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Número 169-170

Serie XVII

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Teoría-praxis: un tema humano y cristiano

'11EORIA-PRAXIS: UN TEMA HUMANO Y CRISTIANO(*)
POR
EL CABDBNAL CAR.Los WOJTYLA
l. Introducción
Al tomar la palabra en la inauguración de este Congreso dedi­
cado al tema «teoria-praxis», quiero agradecer, en primer lugar, · a
los
organizadores
tanto la iniciativa misma como la invitación, por la
que me
siento muy honrado.

El
mismo programa del Congreso revela
qué

rica
y compleja es esta temática; qué antigua, a la vez que siem-
(*) Publicamos el texto íntegro de la ponencia que tuvo el cardenal
Carlos
Wojtyla, entonces arzobispo de Cra.covia, en
el
Congreso Internacional
de
GéÓ.ova-Barcelona {8-15 de septiembre de

1976) sobre
«Teorfa-Praxis».
Con motivo de la elevación del ilustre conferenciante al Solio Pontificio,
don Jt,ta~ Vallet de Goytisolo, que había asistido a aquel Congreso y conser­
vaba óptimo recuerdo de la intervención del cardenal polaco, tuvo la buena
idea de publicar aquella conferencia en la revista. Verbo. · Me encomendó so­
licitar el texto de los organizadores del Congreso y hacer la· traducción; cosa
que hice con sumo gusto-,· contando con -la benevolencia del Rvdmo. ·P. Aniceto
Fernández y del_profesor -Benito D'Amore, O. P. Nos han facilitado inme­
diatamente
el texto, que saldrá -simultáneamente publicado en italiano en las
actas del
Congreso, Tengo también el recorte de un amplio artírulo del padre
D'Amore sobre
«I miei incontti con Karol Wojtyla» (Gazzelta del Populo,
-18-10-1978),.a raíz d€'1 Cónclave que 10 eligió Papa. Recojo de él estas pin-­
celadas
sobre la personalidad·-del nuevo Romallo-PontífiCe, qúe reflejan per­
fectamente" la' .impre5ión qué ·guardamos Otros mUchós
del

encuentro
personal
coll él: «Uña fe ·profunilanienfe semida y 11i1lida,-Una vim:ulación consciCnle
y d(!f)(Jta a la Iglesia,' un sentido tomistico poco común, aunque critico, de -la
teología
y Je la filosofía,- un espíritu muy sensible ·a. la tradición doctrinal y
espiritual del tristianismo,· Ílna · inteligencia aguda, amplia, abierta a los pro­
blemaJ vairios de la vida y de la ciencia,' ,m equilibrio superior de juido,­
una veracidr:vJ como
inilatá en su palabra y comp(Jftamienlo,' una caridad pro-
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Fundaci\363n Speiro

EL CARDENAL CARLOS WO/TYLA
pre, de nuevo, actual. Nos corresponderá ciertamente a nosotros, a
lo largo dd Congreso, presentar no sólo una visión histórica del des­
arrollo

del
problema «teoría-praxis», sino también ,,, actgtJJización
dinámica. La actualización nace de la necesidad de examinar el pro­
blema antigtíó, perenne; en cierto. modO, e,i. Jot contextos .siempre
nuevos. En este caso se trata del contexto que indica la época con­
temporánea como

un determinado, a la vez que
detenninante, com­
plejo

de
hechos de la existencia humana y;' sncesivamente, como un
complejo de condicionamientos
y resoluciones intelectna.les en la es­
fera del

