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Número 187

Serie XIX

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El matrimonio: su significado, su unidad y su indisolubilidad

EL MATRIMONIO: SU SIGNIFICAOO, SU UNIDAD
Y SU INDISOLUBl[Jil)AID
Jesús, en las bodas de Caná, confirmó el carácter del matrimo­
nio eomo fundamento de ]a familia, comunidad de amor
y
vida.
«Jesús fue mvitado a Car,á de Galilea, para tomar parte en la
"boda y
en la recepción nupcial. Aun cudftdo, dwersos

acontecimiento·s
"están vim:tlfados cun
.,J comienzo de la acth,idad pública de Jesús
"de Nazaret, podemos deducir justtJmerlte del texto evangélico que
"este episodio precisamente, de modo particular, delermin" el

co­
"mienzo de su vida apostúlica. Es rmportante nutar que precisamente
"en

la
circunstancia de las bodas Jesús comienza su actividad. Las
"palabras de la primera le.ctura del libro del profeta I!tdas com­
"pr«eban esto con la particular tradici6n profética del Anliguo Tes­
"tamento.
»Pero inc/u,o independientemente de esta tradición, el hecho
"mismo nos ofrece mucho para ·mednar. fesucrislo, al comienzo mi1-
,, mo de su mf.rión mesiánica, toca, en cierto sentid O', la vida humana
"en su punto fuudamental, en el punto de partida. El meJtrimonio,
"aun c11t1ndo es tan ttntiguo co,mo-la humanidad, significa .riempre,
"cada vez, ttn nuevo, comienzo. Este es, sobre todo, e! comien.zo de
"una nueva tomllniddd humana, de esa comunidad que se llama
""famNia".
La familia es la comunidad del amor y de la vida. Y
"por
eso a ella ha confiado el Creador el misterio de l" vida humana.
"El matrimonio es el comienzo de ~ nueva C'omunidttd del amor y
"de la vida, de I" que depende el futuro del ho·mbre sobre ia tierra.
»El Señor Jesús une el comienz ,, lilea, para demostrar esta verdad. Su presencia en la recepci6n nup­
,,
cial pone de relieve el significado fundamental del matrimonio y
"de la familia para la Iglesia y para la sociedad.»
JUAN PABLO II: Homilía en la parroquia de
)a Inmaculada y San Juan Berchmans, 20 de
enero de 1980,
domingo II del tiempo
ordinario,
L'Qs9ervatore Romano. Edición semanal en len­
gua española, aiío XII, núm. 4 (578), domingo
27 de enero de 1980.
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Fundaci\363n Speiro

Aspecto teológico del matrimonio.
« ... es capital para los cristiano, elevar el debate abarcandu en­
,, seguida el aspecto teológico de lt1 familia y, en consec11encia
1 medi­
"tandu I" realidad s,acramental del matrimumo.»
" . .· . .. ': . . . . ~ . ' . . .
«"El Salvadur de los hombres y Esposo de la Iglesi" sale al en­
,, cuentro de k,s esposos crirlianus por medio del .fdt:rtJfnento del ma­
"trimoniu" (Gaudium et spes, 48, 2). ,Este matrimonio constituye,
"por tanto, t.a la vez un memorial;. utia dCt11alhdoión. y 1111a profecía
"de la historia de lea alianza. "Este misterio es grande", dice San
"Pablo. AA castJrse, los esposos cristianos no comienzan só/Q su tJVen­
,, tura, ln~lusu cuandu se la entiende can sentido de santifk«ión y
"misión,' comienzan una avent111'a que-lo-.r inserta-de moJ(J re!ipon­
" sable en la gran aventura de la historia universal de la salvación.
"En "de recurdar /,as grandes obr,as de DiOJ' y de ser testimumu t/e é,f,as
"ante sus hij"s; wmo ,actualización,· 1es confiere la gr,acia y el deber
"dr! poner en practica en
el mumento ,actual las exigencias de un amor
"que perdona
y rescata al un" r,specto del (J/ro y con sus hijos;
"sierrd(J profecía, fes confiere la gr,aci¡;
y el deber de vivir y testim,,_
"niar la esperanza del encuentro futuro con Crista.»
JUAN PABLO II: Alocución a los delegados del
Centro de
Enlace de
los
Equipos de Invastiga­
ción y a los miembros del consejo de adminis­
tración de la Federación Internacional de Ac­
ción Familiar, L'Osservat0re Romano. Edición
semanal en lengua española, año XI, núm. 51
(573), domingo 23 de diciembre de 1979.
Significación sooram[ental del matrimonio.
« ... todo .racramento comporta una participación. en el amor nup­
" cial de Cristo " Id Iglesia. Pero, en el matrimonio la modalidad y
"el contenido de esta participación wn específic(Js, L(Js esposos par­
,,ticipan como esposos, los do:s, fiendo pare¡a, harta el punto de que
11 el efecto primario e inmediato del matrimonio ("res et sacramen­
"tum") no es la grtJCia sobrenatnral. en sí, sino el vf.ncula conyugal
"cristiano, unta comunión de dos tlpicamente cristiane, porque repre­
'.' sen/a el misterio, de la encarn,ación de Cristo y su misterio de alianza.
"Y

