Índice de contenidos

Número 151-152

Serie XVI

Volver
  • Índice

Alejandro Díez Macho

EL HUMANISMO DE LA LEY SEGUN SANTO TOMAS
DE
AQUINO
POR
ABELARD0 LOBATO, 0. P.
Profesor de Metafísica de 1a Universidad Santo Tomás de Roma y Director
de la Asociación Internacional Santo Tomás de Aquino,
Al tratar del humanismo y su posible p-romoc10n en nuestros
días, es muy oportuno es-cuchar la voz de los grandes maestros de
humanismo del pasado. Los verdaderamente grandes son bien con~
tados, y Tomás de Aquino se cuenta entre ellos. El año 197 4 ha
sido el VII Centenario de su muerte. El mundo intelectual le con~
memoraba
como
nunca lo había hecho en el pasado.
Pero lo slngu~
lar
de

esta evocación es que no se trataba tanto de
fa persona cuanto
de
los valores actuales de

su
obra, como

ya
en su

tiempo decía Juan
de Santo
Tomás: "Majus aliquid in Sancto Thoma quam Thomas
ipse

suscipitur et defenditur"
(1). Y
uno de los valores
imperece"
cleros

de
su pensamiento
es su concepcíón del
hombre1 su genuino
humanismo. También en esto Tomás se ha revelado nuestro con­
temporáneo, por cuanto su
doctrina sobre el hombre está par enci -
ma y más allá de todo tiempo.
Es grave y profunda esta cuestión del humanismo. Al recurrir
a Tomás, para recoger su lección, no queremos referírnos a su apor­
tación toral, sino sólo en relación con un punto de gran actualidad,
a
su
concepción de la
ley. Tomás
de Aquino concibe la ley y su
relación con
el hombre de un modo mucho más radical y profundo,
y por ello muy diferente de como es habitual en nuestros días. Hoy
el problema declina hacia un planteamiento en términos de anta-
(1) CrmHs Theol., I, 222, ed. Solesmes.
79
Fundaci\363n Speiro

ABELAlWO LOBATO
gonismo. Se exalta la libertad como el horizonte de todo lo hu­
manoi
como su misma esencia, y por ello se perfila un hombre por
encima de las determinaciones y coacciones jurídicas< Par-a muchos
la ley y lo jurídico, por cuanto limitan y definen, tienen un aspecto
inhumano.
En
la mentalidad actual florecen mejor las utopías que
las leyes. La marcha acelerada de nuestra sociedad, los cambios ra­
dicales del preseme, dejan atrás, como
inadecuadas, las

leyes del
pasado, los

modos de vivir de otros
tiempos, Todo ello ha contri­
buido

a
crear una

mentalidad antilegal en pro de la libertad, como
defensa del hombre.
Estamos ante
un grave

problema, que afecta a
la raíz de lo hu­
mano.
Nos

conviene recordar
1a doctrina de Tomás, que estimamos
muy valiosa en este punto. Partiremos de
la relación del hombre con
la ley, pasamos a anal.izar lo positivo de la ley en la promoción y di­
namismo humano, para referirnos sobre todo a la ley fundamental
del hombre, que como un foco recoge y proyecta todos los demás aspectos de
la ley, para concluir con las aplicaciones que creemos
de mayor actualidad
y urgencia en el campo de las leyes de los hom­
bres en la sociedad
hwnana. Todo -ello quedará
más bien indicado
que probado.
l. Humanismo y ley.
Ambas palabras tienen su carga semántica que convendría puri­
ficar
al hablar de Tomás de Aquino. El humanismo con sus con­
flictos
y sus crisis es un producto tipko de la modernidad. Al hom­
bre

medieval no se le ocurrió situarse en un plan
"ou il y a seule­
ment des homme-s" como quiere Sartre (2), ní pretender que por­
que
el hombre era libre,
habría que excluir a Dios,
y dejarle a su
mera espontaneidad
actual1 sin contar siquiera con el mundo de la
realidad cósmica. Tomás parte del hombre, de una
cornp.íiensión
justa y cabal de este ser que somos cada uno de nosotros. Hay en
Tomás

una verdadera antropología,
quizá la
primera de la historia
(2) L'existentialisme, pág. 36.
80
Fundaci\363n Speiro

