Índice de contenidos
Número 151-152
Serie XVI
- Textos Pontificios
- Actas
-
Estudios
-
El matrimonio cristiano es indisoluble
-
Alejandro Díez Macho
-
Sciacca y «La libertad y el tiempo»
-
El campo y las raíces de la civilización
-
Conceptos campesinos de la sociedad
-
El pensamiento contrarrevolucionario español: El beato Ezequiel Moreno, Obispo de Pasto
-
Suárez y Vico
-
El progresismo religioso (III)
-
La tesis del «cristianismo-veneno» y las revistas Question de..., Elements, etc.
-
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos

Autores
1977
Alejandro Díez Macho
EL HUMANISMO DE LA LEY SEGUN SANTO TOMAS
DE
AQUINO
POR
ABELARD0 LOBATO, 0. P.
Profesor de Metafísica de 1a Universidad Santo Tomás de Roma y Director
de la Asociación Internacional Santo Tomás de Aquino,
Al tratar del humanismo y su posible p-romoc10n en nuestros
días, es muy oportuno es-cuchar la voz de los grandes maestros de
humanismo del pasado. Los verdaderamente grandes son bien con~
tados, y Tomás de Aquino se cuenta entre ellos. El año 197 4 ha
sido el VII Centenario de su muerte. El mundo intelectual le con~
memoraba
como
nunca lo había hecho en el pasado.
Pero lo slngu~
lar
de
esta evocación es que no se trataba tanto de
fa persona cuanto
de
los valores actuales de
su
obra, como
ya
en su
tiempo decía Juan
de Santo
Tomás: "Majus aliquid in Sancto Thoma quam Thomas
ipse
suscipitur et defenditur"
(1). Y
uno de los valores
imperece"
cleros
de
su pensamiento
es su concepcíón del
hombre1 su genuino
humanismo. También en esto Tomás se ha revelado nuestro con
temporáneo, por cuanto su
doctrina sobre el hombre está par enci -
ma y más allá de todo tiempo.
Es grave y profunda esta cuestión del humanismo. Al recurrir
a Tomás, para recoger su lección, no queremos referírnos a su apor
tación toral, sino sólo en relación con un punto de gran actualidad,
a
su
concepción de la
ley. Tomás
de Aquino concibe la ley y su
relación con
el hombre de un modo mucho más radical y profundo,
y por ello muy diferente de como es habitual en nuestros días. Hoy
el problema declina hacia un planteamiento en términos de anta-
(1) CrmHs Theol., I, 222, ed. Solesmes.
79
Fundaci\363n Speiro
ABELAlWO LOBATO
gonismo. Se exalta la libertad como el horizonte de todo lo hu
manoi
como su misma esencia, y por ello se perfila un hombre por
encima de las determinaciones y coacciones jurídicas< Par-a muchos
la ley y lo jurídico, por cuanto limitan y definen, tienen un aspecto
inhumano.
En
la mentalidad actual florecen mejor las utopías que
las leyes. La marcha acelerada de nuestra sociedad, los cambios ra
dicales del preseme, dejan atrás, como
inadecuadas, las
leyes del
pasado, los
modos de vivir de otros
tiempos, Todo ello ha contri
buido
a
crear una
mentalidad antilegal en pro de la libertad, como
defensa del hombre.
Estamos ante
un grave
problema, que afecta a
la raíz de lo hu
mano.
Nos
conviene recordar
1a doctrina de Tomás, que estimamos
muy valiosa en este punto. Partiremos de
la relación del hombre con
la ley, pasamos a anal.izar lo positivo de la ley en la promoción y di
namismo humano, para referirnos sobre todo a la ley fundamental
del hombre, que como un foco recoge y proyecta todos los demás aspectos de
la ley, para concluir con las aplicaciones que creemos
de mayor actualidad
y urgencia en el campo de las leyes de los hom
bres en la sociedad
hwnana. Todo -ello quedará
más bien indicado
que probado.
l. Humanismo y ley.
Ambas palabras tienen su carga semántica que convendría puri
ficar
al hablar de Tomás de Aquino. El humanismo con sus con
flictos
y sus crisis es un producto tipko de la modernidad. Al hom
bre
medieval no se le ocurrió situarse en un plan
"ou il y a seule
ment des homme-s" como quiere Sartre (2), ní pretender que por
que
el hombre era libre,
habría que excluir a Dios,
y dejarle a su
mera espontaneidad
actual1 sin contar siquiera con el mundo de la
realidad cósmica. Tomás parte del hombre, de una
cornp.íiensión
justa y cabal de este ser que somos cada uno de nosotros. Hay en
Tomás
una verdadera antropología,
quizá la
primera de la historia
(2) L'existentialisme, pág. 36.
80
Fundaci\363n Speiro
EL HUhiANISAlO DE LA LEY SEGUN SANTO TOMAS
que da plena razón del hombre integrando en una verdadera unidad
todos los aspectos. Tomás ha escrito mucho sobre
el hombre . .Pue
de
decirse uno
de sus
temas
constantes, aun
siendo
un teólogo.
El
Tratado
De Homine1 en la Summa Theologiae es de una calidad
extraordinaria,
Aún no está explorado por completo en sus virtua
lidades (3).
La antropología
tomista resultó
ser original,
revolucionaria.
