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Número 151-152

Serie XVI

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Víctor García Hoz; Augusto del Noce; M.Occhiena y G. Zuanezzi: La escalada del erotismo

INFORMACION BIBUOGRAFICA
rética, de parte de la obra de don Miguel de Unamuno, con la Pas·
toral

famosa de 1953; su postura inflexible ante la obra de don
Be-­
nito

Pérez Galdós;
&u irreductible iínea en temas de moralidad pÚ·
blica, como la Pastoral sobre el turismo de 1964; su brillante alegato sobre la libertad religiosa, en el mismo año.
Todas fruto

de su
con­
cepto

sobre la dignidad e independencia de la Iglesia".
Dios escribe
derecho con líneas torcidas. El quiso

que un
cana·
rio

enamorado de su Iglesia, orador brillantísimo, polemista
excep­
cional

en la más noble acepción de la palabra polemista, no pudiera
dejarnos escrita esa historia que tan bien conocía de aquel guipuz­
coano que alcanzó las más altas cumbres de
la oratoria, que brilló
con luz propia en las Omes de la República, que jamás se doblegó
ante lo que creyó iba en desdoro del honor de Dios y de la dignidad
de la Iglesia y que gobernó con amor y con firmeza durante muchos
años la diócesis de Canarias.
Esta biografía inacabada es, ciertamente, una llamada apremian­
te para que un hombre que ame verdaderamente a su religión y a
su patria
-¡Ay, Gabriel, cómo se nota tu ausencia!- concluya este
capítulo de una historia que es también inacabada, pues empezó hace dos mil años
y sólo concluirá . cuando el último de los españo­
les

llegue a la Jerusalén celestial.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA C!GOÑA.
A. del Noce, M. Occhiena, G. Zuan,ezzi y V. García Hoz: LA
ESCALADA DEL
EROTISMO (*)
Ediciones P a/abra ofrece, en este libro, una colección de cuatro
artículos -tres de ellos traducidos del italiano-, que pretenden
proporcionar una información orientadora acerca de la problemática
más profunda subyaceute en el fenómeno de la ola de erotismo y
de pornografía que sacude a Occidente, y que con tanta virulencia
se manifiesta actualmente en España.
Si bien desde tiempos inmemoriales el erotismo constituyó una
fueute de ingresos fáciles para algunos, es evidente que este proceso
ba adquirido en nuestra época dimensiones formidables debido a la
acruación de causas concomitantes. Entre ellas podríamos
señalar el
erotismo

enteudido como ideal de libertad
y cuyo teórico más des­
tacado

fue Wilhelm Reich, que en su libro de
"La Revolución Se-­
xual" enuncia sin rodeos el problema: "entender el deseo sexual
orientado al servicio de la procreación es un medio de repreSión de
(*) Madrid, Ed. «Palabra», 1975.
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INFOKMACION BIBUOGRAFICA
la sexología conservadora. Es una concepción finalista, y por tanto
idealista. Presuponen fines que deben ser necesariamente
de origen
sobrenatural. Introduce

un principio
metaifísico y por eso mismo
pone de manifiesto un prejuicio religioso o místico"; podríamos
añadir la moral kantiana, el positivismo dentista y la enseñanza de
Lenin: "Cuando
queremos destruir
una nación, lo
primero que
ha­
cemos es destruir su moral Es -entonces cuando esa nación nos caerá
en el regazo como un fruto maduro".
Todas estas causas han confluido en la cottiente pedagógica ba­
sada en el axioma de que la mayor parte de los problemas humanos
tienen
su origen en el desarrollo de
fa vida sexual, por lo que los
responsables de la educación a todos los niveles deben combatir la
ignorancia sexual, facilitando la más prolija
y detallada información
y eliminando al afecto todo principio de coacción-la moral repre­
siva-, trasunto maniqueo escondido en las normas morales tra­
dicionales.
Cuando ,estos principios han sido aceptados, se revisan los con­
ceptos de moralidad,
tales como

pudor,
modestia; castidad,
etc., rela­
tivizándose los mismos a las exigencias estadísticas ~de una sociedad
cambiante y diluyendo progresivamente la noción de responsabili­
dad y de libertad moral.
Así, los defensores de
la llamada

