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Número 169-170

Serie XVII

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El Estado moderno contra la familia

EL ESTADO MODERNO CONTRA LA FAMILIA
POB.
JERÓNIMO Cm!DA BAÑULS
No hace demasiado tiempo, Gil Moreno de Mora publicaba un
artículo en el periódico Et AlcJzar (1) ron el tirulo de «I!l cambio
de

la
célula socia:I de l:>o.s<®-; alll comenta que en el núméro del 30
de

agosto de
1969 de la. revista francesa Entreprüe ha leído 1lll ar­
tículo titulado
«Certidumbres e hipótesis para

los
años 70»,

en
el
que textuallmente se dice «la batalla rendrá lugar alrededor de la
empresa. Esta es la célula de
base de la sociedad moderna... El orde­
nador
electrónico se

!habrá
convutido en el veixladero corazón

y
sistema de

las empresas y,
en general,

de todas las
actividades huma­
nas»,
señalando Gi!l Moreno de Mora

que
«en ningún
lugar semen­
ciona
a la fami1ia, que

se da
por definitiwmente desplazada y sus­
tituida en su p>pel de célula fundamenticl de la sociedad, por la em­
presa, nueva c61.u!la de base, regida por el ordenador electrónico ...
La
civi1ización de la @npresa es la que ha recib1do la bendición ofi­
cial de los tecnócratas que
hor dominan los Estados ... ».
El dato sobre esa
especie de
muerte de
la familia no

es único;
nn año antes, en el XIII Congreso Internacional del Notariado Latino,
celebrado en

Barcelona, en
septiembre de
1975,
a:! debatirse una
ponencia sobre «Hijos ilegitirnos», pudo

oírse a algún
delegado ex­
tranjero, referirse a la familia. «como una institución jurídica muer­
ta que ha pasado a la Hisl'oria ... ».
Todas estas· afirmaciones, lo único que ofrecen de nuevo es el su­
poner que hemos llegado o estamos llegando a esa

meta necrológica
de
'la insl!ituci6n familiar; porque, ya hace siglos que esta meta se
(1) Madrid, 27 de agosto de 1976.
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Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BAfWLS
persigue por toda una serie de corrient ""'o/or o

en
menor grado, han venido a integrar eso que se llama el
«Estado moderno».
La concepción del liorna.do Estado moderno, es la concepción de
un
Estado -totallta.rio. M a.fii:i:ma.r esto, no 'riie fijo solamente, ni mu­
cho menos, en e!l condenadísimo Jlsta.do OJ1Zi, ni en los Estados co­
munistas y socialistas, de los que hay un abundante muestrario en
este
siglo
xx; me refiero, ante todo y sobre todo, al Estado liberal
que
"' la

fuente
de donde todos aquéllos proceden.
Parece
qne el­
linillllll, con aquella Minición de «'Iodo en di Estado, nada fuera
del
Estado»; el
término no

tiene
mayor antigüedad, pero la ideolo­
gía

sí.
Ant tadura del proletariado», mejor dicho: «sobre el proletariado», pla­
nificando fa nueva sociedad a la espera de qu" la evolución cien­
tífica
nos traiga aJ hombre nuevo, que, inexorablemente, aparecerá
como producto d!ll materialismo dialéctico, descubierto y profeti­
zado por Carlos Marx; y antes que .Carlos Marx, están sus maestros
flegel
y Fichte y .toda la escuefu raciona]ista. Para Fichte, por ejem,.
plo, «los iodividuos están sometidos al poder absoluto del Estado
como
d efecto a la causa». Y para asombro de muchos libera:les de
última ,hora, ah! . están los textos del pontífice del Liberalismo,
}Wll11 Jacooo Roussesu: las cláuswas del contrato socia! «se red=
todas

a
una sola, a saber, /,. enajenación /(!tal de cada asociado con
tr,dos sus derechos a toda /-, comunidad... Además, haciéndose la
enaj,enación sin reserw, la unión e; tan perfecta como puede serlo, y
niogún asociado tiene. ya trada que reclamar... .cada miembro como
¡,arte indivisible del todo ... cw¡lquiera que rechazase obedecer a la
voluntad genera! será obligado a ello por todo el cuerpo, lo que no
significará otra cooa sioo

que
se le fo.-zará " ser libre ... » ( 2).
•Locke, que es el padre da! ~a,lli¡mo democrático, ya noo ha­
bía ,dicho que, puesto, que las ideas no tienen una validez objetiva,
no
pueden erigirse eh norma para el Estado; su norma será la vo-
(2) El &"ontr4to .rocial, I-6.
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EL ESTADO MODERNO CONTRA LA FAMILIA
Juntad-de la mayoría. Esta es la consecuencia que-saca del subjeti­
vismo raciooa,lista de Descartes.
CWllldo Lutero sacr.tlizaba
a loo -Príncipes y Maquia"lelo, antes,
hablaoo de la «razón de Estado»; estaban sentand9-las beses del to­
talitarismo del Esta Alvarez
Turienzo _(3) escribe: «En el fondo-de la cuestión, bu·
c~-do en sus connotaciones . metafísicas, el totailita:rismo hllflde sus
raíces en una visión cósmica de tiipo monista ( morusmo) y po,r tanto
raci,;,,aJista ( raciooaliomo) y en general materialista (materialismo).
El Estado es un organismo, un movimiento vivo... El nuevo Estarlo
se presenta como un Estado ético, con todos los =• para con­
figurar al hoo:í>ra del futuro... Es ca:si una nueva religión, con sus
dogmas, su