ToN
más no sólo seguía la línea de Aristóteles que partía de la realidad
ofrecida a los sentidos en el cosmos, sino que la comprendía desde
la virtualidad del acto de ser. Frente a las corrientes averroístas y
agustinianas defendió el ser singular y personal del hombre. Al de
cir
de
GUson realizó la revolución más grande de
la filoso.fía me
dieval
al
acentuar la singularidad
humana, dentro
de
la naturaleza
común. Su aportación más
valiosa fue la
superación del dualismo en
una verdadera
unidad de
espíritu y materia. Tomás ha hecho del
hombre una verdadera
síntesis de los opuestos,
un
orizon; en el cual
confluyen
cuerpos y espíritus. El hombre es un ser de este mundo
y el cuerpo es de su esencia. El hombre es al mismo tiempo espí
ritu
en
condición carnal, sometido al espacio
y al tiempo. Situado en
el confín
del tiempo
y de la eternidad, el misterio del hombre par·
ticipa del
misterio
de
las cosas
porque todo confluye en su unidad
superadora de lo múltiple, y refleja mejor que ninguna
otra creatu~
ra
algo del misterio de Dios, Tomás concibe al hombre desde Dios
también,
como su imagen. Lleva el sello .intelectual. Es capaz de co
nocer y de amar (4). Viene de Dios, es su creatura y trae la marca
de
su origen. Tomás dará la primacía al
espíritu, al alma humana,
forma subs
tancial del hombre, pero
no olvida que sólo en
el cuerpo y por el
cuerpo en el mundo puede desplegar sus virtualídades. Tomás ha analizado con sutileza las
estructuras de Io humano,
ha ido a la caza
de la esencia y ha recogido muchas veces, en su profundo valor, la
noción, vieja de siglos, del hombre como animal racional (5). Como
(3) Cfr. S. T., !, qq. 75-102.
(4) S. T., !, 93, 4.
(5) Cfr. SCG, !!, ce. 56-95.
81
Fundaci\363n Speiro
ABEL/lRDO LOBATO
teólogo se detenía en el estudio de la esencia, de las potencias y de
los actos del
alma, por
su dimensión espiritual. Pero no olvidó ver
al hombre
en su
condición
real, cósmica, mundana,
existencial. Es
este el
lugar de
los conflictos, donde la
materia es
límite,
peso,
fuerza
alienante
y el espíritu es impulso vertical, espontaneidad, li
bertad
que
110 llega a realizarse sino en las determinaciones concre
tas.
Se trata
de comprender al hombre
en su realidad más profunda.
Tomás
gusrn verlo
desde
arriba, desde
lo que le da su configuración
humana) su distintivo
de todo lo demás:
la espiritualidad: "Hic
hamo singularis intelligil' ( 6).
Pero no basta esta dimensión estructural bien como ser finito,
bien como ser compuesto. Hay otra que es humana,
porque ei hom
bre
no solo
es1 sino que se hace1 está en el tiempo, es viat0f1 tiene
que
desarrollar todas sus posibilidades. Hay
un aspecto dinámico de
lo
humano que le es esencial. Y aquí no tiene su acceso la
razón
especulativai sino
la
razón
práctica. ¿Hacia
dónde va el
dinamismo
del
hombre? Se
mueve hacia
el
fin; como
todo
agente. Pero
lo
sin
gular
en
el caso del hombre es que e-1 fin es Dios y que a ese fin se
mueve
por sí
mismo, como
causa de
su propio dinamismo. Tomás
ha
prestado mucha atendón a -este proceso que designa como itine
rario
hacia
Dios:
"de Hzotu rationalis c·reaturae in Deum" (7). Es
el caminar del hombre libre, que es el principio y señor de sus actos,
"ipse est suorum ope-rum principium" (8). El homo viator es un
peregrino del absoluto, atraído por el bien, movido por el amor. El
hombre goza de la libertad y tiene en sí mismo principios sufi~
cientes
para
ser autónomo, Se dirige por sí mismo hacia el fin. Por
ello
Tomás dirá
de él que
es "cctma sui" (9), una cierta providencia
de
sí mismo
(10) por su condición intelectuaL Sólo Dios puede
cooperar con
él, como
principio extrínseco, porque puede
ser, como
como
primer principio, más
íntimo a cada
uno de los hombres que
él
mismo. Y
lo hace de
varias maneras. En el orden natural, como
82 (6)
De
Unitate Intell., par. 62.
(7) S. T .• 1, 2, pro!.
(8) S. T., l-ll, prol.
(9) Cfr.
I Met., 2, 982. b26.
(10) S. T. 1-Il, 91, 2.
Fundaci\363n Speiro
EL HUJvf/11\'lSiHO DE LA LEY SEGUN S,:L~,no TOl\.f/15
en el de la salvación1 por la ley y por la grada: "Principium aute-nz
exteriu,s movens ad honum
est Deus, qui
nos
instruit per legem et
iuvat
per rn1tt,1in (11). La ley le viene al hombre como ayuda,
como principio ordenador
de sus actos hacia
el fin. La ley entra
así a formar parte de
la misma estructura de la vida humana en su
dimensión moral
y dinámíca. l\fo es posíble la vida humana en su
aspecto de conquista del fin, en
su dimensión
moral, sino va dirí"
gida por la ley. La ley
es como el
gran pedagogo
del
hombre. El
hombre
no consigue su plenitud
hrnnana en
un momento:
"Hamo
secundmn suam naturam non statim natus est ultimam perfectione1n
t.tdifJisci·· (12). Tiene que ir hacia su plenitud por sus pasos. Y para
ello requíerc la ayuda de la ley. La ley es complemento del hombre.
He ahi su profundo humanismo.
2. La ley, pedagogo del hombre .
. El
humanismo
del Aquinate es integral
1 unificador, jerárquico.
Tomás
concede la
prím.acía. a
lo
espiritual, y en este
horizonte
des
raca,
con .Aristóteles, la función de la
razón, .En
puridad el hombre
no
es
un ser intelectual,
es un
ser
racional, y en ello manifiesta su
condición de pe.regrinante: "HomineJ autem ad intelligibilem verita
tenz-cognoscendam. pervenimit pr,acedendo de uno ad aliud! et ideo
rationales dicuntur)' (13). El logos humano es díscursivo, ordenador,
tanto en el orden
especulativo, cuanto
en
el práctico. Por una suer
te de grada se le conceden los principios, _pero sólo con una labo
riosa conquista
del propio esf-uerw llega
al término. En verdad este
proceso excede cualquier intento y nunca se puede dar por termi
nado, porque
trasciende
todas las
realizaciones singulares
e
históri
cas, Lo
racional
no comprende todo
lo humano, pero sí lo más dpi
co del hombre, Y
la
tarea de la razón es mdenadota. O bien descu
bre el orden ya existente en las cosas por su virtud cognosciüva, o
( 11) s. T., I-!I, 90, ptol.
