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Número 227-228

Serie XXIII

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La verdad

LA VERDAD
La verdad no es una abstracción, ilumina nuestra opacidad
y nos hace libres, identificada con la persona viviente de
Jesucristo.
«Pero, ¿qué es la verdad? Esta pregunta planteada en otro
"tiempo por Pi/ato
a Jesús
(cf.
Jn 18, 38) halla respuesta en
"las palabras del mismo Jesús cuando dice:
"Y o
soy el camino,
"la verdad

y la
vida" (lbíd., 14, 6). Por tanto, para el cristiano
nza verdad no es principalmente uná abstracción, ni algo intelec­
"tualista, ni menos aún una idea platónica, sino que se identifica
"con
la persona viviente de Jesucristo, que nos ha revelado la
"voluntad de Dios y su plan salvlfico. En El toda verdad par­
"cial se
cump/,, e
integra en unidad, y la verdad llega a ser
"realmente
"luz del

mundo"
(lbíd., 9, 6). Por esto precisamente
"nos "hace libres"
(Ibíd., 8, 32), porque nos arranca de nuestras
' 1m.ezquindades,
ilum'ina nuestra opacidad, nos redime de nues­
"tros pecados».
JUAN PABLO II: Discurso a los estudiantes
vencedores dd concurso «V eritas» el 16 de oc­
tubre. L'Osservatore Romano, edición semanal
en lengua espaliola, año XIV, núm. 51 (729),
domingo 19 de diciembre de 1982.
El servicio a la verdad desvía de la servidumbre huttrlllante o
interesada de los partidismos y predominios.
«El Apóstol San Pablo escribió en una de sus Cartas: "Nada
"podemos contra la verdad sino por la verdad" (2
Co., 13, 8).
"Esto
es
lo que importa reconocer y confesar, que la verdad
"es siempre superior a nosotros y que nosotros estamos a su
"servicio. Esta actitud interior acaso sea la más importante de
"las que contribuyen a la madurez de la persona y a hacer al
"hombre seguro

y humilde a la
vez, resuelto

y comprensivo al
"mismo tiempo, y le
forian un car.icter generoso

y libre.
Por-
831
Fundaci\363n Speiro

"que el servicio a la verdad desvía de toda servidumbre humi­
' 'liante

o interesada, ya que la verdad está
siempre por
encima
"de partidismos

y predominios».
JUAN PABLO II: Discurso a los estudiantes
vencedores del concurso « V eritas» el 16 de oc-­
tubre. L'Osservatore Romano, edición semanal
en

lengua española, año XIV, núm. 51 (729),
domingo 19 de diciembre de 1982.
Inteligencia y voluntad unidas en la búsqueda de la verdad.
«El estudio no es s6lo traba¡o del intelecto; es aiimismo
"trabajo de la voluntad, La inteligencia sola no puede caminar
"en la

búsqueda de la verdad
-en especial
cuando se
trata de
"las verdades

morales-, si no está sostenida de continuo por
"la voluntad.

No se encuentra la verdad si no se la ama: y el
"amor es acto de la voluntad».
JuAN PABLO II: Alocución a los participan­
tes del Congreso Internacional de UNIV 83 del 29
de marzo de este año. L'Osservatore
Romano, edición semanal en lengua española,
año XV núm. 16 (746), domingo 17 de abril
de 1983.
Voluntad y responsabilidad en la búsqueda de la verdad.
«Ahora bien, cuando decimos 11voluntad", entendemos 11res­
'"ponsabilidad". No se concibe el estudio como un proceso me­
"ramente técnico
e intelectual preocupado sólo de respetar las
"leyes de la l6gica.
Si en
él la voluntad desempeña un papel
-11 esencial, esto quiere decir que el estudio se concibe como "tra­
"baio" también en sentido moral. No s6lo contribuye a desarro­
"llar las virtudes intelectuales, sino asimismo las morales. De "aquí que tenga estrecha relación con
.el bien del hombre. Por
"ser el estudio acto de responsabilidad, debe reforzar nuestro
"sentido de responsabilidad en la prosecución del verdadero bien "del hombre. Desde este punto
rle vista el

estudio es traba¡o
"en un sentido más profundo, pues no está· al servicio de cono­
" cimientos abstractos, sino que es decisiva en la orientaci6n
"del hombre hacia su destino eterno.
»Muchos afirman que los estudiantes de hoy están redes­
"cubriendo interés y gusto por el estudio realizado con seriedad.
"Mas igualmente

general es la constataci6n de que esta tarea se
"desenvuelve en un preocupante vaclo de valores auténticos
. .
832
Fundaci\363n Speiro