culto
y su ritual». -·
Vegas Latapie
(

4)
atlifiai. de «primer ~o de totálitarismo
comunista)> al régimen jacobino, especialmente el de Robespiérre,
semejante a Lenin, segúnlos documentos que extrae de la obra de
Taine (Les origines Je ¡,. France comem¡,oraine, edición 33, voL
VII, págs. 85 a 195).
Spengler ( 5), después de afimlar que «el bolcheviSll!lO tiene su
hogar en fa Europa Oa:idental», ·expHca: «la democracia del si•
glo XIX es ya bolchevismo. Sólo que no poocia _ aún el va:lor de sos
últimas consecuencias. Desde la torna, de la Ilastilla y la guillotina
promotora de la igwddad general, hasta fos ideales de las barricadas
de 1848, el año del Manifiesto Comunista, no hay más que un paso,
y
sólo otro desde oote último punto al derrocamiento del zarismo de
estructura occidentaJ. El ,bolchevismo no nos amenaza ya, noo rige,
Su
igwddad es la equiparación del pueblo a la plebe, su libertad es
la liberación de la rultura y de su sociedad».
La base del totalitarismo estatal se nos presenta con el dogma de
la
soberanía ahsoluta, monárquica o popular, con su vieja definición
de
que (3) Eaciclopedia Ge,, voz «Totalitarismo», pág. 620.
(4) Consideraciones sohre la democracia, Madrid, 1965, pág. 241.
(5) Años decisivo,, Espesa-Calpe, Madrid, 1936, pág_ 88.
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!BII.ONIMO CERDA BAEWLS
es un monarca, como si es un Parlomemo. Si el &tado es la única
fuente del
derecho, ¿qué podré alegar frente a él?
Antlgona
"1egaba. la Ley Eterna de los dioses que le autorizaba
a enterrar a su hemiano, frente a la orden del Rey, pero si no hay
Ley Eterna de los dioses; si no hay un Derecho absoluto, un Dere­
cho natural, ra2ón y voluntad de Dios, no h alguno. ·
El liberalismo establece el poder absoluto de la mayoría y lue­
go trata de conseguir un gran margen de libertad, estableciendo su
política de Estado del farnow i, con lo que, sin duda
alguna, evita .Jgunas consecuencias totalitarias

al no
hacer, pero
que
a
su vez provoca innumerables opresiones políticas y económicas, por
no hablar de 'las religiosas; pero el principio de la soberanía de la
mayoría
estaba sentado: las conS
las
sacarían los

socialis­
tas en cuanto pudieran.
Ya lo advirtió· Donoso Cortés (6): «La escuela liberal no ha
hecho otra cosa sino

asentar
las premisas que van a parar a las con­
secuencios socialiotas, y las escuelas socialistas no han hecho otra
cosa sino sacar las consecuencias que están contenidas en las pre~
misas · liberales. Esas dos escuelas no se distinguen entre. sí por las
ideas, sino por el arrojo ... , el socialismo lleva lo mejor de la batalla,
y

que, en definitiva,
suyas son las palmas de este combate».
Fácil

es de ver
en todas las corrientes racionalistas que

no sólo
prescinden de
la divina Revelación, puesto que son ateas o agnós­
ticas, sino qne prescinden de
la propia realidad de las cosas, qne,
con
arreglo
a la máxima :kantiana, no les interesa conocer, sino domi­
narla y
transformarla, arrumbando la tradición histórica,

de cuyo
magisterio
prescinden, porque en

frase de Marx, que salpica a todo
el progresismo
modemo, «sólo el cambio es

real» ; no hay esencias,
«todo cambia»,
como clocía Heráclito,

y en
ese continuo
fluir, no
hay verdades eternas; es el hombre el
que se

las construye desde su
sulx:osciente
i( inmanencia.) ; todo · avanza y se transforma, no hay
camino, «se hace camino al andan> (historicismo) ; no hay vida, ni
eterna ni temporal, sólo Ull1llS fuerzas materiales enfrentadas entre
( 6) Ensayo sobre el catolicismo. Colección Austral, -pág. 179.
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EL ESTADO MODERNO CONTRA LA FAMIUA
sí ( materiailismo dialéctico) ; por eso, al ijue afirmó que «El era · el
camino,
1a verdad y la vida», se intenta dejarlo redncido simple­
mente a un < Se impone dar un giro copemicano, en el sentido inverso al que
dio
Kant, y

volver a
~a realidad de hs cooas ; apartar la vista de
nuestroo sueñoo transfoon,jstas de la realidad, para conocer esa rea­
lidad,

tan despreciada
por la soberoia huma.na; hay que vivir en la
realidad, ver las
cooas como

son; como dice Sheed (7) :
«sensatez
ante todo»; sensatez, de «sen» y «satis», es el sentido o juicio bas­
tante, el que se precisa, el prudente.
Vivimos una época que se dice humanista ; más todavía: antro­
pocéntrica. Todo es hablax de loo derec!hos del hombre, peto este
hombre es una auténtica abstracción. El
Estado liberrul no sabe, ni
quiere
saber, lo

que
es el hombre y pa:ra qué vive; si se lo pregun­
tamos a

sus
ley.;. o a sus órg&11105 de gobierno, la única respuesta
que, quizás puedan damos, es «que
vivimos en
una
democracia libe­
ral

:
ca más le guste y conforme a sus enseñanzas mantener sus propios
puntos

de vista: que
el hombre es mareria o

espíritu, o ambas co­
sas a
la vez, o ninguna de elias». Eso no /e interesa al Estado que
es
completamente neutral;

El Estado no
. sabe
lo que
es el hombre.
El

herrero
sabe lo

que es
el hierro, el marmol.ista conoce lo que
es
el mármol,

peto
el Estado Moderno, que dice que quiere defender
los derechos del
hombre, que lo reglamenta y manipula, no ~abe lo
que
es el

hombre,
ni .Je da a esta ignorancia la más mínima im­
portaincia; quiere educar ail hombre y procfama obligatoria la edu­
cación,

intentándola absorber so pretexto de una igualdad de opor­
tunidades;
es una

cosa que
juzga absolutamente necesaria, porque
educar es

preparar
al hombre para ,la vida; pero no sabe para qué
vive el
hombre, ni le preocupa esta cuestión .. Sheed dice: «he Ila~
mado a esto grotesco y todavia he sido demasiado indulgente» (8).
Las democracias occidentales, con un enorme poso cristiano de
(7) Sociedad y sensatez-Herder, 1963, pág .. 8.
(8) Obr. k:it., pág. 10.
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JERONIMO CERDA BANULS
veinte siglos, tienen aJ!guna noción de fo que desean los hombres y
dicen que tratan de ajustarse a los deseos de la ~a,y en di­
versas cuestiones suelen hacerlo; otras veces, con sus poderosos me­
dios, crean-o estimulan esos deseos de la maroría, o fabrican la. mis­
ma mayoría y hasta la engañan.
Pei:o
todo este juego liberatl, esos respetos reales o supuestos, no
le
importan a un Carlos Marx, porque él es un matdmátiro y no
un
sociólogo; él hace tabla rasa de todas las desigualdades hulrul.­
nas y, desde su gabinete de trabajo, aplica el deterlllinismo y la ma­
temática,
después de haberlo reducido todo al común denominador
de