(12) S, T.1 I, 62, 5 ad L
(13) s. T., l, 79, 8,
83
Fundaci\363n Speiro
ABELAIWO LOBATO
bien origina un nuevo orden. Un texto -célebre de Tomás analiza
esta función ordenadora del hombre en todas sus dimensiones: "0-rdo
quadrupliciter
ad .Yationem comparatu,r "°"" (14). Y uno de los me~
jores
intérpretes
de Santo
Tomás en el
siglo
XX pensaba que toda
la obra de Tomás
tiene
el orden como
ldea central (15). Ahora
bien, todo orden
dice
relación a
un
priucip.io1 y el mismo nombre
de principio
implica el orden
(16).
En
este clima de
racionalidad de
lo
hwnano Tomás pone la ley,
como regla, norma y principio de la razón práctica. La ley viene a
ser el
principio regulador del hombre
en su
dinamismo
hacia el fin.
Tiene
la virtud y la fuerza de un principio desde el cual procede la
ordenación.
El análisis de este principio en Tomás es de
gran _pene
tración.
Aquí
no
podemos sino
indicar
tres notas distintivas del
mísmo: se trata de
un principio activo1 interiotizado1 perfecto.
a) Principio activo, porque la ley es ordenadora: "Lex ímportat
ordineni ad finem active
1 inquantum scilícet per eam ordinantttr
aliqu,J in finenz''
(17). La ley mueve al bien obrar, inclina a lo rec
to, dispone
para la
virtud, imprime
una dirección
a los actos hu
manos. Es por ello
un principio
dinámico de
la vida moral del
hombre,
b) Principio de la razón práctica, Tomás gusta de las ,malo
gíasi ·porque
nuestro
conocer
si.gue al
ser
y éste se nos da en la re
lación
de
semejanzas y diferencias. La razón práctica se comporta
de un modo análogo
a la especulativa.
El proceso especulativo es
más accesible porque se puede analizar en la
conciencia .reflexiva.
Lo
cierto
es que el razonar procede del entender. Hay un principio
primero
y de él parte d proceso tanto en el orden ascendente, cuan
to en el deductivo. Así ocurre en la razón práctica cuyo proceso es
más oscuro) ya que
termina siempre en lo singular
y contingente
operativo. Pero hay un
punto de partida, desde
el cual
arranca todo
(14) In I Ethic. lect., n. 1-2.
(15) Cfr. J. M. Ramírez, De Ordine, Placita quaedam thomistica, Sa
lamanca, 1963.
(16) Cfr. De Divinú Nomnibus, c. 4, lect 1, núm. 283; In V Met.,
lect l, núm. 751; S, T., I, 42, 3.
(17)
S. T., 1-Il, 91, 1 ad J.
84
Fundaci\363n Speiro
EL HUl
el proceso. Y éste es el fin o el bien: "Primum fYrincipitNn in ra
tione /Jt,zcttcr! est quod fundatur supra rdtionern boni" (18) . .Este
principio no es la razón misma) pero es la fuerza de la razón prác
tica. Está interiorizado. Por un lado es un producto de la tazón1 por
otro
es su
misma estructura que posibilita el dinamismo. Por ello
es regla a la cual han de coniormarse los actos. Esta interiorización
de la ley compete sólo a la creatura racional, que ha sído decorada
con
esta gran
dignidad de
dirigir su
propio
camino, de disponer
de
lo
que hace
y disponer también de sí mismo. En ello es imagen
de Dios. Por ello tiene una causalidad singular y una gran respon
sabilidad. Tomás
lo designa con frases gráficas:
"lnter caete,ra autem,
rationalis creatura excellentior-i quodam modo divinae providentitte
subiacet1 inquantum et ipsa fit providentiae particeps, sibi ipsi et
aliis providens" (19). El principio dinámico se le da como inclina~
ción,
como disposición, como irradiadón que
va desde lo
interior y
todo lo ordena al fin.
c) Principio perfectivo, La ley, como principio, es de la perw
Sona humana y es para su bien, para que pueda alcanzar su com
plemento ya que es un principio por el cual se ordena a la conse
cución del
fin. La
ley impone al ser humano ei deber ser, el fin ideal
ai cual tiende. Por ella el hombre no sólo alcanza el bien que está
más
allá de
él, sino que consigue ante todo el bien que
lo hace bue
no: "Lex facit hornines bono/7 (20). Y esto sólo se consigue orde
nando al hombre desde su propio interior al
bíen común.
No hay
perfección sino
en el
bien, que coincide con el fin. El
fin es
por
ello el primer principio de la razón práctica: "Omnis lex ad bonum
commune ordinattw"
(21)<
Todo ello indica en qué medida de profundidad la ley afecta al
hombre. la vida humana es, en su misma esencia, una vida que
debe estar ordenada
al fin. En
su misma entraña lleva una
dimen~
sión moraL Y
ello lo
es porgue se conforma con las exigencias del
principio fundamental.
La
es, en
verdad, el pedagogo del
hombre.
(18) S. T,, I-II, 94, 2.
(19) S, T., I-II, 91, 2.
(20)
S. T." I·H, 92, 1 ad l.
(21) S. T .. I-II, 90, 2.