"Numerosos compañeros vuestros se orientan a afrontar el es­
"tudio con una actitud positiva de profesionalidad, pero al mis­
"mo
tiempo
lo enfocan con la tendencia utilitarista de mera
"afirmación de
sí mismo. Parece así reafirmarse el cínico eslo­
"gan de nsaber es poder11».
JuAN PABLO II: Alocución a los participan­
tes

del
Congreso Internacional de

UNIV 83
del 29 de marzo de este año. L'Osservatore
Romano, edición semanal en lengua española,
año XV núm. 16 (746), domingo 17 de abril
de 1983.
La verdad no siempre coincide con la opinión de la mayoría.
«La Iglesia, siguiendo a Cristo, busca la verdad, que no
'siempre coincide

con la opinión de la mayoría. Escucha a la
"conciencia y no al poder, con
lo cual defiende a los pobres y
"despreciados. La Iglesia puede recurrir también a la investiga­
"ción sociológica
y estadlstica, cuando se revele útil para captar
"el
conteXJto histórico
dentro del cual la acción pastoral debe
,,desarrollarse y para conocer mejor la verdad; no obstante, tal
}}investigación por si sola no debe considerarse, sin más, expre­
"sión del sentido de la fe».
JUAN PABLO II: Exhortación Apostólica «Fa­
miliaris consortio». L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua española, año XIII,
núm. 51 (677), domingo 20 de diciembre de
1981.
La indüerencia hacia la verdad, enfermedad mortal de hoy.
«Sin embargo, el camino hacia una conciencia moral madura
"ni iniciarse puede si el
espiritu no
está libre de una enferme­
,, dad mortal hoy muy difundida: la indiferencia respecto de la
"verdad. Porque, ¿cómo podremos preocuparnos de que la ver­
,, dad

habite en nuestra
conciencia si
entendemos que estar en la
"verdad no es
un valor de importancia decisiva para el hombre?
»Numerosos son los síntomas de esta enfermedad.
La indi­
"ferencia respecto de la verdad
· se

manifiesta, por
ejemplo, en
"la opinión

de que en ética verdad y falsedad son sólo una cues­
"tión de

gustos,
decisiones personales

o condicionamientos cul­
"turales y sociales; o también, que basta realizar
lo que pensa­
"mos sin más preocupación de si lo que pensamos es verdadero
833
Fundaci\363n Speiro

"o falso; o astmumo, que nuestro agradar a Dios no depende
"de la

verdad de lo que pensamos de El, sino de creer con sin­
,, ceridad

en
lo que profesamos. Es igualmente indiferencia res­
"pecto de la verdad, considerar más importante para el hombre
"buscar la

verdad que alcanzarla puesto que, en definitiva, ésta
"se le

escapa irremediablemente; y en consecuencia,
confudir el
"respeto

debido a toda persona, cualesquiera que
sean las
ideas
"que profesa,

con la negaci6n de que existe una verdad obietiva.
»Si en

el sentido
arriba indicado una persona es

indiferente
"respecto de la verdad, no se ocupará de formarse la conciencia
"y tarde o temprano terminará por confudir la fidelidad a su
"conciencia con la adhesión a cualquier "la opini6n de la mayoría.
»¿De
d6nde nace e,ta gravi~ima enfermedad

espiritual? Su
"origen
último es

el orgullo en el que reside la
raiz de cual.quier
"mal,
según

dice toda la
Tradici6n ética
de la Iglesia. El orgu­
"llo lleva

al hombre
a atribuirse
el poder de decidir, cual
árbi­
JJtro supremo, lo que es verdadero y lo que es falso, o sea, a
"negar la trascendencia de la verdad respecto de nuestra inteli­
,, gencia creada y a contestar, en consecuencia, el deber de abrirse
"a ella y recibirla cual don que la ha hecho la luz increada y no
"cual invención propia.
»Asf que. resulta claro que el origen de la indiferencia res­
"pecto de la verdad se halla en lo hondo del
corazón humano.
"No se llega a encontrar la verdad si no se la ama; no se conoce
"la verdad si no se quiere conocerla».
JUAN PABLO II: Catequesis en la audiencia
general del miércoles 24 de agosto. L'Osserva­
tore Romano, edición semanal en lengua espa~
ñola, año XV, núm. 35 (756), domingo 28 de
agosto de 1983.
Distinción entre el error y la persona que yerra.
«En una situación de pluralismo ideol6gico y práctico como
"el de

nuestro tiempo, no hay duda de que el diálogo debe ser
· "respetuoso y

comprensivo,
y siempre hay que distinguir entre
"el error y la persona que yerra».
834
JUAN PABLO II: Alocuci6n a los redactores y
colaboradores de «La Civilta Cattolica», el 5 de
abril de 1982.
L'Osservatore Romano, edición
semanal en lengua ·espafiola, año XIV, núm. 18
(696), domingo 2
de mayo de 1982.
Fundaci\363n Speiro

