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Número 151-152

Serie XVI

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Conceptos campesinos de la sociedad

CONCEPTOS CAMPESINOS DE LA SOCIEDAD
POR
J. GIL MORENO DE MORA,
La simple contemplación de la vida de la naturaleza induce unos
conceptos muy lógicos, pero, por desgracia, olvidados.
- En primer
lugat, el

hombre, como los
animales y las plantas,
no proporciona jamás un
ejemp!at exento

de todo defecto. En él,
como en todo ser vivo, hay posibilidades de progreso
y posibilida­
des de degeneración. La diferencia perceptible de este hombre con
el resto de los seres vivos es un espíritu, alma inmaterial, que pro­
duce actos de diferente clase sobre los actos normalmente animales
o vegetales. También este espíritu es imperfecto en su actuación, pudiendo progresat en Jo que tiene por nombre virtudes o degene­
rar en los vicios, y en cada acto el hombre puede acertar o errar. De
esta imperfección humana derivan los males.
Es cosa que no es real creer en un hombre sin defectos. Los
presupuestos sociales que no acepten la posibilidad de error humano,
tanto individual como colectivo, están desmentidas por la historia
y son irreales. Aceptar este hecho es el único camino válido pata
ver que toda mejora, todo progreso, es obra de trabajo y esfuerzo
como subir; mientras lo fácil, que es bajar, es también regresión o
degeneración, obra de la pereza y la desidia.
- En segundo lugat,
el hombre
es un ser de posibilidades
in­
mensamente mayores que cualquier otro ser vivo de la tierra, pero
no por eso deja de ser limitado. Y el conocimiento de sus límites es
una causa de acierto, tal como -su desconocimiento es una causa de
error.
-En tercer lugar, el homhre no se crea a sí mismo y, por ello,
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viene marcado y sujeto a unas leyes dictadas por otro Ser Creador,
que definen lo que es
la naturaleza humana y que están inscritas en
ella. Conforman sus límites
y sus posibilidades.
El
estudio de
estas leyes, inscritas en la naturaleza humana, es el
que permite conocer qué es la sociedad humana. Como el estudio
de
las leyes de la naturaleza de las abejas permite conocer qué es
la colmena.
El hombre siendo
también un

animal obedece a leyes comuoes
a rodos los animales sociales. Nace ya en ,sociedad tras una necesaria
relación social entre sus
progerútores para concebirlo y una larga e
íntima relación física con su madre. En condiciones normales el
hombre nace en una familia, de la que necesita durante largo tiem­
po atención para desarrollar sus capacidades a partir de su invalidez
e indefensión inicial. Este primer proceso que es
la infancia, es más
largo

que en la mayoría de los animales, precisamente porque es
mayor
la cantidad de posibilidades; por eso, incluso, puede afirmarse
que
la infunda necesaria para formar a un pastor de ovejas es más
corta que la necesaria para formar a un filósofo o un ingeniero.
El hombre es, pues, eminentemente social.
Las leyes-causa de toda sociedad animal son tres:
-Ley de coalici6n que es cuantitativa, suma número para ob­
tener mayor fuerza ante enemigos u obstárulos que cada individuo
no puede afrontar por sí solo.
-Ley

de
comp/.ementarietkd, cualitativa, que al multiplicarse
las tareas que puede desarrollat el ser humano, distribuye fuociones
entre la población
para que, con interoambio de servicios, todos dis­
fruten de los múltiples oficios. Tampoco el individuo puede, por

solo, ejercer tantas tareas.
--'-Ley de solidaridad, segón el refrán "Dios los cría y ellos se
juotan", por

la comunidad en los fines de los individuos de la
es­
pecie, eotre los que sobresale la necesidad de trato social con el sexo
opuesto para perpetuar la especie y para cuidar los cachorros duran­
te la invalidez inicial.
A estas tres leyes animales que
le impulsan a reunirse con los
deroás hombres,

todo hombre. añade otra de tipo espiritual, de
la
que nacen la amistad, el amor y toda una serie de aspectos espiri-
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CONCEPTOS CAMPESINOS DE LA SOCIEDAD
tuales que trunbién Je impulsan a ser social. Por este facror la so­
ciedad tiene unas profundas motivaciones cordiales en
las que todas
las cosas adquieren una superior dimensión, dejan de ser simples
reflejos
condicionados,
automáticos o
mecánicos, y asumen valores
que trascienden a

