propledád"
(29).
"La solución no se dará de la noche II la m4iiana ... " " ... No S6
necesita ser un gran ,profeta para afímu,r que tarde o temprano, o
por medios pacíficos o por la violencia c,imbiará la situación actual
t,imbién en nuestro país" (30). "Con estos deseos, estas nwestigt>­
ciones, este combate, este largo movimiento ca6tico, pero orientado
siempre hacia «la tierra prometida~ o «la gran tarde» no haiy ni ,ma
señal de protesta, y quién se asombrará de la espera de la VERDA­
DERA REVOLUCION" (31).
Pero no
arnban aquí las sorpresas. Al final de 1975 y siguiendo
el ,ejemplo del Movimiento Rural de la Juventud Cristiana de Fran­
cia,
la Juventud Rural Católica belga acaba de escoger, explícita
y oficialmente, la linea manrista-leninista y aJ'inna "la necesidad de
destruir
e/ Estado capitalista por la Revolución socialista, e mstaurar
la dictadura del proletariado" (32).
"Los ¡efes sindicales precisan los dmgentes reformistas, el Par­
tido comunista belga (PCB) pretende llegar a la sociedád soc/.alista
sin tener que llegar a la viulencia, por la via
pacifica electoral. Pero
engañan gravemente a
la clase obrera y a la gente del, campo{ ... ).
No
haiy otro c,imino para llegar al socialismo que el de la revolución
socialista violenta
(

... )"
(33).
Mientras que un socialista no se atreve ya a referkse a ningún
modelo existente (34), nuestr0s cristianos entusiastas para darnos
(29) La Foi et le Temps, julio y agosto de 1974, pág. 414. El coordi·
nador de este número es el sacerdote Dhanis.
(30) Op. át., pág. 393.
(31)
Op. cit., pág. 436, señalado en el texto.
(32) Comunicado de prensa del equipo nacionall. de la J. R. C., casa
diocesana, calle Seminario, núm. 11, Namur.
(33) Intervención de la J. R. C. en la reunión de la J. O. C., 27-28 de
septiembre de 1975, pág. 3, ed. C. Berlinden,. calle Seminario, núm. 11,
Na.mur.
(34) Cf. André Cools, Presidente actnal del PSB dice: «Como F. Mitte­
rrand, desconfío de los modelos y pienso que es preciso preparar constante-
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CLAUDE CALLENS
una pequeña idea del paraíso que promete el socialismo, celebran las
virtudes
.de Albania
(35),
y todavía más, de China, que tiene la ven­
taja de
estar más lejos y meuos accesible. El Padre Cardonnel, des­
pués de haber
declarado en la radio belga (36) que era un "agilador
de base", nos rebela que China "es cristiana, no en el sentido cu/­
tara/ de la palabra, sino en el sentido de la exigencia fundamental.
Sin deci, la palabra, ~we la
cosa". Michael Schooyans, profesor de
la Universidad . Católlica de Lovaina nos explica ampliamente que la
·cuestión no ,está en ver lo que la Iglesia puede aportar a China, sino
más bien a la inversa, porque "los chinos sugieren ( ... ) una nueva
lectara
de los textos célebres de San Pablo, San Juan, Santiago o,
simplemente, del Evangelio. Insisten a los cristianos para que explo­
ren más a fondo las relaciones entre la f• y la caridad, que descu­
bran
la unidad dinámica, de liberarse de un cierto unilateralismo teo­
l6gico
legado por la Reforma y el

Concilio de
Trento (
... ). Esta es
la desconfianza de China a la Iglesia: la de una revolución e,piritual
permanente".
Tanto que después de la revolución heliocéntrica de Copérnico
y la filosófica de Kant "lo, chinos proponen al ,esto del mundo una
tercera r8'/Joluci6n copérnica, una r8'/Joluci6n humana y politica"
(37).
Y un diplomático católico, "uno de los mejores conocedores de
la
China de hoy", según María Antonietta Macciochi (38), no va­
cila
en comparar

a China con el cristianismo de los siglos
XI y XII.
Ante tales testimonios no es de extrañar que los socialistas dul­
cifiquen sus maneras (39),
puesto que la propagaru:la está en el
mente una nueva síntesis del socialismo», en Du P. O. B. al P. S. B., P. A: C:,
ed.. de la Rose au Point, 1974, pág. 8.
(35) Es el caso de la J. R. C.
(36) R. T. B., 29 de enero de 1974, 19 h. 30.
(37) En La provccation chinoise Cerf, 1973, págs. 112 a 145.
(38) En De la Chine Seuil, 1971, págs, 134 y sigs.
(39) Es interesante constatar una evolución inversa respecto a las rotu­
laciones. En 1885 fue creado el Partido Obrero Belga (P. O. B.). La pala­
bra obrero fue deliberadamente preferida a socialista porque daba menos mie­
do (d. del P. O. B. al P. S. B., op: cit:, págs: 156-157): En 1945, el
P. O. B. se convirtió en el P. S. B., ya que 1a-palabra socialista no es un
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EL MESIANISMO SOCIALISTA
campo de su antiguo adve=io. No se puede uno asombrar, por
tanro, al leer
en Le Peuple (diario oficial de la democracia socialis­
ta belga) umt crítica irónica y acre ,del Movimiento cristiano por la
Paz, que, como su nombre indica, es un movimiento violento de iz­
quierdas, o

del sacerdote portugués F. Belo, que propone una
lectu­
ra marxista del Evangelio en un libro exaltado por el sacerdote Lau­
rentin, en

el periódico
Le Fígaro y en la Revue Nom,e/le (40).
Estamos perplejos. ¿Qué pensar de todo esro?
Por un lado, ¿el socialismo es verdaderamente
comP"-tible con
toda

idea
filosófica y religiosa? Convendría ver, en todo caso, el
delirio que provoca entre los clérigos y los seglares católicos, aun­
que parezca que no es
más que

una opinión política,
social, econó­
mica, entre
otras. Pero

una doctrina tal,
perfectamente neutra,
sin
sexo ni

color, no suscitaría un fervor tan
grande.
Por otra parte, este fervor (revivido entre los cristianos) ¿es ins­
pirado,
como lo pretenden
a menudo, por la certeza alegre de en­
contrar la intransigente pureza evangélica?
Una herejía cristiana.
Sin remontarse a Tomás Moro ni a Campanella, sino. a las sec­
tas gnósticas (42), se han encontrado varios espíritus que no han
espetado la bendición de eclesiásticos distraídos para atribuir al so­
cialismo un carácter netamente cristiano.
"Los comunistas --escribía Etienne Caber (43) el siglo pasa­
do-son los discípulos, los iniciados y los continueulores de Jesu-
obstáculo, y al mismo tiempo el Partido Católico se convertía en el Partido
Social Cristiano (P. S. C.).
(40) Cf. Le Peuple, 11 y 12 de enero de 1975 y La R.evue Nouvelle,
septiembre de 1975, págs. 238 y sigs.
(4i) Cf. Igor Chafarevitch, El socialismo, lo mismo que el capitalismo-,
no

es
un régimen únicamente económico, sino sobre todo1 una ideo-logia, en
Des Boix sous les decombres, Le Seuil 1975, pág. 36.
( 42) J. Dullinger, Todas las sectrn gnósticas eran socialistas y comu­
nistas,
cit. por lgor Chafarevitch, op. cit., pág. 47.
(43) 1788-1856.

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CLAUDE CALLENS
cristo. Respetad, pues, ,ma doclrina predicada por Jesucristo; el Evtm­
geüo
es

el
verdadera, el único código de la libertad y de la unidad",
y continúan los redactores de L'Atelier (44): "Comiene toda la en­
señanza de las grandes cosas que la noción revoltlC«Jtklf'ia ha em,
pezado y terminará por redÜzar" (45).
Seguirán a estos pioneros sobre todo los socialistas franceses, so­
cialistas humanitarios que

desde
Jaures a Mitt!ertand desarrollarán, en
un

lenguaje
inflamado y poético esta dimensión espiritualista. Di­
mensión
más
¡,=teísta en Jaures que nos descubre, con acentos teil­
hardianos, que "la luz es a la letra la mhada de Dios", y continuará:
"Escuchad los m#fflUlllos de la tarde que se agittm con la hierba, y
el viento y el sueño de lot seresj es verdaderCfmente a Dios misffl(} a
quien escuchamos bajito en la silenciosa palabra de las noches" (46).
"Cuando el socialismo haya triunfado, los hombres comprende­
,án mejor el unive,so. Po,que viendo en la humanidad el triunfo
de la co11ciencia
y del espmtu, sentirán enseguida que este unive,so
de donde ha salido la humanidad, no puede se, en el fondo bruJal
y ciego, que por todas partes hay espmtu, hay alma, y que el mismo
unWersa no es más que una imnensa y confusa aspiraci6n hacia el
orden, la belleza, la libertad, la bondad" (47).
F. Mitterrand se complace en habla, del "misticismo" de su ma­
dre, y no reniega de ningún modo de 'SU educación influenciada por
el carolicismo; dice: "He profundizado en una tradición que es la
de Occidente, que es cristiana, y es también la del siglo XVI, es de­
cir, greco-latina"
(48).
( 44) «Este órgano de interés moral y material de los obreros apareció
desde 1840 a 1850».
(45) Textos citados en Les do.uiers de L'histoire, op. cit., pág. 29. En
Bélgica -se podría citar Ph. Coenen (1842·92). «Católico práctico, creyente
fervoroso y miembro de una sociedad que piensa bien .... , uno de los más
antiguos socialistas
de nuestro país» (Del P. O. B. aJ P. S. B., op: cit., pá­
gina 207).
( 46) En
Do.rsiers de V histoire, op. cit., pág. 65.
(47) En Du P. O, B. al P. S. B., op: cit:, pág: 342:
(48)
Inrerviú por J. M. Mersch, carrefour 17, R. T. B., 29 de febrero
de

1976.
146
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIAUSTA
En Bélgica, H. de ¡Man noo lo confirma: "El socialismo r,parece
como l•
fOY1rU1 contemporánea de un movimiento ideológiw con#­
mto, cuyos o.-ígenes son los de mtestf"o cwi/izoción: la füosoft.
tm­
tigua, la mo.-al cristiano, el, humani,mo b#rgués"' (49).
El socialismo es la "condenoción de la moralidad reinante en
nombre de la moral general;
o si no se temen las pah,bros, la con­
denoción del, ct>pitalismo en nombre del oristianismo"' (50). Pero en
este
:punto H.
de Man es
una voz un poro aislada en el socialismo
belga (51) que está,
por supuesto, como su hermano francés, incon­
testablemente ligado

desde sus orígenes
al libre pensamiento (52).
En un manual para militantes se puede leer que "todo, los que fue­
ron socialistas en el siglo XIX fueron militantes de la /ibe,tad de
pens,muento.
Es este un elemento que no debe perder,e por lo, que
bu,con en la hi,to.-fu punto, de apoyo para una acción fuu.ra" (53).
Más adelante dirán que "la democracia 11iva, fundad• sabre ch,­
dadano1 conscientes, responsables, critico-.r, impone #na información
amplia y objetwa". "Y, para que no se romprenda mal, precisan
que

debe ser partidaria
del. libre examen". Víctor Larock, antiguo
ministro,
después del rongreso de

1974 declata:
"Que este congreso
haya tenido lugor en la unwersiddl!,
del, libre-examen (54), es a la
vez uno suerte
y un símbolo" (55).
Césat
de
Paepe decía
que había que
d.estruk tres rosas: Dios,
el
Poder
y la Propiedad. Y afirmaba, en contra de los socialistas de 1848,
(49) En Dossiers de L'hisJoire, op. r:ít., pág. 102.
(50) En P. O. B. au P. S. B., 0/7: dt:, pág; 32:
(51) Sin embargo, su importancia está subrayada en el libro Du P. O. B.
au P. S, B., además está considera.do -por Marce!-Busieau como uno de los
tres grandes pensadores
socia!listas .de la altura de Marx y de Jall!es (Le
Peuple, 13 de diciembre de 1974).
(52) Cf. Congreso de Tour (2-4 de marzo de 1902): «El partido so­
cialista necesita

espíritus libres, se opone a todas las
religiones, a
todos los
dogmas,
el derecho ilimitado del pensamiento libre, y un sistema de educa­
ción
pública que

se funda exclusivamente en la ciencia
y la razón» (-ÍJossiers
de L' histoire, op. cit., pág. 59).
( 53) Du P. O. B. au P. S. B., pág, 216 y pág: 287,
(54) Universidad Libre de Bruselas.
(55) En Le Peuple, 27 de noviembre de 1974.
147
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
que el socialismo no procede en manera alguna del cristianismo (56).
Efectivamente, puede
ser que

todos, humanos y
librepensadores ten­
gan
raz6n, y

que
,el socialismo sea

una religión
tan antigua como
el hombre, tal vez, como ahora veremos, una r rece hoy como una grosera caricatura del cristianismo. Este aspecto
se ve, sin duda, que en buena parte le viene de sus fuentes mancis­
tas. El Padre Sertillanges (57), sobre todo, ha demostrado lo que Marx
llebía al profetismo y al Evangelio, y concluye: "Marx está en la
Unea de la ideología cristiana. Que haya combatido la f• esto tw
cambie, nada".
A la altura en que nos encontramos, un anticristianismo es to­
davía un cri,stianismo.
El An:ilisis confirmado por Jean Guitton (58) subraya que "sin
la preparación cristiana, sin la id"" de ¡usticia unwersal, el mundo
de hoy
no habrla podido ser seducido por Marx; lo que quiere decir
que
la fuerza del marxismo viene en parle de lo que conserva de
¡udaismo y de cristianismo difuso".
En cuanto a Alain declara que "todo socialismo es un ¡,,,;seísmo
salvado"
(59). Y Peguy acusa a sus antiguos maestros de haber de­
jado a "la mística degradarse en poUticd' (60).
Los socialismos oom,o técnicas económicas.
Si intentamos definir al socialismo no podemos decir que es la
nacionalización, la cogestión, la autogestión o la cooperativa. A ni­
vel de estas técnicas, de estos medios, las opiniones
han cambiado
al correr de los tiempos, y los
teóricos no

llegan a entenderse.
(56) Du P. O. B. au P. S. B., pág. 133:
(57) Le Chrislia11isme et les philosophies1 tome II, aubier 1941, pági­
nas
217 a 224.
(58) Citado por H. Massis, De L'homme a Dieu, N. E. L., 1959, pá­
gina 365.
(59) Christianisme et socialisme en Propos La Pleiade GaUimard, 1966,
pág. 331.
(60) Citado por Ch. Moeller,
Literature du XX siecle et Christianisme,
tome 4, Casterman, 1960, pág. 467.
148
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALISTA
En su programa gubernamental '.los socialistas alemanes de la
SPD reclamab-an, en 1969 (61), la cogestión, denunciada por la Fe­
deración

