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Número 169-170

Serie XVII

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De la filosofía política al «cientismo» operativo

DE LA FLLOSOFIA POLITICA AL "C:tENTISMO"
OPElRATIVO (*)
POR
}UAN V ALLET DE GoYTISOLO
l. Nos haJlamos, hoy, ante una concepción «científica» de la
«política»
que, a la
v<2, «poiliti:w> la «ciencia», orientándola, «ope­
rativamente»,

en un intento
de «dominación», con las· finalidades
de
«cambiar el

mundo»
o de «unlfi<:u el mundo» ( 1).
Para explicarla, debemos buscar iu.z donde podamos encontrar­
la...
Con esta preocupación, nos dirigimos, en primer lugar, ha­
cia donde y hasta cuando alcancemos a vislumbrar, aún y a la vez,
como ocurre cerca de los polos

de la tierra al
llegar su respectivo
solsticio de verano,
un crepúsrulo ves.pertiuo y otro matutino, un
anochecer y un amanecer.
Ignoramos si ese doble movimiento de la luz intelectual, deil
que vamos a ocuparnos, Wl50 se repetirá en sentido alternante,
como reguJarmente QCllrre con el del sol en cada. polo.
Aquí
de lo que tratamos es de seguir el rastro del discrónico
mov:imiento
del deseo de conocer el m,mdo 'Y de la 11ol11ntad de do­
miTldrlo y dirigirlo opertllivameme. Lo cierto es que el oscurecer de
aquel
deseo, en ei escepticismo, y el amanecer de esta voluntad,
con ímpetu y calor, nos ha dejado rastros perceptibles, en una y
otra dirección, con las siguientes características.-:
a) Ante todo, advertimos un cambio en nuestra perspecti11a
(*) Conferencia desarrollada e1 29 de enero de 1978 en Madrid, FRn·
dd#ón Universitaria EspáÍÍalá, en las III Jornadas de Filosofía~ «Filosofia
y Ciencia».
(1) Según explicáciones de Ugo· Spirito: «Ideales que mueren e idea·
les que nacen», en ¿OtttJo o eclipse de los 1Jalores trdáiciond!e:r ?, Madrid,
!Jnión Editorial, 1973, págs. 10 y sigs.
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humana. El mun.do, la naturaleza, las cosas, que se venían tratando
de contemplar en su plenitud en la universalidad de su orden di­
námico, trazado tanto física como metafísicamente, desde su crea­
ción, por la providencia de su Creador, deja de contemplarse así por
creer que este conocimiento es inasequible. Pero no sólo se duda
de nuestra
capacidad para la metafísica, sino que, incluso, se niega
la propia existencia de ese orden. Y, así, en adelante, ya sólo se
observa la singularidad de las cooas. y de sus fenómenos, empíri­
camente, con firn,Jidades utilitarias y operativas, y, exclusivamente,
dentro del campo de las ciencias físicas, que consecuentemente se
consideran como únicas verdaderas ciencias.
Ese cambio de perspectiva --<:on pérdida del conjunto y de su
orden-
fue radical.

El
nom.inailismo, en el siglo XIV, negó el
orden de la creación. Con esa negación, Guillermo de Ockam re-­
nunció a alcanzar más evidencias que «la evidencia de lo par­
ticu:lar», al no reconocer realidad alguna a los «universales», con­
s;derándolos
como meros nombres (2). Así, en el ámbito social no
existe, según él, más unidad que el individuo (3).
Negado ese orden, obra de la creación divina, ésta nos aparece
sólo en fragmentos, a los cuales se estimó que la voluntad de Dios,
en
su omnipotencia,

podría
en cada instante dotar del sentido que
quisiere.
Pero, a partir de ahí, el hod>re ha pretendido supfu la per­
dida percepción de ese orden con su propia coherencia mental, para
rehacer el mundo, dotándolo de su propio sentido. El orden teo­
céntrico de la cr8"ción, que la teodice" había mostrado, se intenta
sustituirlo por un
orden antropocéntrico, operado por el mismo
hombre, en
una

aventura que constituye
la · más audaz antMpodicea
acometida
tras las huellas de Prometeo.
¿Cómo comenzó esta aventura?·
(2) Etienne Gilson: La fiJqsufia en la Eddd Media, Madrid, Ed. Gte 1965,

cap. IX, 111,
págs. 606 y sig.
(3) Michel Villey: La farmation de la pensée ¡11ridique moderne (Co11n
d'Hisiaire de la Philosophie du Droit), parte II, cap. III, A, 2.Q, París, Ecl.
Montchretien, 1968, págs. 206 y sigs.
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DE LA FILOSOFIA POUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
2. Para comprenderlo debemos seguir rastreando las caracte­
rísticas que

podemos detectar eu
esoo casi simultáneos crepúsculos
de

contrario sentido.
b J Una vez comprobado ese cambio de perspectiva, una segun­
da característica, que también observarncs, nos lleva a la determina­
ci6n
de que, asimismo, se -produjo un cambio de situación de'l
punto desde el cual el hombre observa la naturaleza.
Descartes ( 4), que palpó en la 0&u.ridad nomina!lista, com­
prendió
la
imposlbilidad de alcanzar con
ella el orden de la natu­
raleza. Pero, en
aunbio, sintió

en su mente
eJ fulgor de la idea :
«Sea que velemos, sea que du.rmamoo, nunca nos debemos dejar
persuadir más que por la evidencia de nuestra razón. Y es de subra­
yar
-leemos----que

digo de
nuestra razón y

para
nada de
nuestra
imaginación ni de nuestros sentidos».
Así quedaron escindidas la res cogitans, el mundo de nuestra ra­
zón, .soporte

del
'.J'ffiSamiento y de la vc,Juntad, y la res extensa, el
mundo material de
las cooas, objeto

de nuestra
percepción y de nues­
tra operatividad, sometido a
las lores

de
la mecánica ( 5).
Tenemos ya los elementos que nos ofrecen esa imagen del muodo,
explicada por McLuhan ( 6), como un producto ~e la que él de­
nomina la galaxia
Gutenberg, que

«no
podía encontrar espejo más
fiel
que
Descartes». Con

ella
«el sentimiento

de interacción
y trans­
parencia de
la trama del ser se esfuma y el pensamiento humano
no

se siente ya formando
parte de las cosas». Estas, por consi­
guiente, dejan

de
ser contempladas desde dentro, por transpareucia,
y, eu adelante, se observan desde un punto exterior, Iluminándolas
desde fuera. Se «aísla también la razón del

tiempo externo», que es
sustituido
por conjunto sucesivo de sus pensamientos>>.
( 4) René Descartes: Discours -de la Ml,fhode, 4.ª parte; dr. ed, comen­
tada por E. Gilson, París, Vrin, 1947, 4.ª parte, pág. 39.
(5) M. Villey: op., rit., parte V, Introducci6n, Descartes, 11, p,lgs. 570
y sigs.
(6) Marshall McLuhan: The Gutemberg Galaxy, University of Toronto
Ptess, 1962; dr., ven. francesa de Jean Paré: La galaxie Gmenberg, Montreal,
1967, págs. 130 y sigs., 1911, 293 y sigs., 300 y 306 y sig.
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JUAN VALLET DE GOYTISOW
Así, el hombre ck,ja de mirar el mundo desde dentro por trans­
parencia, única manera
el,, contemplarlo si se forma parte del mis­
mo,

si se
está inmo,rso en ié!; y lo contempla desde fuera, desck, un
punto
de perspectiva exterior, Lo mira corno el descubrido,: al ob­
jeto descubierto; e incluso, a momentos, como el naúfrago observa
la isfa a .Ja que va a llegar con el bote o el salvavidas, y, en otros,
como
una
ve,: destruida la armada defensora,

con­
templa
orgulloso el

archipiélago que dominará en cuanto desem­
barque.
Antes, en

cambio,
el hombre se sentía inmerso en el orden de
la
creación, formando pa,rte de las cosas, aunque se

supiera dotado
de alma
racionail y el,, libertad para realizar su destino temporal.
Y, así, los hombres contemplaban el universo y su orden desde
dentro, por
l'ransparencia, sintiéndolo táctilmente, mediante la recí­
proca interacción
de todos los

sentidos y no solamente con uno
(7).
No oólo vivían dentro de él, sino que se sentían formando parte
suya. Me
gusta repetir unas frases que Marce! el,, Corte (8) escri­
bió

de nuestros padres:
«Semejantes a árboles vigorosos,
hundían
sus
raíces en

la tierra fecunda de
lo real, donde buscaban su ali­
mento»
...