EL HUhiANISAlO DE LA LEY SEGUN SANTO TOMAS
que da plena razón del hombre integrando en una verdadera unidad
todos los aspectos. Tomás ha escrito mucho sobre
el hombre . .Pue­
de
decirse uno
de sus

temas
constantes, aun

siendo
un teólogo.
El
Tratado
De Homine1 en la Summa Theologiae es de una calidad
extraordinaria,
Aún no está explorado por completo en sus virtua­
lidades (3).
La antropología

tomista resultó
ser original,

revolucionaria.
ToN
más no sólo seguía la línea de Aristóteles que partía de la realidad
ofrecida a los sentidos en el cosmos, sino que la comprendía desde
la virtualidad del acto de ser. Frente a las corrientes averroístas y
agustinianas defendió el ser singular y personal del hombre. Al de­
cir
de

GUson realizó la revolución más grande de
la filoso.fía me­
dieval
al

acentuar la singularidad
humana, dentro

de
la naturaleza
común. Su aportación más
valiosa fue la

superación del dualismo en
una verdadera

unidad de
espíritu y materia. Tomás ha hecho del
hombre una verdadera
síntesis de los opuestos,
un
orizon; en el cual
confluyen
cuerpos y espíritus. El hombre es un ser de este mundo
y el cuerpo es de su esencia. El hombre es al mismo tiempo espí­
ritu
en
condición carnal, sometido al espacio
y al tiempo. Situado en
el confín

del tiempo
y de la eternidad, el misterio del hombre par·
ticipa del
misterio

de
las cosas
porque todo confluye en su unidad
superadora de lo múltiple, y refleja mejor que ninguna
otra creatu~
ra

algo del misterio de Dios, Tomás concibe al hombre desde Dios
también,
como su imagen. Lleva el sello .intelectual. Es capaz de co­
nocer y de amar (4). Viene de Dios, es su creatura y trae la marca
de

su origen. Tomás dará la primacía al
espíritu, al alma humana,

forma subs­
tancial del hombre, pero

no olvida que sólo en
el cuerpo y por el
cuerpo en el mundo puede desplegar sus virtualídades. Tomás ha analizado con sutileza las
estructuras de Io humano,

ha ido a la caza
de la esencia y ha recogido muchas veces, en su profundo valor, la
noción, vieja de siglos, del hombre como animal racional (5). Como
(3) Cfr. S. T., !, qq. 75-102.
(4) S. T., !, 93, 4.
(5) Cfr. SCG, !!, ce. 56-95.
81
Fundaci\363n Speiro

ABEL/lRDO LOBATO
teólogo se detenía en el estudio de la esencia, de las potencias y de
los actos del
alma, por

su dimensión espiritual. Pero no olvidó ver
al hombre
en su

condición
real, cósmica, mundana,

existencial. Es
este el
lugar de

los conflictos, donde la
materia es

límite,
peso,
fuerza

alienante
y el espíritu es impulso vertical, espontaneidad, li­
bertad

que
110 llega a realizarse sino en las determinaciones concre­
tas.

Se trata
de comprender al hombre
en su realidad más profunda.
Tomás
gusrn verlo

desde
arriba, desde
lo que le da su configuración
humana) su distintivo

de todo lo demás:
la espiritualidad: "Hic
hamo singularis intelligil' ( 6).
Pero no basta esta dimensión estructural bien como ser finito,
bien como ser compuesto. Hay otra que es humana,
porque ei hom­
bre

no solo
es1 sino que se hace1 está en el tiempo, es viat0f1 tiene
que

desarrollar todas sus posibilidades. Hay
un aspecto dinámico de
lo

humano que le es esencial. Y aquí no tiene su acceso la
razón
especulativai sino
la

razón
práctica. ¿Hacia

dónde va el
dinamismo
del

hombre? Se
mueve hacia

el
fin; como

todo
agente. Pero

lo
sin­
gular

en
el caso del hombre es que e-1 fin es Dios y que a ese fin se
mueve
por sí

mismo, como
causa de

su propio dinamismo. Tomás
ha
prestado mucha atendón a -este proceso que designa como itine­
rario
hacia