La búsqueda de la verdad por la universidad y por la Iglesia.
«La universidad y la Iglesia se consagran, cada una según
"su manera

propia, a la búsqueda de la verdad, al progreso del
"espíritu, a los valores universales, a
lá comprensión

y al desarro­
"llo integral del hombre,
a la exploración de

los misterios del
"universo. En

una palabra, la universidad
y la Iglesia quieren
"servir al hombre desinteresadamente, tratando de responder a "sus aspiraciones morales e intelectuales
más al,tas. La

Iglesia en­
"seña que la persona humana, creada a imagen de Dios, tiene
"una dignidad única, que es necesario defender contra todas las
"amenazas que> sobre todo actualmente, acechan con destruir
"al hombre en su ser' físico y moral, individual y colectivo.
»La
Iglesia se

dirige muy en particular a los actuales univer­
" sitarios

para decirles:
tratemos de defender juntos al hombre
"en
sí mismo, cuya dignidad y honor están seriamente amena­
"zados.
La universidad, que por vocación es una institución des­
"interesada y
libre, se
presenta como una de las pocas institu­
"ciones de

la sociedad moderna capaces de defender con
la
"Iglesia al hombre por sí mismo; sin subterfugios, sin otro pre­
"texto y por la sola razón de que el hombre posee una dignidad
"única y merece ser estimado por sí mismo.
»Este es el humanismo superior que enseña la Iglesia. El
,,q!'e os ofrece en vuestra tarea tan noble y urgente, universi­
"tarios y educadores. Permitidme por ello que os exhorte a
"emplear todos los medios legítimos a vuestro alcance: enseñan­
"za, investigación, información, diálogo con el público, para lle­
"var a cabo vuestra misión humanistica, convirtiéndoos en ar­
"tlfices de esa civilización del amor, la única capaz de evitar que
"el hombre sea un enemigo para el hombre».
JuAN PABLO II: Mensaje al mundo univer­
sitario. L'Osservatore Romano, edici6n semanal,
en lengua española, año XV, núm. 12 (742),
domingo 20 de marzo de 1983.
La verdad, meta del pensamiento científico y religioso.
«Todo saber recibe su nobleza y dignidad de la verdad que
"expresa. Sólo cultivando

desinteresadamente la verdad, la cu/­
" tura y sobre todo la ciencia conservan su libertad y s6lo así
"pueden defenderla contra todo intento de manipulación por
"parte de
tdeologlas o

poderes.
835
Fundaci\363n Speiro

»"La verdad os hará libres". Estas palabras del Evangelio
"tienen actualidad permanente
y proyectan una luz divina sobre
"la actividad

del sabio que
a nada
subordina su tarea e investí­
,, gaci6n, si no es a la verdad.
»La verdad constituye la finalidad del universo: Ultimus finis 11totius universi est Veritas, según escribi6 uno de los genios
"más grandes del pensamiento, Tomás de Aquino (Contra gen­
"tiles, I, 1-c. 1). El universo esconde en su seno la verdad de
"todos los seres, de sus formas
y leyes, y aspira a que la inte­
"ligencía humana revele esta verdad. Ustedes, señores científicos,
"que acogen al, mundo en su mente, lo tratan en sus laboratorios,
nlo escrutan en sus repliegues más ínfimos con traba¡o laborioso,
"¿qué buscan sino la verdad? · ·
'
»Claro eNá que a veces las conquistas de la ciencia son pro­
"visionales y están su;etas a interrogantes y revisiones, y nunca
"llegarán a expresar toda la verdad que encierra el universo:
"un sentido

de
niisterio forma
parte de su patrimonio intelec­
"tual
y les sugiere que cuanto no conocen es mucho más de lo
"que conocen. En la investigaci6n de la verdad, la audacia
de
"la raz6n se con¡uga con la humildad de los propios limites y
"el
gozo de

conocer va a la par con la admiraci6n por lo des­
u conocido.
»Un sentido de misterio envuelve asimismo las verdades que
"la ciencia

no puede descubrir, pero
. que
éstas interrogan al
es'
"plritu del
sabio

en lo más
Intimo de
su
ser, donde experimen­
"ta una aspiración irresistible y acucianie hacia lo divino. La
"finalidad del universo no es s6lo revelar la verdad inmanente
"en él,
sino también el poner de manifiesto la verdad primera
"que dio origen
y forma al mundo. ,,
»Sean las que fueren las vías de su investigaci6n cientlfica,
"les acompañe
siempre, señores,
el sentido de lo divino ¿C6mo
"no evocar aquí a Isaac Newton? El ciertamente no pensaba
"que la