pensamiento humano.
El tema
«teoría-praxis» se

sitúa en el centro
mismo de la reflexión
filosófica, cuyas vías contemporáneas
son múltiples y no extrañas ne­
cesariamente a fa antigua. Ello no obstante, la multiplicidad de estas
vías
y su diversidad erigen, en cierto modo, la reititerpretación ;,:m1:
tiforme del tema, la presentáción ' del niismo en el contexto de las
varias
coocépdqnes filosófiéas, y fa búsqueda de una .nueva puesta
en ·ari:úiación ·de los problemas robre la base de nuevos principios.
Imludablemente, fue distinta la. solución que al téma «teoría­
praxis>> habla dado la filqsofla tradicional, po,c ejemplo, las. dos gran,
des corrientes que parten . de Platón · Y• de Aristóteles, De fa filosofía
posocart..:iana debemos esperar otra salida al problema «teorla-praxis».
Es conocida la contribución que ruportó Kant. a este tema, y seguida­
mente la fi!ooo{ía que, en derto sentido, tuvo po,c fin combatir la
posidón adoptada por K,u,t, Piénsese, ante . todo, en la fenomeno­
logía
según fa concepdón de M. &helet, po,c ejemplo, de la cual me
ocupé hace algún. tiempo de rnodo particular, lo cual. tendrá, quizá,
alguna .resonancia en la presente prelección (1).
fumJa Pttra. coit todos/ ·una nobleza de sentimiento· y de gesto,' una gran hu­
mildad y sentido de· l'a relatividad; propio del hombre in11e1tigador de la verdad
y consciente de la diversidad de .val.ores,' una -f/Ísión optimist.a de la humani­
dad,· -una sonrisa contenida y córdial,· una ·mirada Jiretta. y confiada en los
ojoJ. Estas son_ las cualidades IJlle presenta· el nuevo Romano Pontífice».
Wctorino Rodríguez, O. P.
(1) · K. Wójtyla: Sistema ético ·de Max .Scheler como medio Je cotistruir
la" ·moral .cristiana, Polonia Sacra, ,1953, págs. 143-161; Jdom: Problema illl
la v0-1,inJad en el

análisis
del acto. móral, Roaniki Fifozofiane, -1955-1957,
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TEORJA-PRAXIS: UN TEMA HUMANO Y CRJSTIANO
El. marxismo, como corriente filooófica, dio una solución del todo
particular
sobre la «praxis», poniéndola en la base de su sistema
y de su concepción ma.teriallstica del hombre. El hombre ha llegado
a ser hombre a través de la «praxis» --a través del trabajo-( el mdr·
xismo supone la «praxis», la actividad humana, no sólo en la base
del COMCimiento, de

la
teoría, sino también en la base de la misma
antrapogénesis.
Consiguientemente, ve también en esta «praxis» el
elemento fundamental
de la transformación del mundo por vía de
la revolución práctica (2).
Toda ello pone de manifiesto la gran riqueza del problema «tec>'
ría-praxis»,
su especial actualidad y también la multiplicidad de sig­
nificadas que,

al correr
del tiempo, se han encerrado y estratificado
en él. No es de mi incumbencia en Ja presente prelecx:ión anticipar
todo
lo que se irá diciendo
sucesivamente, analizando los diversos
q. 1, págs. lll-13S¡ ·Jdem: Principio evangéfico de imitación_. Doctrin_a de_ la
Revela.ción_-y .1istem4 filosófico de Max Scheler, Ateneum KapJans,k_ie, .19H,
pags. SS-57; Idem: Base metr,tfísica y fenomenu!ogla de la TJOf1Pd moral según Ja
concepción· de· Saiito T oinás Je Aq;,ino y de-.Max Scheler, Iloczniki 'Teologiczno­
Kanoniczne, 19S9,·q, 1-2, págs, 99-124; Idem: JuliÍo Mítico· de las f!osibili~
dttdes de ÚJn¡truir la moral .cristiana sobtt! -/os principios. del sistema. _de· Max
Srheler, Lublin, 1959.
(2) Cfr. T. M. Jaroszewski: Categorla- mairxiJJa de la «praxis»-y anlr_o­
Pologí-a filo!Ofi&a.
El hoinbre y ia con.r:ep,i6n· del mu,¡do, 1968, núms •. -2/37,
págs.
11-16;

Idem:
Categoria marxista de la «pra-xis_» y 111 papel en la __ f;lo-
10fia del mfllerialiJmo dittléctico, 1969, núm. 2, págs. 3-20; Idem: PersQnali­
dt:td y comtÍnidml. Proble1tl4S de la personalidad en ,arJfropologla fi/osófie-ti con­
temporánea --marxismo, eslr1«t11ra/ismo,. exiJtencialiimo, persona/j,;11JQ
cris­
lian<>-, W~wa, 1970, particularmente págs. 63-66: Filos<>fla diaf_écJka de
la «praxis» y probleme, de la personalid,zJ dinámie-a,· Idem: Consideraciones
sobre la P,áe-lka y sobre la inlerpretae-ión de la filosofía de Car/0.1 Marx, Var­
sovia, 1974. [Estos trabajos, como-los de la.nota ~terio.r,-están publicados
en