«Sus
raíces absorbían los jugos nutricios de la tierra. La
clorofila del á.tool · humano bebía la -luz del cielo. Un pacto tácito
nupcial

se
había sellado entre el hombre y el universo. El hombre de
hoy ha roto ese pacto».
3. Ese aimbio de punto de percepción y, por lo tanto, el,, la
misma !Pe<•pectiva implicó una desintegrad6n en n11estra imagen
del mundo observado. Este, a,ntes, incluía al observador. Ahora, el
observador lo ve como si se
hallase fuera de él. Y de ello se
deriva otra re,roera característica, que también subrayarnos.
e) Esta nos muestra una "''"'"' faz del mundo, desintegrddo:
Desáparec,
Dios

de
escentJ; y el h"""'1-e sittÍtJ su «res cogitans»
fuera del mttl1'do,
al que deja reducido a mera «res extensa».
(7) McLuhan: op. cit., págs. ·82 y 173 y sigs.
(8) · ·Marce! de O;,rte: L'homme contre lui~mbme, París, Nouvelles Ed.
Latines, 1962, cap. 11, págs, 40 y sigs:
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DE LA FILOSOFIA POUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
Notemo.s, en primer lugar, que ---<:orno sigue expNcando Md.u­
han (9)-, a partir del momento en que la conciencia humana
«no se siente ya
forma.ndo parte

de las
cosas», se
aisla
«de la
dura­
ción de las cosas e incluso de los modos
de su existencia» y queda
fijada siempre
«en el

momento
present~>. Desde

este instante, su
percepción se reduce: «el Dios conservador y creador está ausente.
El actor principatl ya

no está en escena.
El papel sobreeminente de
cau­
sa
primera se

halla sustituido
por el juego de las causas segundas».
En el orden natural,
percibido mediante
la metafísica,
entraban
todas

las cosas creadas,
-los mismos hombres con

su
aima y
con su
cue,po y todos lo demás seres; el espíritu y la materia; Ios medios
y los fines. En su dinámica actuaban las cuatro causas: materiales,
formailes,
eficientes y firucles (10).
Pero,
al perderse la perspectiva de ese orden y el sentido de su
dinámica
y contemplarlo desde la res cogit11ns, colocada fuera de él,
quedan /«era de perce¡,ción varios de los elementos de ese mundo
ordenado
y dinámico que ya no se captan si la perspectiva de la
res
extensa es enfocada

desde fuera
y si la res cogítans se desliga
de
ella y

no vive su pálpito vital.
Por eso, conviene que Malicemos a qué quedan reducidas, una
vez aisladas, ifa res cogitans desvita:lizada y la res extensa, circuns~
crita a las cosas materiales, sin alma ni inteligencia.
Notemos, ante todo, que la distorsión del mundo, producida
por esta escisión menta:l, se traduce también en el propio hombre
e
iuevitablemente en
su
razón. A ésta no se la roconoce más función
que la de
dimanación o ej«siórz 11Ítal ( de dentro hacia fuera) y se
la mutila de toda
motivación objetwa (

del mundo exterior, a tra­
vés de nuestros sentidos, hacia nuestro

interior).
La razón queda
así
desvitalizada (11

),
pues como ya había ironizado Vico (12),
(9) McLuhan: op. cit., págs. 293 y sig.
(10) Cfr. Michel Villey: «Historique de la nature des choses», en Arthi·
1,·es de Philosophie du Droil, X, 1965, págs. 267 y sigs.
( 11)

Cfr. nuestro estudio
«Perspectivas parciales y acción uniformante
total», 10, en Verbo 143.144, mar.zo.abril 1976, pág. 430, · o en La sociedad
a la deriva. Raíces de .sus errores, Madrid, Spelro, 1977, págs. 18 sigs.
(12) Giambattista Vico: «De antichisíma italio.rum sapieiltia», III; cfr.
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comentando lo escrito por Deoc-artes, «conviene acostarse en estado
de castidad mentaf, esto es, desnudándose no sólo de las conviccio­
nes, o, como suele da::irse, de los prejuicios concebidos desde la in­
fancia, sino
de aquellas informaciones falaces que son los sentidos,
así como de toda otra verdad tomada de otras ciencias».
Pero esta
razón, en estado de castidad, no sólo está mutilada,
sino

que no parte de
un da.to verdadero:
-Está mutilada porque

sólo parte
de un primum verum y re­
cha:,;a todo lo verosimilia, es decir, cuanto nace del sentido común,
del que así prescinde ( 13).
- No parte de un dato verdadero, porque su prim"m ver11m,
el cogito, «denota conciencia, pero no ciencia.», «pues, s-i bien sabe~
nros que pensamos, ignoramos las causas del pensamiento>> (14).
-Es incompleta y no sigue la senda verdadera, porque en largas cadenas de razonamientos», more geometrico, prescinde del
ingenio
y del entendimiento (15). El hombre, para conocer, per­
cibe, juzga
y razona; y, ciertamente, «ni la invención puede ser
cierta sin
el juicio,

ni
el juicio sin la invención» (16).
En cuanto a la res extensa --<¡ue ah!rca todo,· hasta nosotros
mismos, excepto de nuestra razón d.esenca.roada-, es· sólo el objeto ma­
terial de nuestra operatividad, que observamos desde fuera ayudados
con

nuestros
aparatos; y, a su vez, también triplemente, se halla
mutilada (

17) :
·
- En prilllier lugar, se le priva de las causas formales y las
causas finales, calificadas por Francis Bacon de vírgenes estériles
en Oppere, ed. en italiano, cuidada. por Fausto Nicolini, Milán-Nápoles,
Ricardo Ricardi Ed., 1953, pág, 256 y sig,.
(13) G. B. Vico: «11 metodo degli studi del tempo nostro», 111, en
Oppere, págs. 176 y sigs.
(14) Ibid., «Seronda ripposta al Giornale dei litterate d'ltalia», en
Oppere, págs. 361, in fine, y sigs.
(15) Ibid., «Autobiograiía», 11, eo Oppere, pág. 18.
(16) Ibid, «De -antichisima ... », V, en Oppe;e, págs. 298 y sigs.
(17) Cfr. Michel Villey: «La fonctioo de la peosée», V parte, /uido
Je coniuto,
págs. 579 y sigs., e-Ives-· Simon: La tradición de la ley natural,
cap, 3, vers. en·castellano; Madrid,· Ed, Ra26n y Fe, 1968-, pág. 67.
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DE LA FILOSOFIA FOLITIOA AL «CIENTISMO» OFERATWO
que nada engendran -,;rendo la causa:lidad eficiente la única acep­
tada-,

estimando
que levantes como serían las

del color
y el gusto en la goomclría».
-

En segundo término, se prescinde
de las cualidades (lo bello,
lo
justo), no admitidas ciai.tíficamente por no ser menStll',.l,/es y
por ser oscuras e imprecisas, ya que a la res extens" se la considera
únicamente
integrada
por sus elementos materiales, ama.lga.macloo y
dispua;tos de -tal modo que resu!lten «muy aptos para el tratamiento
matemático».
-