la materia, cuyas leyes
cree haber descubierto, y formula la so­
ciedad 'sin clases. Lenin, al menos, se dió cuenta de que fa so­
ciedad sin clases. no se ad&¡$ha a:! honibre, para cuyo grave proble­
ma buscó una solución: ¡cambiemos a este hombre por otro! Los
gra!ldes socialistas -escribe (9)-, al prever el advenimiento de la
sociedad sin
clases, presuponen

un
ser distinto

del hombre corriente
actual».
El gran humorista Bernard Shaw sentenció: «Si la raza
hum,na
no sirve, la ru,tura.leza tiene que intentar otra ei,periencia».
Seguimos con la lógica al revés: en vez de buscar una socilld,id y
un llstado que sirva para el hombre real, tal cual es y según sus po­
sibiJidades rea.les, se elocubra una nueva sociedad para un tipo de
hombres, de raza desconocida, que ,Jes sirva esta sociedad; raza, sobre
cuya
a,pa.rición, debiera admitítsenos, al menos, una

prudente duda.
'J;odo esto es .un conjunto de insensateces-, pero con estas insensa­
teces estamos viviendo hoy dfa.
Si sensatamente miramos a la realidad, veremos a los hombres
concretos vivir,

y sin
sauirnos del plano de ·1a naturaleza, comproba­
remos, experimentalmente,
que cada . hnmbre concreto tiene una rea­
lidad
material,

que
llamarnos . cuerpo, con unas necesidades mate­
ria.les, y una realidad inmaterial o espirilull.l, que llamamos alma, con
unas necesidades· también iru:nateriales; a nadie se le orulta que, en
cada hombre, hay carne y huesos y adem,s hay pensamientoo, pre­
ferencias
y querencias, y que si bien lo ,material delimita, en cierto
(9) Marx-Engels-Leninism, pág. 182.
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EL ESTADO MODERNO CONTRA LA FAMILlA
modo, a lo espiritual ( el cueipo, cárcel del atlma, que dirán nues­
tros misti<;os), es lo espiritual lo que gobierna a lo material, hacién­
dolo su instrumento, más o menos dócil, formando la materia y el
espíritu

una unidad con influencia
recíprocas; vemos a cada hombre
proponerse metas o fines y buscar y poner los n,edios adecw,dos
para
alcanzarlos.

La
misma realidad nos

muestra que los hombres
no han
existido siempre y la ciencia les dice a los estudiosos que la
materia es temporal, que
h• tenido un principio y que tendrán ne­
cesariamente un fina1, lo que coincide con nuestra apreciación del
carácter pasajero de

todo lo que
vemos. Esta realidad natural se nos
muestra ordenada, y es un orden inteligente, que no se debe al hom­
bre, porque
es anterior
a
él y el hombre se limita a descubrirlo;
tampoco se debe a [a materia, que no es inteligente y la materia
no está sujeta a

un determinismo
absoluto, según noo enseña la
ciencia.
Entonces, la propia realidad natural nos esta =trando qw, exis­
te
otra realidad por encima de ella, · que llamamos rea1idad sobrena­
tural o Dios.
El hombre

es
criatura de Dios,. vive inmerso en el plan y en
el orden de Dios y ainiina hacia Dios, que. es su fin último y su
Juez Supremo;

sin ello, nada tendría sentido;
y el caso es que todo lo
que existe, según podemos apreciar, es una obra inteligentemente reali­
zada. Dios es
la· única eioplicación coherente
de la
realidad y, por
tanto,
de fa realidad humana. ·
En

Dios ha creldo toda la
humanidad, a lo largo de su historia;
ejemplos
históricos, como las pinturas "de AltaJrura, nos muestran a
un
hombre inteligente,

grandiosamente artista
y prolundamente re­
ligioso.

Esta permanente creencia humana nos muestra, de
inn,ediato,
la aptitud de la naturaleza del hombre para darse cuenta de esa rea­
lidad sobrenatural, lo que no impide que haya hombres que no
quieran usar de
esa aptitud, como los
hay
que no quieren usar
de
otras aptitudes.
«Desde la

creación del mundo
-dice San Pablo (10)-, lo
invisible de

Dios, su
eterno poder y su divinidad, son conocidos
(10) Carta. a los Romanoo, 1-20.
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/BRONIMO CERDA BAiWLS
mediante fas criaturas, de manera que son in=usables», y llamamos
la atención de que, San Pablo, en esta frase, constata un hecho, en un
mundo pagano, que
aún

no ha conocido la
Revelación cristiana.
Pero,

además,
Dios no se ha desentendido de
su obra:
Dios
se tevela a los hombres

y
especialmente se
ha revelado por
medio de
Cristo:
el Hijo

de
Dios hecho hombre; esa Revelación ha ido sien­
do cooocida por
una parte importante de hombres, que la hao acep­
tado,

comprobando su
veracidad y

su bondad, y
hao ido constru­
ymdo una civilización sobre sus bases·, que, justamente, es la más
importante de toda la historia de la humanidad; ahora, y desde den­
tro
de esa misma civilización, se la quiere destruir para... ¡susti­
tuirla por otra que no sirve a
los hombres del presente pero que,
se dice, servirá a unos hombres distintos, que ya
aparecerán, no
sabemos cuándo! ¡ Esto es deliciosamente ahourdo, sino fuera tao
trágico!
Sigamos con
fa realidad; ese hombre, que todos conoceUI06 y que
se propone fines, ri.ocesita, pera · muchas cosas, asoci~. éo.n otrcis
paxa alcanzarlas; por eso decimos que es sociable por. naturaleza,
ya que,. determimi.dos bienes, sólo ,los alcanzará asociado con