"nueva
moralºº recionalizan
el
desordenado uso de los instintos más bajos de la
naturaleza humana,
atribuyendo

a la
imperfección del
hombre y a los condicionamientos
de la sociedad el desenfreno de las pasiones, sin que desgraciadamen­ te falten tampoco en
el campo católico quienes se apresuren a tran­
quilizar unas conciencias --según ellos--injustamente turbadas 'Y a
juzgar como materia leve las faltas cometidas en este terreno.
Ell contra· de todas estas desviaciones que parecen an.unciar una
involución hacia el paganismo, la moral católica ha dado una res­
puesta desde la profundidad de la ley
natural a

todos estos temas.
La Iglesia ha mantenido siempre la bondad natural del sexo y del
matrimonio, obra de la providencia Divina para perpetuación del
género humano. Mas el sexo se ordena al matrimonio de modo pri­
mario
y esencial, y el uso de la facultad sexual fuera de este ámbito
constituye una falta clarísima al mandato Divino. En este sentido
son abundantes los textos del Nuevo Testamento: la impureza en to­
das sus formas excluye del Reino de los Cielos. De aquí la
grave­
dad del pecado de escándalo que constituye la pornografía, al ex­
poner a los más débiles
y, en especial, a los más· jóvenes, al pecado
de impureza. Para el ejercicio de la auténtica libertad recuerda la
Iglesia el valor de la
virtud de la

castidad
dentro y fuera del ma-
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INFORM.ACION BIBUOGR.AFICA
ttimonio, la necesidad de mortificar los apetitos, de huir de las oca­
siones
y de la gracia para la justificación.
"'El erotismo es una de las consecuencias de la pérdida de la Fe,
del sentido religioso
y trascendente de la vida, del fundamento de
la moral. Pero es también por eso mismo un medio para combatir
esa fe y ese sentido y ese fundamento moral; es un arma hábilmen­
te utilizada, no sólo por los mercaderes de la
pornografía, sino
fun­
damentalmente por los que quieren
destruir el

cristianismo·· (pági­
na 37).
• * *
En el artículo medular de la obra, el profesor A. de Noce descu­
bre en la obra del
médico austtíaro Wilhelm Reich, "La Revolu­
ción Sexual", publicada en Viena en
1930 por primera vez, al padte
y expositor más ooherente de la revolución sexual Bastante próxi­
mo a
la filosofía marxista, Reich sustituyó las características de bur­
guesía
y proletariado por las de defensores de la moral represiva y
por los de la libertad sexual; y con una ooherencia lógica rigurosa
muestra que no es
,posible el

compromiso entre
la moral tradicional
-léase católica-y la liberación sexual. Al buscar la institución
social represiva por antonomasia, afirma con claridad. que ésta es la
familia monogámica tradicional, inseparable de la idea de tradición
y, por tanto, de la orden. En este punto se aproximaba al marxismo,
por cuanto
aceptaba la
raíz
económica de
la familia en la sociedad
precapitalista; sin ·embargo, sostenía que ésta se había convertido en
un factor político que servía de pilar a todas las estructuras oonser­
vadoras,

por lo que sólo convirtiendo en revolución sexual
la revo­
lución

marxista, se lograría verdaderamente
la revolución total.
Una
vez suprimido todo

orden de fines
y jerarquía de valores,
no quedaría sino la energía vital identificada con la sexualidad; a
través de la absoluta

e ilimitada
libertad sexual; el hombre se libe­
raría plena.mente de sus neurosis, de· sus instintos agresivos y enton•
ces la humanidad conocería una auténtica era de paz y felicidad.
Esta visión distaba bastante del marxismo ortodoxo, en tantO
que éste no podía aceptat romo motor y fin de la revolución el vi­
talismo sexual; por el contrario, los marxistas consideraban la idea
de revolución sexual tal y como la e,cponía Reich, como uno de los
síntomas más claros de
la decadencia burguesa. Las simpatías entre
Reich
y el marxismo se enfriaron a!l implantatse la morail staliniana
-represiva en materia sexual-lo-que hizo qúe el médico austríaco
anunciara que paradójicamente, la sociedad anglosajona con su li­
bertad sexual era una sociedad más revolucionaria que la misma
soviética. Aunque esto no impidió que
Reidl, muriera

