Índice de contenidos
Número 227-228
Serie XXIII
- Textos Pontificios
- Noticias
- In memoriam
-
Estudios
-
¿Hubo mártires en la guerra de España?
-
Cristianismo deshidratado
-
La reforma penal
-
El pesimismo jurídico de Georges Ripert
-
Brañas y la democracia orgánica
-
Sobre la revolución administrativa
-
La Justicia cristiana, la «nueva creación» y el orden temporal
-
Las relaciones Iglesia-Estado
-
La purga de unos economistas: Preobrajensky y la oposición
-
- Actas
- Información bibliográfica

Autores
1984
Maimónides: Guía de perplejos
INFORMACION BIBUOGRAFICA
Maimónúles: GUIA DE PERPLEJOS (*).
Entre los' numerosos y egregios personajes judíos que fueron
ornamento y factores valiosos en
las Cortes musulmanas de la
Edad Media, tanto en España como en otras naciones, ninguno segutamente
alcanz6 la
excelsa categoría, en el orden intelectual
-no ya
en el político propiamente dicho-,
de Mosé ben Mai
món, «Maimónides», «el sefardí», como él se firmaba, nacido
en Córdoba en
1135 y muerto en El Cairo en 1204. Su imagen
aparece aureolada por brillantes títulos, que le confieren inne
gable rango en la Historia del Judaísmo y
de los saberes huma
nos. Su fama, a lo largo
de ocho siglos, no ha tenido eclipse y
su nombre siempre está de actualidad. Con estas elogiosas palabras
-pocas más expresivas podrían
pronunciarse en tan limitado espacio-- empieza el largo Proe
mio del traductor de esta obra que presentamos, «la más famosa
de las obras del
eminente polígrafo
que
marca el cénit del pen
samiento filosófico medieval
y recoge y enriquece las más pu
ras esencias
y logros de la meritísima escuela exegética hebraico
española
en varias de sus más espléndidas ramas» (pág. 41). Ya
en su Manual de Historia de la Literatura Hebrea y en El Le
gado del Judaismo Español, el profesor Gonzalo Maesa, gran
conocedor
y asiduo estudioso e investigador de la filosofía y la
literatura hebreas y concreetamente maimonidiana, dedica los más
e=miásticos elogios
a
la personalidad y obra de Maimó
nides. Como rasgo primordial, dentro de la universalidad de esta gran figura,
«cabe destacar
su sefardismo: él es,
. ante
todo,
una gloria hispana, por múltiples razones». Nace en Córdoba
y allí recibió su primera educación en matemáticas, astronomía,
medicina y filosofía, mostrando ya su preclara inteligencia en
todas las ramas filosóficas, literarias
y científicas que a la sazón
integraban la cultura arábigo-musulmana y judaica. Y cuando la
persecución de los almohades le obligó a
huir, tras
varias vici
situdes, se estableció en Egipto, abriendo escuela de filosofía
en Fustat (El Cairo ), donde escribió la mayor parte de sus libros·.
Pero, como prueba
de su
españolismo, siempre tuvo a gala lla
marse «el sefardl» y continuó toda su
vida en contacto con es
tudiosos judíos hispánicos, Entre las obras notables de Maimónides destaca la Gula de
perple¡os, de desorientados o de extraviados (1190), compuesta,
(*) Edición prepar?da por David _Gonzalo _Maeso, Editora Nacional,
Clásicos para una Biblioteca Contemporánea, Madrid, 1984, 575 págs.
1105
Fundaci\363n Speiro
•
INFORMACION BIBUOGRAFICA
quizá, para sostener la fe de las judías perseguidos por el fa
natismo de los almohades y para los que hallaban dificultades
en conllevar el judaísmo con la filosofía. En
esta obra
se ex
pone un sistema filosófico-teológico completo, en estilo conciso, claro y vigoroso. Fue
escrita en
árabe y traducida al hebreo con
,el título Moréh Nehuhim, aprobado por el mismo Maimónides .