Y,
en tercer lugar, se eJ juntos
naturales, y se opera sólo con el hombre aislado, ahistórico y
abstracto.
4. V
aria:da la perspectiva de nuestra contemplación y el
mismo punto

en que para ello,
se coloca nuestra conciencia,

des­
integrada nuestra visión de aquel: en res
u,gitans y res extensa, y
desvanecida la percepción metafísica del orden natural, era inevita;
ble quei se prcxlujera otro efecto, que vamos a examinar.
d) Este da lugar a . una cuarta característica que ha producido
la madificdl:ión del mismo conce¡,ro de denci" y de sus objetivos.
Si
la naturaleza incluye el ooden · de la creación, el posible co­
nocimiento de

aquélla ha de
depender del ,que alcancemos de este
orden,

que
si bien es en parte físico, en su plenitud no puede ser
sino
metafísico, al abarcar el

conocimiento:
del Dioo creador y orde­
nador; del hombre,
materia (cuerpo) y forma espiritual (alma),
con existencia individ.wd temporal e inmersó en aquel orden en el
que tiene su principio, por derivación del Ser Absoluto. Orden del
que
el hombre es a Ia vez objeto y sujeto activo, como causa segunda,
dotado de libertad
y ra:zón, con una doble comente operativa de
dimánación o efusión vital (de

dentro a fuera)
y de motivación
objetiva

( de
fuerá adentró), enriquecida por los aportes

de
fa tra­
dición, gracias a

los
cuales, su ra:zón práctica, apoyada en el instinto
de sociabilidad ( el
h001bre, adem4 de animal racional, es animal
sooial o político), Je permite actuar, dentro del or primera,
en la elabonci6n, conforme la naturale2a, del orden social
y político. El resultado de esta actuación queda históricamente ref-Ie.
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ja.do, sea en -el buen orden o bien en el deoorden, correspondien,
te a su mala actuación (18), de los que es responsable, y de los
que gozarán o ~rirán sus consecuencias la propia generación y las
Sucesivas.
En cambio, reducida 111 naturaleza a la res extensa, puramente
material, desorganizada, convertida, en mero objeto, nada tiene la
metafísica que captar de

ella
ni en ella; y, para conocerla, sólo
son estimadas competentes las ciencias f!sicas y únicamente úwl el
método experimental.
Dmemos a sir Francis Bacon los fundamentos del empirismo
experimental, método que tanto ha acelerado d progreso de la
física.
Según él, fa experiencia nos descubre unos fenómenos, a base
de los cuales construimos una teoría o hipótesis científica, a modo
de a:m,azón, en torno a la cual avanzamos experimentalmente mien­
tras
no
se agotan las pos.ibilidades de avanzar por el camino de esa
hipótesis. Esa experiencia de los l,.,chos no sólo permite descubrir
las leyes
de la naturaleza, sino que, a partir de ellas, C3"pacita para
realizair lo que podríamos llamar su dvmesticación, mandando sobre
ella a base de obedecer sus reglas singulares específicas (19).
Pero es de notar que el método experimental no puede elevarse
más allá del nivel de lo experimenta.do. I)e ah! el rigor en compro­
bar todo cuanto se halla a su alcance,
y su limitación ante lo que
exceda de

toda
posible comprobación. Por eso es un método perfa:­
tamente corra:to y progresivo en tanto no se le saque de su campo
adecua.do y en cuanto no pretendamos deducir consecuencias en el
vacío

no
experimentahle, es decir, en otros pooos distintos del
suyo.
Este salto de lo correcto a lo incorrecto se efectúa cuando se
intenta
deducir:
- bien
sean consecuencias negativas, por las que se rechaza
todo

lo que no sea
susceptible de experimentación;
-
o

bien
positivas, si

se pretende construir un dogma meta­
científico
sobre un andamio que, aun cuando se apore en datos
ciertos, se halle situado en un ¡;!ano distinto de lo experimentado.
(18) Santo Tomás de Aquino: Summa Thedlogica, I, q. 103 aa. 2, 3 y 6.
(19) Michel Villey: loe. t!lt. cit., pág. 579.
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DE LA FILOSOFIA POUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
Pero es de notar, también, que la observación a la cwiJ. las mo­
dernas ciencias fisicas someten a la res exten,a, con el método ex­
perimental, dista mru:ho de ser una contemplación objetiva. e im­
parcial,
movida sólo por el deseo de conocer la verdad, siquiera
física,
de las cosas.
En efecto, es un hecho -subra,yado por Michel Villey (20)­
que, después de operado el dualismo cartesiano, los mismos empi­
ristas «dejan de tener una actividad auténticamente receptiva res­
pecto do la rea.li practicaron
Gailileo y Pascal, de

la que
Bacon comenzara a trazar
parcialmente la teoría, no es una observación dócil, sino una expe­
riencia artificial que, dice Bacon, obliga a la naturruleza a contestar
las preguntas del hombre
y a callarse en. fo demás. La. ciencia mo­
derna no tiene del mundo una representación fiel. De modo tal que,
al
dictado de Descartes
y de sus disclpu,los racionalistas, los empiris­
tas sustituyen el mundo
real por un mundo artificial, producto del
pensamiento humano».
El científico Gerhard Frey (21), después de mostrar los obs­
táculos
impeditivos

de
la maternatización de

todo,
destaca que el
empleo

operativo del método
experimental viene

a equivaler
rul uso
de «unas gafas» que únicamente permiten conocer lo que es < máticamente expresa.ble», y, a su vez, «ell uso de esas gafas consti­
tuye una decisión normativa, un acto de volmtad, con el curul yo
altero el universo».
5. Siguiendo el mismo doble rastro del crepúscu!lo vespertino
de
un modo de conocer y del matutino de otro nuevo, llegamos a
otra más de las características del fenómeno.
e) Esa. quinta cararterístita, que nuestro ojeo observa, se re­
fiere a la relación de la res cogitans, del ¡,enstmtiento y s11 mundo
mental au/(J(reado, ron las ,riendas experimentales
'fll' investigttn y
o¡,ertm en la res extensa, reducida al campo de las cosas 11Ulleriale,.
Aisladas la res co gittms y la res exten,a, tenernos abiertas las
(20) Michel Villey: loe. últ. cit., págs. 570 y sig:¡.
(21) Gerhard Frey: La malematización del Universo, 5-3; dr. ed.
en castellano, Madrid, G. del Toro, Ed. 1972, pág. 141:
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puertas, para que la razón desencarnada, a que se reduce la primera,
trate,

ante todo, de
racionalizdr la segunda, que queda reducida a
mero objeto,

y
de actuar, después, operativamente para transformarla.
La racionalización es una operación puramenre intelectual que,
partiendo de deterntlnados principios,

reconocidos como
postuladoo
o como axiomas, traza loo modelos idea1es a 'loo que deberemos
confomnar
la nueva realidad.
G. frey (22) ha. señalado como fines propios de la actividad
científica: «1)
conocimiento; 2) pron&tico; 3) promoción de acon­
tecimientos y procesoo; 4) elaboración de objetoo, instrumentos y
métodos para la transformación de