el
canten/do de fa participad6n en la vida de

Cristo
e, también
"específico, pues et amar conyugal
comporta una totalidad en la que
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Fundaci\363n Speiro

''entr4n todo, los elementos integrantes de la persona -llamada del
"cuerpo y det instinto, fuerz" del sentim,ento y la tffectMdad, aspi­
"ración
del espiritt1 y la whtntad-; tiende a una unidad profun­
" darnhlte personal, tJquella en que
más allá de 'ta llnión en una sola
"carne, lleva a no ser sino, un solo &Ot'azón y una sola alma; exige
"indisolubilidad y fidelidad en la dontl&ión recíproca definitiva; se
"abre a la fecundidad (cfr. Humanae vitae, 9). En una palabra, se
"trata ciertamente de las caracteristicar norn,,i/es

de
todo amor con­
"yugaJ n'1taral, pero con !ignificación nueva que no solamente las
''purifica
y consolida, sino que las eleva hasttA hacer de ellas expre­
" sión de valores propiamente cristianos. Estr, es la perspectiva

a
la
~'que .. deben elevarse las esposos N'istianoi.r; ésta e.r su grdmleza,-ésta
"su fuerza; ésta su exigencia; éste s.u gozo también.»
JUAN PABLO TI: Alocución a los delegados del
Centro do Erua<:e de los Equipos de Investiga­
ción y a los miembros del consejo de adminis­
tración de la Federación Internacional de Ac­
ci6n Familiar, L'Osservatore Romano. Edición
semanal en lengua española, año XI, núm. 51
(573), domingo 23 de diciembre de 1979,
El

don inapreciable
y propio del sacramento del matrimonio
para

los
cónyuges cristianos.
« ... sQÍs conscientes del don inapreciable y propio del sacramento
"del matrimonio para los

cónyuges
cristi4no,: "Significar y parti­
" cipar
en

el misterio de
unidad y amor fecundo entre Cristo y ¡,.
"lgle!ia, ayudarse mutuamente a santificarse en la vida conyugal y
"en la procreación y educación de la prnle" ( cfr. Lumen gentium,
"11). E; sacramento del matrimonio y su perpetuación histórica en
"la familia entroncan, por ttmto, con la alie111Za de amor de Dios con
"el h()fl'Jbre, en la treación 'J en la redención; una alianza que se
"perpetúa en la Igk!ia, familia del. Pueblo de! Dios.
»En nuestras consideraciones pastórales acerca de la vida matri­
"moniaJ y familiar hemos de supe,-tir, pues! perspectivas estrictaimente
"externtJS, que a veces ignoran u obscurecen en parte su sentido más
"profundo y genuino: la identidad prc,pia dei amor santificdo por
"el sderamento. Quizá un poco superficittl.mente nos contentamo'J, a
"veces, con consultar encuestas o estadí.!tic~ -efectuadas acaso a
~basi! de ideologías predeterminadas- que recogen aspectos m11da­
"ble,
y también manipulables, reflejo, a su vez, de !Ítaaciones camº
"hiantes de índole cultgra/., soriológica, política, económica ...
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Fundaci\363n Speiro