en
1957 en
una penitenciaría norteamericana víctima de la moral de esa sociedad.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
Si bien en la obra de Reich est~ban contenidos ya todos los pos­
tulados de la "Revolución Sexual", no encontraron un campo fénil
para
desarrollarse
y
ganar influencia en la sociedad europea. Fueron
otros caminos por los que las mismas ideas ganarían terreno en la
postguerra y que explotaton definitivamente después de 19(,0 en
los países escandinavos y de ahí al
resto del

mundo.
A juicio de Del Noce, los primeros años de la postguerra
se ca­
racrerizaron en

la Europa Occidental por dos,
actitudes intelectua­
les: la primera, el gran terror ai comunismo, acompañado por otro
gran terror: el de un despertar religioso. En vastos estratos so­
ciales surgió el problema de encontrar en la sociedad civil una fuerza
rnpaz de contrapesar el crecimiento del poder político de los cató­
licos.

En segundo lugar
surgió la idea

de que el triunfo del nazismo
mostró que se había consumido definitivamente la vieja
Europa, ya
que

no podía enunciar valores positivos que habían sido superados
por los hechos en las dos guerras mundiales.
Los valores de antaño
quedaban atrás y
el sentido del progreso imponía unos nuevos.
Estas ideas
son asumidas
conscientemente por grupos
de intelec­
tuales-opuestos radicalmente al cristianismo, y que encontrarían en
los enemigos seculares de éste una calurosa aprobación que les ase­
guraría un gran impacto social. Quizá el caso más representativo sea
el del surrealismo.
El surrealismo, que va mucho más allá de ser una simple co-­
rriente artística, es una actitud vital total, que pretende representar
la plenitud de la idea revolucionaria en su aspecto primario de rom­
per radicalmente con el pasado y comenzar una historia nueva. Su
mayor teórico, André Breton, podía resumir su programa en víspe­
ras de su muerte al siguiente: "destruir definitivamente la abomi­
nable noción cristiana del pecado, de la caída original, del amor
redentor,
para sustituirlo con toda certeza por la de la unión divina
del hombre y la mujer .. . Una moral basada en la exaltación del
placer borrará más pronto o más tarde la
moral innoble del sufri­
miento y la resignación, mantenida por los imperialismos sociales y
por fa Iglesia. A la tiranía del hombre sucederá . . . un reino de la
mujer" (pág. 65). En el manifiesto colectivo de
1947 los surrealistas arremetían,
en primer término, contra el secular enemigo, el cristianismo, el que
había logrado adoptarse infinidad de veces hasta sobrevivir a las
suoesivas clases que lo explotaban. Los cambios en las ~evoluciones
económicas

no habían podido destruirlo,
y su moral basada en el
decá;l,ogo entregado

a Moisés
en el Sinaí era un substrato permanen­
te con el
cual, tanto el capitalismo como el comunismo, habían
pactado.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Aunque fos mru:xistas de la época explicaban que se trataba de
una aceptación sólo
provisiorucl, en

tanto se producía
la revolución
económica que implantaría
la nueva moral, los autores del manifiesto
se mostraban escépticos respecto al hecho de que la transformación
de

las normas morales pudiera
reali= únicamente por medio de
cambios en
fa estructura económica.
Los autores del "Manifiesto" señalaban a! marxismo y al trotzkis-­
mo

el peligro de quedarse a la mitad del camino de la revolución,
y
concluían: "Consideremos otra vez fas costumbres, objeto de nues­
tra preocupación más
constan!'<,: sería

absurdo contar
tan sólo
con
la revoJución política para cambiar fas • • . Estos teóricos (los suce­
sores

de Marx) no
han denunciado nunca la moral actual, a no ser
cuando al

hacerlo preveían un provecho político inmediato. Sade
y
Freud por el contrario, han abierto el camino. Cualquiera que sea
la doetrina que deba suceder al cristianismo, vemos en Sade y Freud
los precursores de su Etica" (pág. 66).
Los surrealistas se negaban a participar en la oposición izquier­
dista al comunismo, indicaban que "sns
esfuerzos tenderán
a hacer
triunfar las mismas reivindicaciones
y a acelerar la liberación del
hombre
por otros medios". La "vanguardia" artística actuaría sobre
fas costumbres, desarraigando de la conciencia burguesa los prejui­
·cios que constituían un "dique" frente al comunismo, en tanto que
los comunistas confirmarían su lucha por el poder liberados del
arduo problema de pronunciarse
respecto a la moral tradicional. Se
arribaba así a la idea de Reich de completar la revolución marxista
con