la misma vida del hombre.
Lo dicho es importante pata percibir y comprender que la casa
del hombre del campo es un verdadero testimonio y monumenro
al
concepro

de sociedad. Porque todos los pueblos cuando, abandonando
los nomadismos iniciales primitivos, cuyo símbolo es la tienda de
materiales ligeros

y transportables, se
fijan en
un terrirorio dando
lugar a la casa construida con los materiales
más duraderos que se
pueden
:ballar y del templo hacen la "casa" de Dios en el lugar
más alro del pueblo.
En el subconsciente de
todo campesino
la
casa es
aquello que ha
echado su ·raíz en

la tierra, es la tierra donde está
y en la que se
entierran los

muerros, también es la estirpe con su hisroria pasada
y
la patentela con la que hay lazo de sangre (algo así ocurre también
en algunas
empresas mercantiles,
en las que es frecuente aún que
ésta se

denomine
"Casa N ... "), es· más que timbre de orgullo, es
certeza de
origro, ejecutoria;

es
trunbién el
microcosmos primero que
se conoció
y por él un primer concepro de patria; es una micro­
sociedad donde el
conrepro de familia abarca a

amos y servidores,
empleados
y proveedores, y a tanta gente que como el médico y el
amigo se consideran "de la casa"; microsociedad donde ya múlti­
ples interacciones, según los principios de solidaridad, complemen­
tariedad y

solidaridad, dominados por los
lazos de la amistad y las
motivaciones del
runor educan,

desde el primer
dfa, en
las interaccio­
nes sociales del niño. En
donde se

aprende a vivir
y a convivir, sien­
do acaso la

segunda ciencia la
más difícN, en una mezcla no sólo
de clases
y categorías jerárquicas sino de edades, que es la única
capaz de superar los

conflicros geoeracionales con naturalidad.
La
casa es mansión y riro. Mnnsión o lugar donde no sólo se vive sino
donde el hombre hace suyas, entregándose a ellas,
las cosas en las
que pone significados y una cantidad de amor, porque así las cosas
se

hacen prolongación de su propio
cuerpo como

la herramienta en
manos del segador. Y rito porque la permanencia continuada, con
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el ritmo continuo de las horas, de los días, en sus actos repetidos,
en los ritmos naturales de las estaciones y de los años, muy sentidos
en el campo, en los ritmos de las edades de la vida y sus grandes
momentos de nacimientos, pubertad, casamientos y muertes, hacen
del tiempo una cosa doméstica y sagrada propia de hombres .. Rito
que
también es un poseer
d tiempo por el mismo camino de en­
tregarse a

él.
También para el campesino la
casa es

la empresa de los siglos,
en la que, además de la percepción
real de la perpetuación de la
especie, se perpetóa la empresa sobre la tierra. Porque en el campo
ia casa se piensa para que atraviese los siglos como los viejos arma­
rios de roble que los anticuarios recientemente han saqueado en las
viejas casas,
y que ya se construían para durar como se suele construir
rodo en el campo.
Asimismo, la. casa. es teino donde, desde el primer día, el hom­
bre conoce las dos monarquías del padre en el mando exterior, de
la madre en el mando interior del hogar, por Jo cual cuando el
hombre
buscará mujer, no

buscará
tan sólo una compañera, sino la
que pueda set
una buena

madre en la casa. Bajo
esas dos
monar­
quías sagradas el

hombre aprenderá a ser, a su vez, monarca
con la
carga de deberes --derechos que entraña y la fuerza de capacidades,--,
libertades
que

le van siendo concedidas a medida que crece
y madura.
La casa es también escuela de miles de
aprendizajes que
en nin­
gún ottO ámbito y Jugar se pueden hacet tan naturalmente y sin
traumas como en ella. Lecciones de cosas, lecciones de vida, leccio­
nes de fe, esperanza y caridad se dan y reciben cotidianamente, lec­
ciones de la pequeña historia
y la pequeña geografía del terruño;
el