nuestro mundo circundante y
vita:!»;
y añade que Ie «corresponde trunbién la conformación de
las
relaciones interhumanas y socialles».
Es oportuno recordar aquí que cuando Inmanuel Kant publicó
su
Critica de lá rrJzón ?"'" ( en 1781) y su Crltk" de Ir, razón
práctica (en 1788), •hacía ya cinco siglos que Santu, Tomás de
Aquino, en su Suma Teológica (años 1265 [Y sigs.), habla dis­
tinguido fa ratio spec11lativa y la ratio pr«tira o rdlio· operativa. Pe­
ro conviene subrayar algunas diferencias fundarnenta:l.es entre los
puntos de
particla y la orientación del Aquinatense y las del filó­
sofo
ailemán.
Para ambos, fa razón pura, teórica o especulativa, parte de unos
principios conocidos
a priori ---< tura/jter cugnit11r»,
dice Santo Tomás (23 )-, de los que lógica­
mente se deducen consecuencias, pero:
-
Mientras, según el Doctor Común, la fey eterna que rige el
universo es re:flejo de fa raz6n divlna, y la· razón humana no puede
participar
plenamente de

la luz
de aquélla, sino de una manera im­
perfecta
(24),
en cambio, según

el filósofo
alemán, la razón se
despliega
de

modo
inmanente y aspira a
regir
el mundo por sí sola.
-Los primeros principios " priori de la razón e.speculativa
entiende
el Aquinatense que

son
captados por nuestra mente
de
(22) G. Frey: op. cit., 7'4, pág. 177.
(23) Santo Tomás de Aquino: Suma Teológica, 1• 118", q. 91, a. 2, res.p.
(24) lbid., 1• 118", q; 91, ""· 1 y 2.
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DE LA FILOSOFIA POUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
la realidad de las cosas o de fos seres (25), en virtud dcl ht>bitus
que denomina intelectus principiorum, con el cual es capaz nuestra
inteligencia
(26) de alcanzar el entendimiento de la esencia de
aquéllos, la
«quidditas sive natura in materia corporali existens» (27),
aprehendiendo, pues, la quidditates, es decir «la esencia uciver­
sa:l susbsistmte en cada ente partirular» (28). En cambio, el fi­
lósofo alemán no toma como punto de partida el ser, "b esse ad
nos.re va/et consequintia, sino el propio pensamiento, a nos.re ad
es.re va/et C(Jnsequentia, como ya bahía hecho Descartes. Pero, mien­
tras éste h•bía tomado como ciencia-tipo de conocimiento la ma­
temática .-lo
que

no impedía que la metafísica siguiera siendo
una ciencia, puramente ideísta., que, en su desarrollo, terminó ea el
idealismo de Berkeley-, para Kant la ciencia-tipo de conocimiento
es
fa física, por lo cual la metafísica deja de ser ciencia, y el idea­
lismo no se

centra ya en la
realidad de
las
ideas, sino en lo pura­
mente

metódico y
araba en

el
ideali.rmo crítico del propio Kant (29).
-En virtud

de este
idea!lismo metódico, idealismo crítico, la
razón práctica recibe e impone b aplica a las cosas los primeros
principios
del entendimiento, o categorías

intuidas
por nuestra men­
te, «trasoendentes respecto de las
cosas», que «no son extraídos de la
experiencia, sino que la hacen». Así, las cosas, reducidas a materia
bruta, esa res 'extensa de Descartes, y que sólo captamos a través de
sus
fenómmos, están sometidas a que fes impongamos nuestras

es­
tructuras menta:les,

sin
más límites que los dimana.nl!es de sus resis­
tencia material.
El mundo y, con él, la organización social son considerados
(25) Cfr. Michele Federico Sdacca: Perspectiva de la Metafl.rica de
Santo
Tomás, cap III, cfr. trad. en castellano de Bernardo Monsegú, C. P.,
Madrid, Speiro, 1976, págs. '1 y sigs.
(26) Santo Tomás de Aquino:
S. Th., ¡!, 84, q, 6. Cfr., al respecto,
José
Antonio García Junceda: La Jindére.ris en el pensamiento de Santo Tomás,
Madrid, 1962, pág,, 18 y sig,.
(27) Santo Tomás: S. Th., 1, q, 87, a. 1.
(28) Ibid. 1, q. 84 a. 1.
(29) ar. Etienne Gilson: El realismo metódico, IV, dr. OO. en castellano,
précedido de

un estudio preliminar de Leopoldo
Eulogio Palados, Ma­
drid, Rialp., ·1952, págs. 138 y sigs.
1239
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLETDE GOYTISOLO
como mera ma.teria para una praxis con la que se tratan de real.izar
los modeloo " priori que la razón teórica dicta (30). Para el Aqui­
natense, en
cambio, 1a razón práctica no es esclava de la razón re6-
rica; ni puede serlo, puesto que no a1canzamos-con ésta el conoci­
miento directo de la ley eterna, que ninguno de nosotros puede lo­
grar tota.liliente, sino que únicatnente la percibimos a través de sus
efectos. Es decir, que la vía del conocimiento natural del hombre
asciende
del conocimiento de las cosas, de lo singular a lo universal,
v la a cesidad» y su <, iluminándolas con la razón práctica (31).
Así, también, nuestras conductas y las ideas y normas rectoras de
ellas son observadas a través de las consecuencias que de las mismas
dimanan, awaliándonos a ese fin con el hábito de la prudencia (32),
que nos permite ser perspicaces, sagaces en comprender y en pre­
ver

con certeza a través de la
inrertidumbre de

los
sucesos (33 ).
Del giro copemicano de Ka.nt --<¡ue, repit:ámoolo, al referir la
razón
práctica a los principios a priori, implicó que no fueran nues­
tras ideas las que se adecuaran .ª las cosas, sino éstas a aquéllas-­
pasamos al ego -voluntad que crea el mundo del sentido y del en­
tendimiento, de Fickte, como sustitutivo de una reail:ldad que de
otro modo sería ininteligible, y que el
< remodela
haciéndola
más y más inteligible--, y a su Una-Eterna-Voluntad-Infinita -cons­
tituida
por el acuerdo entre los productoo de las voluntades indivi-
(30) CTr, E. Gilson: La unidad de la experiencia filosófica, cap. IX;
dr. ed. en casrellano, Mrulrid, Rialp., 1960, págs. 269 y sigs.
(31) Santo Tomás de Aquino: S. Th. I, q. 65, a. B, ad. l. ar. nuestros
estudios «Perfiles jurídicos del Derecho natural en Santo Tomás de Aqui­
no», en Est11dio.r Jurídicos en homenaje r,,/ Profesor Federico de Ca.rtro,
M¡adrid,
Tecnos, 1976; §§ 7, 8 y 9, págs,_ 714 y sigs.; y «Observaciones en
tomo a
la concepción del Derecho natural de Santo Tomás de Aquino», I,
en Anales de la Real Academia de Jurisprudencia y Legi.rlaci6n, núm. 3,
1975, págs. 28 y sigs.
(32) Santo Tomáo de Aquino, S. Th., II• II'", qq. 47-56.
(33) Cfr. nuestro estudio «Perfiles jurídicos del. .. », § 41, voL cit.,
págs. 769 y sigs.
1240
Fundaci\363n Speiro

DE LA FIWSOFIA FOUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
duales-----que crea el mundo en nuestras mentes y por nuestras men­
tes (34).
Siguiendo por ese camino, no es, pues, de extrañar que Marx
llegara a
estimar que
no se trata ya de conocer
el mundo, sino de
cambiarlo, ni de interpretar la hlotoria, sino de hooerla (35).
La operatividdd precisa para todo esto, se procura mediante los
conocimientos experimentaJes que,

por
'los métodos
de las ciencias
físicas, nos permiten alcanza;r y perfeccionar, cada vez más, las téc­
nicas de dominación, mediante las cuales aquélla se desarrolla y
progresa en sentido utilitario.
6. Estas observaciones que acabamos de anotar nos permiten
comprender
el fenómeno político constitucional que nos explica el
profesor
Sánchez Agesta