Genetal de los Trabajadores de Bélgica (FGTB) porque
"lleva a la integración de los trabajadores en el capitráismo" (62).
La autogestión parece que está de moda (63), pero hay una contro­
versia (64). Algunos (65) estiman que "la autogestión no puede mar,,­
tenerse más que en las empresas que estén social.izadas, porque en el
régimen capíta/.ista sólo el control obrero es concebible". Otros (66)
reconocen
deapués de

oír a
un cierto número de observadores ( 67)
"el decli11e de la auto gestión yugoesl,wa", y quieren reforzar y am­
pliar el movírniento cooperativo al modo de Suecia. Esbe ernb confirma la observación que Louis Salleron hacía -<1Cerca de un
análisis que encontraba, sin embargo, de una "excepciona/. inteli­
gencia"
-de que "no. se ve cómo el socia/.ismo puede funcionar" (68).
J. F. Revel (69) no duda en escribir: "si " un gobierno sociráista
se

le
diese ta/. carta blanca en el cuerpo electora/. y se le dijese,
«pongan en marcha la autogestión», no sabría cómo definir lo que
(61) En Du P. O. B. au P. S. B., op: ,it:
(62) Congreso doctrinal, F. G. T. B., 1971. a. Del P: O: B. al P. S. B.,
pág. 66.
(63) Para la formación de militantes y cuadros, el P. S. B. difunde el
folleto La autogeJtión, por M. Rocard, col. Eglantine. CT. Le Peuple (14 de
noviembre de 1974): «Aportación fundamental del P. S. U. al pensamiento
socialista francés; es el establecimiento de un esquema concreto de una F.ran·
cia

autogestionaria.
El programa firmado por el P. S. y el P. C. F. pre•
senta, efectivamente, según el Sr. Rocard, demasiados peligros de "degena­
ción burocrática"».
( 64) A propósito del Congreso doctrinal del P. S. B. en 1974, Guy
Spitaels, senador socialista., escribe: «hay divergencias que no se deben ocul­
tar, por ejemplo, en

el problema de la autogestión»
(Le Peuple, 21 de no­
viembre de 1974).
(65) Cf. E. Olinne, Le Peuple, 20 de noviembre de 1974.
( 66) Roge.r Ramackers, secretario general de Fédecoop, Le Peuple, 8 de
noviembre de 1974.
(67) a. J. F. Revel, en L'Expms, 12-18 de enero de 1976, págs. 33-34.
(68) A propósito del libro de J. Schumpeter, «Capitalismo, socialismo
y
democracia», en Itineraires, núm. 184, noviembre, 1974, pág. 40.
(69) Op. cit., pág. 34.
149
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
habría de poner en nu,rcha". Y adañe: "el socialismo es un sist~
todavia inexistente;
y el «todavía» puede ser que ~iado decir
( ... ), Jo que no, ocupa no es un futuro, es ~ h/.p6tesis" (70). El
célebre
matemático !UllO Igor Chafarevitch no es menos severo: "Las
doctrhk,s sociaUstas ~fiestan m, interés extl'emadamente redacido
con

respecto
a los problemas de la lucha inmediata contrá la injus­
ticia y la po,breza ( ... ), la soluci6n de todm los problemas se aplaza
hastá el triunfo
del ideal socir,l;staº' (71).
El socialismo como moral y como religión.
¿Cómo, entonces, puede estar vivo el socialismo? Es que es algo
más que un asunto económico. "No sólo de pan vive el hombre" (72),
nos recuerdan (73). Si el socialismo no hubiera sido más que una
doctrina económica no tendría explicación su perennidad durante
un siglo que conoció tantos trastornos. Si han creído en él genera­
ciones de seres humanos y continúan creyendo es porque es algo
más. ¿Qué? ¿La esperanza de una liberación? (74). "Liberación del
alma" dirá V. Lasak (75). Esta liberación es una agitación total,
"auténticamente revr,/,ucionarú,, puesto que no se t,-ata de nada menos
que de cambiar de vidaº'
(76),

porque
"es indudable la reláción entre
la economía, la política, el concepto de la libertad y el sentido de la
vida" (77).
(70) Op. cit., pág. 41.
(71) Op. cit., pág. 66.
(72) En bastardilla en el texto.
(73) Leo
Collard en

el
Congreso extraordinario del

P. S. B.
(sept. 1959)
citado por F. Mitterrand en el prólogo del libro de Leo Collard, ob. cit.,
pág. 8.
(74) Leo Collard, op. cit., págs. 109-110.
(75)
Del P. O. B. al P. S. B., pág: 83; cf: «Cuadernos marxistas», no­
viembre de 1974, pág. 9, «El socia!lismó es_ menos una. libertad que una }í.
beraci6n».
(76) Mue Cumps, Le Peuple, 26 de noviembre de 1974.
(77) Leo Collard,
op. cit., págs. 31-32. Cf. también «La libertad es
indivisible. El hombre no puede permanecer condicionado por la vida ma.
terial y ser totalmente libre en su vida espiritual» (id., pág. 112).
150
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIAUST A
"Si na reaUza ref011'!Ull radicaleJ de eJH"UeturrJJ, el sociaUJmo fa/,ta
a JU misión. Pero la economía no
es más que un medio. El fin es et
cambio de
la condición humana" (78). Hay que reamlar, para jus­
tificar
esta proposición,

la célebre fórmula
humanista atea: "El hom­
bre
e, pMa et hombre el Ser Jtq,remo" (79).
Indudablemente tocarnos a la esencia del socialismo, más allá del
tiempo
y de las fronteras. "La idea socialista ( ... ) es (y esto es per­
manente) la rea/,izaoi6n de una saciedad sm clases
y Jm ,pr;,vi/egio,,
que rJJegura un reparto equitativo, entre todo,,
de lrJJ riqueizas pro­
ducida.r y por la etwdna&i6n de lrJJ servidumbres, de lrJJ a/,ienaciones
y de lrJJ desigua/,dades, garantiza la libertad total, material, y espiri­
tual, del individua"
(80).
"El objetivo final,, jus#ficación y razón de ser del socialismo, as
precisamente Uberar al hombre de todrJJ lrJJ sujeciones que ha sufri­
do por el

hecho de
pertenecer ,. una sociedad que eJtá mal, argani­
zada y que sigue Jienáo profundamente injusta. Esta perspectiva se
encuentra en todas lor ,pioneras .rocia/.i.stas, no· sólo en MM-x Ji.no ltmz.­
bién en Prudhon, y más tt>rde en J aures, V andesvetde de Man y en
todos

los
autores contemporáneos" (81).
Sabemos desde Aristóreles que "vivir teniendo sólo en cuenta la
PMte mejor de nosotros mismos no es posible al. individuo aislad-O.
El mt>rco de la ciudad justa es indispensable al, ejercicio de la virtud
y de la vida contemplaliva" (82). Y Pío XII nos ha recordado que
"de la forma que Je dé a la sociedad, confarme o no a las ieye, di­
vmrJJ, depende y se deriva et bien a et mal. de lrH almar" (83). Pero
nunca ningón idealista ha defendido que la organización sola baste
para
crear la unidad, la
felicidad,
fa virtud y para asegurar la sal­
vación del mundo.
(78) Víctor Larock, Le PeupJe, 10 de noviembre de 1974.
(79) Vktor Larock, op, cit.
(80) Leo Collard, op, cit.
(81) Leo Collard, op. cit., págs. 108-109.
(82) Cf. Grenet, HisJoire d'une phi/osophie anJique, Beauchesne, 1965,
pág. 276.
(83) Pío XII, 1.2 de junio de 1941, 502 Aniversario de la "Rerum No­
varum.
151
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
La organización social acapara en las persp€ctivas socialistas lo
que
estaba reservado

a la Gracia de Cristo.
En todas las ciras se en­
cuentra
una
palabra: liberación

o alienación. El P. Sertillanges co­
menta:
"es lo que los místicos cristianos lkmum la Ubertad de los
hijos de Dios.

No
hay más que una diferencia, es que "fJUÍ Dios,
es

el hombre
mismo" (84).
Y Jaures oonfirmaba: "el orden socialista se debe realizar para
que

todos los
individuo, humanos puedan moverse y desarrollarse en
toda libertad; para nosotros también el individuo es el fin ,upre­
mo" (85). Así como el cristiano se libera dándose a Dios, el traba­
jador
se libera dándose a la colectividad, dejando de 1ado su egoís­
mo,
su envidia .. &~ "la primera manifesta&i6n del principio de jus­
ticia en nuestro comportamiento debe ser
el na sobresaUr. Rechazar
el separarse de áfjuellos que sufren cuando uno sufre un poco menos
que
ellos.

Es
también repartw lo mejor posible con los demás las
ventajas
que uno ha adquwido personalmente" (86).
Reconocernos sin
dificultad la

idea
rusoniana según la cual "cada
uno, dándose a todos, no se da" nadie", traducción política de "hágase
tu voluntad",
o de aquello de San Agustín: "Señor, cuando obedezco
.más a tu voluntad me siento más libre". Para nosotros la felicidad
está en Dios, aquí la felicidad es colectiva. Guy Spitaels, senador
socialista, nos explica:
"El hombre no puede vivw solo. Así se quieren planear las ciu­
dades del mflñana, en funci6n de una mayor sociabilidad.
Se recha­
za una visi6n
del mundo donde la paz y la prosperidad de Europa se
aprovecharían bien
de la guerra y de la miseria del Tercer Mundo.
(84) Op. cit., pág. 222.
(85) Histoire des doctrines morales, Centro de Educación Obrera, Bru­
selas s. d.,
pág. 74.
(86) Id.,
págs. 79-80, Richard Lahautiere (1813-1882): «Mientras en
el mundo haya un hombre, Wl solo hombre, que grite: 'tengo frío, tengo ham­
bre', la sociedad no estará constituida. Mientras vegete en el mundo uno des­
orupado, la sociedad estará en peli,gro. Mientras haya Wl obrero que actúe
para sí y no con vistas a la masa, el monopolio y la miseria nos amenazarán».
(Pequefio

catecismo de la reforma socialista), cit.
Do.rsiers de L'histoire, pá­
gina 25.
152
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EL MESIANISMO SOCIAUSTA
El desconcierto de los jóvenes que los suici,dios de Praga y de Lila
expresan hasta el p11Toxisrrw, lo decirrws sin ninguna demagogia, que
exige
otra
respuesta
más que un elogio alejado del bienesl/lT indi­
viduaJ. El slogan «HET COUECTIEF IK ZIJN» se traduce mal (87),
pero expresa adecuadameme esta idea que de una cierta manera la
feUcidad no puede ser más que colectiva, y que e/, desarrollo del in­
dwiduo se realiza a través de la sociedad" (88). En suma, es querer
"la felicidad de una comunidad por la disciplina social" (89).
La liberación de la que nos hablan no es, corno decía Marce!
Qément, una liberación social, sino ontológica (90). Además, "vol­
viéndose sociaJ
la propiedad vuelve también al hombre sociaJ, frater­
naJ y, por lo tanto, la sociedad se vuelve más humana" (91). Todos
los socialistas
y sus críticos están de acuerdo en reconocer esta di­
mensión moralizadora del
socialismo.
"El sociaJismo -escribía Blum ( ••. )-es una moral :y c"'i una
religión al misrrw tiempo que una doctrina"
(92).
"Nuestro ideal - nos

a todos,
y no a una p11Tte restringida de la humanidad. Se quiere
otra moral,
otra ética" (93). Se dirige a "la transformación moral
de

los hombres"
(94). "El estado dé revolución empieza a existir
cuando las estructuras
y los principios de base de un orden sociaJ
ofrecen duda, desconfianza
y hosti:Udad a un número creciente de
ciudadanos. Busca un mejor orden partiendo, según afirma Vandes­
vele,
de lo que él llama «una nueva escala de valore,»" (95). J. F. Re­
vel dice: "La absoluta condena del capitalismo dimana menos de las
objeciones econ6micas, serias, ciertas, pero no decisivas, que de una
reprobación de orden moral ( ... ). Son valores que, en última instan-
(87) Literalmente: ser el yo colectivo.
(88) Citado
por Poi

Vandromme,
op. cit., págs, 88-89.
(89) Id.
(90) Op. cit., pág. 49.
(91)
Sertillanges, op. cit., pág. 222.
(92)
Mensaje a la juventud