85
Fundaci\363n Speiro
A/JELARDO LOB¿JI'O
3. La ley fundamental del hombre.
En su búsqueda del principio Tomás de Aquino ha descubierto
la ley fundamental del hombre, como principio radical de toda la
vida moraL Le
ha dado
un nombre que todos
conocen! pe.ro que
hoy no a
todos suena
bieR La designa como ley n,itutal. En nues
tros días se han acumulado
los.
prejuicios contra
estos
dos vocablos
y por ello a muchos no les pare-ce adecuado el término. Tomás, fiel
a
una larga tradición y manteniendo el principio de que lo que
importa son las cosas
y no las palabras, las cuales deben tomarse
en
cuanto
sea posible del
uso
común, trata de
la
!ex naturalis como
la
ley peculiar del hombre. De ella aquí no caben sino las afirma~
dones
más
capitales, densas de
sentido en
el
pensamiento de Tomás.
a) Es la ley del hombre en cuanto oreatura1 porque va más allá
del hombre
mismo
y remite a su origen y fundamento último que
es
la ley
eterna en Dios; de
quien todo procede, también el hombre.
El hombre, como hechura de Dios,
tiene un
modo de ser
singular,
un
puesto
en la jerarquía del
ser1 participa del primer principio y
tiene una vocación especial, y por ello se le ha señalado un deber
ser. La ley natural refleja este ideal humano, esta norma trascen~
dente: "Lex n-att1,r-alis nihil aliud est quam participatio legis aeternae
in rationali creattt-ra" (22).
b)
Es ley que afecta a todo el ser del hombre. Tiene una di
mensión de totalidad, óntica. Nada escapa -a su dominio. Si en el
orden
del
ser todo
está unificado por el alma, forma
del cuerpo) si
en
el orden
del conocer
todo
está medido por el ser de donde b.rota
toda
verdad,
en el orden del obrar nada escapa a la extensión y pro~
fundidad
de la
ordenación última.
No hay zonas exentas de
esa or~
den.ación hacia el fin. El
hombre es una
unidad de lo plural y todo
acto humano
tiene que
estar dirigido
por la
ley moral fundamen
tal hacia el fin último. Todo desorden, en
c.ualquier campoj es un
mal.
El bien va con el ser y mutuamente se convierten. Las dímen
siones
del
hombre: corpórea, viviente,
an¡m-al, esp.iritual1 social y
86
Fundaci\363n Speiro
EL HUfl.-L1,¡"\'lS?vW DL Lr1 LEY SEGUN SANTO TOAI/1S
religiosa quedan afectadas por esta ley a la cual nada escapa . .Ella
está en
la raíz del mismo ser del hombre. Sólo desde ella el hombre
alcanza la
bondad,
e) Es ley no escrita, intefior. La manifiestan las inclinaciones
profundas)
las
exigencias que se imponen a
la conciencia humana.
Ia histor.la dd hombre
indica cómo esta ley, que
es una
para
todos, que no puede borrarse de lo interior del hombre, por
tener
un
proceso
singular, ha ído siendo una conquísta
progresiva, Si los
primerns dictámenes -están bien
daros,
se hacen crepuscular-es cuan~
do se trata de
actos
en concreto.
La ley
natu.ral para el
hombre
es
la ley moral. Cada acto que ejea1ta le pone en trance de tener que
optar por
un genuino ejercicio de su libertad. Ya
Antfgona encon~
traba e-n su
conciencia el eco de esta ley no escrita, irrevocable) per~
manente
(23).
d)
Esta ley tiene una irradiación en toda la ,vidct humana! de
tal
modo que ella es el fundamento de las leyes positivas.
Ia ley
natural
es
por ello el fundamento del derecho. En cuanto impone
deberes, da derechos. Hay un derecho natural porque hay una ley
na.mraL Hay derechos
del hombre porque hay ley humana en
la cual
todos
convienen. Tomás de Aquino ha puesto los fundamemos y
su escuela ha desarrollado largamente esta doctrina de los derechos
humanos (24).
La
ley fundamental
del hombre comprende todo
el dinamismo
del hombre
y dice relación al ser del mismo, ya que para Tomás
tal es el obrar cual es el ser.
4. Las proyecciones de la ley fundamental.
Si el humanismo de la ley es para Tomás tan profundo, será
bueno
actuar sus
principios en
nuestros
días para
superar
la crisis
actual
y alcanzar nuevas metas, Entre las muchas aplicaciones irune~
diatas creemos que tres merecen
nuestra atención,
(23) Sófocles, Antígona, I.L
(24) Cfr S.
T., II-Il, 57-123.
87
Fundaci\363n Speiro
ABEL/JRDO LOBATO
a) Humanismo universal. Nuestra sociedad humana vive un
momento
de alcance
planetario. Ha conseguido una
den:a unidad
y ti.ene que continuar por esa vía hacia adelante. Se hace urgente
proclamar
a nivel mundial
fa ley
fundamental
del hombre
con sus
debe.res
y derechos) como justa ordenación del hombre para un bien
común
de todos.
b) H1mtanismo nwral. El genuino progreso del hombre es el
moral,
que
no sólo hace buenas
las cosas del hombre,
sino
que hace
bueno al hombre
como taL La vida
moral lleva consigo
la
libertad,
sin
la cual no hay vida moral,
y la liberación progresiva de t0das
las
esclavitudes) para que el hombre alcance su verdadera dignidad,
Todos
los demás campos de lo humano deben
esrax regulados por
esta
exigencia
radical.
e)
Humanisnw -religioso. La ley rndícal habfa del principio y
del fin del hombre, del genuino fundamento de lo humano. Lleva
el sello de la ley eterna que es la ley de Dios, viene de Dios y a
Dios lleva
como
bien común
y fin último de 1-a vida humana. Tomás
de Aquino ha defendido esta radicalización del hombre
en Dios
como
principio
y fin del hombre. Este reconocimiento es la dimen
sión
religiosa,
valor absoluto
de todo humanismo pleno. Si el
cris
tianismo
ha revelado una nueva ordenación a Dios,
y una nueva ley,
no por eilo ha desaparecido esta ley natural, sino que queda asumida
plenamente
y elevada de rango .