polaco.}
Las publicaciones siguientes están editildas· en polaco: R. Garaudy: Pers­
peclivtn
del hombre, París, 1959; L.-Seve: -Marxi.Itno. y. teoria de la -persona­
lidad, París~ 1972;: T; Sli-pko,-$. J.: Concepr:ión del hombre _a 1a luz-Je .la
anlropologla marxista conlemporánea
en Polonia, Zeszyty, 1967; Idem:_Marxis­
mo y persona humana. ·compendio de 11n.a interpretación, en «Para conocer
a
Dios
Y al hombre», II, P:; I Loretane, págs. 177-204.
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EL CARDENAL CARLOS WO/TYLA
aspectos, por tantos ilustres pensadores, fil.6rofos y cientlficos. Qui­
siera, sin embargo, al tomar la palabra al principio de esta larga y
rica-:serie de análisis y de síntesis globales, considerar el problema
«1,ori,..p,axis» en s11 modalidad más biim de Jem<1 a la vez b11mano
y cris/i,in(J.
¿Qué intento decir al usar tal formufación? La problemática «teo­
ría-praxis» se

refiere, en principio, al hombre.
Es humana en sen­
tido
objetivo y en sentido subjeti.-o. Procuraré, en primer lugar, es­
cfarecer de un modo un tanto amplio cómo entiendo su espe;:ificidad
humana
y su dimensión humana, de la que se ocupa, sobre todo, la
filosofía. Pienso que la problemática «teoría-praxis», incluso como
cuestión
gnoseológim, pertenece máximamente a la antropo!ogla y a
la
ética, a la cual, según mi parecer, le correspoode establecer_ aquí
la posición clave,
¿En qué sentido el tema «teoría-praxis» es un tema cristiano?
Sosteng~ que es cristiano, ante todo, como consecuencia de la inte­
gridad de su dimensión humana, de la cual se ocupa; siempre de
nuevo y bajo diversos aspectos, la filosofía. _Es cristiano, al mismo
tiempo,
gracias a

la dimensión del
hornbré y del 1Uundo, qne la fe
--'Y bajo

su dirección
la teofogía-'--descubre a-la luz del Verbo Di­
vino. No cabe duda que el Verbo Divino, centrado ae modo particu­
lar

en
el hombre, constituye, igualmente, 1111 _sentido p,ofuÍzt:lo de la
relación
recíproca entre

la
«teoría y la praxis».
-
El progra!UO del Congreso.prevé, ent;re otros, el tema de la con­
cepci6n teológica

de la
«teoría-praxis», y por eso, al tener la .primera
lección, quiero
tratarlo

como un tema
h~o al
mismo tiempo que
cristiano.
II. "'Teoría-praxis": sistema -biláteral
La concepción clásica, heredada de Aristóteles, consolidada en la
doctrina de Santo Tomás (3) y en la escuela tomista, parece ofrecer
las bases a la dependencia de lo práctico respecto de lo teórico: Parece
(3-) _CTr. Suma Teo/Pgica, .I-119 q. 9. a. 1: ,_Utrum voluntas movealur .ab
inJel_Jectu;
q.-3, a.· 5: Utrtt.m ·bet/dituác sil operalio inlelletlfll .specuÚ#vi an
practici,·
q. 58, a. 4: Utrum moralis virtus possit esse ·sine inlelJectuali.
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TBORJA-PRAXIS: UN TEMA HUMANO Y CRISTIANO
ofrecer, además, las base; al reronocimiento de la prioridad de la
teoría. Tal

posición
encuentra, en parte, su motivación en el adagio
operdri 1eqmt11r etrJe. Si «sequitur», primero debemos constatar que
eJ,
y, además, qué coJtJ, es decir, qué eJ eA ,r¡ue obrti, para poder dis­
cutir fundadamente sobre el tema de su «operari», tanto más si de­
bemos tratar este tema en el

sentido
normativo como

se
hace en
la
Etica.
Así, el adagio opert1ri 1eqmtur e11e viene interpretado en el
sentido de que
praxi, .requil11r 1heori<1m. Estoy convencido de que
este procedimiento
es válido, especia.lmente en

el ámbito de la Etica,
porque
es imposible formula< normas justas, esto es, prácticamente
verdaderas (
al mismo ti
motivadas teóricamente),
es decir,
principios del
obrar humano ( of>et' a
la pregunta de qué es el hombre.
Así, el camino «praxiJ 1eqllÍt11r theori<1m», el camino de lti · teo­
ría a la práctica, es oWigado n<> sólo en la Etica, sino también en
todas
las demás ciencias sobre el obrar ( en la Medicina, en la Téc­
nica, en el Arte, etc.), Pero nace el interrogante de si este camino
no

