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Número 207-208

Serie XXI

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Roberto de Mattei: Idealita e dottrine delle Amicizie

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no son sino los pensadores más visibles de dos generaciones de te6logos ocupados en liquidar filos6ficamente las bases de la re­
ligi6n cristiana. Factor común a todos es la empresa de
«inma­
nentizar»

lo divino.
Este libro de Molnar, aunque compuesto de ensayos varios
sobre distintos autores, posee una perfecta unidad y continuidad
bajo la perspectiva que sugiere su título.
El Dios inmanente: una
colosal empresa intelectual que, desde orígenes equivocamente
místicos, llega, a través del inmanentismo y de la subjetividad
universal, basta ·Conclusiones nihilistas. Ejemplo claro de
c6mo,
a

despecho de la tesis antimetafísica de Kant, se opera una
cla­
ra continuidad en la especulaci6n filos6fica, no tanto por designio
de los pensadores como por
la fuerza misma de las ideas, que
son, en definitiva, los motores de
la historia.
Pocos ensayos más útiles que este para captar, en un len­
guaje a la vez profundo y transparente,
la clave de este tiempo,
el genio de nuestra edad: «Nietzsche y Heidegger anuncian el vértigo del fin de la historia: el hombre, sometido antes a Dios,
se ve ahora en soledad porque ha matado a Dios, ese falso original
del que es él copia auténtica. El discurso de y sobre Dios se extin­ gue: Heidegger recomienda la espera de los dioses en el silencio.
Pero este
---0 esos- dioses son nuestros propios proyectos. Des­
de Hegel hasta Heidgger el espíritu se realiza por la humanidad,
es ella quien lo des-vela a sí misma. "El hombre es el pastor
del ser" escribiría finalmente Heidegger».
RAFAEL GAMBRA
Roberto de Mattei: IDEALITA E DOTTRINE DELLE
Al\flCIZIE
(*) (LA APOLOGÉTICA CATÓLICA y LA FORMACIDN
DEL PENSAMIENTO CONTRARREVOLUCIONARIO)
Es difícil que, en la sociedad occidental actual, los cat6licos
comprendamos y mucho más que nos identifiquemos con un
grupo de hombres, hermanos nuestros en la misma fe cat6lica,
que hace doscientos años combatían por una sociedad totalmente
diferente de la actual, pues esta es la misma que ellos rechaza­
ban por su antagonismo contra Dios y su Iglesia.
Hoy, la sociedad pluralista está lejos de escandalizar a casi
nadie, se ha convertido en objetivo para muchos y tan sólo unos
(*) Arti Grafiche Pedanesi, Roma, 1981, 179 págs.
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pocos se esfuerzan aún y contra toda corriente en rechazar un modelo de sociedad en la que, si bien es cierto que el católico
puede vivir, porque lo cierto es que el católico puede vivir en cualquier sociedad desde el momento en que esta vida no es
sino camino para ganar el cielo, no es, en cambio, una sociedad
que como hombres y con mayor motivo como católicos, poda­
mos y debamos querer. Durante el
siglo de las luces y la Revolución, la Iglesia y
con ella la inmensa mayoría de los católicos, fieles a las ense­
ñanzas de su Madre, rechazaron una pretensión de organizar la
sociedad contraria por completo a la naturaleza y a sus creen­
cias religiosas. Y en esa lucha frente a «la filosofía» y al
terror
que aquélla engendró, la defensa del Altar y del Trono resumía
creencias
y fines de quienes querían permanecer fieles a la re­
ligión y a su patria. No por confusión de ambos poderes, sino porque veían en el Trono la sumisión
al Altar en aquello que
el César debía
a Dios, al tletnpo que su defensor. Y si la reali­
dad ya no era así en las
postrimerías del