(1929).
(93) H. Simonet, Journal de Chttrleroi, 25-26 de agosto de 1973.
(94) Del P. O. B. al P. S. B., pág. 45:
(95) Leo Collard, ob. cit., pág. 30.
153
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CLAUDE CALLENS
cía, están crmdenad-os" (96). Por estas razones los socialistas presta­
rán toda
su atención a los problemas de la cultura, de la educación
permanente y de la ensefianza (97). Dicen que "efectivamente, la
cultura es un punto de partida pt>ra la desaJ.ienación y el acto libre:
es obra. La cultura sm las obras es una cultura muerta. La democra­
tización
de

la
cultura está, por tanto, en la preparación de los ci,,­
dadanos, para que consigan actitudes de liberación, de auto1'Qm,a de
expresión y de creación de un hllTIUmismo 1livido, Esta cultura se de­
riva de nuestra 11isMn socialista de la wciedad, Inversamente, esta
cultura debe ayudt1rnos a reaJ.izar una sociedad socialista (

... ). Se
tra­
ta aquí de una revolución. Puesto que los conocimientos san perece­
deros (

... )
hace fd/.ta tender hllCM una educación militante (,.,

),
se
trata
de llegar a una verdadera madificación del hombre (

... ), se
t1'flta más bien de conduOW' a cada ano a actitudes más que a cono­
cimientos; la actitud conducirá a/. conocimiento".
Redención.
Se trata, ante todo, de destruir el egoísmo y la envidia; se ve en
seguida que ,esta preocupación ética va más lejos, y que lo que re­
clama no es menos que "la renovación de la vida humana" (98).
"Un dia vendrá --escribe R. Abs-en que se percibirá que el so­
cialismo ·ha creado un numtU'J nuevo, C011l,() lo hizo el cristianis­
mo" (99). Además, según Jaures, "la revolución social permitirá
igualmente
la reno11ación del espíritu religioso a/. descubrir el hom­
bre
en el universo una inmensa y confusa aspíración de orden, de
belleza,
de libertad y de brmdad" (100). Marx mismo, evocando el
resrtltado de la desalieoadón de los proletarios, hablaba de "reden­
ción", de "resurrección" (101). Aunque no habrá que extrañarse al
(96) Ob. cit., págs. 4244.
(97) En el manual de formación del POB au PSB se dedican dos lí­
neas y media a la autogestión, pág. 282, contra once páginas a la cultura y
a la educación permanente (págs. 283-288 y págs. 297-302).
154
(98) Histoire des doctrines morales, pág. 73.
(99) Op. cit., pág. 39.
(100) Histoire des doctrines morales, pág. 74.
(101)
a. Sertillanges, op. cit., pág. 223.
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EL MESIANISMO SOCIALISTA
leer a pretendidos cristianos que dicen: "Es terrlUe constfltM cómo
un régimen inhumano ha padido, sa/,vando ciertas aptWiemias, de­
gradar a ciertos obreros, y esto de padres a hijos. Se les ha hecho
perder toda dignidtki humana y,
además, todo sentido de su di~
dad divina. He ahí EL PECADO DEL MUNDO" (102). Y un mi­
litante
proclaima: "La Acción y la Fe pMa mi son una sola cosa; el
combllte por la juiticia es la redención, la sawadón de

los hom­
bres" (103). Marce! Qément, ante semejantes elucubraciones comen­
ta:
"El socia/,lsmo se levanta contra el d,sorden establecido, contra
las injusticias socidJes, contra
el pecado del mundo (

... ).
El cristia­
nismo
le enseña que Cristo ha venido para llevar y expiar el pecado
del mundo (

... ).
Por esto estamos ante do, ex¡,Ucadones del peca­
do. Una lltribuye fundámentalmente a las estructuras que permiten
al
hombre libremente explotar a los trabajadores; otra a una debili­
dad de
la voluntad humana. Estamos ante dos proyectos de redención.
Una
pasa por la reforma de las estructuras económicas y la Olra por
la renovación
de las personas y de las sociedades regeneradas en Cris­
to. Estamos ante dos espe,anzas: una puesta en la virtud del sistema
colectivista, realizando los fines
de la vidá según un ideal de justi-cia;
el otro en la virtud de cada persona iluminad" y afirmada por la
Gracia, y viviendo interiormente según. las exigencias de la justicia
y de la caridad, para hacer la voluntad de Dios así en la t;s,,.a como
en
el cielo" (104).
Esta religión o este "misticismo desecralizado" que es el socia­
lismo, podrá presentatse muy natntalmente como la salvación y la
unidad del

mundo.
"Fuera de él, nos dirán, no hay otra alternativa a
la angnstia del mundo contemporáneo" (105). Es "la única solución
que
se presenta a la humanidad" (106). "O sigues la bandtwa roja
o no serás nada" (107).
(102) La foi et le temps, op. cit., pág. 392; en mayúsculas en el texto.
(103) Id., pág. 44.
(104) Op. cit., págs. 108-10?.
(105) Leo Collard, op. cit., pág. 156, la misma. idea en Histoire des
doctrines
morales, págs. 71-73.
(106) Del P. O. B. al P. S. B:, pág: 105:
(107)
E. Anseele, citado en Del P. O. B. al P. S: B:, pág: 92:
155
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CLAUDE CALLENS
"La humanidad ---precisa León Blum-no resolverá los pro­
blemas de
vida o de muerte que se plantean ante ella por la, dr­
cunstancias más que con el esfuerzo concertado de todos los traba­
jtldores ( ... ). No los resolverá más que si una fe común eleva a los
trabajadores por encima de lo, fine, egoístas, exalta su valor, serena
su
alma herida po, tantos sufrimientos y miserias. Proponemos hoy
esta fe,· sólo nosotros la podemo-s crear, y crearla indistintamente entre
todos los hombres y todas las mujeres" (108).
Así, pues, "el socialismo democrático lucha por una paz basdda
en utU organización mundial, armoniosamente concebid-e,, que eli­
mina los orígenes de la, guerras, las crisis y el hambre por medio de
economías voluntariamente convergentes" (109).
Pero esperar, por virtud de la organización, libertad, felicidad, bon­
dad, unidad y paz, ¿no es soñar vanidosamente con una "parusía
laica"? No
está exenta

de complejo la
pretensión de realizar "el
Cuerpo mlstico de Cristo llegado a su término ideal, es dedr, a la
humanidad enteramente espmtualizdda y casi divinizdda"
(110).
Dicen ellos: "C cada individuo desarrollase al
máximo su vida física, intelectual y
sentimental sm perjudicar
al desarrollo de los demás. Si todos fue­
ran
reflexivos y llflimosos, justos y buenos; si ninguno pddeciese la
miseria
y la opresión. Si todos trabajasen para todos y participasen
equitativamente
del producto de los trabajos de todos, Se todos lo,
pueblos
de todas las razas, igualmente Ubres, esmvieran fraternal­
mente unúlos en un mundo p<>&ífico. Si
todos

los hombres de la
tiert'a se acercasen unos a otr-0s en un común etmor de la verdad y
de la ciencia, de la belleza y del arte, de la humanidad y de la vidd
universal. Maravilloso ideal que simboliza, para nasotro,,
la

obra
grandiosa del socialismo en marcha" (111).
(108) Citado en Histoire des doctrines morales, pág. 87.
( 109)
Le .rocialisme aujourd' hui, texto preparatorio del Congreso doc­
trinal del P. S. B., 1974.
(110) Sertillanges, ob. cit., pig. 223.
(111) Histoire des doctrines morales, pág. 71.
156
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIAUSTA
Aunque la visión no es tan precisa en todos los autores (112),
el reino que se nos promete está siempre lleno de maravillas. Y a
que "con el sr,cMismo -dice Jaures---camináis hacia la ve1'dad, a
ttavés
de la realidad, " la justicia, a

la
armonia sober«w, hacia la
belleza suprema del

acuerdo
entre voluntades libres; marcháis hacia
ese.
ideal admi,rable, en el viaje más largo, más arriesgado, al que
ningún viaje
de acci6n ni de pensamiento podrá sobrepasar; aquel
que, según
el pensamknto de

un
grtm poetá: ,«llevará a la extremidad
de

los vientos
y del mar» ...

"
(113).
"Si, en el orden social con que soñamos, no encontráramos de
repente la plena y viva libertad, si no pudiéramos marchar y can­
tar, incluso delirar bajo

el
delo, respirar profundamente 'Y coger las
flores al azar, rettocederíamos hacia la sociedad actual, a pesar de
sus desórdenes, sus iniquidades, sus

opresiones"
(114).
Reino de poesía, por tanto, para los socialistas franceses (115),
reino de fantasía prosaica
para ese belga que nos anuncia, entre otras,
para el año 2.000: una esperanza de vida de 90 años, cuando ahora
lo
es de 60; el cuádruple o el quíntuple de personal de nivel univer­
sitario; vehículos sin gasolina, teléfono visual
y la posibilidad de me­
joras meteorológicas locales para un número limitado de días. Todo
por medio y gtacia de la "creatividad de la ciencia" y "¡,. presión del
socialismo"
(116). ¡De nuevo la utopía!
Y, "Herbert Marcuse (en su libro El fin de la utopía) declára
que, actualmente, la izquierda de primer" linea, considera a Fourier
como más actual que Márx, precisamente por el carácter más utópi­
co

de
su doctrina. Invita a reemplazar el socMismo que va de la uto-
(112) Cf. J. Vandeboscli, «El mundo ideal, la utopía final, última, tie­
ne que ser vaga» (en 'Socialümo, núm. 126, diciembre de 1974, pág. 603).
(113) Discurso pronunciad.o en la Sociedad de Sabios con ocasión de
la

muerte de
Francis de Pressense (22 -de enero de 1974).
(114) Gtado en Dossiers de Z:histoire, pág. 65.
(115) Lenin deóa ya sobre la revolución rusa: «los soñadores abun­
dan entre nosotros. Esto no es malo. ¿Cómo hubiera podido el país empren~
der

la revolución
socialista sin soñadores?» (citado en-Socialismo, núm. 126,
diciembre de 1974, pág. 601).
(116) Congreso doctrinal de
la F. G, T. B., 1971. Informe de H. Janne,
«Mutation de la societé moderne», en Del P. O. B. al P. S. B., págs:,-62-63:
157
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
pú, a la ciencia po, el que va de la ciencia a la utopía" (117). ¿No
es extraño?
¿Podría conducir a algo distinto del sueño esta doctrina enraiza­
da
en
el mito? A través de todas sus tribulaciones, el socialismo no
ha cambiado: es
fiel a


mismo, a

dogmas arbitrarios;
las formas
de
luchar han podido cambiar según las ci=msrancias, pero los prin­
cipios de hase permanecen inmutables, inviolables, sagrados (118).
¿Cuá:I. es, por ejemplo, la fuente indudable en la que se alimenta el
socialismo belga? Es algo viejo que se podría considerar escondido
para siempre en el polvo de los tiempos heroicos; es la vieja, pero
siempre joven carta magna de Quaregmon de 1894. Este es el texto
sagrado, el llibro santo, la regla de oro. Y, a lo largo de la historia
del
socialismo, no serán más que alabanzas de agradecimiento y pro­
mesas de

alivios
incondicionales.
Señalemos, entre
los

más
recientes testimonios, el

de Camilo
Huismans que
alababa en 1960 a Emile Vandervelde, gran evange-
( 117) Igor Chafarevitch, ob. cit. Cf. Thomas Molnar: «Se les · explica
que,
con

un
poco de

buena voluntad y de
entusiasmo, pueden
convertirse en
ciudadanos del

mundo a nivel político y hombres ligados moralmente a
to­
dos, a nivel social. Sin embargo, ·1a verdad es que se ha perdido la confianza,
tanto en
la bondad esencial de la creación como en la racionalidad de la
Gudad. El individuo que no
participa en

la
realidad trascendente más espi·
ritualmente,

n0- puede
·ser-más que un átomo a la deriva en un complejo
político. Por
eso no sorprende que se refugie en la utopía» .... L'Utapie,
éternelle hérésie, Beauchesne, 1973 pág. 267.
(118) «Es porque creían en un éxito total, casi_ inmediato, por lo que
los
precursores se
atrevieron a la
empresa. Luego,
luchando,
perfeccionaron
sus

métodos, animados a
veces por nn éxito parcial, aleccionados,
sobre todo,
por
sus fracasos, según

palabra
justa y profunda de Marx. De tiempo en
tiempo, modernizan sus métodos. Se han
enriquecido con

la experiencia, se
han adaptado a los tiempos nuevos. Pero, en
medio de todas esas transfor~
maciones tan numerosas e importantes, su socialismo ha quedado fiel a sí
mismo constantemente». Luis de Brouckere,
cit. en Del P. O. B. al P. S: B:,
pág. 169: «Los socialistas han tomado conciencia, hace a1gunos años, de la
necesidad de un
eshldio doctrinal, no para dudar de los principios que les
inspiran, sino

para verificar en qué -medida no
'pueden adaptarse a

los
pro­
fundos

cambios experimentados en el orden
socia!l, cambios, por otra parte,
de loo que 1a mayÓría se deben a la acción (M. A. Pierson, senador socialista
citado en Del P. O. B, al P. S. B:, pág: 110):
158
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALISTA
lista del Partido: "Se ,abia que tenia un,, buena pluma y ,e le en­
cargó redactar nue,tro programa, que ,e ha convertido en «el pro­
grama de Quaregmon».
No hem(J! tenido que cambia, nada en e,te
texto,
ya que no ,e ha juzgado nece,ario dportar modificación algu­
na a
esta fórmula. Este texto e, un modelo de lógica y de clarútad.
Se
ha convertida en

la
carta magna del

POB de 1894.
Ha continuado
siendo
la carta magna del PSB de 1906.