tiene
más que un sentido: de la «teoría a la práctica»; si no cabe
-también el ,entido opueJto·, esto es, de la <(praxiJ " la teoría,~, o, al
menos, del «operari» al «esse», si aceptamos una cierta identificación
de estos dos conceptos.
Se trata de esto: si el conocimiento de aquel
que obra no se logra esencialmente a través de la experiencia y la
comprensión de «que>> este sujeto agente obra y «de qué modo» obra.
El
adagio operdri Jequitur eJJe indica la dependencia esencial, en
sentido
dinámico, de

la acción respecto
de la existencia del sujeto
agente: en esto
consiste su

significado objetivo. El
mismo adagio. pa­
rece indicar al mismo tiempo el orden deJ proceso cognoscitivo, en
el
cual la acción nos permite comprender no sólo la existencia, sino
también
la
naturale2a del agente, es decir, de , aquel que obra. En
este
sentido la
«praxis>> se encuentra cuasi contemporáneamente en el
comienzo de la teoría, en su misma base en cierto modo: ,
Tal posición. parece estar partitultJrmente próxima a la filasoffa
m1Jderna, en la cual predomina .más la orientación . epistemológica que
la
metafisica. Pero esto no significa que no podamos encontrar las
bases
de esta orientación en la filosofía de Santo Tomás, la cual tiene,
como es sabido, un perfil decisivamente metafísico; ocnpándose, ante
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EL -CARDENAL CARLOS WO/TYLA
todo, del ser; del conocer se ocupe. sólo a base del ser. Si según Santo
Tomás
la esencia. misma de la. «praxis» humana constituye el «actum
humanum» (
ác1/,:, ), es necesario recordar que este «actus» significa
igua.lmente una. perfección y complemento ( 4) dependiente de la
facultad definida, y, por tanto, de la potencialidad (¡mtenlit1), esto
es, de la voluntad. Pot comiguiente, por medio de la «praxis» el
hombre; r~do los actos humanos ( " a sí mismo, actualizando su potencialidad, Pasando de la concepci6n
metafüica
a fa episremo16gica., se pqede oorutatar, y se constata· de
hecho, qüe con una experiencia. más profunda y, ccinsiguimtemente,
con un conorimiemo más profundo, podemos; llegar a saber q11é es el
hombre
meditJttte el ,md/isis pr de Id. «praxis». Es cosa de esforzarsé en un análisis perspicaz, pro­
fundo y universal.
ID. La "praxis" como ipunto inicial de la teoría del hombre
La posición aquí tomada, unida a la concepción epistemológica
de la filosofía moderna, pa.rticuJarmen.te de la fenomeÍiología, co­
necta, al mismo tiempo, con las posiciones claves de la ántropologia.
de Santo Tomás: 4 éoherencia entre el «operari» humano y. el «esse»
humano VÍ<,fie
a Set de modo peculiar base de la cohesifu entre la
«praxis» y la «teorla». El hombre sóJo pnede obrar_ en la medida
de su ser y del modo de su ser. La teor!a. del hombre en tanto es ver'
dadeta "'1 cuanto respeta· Ja. profun-dida.d de su < decir que, hasta cierto punto, la. «praxis» es una. dimensión verifi­
cadora de
la teor!a.
Pero
no

es licito entender
esta concepción . de

modo demasiado
(4) _Cfr. Su""' Teológica, 1-II, q .. l., a. 3: UJr11m .~tm_ humdni. recipianl
spedem e,; finé; q. 8, a, 2: Utr11m "t!oll{ntas iit tt#!ium finis, aJI etiam eorum
i¡llde sum ttd fi,,em¡-q.·9. a. 1: iftr11in 116/untas mófleatur a11·inlellert11. Cfr. K.
Wojtyla: A-tltodeterminación 1 rBalizdCió#¡ Ídem: The perso1Jal structure of
selfdeterminalion~ en «Tommáso"-d'Aqu:ino nel suo Vil Centenario». Congresso
lnterna>iónale, Roma-Napoli,
17-24 aprile; 1974, págs. 379-390.
i196
,
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TEORJA-PRAXIS: UN TEMA HUMANO Y CRJSTIANO
simple. Es obvio que a la «¡,raxin> humtina pertenece 110 sólo su
«efectaaliddd>>
( esto es, el hecho de que el hombre obra, que hace
una
u

otra
cosa), sino también su «deben> (el hecho de que el hom­
bre
de
la
«efectualidad» de