. Estas proyecciones pueden ·descender hasta tocar los problemas
más
vivos
que
el hombre
de hoy tiene planteados. Pero cualquiera
de los problemas del hombre
no encuentra solución definitiva sino
desde
el problema del
hombre mismo. Por ello todo
humanismo
que
no
llet,:tt1e a la raíz del
hombre es insuficiente, El valor perenne
del
humanismo de
Tomás
es que ha tocado el fondo} ha ido al ser
mismo
del hombre,
Por eI!o, bien puede ser
nuestro
maestro de hu
manismo
en
el siglo XX.
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DE
AQUINO
POR
ABELARD0 LOBATO, 0. P.
Profesor de Metafísica de 1a Universidad Santo Tomás de Roma y Director
de la Asociación Internacional Santo Tomás de Aquino,
Al tratar del humanismo y su posible p-romoc10n en nuestros
días, es muy oportuno es-cuchar la voz de los grandes maestros de
humanismo del pasado. Los verdaderamente grandes son bien con~
tados, y Tomás de Aquino se cuenta entre ellos. El año 197 4 ha
sido el VII Centenario de su muerte. El mundo intelectual le con~
memoraba
como
nunca lo había hecho en el pasado.
Pero lo slngu~
lar
de
esta evocación es que no se trataba tanto de
fa persona cuanto
de
los valores actuales de
su
obra, como
ya
en su
tiempo decía Juan
de Santo
Tomás: "Majus aliquid in Sancto Thoma quam Thomas
ipse
suscipitur et defenditur"
(1). Y
uno de los valores
imperece"
cleros
de
su pensamiento
es su concepcíón del
hombre1 su genuino
humanismo. También en esto Tomás se ha revelado nuestro con
temporáneo, por cuanto su
doctrina sobre el hombre está par enci -
ma y más allá de todo tiempo.
Es grave y profunda esta cuestión del humanismo. Al recurrir
a Tomás, para recoger su lección, no queremos referírnos a su apor
tación toral, sino sólo en relación con un punto de gran actualidad,
a
su
concepción de la
ley. Tomás
de Aquino concibe la ley y su
relación con
el hombre de un modo mucho más radical y profundo,
y por ello muy diferente de como es habitual en nuestros días. Hoy
el problema declina hacia un planteamiento en términos de anta-
(1) CrmHs Theol., I, 222, ed. Solesmes.
79
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ABELAlWO LOBATO
gonismo. Se exalta la libertad como el horizonte de todo lo hu
manoi
como su misma esencia, y por ello se perfila un hombre por
encima de las determinaciones y coacciones jurídicas< Par-a muchos
la ley y lo jurídico, por cuanto limitan y definen, tienen un aspecto
inhumano.
En
la mentalidad actual florecen mejor las utopías que
las leyes. La marcha acelerada de nuestra sociedad, los cambios ra
dicales del preseme, dejan atrás, como
inadecuadas, las
leyes del
pasado, los
modos de vivir de otros
tiempos, Todo ello ha contri
buido
a
crear una
mentalidad antilegal en pro de la libertad, como
defensa del hombre.
Estamos ante
un grave
problema, que afecta a
la raíz de lo hu
mano.
Nos
conviene recordar
1a doctrina de Tomás, que estimamos
muy valiosa en este punto. Partiremos de
la relación del hombre con
la ley, pasamos a anal.izar lo positivo de la ley en la promoción y di
namismo humano, para referirnos sobre todo a la ley fundamental
del hombre, que como un foco recoge y proyecta todos los demás aspectos de
la ley, para concluir con las aplicaciones que creemos
de mayor actualidad
y urgencia en el campo de las leyes de los hom
bres en la sociedad
hwnana. Todo -ello quedará
más bien indicado
que probado.
l. Humanismo y ley.
Ambas palabras tienen su carga semántica que convendría puri
ficar
al hablar de Tomás de Aquino. El humanismo con sus con
flictos
y sus crisis es un producto tipko de la modernidad. Al hom
bre
medieval no se le ocurrió situarse en un plan
"ou il y a seule
ment des homme-s" como quiere Sartre (2), ní pretender que por
que
el hombre era libre,
habría que excluir a Dios,
y dejarle a su
mera espontaneidad
actual1 sin contar siquiera con el mundo de la
realidad cósmica. Tomás parte del hombre, de una
cornp.íiensión
justa y cabal de este ser que somos cada uno de nosotros. Hay en
Tomás
una verdadera antropología,
quizá la
primera de la historia
(2) L'existentialisme, pág. 36.
80
Fundaci\363n Speiro
EL HUhiANISAlO DE LA LEY SEGUN SANTO TOMAS
que da plena razón del hombre integrando en una verdadera unidad
todos los aspectos. Tomás ha escrito mucho sobre
el hombre . .Pue
de
decirse uno
de sus
temas
constantes, aun
siendo
un teólogo.
El
Tratado
De Homine1 en la Summa Theologiae es de una calidad
extraordinaria,
Aún no está explorado por completo en sus virtua
lidades (3).
La antropología
tomista resultó
ser original,
revolucionaria.
ToN
más no sólo seguía la línea de Aristóteles que partía de la realidad
ofrecida a los sentidos en el cosmos, sino que la comprendía desde
la virtualidad del acto de ser. Frente a las corrientes averroístas y
agustinianas defendió el ser singular y personal del hombre. Al de
cir
de
GUson realizó la revolución más grande de
la filoso.fía me
dieval
al
acentuar la singularidad
humana, dentro
de
la naturaleza
común. Su aportación más
valiosa fue la
superación del dualismo en
una verdadera
unidad de
espíritu y materia. Tomás ha hecho del
hombre una verdadera
síntesis de los opuestos,
un
orizon; en el cual
confluyen
cuerpos y espíritus. El hombre es un ser de este mundo
y el cuerpo es de su esencia. El hombre es al mismo tiempo espí
ritu
en
condición carnal, sometido al espacio
y al tiempo. Situado en
el confín
del tiempo
y de la eternidad, el misterio del hombre par·
ticipa del
misterio
de
las cosas
porque todo confluye en su unidad
superadora de lo múltiple, y refleja mejor que ninguna
otra creatu~
ra
algo del misterio de Dios, Tomás concibe al hombre desde Dios
también,
como su imagen. Lleva el sello .intelectual. Es capaz de co
nocer y de amar (4). Viene de Dios, es su creatura y trae la marca
de
su origen. Tomás dará la primacía al
espíritu, al alma humana,
forma subs
tancial del hombre, pero
no olvida que sólo en
el cuerpo y por el
cuerpo en el mundo puede desplegar sus virtualídades. Tomás ha analizado con sutileza las
estructuras de Io humano,
ha ido a la caza
de la esencia y ha recogido muchas veces, en su profundo valor, la
noción, vieja de siglos, del hombre como animal racional (5). Como
(3) Cfr. S. T., !, qq. 75-102.