El
fen6meno e, único en su
género"
(119).
Un poco más tarde, R. Abs escribirá: "Esta cart,i magn,, ( ... ) e,
uno de la, más a.rambro,o, escr/t(JJ de la literatura ,ocialista. El
autM, inspirándose en textos ya publicadr,s, como por ejemplo, 'Los
derechos
del hombre y del ciudadano' de 1789, el programa de
Eisembach (120), el preámbulo de los e,tatutos de la Asociación In­
ternacional
de TrabajadMe,, el pr(Jgrama de G<>th" (121), el pro­
grama
de Erfurt (122), el autor ha llegado a condensar tada la su.r­
tancia de
la, ideas, de la, realizacir>ne,, de la experiencia de más de
cien tiempos modernos.
Y, no contento con reunir tanta docwmentaci6n,
se enfrent,i
con

el
p01'1lenir y proporciona a los militante, ,ociali!­
ta,
el material necesario del trabajo que van a realizar durante se­
tenta
y cinco años ... "
Citemos también el testimonio de V. Larock: "Porque son de
fines del ,iglo parado, algunos creen que esto, principios han pas,.._
do.

Pero el
nombre de ,ocialismo e, aún más antiguo, ¿habría que
bmcar otro?
Las idea.r ju.rta.r no enve¡ecen. T ado lo que el sa~
lismo signific,i para
la razón y el rxw,izón, se exprer,i en la Declar,.._
ci6n.
Y, ¿negtN" algo no es negar el mirmo ,ociaUsmo? (123).
(119) R. Abs, op. cit., pág. 37,
(120) 1869. Programa elaborado por el Partirlo Obrero Socialdemócrata,
fundado

por
Bebe! y Lebknecht.
(121) 1874. Primer Congreso Socialista alemán.
(122) 1891. E-ste Congreso señala la victoria definitiva de las doctrinas
colectivas e internacionales de K. Marx sobre las· doctrinas ásociacionistas y
nacionalistas de Lassaille.
(123) R. Abs, «Les origiries du Socia.lisine en Belgique», extracto de
Socialisme s. a., pág. 8.-
159
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CLAUDE CALLENS
El mismo V. Larock dirá después del Congreso doctrinal de 1974:
..... los socialistas que han w-abajado en la nuev" declaración de prin­
cipio, · han constatado que la de Quaregmrm, con su fo= precisa y
concisa, es perfecta" (124). Y J. Yema no vacilará en afinnar que
esta
vieja
catta magna

es
'"mejor y más clara" que la nueva (125).
Si esta carta es la
verdad, ¿es la verdad revelada por Dios? ¿Es
la verdad descubierta en
la contemplación humilde de la realidad?
Ciertamente no.
Los dogmas, ya lo hemos dicho, no son más que
mitos. Achille Dauchi-Meunier denunciaba especialmente dos
mi­
tos esenciales (126) del socialismo: .. el mito de una clase de ex­
plotadores, cuyos miembros ( propietarios, hacendados, empresarios,
etcétera) tendrían idénticos intereses, aunque no las mismcJS necesi­
dades ni costumbres: el mito de un proletariado cuya actividad es­
tuviera determinada por su posición social y cuyos participanter tu­
vieran
el

mismo
comportam/emo y la misma conciencia" (127).
(124) Le Peuple, 12 de noviembre de 1974.
(125) Le Peuple, 22 de noviembre de 1974.
{126) «Se reconoce siempre
al hombre
de
izquierdas en
que tiene
con­
ciencia de la división de nuestra sociedad en clases sociales y en que rebate
la estrategia y la fusión de clases», Le Pe11ple, 21 de mayo de 1973.
(127) A. Dauphin-Meunier: «La doctrina social cristiana y el socia­
lismo» en L Eglise et le So-cialisme, op. cit., pág. 54. Algunos socialistas
quieren sostener esta
tesis: «Desde

que
:los hombres,
sometidos a su instinto
gregario, viven en sociedad, es decir, desde su aparición sobre la tierra, hay
a1gunos que

dominan
a sus semejantes ( .... ) . La igualdad absoluta de pen­
samiento, de fuerza, de ideas, no existe ni existirá nunca, sencillamente por­
que la
naturaleza es

infinitamente variada. No hay dos árboles idénticos,
ni
dos animales iguales, ni dos ramitas de hierba que sean copia una de otra
( ... ) . Es, por lo tanto, una '1ey natural que hay que anunciar y recordar ince­
santemente:
la diversidad infinita de todo lo que, en la tierra, constituye WlO
de los motores de la vida. Por lo tanto, como dos hombres no son nunca
iguales, uno de
ellos intenta
incesantemente dominar
al otro ( •.. ) . Pero las
tentativas de defensa del débil, que han tomado las fonnas más diversas, a
veces
más insospechadas, otras más extraordinarias, no pueden calificarse de
socialistas en

el sentido
moderno de
la palabra»
(R. Abs, Leí origines d11
socialisme en Belgique,
pág. 4).
R. Abs cita, como ejemplo de mala soJluci6n, laB corporaciones. «¿Por
qué, dice, no podemos aplicarles una definición socialista? Porque era.ri · esen-
160
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALISTA
Los socialistas reconocen que "estt»nO.r en la era de las masas,
y que éstas son sensibles a los mitos. En el curso de """ reciente his­
toria, hubo malas y buenas explota&iones de algunos mitos, En la
primera categtwia ha,y que colocar a/, nacional-socialismo nazi; en la
segunda, el Plan de Trabajo de los años

1933-1934. Debemos
hoy
popularizar
el mito de «la transformación necesaria de la sociedad
por medio de la lucha sociatisttT»".
"Sé
--continúa Marcel Busieau-que e/ mito ha demoJtrado
maleficencia cuando
se ,m¡,para de todo el hombre y hace de él un
fanático;
pero cuando es la manifestación concreta de una ideolo­
gú, razonable, aunque comple¡a en su estructura,
y abierta a todos
los valores, el mito puede ser ur, elemento de ¡uventud y cohesión,
una seguridad de porvenir para
el socialismo ( ... ) : El público, se
dice,
está cansado de propáganda, en todo caso en los países no

sub­
desarrollados_ Yo af,m;(), sin embargo, que puede ser de nuevo sen­
sibilizado
(

... ) por
medio de una propaganda honesta, lo que no es
de ningún modo inconcüiable con

la
proposición de un mito" (128).
Algunas
palabras serán, por tanto, mágicas, capaces de promover
entusiasmo o reprobación, y
J. F. Revel po gía es "el estadio supremo de la ideologú," (129). P. Vandrome hace
el mismo análisis: "El exceso de determinada izquierda politica es
un lirismo mistlficador., Su mesianismo se alimenta de una idea mís­
tica, bien del puebla
( en los humanitarios), bien del Partido ( en los
totalitarismos),
y se apoya en una dogmátictJ. De ahí su verdad po­
Utica que
se inflama porque es la representación de una verdad real
revelada, que
se formula en esquemas cárismático," (130).
cia.Imente egoístas y porque una determinada corporación era., no solamente
indiferente a la suerte de otra y a la de los artesanos no afiliados, sino por·
que era muchas veces adversaria» (íd., pág. 5).
(128) Marcel l3usieau, «Marxisme orth9(ioxe QU marxisme actual.isé?»,
Le Peuple, 3 de diciembre de 1974.
(129) Op. cit., pág. 47.
(130) Op. cit., págs. 33-34.
n 161
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
El p,waíso socialista:.
Se sigue de todo lo que precede que, aunque nuestras sociedades
están más

o menos influenciadas por la ideología socialista, el so­
cialismo no
se realiza en ninguna parte. Las democracias económica
y cultural deben complementar la democr•da política. Además, su
desconfianza en los
modelos no
se debe únicamente a su
elección del
partido

marxista (131). Se comprueba también que el socialismo de­
mocrático no

se encuentra en ningún país,
y que sería peligroso po­
ner romo ejemplo a ta!l o cual nación que estuviera más avanzada
en el camino hacia el
paraíso. Efectivamente,
el aspecto de ese so­
cialismo encarnado, sus fracasos, sus violencias, perjudicarían toda
la
estrategia. Los errores y lagunas se deben siempre, naturalmente, a
las circunstancias. Es decir, que si el socialismo fracasa, aquí o allí,
en todo o en parte, es porque la sociedad no ern bastante socialista.
Dicho

de
otro modo:
su
"arte de gobernar ( •.. ) par~ extenderse, no
debe encontrar ningún obstáado ni enfrentar,e
con ningún enemi­
go" (132). Se hacen algunas alusiones, breves y tímidas, a Suecia y
Yugoslavia.
Pero esas
referencias, ya lo hemos visto, son discutidas. No se
trata tampoco de
proponer la imitación de

los países comunistas, ya
que la reprobación de la burocracia, del centralismo autoritario
y de
la represión es universal.
·
Se ve clarrunente que sería fácil, por medio de una sana filoso-
(131) Cf. Berlinguer (P. C. l.): «Rechazamos el punto de vista según
el cual puede existir un modelo de sociedad socialista única. y valedera para
todas las situaciones. No se trata solamente de las particularidades naciona­
les que se deben
añadir a las leyes
generales
del desarrollo
de la revolución
socialista y de la edificación de la sociedad socialista. En realidad, las leyes
más generales del desarrollo de la sociedad, los rasgos más esenciales y uni­
versales de la revolución socialista no existen nunca en estado
puro, sino
solamente como
una determinada realidad, condicionada-históricamente y
única. Oponer estos dos aspectos es caer en el -esquematismo y en la esco­
lástica, es negar la esencia misma del marxismo». Cuadernos marxistas, op. cit.,
pág. 5.
(132) J. F. Revel, op. cit., pág. 42.
162
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIAUST A
fía, desinflar al socialismo. Pero ceservemos, de momento, nuestro
juicio e intentemos ver
honradamente aquello
que el socialismo, se­
gún
lo que es y lo que dice, puede realizar.
Reino ambiguo.
Aunque

no hay una ciudad socialista realizada en
toda su ple­
nitud, los socialistas y los partidos socialistas existen por todas partes.
"Ahora bien -escribe Gilles Martinet (133)-, la manera de actuar
en
la actual sociedad prefigura la manera con que se gobernará en
la
nueva sociedad". Los socialistas lo saben, saben que se juzga el
futuro por el presente; de ahí su perplejidad J>Mª tomar el poder.
"El ejercicio del poder -escribe Blum (134)-será siempre una
prueba especia/,mente dalorosa y difícil para los partidos socia/,istas";
porque administran entonces la sociedad capitalista.
Aunque digan que
"no se dejan encerrar en el falso dilema: «re­
formismo o
revolución»" (135), no pueden ejercer el poder sin trai­
cionarse de una manera o de otra, porque no pueden suprimir la
sociedad capitalista de un plumazo, No se arriesgarán sin daño a
poner en
peligro el bienestar material, al que nuestros contempo­
ráneos dan tanta importancia. El socialismo
debe, por tanto, set una
(133) Miembro de ia dirección del Partido Sodalista francés, co-fundá­
dor

del P. S. U.
«L'aVénir depuis
20 ans», Stock.
a. Le Peuple, 9-10-11 de
noviembre de 1974.
(134) 10 de enero de 1926, citado en Dossiers de L' histoire, pág. s9.
(135) Del P. O. B, al P. S. B., ¡,ág: 100: '.Los socialistas «preconizan
una transformación total de la sociedad y quieren recinplazá..r el sistema ca­
pitalista por el socialista. Admiten que tal
transformación no
se puede
hacer
en un · día, por un simple cambio de poder; supone un esfuerzo perse­
verante,
al -término del cual el sistema capitaliSta estará progresivamente des­
mantelado
y abolidó. La toma del poder no es una condición preliminar, sino
el coronamiento de la
·lucha por la cual, en el seno mismo del actual sis­
tema; las reacionés · de las fuerzas cambiarán gradualmente a favor del so­
cialismo.
La estrategia socialista debe impedir la integración de las reformas y
su absorción por el sistema existente y actuar de manera que, por el contrariO,
las

reformas se sucedan a un ritmo
acelerado Y a un nivel cada vez más
e-levado».
163
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
evolución, una transformación · progresiva de la sociedad. Pero, por
otra parte, el pueblo, impaciente pot ver realizadas las promesas, no
les perdonatá que rechacen el poder. He aquí para siempre enfren­
tados ideal y realidad (136). Esta dificultad, aparentemente insupe­
rable, ¿no es hija de ese matrimonio contra natura que es el socia­
lismo democrático, que pretende asegurar y reconciliar al revdlu­
~ionario y al reformista? De ahí que el socialismo es, a lo sumo, una
aventura, y no puede ser más que una aventura ya que está conde­
nado a la ambigüedad (137).
Sin querer recordar la tutbia situación de la solución económica,
hagamos notar el amot de
los socialistas

belgas
(y sin duda tam­
bién de los franceses), por
la libertad de pensamiento y su deseo de
tranquilizar
al cristiano.

Hay quien
se alegra de que el Congreso
tuviera lugar en la universidad del Libre Examen (138), otros lo
lamentan
(139). Lo mismo, frente al comunismo, no aceptan la bu­
rocracia ni la represión comunista (140). El 2 de enero de 1947, en
(136) a. esta crítica de J. Yerna, después del Congreso de 1974, «Un
manifiesto no basta necesariamente. La carta de Quaregnan, aunque más clara
y mejor que el nuevo texto, no ha impedido nunca que el P. S. B. Sf: aliara
a
fos partidos conservadores

para regir el· sistema capitalista. Y si mañana,
por medio de una crisis económica· que se anuncia importante, se somete a
un Congreso 1a decisión de participar en el Gobierno, hay que temer que, los
mismos que han aplaudido a los participacionistas, de
la misma manera aplau·
dan
a los representantes de la tendencia más radical, no se encuentra una
mayoría que
vuelva a
los errores del pasado»
(Le Peuple, -22 de noviembre
de 1974).
(137) Les Cahiers Marxistes, núm. 8, octubre de ·1974, págs. 9 y 10,
hablan también de equívoco y ambigüedad.
(138) Unível'Sidad Libre de

Bruselas.
(139) Joseph Coppe: « ... había que tener estas sesiones del socialismo,
que se pretende abierto a todos, en los locales de la Universidad Libre de
Bruselas, donde todavía flotan en
el aire lós recuerdos de un violento anti·
catolicismo.