la
«praxis» humana, con la que nos encon­
tramos en la concepción positivista (por ejemplo, en la llamada so­
ciología o psicología de la moral) no basta para
elaborar una teoría
adecuada
del

hombre. No
acertaremos a
construirla si nos basarnos
únicamente en los
elementos de

la sola
«efectualidad» de
su obrar,
de su «praxis», y omitimos el «deber» que explica más profunda­
mente la
reali
hombre como sujeto agente (5). La
base, por
tanto, de la justa teoría del hombre debe cifrarse en el conjunto del
dinamismo de aquella tensión que existe entre la
efectualidad misma
y el deber auténticamente personal en su obrar. El deber es propio
del hambre, es personal, una dimensió11 de la efectualidad de toda
«praxis» humana. Al

formular la teoría del
hombre, debemos
tener
siempre delante de
los ojos

esta dimensión.
Para poder suministrar los elementos que correspouden a una
teoría adecuada

del hombre lo mismo que a cualquier teoría de la
realidad auténticamente humanista (y personalista),
es necesario

tener
siempre en
Cllffita aquello

que Santo
Tomás pone,

de modo extraor­
dinario, de relieve en su doctrina
sobre el acto: el acto humano ( actus
h11man11s),
según Santo Tomás, tiene simultáneamente un perfil tras­
cendente y un perfil inmanente ( 6). Tiene
un perfil tr<1Scendente
( < del hombre y, particularmente, en cuanto que contribuye a una de­
terminada
objetivación en
cualquier
obra. Digamos
ahora que el hom­
bre,
al obrar, hace al mismo tiempo algo, crea o produce. Aún más,
(5) Pero no se trata del deber por el deber (Cfr. M. Kant: Grundlegung
zur Metaphysik der Sitien, Leipzig, 1938), sino del deber como elemento
personal del acto y de la moral. Gfr. Perso-na y ;cto, op. cit., especialmente
págs. 170•176: Deber, Vocación.
(6) . Cfr. G. Meyer: Actio immanens, eictio transieru, en «Historisches
Worterbuch

de Philosophie
herauspegeben von J. Ritter, Band I, Stuttgart,
1971.
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P.L CARDENAL CARLOS· WOJTYLA
las acciones de este tipo, como todo otro acto huinano ( actus huma­
nus ), ti~en simultáneamente su peirfil innub'len"te, en tanto-en cuanto
permane,en en
el sujeto ( «immanem»), · en cuanto producen en él un
determinado efecto.
IV. "Praxis" y-"etthos"
Tomando en consideración la compleja estructnra del. ·hombre
como sujeto agente, podemos constatar: la presencia 4e los efectos in­
manentes del obrar en los diversos estratos tanto en el estrato somático como en el estratO psíquico. Pero el efetto
esencial inmanente del acto es lo que sucede en la dimensión sus­
tancial humana
y,

por
tanto, también
estrictamente
personal. El efecto
es
el bien o el mal moral, como valor o contravalor de la persona
hnmaaa, que hace al· hombre

mismo, al hombre como tal, bueno o
malo. Hay una afirmación genial de
Santo Tomás en la

cual sostiene
que el hombre, a través de su obrar visto en. la dimensión trascendente
( tran.riem) y dirigido a la objetivación del objeto, cualquiera que
sea,
se . vuelve bueno sólo

bajo un cierto aspecto (
secundum quid).
Así,. por ejemplo, se convierte en un buen- trabajador, en ·un ·buen
médico,-

en un buen ingeniero, en un buen orador, en un
buen es­
critor,
etc. Sin embargo, ninguna de estas cualidades, considerada en
la dimensión inmanente (immanens) del acto,, hace totalmente (sim­
pliciter) al hombre como tal bueno o malo. Soldmente ¡,. cualidttd
ética, esto es, fil vtdor o conlt"tM;alor moral, constituye ·eI bi:.en o el
mal objetivo del sujeto agente: hace tJJ hombre, como tal, bueno o
malo (7).
_Pienso que esta distinción tiene un valor esencial para una justa
concepción de la «praxis». en su relación orgánica con el hombre,
(7) Cfr. Suma Teológica, I, q, 5: De bono in cómmuni. Cfr. Juicio critico
de -las posibilidades de comt,-uir la moral cristiana sobre principios de Max
Scheler, op. cit., págs. 79-91; Persona y acto, op. cit., págs, 109-196: Tras­
ctmdencia de la persona en et acto.
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TEORJA-PRAXIS: UN TEMA HUMANO Y <;RJSTIANO
con el sujeto humano. Constituye, ~demás, wia. «llave», eS~ífica
para la elaboración de toda la problemática de la «teoría-praxis» ~orno
tema
humano. La fuerza
del
discernimiento hecho por