otros.
Si
llamamos bien

a todo aquello que Je
reporta perfección al hom­
bre,

esa
perfección serla incompleta, y, por tanto •ho sería perfección
si el hombre

no se
asociase con otros para conseguir aquello que de­
manda su
natumleza y que no
puede
cooseguir por si solo; pero esa
asociación no abarca a todo el hombre, puesto que Jo que éste pue­
de consegwr, por sí solo, no es cometido de esa asociación el rea­
lizarlo, ya

que
los medios

para conseguirlo
están en_ el hombre mis­
mo; as! la sociedad no puede pensar por mí, ni querer, ni decidir,
como

no
puede digerir o

dormir
por mí, ni, por descontado, engen·.
drar a un nuevo hombre, si no
es con
un óvulo,
que es una

parte de
una mujer,

y un
esperma, que es una parte de un hombre. Por eso
dice Santo Tomás

(11) que
«el hombre

no se ordena respecto a la
sociedad según l"-c totalidad de su ser», ni es; por tanto, parte de
,¡lla como la mano es parte del cuerpo, ya que no serla mano si -no
(11) Summa, 1-2, q, 21, a. 4, tid, 3.
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EL ESTADO MODERNO CONTRA LA FAMIUA
tuera parte del cuerpo; se es parte de la sociedad de un modo acci­
clentoil (12).
La sociedad está sólo para. remediar las insuficiencias del hom­
bre,
consiguiendo el

bien que,
por · no ser pmona:lmente alcanzable,
se llama común,

porque es
el bien de todos los asociados, que se
solidarizan
para. su consecución; y esto mismo marca su límite: la
socwdad es subsidiaria, no puiliendo pretender alcanzar los bienes
partiruiares que cada persona es capaz de conseguir por sí sola y ·
con

sus propios
medios.
Hay

un texto muy claro en
la Constitución Gt'11di«m et spes del
Concilio Vaticano JI (13): «Los hombres, las familias y los di­
versos
grupos que constituyeu la comunklad civil son conscientes
de
su propia insuficiencia para. lograr una vida pleuamente humana
y perciben la necesidad de una comunidad más amplia, en la cual
todos conjuguen
a diario sus energías en

orden a una
mejor pro­
curación del

bien
°común. Por
ello forman comunidad política se­
gún
tipos institucion"1es varios. La comunidad política nare, pues,
para busrar el bien común, en el que encuentra su justificación
plena
y su sentido y del que deriva su legitimidad primigenia y
propia. El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de
vida
sociail con

las cuales
,los hombres,
las familias y
las asociaciones
pueden
lograr con

mayor
plenitud y

facilidad su propia perfec­
ción>>. Pío XI

ya
h:>bía dicho

antes (14):
«no se puede quitar a los
particulares, para. transferirlas a la comnnidad, las atribuciones que
son capaces de conseguir por su sola iniciativa y por sus propios
medios».
Pero como es de ver, entre el hombre y la sociedad gerteral hay
unos cuerpos
intermedios o sociedades meriores, a

los que el
hombre
va empujado por su naturaleza,· para. lograr fines que sólo en esos
cuerpos puede alcanzar y respecto de las cuales, la sociedad generoil
ha de manifestarse tan respetuosa y subsidiaria como respecto de la
(12) Véase mi trabajo La socialización de los nacimientos, Speiro,
1976, pág. 11.
(13) 11-4-74.
(14) Quadragessimo flnno, 5, 38,
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JERONIMO CERDA BAEWLS
persona misma; y, así, seguía diciendo Pío XI: «igualmmte sería
comet.er una injusticia,-al mismo tiempo que perturbar de una ma­
nera muy dañosa el orden socia ferior, para confiarlos a una comunidad más vasta y de una categoría
más elev,ada, fas funciones que están en condiciones de cwnplir por
sí mismos. El objeto natural de toda intervención en materia social
es ayudar a loo miembros del cuerpo sociail, y no destruirlos ni al,.
sorber!06}).
Entre los cuerpos intermedios, orupa el primer lugar, impuesto
por la propia naturaleza, y es cosa que salta a la vista, la· sociedad
matrimonial y i)a familia, que es sociedad que nace de ella.
He dicho que
salta a la vista, pero por lo fflto hay ciegos, por
lo que se impone que acudamos, otra vez, a elxaminar la realidad
de las cosas.
Si miramos a la realidad persona,! de cada uno, vemos que entre
sus facultades, fuerzas o poderes, está el sexo, que es lo primero
que
diversifica a las persouas, diferenciándolas en varones y hembras.
Varón
y hembra: cada uno con su fuerza sexual, que por sí sola es
astérll, pero que si se asocian un varón y una hembra, engendran
u!la ,persona; ahora bien, como una persona es, un bien superior a
cualquier
otra. cooa, ,tenemos que el fin principail o superior, de esa
fuerza o •poder sexual, es engendrar, Noo hemos enrontrado con una
sociedad de orden natural, ron su fin propio principal y que, sólo
ella, puede conseguir.
Esta sociedad natural es n=:sariamenre estable, por exigencia
de su propio fin, porque, la persona engendrada, precisa de cuida­
dos en su cuerpo y en su ailma, l,a.sta alcanzar una madure<, que re­
quiere un desarrollo de va:rioo añosc de duración; la familia aparece.
entonces, como una especie de útero espiritual para loo hijos, sur­
giendo así una comunidad de vida entre el varón y fa mujer y los
frutos de esa unión, comunidad que no puede destruirse sin que
todos ellos

resulten
dañados; su destrucción es una frustración, un
fracaso, que siempre tiene un culpable. Ese culpable no debe ser el
Estado que rige la sociedad, ni ningún miembro de esta última ya
que
con ello
cometen un delito
ail dañar a esta sociedad natural ;
no
debe serlo