Dios:
"de Hzotu rationalis c·reaturae in Deum" (7). Es
el caminar del hombre libre, que es el principio y señor de sus actos,
"ipse est suorum ope-rum principium" (8). El homo viator es un
peregrino del absoluto, atraído por el bien, movido por el amor. El
hombre goza de la libertad y tiene en sí mismo principios sufi~
cientes

para
ser autónomo, Se dirige por sí mismo hacia el fin. Por
ello
Tomás dirá

de él que
es "cctma sui" (9), una cierta providencia
de
sí mismo

(10) por su condición intelectuaL Sólo Dios puede
cooperar con
él, como

principio extrínseco, porque puede
ser, como
como

primer principio, más
íntimo a cada

uno de los hombres que
él
mismo. Y

lo hace de
varias maneras. En el orden natural, como
82 (6)
De
Unitate Intell., par. 62.
(7) S. T .• 1, 2, pro!.
(8) S. T., l-ll, prol.
(9) Cfr.
I Met., 2, 982. b26.
(10) S. T. 1-Il, 91, 2.
Fundaci\363n Speiro

EL HUJvf/11\'lSiHO DE LA LEY SEGUN S,:L~,no TOl\.f/15
en el de la salvación1 por la ley y por la grada: "Principium aute-nz
exteriu,s movens ad honum
est Deus, qui

nos
instruit per legem et
iuvat
per rn1tt,1in (11). La ley le viene al hombre como ayuda,
como principio ordenador
de sus actos hacia
el fin. La ley entra
así a formar parte de
la misma estructura de la vida humana en su
dimensión moral
y dinámíca. l\fo es posíble la vida humana en su
aspecto de conquista del fin, en

su dimensión
moral, sino va dirí"
gida por la ley. La ley

es como el
gran pedagogo
del
hombre. El
hombre

no consigue su plenitud
hrnnana en
un momento:
"Hamo
secundmn suam naturam non statim natus est ultimam perfectione1n
t.tdifJisci·· (12). Tiene que ir hacia su plenitud por sus pasos. Y para
ello requíerc la ayuda de la ley. La ley es complemento del hombre.
He ahi su profundo humanismo.
2. La ley, pedagogo del hombre .
. El
humanismo

del Aquinate es integral
1 unificador, jerárquico.
Tomás

concede la
prím.acía. a

lo
espiritual, y en este
horizonte
des­
raca,
con .Aristóteles, la función de la

razón, .En
puridad el hombre
no
es

un ser intelectual,
es un

ser
racional, y en ello manifiesta su
condición de pe.regrinante: "HomineJ autem ad intelligibilem verita­
tenz-cognoscendam. pervenimit pr,acedendo de uno ad aliud! et ideo
rationales dicuntur)' (13). El logos humano es díscursivo, ordenador,
tanto en el orden
especulativo, cuanto
en
el práctico. Por una suer­
te de grada se le conceden los principios, _pero sólo con una labo­
riosa conquista
del propio esf-uerw llega
al término. En verdad este
proceso excede cualquier intento y nunca se puede dar por termi­
nado, porque
trasciende

todas las
realizaciones singulares
e
históri­
cas, Lo
racional

no comprende todo
lo humano, pero sí lo más dpi­
co del hombre, Y

la
tarea de la razón es mdenadota. O bien descu­
bre el orden ya existente en las cosas por su virtud cognosciüva, o
( 11) s. T., I-!I, 90, ptol.
(12) S, T.1 I, 62, 5 ad L
(13) s. T., l, 79, 8,
83
Fundaci\363n Speiro