Santo Tomás
está también, según mi parecer, en esto: que corresponde profun­
damente
y plentJmente a /m exigencias de la experiencia h11mana, que
es siempre, o debe ser, una ex¡periencia mora:l. En esta experiencia
no

encontramos
al hombre como agente en relación con los objetos,
esto es, como productor de ciertos efectos
t-rascendentes. (transiens)
mediante su acción, sino al hombre que, mediante su acción, se de­
termina a sí mismo de un modo siempre más profundo, en la dimen­
sión del bien o del mal.
Tal concepción tiene consecuencias esenciales no -sólo· para. la teo­
ría del hombre .como persona, sino támbién para cualquier te'oría de
la realidad autérlticamente humána y a la vez persomúista. No hay
duda que toda Iá.-«piaxis» humana ___:_tanto· en la concepción histórica
diacrónica
Como en la «moderna» s-inctónica, esto es, al mismo tiem­
po-se expresa, en cierto modo, so,breabundante, con multiplicidad
y diferenciación en ,la objetivación de los efectos y de las obras.
Así se expresa en la cultura, en la civilización:, en la técnica, en la
política y en el ,rte. Aun dentro de estas múltiples objetivaciones de
la «praxis» humana., en_ las cuales. se· expresa. ante todo-lo que hay
de trascendente ( transiens) en las acciones del hombre, cabe buscar
resueltamente aquello que
no es trascendente, aquello· que hace

al
hombre, como tal, buetio.
Una búsqueda de este género en toda la compleja riqu<'.Za de la
«praxis» hu.mana es condición esencial y necesaria para poder iden­
tif¡!car el mismo factor «humanum» en el análisis de I'<' compte¡a rea­
lidad «del mundo».
Ello constituye también la condición de la real
trascendencia del

hombre como
persona. De
ahí que el análisis justo
y · profundo y la misma ccmcepción de la práxis humana tiene un
valor decisivo lo mismo
para la
misma
,teoría del
hombre ( qué es
el hombre) como para la teoría de toda la realidad auténticamente
humana ·o persooalista. La concepción de la < unilateralmente sólo a la objetivación material del ólbiar humano, sin
atender a la dimensión «inmanente» de ese obrar,· sin reconocer su
prioridad
sustancial, con.tiene

en sí las
premisas para abolir la tras-
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EL CARDENAL CARLOS WO/TYLA
cendencia personal del hombre y anular la identidad de lo h11man11m.
A base de tal concepción no se pude hablar de la transfurmación
del m11ndo desde

el
punto de vista del hombre y de hacer el mundo
más humano.. La práctica de la reducción de la humanidad puede
ser la única consecuencia de la teoría nacida de una tal concepción de
la
«praxis» humana. Las experiencias históricas suministran aquí

no
pocas pruebas.
V. ldentüicaoión de lo h.umamun
Hemos dicho al principio -y ahora podemos repetirlo con más
rica argumentación-que la relación entre «teoría» y «praxis» tiene
un
carácter bilateral. Tomando en consideración el dinamismo del
hombre,
que
se expresa esencialruente en
sus
actos, lo
mismo que el
carácter
dinámiro de

toda
la realidad, debemos suponer

qne no
puede
admitirse

una
teoría que no explique de algún modo, y admita tam­
bién,
por tanto,
aquellos dos dinamismos. A base de tal concepción
se

puede
y se debe constatar que la «praxis» precede y es, de algún
modo, anterior a la «teoría>>. Se trata aquí de una prioridad en sen­
tido
epistemológico, que

se
basa en el principio de que toda nuestra
relación cognoscitiva con

la
realidad tiene
su inicio
en la experiencia.
Pero es sabido que esto que experimentamos y conocemos, concreta­
mente esta reailidad humana, es objetiva y realmente anterior a nues­
tro conocimiento; no la formamos nosotros al conocer, sino que la
encontramos. No es la realidad la que supone al conocimiento, sino
el conocimiento el que supone la realidad.
Por eso, nuestro conocimiento va de la «praxis» a la «teoría>>,
esto es, a la concepción de aquella realidad qne queremos conocer
y que
conocemos parcialmente en sí misma. La tendencia co-gn,,scítiva
de
Ita «praxi.r>> a 'la «te(Jfia>> se explica por la necesidad de la concep­
ción de la realtdt/d «en si ~sma», ttiJ cual es. Esta tendencia puede ser
igualmente interpretada en

relación con
la «praxis», ya que buscamos,
de hecho, adquirir, ruanto sea posible, tJfl" visión total de la realidad
en sí
misma ( visión que

significa propiamente la
«feo-ritt>>),. para p dar m.Js madurez,
más perfección y plenitud a nuestra «praxin>. Bus-
1200
Fundaci\363n Speiro