Esta obra, «obra maestra, monumento imperecedero de la épo
ca, que sólo admite parangón con la
Suma Teológica y la Divina
Comedia,
cada una en su orden» ( Gonzalo Maeso, Proemio, pá
gina 13) ejerció gran influencia en la escolástica medieval. Viene
a ser
-dice el· historiador
de la filosofía, P. Guillermo
Frail~
una
especie de
Suma Teológica del judaísmo.
Maimónidos es, ante todo, un judío creyente, conforme a
la
· tradición del rabbanismo. Considera la Biblia como expresión de
la verdad
divina. Pero
esto
no. le
impide dar amplia acogida a
la filosofía. Su fondo filosófico es un esquema neoplatonizante,
al estilo de Avicena, pero hace
entrar elementos
aristotélicos al
modo de Averroes, tratando de
armonizarlos con
la Biblia por
medio del método alegórico. Maimónides, no obstante ser llama do por
Menéndez Pelayo
«el Aristóteles judío de los tiempos
medios», tiene más de avicenista y neoplatónico que de aristoté
lico y averroísta. Utiliza
la filosofía para explicar el sentido bí
blico, y
recurre ampliamente
al método alegórico. Su objeto es
guiar a los que se extravían en el significado de algunos pasajes
excesivamente antropomórficos. La Biblia
-dice Maimónides--
tiene
dos sentidos: uno literal
y aparente, y otro más profundo,
oculto
y espiritual. Las contradicciones y dificultades se resuel
ven cuando se logra penetrar
,el segundo.
La Guia de
perp/e¡os, «una
de las obras del espíritu humano
y una de las más famosas
de la Historia de exégesis escritutaria»,
es ciertamente una obra maestra
y enciclopédica en la que se re
fleja no sólo la
Escriturística y la Filosofía, sino la Religión,
Teología, Derecho judaico, Ciencias, Medicina, etc., que hacen
de ella una obra genial que rompe
lo, moldes
,rutinarios, consti
tuyendo un género aparte por su originalidad, como por su
varia
do
contenido. El fondo ideológico de esta
Suma teológico-filosó
fico-escrituraria del judaísmo, con innumerables derivaciones ha
cia otros sectores culturales y
religiosas, es
inexhausto y marca
el punto culminante en el desarrollo de la Filosofía judaica. Sus
fuentes, numerosas y variadas, son concretadas por Gonzalo
Mae- ·
so
a estas siete:
l.') Sagrada Escritura; 2.') Literatura rabínica;
3.') Filosofía
aristotélica;
4.') Filosofía
musulmana;
5.') Litera
tura
hispano-judía; 6.') Ciencias (a nivel de su época), y
7.')
La escuela
de la vida.
1106
Fundaci\363n Speiro
INFORMAClON BIBUOGRAFICA
La obra que presentamos está integrada por tres partes, pre-
cedidas
cada una
de sendas introducciones. Consta, la primera
parte,
de
la introducción-carta, dedicatoria en la que se expone la
finalidad de la obra, diferentes categorías mentales sobre los
misterios divinos, razón de las alegorías en
las que éstoo se ban ·
presentado, recomendaciones y observación sobre causas y ori
gen de contradicciones en determinadas obras. Siguen 76 capí
tulos. La segunda. parte contiene introducción y 48 capítulos. Y
comprende la tercera parte la introducción y
54 capítulos.
Nos
fijamos, principalmente, en algunos de los capítulos de la pri
mera parte y de
la última.
En Teología, Maimónides afuma vigorosamente la absoluta
trascendencia de Dios,
situado en alturas inaccesibles a la inteli
gencia humana. Es preciso entonces demostrar su existencia, ya que
«la ciencia de Dios no se consigue por experilencia directa
ni
por visión intuitiva, sino por demostración del universo». Para
ello utiliza Maimónides las conocidas pruebas
de Aristóteles: la
necesidad de un
primer motor;
por
la causalidad; la distinción
entre lo potencial y lo actual; y por la elevación de lo contingen
te a lo necesario. Excluye toda clase de antropomorfismo de su
concepto de la esencia divina. Dios es uno, simplicísimo, inteli
gencia siempre en acto. En Dios se identifican
la esencia y la
existencia, mientras que en las criaturas se distinguen. «La exis
tencia
es un acidente que sobreviene y es accesoria a la quiddidad
de lo que existe; su exigencia es algo añadido a su quidaidad.