tampoco ninguno de los dos
esposos, ya que daña
H02
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EL ESTADO MODERNO CONTRA LA PAMIUA
también al otro y a los hijos; no dd:,en serlo los dos espo,os, aun­
que en ello convengan, porque dañan a los hijos, se dañan a sí
mismos y dañan a la propía institución matrimonial, que, si en un
caso se rompe, marca camino para romperse en otros.
Lo que tiene sentido es que, si la sociedad matrimoniail se ha
contraído libremeote, y por tanto válida.mente, para conseguir sus
fines, si Juego surgen obstáculos que hagan la convivencia difícil,
¡ lo ,que hay que romper son los obstáculos y no el vínculo asociativo!
Todo divorcio es un desprecio, unilateral o recíproco, y el desprecio
a
las personas no es ninguna virtud natural, no es ningún .bien,
ningún acto que reporte perfección: no es orden, es desorden; no es
una aa:ión, sino una «infra--acrión».
Esa sociedad, necesaril!meilte estable, es una sociedad de un va­
rón y de una mujer, no de varios; 1a pluralidad en una u otra par­
te, políandría o poligamia, es superflua y perjU!dicial ; también aqu.1
rige el principio de subsidiaridad, tanto respecto a uoa promiscuidad,
como
respecto a
la poliandría o
poligomia, ya
que sería pretender que
una
asociación más amplia cumpliera 'los fines para los que se basta la
asociación. de sólo.un va.rón y una mujer, que tienen en sí los medios
necesarios para alcanzar su fin; esas pluralidades son perniciosas para
el fin: hacen insegura la paternidad, no sólo en la poliandria, sino
también en la ,poligamia, como testifica que para salvaguardar la
poternidad, en

un
ambiente en

el que la intimidad cotidiana
está rota
por el favoritismo de cada ocasión o temporada, se encierra a las muje­
res en un harén
y se les pone eunucos de guardia; esas pluralidades
atentan

a la dignidad de
las personas, cosificándolas, y son obstácu­
lo

a
la armonía y paz familiar y a la adecuada educación de los hi­
jos; son aparimcia.i de comunidad, o-comunidades muy·procarias, apo­
yadas
en un poder absoluto del jefe que impide esa interdependencia
emocional entre
los miembros
de la familia,. que es la
más profunda
que
puede darse entre los hombres y que es el medio más fundamen­
talmenre imporowte,
para el logro adecuado de los fines de Ia ins­
titución familiar. Esas

pluralidades son un
mal que va desapare­
ciendo, pero que como todo mal, no acaba nunca de erradica:rse y re­
verdace, con otras apariencias, ¿qué es, si-no, el divorcio vincular,
si bien se mira? ¡Poligamia o poliandria suresivas!
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JBRONIMO CERDA BAfWLS
Cuando Cristo noo dice, recordán los dos una
sola c~>, no hace sino oertificarnoo la

propia
Ley
natural. Un contralto cualquiera puede deshacerse por mutuo disenso
de
loo cout:ratantes y todo queda igual qua ant... ( así se deshace
una
compraventa en

la
que pueden devolverse recíprocamente
la
cosa y el precio y dejarlo todo igual qua aint... de celebrarse el COU·
trato); esto ya vemos que es imposible en el matrimonio. En el ma­
trimonio
se crea una comunidad de afectoo, de intimidades y

de
vida, que llega

a la
unión de los cuerpos, por

lo que no es
posible
dffihacer
el vínculo, reintegrando a las partes a la situación previa
como
si nada hubiese pasado, ni en lo fisiológico ni en lo psico­
lógico; por eso, los casados no ,-soo., ya, dos, sino uno: una sola
ca.me, que funciona para todos los efectos de su comunidad como
una sola persona, ta:! como Cristo y su Iglesia, según .la expresión
paulilla.
Hemos dicho que la familia es como un útero espiritual para
los hijos,
porque en ella están .llamados a ,madurarse en lo físico
y en
lo espiritual, y mucho más en este último aspecto, ya que, si
der útero

materno
nace el hijo, con todos sus elementos fisiológicos,
su inteligencia
y su voluntad son meras posibilidades que · han de
fotlmarse y, quienes ·han formado su cuerpo, tienen el derecho-deber
de acabar
su

obra,
facilitáodolé una

plenitud
personal, para
lo que
están
especialmei,te dotados por

la propia
naturaJeza, pues,
aunque
no les acompañen los res-de la ciencia, el amor por sus hijoo
les

hace
buscar los Dlfldios, loo eligen y los \'igilan, y vuelcan sobre
sus hijoo un cúmulo de cuidados, de ejemplos y de virtudes que na­
die puede suplir, y nadie puede corregir a los hijos con la rectitud
de intención, el amor y la eficacia con que pueden hacerlo los par
dres. Ninguna sociedad puede acttiar adecuadamente en este terreno,
si no es
subsidiariamente.
Si la persona precisa poseer bienes, como medios a utilizar para
el logro de sus fines, y el Estado no puede d,sposeerla de los legí­
timamente

adquiridos, porque es tanto
como negar
a
la persona que
pueda cumplir

fines
por sí misma, privándole de su libertad (lo
que ya
reconocía el

propio
Prourlhon), al
dejarla
a merced
de lo
que quiera darle

el Estado,
del que
pasa a ser un
mero inSJtrumento,
1304
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO MODERNO CONTRA LA. FAMIUA
la familia. exige y justifica en mayor grado una propiedad privada,
como
base mat ción por el Estado de la. propiedad, so pretexto de hacerla común a
todos, priva a ,sra comunidad menor, ~ue es la. familia, de la. más
auténtica. comunicación de bienes que puede darse, con un uso in­
discrimiru,do
de ellos por todos sus miembros, cada. uno de los cua­
les dice, con toda naturalidad, <«ni casa.» «mi campo ... » ; todos los
miembros 'de
la comunidad familiar

se
sirven de sus bienes según
sus necesidades y los acrecientan según sus fuerzas y posibilidades,
y esto

es algo que jamás
podrá conseguir una sociedad más amplia, y,
por
ello,
/mucho .meruJ5 la sociedad general y el Estado que la. rige,
porqu¡, jamás tendrán sus miembros el afecto, la sinceridad, la in­
timidad, el sentido del deber
y el afán de perpetuación de que está
dotada la familia
por la propia naturaleza: la sooidaridad fami­
liar
es la más
perfecta que la realidad natural nos presenta, ocu­
pando la cumbre de las solidaridades sociales, que

se van relajando
según se va pasam!o a. comunklades más amplias, hasta llegar a la
comunidad internacional en la que cl víncuilo de solidaridad es débil
y Estado comunista que
comunique sus bieines con los demás.
Ni