ABELAIWO LOBATO
bien origina un nuevo orden. Un texto -célebre de Tomás analiza
esta función ordenadora del hombre en todas sus dimensiones: "0-rdo
quadrupliciter
ad .Yationem comparatu,r "°"" (14). Y uno de los me~
jores
intérpretes

de Santo
Tomás en el

siglo
XX pensaba que toda
la obra de Tomás
tiene

el orden como
ldea central (15). Ahora
bien, todo orden

dice
relación a

un
priucip.io1 y el mismo nombre
de principio

implica el orden
(16).
En

este clima de
racionalidad de

lo
hwnano Tomás pone la ley,
como regla, norma y principio de la razón práctica. La ley viene a
ser el

principio regulador del hombre
en su

dinamismo
hacia el fin.
Tiene
la virtud y la fuerza de un principio desde el cual procede la
ordenación.

El análisis de este principio en Tomás es de
gran _pene­
tración.
Aquí

no
podemos sino

indicar
tres notas distintivas del
mísmo: se trata de
un principio activo1 interiotizado1 perfecto.
a) Principio activo, porque la ley es ordenadora: "Lex ímportat
ordineni ad finem active
1 inquantum scilícet per eam ordinantttr
aliqu,J in finenz''
(17). La ley mueve al bien obrar, inclina a lo rec­
to, dispone
para la
virtud, imprime
una dirección
a los actos hu­
manos. Es por ello
un principio

dinámico de
la vida moral del
hombre,
b) Principio de la razón práctica, Tomás gusta de las ,malo­
gíasi ·porque
nuestro

conocer
si.gue al

ser
y éste se nos da en la re­
lación

de
semejanzas y diferencias. La razón práctica se comporta
de un modo análogo
a la especulativa.

El proceso especulativo es
más accesible porque se puede analizar en la
conciencia .reflexiva.
Lo

cierto
es que el razonar procede del entender. Hay un principio
primero
y de él parte d proceso tanto en el orden ascendente, cuan­
to en el deductivo. Así ocurre en la razón práctica cuyo proceso es
más oscuro) ya que

termina siempre en lo singular
y contingente
operativo. Pero hay un

punto de partida, desde
el cual

arranca todo
(14) In I Ethic. lect., n. 1-2.
(15) Cfr. J. M. Ramírez, De Ordine, Placita quaedam thomistica, Sa­
lamanca, 1963.
(16) Cfr. De Divinú Nomnibus, c. 4, lect 1, núm. 283; In V Met.,
lect l, núm. 751; S, T., I, 42, 3.
(17)
S. T., 1-Il, 91, 1 ad J.
84
Fundaci\363n Speiro

EL HUl el proceso. Y éste es el fin o el bien: "Primum fYrincipitNn in ra­
tione /Jt,zcttcr! est quod fundatur supra rdtionern boni" (18) . .Este
principio no es la razón misma) pero es la fuerza de la razón prác­
tica. Está interiorizado. Por un lado es un producto de la tazón1 por
otro

es su
misma estructura que posibilita el dinamismo. Por ello
es regla a la cual han de coniormarse los actos. Esta interiorización
de la ley compete sólo a la creatura racional, que ha sído decorada
con
esta gran
dignidad de
dirigir su
propio
camino, de disponer
de
lo

que hace
y disponer también de sí mismo. En ello es imagen
de Dios. Por ello tiene una causalidad singular y una gran respon­
sabilidad. Tomás

lo designa con frases gráficas:
"lnter caete,ra autem,
rationalis creatura excellentior-i quodam modo divinae providentitte
subiacet1 inquantum et ipsa fit providentiae particeps, sibi ipsi et
aliis providens" (19). El principio dinámico se le da como inclina~
ción,
como disposición, como irradiadón que
va desde lo
interior y
todo lo ordena al fin.
c) Principio perfectivo, La ley, como principio, es de la perw
Sona humana y es para su bien, para que pueda alcanzar su com­
plemento ya que es un principio por el cual se ordena a la conse­
cución del

fin. La
ley impone al ser humano ei deber ser, el fin ideal
ai cual tiende. Por ella el hombre no sólo alcanza el bien que está
más
allá de