ciencia ha de
construirs.e sobre
las ruinas de la religión
"y la metafisica sino que, contrariamente a lo que diría después
• "Augusto
Comte,
percihia la
presencia de Dios en el universo.
"no inmanente

en la .naturaleza sino trascendiéndola. En el
Scho­
"lium generale añadido a la segunda edición de sus Philosophiae
"naturalis principia mathematka
escrib!a Newton: "Este elegan­
"tisimo coniunto

de sol, los planetas
y los cometas no pudo sur­
,, gir

sin el designio
y la potencia de un ser inteligente y pode­
"roso. El todo lo
gobierna no como

alma del mundo
sino como
836
Fundaci\363n Speiro

"Señor del universo ... De la necesidad metafisica ciega que sería
"absolutamente idéntica
siempre
y en
todos los
lugares, no
nace
"ninguna variedad de cosas.
La verdad completa de las cosas
"que comprende

lugares
y tiempos,
sólo ha podido surgir de las
"ideas y voluntad de

un ser necesario (cf.
Storia del pensiero
"filosofico
e scientifico, Milán, Garzanti, 1970, vol. II. pág. 646):
»Con Newton,

que estaba convencido
de. que

no se puede
"separar el pensamiento científico del pensamiento religioso,
"concuerda el mensa;e dirigido a los hombres de pensamiento
"y
ciencia
por el Concilio Vaticano. II:
"Nunca quizá,
gracias
"a Dios,

ha aparecido tan clara como
hoy, la
posibilidad de un
"acuerdo profundo entre la ciencia verdadera
y la

fe verdadera,
"una y otra

al servicio de la única verdad. No obstaculicéis este
"precioso encuentro. Tened confianza en la fe, esa gran amiga
"de la inteligencia"».
JuAN PABLO II: Discurso a los miembro's de
la Pontificia Academia de las Ciencias. L'Os­
servatore Romano, edición semanal en lengua
española, año XV, núm. 51 (781), domingo 18
de diciembre de 1983.
El estudio y la investigación para el descubrimiento de lo
que hay en la montaña fascinante de la verdad cuya cima
se sumerge en la bruma luminosa del misterio de Dios.
« Y el inmenso esfuerzo de estudio e investigación, desarro-
"llado en los diversos centros universitarios esparcidos por el
"mundo, ¿qué

otra finalidad tiene si no la de permitir al hom­
"bre, mediante el progreso en el conocimiento de la verdad,
rea­
nlizarse a sí mismo cada vez más plenamente, en el Contexto de
"una relación

dinámica
y constructiva con el' universo creado,
"en el cual se desenvuelven sus vicisitudes terrenas?
»¿Acaso no ha sido ésta la convicci6n que ha impulsado al
"hombre, desde los ar/genes de la historia
y, luego,

poco a poco,
"en el

curso de los
siglos, a
avanzar por senderos que trepan,
"con
frecuencia escarpados y abruptos,

a lo largo de las pen­
,, dientes

de esa montaña fascinante, que
tiene el
nombre de
"Ver­
"
dad" y cuya cima se sumerge en la bruma luminosa del mis­
"terio mismo de Dios? Ha
sido una camino nada fácil,

en el
"cual el hombre ha debido pagar personalmente precios a veces
"muy altos.

Pero nada ha podido detenerlo jamás, porque él
"intu/a que

en la búsqueda de la verdad estaba en juego
su mis-
837
Fundaci\363n Speiro

"ma dignidad de ser pensante. "Una vida sin búsqueda -ha
"dicho Platón- no es
dig11.a de
ser
vivida" (Apología de Só­
"crates, 38 a).
»En el descubrimiento de lo verdadero el hombre se realiza
"a si

mismo, Esta es, pues, la finalidad esencial de todo esfuer­
"zo que se dirige al conocimiento de aspeotos nuevos de la ver­
" dad en los varios campos de lo conocible. El hombre, ilustres
"señores, es el
fin de
vuestro
trabaio de
profesionales de la cul­
"tura. Y
.es

importante que no os canséis de mirar
a este
obie­
"tivo final de toda
fatiga intelectual,

porque
existe el
riesgo
"-por desgracia no
sólo· hipotético--de

que la orientación a
"una meta

tan noble se extravie a lo largo del camino
o, al
me­
"nos,
· de

que otros utilicen los
frutos de
vuestra investigación
"para
fines que

nada tienen que ver con el auténtico bien del
nhombre».
838
JÚAN PABLO II: Discurso a los profesores
universitarios en el Ateneo del Sagrado Cora­
zon, domingo 22 de mayo de 1983. L'Osserva­
tore Romano, edición semanal en lengua espa­
fíola, afio XV, núm. 23 (753) domingo 5 de
junio de 1983.
Fundaci\363n Speiro