son legítimos los
títulos que
el Estado quiere esgrimir contra
la persona,
ni son legítimos los que quiere €\Sgrimir contra la fami­
lia,
ni contra los demás cuerpos intermed:ios.
La persona tiene fines que, por sí misma, puede alcanzar y otros
no;
también la familia tiene ciertos fines para los que se basta a

imisma y, además, es la dJ!u!la básica y primaria, a través de la
cual la persona entra a formar parte de la sociedad general y en
otros
cuerpos intermedios,

definidos por el territorio, las personales
vocaciones, aptitudes
y preferencias y por una riquísima variedad de
circunstancias
materiales,
espiritu.Jes y de vida histórica, y en ello
cada comunidad
· más amplia ha

de respetar
la manera

de ser, los
fines y los medios de las más restringidas, ya que la
persona va
ampliando

los ámbitos sociales
para conseguir más, pero no para
perder o hacer imposible lo que se tiene.
La sociedad general, y el Estado que la configura jurídicamente,
ha

de darnos
el bien

común
general, pero
no puede
darnos el
bien
1305
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BAfWLS
común particular de caJa f!'l]Úlia o comunidad menor, que sólo
ésms pueden ¡,.IQL!l__ El Estado 1,a de permitir a la familia el
logro de sus propioo fines, resipetar sus medioo y ayuda:r • su couse-­
oución por medio de la protooción, y complemento que brota de
su dedicación al logro ddl bien común· general.
El
Estado no. ha creado a la. familia; ésta. es una institución na­
tural
y primaria . anterior, de hecho y de derecho, a otras formas
superiores de sociedad; de hecho, porque la familia nace de,! acer­
camiento espontáneo de nn varón y de una mujer y de la también
espontánea relación pernuwenre de ombos con los hijos que engen­
dran,
en .los que se pe"l"'Wan muchas ,de sus características fisicas y
psicológicas, todo lo rual . son reallidades naturales que <;;;tán ahí
para quien quiera verlas y en las. que el juego de la voluntad huma­
na
apenas es

algo
más que poner en mov1miento unas fuer:zas natu­
rales,
que

luego siguen
su propia trayectoria. Taimbién la familia es
anterior en el
da;echo, porque está inserta en el ocien natural que
fundamenta al

propio
Estado y que éste ha de respetar y cumplir en
su
ordenamiento po.,itivo: pero

este
ordenamiento, f el Estado mis­
mo, no pueden surgir, sin que <>ntes surjan las familias; en cambio,
sí que puede
pensarse en la existencia de una sola familia en el mundo,
sin que
exista el Eatado; esto es precisamente lo que nos relata el
Génesis.
Cicerón,
en frase muy repetida, nos dirá que la famillia es priri­
pium llf"bis et quasi semindrium reip11blicae. Pocos siglos más torde,
San Agustín ( 15) volverá a esta idea y nos dirá que: «así, pues, la
unión del varón y de la muj_er, por lo que toca al linaje humano, es
el semillero
de la ciudad; aunque sólo la ciudad terrena tiene nece­
sidad de
generación».
La familia no es sólo la fuente generadora de los miembros de
cualquier
otra sociedad, y por tanto de la sociedad general, sino que
la familia forma los hábitos sociailes del nuevo ser, porque, como
dice
Crubodevilla (
16) es
«el primer morco donde

se desenvuelve
su vida de relación, en ella aprende
fa pacífica conciliación de la
(ll) La Ciudad de Dios, XV, 16:
(16) Hombre y muier, BAC, 1960, pág. 469.
1306
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO MODERNO CONTRA LA FAMIUA
intimida:d con la socfahiliclad, de la conciencia de su propio ser con
la solidaridad
abierta. a. los

demás».
Generación y educación, consorcio de

toda la vida
en todos sus
aspectos; son funciones de la familia en las

que no
puede ser susti­
tuida y es vana pretensión del Estado tecnócrata, última manifes­
tación del racionalismo, el querer · empresa, COllllO célula de .base de la sociedad moderna. La empr .. a
es una unidad económica y, en el mejor de loo casos, puede también
cultivar otros valores sociales, como puede gell munidad humana, peto la empresa actúa en función de la produc­
ción de
bienes y de servicios y su existencia presupone la del hom­
bre, la de la familia
qw, la engen neral
y el Estado, en cuyo marco y orden se desenvuelve; por mu­
cha importancia que se Je quiera dar a lo económico, no todo es eco­
nomía, ni la oconomía -tiene sentid.o sin fa persona.
San Francisco de Sales sentenciará (17) : «La conservación del
bien del matrimonio es eo extremo importante a la república huma­
na,
porque
constituye la
fueote
y ralz de su existencia».
Y

siendo
las cosas

as!,
podemos preguntarnos, ¿porqué el Es­
tado Moderno
se lanza a una serie de medidas, más o menos disimu­
ladas, con grandilocueodas de libertad, que sabemos que, positiva­
mente,

van minando la institución familiar?
El matrimonio civil y su divorcio vincular, ·fundado sobre una
concepción
laica e indirvidualista del
convenio matrimonial, los an­
ticonceptivos,
el aborto, las pollticas antidenÍográficas, la moral per­
misiva, la pornografía
y la hOlllOSexualidad, la despenalización de
adulterios
y aroancebamieotos, la droga y la corrupción de las cos­
tumbres, la emancipación de fa mujer y la desvinculación de los
hijos, el ataque a la
propiedad, · 1a masificación social y un largo
etcétera de
medidas y tolerancias menores, pero abundantisimas, que
van
minando la
institución familia.r, ante lo cual cabe preguntarse
¿son

simples
consecuencias, lamentables
pero inevitables, de una
nueva concepción de la
llbertad y de la necesidad de asegurar su
(17) Introducción a la vida devota, III, 38.
1307
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BANULS
respeto por el Estado, pero que, en modo alguno, se quieren por sí
mismas, ni como agentes destructores de la familia,

o son
algo más?
La revista VERBO publicó, en el mes de abril, un trabajo mío
que titulo «La subversi6ir y la dest!rua:i6n de la familia»; allí recojo
textos, más que suficientes, de los distintos pensadores que vimen
configurando
el Estado moderno, que no