(4) S. T., !, 93, 4.
(5) Cfr. SCG, !!, ce. 56-95.
81
Fundaci\363n Speiro
ABEL/lRDO LOBATO
teólogo se detenía en el estudio de la esencia, de las potencias y de
los actos del
alma, por
su dimensión espiritual. Pero no olvidó ver
al hombre
en su
condición
real, cósmica, mundana,
existencial. Es
este el
lugar de
los conflictos, donde la
materia es
límite,
peso,
fuerza
alienante
y el espíritu es impulso vertical, espontaneidad, li
bertad
que
110 llega a realizarse sino en las determinaciones concre
tas.
Se trata
de comprender al hombre
en su realidad más profunda.
Tomás
gusrn verlo
desde
arriba, desde
lo que le da su configuración
humana) su distintivo
de todo lo demás:
la espiritualidad: "Hic
hamo singularis intelligil' ( 6).
Pero no basta esta dimensión estructural bien como ser finito,
bien como ser compuesto. Hay otra que es humana,
porque ei hom
bre
no solo
es1 sino que se hace1 está en el tiempo, es viat0f1 tiene
que
desarrollar todas sus posibilidades. Hay
un aspecto dinámico de
lo
humano que le es esencial. Y aquí no tiene su acceso la
razón
especulativai sino
la
razón
práctica. ¿Hacia
dónde va el
dinamismo
del
hombre? Se
mueve hacia
el
fin; como
todo
agente. Pero
lo
sin
gular
en
el caso del hombre es que e-1 fin es Dios y que a ese fin se
mueve
por sí
mismo, como
causa de
su propio dinamismo. Tomás
ha
prestado mucha atendón a -este proceso que designa como itine
rario
hacia
Dios:
"de Hzotu rationalis c·reaturae in Deum" (7). Es
el caminar del hombre libre, que es el principio y señor de sus actos,
"ipse est suorum ope-rum principium" (8). El homo viator es un
peregrino del absoluto, atraído por el bien, movido por el amor. El
hombre goza de la libertad y tiene en sí mismo principios sufi~
cientes
para
ser autónomo, Se dirige por sí mismo hacia el fin. Por
ello
Tomás dirá
de él que
es "cctma sui" (9), una cierta providencia
de
sí mismo
(10) por su condición intelectuaL Sólo Dios puede
cooperar con
él, como
principio extrínseco, porque puede
ser, como
como
primer principio, más
íntimo a cada
uno de los hombres que
él
mismo. Y
lo hace de
varias maneras. En el orden natural, como
82 (6)
De
Unitate Intell., par. 62.
(7) S. T .• 1, 2, pro!.
(8) S. T., l-ll, prol.
(9) Cfr.
I Met., 2, 982. b26.
(10) S. T. 1-Il, 91, 2.
Fundaci\363n Speiro
EL HUJvf/11\'lSiHO DE LA LEY SEGUN S,:L~,no TOl\.f/15
en el de la salvación1 por la ley y por la grada: "Principium aute-nz
exteriu,s movens ad honum
est Deus, qui
nos
instruit per legem et
iuvat
per rn1tt,1in (11). La ley le viene al hombre como ayuda,
como principio ordenador
de sus actos hacia
el fin. La ley entra
así a formar parte de
la misma estructura de la vida humana en su
dimensión moral
y dinámíca. l\fo es posíble la vida humana en su
aspecto de conquista del fin, en
su dimensión
moral, sino va dirí"
gida por la ley. La ley
es como el
gran pedagogo
del
hombre. El
hombre
no consigue su plenitud
hrnnana en
un momento:
"Hamo
secundmn suam naturam non statim natus est ultimam perfectione1n
t.tdifJisci·· (12). Tiene que ir hacia su plenitud por sus pasos. Y para
ello requíerc la ayuda de la ley. La ley es complemento del hombre.
He ahi su profundo humanismo.
2. La ley, pedagogo del hombre .
. El
humanismo
del Aquinate es integral
1 unificador, jerárquico.
Tomás
concede la
prím.acía. a
lo
espiritual, y en este
horizonte
des
raca,
con .Aristóteles, la función de la
razón, .En
puridad el hombre
no
es
un ser intelectual,
es un
ser
racional, y en ello manifiesta su
condición de pe.regrinante: "HomineJ autem ad intelligibilem verita
tenz-cognoscendam. pervenimit pr,acedendo de uno ad aliud! et ideo
rationales dicuntur)' (13). El logos humano es díscursivo, ordenador,
tanto en el orden
especulativo, cuanto
en
el práctico. Por una suer
te de grada se le conceden los principios, _pero sólo con una labo
riosa conquista
del propio esf-uerw llega
al término. En verdad este
proceso excede cualquier intento y nunca se puede dar por termi
nado, porque
trasciende
todas las
realizaciones singulares
e
históri
cas, Lo
racional
no comprende todo
lo humano, pero sí lo más dpi
co del hombre, Y
la
tarea de la razón es mdenadota. O bien descu
bre el orden ya existente en las cosas por su virtud cognosciüva, o
( 11) s. T., I-!I, 90, ptol.
