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Número 225-226

Serie XXIII

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Los medios de comunicación social y el fenómeno revolucionario

WS MEDIOS DE COMUNICACION SOCIAL
Y EL FENOMENO REVOLUCIONARIO
POR
RAFAEL ÜRTÍN LóPEZ (*)
Habitualmente se habla del fenómeno revolucionario refi­
riéndose a cambios en el orden social 01 más restringid.amente, al
ataque marxista contra todo orden social. ·
Personalmente

definiré al fenómeno revolucionario como «lo
que se opone y
alza contra todo lo que se dice Dios o es reli­
gióso» (II Tes., 2,4) y, así, la Revolución intenta suplantar. un
orden social inspirado por la Iglesia católica, transido de exigen­
cias caritativas, por un orden social que trata de estar fundado
en la sola razón humana y cuyo devenir ha sido progresivamente
nihilista.
Describo así, con S. S.
Pío' XII,

tres etapas de la Revolución:
«primero, ¡Cristo_ sí, Iglesia no!; después, ¡Dios sí, Cristo _no!
Finalmente, el grito impío: ¡Dios ha muerto! y hasta, ¡Dios ja­
más existió!»
(Alocución a la Unión de Hombres de la A. C. l.,
12 de octubre de 1952).
Esta definición, mirada superficialmente, parecería hacer con­
sistir la Revolución en una acción contra la Iglesia o una posi­
ción atea, antirreligiosa. Pero es que ,estas etapas tienen una tra­
ducción social, pues ir contra la Iglesia hace desaparecer toda autoridad espiritual
y así se deificará al poder. Ir contra Jesu­
cristo es suprimir todo destino humano más allá de lo terrenal
y así se consagrará la conquista de los bienes de este mundo. Ir
contra Dios supone dejar de lado toda posibilidad de una norma­
tiva moral y quitar el fundamento real de la fraternidad huma­
na: llegamos así a la lucha permanente entre los hombres. Ya lo dijo G. K. Chesterton: «quitad lo sobrenatural
y sólo quedará
lo antinatural».
Los medios de comunicación · social son instrumentos que
desde su nacimiento pretendieron ser medios de información ob­
jetiva y fueron casi siempre velúculos de ideologías; como todos
los instrumentos pueden ser bien o mal usados. La Revolución
siempre vio la posibilidad de utilizar estos medios para propa­
garse
y acceder rápidamente al poder, pero en el último medio
siglo ha cambiado µn poco de táctica y, así, busca ahora una trans­
formación revolU:cionaria de las pautas
socioculturales como ca~
mino

para vencer las resistencias previamente a su acceso al
po­
der. Los revolucionarios han ido apoderándose de todos los re-
(*) Agradezoo la colaboración de María Consuelo de Avila.
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sor tes sociales capaces de formar , la inteligencia de los hombres
y, de este· modo,
convertiJ;se en la nueva aristocracia del pensa­
miento, hoy
signo clatamente márxista, ayer
de
signo liberalista.
La transformación económica ha traído un importante cam­
bio social:
la masificación. Esta ha venido, en parte, por la mis­
ma producción industrial y, en parte, por el paso de
la sociedad
primordialmente de tipo rural a
la concentración. en las grandes
ciudades; lo que, a su vez, ha debilitado considerablemente los
lazos familiares, mermándose así el valor educativo que tenía
la
familia. De esta forma, los medios de comunicación social han_'
adquirido
un gran papel educativo, en
primerísimo lugar la te­
lev.isión; y al ser estos medios de comunicación social infiltra­
dos por los revolucionarios, se
han transíormado en medios de
dirección del pensamiento y manipulación de situaciones, contri­
buyendo a una
mayor masificación. ºLa televisión, por su situación
hogareña y por la
i:nag1a de la movilidad de la imagen y la suges­
tión del color, asume el papel de un nuevo paterfamilias que no
sólo nos

dice a diario lo que tenemos que comprar y usar, sino
lo que debemos de
pensar y cómo debemos actuar. Hago hin­
capié en la televisión por su extensión y por su capacidad de
llegar a zonas profundas del psiquismo, prescindiendo, en gene­
ral, de inducir un juicio
crítico. Pero

no debemos olvidar, en se­
gundo lugar, al cine; después a
la radio y, ya menos, a la prensa,
porque lo escrito, para muchos, trae consigo
el penoso deber de
leer e interpretar. Es de destacar que los pediatras recomiendan que
el niño no vea más. de dos horas de televisión al día para
mantener un adecuado equilibrio psíquico. Pero dejando un poco lo social, quiero referirme especial­
mente a un campo en
el que la Revolución. está entablando actual-
. mente