dejan
lugar a
ninguna
duda
acerca de sus propósitos : es la destrucción de la familia lo que
buscan,-y -la buscan, a su ve-,, para destruir· la sociedad.
Rousseau, Voltaire, Piccolo-Tigre, Vezinier, Marx, Engels, Ko­
llontai, Lenin, Reich, Marcase,_ Mao, etc., no han ocultado nunca
este propósito. Entre nosotros, Don Pablo Castellanos pronunciaba,
hará unos tres añOS, en la Complutense, esta frase': «el inatrimonio,
la familia, he aihí nuestro -enemigo al que hay que combatir»; y
en el acelerado
proreso en que vivimos,
Don
Felipe González ha
llegado ya a defender hasta el incesto.
Todo esto

son
hechos, que
se
podrán acepta.r o

combatir, pero que no se
pueden ignorar,

ni
inter­
pretar de distinto modo, pu.esto que media, con abundancia, la con­
fesión

de
¡,a.rte.
Es lógico que, si se quiere destruir la sociedad, se coomience
por

intentar destruir sus
pilat>es fundamentales. escrito

Martín
Rami con
la religión, que
se ha desarrollado-formalmente

en
todos las
sociedade.s».
Todo

esto, pues, no puede
extrañarnos, ni

hacernos
con­
cebir falsas esperanzas:
el ataque demoledor contra . la fomilia y
la religión tiene que seguir y acrecentarse, mientras se siga soñando
con una nueva sociedad,
La sociedad sin clases,_ la soci_edad de loo hombres iguale,, pe­
ro ... , jclaro!, los hombres no somos iguales más que en nuestra esen­
cia, porque en los demás: sexo, edad, fisiología, salud, fal'taleza, in­
teligencia, voluntad, apetencias, aptitudes, conocimientos, memoria,
conci~cia,
creencias, afectos, acciones, respoOSabilidades, virtudes,
defectos, vinculaciones, relaciones y .un cúmulo de innumerables cir­
qµ,stancias, hay diferencias_ insalvables; todo el_ afán _ de la _ persona
humana
es conseguir una
personalidad, cuanto más definida, más
(18) Enciclopedia Ger, vo,: «Fa.mili~.
1308
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO MODERNO CONTRA LA FAMILIA
lograda. Esta desigualdad la vio Lenin, como antes hemos dicho,
y creyó, 'con todos los socialismos, en u.na nueva raza humana del
futuro, para la que se pretendía estructurar la nueva sociedad : una
nueva sociedad en
la que todos los hombres han de ser partes igua­
les
de
la misma, perfectamente homogeneizados en todo, trozos de
materia de
la que son un mero fenómeno, impulsado por el deter­
minismo evolutivo de la -dialéctica, un mero número en la mate­
mática de la sociedad. En esta nueva sociedad no caben las solida­
ridades intermedias, porque, si dentro del
Estado monolítico
se per­
mitiera que varias personas se solidarizasen entre sí para algo~ para
algún fin,. se estaría permitiendo ya una ruptura de la igualdad; en­
traríamos con ello, de nuevo, en la desigualdad., más o menos acen­
tuada, pero al fin y al cabo desigualdad, entre los que están en el
grupo y los que quedau fuera. Por
eso; ni
el
liberalismo, ni
su
hijo el socialismo quieren que se
c1>loque entre el Estado y el indivicluo,
ni la familia, máxima solidariclad, ni ningún otro cuerpo intermedio :
se comenzó suprimiendo los gremios, luego se atacó a las «manos
muertas», suprimiendo o dejanclo inoperantes, por falta de base eco­
nómica y con trabas legalistas, a los municipios, Corporaciones, asO::
ciaciones,
fundaciones, obras pías, entes eclesiásticos, para acabar su­
primiendo la propiedad y la familia.
Una vez más lo aclvirtió Donoso
Cortés (19): proclamada por la
escuela liberal y racionalista la perfecta igualdad de todos los hom­
bres «siendo los hombres perfectamente .iguales entre sí, es una cosa
absurda repartirlos en grupos, como quiera que esa manera de
repartición no tiene otro fundamento sino la solidaridad de esos
mismos grupos, solidaridad que viene
negada por

las escuelas libe­
rales, como origen
perpetuo de la desigualdad entre los· hombres.
Siendo
esto
así, lo

que en buena lógica procede
es la
disolución de
la familia: de tal mauera procede esta disolución del conjunto de
los principios
y de las teorías liberales, que sin ella, aquellos prin­
cipios no pueden
realizarse en las asociaciones políticas.

En
vano pro­
clamaréis

la idea de la
igualdad; esa idea no

tomará cuerpo mientras
la familia esté en pie. La familia es · un árbol de este nombre, que
(19) Oh. cit., pág. 175.
•1309
Fundaci\363n Speiro

JER.ONIMO CERDA BA//WLS
en su focwidiclad prodigiooa produce perpetuamente la idea nobi­
liaria..
!Pero kL supresión de la familia lleva consigo la supresión de
la
propiedad corno ronseruencia forzosa ... », y añade iuego: «Cuando
los socialistas, después de haber negado la familia como consecuen­
cia impllcita de

los
principios de
la
escuela liberal, y la facultad de
adquirir
en la
Iglesia, prind'pio reconocido así por los liberales
como
por tlos socialistas, niegm la propiedad corno con=uencia
ú1mm de toldos estos principfos, no hacm otra = que poner tér­
mino dichoso a la c,!,ra comenzada .cándidamente por los doctores
liberales. Por último, cuando, después de lraber suprimido la · pro­
piedad individual, el cOOlWl.ismo proclama el Estado propietario
universal y absoluto de todas las tierras, aunque es evidenremente
absU1'do por otros conceptos, no lo es si · se le considera bajo nuestro
actual :PW'W de vista. ·l>,,m convencerse de ello, basta considerar
que, una vez consumada la disohición de fa familia en nombre de
los
principios de

la
escuela liberal,

la
cuestión de la propiedad vie­
ne
agitándose únicamente entre los individuos y el Estado. Ahora
bien, planteada la cuestión en estos términos, es una 0058. puesta
fuera de toda duk:la que 'los títu!los del Estado son supeniores a los
de los
indiv.duos, como quiera que el primero es, por su natura­
leza, perpetuo, y que los segundos no pooden perpetua:rse fuera de
la familia». La ú1tima consecuencia de ese desarrollo lógico, nos la
dicl . también Donoso Cortés: «por la misma razón ere fa perfecta
igualdad de