(12) S, T.1 I, 62, 5 ad L
(13) s. T., l, 79, 8,
83
Fundaci\363n Speiro
ABELAIWO LOBATO
bien origina un nuevo orden. Un texto -célebre de Tomás analiza
esta función ordenadora del hombre en todas sus dimensiones: "0-rdo
quadrupliciter
ad .Yationem comparatu,r "°"" (14). Y uno de los me~
jores
intérpretes
de Santo
Tomás en el
siglo
XX pensaba que toda
la obra de Tomás
tiene
el orden como
ldea central (15). Ahora
bien, todo orden
dice
relación a
un
priucip.io1 y el mismo nombre
de principio
implica el orden
(16).
En
este clima de
racionalidad de
lo
hwnano Tomás pone la ley,
como regla, norma y principio de la razón práctica. La ley viene a
ser el
principio regulador del hombre
en su
dinamismo
hacia el fin.
Tiene
la virtud y la fuerza de un principio desde el cual procede la
ordenación.
El análisis de este principio en Tomás es de
gran _pene
tración.
Aquí
no
podemos sino
indicar
tres notas distintivas del
mísmo: se trata de
un principio activo1 interiotizado1 perfecto.
a) Principio activo, porque la ley es ordenadora: "Lex ímportat
ordineni ad finem active
1 inquantum scilícet per eam ordinantttr
aliqu,J in finenz''
(17). La ley mueve al bien obrar, inclina a lo rec
to, dispone
para la
virtud, imprime
una dirección
a los actos hu
manos. Es por ello
un principio
dinámico de
la vida moral del
hombre,
b) Principio de la razón práctica, Tomás gusta de las ,malo
gíasi ·porque
nuestro
conocer
si.gue al
ser
y éste se nos da en la re
lación
de
semejanzas y diferencias. La razón práctica se comporta
de un modo análogo
a la especulativa.
El proceso especulativo es
más accesible porque se puede analizar en la
conciencia .reflexiva.
Lo
cierto
es que el razonar procede del entender. Hay un principio
primero
y de él parte d proceso tanto en el orden ascendente, cuan
to en el deductivo. Así ocurre en la razón práctica cuyo proceso es
más oscuro) ya que
termina siempre en lo singular
y contingente
operativo. Pero hay un
punto de partida, desde
el cual
arranca todo
(14) In I Ethic. lect., n. 1-2.
(15) Cfr. J. M. Ramírez, De Ordine, Placita quaedam thomistica, Sa
lamanca, 1963.
(16) Cfr. De Divinú Nomnibus, c. 4, lect 1, núm. 283; In V Met.,
lect l, núm. 751; S, T., I, 42, 3.
(17)
S. T., 1-Il, 91, 1 ad J.
84
Fundaci\363n Speiro
EL HUl
tione /Jt,zcttcr! est quod fundatur supra rdtionern boni" (18) . .Este
principio no es la razón misma) pero es la fuerza de la razón prác
tica. Está interiorizado. Por un lado es un producto de la tazón1 por
otro
es su
misma estructura que posibilita el dinamismo. Por ello
es regla a la cual han de coniormarse los actos. Esta interiorización
de la ley compete sólo a la creatura racional, que ha sído decorada
con
esta gran
dignidad de
dirigir su
propio
camino, de disponer
de
lo
que hace
y disponer también de sí mismo. En ello es imagen
de Dios. Por ello tiene una causalidad singular y una gran respon
sabilidad. Tomás
lo designa con frases gráficas:
"lnter caete,ra autem,
rationalis creatura excellentior-i quodam modo divinae providentitte
subiacet1 inquantum et ipsa fit providentiae particeps, sibi ipsi et
aliis providens" (19). El principio dinámico se le da como inclina~
ción,
como disposición, como irradiadón que
va desde lo
interior y
todo lo ordena al fin.
c) Principio perfectivo, La ley, como principio, es de la perw
Sona humana y es para su bien, para que pueda alcanzar su com
plemento ya que es un principio por el cual se ordena a la conse
cución del
fin. La
ley impone al ser humano ei deber ser, el fin ideal
ai cual tiende. Por ella el hombre no sólo alcanza el bien que está
más
allá de
él, sino que consigue ante todo el bien que
lo hace bue
no: "Lex facit hornines bono/7 (20). Y esto sólo se consigue orde
nando al hombre desde su propio interior al
bíen común.
No hay
perfección sino
en el
bien, que coincide con el fin. El
fin es
por
ello el primer principio de la razón práctica: "Omnis lex ad bonum
commune ordinattw"
(21)<
Todo ello indica en qué medida de profundidad la ley afecta al
hombre. la vida humana es, en su misma esencia, una vida que
debe estar ordenada
al fin. En
su misma entraña lleva una
dimen~
sión moraL Y
ello lo
es porgue se conforma con las exigencias del
principio fundamental.
La
es, en
verdad, el pedagogo del
hombre.
(18) S. T,, I-II, 94, 2.
(19) S, T., I-II, 91, 2.
(20)
S. T." I·H, 92, 1 ad l.
(21) S. T .. I-II, 90, 2.
85
Fundaci\363n Speiro
A/JELARDO LOB¿JI'O
3. La ley fundamental del hombre.
En su búsqueda del principio Tomás de Aquino ha descubierto
la ley fundamental del hombre, como principio radical de toda la
vida moraL Le
ha dado
un nombre que todos
conocen! pe.ro que
hoy no a
todos suena
bieR La designa como ley n,itutal. En nues
tros días se han acumulado
los.
prejuicios contra
estos
dos vocablos
y por ello a muchos no les pare-ce adecuado el término. Tomás, fiel
a
una larga tradición y manteniendo el principio de que lo que
importa son las cosas
y no las palabras, las cuales deben tomarse
en
cuanto
sea posible del
uso
común, trata de
la
!ex naturalis como
la
ley peculiar del hombre. De ella aquí no caben sino las afirma~
dones
más
capitales, densas de
sentido en
el
pensamiento de Tomás.
a) Es la ley del hombre en cuanto oreatura1 porque va más allá
del hombre
mismo
y remite a su origen y fundamento último que
es
la ley
eterna en Dios; de
quien todo procede, también el hombre.