siglo
XVIII, el pueblo
fiel quería permanecer como lo habían hecho sus padres. Y así, en esa lucha, desde
la protesta aislada de quien grita­
ba ¡Viva el Rey!
(1), o la pobre mujer que se quejaba de que
suprimían a Dios ( 2) que les conducía a la guillotina hasta a
la
revuelta armada de la V endée o a nuestra Guerra de la Inde­
pendencia, se opuso resistencia a la Revolución. En esa resis­
tencia desempeñaron un papel importante las asociaciones secre­
tas de católicos que se formaron sobre todo a partir de la fecha
aciaga en que las fuerzas de la Revolución lograron que fuera
disuelta
la Compañía de Jesús.
De una de estas asociaciones, de la Amicizia Cristiana, se
ocupa en un reciente estudio nuestro amigo Roberto de Mattei,
quien con anterioridad se había referido a este tema en la
In­
troducci6n
al Direttorio del Venerable padre Pío Brunone Lan­
teri (3), fundador de los
Oblatos de María Virgen, y uno de los
más destacados miembros de la
Amistad Católica, que al decir
del padre Antonio Breciani, «fue en el Piamonte el sostenedor
(1) Parece increíble pero es cierto. Fueron numerosos los casos de
quienes fueron ejecutados tras ser «legalmente» juzgados y condenados por
el Tribunal revolucionario, por el simple hecho de gritar ¡Viva el Rey!
Cfr. G. Lenotte: La vie a Paris pendan/ la Révolution (1789-1793,) Cal­
mann-Lévy, París, 1936, págs· 259-261; Jacques Castelnau: Le Tribunal
revolutionnaire, Tallandiet,
París, 1981,-págs. 168, 194, 234.
(2) Cfr. Jacques Castelnau: op. cit., pág. 194.
(3) Pío Brtmone Lanteri: Direttorio e altri scritti, Cantagalli, Siena,
1975.
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de la soo.a teología y de la sana moral. Y el martillo más fuerte
contra el jansenismo» (
4 ).
La Amicizia Cristiana fue una asociación fundada en Turín
el año 1779 por el padre Diessbach, ex-jesuita, cuya finalidad
era combatir a la Revolución con sus mismas armas, es decir,
con la imprenta, difundiendo los buenos libros, y utilizando el
secreto en cuanto a los medios empleados y no respecto a sus
fines.
El propósito de Roberto de Mattei es el de profundizar en
la dimensión ideológica de la Amistad, reconstruyendo su fiso­
nomía doctrinal e ideal (pág. 5), propósito ampliamente logrado
y para el cual se sirve sobre todo del
Memorial a Leopoldo II,
del padre Diessbach, puesto que en tal obra se encuentra reuni­
da prácticamente toda la temática de
la Amistad, y de la biblio­
teca de la asociación, a partir de la
cual pueden reconstruirse las
líneas doctrinales de quienes tenían como objetivo principalísi­
mo la difusión de la sana doctrina a través de los libros. El libro consta de seis capítulos titulados: La Compañía de
Jesús entre la Contrarreforma y
la Contrarrevolución; el padre
Nicolás Alberto von Diessbach y las
Amistades Cristianas; el
Memorial a Leopoldo; la Biblioteca de las Amistades: la apolo­
gética;
la Biblioteca de las Amistades: la doctrina espiritual, y,
finalmente, ideales y doctrinas de las Amistades.
A mi jucio, de los más sugestivos es el capítulo primero,
que constituye el marco explicativo del nacimiento de la
Amistad
y de los fines perseguidos. El autor se interroga acerca de la relación entre la Contra­
rrevolución católica del siglo
XIX y la Contrarreforma, cuya ex­
presión más coherente
y rigurosa es la Compañía de Jesús. ¿Exis­
te entre ambas una unidad de doctrinas e ideales? Mattei no duda en afirmar tanto
la autonomía doctrinal de
la Contrarrevolución católica como la formulación positiva de
unas ideas y unas doctrinas por parte de la Contrarreforma. Para Mattei, el pensamiento de la Contrarreforma es el pen­
samiento jesuítico en
el variado campo en el que el mismo se
manifiesta: teología molinista, moral probabilista, eclesiología romana y espiritualidad ignaciana (pág. 12). Pensamiento que
extiende durante dos siglos, hasta la disolución de la Compañía
en 177 3, a través de la red de los colegios
y de las universida­
des que los jesuitas habían establecido por toda Europa.
Afirmación que, como el mismo -autor advierte, no queda
(4) Citado por Mattei, op. cit., pág. 12.
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desmentida por el hecho de que no en. todos los jesuitas se den conjuntamente todas las características de ese pensamiento, el
cual, sin embargo, sí. existe en cuanto pensamiento perteneciente
a una escuela que puede denominarse jesuítica (cfr. pág. 15).
Los jesuitas se encuentran presentes en todas las luchas doc­
trinales defendiendo la ortodoxia de la
doctrina católica,

frente
a los diversos errores que a lo largo de dos siglos coexisten y
se suceden. Por ello, indica Mattei, cabe hablar de un polo doc­
trinal jesuítico,

