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Número 215-216

Serie XXII

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Luis Moure Mariño: La desigualdad humana

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Luis Maure Mariño: LA DESIGUALDAD HUMANA (*)
La moderna mitologia de la igualdad, que concita en torno
a
sí la pleitesía de sus devotos, no suele dar muchas oportuni­
dades a quienes no se cuentan entre sus fieles para que expresen sin trabas su sentir
y su pensar. La obra que presentamos a
nuestros lectores responde al designio de quebrar la prepotencia
del igualitarismo,
y bastaría este hecho para que no debiéramos
dejar de alabarla. Concurre, sin embargo, una segunda causa que nos decide
a tomar razón de esta obra en las páginas de
Verbo. Y que no
es otra que el notable interés que el planteamiento del notario
gallego presenta

para quienes estamos compenetrados
y familia­
rizados con

la crítica del igualitarismo
-magnifica y rigurosa
en su fondo, si bien con su forma peculiar
y quizá viciada de
cierto positivismo en metodología- debida al genio de Charles
Maurras, o con
lo.s denuestos

de tinte declamatorio -según los
gustos de la época-,
pero plenos de sugerencias enriquecedo­
ras de Donoso Cortés. Moure, lejos de ambas maneras de ver las cosas, ha dado
a la estampa un ensayo sorprendente, de pensamiento amplio
y
hondo, esmaltado con evocaciones históricas y ejemplos abun­
dantes, volcando en la tarea un formidable acopio de
experien­
cias

culturales sobre la religión de la igualdad.
* * *
Desde las primeras líneas comienza nuestro autor por predi­
car no
. sólo
la tesis de la evidente desigualdad humana, sino más
lejos aún la necesidad de esa desigualdad como
«raíz del pro­
greso», o, añadimos nosotros, como «facteur d'harmonie», por
acogernos a las reflexiones de Gustave Thibon. Para ello se afa­
na, en primer término, por mostrar la falsedad escondida tras
las distintas formulaciones del ideal de la igualdad: ante la ley,
po!itica, económica
, .

. No falta en este punto la obligada re­
ferencia , a Rousseau -y
· la

penetración debida en buena parte
a su influencia en las legislaciones posteriores a la Revolución
francesa-, aunque sea preciso llegar a la «sociedad de masas»
de nuestros días
· para

encontrar la pretensión igualitarista no
(*) Biblioteca del Pensamiento Conservador, Fundaci6n Cánovas del
Castillo, Madrid, 1982, 419 págs.
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tanto en los esquemas externos de las leyes como en el corazón
de los hombres, según dijo Ortega. Ofrece, a continuación, en
el notable capítulo III un mues­
trario humano de datos elocuentes en los que se refleja el afán
de desigualdad, deteniéndose en
la consideración de los rasgos
distintivos por obra de los cuales, acentuando su personalidad,
trata el individuo de distinguirse de los demás hombres. Reple­ tos de observaciones sabrosísimas
--el concepto de civilización
no sólo como beneficio sino también como carga, que explica
los movinúentos de rebeldía de quienes se encuentran incapaces
de soportarla;
la crítica de los tests de inteligencia, en línea con
lo que Rafael Gambra
ha llamado «la aroenaza de la psicología»;
la conceptuación altamente negativa de las beneficencias estata­ les, de la mano del dato histórico aportado siempre certeramente
por Rostovtzeff, etc.- están tarobién los capítulos IV y V aun
cuando aquél extraiga, para nuestro gusto, demasiadas «inexo­ rabilidades» de la lección de
la herencia genética.
Mención aparte es obligado
hacer de
los capítulos II, VI,
VII y VIII, fuertemente críticos de la teoría y la praxis mar­
xista de la
sociedad sin clases, contradichas además por la crea­
ción comunista de una nueva clase dominante. Extensamente
refiere los testimonios de Nina y Jean Kéhayan concernientes a
la URSS y los de Karon Modzelewski y J acek Kuron en lo
que hace a Polonia, habiendo podido añadir, además, los no des­
preciables de Volensky y Dijlas, mercedores de haber engrosado el magnífico repertorio.
Precisamente del título de
la obra dé Kéhayan, La revoluci6n.
antiburocrática,
y extrapolando su contenido a Occidente, donde
nuestro autor piensa igualmente necesaria
tal rebelión, toma Mou­
re inspiración para otro
haz de

páginas
--el capítulo X funda­
mentalmente- esclarecedoras. Su crítica del nuevo despotismo,
de la mano del laborista R. H. S. Crossman, socialista y buro­
crático es especialmente aleccionadora; así como el ataque al
Estado Providencia que, a quienes -y tal es el caso de Verbo­
estamos en el mundo de la cultura defendiendo el derecho pú­
blico cristiano
cuya columna vertebral está constituida por el
principio de subsidiariedad, no puede sino agradarnos.
* * *
En general, late en todas las páginas de este libro un pen­
samiento sutil y profundo. erudito y riguroso, que no es una
disquisición
teórica y