(36), mostrando, en síntesis,
la esencia
de la evolución opera,!a desde la Revolución francesa hasta nuestros
días. «Fenómeno
característico --=tibe-del panorama constitucio­
ru,J desde la Revolución francesa a nuestros días es una tmsión e
inaidecuación entre el medio social y poderes relativamenre artifi­
ciosos. Bl ¡,ociar se ha atribuido, a través de la ley, la facultad de
reformar
el mismo orden social. El germ,n de racionalismo· revolu­
cionario o reformador, sembrado

por
el pensamiento político del
siglo XVIJI, tiende a transformair y configurar el orden social, no
por
un
crecimiento o evolución de fuerzas sociaies espontáneas, si­
no por una voluntad operante, según esquemas de organización
racional,
(34) Cfr. Michele Federico Sdacca: Estudios 1obre filosofía moderna,
N, parte III; cfr. versión en castellano, Barcelona., Ed. L. Mirade, 1966,
págs. 3)0 y sigs.
(35) Ramón ,Garda de Haro: «La historia según Marx, como algo
que no se debe interpretar, sino hacer», en Verbo 159·160, noviembte--diciembre
lc.T77, págs. 1445 y sigs., o en Karl Marx, Madrid, Ed. Magisterio Español,
1977, cap. 11, 2, 11, 4, págs. 102 y sigs.
(36) Luis Sánchez Ages.ta: Curso de Derecho C'Onstitudonal Comparado,
5!
ed. Madrid, Facultad de Derecho de la Universidad, 1974, cap. I, 4,
pág. 28.
1241
Fundaci\363n Speiro

/UAN V AILEI' DB GOYTISOW
»La coherencia entre organi>:ación de poder y constitución so­
cial
se
ha a:lrerado hasta casi invertirse la relación. El poder no sólo
'se presenta como una emanación de fa comunidad que rige, sino que
tiende a confonnarl
sus
principioo. l!l primado de
la

voluntad del poder
sobre la constitución social,
que es uno de
los
cara.cren,s de

nuestro tiempo,
· ha quebrwo el hilo de una tra­
dición histórica forjwora de iostituciones, y en cierta manera todo
el
orden
constitucional contemporáneo se manifiesta como un pro­
yecto· radonal de constit11dón, no sólo de las instituciones que en­
carnan el

poder político, sino de la
misma entraña del Olrden so­
cial. La coherencia, relativa coherencia, de fa unidw del orden
aparece crewa desde el poder, como reafüación de un plan que
oMinariamente refleja y desenvuelve loo prinripios de una ideo­
logía poHtica. Nunca el pensamiento

ha sido
tan activo política­
mente

como en
nuestroo dlas)>.
Esa
nueva ciencia política, teñida de

ca:rácter
operacion"l, llega,
incluso, a sernos mostradi cqmo W1 intento de «revolución cien­
tific•», en poo de los < que
«dirigen su mirada 1os jóvenes educa.dos en

la ciencia
y en fa
técnica
que

están unificando
el mundo», tendente a que

las nuevas
generaciones
se lancen «a .una fal,or colectiva dirigida hacia lo des­
conocido
y sostenida por la voluntad de buscar aquel absolluto que
la
humanida.d no ha conseguido alcanzar a través de las religiones,
las
f,loooflas y [as ideologlas». Transcribimos estas expresiones de
Ugo
Spi,ito (37),
que se nos
presenta como
heredero
y sintetizwor
de

Augusto Comte
y de Giovanni Gentile, y para quien formas de saber -religión, ideologla-política y ciencia-son re­
dprooa.nrente inconciliables», pues «una vez acepta.do ell principio
informador de fa ciencia,

no puede
haber ya

ningún
criterio orienta­
dor

del
conocimiento, distinto de la investigación cientlfica».
Eoa «1'€1Voiución científica» det""111ina, :inoluso, a su juicio, < nueva concepción de la moral» y «el ideal de transformar bioló­
gicamente
el propio organismo humano, intemruiendo en su proceso
de formación
y

de desarrollo desde las primeras manifestaciones
del
(37) Hugo Spirito: cap, cit., págs. 33 y sigs.
1242
Fundaci\363n Speiro

DE LA FILOSOFIA FOUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
embrión». Proceso «evolutivo» que «puede concebitse como si hu­
biera llega.do a su
autoconciencia y
como
capaz de proseguir con
los instrumentos

que le
propoociona la propia actividatl consciente;>.
He ahí una muestra, muy e,q,resiya, de un sallto de la pura cien­
cia, como conocimiento que se desinteresa cer, a una ciencia operativa, movida por la «idea» de '1a transfor­
mación del mundo
y «dirigida hacia lo desconocido», pero ¡no ha­
cia ni
para su conocimiento, sino por la propia operatividad!
Estamos llegandn a la cima. --y ah!, tal vez, el borde de una
sima-de la a¡ilicación universa:! y total del empirismo e,cperi­
mentail
de

Bacon y del método
descompositivo-roconstitutivo o anall­
tico-sintético

de la
escue'1a de Pavla, extendido desde las ciencias
flsicas hasta
abarcar las ciencias sociales e, incluso, a toda la flloso­
fla. Método
con el cuail la realidad social es contemplada tan sólo
como un objeto
experimentaMe, como
materia que
podemos trans­
fomw, someti6nddla a las técnicas más adecuadas a dicho fin.
7.
Ese camino, en la ciencia política, lo inició Hobbes y, en­
tre
otros muchos, lo siguió ideológicamente Rousseau. Ambos, al
realizar el análisis de la sociedad humana., descomponen el hombre,
aislado y
ahistórico, y, partiendo sólo de él, como único objeto real,
han tratado de construir idealmente una sociedad nueva y perfecta,
según
su respectivo modelo imaginario (38);
En cambio, 'la concepción clásica de la ciencia de la pol!tita -es
decir, iJa que trataba del conocimimto y perfoo:ión de ésta-era
muy distinta

ya
por su mismo enfoque, efectuado desde el propio
interior. Ciencia y vida polltica
estaban relacionadas en una inte­
raoción &árnica.
El hombre era contemplado como animail racional y sociail o
pol!tico, que, impwlsatlo por su instinto de ,o la raión práctica, tejía fa.s comunidades humanas que sucesivamente
formaban entre sí más vastos complejos, con el fin de cumplir me­
jor los fine< comunes. Y,

con
esa inte.raroión; se alcani,aban formas
(38) Michel Villey: ob. y parte últ. cit., 11, cap., I A, págs. 655 y sigs.
1243
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DB GOYTISOW
más elevadas de comunidad, pero sin destruir las más elementa:les y
básicas.
Santo Toi$ de Aqui,no (39) explicó esa obra, en la que el
hombre, impulsado por su· propia natumleza, opera, usando de la
razón
práctim.
- «Una sola familia, en un sola casa, se bastará para satisfarer
bastantes necesidades
vitales; como, por ejemplo, las relativas a los
actoo naturales de nutrición, genenicióri y otras funciones de ese gé­
nero».
-Otro ooden de comunidad es el que forma «la unión de
varias fami>Jias, con el fin de satisfacer las ru:cesidades que se si­
túan más allá de la simple necesidad: se contempla entonces la cons­
titución de pud>los donde se organizan a,lgunas aldeas, en las que
ya
se
organizan ciertas especiwdades. .. » ; «en un solo butgo se po­
drá realizar ilo referente a un solo oficio».
-Li. comunidad política, que es la más importante de tudas ( 40),
surge después y comprende las demás comunidades, pero sin des­
truirlas,
ordenándolo todo a,[ bien común, que es su fin común ( 41).
Así, los
hombres' aparecen coostru.yendo y conservando su habi­
táculo
con su adlividad, COlmO las abejas sus colmenas, con la sola,
aunque
esencw, dif"""'°" de estar dotados de razón, y de actuar
con ella y con sus demAs potencias, e integrados en •las comunidades
y entramados de comunida,d,s de que forman parte, dentro del uni­
versal ooden de las cosas. _
Como ha expresado muy gráficamente Hugues Kéraly ( 42), la
ciudad, la comunidad politka, no