todos los
pueblos en el seno de la humanidad, resulta
la
negación de la solida:ridad polltica»; coo ello, la existencia de
las sociedades y los Estados no tienen sentido lógico alguno. Pare­
ce,
según nos dice el mismo Donoso, que, en su tiempo, los socia­
listas
no

habían
sacado aún esta última consecuencia; Donoso no
pudo oírles
cantar aquello

de
«la tierra será un
paraíso, la patria de
la huma11iclad».
Vivimos en plena efervescencia del ataque destructor de la fami­
lia;
¿re logrlltl este iorento? La sensatez nos dice que, cuando el
ruimf)re se empeña en no ver la natura'leza, tropieza con ella y se
destruye a si
mismo. El Vesubio siempre acaba destruyendo a Pom­
peya
y Herculano, pero no llega a Roma, que en vez de edificarse
despreciando
al volcán, ·se asienta sobre siete colinas.
1310
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO MODERNO CONTRA LA FAMIUA
La e,cperi.encia histórica noo demuestra que ni Robespierre, ni
las totaJitari= soviétiro
y maoista, han logrado d"5mlir la fa.
milia; incluso hay etapas en la historia de la Revolución, que su­
ponen una ma.rcha atrás, en las que una imperiasa necesidad les
muestra
que la

realidad familiar es,
en quellos momentos, más
importante que sus teorías; por ejemplo: StaJin durnnte la Guerra
Mundial (20). .
Nuestra razón nos muestra a

la famiHa como indestructible, a
menos que se destruya totalmente la humaniidad; la naturaleza pue­
de
ser vejada y mutilada, pero no t-1men! suíciidio totaJ.
Nuestra
fe cristiana nos perdurará hasta el fin del mundo. No olvidll!IlOS que la familia es
también célula eclesial, una «iglesia doméstica», como dice la Lumen
Ge"tium
(21).
Hay una constante doctrina de la Iglesia advirtiéndonos de la
utopía
de la nueva soowdad; re::ordemos los doo textos que figu­
ran siempre
en la revista «VERBO»;· el primero es de San pío X y
dice así : «no se edificará la ciudad de un modo distinto a como
Dios la ha edifica.do; ... no, la. civilización no está por inventar, ni
la nueva ciudad por construir en las nubes. Ha. existido, existe: es
la civilización mstiana, es la ciudad católica. No se trata más que
de instaurarla y restaurarla, sin cesar, sobre sus fundamentos na.tu.­
raJes y divinos, contra los ataques siempre nue'V'os de la utopía mal­
sana, de

la
re'V'olución y de la impiedad, 0111nia instaura,-, in Chris­
tq». No estará de más recordar que este texto pertenece a la carta
condenatoria de

la
democracia cristiana de Le Sillon ( 22).
El segundo
texto es de Juan XXIII y dice así : « ... el aspe::to más
siniestramente -típico de la época moderna consiste en la ahsu.roa
tentati'V'a
de querer reconstruir _ un orden temporal sólido y fecundo
prescindiendo de Dios, único fundamento en que puede sostenerse ...
Sin
embargo, la experiencia cotidiana, en medio de los desengaños
más

amargos
y ann a veces entre formas sangrientas, signe aresti-
(20) Véase nuestro trabajo citado, Lt.& socialización ... , pág. ·27.
(i1) 1-ll.
(22) Notre charge apostoliq11e, I-11.
1311
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BAfWLS
guando lo que afirma el Libro inspirado: , "Si el Señor no construye
la casa, en vano se
af'!"an los que la
edifican"» (23).
, Tampoco estará de más que recordemos que el Pontífice Pablo VI
insistió en esta idea en su discurso
en la sede de las Naaones Uni­
das: «El edificio de la civilización moderna
-dij<>-'--, debe
cons­
truirse sobre los principios espirituales, los únicos capaces, no sólo
de sostenerlo, sino también de iluminarlo y darle vida, principios
que no
pueden estribar más .que en,la fe en Dios» (23 bis).
El gran polígrafo Elías de Tejada,
recientemente fallecido,
es­
e1:ibió en un trabajo suyo, en «VERBO», estas certeras frases, con las
que terminarnos ( 24) : «Las pretensiones modernas de destrozarlas
( familia y municipio) son el reflejo de los afanes de
destrua:ión
que animan a las revoluciones. Pero ambos, familia y municipio, son
más fuertes que todas las revoluciones posibles, pues, sin ellas, el
hombre nunca sería aquello que es. Y un día no lejano, cuando los
huracanes de la Gran Revolución que hoy desmantelan a la huma­
nidad
pasen
más allá de los linderos del presente, las volveremos
a contemplar de pie, enhiestas y
.eguras, tras
las noches del actual
vandalismo, guardianes
firmes de

la ·Historia viva que es la Tradi­
ción.
perentie, ejemplos

vivos de
la· manera
en
que los
pueblos
viven
su vkla_aut_éntica, indiferentes a los caprichos revolucionarios .que sa~
cuden: las cimas., del poder político. La familia cristiana y el muni­
cipio_ romano siguen existieodo, mientras caen, a cada generación
monarquías-y repúblicas, imperios _ y señoríos. -_ Su supremacía está
en su radical y única autenticidad».
(23) Mate,-et lndgistra, 217, (IS-V-61).
(23_ bis) Ya en imprenta el presente trabajo, ha tenido lugar el Pon­
tificado fugaz de Juan Pablo 1, ·no tan fugaz como para no ·dejamos algunas
maravillosas mu_~stras_ de su pensamiento; entre ellas este magnífico texto per­
teneciente al di:kursd de. clausura del · Cónclave que le eligió, en el que
previene contra· las tentaciones ·c1e1 mundo de «sustituir a Dios con la· "a.Utó­
noma decisión de -prescindir de las lej-és morales, .llevando al· hon:ibre ·mo­
~no al riesgo de reducir la tierra a un desierto, de convertir la conviven­
cia fraterna en una colectivización planificada e introducir, · no pocas veces,
la muerte donde Dios quiere. la vi4a».
(24) «Municipio y organización política», en revista Verbo, núm. 91-
92, pág. 41.
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