es mucho más que un simple ensayo di-
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nio, laudable. Su contenido,
generalmente bueno.
No
querríamos, sin embatgo, dejat de notar ciertas matizacio­
nes que, entendemos, pueden ayudat a una mejor compresión
de
tan preciado libro. Entrando sólo en cuestiones de fondo
-formalmente sólo es de señalar el número, chocante por lo
elevado, de erratas y errores tipográficos- hemos de
mostrar
nuestra

discrepancia de la aceptación indiscutida de las hipóte­
sis evolucionistas -ya en su desprestigiada versión darwiniana
como en la remozada y aggiornada de Jacques Monod-, y es
lástima que ya no esté Julio
Garrido entre

nosotros pata ilumi­
nar con su-0magisterio estas cuestiones.
Es, de todos modos, dado remitir a nuestros lectores a dos
magníficas obras. La de Etienne Gilson,
D'kistote a Darwin,
et
retour, y la de Georges Salet, Hassard et certitude. Donde
podrán
encontrat suficiente

caudal que oponer al dogmatismo
evolucionista.
Lo mismo podríamos decir de la elogiosa referencia teilhar­
diana. El hecho de que la
fiction-theology del jesuita francés
haya sido mostrada en su endeblez de consuno por científicos
y teólogos nos hace gracia de no extendernos en otro tipo de
comentarios.
Hemos también de lamentat la falta de un reconocimiento
claro del papel desempeñado por la igualdad en la sociedad de­
mocrática. A pesat de la cita lúcida de Tocqueville no se resalta
lo suficiente el
catácter . consustancial

de la unión entre la de­
mocracia moderna
-invidia democratica-y el igualitarismo que
el libro que comentamos brillantemente desmonta. Precisamente
en los mismos
días en

que nos enfrascábamos con su lectura
repasábamos el acabado estudio -ya antiguo- del profesor
austriaco
Erik von Kuehnelt-Leddihn, Liberty or Equality: The
challenge of our time.
Salvadas algunas precisiones terminoló­
gicas se puede encontrar en
él un verdadero arsenal en la lucha
contra la

democracia igualitaria.
Moure, en cambio, silencia esta identidad. Dando la impre­
sión de que
trata de

exculpat a la democracia, cuando -y la
lección de Tocqueville despliega precisamente en ese campo sus
efectos- este régimen
polítiro es

uno de los principales impul­
sores de la igualdad, a costa muchas veces de la misma libertad.
Tributo de vasallaje, nos tememos, rendido por el autor a los
ídolos intelectuales
y políticos de los «signos de los tiempos».
Salvatemos también nuestra reserva al
neoliberalismo eco­
nómico,
rastreado a través de citas de Milton Friedman y Ludwig
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von Misses, aun compartiendo lo que de crítica tiene al inter­
vencionismo estatal y a la socialización
creciente.
Por
todo ello, y aunque en su inspiración
obedezca a
un im­
pulso sanamente
conservatista -.-de ese conservatismo neutro que
constituye uno de los brazos de que consta la tenaza de la tradi­
ción-, encontramos también en este libro ingredientes ideoló­
gicos viciados de
conservadurismo. O de liberal-conservadurismo,
por seguir la terminología que reivindica y bajo la que se adscribe
con. éxito creciente un importante sector de opinión
de la dere­
cha

española.
Quizá este

dato haga luz en torno de la
Biblioteca del Pen­
samiento Conservador
que piensa editar la Fundación Cánovas
del Castillo y de la que es adelantado este, por lo demás, admi­
rable libro.
MIGUEL Aruso
Juan Andrés Muñoz: LA EDUCACION POLITICA COMO
FUNCION DE GOBIERNO DEL ESTADO
(*)
El tema de la necesidad de una recta educación de los ciuda­
danos para una razonable convivencia política es antiguo, y el
autor no deja de hacernos la
historia del

mismo. Aunque esta
his­
toria sea niás detenida para la época moderna (págs. 119-212),
no deja de derivar de aquella vieja idea platónica de que la
paideia es, precisamente, la educación necesaria para ser un buen
ciudadano, un buen miembro vivo de la polis. Una realidad po­
lítica, esta de la
polis, que tiene poco que ver, a pesar de lo
que pueda decir
algún autor de pensamiento algo más burdo,
con la civitas romana. Porque, como es notorio, a base de la
polis nunca se llegó a hacer un «Imperio», y de alú el fracaso
notorio de la empresa gigantesca de Alejandro Magno y la im­
posibilidad de fundir luego, en las
basileiai helenísticas, el ré­
gimen

de las antiguas
poleis autónomas. con el de la chora. Esta
diferencia entre la
polis griega y las res publica romana no deja
de ser acertadamente señalada por
el autor (pág. 107). De ahí
también que nada parecido encontremos, en Roma, a la idea de
una educación pública del ciudadano, sino que todo se centre allí -Cicerón, como siempre, es el gran mentor- en una tradi­
ción moral de carácter
,.&miliar. No podía ser de otro modo,
dado que todo
el munélo social romano, desde la pertenencia a
(*) EUNSA, Pamplona (1892), 493 págs.
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