que se presenta como unitario y constante en el
debate doctrinal de dicho período (pág. 15). En cambio, frente a él, no hay una unidad en el pensamiento que se le opone. La
«izquierda» no tiene unidad en el pensamiento reformador que
le opone; «mientras el polo representado por los jesuitas se pre­ senta estable y constante, en cambio, el que se le enfrenta apare­
ce fluido
y en continuo movinúento»; no tienen más punto en
común que
«la común lucha contra el enemigo jesuita» (pág. 17).
Por ello, el autor se pregunta «si la polarización del debate
docírinal en los siglos
XVII y XVIII no habrá que referirla al
jesuitismo y al antijesuitismo, a la
cultura de la Contrarreforma
transmitida por la
Compañía de

Jesús y a su negación en múlti­
ples y renovadas formas» (pág. 18).
Como señala Mattei, el pensamiento contrarrevolucionario
del siglo XIX se expresa sobre todo en «la antimodernidad que
caracteriza a todos sus autores, y que tiene sus raíces en el juicio
negativo sobre la Revolución francesa, fundado en su carácter
de radical desorden» (pág. 19), por lo que la defensa del Altar
y del Trono se hacía en cuanto defensa de un orden social con­ forme con la doctrina de la Iglesia
(cfr. pág. 20).
· Entre

ambos pensamientos, el de la Contrarreforma y el de
la Contrarrevoluci6ri,
¿cuál es

el nexo de unión.
. Para Mattei no

es el nexo político el más adecuado para mos­
trar esa _unión; aunque cabe formular a.l menos como hipótesis
el que las doctrinas de Suárez y Belarmino ace_rca del origen del
poder enlazan con la Contrarrevolución; tampoco la polémica
antiiluminista basta para señalar ese nexo de unión, pues no fue
solamente jesuítica,

aunque es en el interior de la cultura
jesuí­
ti~a
donde

nace la tesis de la conspiración anticristiana, base
fundamental del pensamiento
contrarrevolucionario (cfr.

pági­
nas 22-29).
Es sobre todo durante los años de la difusión del jansénismo
cuando se desarrolla la devoción al Sagrado Corazón de Jesús,
tan combatido por aquél. Y durante el siglo
XVIII se desarrollan
las asociaciones

católicas cuya finalidad era combatir las falsas
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ideas del siglo de las luces, entre las que la Amistad tenía como
fin combatir

la Revolución en el plano de la propaganda inte­
lectual.
Y «es en la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús, propaga­
da por dicha sociedad en donde es posible ver no sólo el centre
de
rulliement de
la disuelta Compañía de Jesús, sino
también
el signo de ralliement de la Contrarrevolución que ve la luz
durante esos años» (pág. 36 ). Así, según muestra Mattei, la Contrarrevolución surge de las
sociedades y asociaciones católicas que nacen con la supresión
de la Compañía de Jesús, de tal modo que «en el humus de la
· cultura

jesuítica de la Contrarreforma hunde sus raíces teoló­
gicas, políticas
y espirituales el pensamiento de la Contrarrevolu­
ción católica del siglo
xrx» (pág.
39).
En el segundo capítulo muestra cómo Diessbach se propuso
«contraponer a la iocredulidad un apostolado intelectual de una
élite católica, empeñada

en combatir el espíritu revolucionario
con sus mismas armas» (pág. 48 ). Se trata, por consiguiente, de
dar la batalla al espíritu anticatólico del siglo con las armas in­
telectuales. Para ello formó un gtupo
de colaboradores y dis­
cípulos, que cuatro años más tarde, entre 1779 y 1780, fundaría
en
Turín la Amicizia

Cristiana que más tarde se difundiría en
Italia, Austria
y Francia, desplegando nna importantísima activi­
dad editorial,
y cuya influencia llegaría incluso al auxilio de los
sacerdotes que no juraron la Constitución civil del clero
y a la
preparación de la rebelión bretona
y vendeana (cfr. pág. 63).
Su finalidad era intelectual, pues era plenamente consciente
de que «la verdadera contrarrevolución es la de los espíritus y
la de las ideas», ya que una contrarrevolución limitada al plano
político «no es, por si misma, un remedio al mal esencial, puesto que ella sola no cura, y no devnelve a la
mayor parte