su más importante batalla, que es· llevar la dialéctica
re­
volucionaria

al interior de
la persona, o sea, a potenciar la rebe­
lión de los sentidos y los instintos contra las partes más eleva­ das de la psique humana:
la inteligencia y la voluntad. Asistimos
hoy a
la decadencia de la inteligencia por vía de la revolución
psicosexual. Centraré aquí
mi · exposición por la actualidad del
tema y por su importancia en la destrucción de
la familia,
Los medios de comunicación social y la sexualidad.
El sexo es uno de los temas importantes, presente cada día
en los medios de comunicación social. El desnudo, los
estímulos
eróticos,

etc., son medios habituales en
la publicidad comercial,
que se ha convertido en pura pornografía;
la prensa, la televisión,
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la publicidad callejera, el teatro, . cine o videos han. implantado
sus formas eróticas para, atraer, manipular e
influit al
.público,
lector o espectador, de una manera tenaz
y nociva,. llegando
-cosa muy
grave-,.-a

influir en la formación de los jóvenes.
Detrás de las películas «de alcoba»
han llegado las películas
eufémicamente clasificadas «S», las salas «X»
y la pornografía
«refinada»; en los teatros, actores
y actrices recit'!Il su papel des­
nudos; en los kioscos se exhiben
y venden las revistas más por­
nográficas. Según encuestas realizadas en estudios de
sexualiclad,
entre

50 obras de teatro elegidas en un período neutro, 38 es­
taban relacionadas con el sexo
y el adulterio; en el cine, de 100
películas exhibidas en locales comerciales de Madrid, 51 trata­
ban temas relacionados con el sexo, adulterios, conflictos conyu­
gales o paternofiliales. Y el 49 % restante lo hacía en sentido
menos descarado.
Un factor importante que predispone al cambio en los va­
lores
a=ca de

la sexualidad es la prensa, especialmente la llama­
da «prensa del corazón», revistas no -expresamente pornográficas
pero que, entre otros temas, traen referencias al matrimonio y
vida familiar de conocidos personajes nacionales y extranjeros
con matiz escandaloso y sensacionalista; o traen los rumores de
separación entre conocidas figuras o descubrimientos de hijos na­
turales, rodo acompañado de fotografías muy ilustrativas. Leemos
también las actuales «memorias» de algunos personajes y per­
sonajillos contando intimidades más o menos ciertas, vendidas a
tanto
la línea, o nos cuentan las últimas «uniones sentimentales»
que no son otra cosa que adulterios o .concubinatos, constitu­
yendo todo ello un grave ataque a la permanencia de la célula
familiar, al
igual que la información equívoca respecto a «divor­
cios», a la indisolubilidad matrimonial
y a la mediación del fac­
tor económico para lograr ésta. Nuevamente es la juventud la
receptora de

esta influencia deformadora.
¿Quién se opone a que esto sea una realidad, a que la
difu"
sión de una mal entendida sexualidad llegue a los jóvenes y al
hogar?
Se pueden contar con los dedos de la mano los periódicos
nacionales que han dicho NO a la publicidad llamada de
libe­
ración sexual o claramente pornográfica. Incluso periódicos lla­
mados «de derechas» aceptan publicidad de prostitución, cosa que también se encuentra en la mayoría de periódicos provin­
ciales o regionales, de antigua tradición
con¡¡ervadora y

religiosa.
Se da también
el caso de revistas que alcanzaron su popularidad
y su crecida tirada al ofrecer en cada número páginas escanda-
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losamente pornográficas, cosa por lo visto aceptada por fumas «prestigiosas» que colaboran en esas publicaciones
sin inconve­
niente alguno, y son .respaldadas económicamente por la publi­ cidad de marcas comerciales serias, muy capitalistas, a las que
.más que
el contenido de la revista les importa que se venda.
El sexo se
ha convertido en tema obsesivo; al igual que en el
siglo XIX el capitalismo desarrolló la práctica de la prostitución,
la sociedad de nuestros días va impregnándolo todo de erotismo
valiéndose de los medios
de comunicación social. La sexualidad
se ha convertido en
ún valor de mercado, cuyo cultivo más sis­
temático es la pornografía, que no es cosa nueva, . pues siem­
pre han existido aquellos que buscan excitar los instintos hu­
manos en contra de la razón. Pero la tecnología le ha hecho ad­
quirir grandes dimensiones, potenciado su impacto por la or­
ganización de poderosos intereses comerciales que elaboran con
lo erótico y lo pornográfico un articulo de consumo cada día
más rentable. De este modo, curiosamente, el capitalismo con­ tribuye con la intención de ciertos movimientos que confían en
la corrupción de las costumbres como
punto de