Si
Guy Spitaels ha podido justamente poner en guardia a los
socialistas contra
algunas palabras, · canciones y actitudes de las que padece
la
credibHidad socialista

en
el mundo católico, la convocátoria de un congreso
doctrinal
en la Universidad Libre de Bruselas era uno· de los actos que se
debían
evitar» (Le Peuple, 19 de noviembre de 1974).
(140)
a. La carta doctrinal del P. S. B.
164
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALISTA
la Ciudad Universitaria de Roma, en ebullición, Saragat defenderá
la
democracia de tipo escandinavo, contra Nenni que reclamaba apa­
sionadamente la
adhesión del
partido socialista italiano al "partido
de
acción" social-comunista

(141).
Y el pattido socialista austtiaco
es anticomunista, "ron algo de agresividad" nos dicen. Pero, en las
reuniones de la Internacional, "el partido socialista de Francia no
ha tenido
que iustificar su alianza con

los
comunistas. N adíe le ha
pedido explicaciones (

... ). Los dos
partidos italianos no han apare­
cido nunca dividido, (_ ..
), ,e pronunciaban, generalmente, en el mi,­
mo ,entido".
En cuanto a los finlandeses, "hacen propo,icione, y to­
man actitude, en relaci6n con la política I011iética de di,tanciamien­
to y de entendimiento" (142). Detrás de las exigencias históricas y
electorales, la realidad es que, no solamente los socialistas tienen ( em­
pleando una expresión de J. F. Revel) un "terror de parecer anti­
comunistas y de ser considerados como 1'ea&cionarios" (143), sino
que piensan también que "el Eite y el Oe,te deben unir,e, ya que
el proletariado e, el mi,mo en todo, lo, pueblo, y, pMtiendo del aná­
li,i, de nue,tra actual ,ituaci6n, actuar para llegar al ,odaliimo
de
Marx" (144).
Es fácil condenar la burocracia centralizadora, pero, como hace
notar Gilles Mru:tinet, "hay un lazo de uni6n evidente entre la di­
recci6n centrali,ta de la, organkacione, política, y ,indicale, y la
ge,ti6n centralizada
de

la
eronomío ,ocia/izada" (145).
En cuanto a la condena de la represión,
pongamos atención. El
socialismo quiere

la liberación del
hombre. La democracia, decía
Gésar de Paepe, es "el gobierno de cada uno, la emancipaci6n del
individuo, es la libertad" (146). Por otra parte, para mantener la
igualdad (147)
y la organización, es necesario el Plan. "La planifi-
(141) a. Larock, op. cit., págs. 14-15.
(142)
Id., págs. 48-49.
(143) Op. cit., págs. 31-32.
(144)
V. Larock, citado en De/ P, O. B. al P. S: B., págs: 85-86:
(145) «L'avenir depuis 20 ans», Stoock. Cf. Le Peuple, 9-10-11 de na..
viembre

de 1974.
(14,) En Del P. O. B. al P. S. B., pág: 132:
(147) Efectivamente, la alienación se define como «el estado de cons-
165
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CLAUDE CALLENS
cación no e, el socialismo, pero no hay socialismo sin planifica­
ción" (148), de suerte que se tratará de establecet "un mJximo· de
organización social"
pata garantizat "el máximo de independencia
individual"
(149). Se comprueba, por el conttatio, qw, "después de
dos
siglos de búsquedas, de revoluciones, de teorías, de experiencias
en

todos los
sentidos, no r,parece un punto en el planeta, ni una isla,
donde
los

dos
objetivos, socialismo y libertad, estén conciliados de
forma satisfaaoria"
(150). Y las expetiencias de autogestión no con­
tradicen el severo juicio de A. Sauvy. Efectivamente, como hacía no­
tat el profesor Garello a propósito de Yugoeslavia, "o se respeta
el Plan, y no hay autogestión, o se practica la autogestión y ya no hay
socialismo"
(151). Peto esto no es todo. De nuevo los mismos so­
cialistas nos alertan. Cierramente "la libertad es un derecho funda­
mental
de

los
ciudadanos". Pero "debe lhmtarse cuando el abuso
de libertad perjudica al interés de todos". Y "sólo el legislador de­
cide sobre este ct>l'ácter abusivo (

... ). El
socialismo democrático
es tttmbién un movimiento abierto a todas las con&epciónes, a ex-
ciencia que, reconociendo en un ser exterior a sí mismo propiedades que
sori suyas, se encuentra así separado de sí mismo» (Del P. O. B. al P. S. B.,
pág. 281). Todo derecho, toda propiedad transferida o simplemente alejada
de sí misma, y a la postre, toda diferencia, puede sentirse como alienación.
Bajo esta óptica
la libertad (desalienación), no puede garantizarse más que
por -eatricta igualdad.
(148) Del P. O. B. al P. S. B:, pág: 104:
(149) Histoire de.s doctrines morales, pág. 71. Cf. también C. de Paepe
que define
itsí el socialismo: «una organización social que, según expresión
de un célebre escritor
inglés, Sr. John Sturt Mili, concilia la mayor libertad
de

acción del
individuo con

una apropiación común de las
materias primas
·que proporciona

el mundo y una igual participación de todos en los benefi­
cios del trabajo común». (Manifiesto del Partido Socialista, Braban1;on, 1877).
(150) A. Sauvy,
Le socia!isme·en.Jibérté, pág. l.
(151) J. Garello: «Confrontación de principios y resultados del socia­
lismo» en La Iglesia y el Socialismo, op. cit., págs. 39-42; Cf. también Re­
vel: «Veinte

años de autogestión han hecho. de
Yugo·esiavia un
cementerio de
'leyes ·no aplica.das» (op. cit., pág. 34). Revel se refiere a dos estudios:
A. Meister:
«OU va

l'autogestion yougoslave»,
ed. Antropos, París, 1971 y
«Autogestion, les équivoques du cas yougoslave», en Le Monde, l_Q de· julio
de 1974.
166
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALlST A
cepci6n de las que son contrarn,, a la dignidad del hombre'' (152).
"fata libertad no he,y que comprenderla como una licencia. Cada
uno
debe cowencerse de la necesidad de adherirse a todas las refor­
mas
de acci6n obrera rewindicándose en el socialismo" (153).
Pero, ¿se dejarán llevar de
la violencia?

¿Por qué
no? Los "me­
dios que Je deben poner en práctica -nos dicen-dependerán de
las circunstancias de tiempo y lugar. En una sociedad en que los de,
rechos democráticos :Y elementales están garantizados y respetados, el
movimiento organizado di, traba¡adores puede alcanzar su meta sin
violencia"
(154). "Sin abandonar otros medios de lucha ( especial­
mente, si
es necesário, los revolucionarios), el socialismo belga pone el
acento en los métodos de propaganda y de acci6n democrática" (155 ).
Estos principios
son fieles

al espíritu de
Marx, que declaraba · en
Amsterdam, en 1872, después del Congreso de La Haya: "el obrero
debe
tener un dia la supremacia p,,litica para establecer la nueva
organizaci6n
del trabaio (, ..

). Pero
no hemo, pretendido que, para
llegar
a

ese
fin, los

medios
fueran idénticos.
Sabemos la parte que
ha:r que dejar a
las instituciones, a las costumbres y a las tradiciones
de los distintos países; y no negamos que existen países como Amé-
. rica, Inglater,tJ ( y, .ri conociera mej01' vuestf'ar instituciones, at"'iat:li­
ria Holanda) donde los traba¡adores pueden alcanzar sus fines por
medios
pacíficos" (156). Algunos afíos más tarde, César de Paepe
declaraba: "haciendo uso de los derechos constitucionales y de los
medios
legales puestos a nuestra disposici6n, no pretendemos de nin­
gún
modo repudiar para siempre los medios revolNcionários :)1 rene­
gar
del derecho a la imurrecci6n (: .. ). Cuando se persiste; a pesar
(152) Del P. O. B. al P. S. B., pág: 100: CT: !sabe!la-Laura Gatti de
Gamond, militante socialista belga, librepensadora: «el hombre necesita que
sus energías se
contengan y limiten por otras energías, que haya derechos
firmes y armados frente a· su derecho. Si no, desgr'aciado ·de él, el fuerte,
tanto

como
desgraciados los débiles» (

2
S de· abril de 1900, éita.do eri Del
P. O. B al P. S. B., pág: 23,):
(153) Histoire.r de.r doctrines morales, pág. 85.
(154) Del P. O. B. al P. S. B., pág: 100:
(155)
Del
P. O. B. al P. S. B., pág: 45:
(156) Citado en Del P. O. B. al P. S. B., pág: 143:
167
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
de todas sus re:laciorues y protestas, en negar al pueblo la satisfacción
de sus legítimas quejas,
el pueblo no tiene más recUf'sos en el ánz.­
bito

del
derecho; 'Y s,,/,emos por la histom que la revolución es mu­
chas veces la razón suprema del pueblo, como
el cañón es la razón
suprema
de

los
reyes" (157).
En 1949, cuando la izquierda se opone, desde el final de la
guerra, al retorno del rey Leopoldo III, se organizó una consulta po­
pular y el pueblo belga se pronunció, en un 5 7 % de votos, por el
retoruo del
rey. Inmediatamente

se
declaró una

huelga, que
forzó al
rey a abdicar un mes más tarde (158). En 1960, el Gobieruo Eyrkens,
democráticamente
elegido,
establece un proyecto de
"ley de expan­
sión
económica,

de
progreso social y de reparación financiera" lla­
mado "ley única". Este proyecto de 1ey suscita una huelga política
tan dura que I1Expres, a pesar de que tiene otros "liberadores" que
fustigar, celebra el smntecimiento con lirismo: "La cosa es todavú,
posible.

Esta
clase obrera de Europa Occidental, de la que se dice
que está cloroformizada por
la televisión, la máqllh,a lavadora, las
ventajas sociales
del neoscapitaliómo, se revela, de repente, capaz de
un sobresalto de tipo revolucionarlo" (159).
M.
Beulemans no lleva cuchillo

en los dientes,
peto lo tiene a
mano. Todo
el socialismo es una aventura y una aventura peligrosa.
Porque la incohetencia condena la renuncia y la dureza, de forma
que
habtá que demostta:rnos que toda tendencia socialdemocrática,
en. la

medida
en que no quiera abdicar, no desemboca fatalmente en
el totalitatismo.
"Todas las naciones --escribía Lenin-llegarán al soci«Usmo. Es
inevitable (160). Pero no llegarán de la misma forma: cada una de
ellas aportará su contribución original u otra forma de democracia,
(157) Manifiesto del Partido Socialista, Brabaru;on, 1877.
(ll8) a. declaración del General portugués Otelo de Carva!ho: «El
partido qrie llegue a alcanzar el mayor número de voces no· reflejará necesa­
riamente la voluntad real
y los verdaderos intereses del pueblo» ( 20 de no~
viembre de 197)).
(159) Citado en Chlepner, op. cil., pág. 438.
(160)

En realidad, nada hay más inseguro (lo
veremos más adelante

con
los testimoníos socialistas).
168
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALISTA
tal o cual tipo de dictadt1ra del proletariado, tal o cual ritmo de tram­
formaci6n socialista, en
los dwersos aspecsos de la vida social" (161).
Y, en otra parte, afirma categóricamente que "la repúb/ico demo­
crática
es

el
cammo mJs corto que conduce a la dictadtlra del prole­
tariado"
(162).
Reino de las tinieblas.
Mientras tanto, la consecuencia más segura, la más inmediata
de la mentalidad socialista es, como vamos a ver a continuación, la
muerte de la fe, dligan Jo que quieran los sacerdotes y los laicos in­
genuos,

sutgidos
no se sabe de dónde, que afirman por todas partes
que
el realismo critico no tiene nada de científico y. que la doctrina
social de la Iglesia está "desfasada". Sin embargo, se puede objetar,
los socialistas se presentan tranquilizadores. "Es verdad -escribeo­
que (163) en sus orígenes, el movimiento obrero socialista fue ( ... )
anticlerical. Lar razones para esto no eran de orden filos6fico, sino
mJs bien social ( ... ). La mayor parte (de los socialistas) no eran
hostiles a
la religi6n en sí. A menado te casaban por la Iglesia y
bautizaban a sus hijos. Pero estaban conka los que la explotaban y
contra una institudón que mantenú, a los explotadores ( ... ). La con­
troversia en este punto eslá superada.
El movimiento abrero cris­
tiano ha adquirido su pr-0pía personalidad. Sus concepciones econ6-
micas
y sociales son tan pa-ralelas a las del movimiento socialista que
los

frentes
comunes sindicales se han com;ertido en una realidad. El
movimiento obrero cristiano recoooce la autoridad de la Iglesia Ca­
t6Ucti en
el terreno espiritual. Pero n-0 la admitirá como sostén de
un siJletnd eCQn6mi.co al que está dispuesto a combtltir". Y, recor­
dad, "no basta con que el creyente teng" la certeza de que podrá
ejercer
el culto
de
su elección. Una sociedad progresista y humanñ­
ta
debe,

no s6lo
Meptm, sino asegurar a cada Un-O la posibilidad de
(161) En Clladernos MarxistaJ, ob: cit., pág. 5.
(162) En Del P. O. B. al P. S. B., pág: 294:
(163)
Léo Collard, ob, cit., págs. 102-iOl.
169
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
organizar su vida espú-itual, en todos lós aspecto,, según k, fe o k,
convicci6n filo,6fica que le e, propia" (164).
Se puede

uno
preguntar, por

lo tanto, qué se
ha hecho del viejo
anticlericalismo
librepensador de

los orígenes. No nos dejemos sor­
prender, una
vez más,

y no nos
hagamos demasiadas
ilusiones. No
solamente hemos

visto que el socialismo es, de alguna manera,
otra
religión, otra moral (165 ), sino que este atgumento que consiste
en
gatantizar el derecho a la vida espititual, no es nuevo, estaba ya
en lwbios de librepensadores del siglo pasado, que sabían muy bien
lo que hacían.
Escuchemos a Vendervelde:
"Somos librepensadores; no creemos
en vuestro Dws; no vemos en
las profundidades del Cielo más que
un gran misterio,
que de,esperamos de penetrar. S6lo que, cuando
un pobre hombre no, dice: 'yo creo en Dios'
(