se
contemplaba como si fuese «a:l­
go semejante a la obra. de un artista o · de un técnico, una realización
concebiida. y acabada de un vez para siempre, una idea que· surge
del
cerebro de un "fundador'" paxa eoca.rnarse definitivamente entre
(39). Santo Tomás de Aquino_: De regimine P,incipum, Lib. I, ?-P· I.
(40) Santo
·Tomás de· Aquinó: Comentarios a la Po/íJica de Aristóteles.
Lib. I, cap. I, §§ ÍO y 11.
(41)
Santo Tomás de Aquino: Suma Teo/ógira, II• Il"', q. )8, a. 9, ed. 2.
(42) Hugues Kéraly: Explicación al «P.réfa.ce a la Politique», París,
Nouvelles Ed.

Latines, 1974,
II, parte I, págs. 94 y sig.
1244
Fundaci\363n Speiro

DE LA FILOSOFIA POUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
los súlxlitos», sino como «el fruto de una disposición racional y per­
'mamente de ca.da uno de los miembros (un habitr,s)».
8. La aplicación a las llamadas ciencias sociales de la metodo­
ligia. operativa, que hemos estudiado a lo largo de la anterior expo­
sición, vamos a ver C9IDO produce ciertos resultados en el orden po­
lítico, ioevitables mientras no se rectifique el camino emprendido.
Son éstos:
-el totalitarismo eSldtal,
-y la marifkación.
Ambas consecuencias son ioevitables si se parte de que la res
co gítdns, que debe racionrlizar la res extensa, éuantificándola, no es
ernaruición de una interacción activa. de .todas ,las milntes humanas
en ru ámbito respectivo, sino sólo de fa mente de quien o de quie­
nes están suficientemente dotados de podex para imponer su propia
racionalización, y Jo consiguen. Así, Fichte proclamó que fa Una'
Eterna-Voluntad-Infinita del Estado era creadora del muado. y He­
gel
estimó que la actualización

progresiva de
fa idea, constructora
del mundo, implica la sumisión de
los individuos a la unidad del
Estado, a

quien
corresponde «ceailizar la idea en ia historia univer­
SIID>. Las conciencias individuales son subsumidas, pues, en la cer­
teza que,

en cada momento,
posee el Estarlo ( 43).
Esa
«racionalidad» del Estado se cooV!ierte así en un poohrlado
indiscutible,
y

de tal
modo «todo fo real es racional». Todo lo
que
61 impone,

aunque sea por
la fuerza, es racional. Pero esa
razón,

como ha
oboervado &iacca ( 44}, viene a ser, como se dijo
también de la umd gra donde todas las vacas son negras», en la que «todo se hunde en
la
Razón, ,todo es reabsorbido por ella y todo se pierde en ella».
La re, exten,a comprende, así, toda la sociedad, e incluye es-
( 43) Cfr. nuestro estudio «Del legislar como légere al legislar como
facere», III, 12 y 13, en Verbo ;11,-i16, mayo-junio-julio 1976, págs. 535 y
sigs., o en Contemplación y Acción, Aetas de 1a XJ · Reunión de AmigoS de
la
Ciudad Católica, Madrid, Speiro,
1974, pá"gs-. 109 y sigs.
( 44) Michde Federico Sciacca: Reflexiones «inactuales» sobre el-his­
toricismo hegeliano, Madrid, Fundación Universitaria. EspañÓla, 1175, pág. 17.
1245
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOW
pecialmente la masa amorfa de individuos, teóricamente iguales,
sobre los

que
opera la raciooafüoción social; y es obra de las
mentes que
dominan los órganos del

Estado
y que así monopolizan
toda la res "'gtl"11S.
De ese modo, «los demás», la masa amorfa de individuos, queda
inmersa en la res extensa, objeto de manipulación. U go Spirito ( 45)
explica y-trata de justificar fa manipulación de los hombres, como
fruto
del cambio
completo de
la
concepción misma del

hombre
producida
en virtud del desarrollo operado desde

hace un siglo
en la
nueva
psicología eicperimentad y en las demás ciencias humanas que
de
ella
se han derivado.
El
hombre es colocado, por ellas, en un «nuevo puesto cósmi­
co», significativo
de < virtud del cual el sujeto se objetiviza en infinidad de centros y
permite ser estudiado cientificamente · en las infinitas, relaciones que
lo
ligan a
todo».
Con lo cual, en cada uno de esros centros, viene
a formar
parte de la res extenst> como objeto del estudio de la
res co,gitans de sus examinadores.
A

juicio
. del mismo Spirito, «esa· revolución copernicana»,. en
un
mundo
humano, «permite mirar al hombre como un

objeto
trans­
formable, e incluso transformable científicamente. Cuando el suje­
to se convierte en objeto, puede ser m que vale para el

objeto.
Sólo entonces

se le
puede estudiar
en sus
estructuras y en su funcionamiento, intervinimdo en el proceso dé
un mecanismo que poco a poco se va revdando. De aquí han sur­
gido, en
loo últimos docenios; dos nuevos ideales cientificos que
están
infomiando las

-tentativas
para alcanzar grados más elevados
de

actividades
· humanas: fa cibernética y la transformación bioló­
gica del individuo» ... , «interviniendo en su proceso de desarrollo
desde las
primeras manifestaciones

del embrión>>.
Pero esta
consideración del

hombre, como objeto, no
se reduce
a

contemplarle
en su dimensión individual,

sino que
_alcanza más
fácilmente sus comportamientos colerovos a partir de la-prepae
ración de SU: conciencia.
(45) Ugo Spirito: «p. cit., págs. 39 y sig,s.
1246
Fundaci\363n Speiro

DE LA FILOSOFIA FOUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
La preparación de la conciencia colectiva se realiza ( 46) a
través:
-de la estatificación de la enseñanza, alentada con el señuelo
de
fa igualdad de

oportunidades ;
~ del dominio de los medios de comunicación de masas,
-y de la dir..:ci6n de ocio.
Así se
realiza el
fenómeno que Georgi Schischkoff ( 47) ha
calificado de
<«nasificación dirigida».
Los planes estamles de enseñanza, en fa actualidad wplicados,
tienden

a
formwr ciudadanos abiertos a todas las ideas, pero

carentes
de rigor
para juzgar con profundidad los . grandes problemas y para
distingnir, por un
análisis crítico, lo objetivamente verdadero de fo
erróneo, en especial en las ciencias humanas. En una vacuidad
que impulsa a

la adopción de
slo gans superficiales, conclusione•
sumarias
y declaraciones estrepitosas y utópicas ( 48).
LQs medios masivos de información acumulan noticias que im­
ponen una determinada imagen de fos acontecimientos y les afiaden
un comentario «orientador>> hacia fa dirección