lugar donde el
tío Juan

mató un jabalí, el árbol bajo el cual se
daba antes la sal a
las vacas,

. . . lecciones recibidas en la propia
piel por voz de testigos indudables a
'los que el amor impide mentir
como
el amor hace creer. Escuela principal sin la cual todas las demás
escuelas llenarán la mente de conocimientos sin llenar -el corazón.
Y en la casa se vive bajo las monarquías del padre y la madre,
las aristocracias de los mayores" o más capaces, las repúblicas de los
iguales y, como no, también sus perversiones, las tiranías de monar­
cas mal entendidOS y egoístas, las plutocracias que siguen ese mismo
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CONCEPTOS CAMPESINOS DE LA SOCIEDAD
egoísmo y las democracias que ocultan afanes anárquicos bajo las
otras perversiones. Se aprende entonces que la cosa más excelente
puede ser pervertida y origen de males, como la cuna que fue em­
pleada para
aplastar la
cabeza de un niño.
Se aprende entonces que
las estructuras ni son buenas ni son malas en sí mismas, sino que
pueden ser perjudiciales o benéficas según el uso que de ellas se
haga.

Se aprende, pues, a saber que la sociedad es según sean sus
componentes y, normalmente, ni totalmente mala ni totalmente bue­
na. Se aprende así el realismo.
Por otra parte, se aprende que cada hombre y cada cosa tie.ne,
simultáneamente, una calificación o zona pública y otra privada; que
hay una intimidad invioloble de cada persona, pero a la vez que en
ella hay algo que es de rodos, y este hecho se repite en
cada grupo
social.

El niño aprende que la despensa y el ajuar de la casa son pú­
blicos para los miembros de la familia y quienes con ellos habitan,
pero son privados para los que
nó son

de la
casa, del mismo modo
que luego encontmrá en una cooperativa, un club, un municipio, etc.,
el mismo fenómeno de ser público para unos y privado para orros
según ley bien natural de las comunidades. Y la idea
de las comuni­
dades nace

así como la de unos círculos
dentro de

los cuales existe
lo público que es privado para el exterior.
Pero, a la vez,
el campesino sabe que pertenece a diversos grupos
simultáneamente, como hijo de una casa, como vecino de un· pue­
blo, por oficio, por aficiones que le empujarán a formar parte de un
coro o de un grupo teatral, mediante lo cual
cada persona manifiesta
y cuaja socialmente
las diversas facetas que forman la personalidad
individual dentro de personalidades colectivas diversas. A la vez, en
el campo, las casas están relacionadas entre sí por
lazos de sangre, amistad, negocio, vecindad y, sobre rodo, por los
miembros comunes entre dos comunidades. Así, los pueblos
son ver­
daderas familias de familias en las qu:e, sobre rodo, la sangre y la amistad
traban entre sí las unidades sociales de las casas. No son sim­
ples
amontonamientos de arena o cantidades de agua que adoptan
la forma de la vasija, no son canicas
desligadas entre sí y que sólo
el -envoltorio de la bolsa .mantiene reunidas; son elementos ya fuer­
temente trabados dentro de cada casa y que forman elementos de
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muy distintos órdenes siempre ligados íntimamente al modo en que los órganos del
cuerpo están
íntimamente reunidos entre sí. No son
miembros
postizos cambiables

al aotojo; son
lo que son porque así
son.
Y la sociedad no es una organización cerebralmente constituida
a priori desde el gobierno, sino un grao cuerpo de múltiples órga­
nos que
se fueron desarrollando a partir de un embrión, natural­
mente, con 1a colaboración de 1a razón práctica de sus miembros in­
tegrantes, y, por eso, la sociedad ni es masa, ni es ortopédica, sino
fuodamental y naturalmente orgánica, cosa que en el campo está
a flor de piel.
Y del
mismo modo
que se aprende
cómo un animal no puede
recibir el

baste ni
set llevado a labrar hasta que no haya cretido y
luego aprendido a
hacerlo, también
el niño campesino conoce que las
limitaciones se

le vao
suprimiendo a medida que
él adquiere forta­
leza y capacidad
para ejercer lo que le estaba prohibido: manejo de
herramientas,
detisiones, ~esponsabilidades le

vao siendo confiadas
a medida que sus
capatidades se desarrollao.