él, sino que consigue ante todo el bien que
lo hace bue­
no: "Lex facit hornines bono/7 (20). Y esto sólo se consigue orde­
nando al hombre desde su propio interior al
bíen común.
No hay
perfección sino
en el

bien, que coincide con el fin. El
fin es
por
ello el primer principio de la razón práctica: "Omnis lex ad bonum
commune ordinattw"
(21)<
Todo ello indica en qué medida de profundidad la ley afecta al
hombre. la vida humana es, en su misma esencia, una vida que
debe estar ordenada
al fin. En

su misma entraña lleva una
dimen~
sión moraL Y

ello lo
es porgue se conforma con las exigencias del
principio fundamental.

La
es, en

verdad, el pedagogo del
hombre.
(18) S. T,, I-II, 94, 2.
(19) S, T., I-II, 91, 2.
(20)
S. T." I·H, 92, 1 ad l.
(21) S. T .. I-II, 90, 2.
85
Fundaci\363n Speiro

A/JELARDO LOB¿JI'O
3. La ley fundamental del hombre.
En su búsqueda del principio Tomás de Aquino ha descubierto
la ley fundamental del hombre, como principio radical de toda la
vida moraL Le
ha dado
un nombre que todos
conocen! pe.ro que
hoy no a

todos suena
bieR La designa como ley n,itutal. En nues­
tros días se han acumulado

los.
prejuicios contra

estos
dos vocablos
y por ello a muchos no les pare-ce adecuado el término. Tomás, fiel
a
una larga tradición y manteniendo el principio de que lo que
importa son las cosas
y no las palabras, las cuales deben tomarse
en

cuanto
sea posible del

uso
común, trata de

la
!ex naturalis como
la
ley peculiar del hombre. De ella aquí no caben sino las afirma~
dones
más
capitales, densas de
sentido en
el
pensamiento de Tomás.
a) Es la ley del hombre en cuanto oreatura1 porque va más allá
del hombre

mismo
y remite a su origen y fundamento último que
es

la ley
eterna en Dios; de

quien todo procede, también el hombre.
El hombre, como hechura de Dios,
tiene un

modo de ser
singular,
un
puesto

en la jerarquía del
ser1 participa del primer principio y
tiene una vocación especial, y por ello se le ha señalado un deber
ser. La ley natural refleja este ideal humano, esta norma trascen~
dente: "Lex n-att1,r-alis nihil aliud est quam participatio legis aeternae
in rationali creattt-ra" (22).
b)
Es ley que afecta a todo el ser del hombre. Tiene una di­
mensión de totalidad, óntica. Nada escapa -a su dominio. Si en el
orden
del
ser todo

está unificado por el alma, forma
del cuerpo) si
en

el orden
del conocer

todo
está medido por el ser de donde b.rota
toda

verdad,
en el orden del obrar nada escapa a la extensión y pro~
fundidad

de la
ordenación última.

No hay zonas exentas de
esa or~
den.ación hacia el fin. El

hombre es una
unidad de lo plural y todo
acto humano
tiene que

estar dirigido
por la

ley moral fundamen­
tal hacia el fin último. Todo desorden, en
c.ualquier campoj es un
mal.
El bien va con el ser y mutuamente se convierten. Las dímen­
siones
del

hombre: corpórea, viviente,
an¡m-al, esp.iritual1 social y
86
Fundaci\363n Speiro

EL HUfl.-L1,¡"\'lS?vW DL Lr1 LEY SEGUN SANTO TOAI/1S
religiosa quedan afectadas por esta ley a la cual nada escapa . .Ella
está en
la raíz del mismo ser del hombre. Sólo desde ella el hombre
alcanza la

bondad,
e) Es ley no escrita, intefior. La manifiestan las inclinaciones
profundas)
las

exigencias que se imponen a
la conciencia humana.
Ia histor.la dd hombre

indica cómo esta ley, que
es una
para
todos, que no puede borrarse de lo interior del hombre, por
tener
un
proceso

singular, ha ído siendo una conquísta
progresiva, Si los
primerns dictámenes -están bien

daros,
se hacen crepuscular-es cuan~
do se trata de

actos
en concreto.