•.. ),
le respondemo,:
'cree en
lo que ·quieras, la religión es un asunto de conciencia indi-
( 164) Léo Collard, ob. cit., pág. 113. Incluso los marxistas ortodoxos
pretenden reconocer «la importancia de
las libertades personales, especial­
mente la religiosa» (Cahiers
Marxistes, ob. cit., pág. 10).
(165) Cf. E. Anseele, ante el Parlaniento belga el 26 de julio de 1885:
«Sobre las causas que influyen en
la vida de los hombres y de los pueblos,
sobre la manera de·
pensar, de sentir y de vivir, nosotros tenemos opiniones
distintas de
las vuestras. Hay, desde este punto de vista, un -abismo entre
vosotros
y nosotros, y quiero explicaros nuestro punto de vista en este asunto
para demostraros que somos gente nueva en todo, revolucionarios tanto en
moral .como
en economía
poütica. Los modos de sentir y de pensar son de­
terminados en
el hombre por la forma esencial de relaciones económicas en la
sociedad

en que vive ( ... ) . Según las relaciones de los hombres por una u
otra forma de sociedad eam6mica, la sociedad adquiere un
caráct~, una
COñ.cepción
de

vida, una moral o
bien da
una u otra dirección a
stis · activi­
dades.

Además, los- hombres no se mueven
según una
idea-
abstracta de la
justicia, ni del· derecho. Es-la sustitución de un sistema económico por otro ....
lo que conduce, por una correspondencia natural, a una transformación equi­
valente en las concepciones políticas-, morales, estéticas, científicas y religio­
sas; de

manera que el impulso más
íntimo y
profuso de
la historia es el modo
de
organizar los -intereses económicos.

He
aquí nuestra

teoría en materia de
moral» (citado por A. Castelein,
Dr.oit nat11rel1 A. Déwit, 1912, pág: 161).
170
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALISTA
vidual/" (166). Esta concepción es tolerante sólo aparentemente, ya
que
la disolución

que sugiere es una mentira
asesina. No
solamen­
te la
creación y la Encamación nos impiden sepatat lo temporal y lo
espiritual,
sino que tail teoría disloca al hombre y le llevatá a matat
en

sí mismo la
fe. Como no podrá enraizarse y como nada en la
tierra le
llevatá hacia

lo
sobrenatural, el hombre, que no es un ángel,
no vivirá
más que pata la catne.
La fe socialiota.
Pero vayamos todavía más lejos. Seguirnos intentando comprender
cómo se

hace uno socialista. Sería peligroso pata
nosotros creer
que
sólo la maldad, el odio y la imbecilidad conducen a la Casa del
Pueblo. Además
hay una enorme objeción que se opondrá a mies­
tro análisis: si el 50Cialismo es tan inconsistente, tan destructor, ¿cómo
e,oplicat su éxito, su multirod de prosélitos? (167). Esta popularidad
no

puede comprenderse si no se
tienen en

cuenta
las fuentes psico­
lógicas

del
socialismo y de sus móviles afectivos e instintivos.
Una vez más todos los autores están de
acuerdo. H.
de
Mali, en
11lgat del dogmatismo racionalista de Marx, veía: "una evolución
hacia un ,ocialismo
de revindicaciont, p,itológica,. Párá él el ,ocia­
liJmo e,,
ante todo, una revindici,ción de ·Zt, per,ona hum""""' (168).
Blum decía que
el socialismo .ha nacido "de la revulución de todo,
lo, ,entidru herido, por la vida, de,conucido, por lt, wciedad" (169),
de la
compasión, de

la cólera. En
resumen, "la izquJerda e, lin mo­
vimiento del corazón" (170).
(166) Annales parlementaires, 1 de diciembre de 1894, citado en R.
Gor.reux, «Au bon vieux temps du cléricalisme», Central de Educación Óbre­
ra, 1959, pág. 126.
(167) Cf. Igor Chafarevich, Qp. ciJ., pág. 71: «_Las contradicciones in­
herentes
a las doctrinas socialistas no (re_ducen) en nada su fuerza de atrac­
ción».
(168) Del P. O. B. al P. S. B., pág: 76:
(169) Mensaje a la juventud. 1929.
(170) Le Peuple, 21 de mayo de 1973.
171
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
Igualdad.
Precisando más, algunos piensa.o. que es la envidia la que em­
puja a las
masas y suscita la pasión por la igualdad. Fue, durante al­
gún
tiempo, la tesis de Peguy, cuando escribía: "Ya no hay pueblo.
Todo el mundo es b1Mgués, ya que

todo el
mundo lee los periódicos.
L:, antigua airistooracia se ha con,vertido, como las demás, en una
b1Mguesía de dinero. La antigua burguesía en baja burguesía, en bur­
guesía
de dinero. En cuanto a los obreros no tienen más que una
idea: convertirse en burgueses, que es lo que ellos llaman hacerse
sacit,/;stas".
Blum

discute esta
versión afirmando que el socialismo "no es,
como
tantas veces

se ha
dicho, un producto de la envidia, que es el
más bajo de los m61Jiles humanos" (171). El militante belga es más
ambiguo,
no niega un móvil sórdido, pero revela
el peligro para el
ideal socialista: "La conciencia rh clase no es, mt1,t;has 111J&es, más
que la traducci6n ideológica de una amargura personal, de una he­
rida
de amor propio, de un complejo de inferioridad. Expresa, en­
bubierto bajo !entencias generales, rewindicaciones estrictamente per­
sonales, acompañadas frecuentemente
de una ~ ,ecreta, semi­
consciente, contra
los «pri,,;/egiados» del mundo actual. No ,iemp,e
re,ponde
a un profundo ideal, a una elección entre los valores ficti­
cios y verdadero,
de la vida. Htrj que comprender que, una convic­
ci6n profundamente sodaUsta, preocupada
del bienestar de

todos
y
de cada uno,

no
puede subsistir ,in amargMt> per,onal. MucbM ve­
ces

se
desvanec~ y debilita cllándo la amargura no tiene raz6n de
ser, es decir, cuando se consigue una seguridad materia}. relativa,
cuando cierta consideraci6n socu,/, destruye el intolerable re.rentimien­
to
de una i,,¡usta inferioridad" (172).
Más sutilmente todavía, Léo Collard hace notar que "un gran
mímero
de

obreros
vive, de

hecho,
por encimá de sus posibilidades,
en un estado
de inseguridad permanente, que al vencimiento de un
(171) Mensaje a la Juventud, 1929.
(172) Histoire des doctrines morales, pág. 79.
172
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALISTA
pago o al menor retraso, puede agr<111arse en cualquier momento".
Pero, aparte de esta inseguridad material, la sociedad de consumo,
tal como existe ahora, "produce, por lo general, uM profwnda ima­
tisfacci6n.
A pesar de
que
crea medios de felicidad material,, cada
vez mejores, la gente se siente imatisfecha y .desgraciad• por el he­
cho
mismo del sentimiento de frusuaci6n que contribuye a creM".
(Extracto de un informe del Congreso de Psicosomática de París).
Inseguridad,

condicionamiento,
sentimiento de
sumisión, de imagi­
nación
y de frustración, ¿no S!)n elementos de la psicología contem­
poránea colectiva que explican,
bajo diversas formas,

una
"contesta­
ción""

que no es un
"fenómeno periférico pasajero?'" (173).
Queda claro,

por lo tanto, que si la envidia puede
crear desde
el
principio, una fuente de contestación, constituye
también una

alie­
nación
y debe ser desarraigada del corazón del hombre. Pero, ¿cómo?
Por la
supresión de toda superioridad, el rechaw de toda diferencia
en
"UM sociedad donde, segtm la expresión de Blum, las diferencias
naturales
( en el sentido de lo físico), no implican la sobrecarga de
ninguna desigualdad complementaria" (174).
Por tanto, la "busguesú" es el enemigo, no sólo porque su sirua­
ción es privilegiada por la obtención de medios de producción, sino
porque es

el enemigo también
"por su superioridad frente a la clase
obrera, bien por su modo de vivir, bien por su educación, su fortuna,
su
profesión" (175). Esto explica por qué, ¡,rua ser coherente y du­
radero, el socialismo debe promover una enseñanza niveladora y de­
berá --- al nifio de la familia lo antes ,posible. Porque la familia muestra y
enseña la riqueza de la desigualdad, "desigualdad protectora" la llama
(173) Oh. dt., pág. 59.
(174) Hfrtoire des doctrines morales, pág. 86.
(175) Del P. O. B. al P. S. B:, págs: 289-290: «La conciencia de clase
se ad.quiere cuando el obrero no
admite en

sí mismó nada que le diferencie
de los otros
obreros. Así una militante que explicaba cómo perdió la fe,
confiesa: me molestaba
ser yo
sola, con el
jefe de personal, los
que comul­
gábamos todas las mañanas»
(Le Peuple, 7-8 de diciembre de 1975, a pro­
pósito del libro: «Voyage a l'intérieur du Parti Comuniste». A. Harris y
A. de Sedouy, Le Seuil).
173
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
Maurras (176), desigualdad que es fuente de unión. Y, como ha
hecho notar el profesor De Corte, "la estmctura biológica y moral­
mente ;er,,,-quizada
de la familia se encuentra en otras comunidades
más amplias .. :· (177).
Por eso, los socialistas belgas, "de acuerdo con los socialistas fran­
ceses", wnsideran "la educación nacional como un deber del Est do, el primero y tal vez el más importante de todos". Para ellos exis­
te, por encima de la libertad del padre de familia, "el bien más sa­
grado",
es decir, "la libertad del hi¡o". Ya que "tada libertad de en­
señanza, toda pretensión de autoridad cualquiera que sea (la Iglesia,
p,wtido político, simple particular)
que

busca ese derecho
funda­
mental
del niño como

persona
h"1nana, hay que rechaz,wla como una
aberración antidemocrática"
(

... ).
"La comunidad debe defender al
niño
y ayudtWle contra la estrechez de miras, y las razones, muchas
veces subietivas, indicadas por los padres para asignar a sus hi¡,,s,
desde
el principio, una orientación particular que es siempre empo­
brecimiento y limitación"
(I 78).
No se puede quitar el niño a la familia, desde el mismo día de
su
nacimiento, pet0 los socialistas
estiman qne

es peligroso dejarle
solamente
al cuidado de su madre, porque dicen: "su buena voluntad,
incluso
su inteligencia, son hoy dla insuficientes para responder a
las
exigencias modernas. Digamos incluso que la acción de la madre
prioada de ayuda y conse¡as, por muy conmovedora que sea, co"e el
peligro de ir en contra de lo, verdaderos intereses del niño ( .•. );
aun cuando la madre se consagre enteramente a su hog,w y a sus
hi¡as, es psicalógicamente detesl4ble para el niño,

como
para la ma­
dre, que estas dos seres estén ligados el uno al atro de manera de-
(176) Cf. Saint Exupery: «Los miembros de un pueblo que tiene reina,
poseen sangre real. La desaparición de las riquezas, de las que hago caso
omiso, me preocupa, no a causa de los ricos, sino precisamente de los po­
bres que van a embrutecerse ·más trabajando en la fabricación de tractores o
taburetes,
y no en dorados, encuadernación artística, relojería de lujo, eté., un
poco más embrutecidos, aunque ·mejor alimentados. ¿La ganancia compensa
la libertad?». (Carnets, Gallimard, 1953, pá.gs. 199-200).
(177) Dela ;usticia DMM., 1973, pág. 12.
(178) A. Oausse,
«Urie doctrina soéialiste de l'éducation», amiStoso del
personal

de
ensefi.anza socialista del distrito de Lieja, 1955, págs. 177-180.
174
Fundaci\363n Speiro

EL MESIANISMO SOCIALISTA
masiado estrecha y exc/u.rh;ó ( ... ). En /a, condiciones soci,des ac,
tuaks,
y aun en condicione, soci,des ideales, la, familia, son inca­
paces de proporcionar
al niño el ambiente p,icológico y mot'at nece­
sario pMa su formación. El mMco f diciomn,
es un marco estrecho, con horizontes y medios limitados
(