que en cada oportu­
nidad
interesa. Las imágenes, especialmente las emitidas por .medios
visuales, incitan a opinar más por motivos de sensibilidad que por
razonamiento.
La acumulación de noticias y opiniones, sin clasificar, ordenar
ni
analizar rigurosamente, da lugar a que, en genera,!, resulten
decisivas la opinión más comúnmente repetida o la actualidad o la
moda, que así configuran la denominada opinión colectiva ( 49),
-que, a su vez, viene influida por:
-los lugares comunes, que califica Jacques. Ellul (50) de «ba-
( 46) Cfr. nuestro volumen ldeologla~ praxis y mito de la tecnocracia,
3@ ed., Madrid, Ed. Mon.tecorvo, 1915, II parte, Sec. II, cap. II, págs.-79 y sigs.
( 47) Georgi Schischoft: La maJifkari611 dirigida, Madrid, Ed. Nacio­
nal, 1968, págs. 205 y sigs,
-(48) Cfr. Thomas Molnar: «L'américanisation des Universités fran~ai­
ses et de l'Eglise de France», en ltineraires, 131, marzo, 1969, pág. 249.
(49)
Cfr. Gustave Thibon: «La información contra la cultura», en Ver­
bo, núm. 43, marzo 1966, págs. 176 y sigs.
(50) Jacques Ellul: Ili/111.tion politiq11e, París, Payot, 1965, cap. VIII,
§ 11, págs, 233 y sig.
1247
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLBT DE GOYTISOW
se inconsciente sobre la cual construimos gloriosamente nuestras ideo­
logías e i,ncluso nuestras doctrinas» ;
- y
el lengttajé fundonal, que, según refiere Marcuse (51),
«sustituye
los
conceptos por

imágenes»,
< lo verdadero y
lo
falso, los establece, los impone», y da lugar a una cultura que
«no
puede llegar a

ser
democrática sino
a través de
'la democracia
de
mm;a)),
Llega un momento en que 'la opinión colectiva está tan viciada
y de modo tan generalizarlo, que incluso «somete el pensamiento
del

sabio a esa
opinión colectiva»,
como ya
había observado Simone
Weil (52), pues aquél «busca complacerla)>: «Lo que esa "opinión"
admite es
•clmitido por fa ciencia; lo que no admite es excluido.
No existe
n:ingún juicio desinteresado, pues caida especialista, por
el mismo hecho de· ser especialista, es un juez interesado»... «Una
tooria de

los
sabios; rechazada por fa opinión colectiva de su pobla­
ción,
es necesariamente estéril,

pues
nadie intentará desarrollarla».
Incluso los sabios «hablan demasimo a. menudo de teorías pasadas
de
moda. Esto sería escandaloso -----<:omenta Simone W eil-, si no
estuviémmos demasiado embrurecidos para ser sensibles a algún
escándalo».
9, Por ese camino, la ciencia polltica ha dejado de ser theor;a
en su estricto sentido, para convertirse' en uria poiesis que, primero,
fabrica mentalmente un modelo ideal y que, luego, estudia cómo
operarlo y
qué técuicas
deben
emplearse para ello.

Conse:uente­
mente, el
arte de la política se transforma en una praxis, guiada por
aquella
po;esis, que realiza una labor ráeionalizadora y mantificadora,
determinante de una nueva com:epción de la acción política que se
traduce
en un f«ere estru.ctu.ral de una sociedad e, incluso, de un
hombre nuevo, conforme rul ·modelo propuesto y que inevitablemente
produce:
-

Una operatividad
-adonalizadora y cuantificadora--del Es-
(, 1) Marcuse: L1 homme uniJimensianel, París, Les ed. du Minuit,
1968, cap. IV, _,págs. 110 y sigs.
(52) Simone Weil: Venracinement, París, Gallirmard, 1949, pág. 219.
1248
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DE LA FILOSOFIA POUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
tado respecto de la sociedád, extendida en tod°" los ámbitos, que
tiende a conducirlo al
lotal#arismo.
- La masificación social, objeto de aquella operatividad, diri­
gida
a: la homogeneización, la t;b,ración de las vie¡as ataduras y
la superación del estado de necesidad.
El Estado oo convierte en <>, en un
< individuos de sus vínculos naturales, los uniformiza, convirtiéndolos
eo administrados y en asegurados sociales, y nos va conducieodo a
ese nuevo totdlitarismo, eotrevisto hace un siglo por Tocqueville (54),
profetizado
por AdoJf Huxley ( 5 5) y descrito en el actual modelo
sueco por Roland Huntford (56), en una sociedad de masas vis­
lumbrada por Ortega
y Gasset (57).
Esa praxis raciooalizadora, opera.da mediante la cuantificación,
produce
en el Estado el surgimiento de una nueva clase: la tecno­
cracia, capaz de utilizar los mejores adelantos técnic°" para p!ani,.
ficar centralmente todas

las actividades sociales,
y que supone una
concepción ideológica del mundo que admite la .mecanización diri­
gida
centralmente por unos
cerebros capaces de

impulsarla
del. mo­
do
más eficaz (58):
-preparando la conciencia colectiva, y
-desmontando la real/dad, pieza por pieza, para reconstruirla
conforme di modelo prefabricado.
(53)" Gonzalo Femández dé la-, Mo~a: Del Estado ideal al Estado· de
razón, VI, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales -y Políticas, i972,
págs. 95 y sigs.
(54) Alexis de Tocqueville: De la démocratie en Amérique, ect defi­
nitiva bajo la dirección de J. R. Mayer, París, Gallirmard, 1961, Lib. III.
cap.
VI, págs. 324 y sigs.
(55) Adolf Huxley: Le Mei/leur Je1 Monde1.
(56) Roland Huntfort: Le no11vea11 totalitari1me. Le paradfr- 111edoiJ,
cap. XV; dr. ed. francesa, París, Fayar4, 1975, págs. 241 y sigs.
(57)

_ José
Ortega y Gas.set: La rebelión de las masas, cap. XIII;
cfr.
ed. Madrid, Revista de Occidente, 1954, págs. 105 y sigs. Véase también
nuestro libro
Sociedad de masa.r y Derecho, Madrid, Tau.rus _ed., 1969, I
parte,
cap. VI, 55, págs. 225 y sigs.
(58) Cfr. nuestro volumen ldeologla, praxis y mito de la tecnocracia,
JI parte, secc. III, págs. 189 y sigs. y secc, IV, pá.gs. 213. y sig.
1249
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
Las principales consecuencias producidas por esta operatividad las
constituyen,

hoy:
-
la califica de rebelión de las cr,sas (59);
- el deterl(Jfr, individual y sucia/ ( 60),
- y el arena.zamiento de la sociedad por un totalitarismo estatal
jamás imaginado (61).
En efecto, mientras la homogeneización se realiza masificando
a
los

súbditos
más y más, resulta que sus viejas ataduras son sus·
tituidas por ,las que impone

la
dmmnación del Estodo que
asume esa
tacionalización, y, al hacerlo, nos sujeta a nuevas servidumbres, de
cuya < ramos.
Georges Pompidou tras su experiencia de muchos años como
jefe
de Gobierno y presidente da fa República francesa, lo ha con­
fesado en
sus memorias (