TEORIA-PRAXIS: UN TEMA HUMANO Y CRISTIANO
camas alcanzar, en la medida de lo posible, una visión total del hom­
bre «en sí
mismo>>, a

fin de
dar la máxima plenitud a la autorreali­
zadón
de sus propios actos.
En consecuencia, sin revelar y subrayar los elementos mediante
los
cuales viene identifictkio exd11sÑxlmenle lo «h11m'1num» de la
acción humana - apurando al
máximo, de

la
exactitud de saber descifrar auténticamen­
te

la
«praxis» humana

en la
«teoría» del
hombre o
de toda la rea­
lidad.
Es necesario dudar también si es justo poner en la base de la
«praxis>> humana una

teoría
tal que ejerza su influjo sobre ella. Aun
cuando
pueda aportar ventajas inmediatas, servir al enriquecimiento
~el
mundo mediante la producción hecha por el hombre, no profun­
diza. en el ser humanum, no le sirve; antes bien, le amenaza. Por un
camino tal de la «praxis» el hombre puede tener más, poseer más,
pero en modo alguno puede ser más plenamente hombre (8).
La mendonada antítesis preocupa indudablemente al pensamiento
contemporápeo, centrado en el hombre; entrevé de modo nuevo. el
sentido de los nexos tendidos entre la «teoría» y fa «praxis». Es sa­
bido que la antítesis «tener
más»-«ser más» se

ha difundido en el
existencialismo (G.
Man:el), y segtiidamente ha entrado también en
el Magisterio de la Iglesia, y se encuentra en las páginas del Con­
cilio Vaticano 11. No es ésta la primera etapa de fa relación entre
lo
h11"""'11m '/ lo christit111um; es sólo etapa consecutiva, la etapa
contemporánea.
Resulta que nuestras consideraciones sobre el tema «teoría-praxis»,
como tema puramente humano, encuentran una interpretación plena
en el
Verbo Divino. La fe y la teología consideran al hombre no
· (8) ar. Gabriel Marce!: P.tre et avoi,. Cfr. también Concilio Va..
ticano JI: Con.rtit11tio pastoraJis de E~deria in mundo h11ius tempo1-is1 Gau•
dium
et spes, L P .• cap. 1, núms. 12, 14, 15; De humana digniJdle,· cap. 2,
núms. 33, 39; De humdlla navitate, in ll'1iverso mundo.
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Fundaci\363n Speiro

EL CARDENAL CARLOS WóJTYLA
sólo como el ser a quien el Crea,dor ordenó: dominad la tie,,ra (9),
sino también comó el ser cuya existencia y actividad estableció El al
principio en la dimensión de misterioso árbol ·dél conodmie'-nto del
bien y del mal ( 10). Se aM_ierte aquí una estrecha ,conformidad entre
el mensaje del Verbo Divino y la experiencia del hombre, lo mismo
que
la reflexión a la que nos lleva esta experiencia; A la Ju.z. de esta
conformidad no podemos construir ni la teoría del hombre ni la
trorla de

la realidad auténticamente humana,
ni, consiguientemente,
de la (>, si en la cual no hemoS'-tomádo en consideración -más
que el aspecto · expresado en las palabras : «dominad · ¡a tierra».
Estas palabras · no encierran en sí toda -la dirrienSión de la - «praxis»
hum"'1a, y, por lo tanto, no pueden constituir la base exclusiva de la
teoría del hombre
y de la realidad. La base debe ser la ·«¡,raxis» con­
cebida sim11ltáneamerrfe
como cida al
dominio