apoyo para la
subversión social, con la complicidad de nuestra propia cobar­
día, pues tememos que nos llamen retrógrados si no aceptamos
las doctrinas
antitradiciOl'lalistas; creándose
así uo ambiente de
apatía' en los responsables de la moral de la sociedad española,
que parece incapaz de reaccionar ante provocaciones en contra
de sus mejores y tradicionales costumbres.
El cine y la televisión, por poseer imagen móvil, influyen más
en
el espectador; la im,¡gen llega más que la palabra y perma­
nece en la gente más tiempo, sobre todo cuando apela
a nues­
tras esferas afectivas. Estos
dos. medios

ejercen
el mayor poder
persuasivo; en primer lugar, .por su difusión y, en segundo, por­
que imagen y sonido son manejados para adquirir mayor poder
manipulador en el espectador, receptor pasivo de estos sistemas
que eliminan en lo posible toda especulación intelectual, presen­
tando las ideas ya digeridas o dejando
que sea
la fantasía
y no
la
razón del

sujeto quien añada detalles, todo ello según el pro­
pósito del director.
Las
series americanas,

con el
·divorcio, el

sexo y
el adulte­
rio como

ingrediente fundamental fueron las primeras que
hi­
cieron su aparición en las 'pántallas, pero las series y películas
españolas, para nuestra desgracia;
las han
superado, son más
obscenas y morbosas que las extranjeras, llegando a contemplar
'ell nuestras casas escenas de «hacer el alllor»-sin tapujos, eón la
púdica. observación de la conveniencia ·de no verla menores. Y,
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hablando de menores, hay que agregar la actual obsesión por una
pedagogía sexual

precoz, que busca «desculpabilizar» todo tipo
de expresión sexual; ya hay .manuales de
sexualidad para

uso de
niños de siete a diez años ·que constituyen una verdadera co­
rrupción
_de menores.
La

emancipación sexual que estos medios propagan viene a
'provocar una

regresión y una frustración en el campo de la se­
xualidad, fenómeno ya constatado en otras naciones, y el
pe­
ligro es tanto mayor cuarito más jóvenes son las víctimas, pues
el objetivo es
sustituir la
moral o, peor aún, anular los llamados
de la conciencia, de la ley natural impresa en cada
individuo.
Prensa, radio, televisión o cine presentan situaciones o interpre­
taciones de vida falsas, apelando a casos extremos o generali­
zando sobre casos
excepcionales,-con
lo que van sustituyendo el
juicio crítico
personal por

las modas, costumbres y corrientes de
opinión que contribuyen
· a

la moderna masificación, que es lo
mismo que
decir que

provocan
la idiotlzación colectiva necesa­
ria para

el advenimiento de la gran
tiranía universal.
·Posibles soluciones.
Resulta evidente que hoy el combate consiste en esclarecer
las ideas y por eso nuestra tarea debe ser cultural
y de difusión
cultural.

También es evidente que hay que lograr generar una
resistencia cOntra los medios de comunicación social en manos
de los revolucionarios y potenciar -por todos los medios--a
los que defienden nuestra tradición católica. Debemos, pues,
contribuir a difundir las revistas y periódicos católicos no
infi\­
trados;

lamentablemente hoy tenemos que discriminar dentro de
los sectores eclesiales y recordar las palabras:
« ... el que conmigo
no recoge, derrama»
(Le., 11,23 ). Sería deseable que emisoras
y prensa católica lo fueran, ya que muchas veces no difieren de
las no católicas. Es recomendable practicar un sano silencio en medio del alu­
vión informativo, pues es una gran defensa para el orden
inte·
rior.

Recuerdo una anécdota contada en el transcurso de unos
ejercicios de San Ignacio'
sohre un

sacerdote francés·
sometic)o á
lavado de cerebro por los vietcong; cuando fue liberado pasó las
líneas cantando
la Internacional. Volvió a la normalidad con una
simple cura
de. silencio. . .. . .
·Para resumir en U.ria· fras·e, debemos vencer al mal a fuerza
de bien; frente a la poesía que destruye, levantar la poesía que
promete.
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