Las
libertades no
son
una idea abstracta sino que se vuelven muy concretas en lo social,
y cada libertad nueva adquirida ensancha los límites de la libertad
pero nunca los snprime, de modo que aun adulto el campesino re­
conoce naturalmente la necesidad de someterse a cierros límites so­
ciales de
libertad. La libertad salvaje, indelimitada, no tiene aquí
sentido alguno, pues todas
las libertades muy bien conocidas son con­
cretas y

por sí mismo lo concreto es limitado a la
vez que ordenado.
Otro aspecto de

la libertad le viene de lejos con los recuerdos va­
gos de antiguas
servidumbres hoy aparentemente extinguidas. Es el
aspecto político

en el cual
libertad es capacidad de pactar o contta­
tar. El siervo no tenía esta libertad y en ello estaba su servidumbre;
sin

embargo, un hombre libre
podía servir
a otro sin
perder su
Ji.
bettad mientras él tuviese la
capatidad de pactar su servitio. Los
antiguos señores han sido substituidos modernamente por un único
pero total señO\l' que se materializa en la Administración del Estado,
contra
la cual
ni cabe recurso ni cabe
pacto. Esto
sólo ha
sic!o to­
talmente
realiz.ado en

los países en los que el Estado de Hegel es
una oealidad total,
pero aun en ,odos los demás, incluida España, la
tentación de ampliación del poder que tiene lleva a la administración
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a implantar este carácter indiscutible de su mando sin posibilidad
de pacto en muchos puntos de su actuación. Este concepto de libertad
política como capacidad de
pacw es de origen típicamente rural,
desde

la Edad Media ya en Cataluña,
Feudo significó verdadeJ:amen­
te Pacto (Foedus, Foederis).
Y por encima de
estas libertades,

en el
terreno interno y perso­
nal que es inviolable, el campesino conoce qne tiene una libertad
interior fuertemente
relacionada con
su capacidad de
atnat y de
odiar.
En ella cada hombre puede optar por el bien o por el mal,
puede orar o blasfemar como
-según dice bien Martín Descalzo­
sólo

blasfema un labrador, por estar
tan cerca de la acción del Crea­
dor en la naturaleza.
En estos conceptos, pocas veces formulados pero que todos dan
por sentados,

los derechos son siempre también deberes.
Deredio de
regar

es deber de
regar, y
sin lo segundo lo primero carece de sen­
tido. Igualmente los derechos del
hereu catalán eran una colección
de

deberes. Derecho-deber resulta una misma cosa muy relacionada
con los anteriores conceptos de libertad de modo que en la vida
normal los campesinos hablan
poco de ellos, pero usan de reglas muy
rígidas respecto a ellos. No quiere decir esto que
la influencia de la
televisión y el cine no les hagan también hablar de libertad y escla­
vitud en formas parecidas a las de los hombres de la ciudad en cier­
tos momentos y, sobre todo, en aquellos lugares donde ciertas cir­
cunstancias producen trabajos
temporeros y

mayores diferencias so­
ciales, pero esto es menos frecuente en
las zonas donde hay más ex­
plotaciones de
tipo familiar o autónomas, es decir, donde la tierra
está
más repartida, aunque los celos entre las clases sociales sean
también fenómenos naturales.
Y, en general,
las comunidades de campesinos suelen ser de gen­
tes que
se conocen bien, incluso a través de generaciones. Esto pro~
porciona

una dosis de
seguridad en la vida mayor que la del hombre
de la gran ciudad que vive entre desconocidos.
Las comunidades cam­
pesinas son, por ello, coherentes.
Los conceptos de riquezas y pobre,as, al ser en el campo con­
cretos, con beneficios
cifrados en kilos de productos,