El hombre, como hechura de Dios,
tiene un
modo de ser
singular,
un
puesto
en la jerarquía del
ser1 participa del primer principio y
tiene una vocación especial, y por ello se le ha señalado un deber
ser. La ley natural refleja este ideal humano, esta norma trascen~
dente: "Lex n-att1,r-alis nihil aliud est quam participatio legis aeternae
in rationali creattt-ra" (22).
b)
Es ley que afecta a todo el ser del hombre. Tiene una di
mensión de totalidad, óntica. Nada escapa -a su dominio. Si en el
orden
del
ser todo
está unificado por el alma, forma
del cuerpo) si
en
el orden
del conocer
todo
está medido por el ser de donde b.rota
toda
verdad,
en el orden del obrar nada escapa a la extensión y pro~
fundidad
de la
ordenación última.
No hay zonas exentas de
esa or~
den.ación hacia el fin. El
hombre es una
unidad de lo plural y todo
acto humano
tiene que
estar dirigido
por la
ley moral fundamen
tal hacia el fin último. Todo desorden, en
c.ualquier campoj es un
mal.
El bien va con el ser y mutuamente se convierten. Las dímen
siones
del
hombre: corpórea, viviente,
an¡m-al, esp.iritual1 social y
86
Fundaci\363n Speiro
EL HUfl.-L1,¡"\'lS?vW DL Lr1 LEY SEGUN SANTO TOAI/1S
religiosa quedan afectadas por esta ley a la cual nada escapa . .Ella
está en
la raíz del mismo ser del hombre. Sólo desde ella el hombre
alcanza la
bondad,
e) Es ley no escrita, intefior. La manifiestan las inclinaciones
profundas)
las
exigencias que se imponen a
la conciencia humana.
Ia histor.la dd hombre
indica cómo esta ley, que
es una
para
todos, que no puede borrarse de lo interior del hombre, por
tener
un
proceso
singular, ha ído siendo una conquísta
progresiva, Si los
primerns dictámenes -están bien
daros,
se hacen crepuscular-es cuan~
do se trata de
actos
en concreto.
La ley
natu.ral para el
hombre
es
la ley moral. Cada acto que ejea1ta le pone en trance de tener que
optar por
un genuino ejercicio de su libertad. Ya
Antfgona encon~
traba e-n su
conciencia el eco de esta ley no escrita, irrevocable) per~
manente
(23).
d)
Esta ley tiene una irradiación en toda la ,vidct humana! de
tal
modo que ella es el fundamento de las leyes positivas.
Ia ley
natural
es
por ello el fundamento del derecho. En cuanto impone
deberes, da derechos. Hay un derecho natural porque hay una ley
na.mraL Hay derechos
del hombre porque hay ley humana en
la cual
todos
convienen. Tomás de Aquino ha puesto los fundamemos y
su escuela ha desarrollado largamente esta doctrina de los derechos
humanos (24).
La
ley fundamental
del hombre comprende todo
el dinamismo
del hombre
y dice relación al ser del mismo, ya que para Tomás
tal es el obrar cual es el ser.
4. Las proyecciones de la ley fundamental.
Si el humanismo de la ley es para Tomás tan profundo, será
bueno
actuar sus
principios en
nuestros
días para
superar
la crisis
actual
y alcanzar nuevas metas, Entre las muchas aplicaciones irune~
diatas creemos que tres merecen
nuestra atención,
(23) Sófocles, Antígona, I.L
(24) Cfr S.
T., II-Il, 57-123.
87
Fundaci\363n Speiro
ABEL/JRDO LOBATO
a) Humanismo universal. Nuestra sociedad humana vive un
momento
de alcance
planetario. Ha conseguido una
den:a unidad
y ti.ene que continuar por esa vía hacia adelante. Se hace urgente
proclamar
a nivel mundial
fa ley
fundamental
del hombre
con sus
debe.res
y derechos) como justa ordenación del hombre para un bien
común
de todos.
b) H1mtanismo nwral. El genuino progreso del hombre es el
moral,
que
no sólo hace buenas
las cosas del hombre,
sino
que hace
bueno al hombre
como taL La vida
moral lleva consigo
la
libertad,
sin
la cual no hay vida moral,
y la liberación progresiva de t0das
las
esclavitudes) para que el hombre alcance su verdadera dignidad,
Todos
los demás campos de lo humano deben
esrax regulados por
esta
exigencia
radical.
e)
Humanisnw -religioso. La ley rndícal habfa del principio y
del fin del hombre, del genuino fundamento de lo humano. Lleva
el sello de la ley eterna que es la ley de Dios, viene de Dios y a
Dios lleva
como
bien común
y fin último de 1-a vida humana. Tomás
de Aquino ha defendido esta radicalización del hombre
en Dios
como
principio
y fin del hombre. Este reconocimiento es la dimen
sión
religiosa,
valor absoluto
de todo humanismo pleno. Si el
cris
tianismo
ha revelado una nueva ordenación a Dios,
y una nueva ley,
no por eilo ha desaparecido esta ley natural, sino que queda asumida
plenamente
y elevada de rango .
. Estas proyecciones pueden ·descender hasta tocar los problemas
más
vivos
que
el hombre
de hoy tiene planteados. Pero cualquiera
de los problemas del hombre
no encuentra solución definitiva sino
desde
el problema del
hombre mismo. Por ello todo
humanismo
que
no
llet,:tt1e a la raíz del
hombre es insuficiente, El valor perenne
del
humanismo de
Tomás
es que ha tocado el fondo} ha ido al ser
mismo
del hombre,
Por eI!o, bien puede ser
nuestro
maestro de hu
manismo
en
el siglo XX.
88
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