de las per­
sonas seducidas» (pág. 64). Como señala Mattei, la contrarrevo­
lución de la Amistad fue la de la lucha de las ideas, la difusión
y defensa de la verdad (pág. 65).
En el capítulo tercero señala los aspectos principales del Me­
morid a Leopoldo II, en el que se le advierte de los peligros
y males derivados del calvinismo
y el j ansetúsmo, concepción
diametralmente
opuesta a la católica; de la tolerancia y el ilumi­
nismo; de los libros
impíos y

sectarios
que con
la libertad de
imprenta y del comerdo tipográfico
han contribuido a la per­
secución contra la Iglesia. Como remedios a tales males, Dies­ sbach le indica la reforma radical de la libertad de prensa y del
comercio tipográfico, el devolver a
la Iglesia la verdadera liber-
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tad y el restablecimiento de los jesuitas, orden fundamental en
la defensa de la ortodoxia católica y que, por tal motivo, había
sido encarnizadamente atacada hasta conseguir su disolución (pá­
ginas 69-98).
Particularmente interesante es también el capítulo cuarto,
donde a través de las obras existentes en la biblioteca de la Amis­
tad es posible reconstruir cuáles eran las ideas que defendía
y
propagaba la Amistad, y, sobre todo, porque por medio de las
obras apologéticas, es posible ver cómo se enlazan sin ruptura
o corte alguno las ideas de la Contrarrevolución con las de
la
Contrarreforma. Enlace que se ve claramente a través de las obras
apologéticas, tal como Mattei lo pone de manifiesto al señalar
algunos de los títulos de las obras de la Biblioteca.
Como señala el autor, «la polémica antijansenista se confun­
de con la polémica antilosófica, en un filón literario en el que
abunda la biblioteca y de donde surge la teoría de la conspira­
ción anticristiana»: Bonola ( 1789 ), Mozzi ( 1791 ), Muzzarelli
(1970), Bolgeni (1974), Gusta (1975), Barruel (1797-1798), Pro­
yart ( 1819) (págs. 113-115). Autores que enlazan con los universalmente conocidos de
Maistre, De Bonald, Donoso Cortés, Balmes, Vogelsang, máxi­
mos representantes del pensamiento de la Contrarrevolución en
el. siglo XIX, así como con los que les precedieron, singularmente
los españoles Diego de Cádiz, Hervás y Panduro, V élez y Al­
varado, representantes de dicha apologética. A su vez, los autores citados que publicaron sus obras en la
última década del siglo de las luces, han sido precedidos por
otros con los que se da una continuidad doctrinal, sin que los
males descritos en plena Revolución francesa y cuyas causas se
indican sean fruto de la imaginación de sus autores o hayan sido
urdidos por éstos para explicar tamaño desastre, sino que enla­
zan plenamente con quienes les precedieron.
· Y no son solamente los Nonnotte ( que publica sus obras en
1770 y 1722), Bergier (que lo hace en 1765, 1767, 1769 y 1798),
Feller (entre 1771 y 1781) o Valseccbi {que lo hace en 1769
y
1779). A éstos les han precedido los Huet, con quien según
Mattei propiamente se inicia la apologética en sentido estricto, frente a quienes niegan los fundamentos racionales de la fe, no
limitándose ya los ataques a la religión o a alguno de sus pun­tos doctrinales o a alguno de sus dogmas. La obra de Huet se
publica
en 1679; la de Diroys en 1683, la de Mourges en 1708,
la· de