Pero Dios es la existencia necesaria (no tiene causa), su existen
cia es su verdadera esencia, su esencia es su existencia, y no es
una esencia a la que haya acaecido existir como algo accesorio.
Dios exist!e, pero no por la existencia; vive, pero no por la vida;
puede, pero no por el poder; sabe, pero no por el saber, antes
bien el Todo ,se reduce a una sola idea en la que no hay multi
plicidad» (primera parte, c
.. 50
y sigs.). En el necesario (Dios),
ser y existir es
la mi,sri:ta cosa; en el contingente, el existir sobre
vive extrínsecamente a su esencia posible.
Define Maimónides la creación del mundo por Dios, pero li
mita su providencia al hombre. La acción de Dios
sobre el
mun
do se transmite por
una serie
escalonada de
fas inteligencias,
de
las que provienen todos los bienes y todas las influencias. En
la tierra, los cuatro elementos: agua, aire,
tierra y
fuego, cons
tituyen
la materia de todos los· cuerpos.
El hombre es, para Maimónides, un microcosmos, compuesto
de materia (cuerpo) y de fon:i:la (alma). Todos los males proviC,:
nen de la primera, y todos los bienes de
la segunda. El bjeto
más alto
que puede
proponerse la
vida del hombre
~ el conoci-
1107
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
miento humano. El. hombre debe prepararse para recibir la ac
ción del Entendimiento, agente en el
entendimiento posible, eli
minando los obstáculos de las pasiones, afectos, imaginación y
buscando la soledad para practicar la meditación. Por este es
fuerzo de elevación intelectual recibirá
la iluminación del En
tendimiento agente. A
la unión oon él se llega en grado imper
fecto por
la filosofía; en otro grado superior, por el éxtasis, y
de modo definitivo después de la muerte, en que la unión con
el Entendimiento agente constituirá la
felicidad perfecta y la
inmortalidad del hombre. En esto consiste la verdadera perfección humana en la que
termina la escala ascendente de las cuatro perfecciones que, según
Maimónides, se
dan en el hombre. La primera, que «es la de
menos valor, es la perfección en hecho de la posesión» ( com prende los bienes de que el hombre es dueño); es una perfección que en nada se liga con la persona, ni supone
perfección
alguna
en
su esencia. La segunda clase se relaciona más que la
anterior con la esencia de la persona: «es
la perfección y com
plexión del cuerpo»; y tampoco este tipo de perfección puede adoptarse como objetivo final, pues es una perfección que el
hombre no posee como tal, sino como
animal y la tiene en co
mún con éstos, sin ofrecer ventaja
alguna para
el
alma. La ter
cera clase representa, más que la segunda, una perfección de la
esencia del hombre, «se refiere a las cualidades morales»; pero
no es
más que
una preparación para otra perfección, ni de suyo
supone una finalidad sino únicamente se refiere a las relaciones
de los hombres entre. sí. La cuarta clase «constituye la verda dera perfección humana: consiste en la adqnisición de
las virtu
des
intelectuales, es decir, en concebir especies inteligibles que
pueden proporcionar ideas sanas sobre las cuestiones metafísicas.
En eso estriba el fin último del hombre, que confiere al ser hu
mano una auténtica perfección; le pertenece a
él solo; por ella
alcanza la inmortalidad,
y por ella el hombre es realmente hom
bre» ( Guia de perplejos, III parte, cap.
54 ).
Con
esto
-terminamos nosotros-tenemoo en
Maimónides
el mismo doble proceso neoplatónico, de procesión y retomo de
las cosas a sus principios, y un misticismo de carácter intelectual,
que, unos años después, veremos cristinianizado en
el Itinerarium
mentis
in
Deum
de San Buenaventura, y dos ,siglos más tardé en
la Oratio
de hominis dignitate de Pico de
la Mirándola, en cu
yas obras ambos autores
subrayan ese
proceso ascedente especu
lativo-pdctico del
hombre hacia fines superibres.