la revolución
sexual.
Las

posturas ideológicas elitistas
del arte
de
vanguardia llegaron
a

la gran
masa a
través de la difusión del psicoanálisis bajo su
as-­
pecto desacralizador, de lucha contra los mitos y los tabús; todo cu­
bierto bajo la capa del positivismo dentista. El cine
y la litetatura
divolgaron estas concepciones,
rechazaron los

valores tradicionales
y
desembocaron en la aceptación de la nueva moral sexual.
En el campo de la cultura, filósofos e historiadores de orígenes
no católicos iniciaron un movimiento de continuidad iluminista en­
tre el
liberalismo y el comunismo. Partiendo del liberalismo más
crudo, insistieron en
la crítica al liberalismo por su alianza con el
romanticismo y por no llevar a sus últimas consecuencias en ·materia
moral sus postulados. Del marxismo criticaron su aspecto represivo,
sus graves carencias
respecto a
la revolución moral
y cultural plena.
Antonio Gramsci podría ser uno de estos intelectuales, resucitado
en
Herbert Marcuse en nuesttOS días.
Así
quedaba preparado el ambiente para la aceptación de la
nue­
va

moral: en el terreno intelectual laico, en el arte de
vanguardia,
..
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en la industria de •la cultura y en la política cultuta! de los filósofos
y los
historiadores. La
nueva
burguesía de orígenes independientes
de

los valores tradicionales o
contraria a
ellos, el neocapitalismo que
veía en
la felicidad

sexual uo escape
contra los peligros revolucio­
narios,

el acceso al
poder en los países escandinavos por la Social­
Democracia simpatizante

del cientismo positivista y
la complacen­
cia comunista en
la d<'gradación moral de los países capitalistas;
lograron en
·su conjuoto
la
aceptación de
la
nueva moral
sexual y
su
consiguiente

oleada de erotismo.
A
fa vista de estos hechos, Del Noce afirma que "la batalla de­
cisiva contra el cristianismo no podía ser planteada más que en el
plano de la revolución sexual. Y por eso el problema de la sexua­
lidad

y del erotismo es
hoy, desde el puoto de vista morrel, el pro­
blema fundamental". El problema de la pornografía no es el de un
consumo mayor en
una 'sociedad

de consumo' de un artículo
c:wtl­
quiera, sino el signo de uo cambio en un juicio de valor: con el ero­
tismo ·se afirma como valor lo que hasta ayer había sido considera­
do como contravalor; hay una condena en
cierto modo moral del
pudor como algo
ano!llllai.
Frente

al
fenómeno del

erotismo
-apetencia sexual-en el mun­
do occidental,
existe una

tesis peligrosa en muchos ambientes ca­
tólicos. Según ella, en el mundo no comunista no existiría sino un
gran vado vital que la juventud buscaría llenar con nuevas expe­
riencias, y en .consecuencia, con el sexo y ia droga. Pero esta tesis es
falsa;
la revolución sexual no existe porque los jóvenes estén vacíos,
sino porque están llenos de los motivos ideológicos que se han ci­
tado. El hecho del avance sin obstáculos del erotistn0 muestra una
vez más lo que
tanto se ha repetido en estas páginas: "Las id mueven

a los pueblos".
Bl artículo tetmina destruyendo la ilusión de uoa correlación
en1!re la

revolución
sexual y el pacifismo. El mayo del 68, en Francia,
demostró la explosividad de la mezcla
Freud-Marx, aceptadas
las crí­
ticas surrealistas al
marxismo y viceversa, se

llega a la
práctica total
de

la revolución,
por la cual el erotistn0 entra en una pendiente de
un negativismo total, referido no solamente a la civilización y a los
valores, sino auo a la misma realidad. Esta corriente desbordada lleva
al anarquismo
y, finalmente,
a uo
nihilismo demoníaco
de revolu­
ción contra la misma. realidad y contra el· mismo hecho de la crea­
ción manifestado en la búsqueda de
un. mundo sutreal a
través de
los alucinógenos y en las más violentas manifestaciones desacrali­
zad.oras y blasfemas; esramos así frente a la "violencia permanente"
que supera a la "revolución permanente".
lll