»No olvidemos que, detrás de tanttu análisis y estadísticas, queda
"latente un gran hueco que env11el11e a personas que confiesan en
"redlidad la propia soledad, el propio vado moral
y espiritual, porque
"no han sido ed11rados aún suficientemente en el sentido auténtico
"de la unión mtJtrimoniaJ y de la vida ftJmiliar como voc«ión a una
"exp·eriencia fertmdea, IÍnica ~ fflpetible, de comllniración, en con­
" sonancia con el proyecto inicial y permanente de Dios,
»Una vocación
de k, que brfltan, evidentt!mente, deberes y res­
"pon,,.bilidades graues a /{Js qrte
hay r¡ue ser

fieles,
por amor a la
"propia prole
y en obediencid a las pre,scripciones divinas.»
"
«s"béis muy bien qrte Je, misión prioritarie, y pr"pie, de la Iglesia
"es /e, evangelización. Sin embargo, no podemos cerrdf los oios a la
nrep(N'ctt-sMn que tambtén en el orden .rocifll tiene el mensaje del
"Evangelio. La Iglesia ha demostrado, a lo largo de los tiempos, una
"honda sensibiliddd hacia el ser humano, victima de injusticias, de
"opresiones y de violaciones "srt dignidad de hombre y de Mio de
"Dios. La visión del trab,,¡ador "" debidamente respetado y

retri­
" buido, del ct1mpesino sin posibilidad de con11eme,nte acceso a una
"propiedad en la que realizarse con dignidad,
del hábitante de cier­
"tos barrios
sin casa ni medios de cultura o de trába¡{J, del hijo de
"hogares humilde, sin oportunidades de ademada formación para
"su vida,
del emigrante mal ac{Jgido o maltratado, son realidades__,,
"las que podrlt1mo1 añadir
otras-que reclaman una ¡usta atención
"¡,or parte
de crtantos en la Iglesia ¡,ueden contribuir en las tareas
"de una ·mayor humanizarión de !a.r estructurar y ambiente.s, para que
"se acomoden al hombre y a su dignidad.
»E1 una educadón de las
mentes y de los corazones la que se
"impon,, a la luz de
los grandes principfos de la enseñanza social y
"humanitaria de la Iglesia.»
El amor con:mgal.
JUAN PABLO 11: Alocución del 15 de noviem­bre de 1979 con ocasi6n a la visita "ad Limina
Apostolorum" de un grapo de obispos de Ve­nezuela, L'Osservatore Romano. Edición sema­nal en lengua española, año XI, nóm. 47 (569), domingo 25 de noviembre de 1979.
«... conformdndose con Cristo que se entregó ¡,or amor a su
"Iglesia, e, como
los e1pows llegan dla a día al amor de que nos
"hábla
el E11ange/i{J: "Amao, 11nos a otro, como Yo os he amado",
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Fundaci\363n Speiro

"y más precisamente " lt1 perfección de la unión indisoluble en todos
"los p-lanos. Los esp(Jsos cristt"ano-s han pr(J1netido co-municdlfse c11anto
"son y manto tienen. ¡Es el contrato más t111dáZ que pueda existir,
-1.'y, asimismo, el más mardtVtllosol
»La tmMn de sus cuerpos, querida por Dios mismo c11cil expre­
,, sión 'de lt1 comunión tod"11Ít1 más proftmda de s11s espirit11s y co­
"razones ,redlizada con lanlo respeto cuanto ternura, renll$1JtJ ·el di­
"namismo y la ;uventud de su compromiso solemne, de su primer
""sí".
»La. unión de sus caracteres: pue.r Mnar a un ser eI tmUtrlo tal
"cucil es, es amarlo bt1Sta el punta de cultivar en sí el antidoto de
"sus debilidades o defli&tus, por