62) :
«en el mismo

momento en que el
individuo se siente libre y se
libera. de

las obligaciones y represiones
tradicionales, se construye una
móquina técnico-científica monstruo­
sa, que puede reducir a la .esclavitud a ese mismo .individuo, o des­
truirlo de la noche a la mañana. Todo depende de ,los que tengan las
palancas del mando».
10. A
lo largo de lo que venimos analizando hemos compro-
bado

que las técnicas,
artícuJadas en

la ciencia polltica moderna y
puestas en
práctica por el vigente arte de la polltica, han producido
como principales
consecuencias:
a) La sustitución de la búsqw,da de la verddd como expre­
sión de la plena realiddd -estática y dinilmica- del mundo, por una
vuluntdd u¡,erativa que trata de cambiar el mundo y al mismo hom-
()9) !bid, 11 parte, secc. IV, cap. 11, págs. 219 y sig¡;.
(60) Cfr. nuestro vol. SocieJaJ ile ma.ra.r y ... , cit., I parte, cap. VI~
,o, págs, 191 y sigs.; e Ideologia, p,axi.r y mito de la •.. , II parte, secc. III,
cap. m, págs. 199 y si¡¡,.
(61) Sudedml de matat cap. últ. ci~ 55, págs. 221 y sigs.
(62) Georges Pompidou: El nmlo gorJiana, cap. final; cfr. vers. en
castellano, Madrid, Sociedad Hispano Americana. de Ediciones y Distribu~
ción, S. A., 1975, pág. 158.
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DE LA FIWSOFIA POUTICA AL «CIENTISMO» OPERATIVO
bre; de rehacerlos mediante la racionalización cirotífica de todo,
con el empleo de las
más depuradas y eficaces técnicas de cuanti­
ficación
social, a fin de fabricar un mundo nuevo y uu hombre nue­
vo. Y, aun cuando los
resultados escapan al proyecto y al control,
se estima ( 63) que «lo desconocido de la reforma es preferiblf! a los
inronvenientes que deriwm del inmovilismo».
b) El exilio de las causas furmales y de las causas finales, en
el
orden de las cosai, ( en sentido amplio, compceosivo del espíritu,
las cualidades y las sociedades humanas). Esas causas, que eran con­
sideradas, teóricamente, por la metafísica y, prácticamente, por la
jt1slicid general y la prudencia política, son her sustituidas por la
eficacia en el empleo operativo de las causdS eficientes, estudiadas
por la ciencia y aplicadas técnic-ente, en una política de domina­
ción del mundo
y de estrw:!turaJción de la sociedad.
e) La imposición del totalitarismo estatal, pues el Estado ha
transforoiado en absututo su poder, al emancipa,se de toda norma
religiosa
y natural que Je trascienda y al conv:ertir el derecho en ema­
nación suya, y
lo ha hecho totalitario en cuanto abarca todos los ám­
bitos de la vida y abso los progresos
de la técnica y apoyado en la tecnocracia, con lo cual
el pueblo se transforoia paulaltinamente en m<'Ia amorfa y malea­
ble (64).
Con ese profnndo cambio de conceptos, la tarea de legislar ha
dejado de ser un
legere del buen orden de las cosas, atendiendo a lo
que son en sí mismas y a sus consecuencias, y se ha convertido en
un facer, ( 65) de normas que no son sino instrumentos del propio
Estado para la realización de los cambios, innovaciones y reformas
de
estructuras, en

una permanente revolución sileociosa,
hasta la
(63) Frantois Bloch-Lainé: Po11r une réforme de l'enlreprises, París,
Ed, du
Seuil, 1963, págs. 12 y sig.
( 64) Cfr.
nuestro estudio «El hombre ante el totalitarismo moderno.
Líneas de defensa jurídico-políticas», Verbo 124-125, abril-mayo, 1974, págs.
387 y sigs.
(65) Cfr. nuestro cita.do estudio «Del legislar como legere a legislar
como facere», en Ver-bo 115-116, págs. 507 Y sigs., o en Contemplación y
Acción, págs. 81 y sig5.
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JUAN V ALLET DE GOY-TISOLO
reali2ación de la idea propuesta como objetivo. Y a no se trata de
discernir lo adeg,Jado ail bien común1 s_ino de imponer la rt:ón de
Estado, mediante la ley. lista, de ser una regla de prudencia, que
trata de
adecuar a su hipótesis una regla de medida de justicia, ha
pasarlo a

convertirse en
un instrumento eficaz, causa eficiente de la
liberax:ión y la homogeneización social, coactivamente impuesta des­
de el listado, para la realización de una idea de macrojusticia mera­
mente estructural. (
66).
11. listas consecuencias confirman que, por un proceso impla­
cable, el desarrollo político, produddo por el cientifismo
y la opera­
tividad tecnocrática, conduce
necesariamente al totalitarismo estatal,
cualquiera que.
sea el ~gimen político, dictatorial o democrático.
Es algo que no
esca,¡,ó a la experiencia política de Georges Pom­
pidou
(67) al.~ su alarma ante el n11do gordi"110 en el que
nos hallamos envueltos. Su
voz resuena póstuma, multiplicándose
con el
eco de . su confrontación con las nuevas realidades.
Los intelectuales, cuando · nos sentimos incapaces de hallar la
solución, o
.si comprendemos
que ésta resulta
irrealizable, admití,
mos

tan sólo, como último
recurso, que
un Alejandro Magno
corte
de

un tajo
el nudo gordiruno.
Preferimos, por cuestión de prindpios, hallar y mostrar un mo­
do pacífico de deshacer ese nudo.
Lo primero que es necesario, cuando se trata de deshacer cual­
quier embrollo, y tanto .más cuanto más apretado y anudado esté,
consiste
en· llegar a entenderlo completamente, para saber así por
dónde debemos
comenzar

a desligarlo
y desembrolla.do.
Ese nudo gordiano, en el .que polítliq¡mente . noo hallamos atados,
ya comenzó a
liarse y ligarse en una encrucijada filosófica. con fuer­
tes
implicaciones políticas y jurídicas. En ella se desvió la filosofía
( 66) CTr. nuestro estudio, «Revoluci6n, historicismo y tradición en el
hallazgo, conservación y progreso del Derecho», 15, en Verbo 128-129, págs.
1049-y sigs., o en Revolt1ci6n, Conservadurismo, Tradici6n. Actas de la XII
Reunión de amigos de la Ciudad Cat61ica, Madrid, Speiro, 1974, págs.
193 y sig.
(67) G. Pompidou: oP. cit., cap. final, págs. 155 y sigs.
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jurídica y política, que se metió en un laberinto que se ha ido ce­
rrando, hasta atenazamos,
convirtién.dose en el nudo gordiano que
nos envuelve

y está
asfixiándonos coo ese nuevo
totalitarismo
cada
vez más absorbente. Ahora bien, como ha afirmado el
profesor de
la Sorbona de
París
Michel Villey: «Cuando se ha equivoca:do eJ camino, y se ha
llegado a un atolladero ( ... ) , mejor que
perderse inútilmente
en
las fragosidades de la derecha o de
la izquierda, es preferible volver
atrás hasta la encrucijada. Es decir, en· nuestra actual situación, lo
más corto puede ser que nos remontemos hasta el gran debate filo­
•ófico
de la escolástica medieval en el momento decisivo de la
elección entre Santo Tomás y Ockam, cuando el nominalismo y el
realismo cruzaron sus espadas» ( 68). Aunque, a su juicio, la mayor
parte de
nuestros filósofos «prefieren avanzar

en la línea
trazada
por

la filosofía moderna»
y as.! «practican la huida hacia .adelante,
esclavos del

prejuicio moderno»,
entiende que lo mejor para los
juristas sería «remontar la historia hasta el siglo en que se operó
esa revolución a esa encrucijada en que los modernos -<:oncluy.,_
se descarriaron y

volver al
camino del rea!ismo 'clásico que,

equivo­
cadamente, abandonaron» (69).
(68) Michel Villey: La formation de la penJée ¡u,idique moderne, cit.,
Lib. II, Conclusión, págs, ·269 y sigs.
(69) Ibid., Lib. V, Conclusión, pág. 707.
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