sobre la tierra no
es ni puede ser jamás, por ninguna
razón,
indiferente del punto de vista del
ethos. No se puede hacer
una teoría que venga adecuadamente de la «praxis» humana e influya,
a
fa vez, adecuadamente en ella sin terier eti cuenta 'el elemento «sobre~
mate:rial» que pertenece a la naturaleza misma. del ethos y condiciona
esencialmente el domini~ del ho.rnbre «sobre la tierra». Por tanto, sea
del ·punto de vista. humanum, sea del punto de vjsta christianum, es
ñeé:esário _reéónocér, la sriperioridad dei ethos. Es necesario reconocer,
además, la prioridad del etho, como elemento que define al hombre
en su n,aturale,z_a, y, en consecuencia, t:onf_iere Un carácter_ ~cial­
mente
hllll1aOÓ a tQd.a · sil «ptaxi~»-; · 10 cual cotidici~Ila, a su ve'L: el
carácter más huma.n~ de esre tnundo al qub el hombre pertenece onto-
lógica y dinámicamente. ,
Pero
lo christMnum no termina aquí. Introduce, efectivamente,
aún_otra_.dimensión en esta relación· bilateral:_ «práxis-teoría» y «teo­
ría-pr~s»,
en 1a q-q.e nos jnteresamos actúalmente, San. Pablo, al
escribir
a los ~rintios: «nosot~ predicarri.os a Cristo crudfkado,
escándalo para los judíos, locura para los gentiles, mas ·poder y sa-
. (9) Gen., 1, 27.
(10) Gen., 2, n, -
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Fundaci\363n Speiro

TEOlUA-PRAXIS: UN TEMA HUMANO Y CRISTIANO
biduría de Dios para los llamados, ya judíos, ya griegos» ( 11), in­
dica otra
dimensión de
la
«praxis». Es la dimensión que en d ten:eno
«cristiano» (christianum) constituye una base indisl"'ll"able, ,para
construir
'la teoría del hombre y del mundo.
La diferencia entre christianum-y humanum.está. en que.el .ethos,
del cual hemos dicho que constituye el elemento sustancial de la
«praxis» humana,

se abre, conforme a las
palabras · citadas de San
Pablo a los Corintios, a la «potencia y sabiduría de Dioo» ( I 2). Pre­
cisamente por eso, realizando el

significado pleno de la palabra de
San Pablo, en
esta relación

bilateral «teoría-praxis», lo
chr/Jtianum
debe incluir el mensaje de Cristo crucificado, escándalo para los
judíos
y locura para los gentiles; debe incluir todo el Misterio, pascual.
Este Misterio, esta Cruz, ¿no son acaso un h«ho fundamental en e'l
ámbito de la «praxis», que pide una teoría adecuada del hombre lo
mismo que del mundo eu el que el hombre
vive y
obra?
Evideotemeute, toda la dimensión de este problema
perteoece
al dominio de la fe, y, consiguientemente, a la teología, que es una
reflexión metódica sobre el hecho y el contenido de la Fe de la Igle­
sia.
La tarea esencial de 'la teología es, y seguirá siendo, la elabora­
cióo de dioha teoría del hombre
y de la realidad auténticamente hu­
mana, para la cual predsamente la «praxis» de la Cruz y el «Mys·
terium ¡mschale>> constituyen y suministran uno de los puntrn, fun­
damentales. Tal

es el misterio de
Dios Eru:arnado,
que, a pesar de
todo, permanece ea la dimensión humana de
'la historia. La Teología
acepta como

punto
ioicial la

Fe de la Iglesia, esta
fe ea la cual el
hombre responde a la Pa:labra de Dios Vivieate y Encarnado, a la
Palabra de Dios que se revela a sí mismo
al hombre cuaodo el hom­
bre se
confía a

Dios
y a su Palabra ( 13).
En esto consiste la «praxis» humana -la «praxis» de la fe, en
la cual el ethos se abre, como dice San Pablo, «a la potencia y sabi­
duría de Dios»-.
Según nuestra más profunda convicción, fundada en la experien-
(11) / Cor., 1, 23-24.
(12)
Ibidem,
(13) Constitutio dogmatica de divina revelatione Dei Verum, 5.
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EL CARDENAL CARLOS WOJTYLA
cia del hombre y de la moral, esta apertura de la «praxis» hwmna a
Dios no priva a lo
h11man11m de su uténtica esencia y valor, no lo
aliena. Antes bien, esta apertura permite a lo hum,mum encontrarse
en
la plena dimensión de la Trascendencia, que está profundamente
arraigada en
la estructura personal del hombre. De este modo per­
tenece
a la teología presentar lo rhristidnllm como una forma particu­
lar de la identificación de lo humán11m.
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