EMILIO SERRANO VILLAFAW!.
1108
Fundaci\363n Speiro
Maimónúles: GUIA DE PERPLEJOS (*).
Entre los' numerosos y egregios personajes judíos que fueron
ornamento y factores valiosos en
las Cortes musulmanas de la
Edad Media, tanto en España como en otras naciones, ninguno segutamente
alcanz6 la
excelsa categoría, en el orden intelectual
-no ya
en el político propiamente dicho-,
de Mosé ben Mai
món, «Maimónides», «el sefardí», como él se firmaba, nacido
en Córdoba en
1135 y muerto en El Cairo en 1204. Su imagen
aparece aureolada por brillantes títulos, que le confieren inne
gable rango en la Historia del Judaísmo y
de los saberes huma
nos. Su fama, a lo largo
de ocho siglos, no ha tenido eclipse y
su nombre siempre está de actualidad. Con estas elogiosas palabras
-pocas más expresivas podrían
pronunciarse en tan limitado espacio-- empieza el largo Proe
mio del traductor de esta obra que presentamos, «la más famosa
de las obras del
eminente polígrafo
que
marca el cénit del pen
samiento filosófico medieval
y recoge y enriquece las más pu
ras esencias
y logros de la meritísima escuela exegética hebraico
española
en varias de sus más espléndidas ramas» (pág. 41). Ya
en su Manual de Historia de la Literatura Hebrea y en El Le
gado del Judaismo Español, el profesor Gonzalo Maesa, gran
conocedor
y asiduo estudioso e investigador de la filosofía y la
literatura hebreas y concreetamente maimonidiana, dedica los más
e=miásticos elogios
a
la personalidad y obra de Maimó
nides. Como rasgo primordial, dentro de la universalidad de esta gran figura,
«cabe destacar
su sefardismo: él es,
. ante
todo,
una gloria hispana, por múltiples razones». Nace en Córdoba
y allí recibió su primera educación en matemáticas, astronomía,
medicina y filosofía, mostrando ya su preclara inteligencia en
todas las ramas filosóficas, literarias
y científicas que a la sazón
integraban la cultura arábigo-musulmana y judaica. Y cuando la
persecución de los almohades le obligó a
huir, tras
varias vici
situdes, se estableció en Egipto, abriendo escuela de filosofía
en Fustat (El Cairo ), donde escribió la mayor parte de sus libros·.
Pero, como prueba
de su
españolismo, siempre tuvo a gala lla
marse «el sefardl» y continuó toda su
vida en contacto con es
tudiosos judíos hispánicos, Entre las obras notables de Maimónides destaca la Gula de
perple¡os, de desorientados o de extraviados (1190), compuesta,
(*) Edición prepar?da por David _Gonzalo _Maeso, Editora Nacional,
Clásicos para una Biblioteca Contemporánea, Madrid, 1984, 575 págs.
1105
Fundaci\363n Speiro
•
INFORMACION BIBUOGRAFICA
quizá, para sostener la fe de las judías perseguidos por el fa
natismo de los almohades y para los que hallaban dificultades
en conllevar el judaísmo con la filosofía. En
esta obra
se ex
pone un sistema filosófico-teológico completo, en estilo conciso, claro y vigoroso. Fue
escrita en
árabe y traducida al hebreo con
,el título Moréh Nehuhim, aprobado por el mismo Maimónides .
Esta obra, «obra maestra, monumento imperecedero de la épo
ca, que sólo admite parangón con la
Suma Teológica y la Divina
Comedia,
cada una en su orden» ( Gonzalo Maeso, Proemio, pá
gina 13) ejerció gran influencia en la escolástica medieval. Viene
a ser
-dice el· historiador
de la filosofía, P. Guillermo
Frail~
una
especie de
Suma Teológica del judaísmo.