erotismo no puede
identificarse con
el
pacifistn0; el
deseo
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erótico presupone la disolución relativa del ser en el orden indivi­
dual, la
destrucción de
la estructura del ser cerrado en sí y que
p,:o­
porciona el sentido de Jo obsceno. Obscenidad significa desequili­
brio, salida de la condición de los cuerpos que tienen dominio de sí (skéne); su principio es el de
fa descreación opuésto al de la creación,
de aquí nace su carácter
sactal, de subversión de
Jo sagrado, de re­
ligión al revés, simia Dei. No es una casualidad su necesaria conexión
con la demonolatría; basta considerar el enorme interés por el sata­
nismo, las ceremonias secretas, etc., que se manifiesta en los mismos
palses vangruttdisms en el campo de ,Ja revolución sexual.
Este carácter realmente demoníaco del erotismo es el que ex­
plirn su presencia en la gran mayoría de las r:digiones paganas,
donde
la orgía es la vertiente nefasta de la religión, que exige
el fre­
nesí, el vértigo
y ,la pérdida de la conciencia, en conttaposición con
los
actos fastos, majestuosos
y conciliables con el orden y la natu­
raleza. El certero análisis de Augusto del Noce sobre los orígenes ideoló­
gicos, sociales y políticos del fenómeno del erotismo contemporá­
neo es, sin lugar a dudas, UlliL importantísima contribución para es­
dru:ecer las fuentes del problema de la pornografía y del erotismo
en su conjunto. Lo que constiruye un elemento primordial para una
eficaz acción que· se le oponga. En su concepto, la permisión dé la
pornografía,
lejos de significar respeto a la libertad de pensamiento,
entraña una oferua a éste, porque sustituye el raciocinio por el em­
plro de poder irracionales. El "totalitarismo, contemplado en su
carácter de

fenómeno nuevo -irreductible a
las pasadas formas de
tiranía-nace precisamente de la rorru_pci6n de la dem.óeracia; es
decir, de las concesiones que por una falsa idea de libertad hacen
las democracias a las presiones sobre Jo
irraciomd" (pág.

89,.
• • •
El trabajo de M. Occhiena presenta la condena de la pornogr•fía
desde

el terreno de la ley
natural. En el terreno de lo motal 111lblaría­
mos

del pecado de escándalo, que en forma tan inequívoca
y termi­
nante condenó Jesús. En el terreno de lo jurídico y Jo penal, la por­
nogmfía es una auténtica instigación a delinquir, por cuanto ,exalta
la blasfemia, la ofensa a la religión, la exaltación del sadismo, el
homosexualismo, el

adultetio
y propicia '1a corrupción de los meno­
res. Escandalizar es irutigar al mal, es una acción psicológica que
cuanto más sugestiva es, tanto más se acerca· a la gravedad de la
auréntica violencia motal. El esafudalo a personas que por su edad
o su
salud tienen una mayor debilidad psíquica, es una grave injus-
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ricia, y se constituye en una hecatombe de embrutecimiento persona:!
y social.
Los ataques al pudor
corno un
tabú, pretenden ignorar el pro­
fundo sentido moral de esta
virtud. El

pudor
no es
precisamente
la
vergüenza ante la desnudez, sino una rurbación debida al repentino
y consciente prevalecer de la animalidad sobre la personalidad pro­
pia o ajena causado ,por un estímulo objetivamente inoportuno, y
más que ningún otro, de carácter seocual.
Nace
y crece con
el desarrollo
y la
afirmación de
la
propia cons­
ciencia

personal, con
el nacimiento y la maduración de la propia
responsabilidad personal.
Es una ayuda habitual, preciosa e insusti­
tuible
para el equilibrio mora1; una objetiva y armónica componente
psíquica

de la personalidad. Es un elemento orgánico del sentimien­
to mora! resultante de la conciencia moral y de la libertad de elec­
ción. Su misión es la guarda de la
libertad interior.
Condenar