... ),
la competenció psicr,lógica de las fttmilúiJ es superficial y mu­
cha, veces errónea y ( ••• ) su acción se expone "ser fal,eada por ele­
mentos sentimenta/,eJ 'Y subjetiflos, ciertamente necesarios, pero que
no pueden su,tituir a ú, competencia" (179). De aquí en adelante,
nos

dicen:
"los jóvenes no tendrán que ser cumo sus padres" (180).
Pero, en realidad, bajo

el pretexto de
preservru: la originalidad
del

niño,
su individualidad, se le impide el aprendizaje de desigualda­
des

naturales
para dominarlo mejor e integrarlo en la sociedad. Una
sociedad que

vigila
para que sea imposible la adquisición de cual­
quier
clase de superioridad. Este recbaw de la desigualdad natural,
este odio tal
ve• a todo lo que sea superación es, para Igor Oiafare,
vich, un elemento esencial del socialismo. "Uno de los fines del so,
ci,,/,ismo
-escribe-es precisamente destruir las relaciones indivic
dual-es: relaciones entre mujer
y mfll'ido, entre hijos y padres". Y
"en los sistema, más coherentes, ú, igualdad es lan radical que des­
emboca en ú, negación de toda diferencia notable entre indwiduos:
'iguatdad' se convierte entonces en sinónimo de 'identidad"'
(181),
(179) Clausse, op. rit., págs. 164-16,.
(180) Documento 315/22, «Dirección general de estudios», pág. 88.
a. Bachelard: «Con tal de que nuestros hijos sean distintos de nosotros», o
Monod (J:?irector de enseñanza de. segundo grado francés): «te quiero por
lo que me has hecho ser diferente»,_ citados por. Clausse, ob. cit., pág. 180.
(181)
Op, cit., págs. 60·64: «Constatamos, añade, a propósito de esta
noción de igualdad,
que existe una correlación sorprendente entre socialismo
y religión. Ambos están formados por elementos idénticos, pero tienen, en
contextos diferentes,
un sentido opuesto». «Hay entre ellos Una similitud
~-e contrarios semejantes a la de do.~ polos» dice Berdiaev a propósito del
cristi~smo y del marxismo. La religión también se basa en una igualdad
_entre los hombres, pero: esta no se logra más que en contacto con Díos~ .es
decir,
al nivel más alto del ser. El· socialismo, como lo demuestran clara.
mente los ejemplos antes citados, se esfuerza en realizar la igualdad . de
manera inversa,

destruyendo todo lo que el individuo tiene de más
eleyado.
Fundaci\363n Speiro

CLAUDE CALLENS
Según esta idea, ¿cómo vamos a conciliar el rechazo de la superiori­
dad
y la aceptación de una superioridad? Lo mismo que el socialis­
mo discutirá
la autoridad del padre, pondrá en tela de juicio, en sí
mismo, por
naturaleza, la autoridad de Dios. ¿Cómo podréis decir,
con conocimiento de causa, "hágase tu voluntad"? Más aún, aun
cuando hayáis purificado vuestra inteligencia de sus errores y hayáis
descubierto el esplendor de Dios, os
cuesta trabajo poneros de ro­
dillas; Dios, os parece que os debe rugo, Dios es un igual con quien
colaboráis
y, si finalmente os ponéis de rodillas, es con la secreta es­
peranza de que os levante inmediatamente.
Seguridad.
A esta pasión por la igualdad se asocia muy a menudo un sen­
timiento de miedo. Miedo de la inseguridad, miedo de la soledad,
miedo del sufrimiento y de la mue en una palabra, miedo de
la vida • . . Miedo de la inseguridad, del
sufrimiento, de
la muerre, que reclama urgentemente seguridades,
garantías, protección, defensa, previsión.
El valor, la audacia, la fuer­
za moral
y, finalmente, Dios, se convierten en algo inútil, incluso
peligroso. Miedo de
la soledad, que incita al codo a codo cerrado, a la so­
lidaridad incondicional, blanda, ciega pero tranquilizadora; solidari­
dad que
muchas veces exalta los
movimientos de masa . . • Miedo
de las responsabilidades
y, por ranro, de la verdadera libertad. Miedo
que
conffa a la colectividad la gestión de los asuntos, pero preten­
diendo

mantener los poderes
particulares. Los socialistas se vanaglo­
rian

de
"liberar a los

hombres
del miedo y de la inquietud"", en la
medida en que, para ellos, están ligados a "la inseguridad econ6mica
y politica de los sistemas capitalistas" (181 bis).
Pero, mirándolo atentamente,
este miedo de la vida es señal de
una incomprensión profunda de la misma vida. Porque, ¿qué es la
vida sino la aventura, la pena, el sufrimiento, la alegría, la potestad
(181 bis) V. Larock, ob. cit., pág. 33.
176
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EL MESIANISMO SOCIALISTA
de ejer= cada uno sus poderes, el aprendizaje de la muerte? Y esto:
en
el amor, para el amor y por el amor , ..
Miedo de la vida que
resuci1a el sueño rimbaldiano de "cambiar
de

vida",
es decir, de destruirla.
Pero el

miedo
se ha apoderadó del .mundo el día en que se le ha
privado de Dios, y la desesperación no ha hedho más. que crecer en
una organización cada vez más exigente, y en una prevención cada
vez más cuidadosa. Estos esfuem>s de instalación no engañan. ni a
los inocentes, porque son
el signo y el esfuerzo de la mutiloción del
hombre.
Los suecos lo gritan desde el fondo de lo que ellos llaman
su "grubbla" (181 ter), una especie de angustia lírica que aparece,
por ejemplo, en
los desgarradores personajes de Bergrnaa Incluso
el pagano

e impertinente
Brassens nos
lo canta a
su manera y de­
nuncia "al

profesor Nimbus que
ha. acusado a los cielos qe aliena­
ción,
y echa a los dioses del firmamento". Desde entonces, el vino,
el amor,
la muerte, sin sus dioses .tutela,:es "desacralizados", han que­
dado

tristes. Muerto
Dio., aun el pecado pierde su sabor.
Esta incomprensión, esta angustia, así
romo el rechazo de toda
diferencia, alimenta una voluntad, ,ral vez inronsciente, pero realmen­
te destructora. E Igor
. Chafatevich demuestra que "el fin esenciaf'
del

socialismo no
es, ni más ni menos que "k, destrucción del in 11iduo .( ... ). LA DECADENCIA DE LA HUMANIDAD ENTE­
RA,
SU MUERTE"
(182). Deduce
que el poder del
socialismo no
es,

de hecho,
más que
el poder del instinto (183). Por
eso, también,
··tos socialistas ( ... ), con el mismo-automatismo, con1truyen por _ené­
sima vez, según "" f6rmulas, una sociedad de igu«Jdad y ¡u,ticia
(

... ),
"' di,ía que para ello,, las múltiples generaciones -p,ecedemes
que han llegado al mismo resultado, no han existido nunca. Rechazan
una experiencia müenaria
y la sustituyen por clichés que des (181 ter) Cf. F. R. Bastide, SNede Le Seuil, 1954, págs. ·105 a 141.
(182) Op. rit., págs. 66-67 (en mayúsculas en el texto).
(183) Id.,
pág. 52. Cf. también el historiador ruso Robert Iourevitch
Vipper: «Se puede decir del socialismo que es tan viejo comO la sociedad
humana». (Ensayo sobre la historia del socialísmo contemporáneo).
Chafarévitch cita como ejemplos la Mesopotamia de los siglos_ xxm y
XXI antes de J. C. y el Imperio de los Incas. 'Se refiere también al historiador
Gordon Childe qtie compara· la buro.éracia de lbs· .escribas egipcios con los
" 177
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CLAUDE CALLENS
buen sentido, pretendiendo, pOt' ejemplo, que todm los modelo, so­
dáüstas que ms han precedido, o

que se han
realizad<> en otro extremo
del planeta, eran fa/sus o tMnbién que, en nuestras condiciones par­
ticulares,
todo será diferente" (184). Ya que "la fuerza del sociaUs'
mo
no acttú, por intermedio de la raz6n ( ...

) es, por
tanto, semejan­
te al instinto". Y como "la influencia del instinto reduce en el hom­
bre
las capacidades de su esplritu crítico ( ... ), las contradicciones
inherentes
a las ductrmas socialistas no reducen en nada su fuerza
de atracción" (185).
Pero, ¿cuál es este instinto sino el instinrto de muerte que em­
puja al hombre a su autodestrucci6n (186). Instinto diabólico como
parece indicarlo uno de nuestros actuales ministtos, agnóstico y an­
tiguo sociali&ta (187). "Numerosos indicios revelados por el arte
drMnático contempOt'áneo
( el eme) intentan probar que el indivi­
dualismo egocéntrico, materialista, divertido,
motor de la civi/iz,,_
ción occidental exclusivMnmte burgués al principio,
y ampliMnen,­
te popular después, desemboca en un grave fracaso psicológico.
El
individualismo egocéntrico, aun el sublimado filosóficamente por
el 'personalismo', en busca de una Uberaci6n imposible de encon­
trar,
descubre la incomunicabilidad, el aburrimiento, la desesperaci6n,
la burla, la violencia,.
o el nihilismo suicida. Si

el
ser humano se
considera a sí mismo como un mstrumento de placer y no tolera la
presencia
de nadie si m es ton. este fin, no es sorprendente que des-
trabajos de_ los comisarios de la Rusia soviética. En el mismo O!,"den de ideas,
el
Padre Casteleins, J. (ob. cit., págs, 189-193) evoca las experiencias so­
cialistas de ·
Oúang-Ngam-Che en

el siglo XI, en China, y de Diocleciano
(245-313): -«cuantas teorías parecidas, comenta el autor, y ensayos de socia­
lismo de
EstaQo encuentran facilid_ades eñ una

situación económica incom­
parablemente más compleja
y en un ambiente en que Jas tradiciones de la
libertad- cristíana
han modificado ~fundamente y esto no se podría ex­
plicar sin la influencia del panteísmo y del materialismo contemporáneo. La
anarquía de

las opiniones filosóficas
y morales debe conducir al régimen de
las
utopías políticas y sociales.
(184) Id., pág. 72.
(185)

Id.,
págs. 71-72.
(186) 'Chafaievitch denuncia el mismo fenómeno en el budismo y en
las filosofías de Lao-Tseu. y de Harmann.
(187)

F. Perin, en
La Meus.e, 25 de noviembre de 1974.
178
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EL MESIANISMO SOCIAUSTA
cubra el gusto mismo de la muerte tmtes que el de la saciedad y el
se habla
de la muerte de Dios, no es una paradoia que h,rya resucitado
tlnicamente
el

diablo".
Y para SO"P"endernos todavía más, el minis­
tro acusa no sólo a Rousseau, sino también a los sistemas pc,líticos
actuaJ.es
que han ridiculizado el buen sentido y el mando a los que
llamaríamos nuestros contra-poderes, es decir, adversarios.
El sooiaili,mo, azote de Dios.
Nuestro análisis del socialismo sería, no sólo incompleto, sino
hasta engañoso,

si no demostráramos con el P. Sertillanges, que es
también un error que "1istematiza el frJJlo cristiano en materia po­
Utica, y que, con ese título, se utiliza como un fantasma" (188).
Jaures afirmaba claramente que, "el socit,/Jsmo debla penetrar
por todas
1"' fisura, del suelo de la sociedad actual, que iba a nacer
de 1"' entrañar de nuestra sociedad" (189). El socialismo, efectiva­
mente, nace de la
rdbeidía contm la injusticia (190), rebeldía ven­
gativa

que de seguro os lleva
rápidamente a alistaros en
las tropas
de la
bandera roja, y que os hace cantar· la Internaciooal y. lévantar
el

puño en alto. Lo
que,.empuja también hacia

el
socialismo, a pesar
de

todo, a
pesar de

la seguridad, a
pesar del desinterés,

es la indig­
nación ante el egoísmo, el orgullo, la falta de caridad. ¿Son
verdaderamente culpables estos 'l[iolentos que están sedien­
tos de
justicia y que no conocen de los católicos más que sus menti­
ras
y sus silencios? Efectivamente, dice Ferdinand Buisson "el cris­
tianismo
ha r,portado .al mundo un programa que no s6lo no está
de,farado, sino que
ni siquiera está logrado. Y hace falta que el
(188) Op. cit., pág, 124.
(189) En Cahie-r.r marxi.rmes, noviembre de 1974, pág. 6.
(190) Cf. Congreso de· la SFIO, octubre de 1921: ·«El socialismo no
atiende solamente
a satí5facer los derechos positivos y las necesidad-es mate­
riales de

los hombres ( ... ) , no representa
solamente u.ba. necesidad de la his­
toria,
sino una

imperiosa exigencia de la
razón, puesto
que es
el único
capaz de satisfacer el·

ideal de justicia y de fraternidad
inscrito en

el cora­
zón de todos los hombres».
179
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CLAUDE CALLENS
género humano pueda deCÚ' serú,mente que está cansado del Evan­
gelio
de Jesús y que quiere ttlgo mejor. No lo conoce, no ha senliáo
el placer de oMe ni el vttlor de ,q,licarlo; lo poco que ha recogiáo
le ha t/eg«do desfigurado a t1'avés de una c,q,a espesa de supersti­
ciones;
y en cuanto a ponerlo por obra en la sociedad humana, ,q,e­
nas si
se

ha
comenzado" (191).
¿Son culpables, por tanto, todos esos ignorantes, de ,enfrentarse
oon
ese falso catolicismo que no busca env1lecerse en la izquierda,
sino
que por el ronrrario, ha frecuentado la buena vida hasta el pun­
to de engordar
y de amodorrarse a fuerza de sentarse a la mesa?
Catolicismo recuperado,
oonfeccionado a la medida por lo que se
ha llamado la derecha, es decir, por esa burguesía liberal que tiene
posición privilegiada desde
que ha hecho su
revolución. Son
las
falsas autoridades las culpables de nuestras desgracias. Deberíamos recordar lo que
decía Blanc de Saint Bonnet a pro­
pósito de la revolución francesa:
"No vengo a defender el antiguo
régimen, el rey y la nobleza; vengo más bien a acusarles" ... "Alec­
cionados por el tiempo, podemos decir que la sociedad estlÍ herida
y perece a causa de los errores y los vicios que se han dejado pene­
tr11r en su seno
(