Maimónidos es, ante todo, un judío creyente, conforme a
la
· tradición del rabbanismo. Considera la Biblia como expresión de
la verdad
divina. Pero
esto
no. le
impide dar amplia acogida a
la filosofía. Su fondo filosófico es un esquema neoplatonizante,
al estilo de Avicena, pero hace
entrar elementos
aristotélicos al
modo de Averroes, tratando de
armonizarlos con
la Biblia por
medio del método alegórico. Maimónides, no obstante ser llama do por
Menéndez Pelayo
«el Aristóteles judío de los tiempos
medios», tiene más de avicenista y neoplatónico que de aristoté
lico y averroísta. Utiliza
la filosofía para explicar el sentido bí
blico, y
recurre ampliamente
al método alegórico. Su objeto es
guiar a los que se extravían en el significado de algunos pasajes
excesivamente antropomórficos. La Biblia
-dice Maimónides--
tiene
dos sentidos: uno literal
y aparente, y otro más profundo,
oculto
y espiritual. Las contradicciones y dificultades se resuel
ven cuando se logra penetrar
,el segundo.
La Guia de
perp/e¡os, «una
de las obras del espíritu humano
y una de las más famosas
de la Historia de exégesis escritutaria»,
es ciertamente una obra maestra
y enciclopédica en la que se re
fleja no sólo la
Escriturística y la Filosofía, sino la Religión,
Teología, Derecho judaico, Ciencias, Medicina, etc., que hacen
de ella una obra genial que rompe
lo, moldes
,rutinarios, consti
tuyendo un género aparte por su originalidad, como por su
varia
do
contenido. El fondo ideológico de esta
Suma teológico-filosó
fico-escrituraria del judaísmo, con innumerables derivaciones ha
cia otros sectores culturales y
religiosas, es
inexhausto y marca
el punto culminante en el desarrollo de la Filosofía judaica. Sus
fuentes, numerosas y variadas, son concretadas por Gonzalo
Mae- ·
so
a estas siete:
l.') Sagrada Escritura; 2.') Literatura rabínica;
3.') Filosofía
aristotélica;
4.') Filosofía
musulmana;
5.') Litera
tura
hispano-judía; 6.') Ciencias (a nivel de su época), y
7.')
La escuela
de la vida.
1106
Fundaci\363n Speiro
INFORMAClON BIBUOGRAFICA
La obra que presentamos está integrada por tres partes, pre-
cedidas
cada una
de sendas introducciones. Consta, la primera
parte,
de
la introducción-carta, dedicatoria en la que se expone la
finalidad de la obra, diferentes categorías mentales sobre los
misterios divinos, razón de las alegorías en
las que éstoo se ban ·
presentado, recomendaciones y observación sobre causas y ori
gen de contradicciones en determinadas obras. Siguen 76 capí
tulos. La segunda. parte contiene introducción y 48 capítulos. Y
comprende la tercera parte la introducción y
54 capítulos.
Nos
fijamos, principalmente, en algunos de los capítulos de la pri
mera parte y de
la última.
En Teología, Maimónides afuma vigorosamente la absoluta
trascendencia de Dios,
situado en alturas inaccesibles a la inteli
gencia humana. Es preciso entonces demostrar su existencia, ya que
«la ciencia de Dios no se consigue por experilencia directa
ni
por visión intuitiva, sino por demostración del universo». Para
ello utiliza Maimónides las conocidas pruebas
de Aristóteles: la
necesidad de un
primer motor;
por
la causalidad; la distinción
entre lo potencial y lo actual; y por la elevación de lo contingen
te a lo necesario. Excluye toda clase de antropomorfismo de su
concepto de la esencia divina. Dios es uno, simplicísimo, inteli
gencia siempre en acto. En Dios se identifican
la esencia y la
existencia, mientras que en las criaturas se distinguen. «La exis
tencia
es un acidente que sobreviene y es accesoria a la quiddidad
de lo que existe; su exigencia es algo añadido a su quidaidad.