ejemplo, la
ccilma y la pt1 "al
otro

le
fciltan de modo notorio.
»¡!La unión de corazones! Los matices que diferencian el amor del
"hi>mbre del d, la m11;er son inn11merables. Cada 11na de ltlS partes
"no puede exigir ser amado Ci>mO él ama. Es importante ren,mciar
"-una y o,tra--a los reproches .recretos que separan los corazones,
"y libe-rarse de esta pena en el momento más prapicio. Hay una p11es­
"ta en común que es muy unificadOf'a, la de las alegrlas y, más aún,
"la de los sufrimientos del corazón. Pero es, so,bre todo, en el amor
"común a lo,s hijos donde se fortifict1 la 11nión de los corazones.
»¡La unión
de ¡,., inteligencias y de las voluntades! Los esposos
"son, asimfrmo, dos ,fuerzas diversificadas y, a la vez, ensambladas
"en
el servido re&Jproro y en el servido de su hogar, de su ambiente
",ocia/ y en el servicia a Dios. El acuerdo esencial debe manifestarse
,, en la deterrminación y prosecución de ob¡ett1/o'S comunes. La parte
"más
enérgica

debe
respaldar la va/untad de la otrtJ, suplirla a veces,
"y hacer de pcilanca con h<>bllidad, c&mo educando,
»En

fin, ¡la
unión de cilmas, cilmas unidas ellas mismas a Dios!
"Cada uno de los e.spo,sos debe reservane momentos de soledad con
"Dio-s, de "corazón c:a CO't"a-Lón", donde el o,tro cónyuge no sea la preo­
"cupación primera. Esta vida person'tll del alma con

Dios,
que es
"indispensable, está 1;,¡os de exc/11ir la puesta en común de toda la
"vida conyugdl y familiar. Por el conJrário, estimula a fos cónyuges
"cristianos ai buscar ¡untos a Dio,s, a descubrir ;untos su voluntad y
11 a cumplirla concretamente con lt:1.r luces y energías que han sacado
,,de Dios mismo.»
JUAN PABLO 11: Homilía dmante la Misa para
las familias en Kinshasa, viernes 2 de mayo de
1980, L'Osservatore Romano. Edición semanal
en lengua española, afio XII, núm. 19 (593),
domingo 11 de mayo de 1980.
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La concepción inonógama y per,onalista del matrimonio forma parte del plan de Dios:
«Todo el mundo conoce la célebre narrad6n de la creaci6n con "que comienza la Biblia.

En ella
se dice que Dios

hizo
al fombrei
"a su imagen creándolo
hombre y. mu¡er. He aquí. lo que sorprende "enseguida,. antes que nada. ·par.A aseme¡arse a Dios, la _hunumidad-11 debe, ser una pareja de dos personas que .re mueven la 11ntJ hacia n¡tJ otra, dos personas a quienes un amor perfecto va a ré'llnir en la 1'unid4d. Este movimiento y. este amor les h_acen as.eme¡arse a Dios "que ~s el amor mismo, la unidad absoluta de Tres Personas. famás "se h" ctlntado el esplendor del amor hum,mo con mayor belleza que
"en las primeras páginas
de
la Biblia, ºEl hombre exclamó: esto