... ). El
pueblo aquJ no se equivoca nunca. Sus cri­
mene, son nuest1' Los pueblos son

los
últimos culpables,
porque

los reyes
tienen que defenderles y conduCÚ'les" (192). Frases
para meditar,
frases 11ettibles porque

recuerdan la
verdadera respon­
sabilidad, frases
que tranquilizan porque todo depende de un grupo
pequeño. Por esa razón Maurras atacaba violentamente a los bur­
gueses, a las autoridades de su tiempo, que son nuestras autorida­
des, "e/a.re baja, clase perezosa, clase imprudente a fuerza de una ti­
midez extravagante,_ de cautela,, de deJconfianza; clase conservadora,
que no dejá que Ie -trastorne todo, clase incívica, impoUtica y que,
a veces, parece extri#ia ttl pueblo, que sufrh-lÍ que sucumba la Patria
(191) F. Buisson (1841-1923), uno de los fundadores de la escuela
laica, fue Presidenté de la liga de los derechos del hombre, Premio Nobel
dé la Pát 1927, en «La .religiori, la morale et la science»; Bd. Fischbacher,
1900, pág. 199.
(192)
Citado· p6r J. Ousset, 'Pour ·qu'll regne, Office Intemational 1970,
pág. 152.
180
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EL MESIANISMO SOCIAUST A
y que perecerá con ella antes que Joportar alguna., mole,tú,s y J/1,­
crificio," (193).
Son palabras duras, pero nos tienen que ·haoo: despertar, porque
todos
estamos tentados de egoísmo y dejadez.
Por esto no queremos un .catolicismo hipócrita y convencional,
máscara de pretendidos bien pensadores replegados en su pequeño
yo, charlatanes que sustituyen el cerebro y el corazón por su estó­
mago o su bolsillo.
Tampoco queremos un jansenismo palurdo, de religiosidad des­
carnada.
Queremos
que el mundo busque, aun en medio de la confusión,
al catolicismo tal cual es.
Sonriendo, como Cristo que no rechaza a los niños, y que nos
dice que
miremos a los pájaros del cielo y a ios lirios del campo.
El catolicismo fuerte, . impettlnente de los-santos y de los már­
tires,

que no duda,
sin avisar, en echar a los mercaderes del templo.
Pero también el catolicismo pobt-e, no de esa pobreza que con­
siste
en saquear las Cllll!edrales o en linchar a los patronOs: . la ,po­
breza verdaderamente cristiana ooclama oro y todavía más para Dios.
Solicita esos bienes preciosos
(ilimitados) y renovables de nuestras
oraciones, nuestras inteligencias, nuestra palabra, nuestro tiemp>,
nuestro

trabajo. Aunque no sea
más que los gritos y las risas de una
multitud de niños;. y, en cuanto a esos desgraciados, muy limfo,dos,
que

no
tienen sino mucho dinero, aunque fuera el único y miserable
óbolo

de su
ill!llellsa fortuna... hay_ que darlo todo para la mayor
gloria

de Dios.
Lecciones de esperanza.
Hay que darlo todo con confianza porque nuestra esperan.za es
grande
y múltiple. Y los
socialistas son los primeros
en
recordar·
nos

que todo es posible.
"No exi,te el fatali1mo hi1t6rico, no, dicen,
las transformacione.s no se realizan $1jt~mátit:amente por Id sola razón
de que está en el orden de lo, hecho, que debe realizar1e. EJ la ac-
(193) Citado por P. Vandromme, oh. cit., págs .. 107-108.
181
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CLAUDE CALLENS
eión de los hombres la que hace la historia, y esta última está llena
de ocasiones perdidas". Los primeros militantes nos recuerdan tam­
bién: "tropezaron mucho tiempo con la indiferencia de los obreros.
Podían batallar o recurrir a la conciencia de sus camaradas: predi­
caban en
el desierto. Por fin, la gran prensa practicaba la conspira­
ción

del
silencio, y el mundo dirigente planeaba demasiado alto para
dignarse oír
las protestas. ¡Qd de esfuerzos se hicieron! ¡Cuántas
tentativas, comenzadas con
fe ardiente, fueron reducidas a la nada!
(

•.. ).
Aquellos fueron afias terribles, o bien hizo falta valor, una fe
ciega en el porvenir, para no desesperar y para tener encendida, a
pesar de

todo,
la lámpara que un dia debería aclarar los

cerebros de
los
obreros y mostrarles el camino de la liberación" (194).
Pero, ¿qué

es
enronces eSJta fe, "fe ciega en el porvenir", fe en
el
hombre?
Fe miserable en comparación ron la nuestra, pero fe que
les enseña, de todos modos, "que vale la pena ,Pensar y actuar, que
el esfuerzo humano hacia la claridad y el derecho no se pierde nun­
ca. La historia ensefla a· los hombres la dificul,tad de las grandes ta­
reas
y la lentitud de los acontecimientos, pero· iustifica la invencible
esperanzá
(
... ).
El valor consiste en buscar la verdad y proclamarla,
en
no caer en la ley de la ,,,,,,.u,a por conseguir un triunfo pasa¡ero,
no hacerse eco, con 1H1BJtra tdma, con nue.rtra boca ni. con n,uestra.r
manoi de los aplausos imbéciles ni de los abucheos fanáticos" (195).
Esta es la ley deI descreído. Y nosotros, que pretendemos defen­
der los dereohos de la Verdad, ,los dereclios de Dios, el verdadero
Bien, · única defensa: contra las perversiones, la única piedra angular
del
edificio social, el único
medio de

salvación,
el lugar úniro donde
el hombre encuentra la alegría. Somos reservad.os, pusilánimes, secta­
rios, truclhumorados, débiles, cobardes ante el error, y nos reservamos
entusiasmo, pasión o inteligencia para destro:mmos mutuaniente .
.. . .
Ha llegado el momento de deciros cómo un socialista puede con­
vertirse al catolicismo. Mi historia es banal y mediocre, pero creo
que, por eso mismo, puede servir de ejemplo y de aliento, pues, a!-
(194) Del P. O. B. al P. S. B:, págs: 158-159:
(195) Jaur~s. Discóurs rlla ¡eunesse, 30 de julio de 1903.
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EL MESIANISMO SOCIALISTA
rededor de nosotros, más allá de estos muros, hay miles de hombres
y mujeres que se me
asemejan; nuestra esperanza se funda, primero
y naturalmente, en
la gracia de Dios; pero encon=os todos los
días personas que tienen una intensa espiritualidad y que toman
parte en opciones temporales revolucionarias. Ahora bien, Dios, que
nos runa, quiere seducirnos; no se satisface con nuestra inteligencia
ni con nuestro corazón, lo quiere TODO. Me hacía mil preguntas
esenciales

y,
desconcertado, fui
a
buscar· a
los sacerdotes
para interro­
garles. Me
atraían solamente

por
el hecho de que parecían, por su
vestimenta, diferentes de nosotros, misioneros de un mundo al que
yo aspiraba, tal vez, confusamente. Guardaron silencio; me miraron
con ternura, incluso con admiración, porque tenía aspecto-de ~r
sincero
y de estar indagando. Pero callaron, remitiéndome a mí mis­
mo,

es
decir, a mis tentaciones, a mi desierto, a mi pobreza.
Y, cuando, a los 18 años, por primera vez encooo:é la enseñanza
(:'atólica, se me influenció para que me apasionara por Mounier, por
Theilhard de Chardin. Necesité seis años para deshacerme yo solo
de esta herencia. Queda
para toda la vida cierta deficiencia cuando
no
se ha tenido. una infancia totalmente iluminada por la fe.
Por
eso comprenderéis que, como mi padre lo hizo tantas veces,
haya hecho despedir al sacerdote que quiere predicarme la revolu­
ción. Finalmente, ¿qué es lo que ha llegado a
disipar todos estos sue­
ños socialistas?
Bastó, y me reprocharía no decirlo, un filme, un __ filme mediocre,
que contaba la vida de esta Juana, que está magnlficarnente repre­
sentada
por mi compatriota Colruyt.
Fue también la enfermedad la que me enseñó a entritt en mí mis­
mo, así como que la felicidad no es hija de
la Seguridad Social Y
¿me creeréis si os digo que fue también el amor de mi padre por
las rosas, lo que me reveló las alegrías de la contemplación y la be­
lleza
del orden? ...
Pero si
la ilusión de la folicidad planificada y masificada se ha­
bía desvanecido, quedaba el miedo al porvenir, a la guerra, a la muer­
te, hasta el día en que leí esta sencilla frase: "Mirad las ave, del
delo
...

".
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CLAUDE CALLENS
Mientras tanto, Sócrates me había enseñado que un solo hom­
bre puede tener. razón contra la Ciudad entera.
Desde rotonces, de

libro
,en libro,
de experiencia en
eXIJ>""iencia,
me

puse a
denunciar u,nwrías, errores;

descubrí
parcelas de verdaa,
hasta el día en que todo se aclaró, en que -lamento decido, pero es
verdad- "a pesar" de los católicos, descubrí el carolicismo en roda
su integridad. Entonces
los pequeños rayos dispersos de luz se colo­
caron en su sitio y encontraron toda su verdad, en un conjunto que
era
totalmente coherente. Pero,

aunque
parezca extraño, nada había
ganado, porque seguía sumándome a todas las revueltas; rodavía que­
ría
destruir un

mundo
falso, un mundo de silencios e hiprocresías,
de

tonterías, de errores,·
no me despojaba de ese deseo de destruc­
ción.
Hobía hecho mía la frase de Btasillach: "k, bandera negra y
las c"1ndradas". Y, con el Calíg,á,, de Camús enrontraba que faltaba
sangre y soiiaba con esc,J,J,u-al obispo del lugar.
Y luego, un día, me colocaron entre la espada y la pared mis
alumnos que,
interesados por

mís críticas
y mis reflexiones, me de­
clararon: "Díganos la. que debemr,s hacer y le seguiremos". Desoon­
cerrado, sobrecogido, no supe qué responder; pero había que res­
ponder algo.
Durante
semanas interrogué a rodo lo que tenía aire de contra­
revolución

en Portugal
y en Francia. Mi esperanza era porruguesa
en aquella época por razones que romprenderéis, y también fran­
cesa porque la literatura. de esa nacionalidad me había enseñado que
el

verdadero genio
francés, el que sabe a tierra, este verdadero genio
es naturalmente
rat61ico.
Y en esta

amplia
búsqueda reuní

una cantidad increíble de
lite­
ratura: revisi:as serias, hojas confidenciales, integristlls diversos, inte­
lectuales, natutll!istas, nazis de buen estilo. Toda esta herer6clita li­
teratura pasó por mis manos (a excepción de los "Permanences").
Pero,

¿qué ofrecían
todas esas gentes? Dejando aparte el interés
intelecruaJ.,
muchas veces indiscutible, ¿qué

ofrecían como medios
de
acción? Dos cosas: el fusil ametrallador y el rosario . . . No po­
día echarme a la ralle con rnis alumnos; ¡,ero tampoco podía de re­
pente, insisto, proponer de l"epente, la oración ... , cuando esta:ban
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EL MESIANISMO SOCIALISTA
totalmente descristianizados o, lo que es más grave (y DO es una hu­
morada),
repletos de

progresismo cristiano.
Y, por fin, Bélgi<:a me sac6 de las dificulmdes, cuando menos lo
esperaba:
algunos
compatriotas me
propusieron
ir a Lausanne, sin
ninguna

explicación.
Y os aseguro que el pensaréis que

en el Centro
Léo Lagrange, donde pasaba las vacacio­
nes con jóvenes
rocialistas se celebrase la bendición con el Santí­
simo Sacramento? Todo eso era muy "carca'". Pero cuando volví,
sabia, por

fin, lo que
podía decir a mis alumnos.
Y el "Office'" me sacó de mis peligrosas tentaciones: de la deses­
peración, del activismo, de replegarme con altanería; el -"Off ice",
aunque

esto
disgusre a

algunos pedantes, me ha
"evelado la razón
última

del combate.
Porque, desde entonces, cuando me
desco.rawno ante la tonte­
ría, la pereza, la amoralidad de mis alumnos o de · mis contemporá­
neos, y tengo ganas de hacer como el Cristo de Brassens y decir:
"¡Basta!, ya no /uego para esos pobrezuelo,!" Me digo que Cristo
murió
también por ellos,

por
esa aprendim de prostituta, ese peque­
ño burgués egoísta, ese anarquista delirante. ¿ Y con qué derecho
les

privaría del
poco de verdad que puedo darles para refugiarme
con los jusros? ¿Qué justos? ¿Quién es justo?
Resumiendo, el "Office" es nuestra esperama, y el "Office", lo
sabéis
... parece una tonrería, pero es muy importante. Tontería por­
que
DO es más que la puesta en práctica de la oración continua de
la Igilesia, que la Iglesia nos pide que hagamos nuestra. Es muy im­
portante porque aeo está a la altura de nuestros contemporáneos,
a la moda del catolicismo integral.
Por ello, con el afán de convencer, es el momento, .para nos­
ot!!os, de aprender de nuevo lo que es la genetwidad y la "1TUJbilidad,
para coger, a manos llenas, la rica esperanza.
Y nosotros mismos DO ,podfflios ser más que esperanza, pues,
según Peguy: "No ,e es cristiano pOt"que ,e tiene un cierto nivel
moral, intelectual, ni Jiquiera eJ,¡,i,rit#td, Je eJ criJtümo porque se es
de una cierta especie que SE ELEVA •.. " (196).
(196) «Un nouveau théologien», Gallimard, pág. 206 (subrayado en el
texto).
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