Pero Dios es la existencia necesaria (no tiene causa), su existen
cia es su verdadera esencia, su esencia es su existencia, y no es
una esencia a la que haya acaecido existir como algo accesorio.
Dios exist!e, pero no por la existencia; vive, pero no por la vida;
puede, pero no por el poder; sabe, pero no por el saber, antes
bien el Todo ,se reduce a una sola idea en la que no hay multi
plicidad» (primera parte, c
.. 50
y sigs.). En el necesario (Dios),
ser y existir es
la mi,sri:ta cosa; en el contingente, el existir sobre
vive extrínsecamente a su esencia posible.
Define Maimónides la creación del mundo por Dios, pero li
mita su providencia al hombre. La acción de Dios
sobre el
mun
do se transmite por
una serie
escalonada de
fas inteligencias,
de
las que provienen todos los bienes y todas las influencias. En
la tierra, los cuatro elementos: agua, aire,
tierra y
fuego, cons
tituyen
la materia de todos los· cuerpos.
El hombre es, para Maimónides, un microcosmos, compuesto
de materia (cuerpo) y de fon:i:la (alma). Todos los males proviC,:
nen de la primera, y todos los bienes de
la segunda. El bjeto
más alto
que puede
proponerse la
vida del hombre
~ el conoci-
1107
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
miento humano. El. hombre debe prepararse para recibir la ac
ción del Entendimiento, agente en el
entendimiento posible, eli
minando los obstáculos de las pasiones, afectos, imaginación y
buscando la soledad para practicar la meditación. Por este es
fuerzo de elevación intelectual recibirá
la iluminación del En
tendimiento agente. A
la unión oon él se llega en grado imper
fecto por
la filosofía; en otro grado superior, por el éxtasis, y
de modo definitivo después de la muerte, en que la unión con
el Entendimiento agente constituirá la
felicidad perfecta y la
inmortalidad del hombre. En esto consiste la verdadera perfección humana en la que
termina la escala ascendente de las cuatro perfecciones que, según
Maimónides, se
dan en el hombre. La primera, que «es la de
menos valor, es la perfección en hecho de la posesión» ( com prende los bienes de que el hombre es dueño); es una perfección que en nada se liga con la persona, ni supone
perfección
alguna
en
su esencia. La segunda clase se relaciona más que la
anterior con la esencia de la persona: «es
la perfección y com
plexión del cuerpo»; y tampoco este tipo de perfección puede adoptarse como objetivo final, pues es una perfección que el
hombre no posee como tal, sino como
animal y la tiene en co
mún con éstos, sin ofrecer ventaja
alguna para
el
alma. La ter
cera clase representa, más que la segunda, una perfección de la
esencia del hombre, «se refiere a las cualidades morales»; pero
no es
más que
una preparación para otra perfección, ni de suyo
supone una finalidad sino únicamente se refiere a las relaciones
de los hombres entre. sí. La cuarta clase «constituye la verda dera perfección humana: consiste en la adqnisición de
las virtu
des
intelectuales, es decir, en concebir especies inteligibles que
pueden proporcionar ideas sanas sobre las cuestiones metafísicas.
En eso estriba el fin último del hombre, que confiere al ser hu
mano una auténtica perfección; le pertenece a
él solo; por ella
alcanza la inmortalidad,
y por ella el hombre es realmente hom
bre» ( Guia de perplejos, III parte, cap.
54 ).
Con
esto
-terminamos nosotros-tenemoo en
Maimónides
el mismo doble proceso neoplatónico, de procesión y retomo de
las cosas a sus principios, y un misticismo de carácter intelectual,
que, unos años después, veremos cristinianizado en
el Itinerarium
mentis
in
Deum
de San Buenaventura, y dos ,siglos más tardé en
la Oratio
de hominis dignitate de Pico de
la Mirándola, en cu
yas obras ambos autores
subrayan ese
proceso ascedente especu
lativo-pdctico del
hombre hacia fines superibres.
EMILIO SERRANO VILLAFAW!.
1108
Fundaci\363n Speiro