la pornografía como cualquier otra
manifestación ob­
jetivamente

impúdica
y obscena, significa hacer una elección de la
más alta forma de la libertad: la libertad interioc.
• • •
G. Zuanozzi cuestiona la utilidad de la pocnografía para una edu­
cación
sexual que
apunte hacia
el desarrollo de la personalidad en­
tera.
La sexualidad, ya sea en el plano psicológico, ya en el biológico,
es una superación del "yo" y el encuentro con "el otro" .. La madu~
rez sexual consiste en la capacidad de llevar a cabo una elección, de
vivirla y renovarla en un
acto de amor.
La pornografía es la exaltación de la sexualidad sin el amor, el
entronarniento del egoísmo a
través del
uso del otro.
La sexualidad
que se produce es la posesiva, opositiva o competitiva, sin llegar ja­
más a la oblativa que es caractedstica del amor. La emancipación
sexual de las revistas se convierte así en regresiva, y el peligro es
mayor mientras menores son sus víctimas.
La prensa y los espectáculos envían, cada vez, mayoc número de
estímulos a! público, que se va paulatinamente insensibilizando y
va piendo

más, pues el umbral de la sensibilidad se eleva. Así se
da
paso a! paroxistn0 del se>:o, el se,:o y la violencia, el sexo y la
droga o incluso las perversiones del sexo.
Y si quedan escrúpulos, allí
están
las teorías freudianas para que revestidas de ciencia tranqui­
licen las conciencias.
Mas si observarnos el panorama del comporta­
miento sexual hoy, veremos que los más profundos impulsos se so­
breponen al yo, los hombres han retrocedido al estadio de autóma­
tas dirigidos por el cine y
la prensa, son víctimas de esos esterotipos
y están constteñidos a un comportamiento repetitivo de marchamo
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
infantH. El amor ha quedado reducido a un simple juego entre es­
tímulo

y satisfacción, al que
por ley biológica sigue la saciedad,
y además están el hastío que amenaza el amor sexual, la frigidez y la
rivalidad de los sexos. Ante este desolador panorama de "libertad
sexual", los jóvenes, privados
_de modelos
válidos a los cuales refe­
rirse, están
plenamente desorientados.
• • •
El epílogo de la obra lo ha escrito Víctor García Hoz, en el que
expone cómo en muchas
ocasiones, que la raíz del problema de la edu­
cación
sexual

se halla una confusión doctrinal que
hay que deshacer:
a) el problema sexual no es un asunto puramente biológico, y b) la
educación sexual

no es un tipo de
educación que

pueda realizarse
con
independencia de

otros
aspectos educativos.
Los
padres deben

formar a sus
hijos una

recta conciencia
basada
en la certeza de la presencia de Dios en su vida, la educación de la
afectividad y de la sexualidad elevada por el misterio del amor. Y
para
completar la
enseñanza, es

precisa
fa .particlpaci6n del educan­
do
y su esfuerzo personal en una lucha ascética, que implica un es­
fuerzo del joven por dominar
sus apetitos
y conducirlos
a sus
finess
contando
para este propósito con el auxilio de medios naturales y
sobrenaturales. A los primeros pertenecerían la Mortificación de los
sentidos, el pndot
y la modestia y la lucha diaria contra la tentación.
Los auxilios sobrenatw:ales son la o.raci6n y los sacramentos, el apre­
cio del cuerpo como templo del Espíritu Santo, el afán de Apostola­
do y la
intercesión fecunda

de los Angeles y en
especial de la Vir­
gen, la llena

de Gracia.
La
actuación educativa de los padres, en el aspecto sexual como
en
cualquier otro,
rndica fundamentalmente en la comunicación; co­
municación

en el
más alto

grado que incluye no
sólo las conversa­
ciones,

sino aquella que desborda las
palabrns y
que es
aquella que
irradia la conducta misma de los
padres. "El amor y el respeto de
los
padres entre sí

son una lección constante
para los hljos, sobre la
delicadeza que

el
amot exige y sobre el respeto que la mujer debe
merecer
al hombre

y el hombre a la mujer" .
• ·• *
Creemos· que las ideas aquí anotadas darán un ligero panotama
del

interés
y palpitante actualidad de esta obra, y que son· suficien­
tes para que ella
·se recomiende a sí misma. Nosotros no hacemos
sino confirmarlo.
E.M. D.
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