"r¡ue es. ya hueso de mis huesos y carne de mi carne. Por eso dejará "el hombre " su padre y a ;u madre; y se adherirá a su mu¡er; y "vendrán a ser los dos una sola cart14" (Gén 2, 23-24). Y parafr"­
,; seando ti! Papa San León, no puedo meno, de deciro,: " Esposos "cristianos: reconoced vuestra eminente digni-dt:ld".
. »Esta peregrinad6n a las fuentes nos revela asimismo que la pa­"reja inicial es mon6gama en. el plan de Dios. Y esto nos sorprende
n ciertamente, dado q11~ la ciuilizad4n ~ los tiempos en que to~
"man cuerpo las ntWrflcionei. blblicas-está lejos generalmente de
"tal modelo Cllltural. Esta monogamia, que no, es de origen occidental
n.sino semltiro, resulta expresión de la relación interpersonal, es decit-,
"de aquelltJ t!n que cada una de las partes es reconr,cida por la otra '' como igual valor y en la totalidad de su persona. Esta concepción
"monógam"
y persona/isla de lfl pare¡a humana es una revelación
"absolutamente original que lleva
el

sello de
Dio, y merece que se "ahonde en ella cada vez mJs.»
JUAN PAllLO Il: Homilía durante la Misa para las familias en Kinshasa, viernes 2 de mayo de 1980, . L'Osservatore Romano, Edición semanal en lengua española, año XII, núm. 19 (593), domingo 11 de mayó de 1980.
El lnatrimonio eomproinete para toda la vida.
« ... si el matrimonio es válido, y se lo declara tal, se dtl constancia
"de que los c6nyuges han celebrdd" un matrimonio que les compro­
"mete para todtl la
vida

y les
ha conferido la gracia especifica para
"mmplir su desttno en esta· unMn instfl11rada con plena
responsa­,, bilidad y libertdd.
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Fundaci\363n Speiro

»El malrim "es, no constituye algo· mecánico o esladístico. Su éxito depende de
"la libre cooperación' de lo, cónyuges con la grada de Dios, de su
"respuesta al
designio

de
amor de Di,,s. Si

por
faltar esta cooperación 1~ d ltJ grtJCia divina, la unión quedase sin sus frutos, 101 cónyuges
"pueden y deben recuperar la gracia de Dios que les fue garantizada
''por eJ sacramento, y reavi11ar s11 compromiso de vivir un amor que.
"no está h_e(ho sólo de afectos y emociones, Sino también, y .robre
'~toda, de. entrega reciproca,
libre, voluntaria, total, tN'evo·ctJble.»
JUAN PABLO II: Alocución al tribuual de la
Sacra Rota Romana, 4 de febrero de 1980,
L'Osservatore·}? .. omaiw: Ediéi6n semánal en len­
gua ospaííQla. año !XII, núm. 8 (582), domin•
go 24 de febrero de 1980.
El matrimonio cristiano está llamado a ser fermento del pro0
greso moral para la sociedad.
< "de progreso moral para la sociedad. El realismo nos ha.e reconocer,
"las amenazas que a.echan a ta familiá en cuanto inslitudón natural
"y cristiana, en Africa como en otras partes, de1bido d ciertas cos·
"t11m-bres y también a .mutaciones .culturales que se están generdli­
"zando.

¿No se
os ocurre comparar a la familia moderna con una
"piragua que navega por el rlo y se abre camino entre aguas agitadas
"y ubs1Jc11l"s?
Al igual que yo, sabéis cómo son derrocadas por la
"opinión pública las nocio.nes de fidelidad e indisolubilidad .. Sabéis
"asimismo que la fragilidad y resquebrajamiento de
los hogares ori­
" ginan un
cortejo

de
miserias, si bien la sulidaridad de la familia
"africana procura remediarlos en
lo refer&tte a hacerse cargo de

los
"niños. Los hogares cristianos, sólidamente prepardao-s y debidamente
"acompañados,
tienen que trtlbajar sin detirJlientos en la resttJUración
"de la familia, que es la primera célula de la sociedad y debe per­
"manecer una escu/!la
de virtudes sociales. El Estado no, debe temer
"tales hogares, sino protegerlos.»
JUAN PABLO II: Homilía durante la Misa para
las familias en Kinshasa, viernes 2 de mayo de
1980,
L'Osservatore Romano. Edición semanal
en lengua española, año XII, núm. 19 (593),
domingo 11 de mayo de 1980.
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