Houtteville en 1722,
la de
Polignac en 1747, hasta las
diversas
óbras que

se publican refutando la ideas de los ateos,
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los deístas y los sectarios, singularmente las de Voltaire (pági­nas 102-108). La relación de las obras
señaladas por
Mattei pone
de relieve esa unidad doctrinal a lo largo de más de un siglo,
con la que se refutan, por contrarias a la religión católica, las
ideas que darían lugar a la Revolución francesa.
El capítulo quinto se dedica al .análisis de la doctrina espiri­
tual
de. las Amistades a través de su biblioteca. Es también en
este punto fundamental la espiritualidad de la Compañía de
Jesús en orden a fundamentar la espiritualidad de la
Amistad,
destacando la espiritualidad ignaciana en torno a cuyos E¡erci­
cios Espirituales
gira buena parte de las obras de la biblioteca.
San Ignacio, San Francisco de Sales, San Alfonso de Ligorio son
pilares de su espiritualidad. Pero, sobre todo,
la devoción al Co­
razón de Jesús, contando la
biblioteca prácticamente con todas
las obras dedicadas a propagar dicha devoción, en donde, de
nuevo, los jesuitas desempeñaron un importantísimo papel.
Concluye la obra con un capítulo en el que se destaca la
importancia de la
Amistad Cristiana, cuyo «itinerario de la Con­
trarreforma a la contrarrevolución es visible, sobre todo, en los
frutos de la obra de Diessbach en
la historia de la asociación»
(pág. 161), que ejerció una notable influencia en la restauración
católica en Austria y sobre todo en el Piamonte, en donde per­
teneció a ella Joseph de Maistre, que es para Mattei «la última
expresión y
la más madura del horizonte apologético de la aso­
ciación (pág. 178), de
tal suerte que, al decir del autor, «como
en Austria, también en el Piamonte fue decisivo el impulso de
Diessbach al pensamiento contrarrevolucionario del siglo XIX»
(pág. 173 ).
De cuanto llevamos dicho y de
la resnmida exposición de
la obra se desprende su interés. Al margen de que la «conspira­
ción anticristiana» fuera conscientemente planeada por jansenis­
tas, filósofos y masones, tesis de algunos de los autores citados,
cuyo máximo
y más conocido representante es Barruel, aunque
no fuera el primero en formularla, acerca de la que, por otra
parte Mattei no se pronuncia en esta obra, lo cierto es que du­
rante más de un siglo la Iglesia católica, la religión y el orden
natural, fruto de la inteligencia divina que Dios estableció en
las cosas, fueron sistemática y continuamente combatidas por jan­
senistas, filósofos y masones y tuvieron como resultado trágica­
mente visible la Revolución francesa y el d.esorden social que
a partir de entonces se ha establecido.
De tal modo que, aun en
el supuesto de que no fuera exacta
la versión de una conspiración conscientemente planeada y ejecu-
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tada, no por ello puede rechazarse dicha apologética, pues com­
batió un espíritu revolucionario que no fue fruto de su imagina­ ción, sino una realidad tangible. Como el mismo Robetto de
Mattei
ha señalado en otro lugar (5) «la tesis de la consipira­
ción anticristiana, es decir, de la preparación "oculta" de la Re­
volución por parte de
alWll'os hombres,

no implica necesaria­
mente una unidad organizativa en
el espacio y en el tiempo de
la fuerza revolucionaria, sino sobre todo, una coincidencia de
fines, que puede suponet, asimismo, una pluralidad de "com­
plots" parciales».
El enemigo era
el jansenismo, la «filosofía», el iluminismo
y la masonería, por ser contrarios y activamente contrarios a
Dios. Y, por ello, fueron combatidos. La coincidencia de fines
es innegable. Recuérdese, por ejemplo, la enemistad de todos ellos hacia la Compañía de Jesús. Y a combatit tales ideas se
dedicó la apologética católica, continuando la labor desarrollada
por la contrarreforma
y forjando el pensamiento contrarrevo­
lucianario. La obra de Mattei que hemos comentado, contribuye
a poner de manifiesto dicha realidad. Pero, además, la
Amistad Cristiana comprendió perfectamente
a la Revolución y cómo combatirla en el plano intelectual me­ diante la difusión
y propagación de la verdad y la formación de
una élite: «la verdadera contrarrevolución es la de los espíritus
y la de las ideas», palabras que expresan claramente dónde se
encuentra
el verdadero combate.
El mismo Mattei había ya señalado con anterioridad este
aspecto al señalar que «intuyendo perfectamente la fase cultural
de la Revolución que amenaza a la Iglesia
y 'a la sociedad, Lan­
teri se propone, junto a la oración y al sacrificio, la defensa a
ultranza de la verdad en la batalla de las ideas. Reconquista y difusión de la buena doctrina
y formación de élites que la difun­
dan: esta es, por consiguiente, la línea de la lucha de la cruzada
del siglo veinte» ( 6 ). Por ello, para nosotros, para
Verbo y Speiro, para los ami­
gos de la Ciudad Católica, si todo combate por Cristo es nues­
tro combate, especialmente debemos identificarnos con el desa­
rrollado por la
Amicizia Cristiana, que en ·tantos aspectos puede
considerarse como precursor de nuestra · propia tarea;
EsTANISLAo CANTERO
(5) Roberto de Mattei: «Agustín Cochin y la historiografía contta­
rrevolucionaria», en Verbo, núm. 145·146, mayo-julio de 1976, pág. 636.
(6) Roberto de Mattei: Introducci6n al
Direttorio de Lanteri, op. cit.,
página 23.
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