se identifican
con los bienes concretos emanados
de la naturaleza. Hay años buenos
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J. GIL MORENO DE MORA
y malos independientemente de la voluntad y el trabajo humanos.
Todo
el conoopto económico es por ello diferente de la gran ciudad,
donde sólo el
trabajo y
el dinero
engendran dinero. Los conceptos,
por ejemplo, de una economía de consumo son contrarios a los con­
ceptos del campo, en donde economía significa todavía algo relacio­
nado con el ahorro. Por ello, los valores al ser concretos, se ordenan
respetando jerarquías en las que una primera valoración es intrln­
seca al producto y a su calidad. Aquí las plusvalías de la moda y de
las publicidades son menos importantes, prevaleciendo todavía un
concepto principal

de necesidad. Además, todo el
sector primario
tiene una cierta capacidad de autonomías
fundamentales para
la su­
pervivencia, en el huerto familiar, en -el cotral de cada casa, en las
mil pequeñas reparaciones y construcciones que ha.ce el campesino
por sí mismo, lo cual hace "durar". De aquí unas relaciones sociales
en los problenaas laborales y de relación entre patronos y obreros
son también diferentes que las de los
suburbios industriales
ciuda­
danos.
Y, por fin, aunque aquí no se pretende en absoluto haber explo­
rado
el tema en todas sus dimensiones, hay sendos conceptos sociales
de patria
y de nación que en el campo nacen en la casa y la familia.
La
-patria empieza
en la propia
casa y
por extensión al lugar, a la
comarca, a la provincia, a la región, llegará al nivel de España, que
sin los escalones
anreriotes queda desprovisto de

sentido; igualmente
la familia, !os vecinos
y amigos, la comunidad local, la comarcal, la
provincial, la regional, son pasos
forzados para sentir la comunidad
nacional. Por eso, expresiones
abstractas como
"ser ciudadano del
mundo" nada significan y, en cambio, para un campesino el ser es­
pañol se identifica con ser de tal casa
y Jugar con tal familia.
Se ha reprochado como una· tara, que el campo conozca regíme­
nes
patriarcales achacando a ellos inmovilismos y autoritarismos que
no son su esencia. La civilización ciudadana en la que ni los
viejos
son

viejos ni los jóvenes son jóvenes, no puede comprender una
ci­
vilización donde hasta las edades están ordenadas y proyectadas hacia
funciones
diferentes y conctetas. Esto es uno de los factores impor­
tantes de oposición entre estas dos civilizaciones que, a medida que
pasa el tiempo, se van haciendo cada vez más antitéticas. Que el
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CONCEPTOS CAMPESINOS DE LA SOCIEDAD
dominio ejercido por la gran ciudad sobre el poder que en ellas re­
side, pretenda eliminar definitivamente la civilización campesina se
puede comprender desde esta contemplación, porque la civilización
campesina que cubrió
nuestras tierras
de
arte y cultura durante mu­
chos siglos, es un candente reproche hacia la civilización ciudadana
mnderna que
las cubre de técnicas utilitarias y deshumanizadas.
Por
todo esto, es
deber de
los campesinos defender esta civilización
y estos conceptos propios de
,la sociedad, que sabemos necesarios para
evitar un

suicidio nacional no sólo en lo
materia!l sino
en los más
aitos valores humanos; es una defensa de una patria frente a un
potvenit mundial oscuro
y lleno de interrogantes.
Estas páginas de doctrina del campo han sido escritas con la in­
tención de que personas de mayores capacidades
y preparación se in­
clinen sobre este
candente problema. Se necesita la colaboración de
juristas campesinos, médicos campesinos, municipalistas campesinos,
empresarios, obreros, profesionales ... , todos los componentes de
una
polis que se ha de salvar. Los esperarnos.
DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA
DEL CAMPO
por GIL MORENO DE MORA.
l. LOS TOPICOS DEL CAMPO: UNA VISION DE-
FORMANTE
11. SER SAGAZ CON EL .PORVENIR
III. ¿REFORMA O RESTAURAOON AGRARIA?
IV. LA REPRESENTATMDAD
V. COOPERAOON E INTEGRAOON
VI. DESCENTRALIZAOON Y CENTRO
VII. EL CAMPO ENTERO
VIII. PROBLEMAS REPERCUTIVOS
IX. AGRICULTURAS DIFERENTES
X. UNA DOCTRINA DEL CAMPO (PARA EL CAM­
PO Y PARA TODA
ESPAAA)
72 págs. 100 pta&
Fundaci\363n Speiro