La ley
natu.ral para el

hombre
es
la ley moral. Cada acto que ejea1ta le pone en trance de tener que
optar por

un genuino ejercicio de su libertad. Ya
Antfgona encon~
traba e-n su
conciencia el eco de esta ley no escrita, irrevocable) per~
manente

(23).
d)
Esta ley tiene una irradiación en toda la ,vidct humana! de
tal

modo que ella es el fundamento de las leyes positivas.
Ia ley
natural

es
por ello el fundamento del derecho. En cuanto impone
deberes, da derechos. Hay un derecho natural porque hay una ley
na.mraL Hay derechos

del hombre porque hay ley humana en
la cual
todos
convienen. Tomás de Aquino ha puesto los fundamemos y
su escuela ha desarrollado largamente esta doctrina de los derechos
humanos (24).
La
ley fundamental

del hombre comprende todo
el dinamismo
del hombre
y dice relación al ser del mismo, ya que para Tomás
tal es el obrar cual es el ser.
4. Las proyecciones de la ley fundamental.
Si el humanismo de la ley es para Tomás tan profundo, será
bueno

actuar sus
principios en
nuestros
días para
superar
la crisis
actual
y alcanzar nuevas metas, Entre las muchas aplicaciones irune~
diatas creemos que tres merecen

nuestra atención,
(23) Sófocles, Antígona, I.L
(24) Cfr S.
T., II-Il, 57-123.
87
Fundaci\363n Speiro

ABEL/JRDO LOBATO
a) Humanismo universal. Nuestra sociedad humana vive un
momento
de alcance

planetario. Ha conseguido una
den:a unidad
y ti.ene que continuar por esa vía hacia adelante. Se hace urgente
proclamar

a nivel mundial
fa ley
fundamental
del hombre
con sus
debe.res
y derechos) como justa ordenación del hombre para un bien
común
de todos.
b) H1mtanismo nwral. El genuino progreso del hombre es el
moral,
que

no sólo hace buenas
las cosas del hombre,

sino
que hace
bueno al hombre

como taL La vida
moral lleva consigo

la
libertad,
sin

la cual no hay vida moral,
y la liberación progresiva de t0das
las
esclavitudes) para que el hombre alcance su verdadera dignidad,
Todos

los demás campos de lo humano deben
esrax regulados por
esta
exigencia

radical.
e)
Humanisnw -religioso. La ley rndícal habfa del principio y
del fin del hombre, del genuino fundamento de lo humano. Lleva
el sello de la ley eterna que es la ley de Dios, viene de Dios y a
Dios lleva
como

bien común
y fin último de 1-a vida humana. Tomás
de Aquino ha defendido esta radicalización del hombre
en Dios
como

principio
y fin del hombre. Este reconocimiento es la dimen­
sión
religiosa,
valor absoluto
de todo humanismo pleno. Si el
cris­
tianismo

ha revelado una nueva ordenación a Dios,
y una nueva ley,
no por eilo ha desaparecido esta ley natural, sino que queda asumida
plenamente
y elevada de rango .
. Estas proyecciones pueden ·descender hasta tocar los problemas
más
vivos

que
el hombre

de hoy tiene planteados. Pero cualquiera
de los problemas del hombre
no encuentra solución definitiva sino
desde
el problema del

hombre mismo. Por ello todo
humanismo
que

no
llet,:tt1e a la raíz del

hombre es insuficiente, El valor perenne
del
humanismo de

Tomás
es que ha tocado el fondo} ha ido al ser
mismo

del hombre,
Por eI!o, bien puede ser

nuestro
maestro de hu­
manismo

en
el siglo XX.
88
Fundaci\363n Speiro