Índice de contenidos
Número 241-242
Serie XXV
- Textos Pontificios
- Aniversarios
-
Estudios
-
La metafísica del ser y la noción de Creación en el pensamiento de Sciacca
-
El catolicismo americano
-
Las nuevas formas de reproducción humana ante el Derecho Natural
-
«La teología de la revolución» de Karl Marx (II)
-
Contenido ideológico del liberalismo
-
El «correcto canonista». (A propósito de los «Escritos reunidos» de Hans Barion)
-
- Actas
-
Información bibliográfica
-
Jean Dumont: La revolution française ou les prodiges du sacrilège
-
Guillaume Maury: L'Eglise et la subversion. Le C.C.F.D.
-
Santo Tomás de Aquino: Comentario al «Libro del alma»
-
Carlos Alvear Acevedo: Medio milenio de evangelización
-
Giovanni Gozzer: Estado, Educación y Sociedad: el mundo de la «escuela libre»
-
Fernando Mota Martínez: El fracaso del Estado mexicano
-
Autores
1986
En el octavo aniversario del profesor Elías de Tejada
EN EL vm ANIVERSARIO DEL PROFESOR
FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
POR
MIGUEL AYUSO
Que existe una poderosa, a la par que exigente censura inte
lectual, ejercida inmisericordemente
por la intelligentzia izquier
dista, es
rugo que
casos como el del profesor Elías de Tejada ha
cen patente sin dejar sombra a
la duda o resquicio a la discusi6n.
Cuando hay quienes figuran en el elenco de
la cultura ----eomo
ha
escrito Fernández de
la Mora-« bajo su simple p,uabra de
honor
o gracias a la campaña de imagen de una sociedad de bom
bos mutuos», el olvido en que yace
para los españoles la obra
consistente del que fue querido amigo de esta casa de
Verbo, es
sólo
~licable por
el funcionamiento implacable de tan celosa
inquisición. En su plenitud se nos fue el maestro lúcido
---il cuyo lado .se
desvanecían
las dificultades-, el políglota asombroso, el lector
excepcional,
'el viajero
infatigable. Cuando trabajaba en la que
habría de
ser su
opus magnum, el Tratado de Fílasofia del De
recho,
proyectado para doce tomos y del que dejó dos que ape
nas
desbrozan los prenotandos.
·
¡Quién
sabe lo que hubiera podido
esperarse de
su capaci
dad, tan bien dotada, unida a su intensa actividad! En
cualqnier
caso,
el solo inventario de la obra que nos dej6 es suficiente para
reflejar la envergadura de su quehacer y para dar cuenta de su
puesto en
la ciencia hispana.
Por eso, la Bibliografla (*) que ha elaborado Consuelo Ca
ball~,
bajo
la dirección del profesor Paolo G. Caucci
--
{') Universidad de Perngia, Pemgia, 1984, 112 p,lgs.
11
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
Universidad de Perugia-, y con la colaboración preciosa de Ga
briella Percopo, presenta una doble significación. Por un lado, re
cordar la dimensión de los
saberes del
ilustre amigo fallecido.
Por ~l otro, servir de presupuesto, inexcusable, para futuros es
tudios sobre Elías de Tejada y para la reedición de sus mono
grafías menos asequibles.
La obra se organiza en veintisiete secciones y recoge tres
cientos setenta y cuatro estudios, de diversa extensión, catalo
gados o simplemente señalados, permitiendo así una visión de
conjunto muy apreciable del erudito extremeño.
Ajeno a lo que se ha llamado la «barbarie del especialista»,
no se limitó a cultivar una parcela limitada y concreta del saber.
Por el contrario, reunió en sí muchas de las ramas del árbol de
la ciencia. De manera que una continuación de su obra enciclopé
dica requeriría la asociación de una pléyade de especialistas, dis
puestos a aplicarse con rigor. Pues desde la filosofía jurídica a la teoría del Estado o a la historia de las ideas, fue desgranando sus
variadas lecturas con sus cumplidas síntesis.
Como filósofo del Derecho fue iusnaturalista de la escuela de
Santo Tomás de Aquino, según la tradición de los juristas
teólo
gos
hispánicos. Veía en el derecho natural el resultado «de la
conjugación del poderío divino del Creador con la llbertad de las
criaturas racionales en la tensión dramática de un destino tras
cendente».
Como cultivador de la ciencia política se adscribió al tradi
cionalismo, propugnando la unidad católica y la monarquía tradi
cional. Presidente del Centro de
Estudios «General
Zumalacá
rregui», desarrolló una labor benemérita en la difusión del idea
rio carlista.
Y como historiador de las ideas avistó las doctrinas políticas
inglesas, alemanas, griegas, e~candinavas, rumanas, rusas, árabes,
africanas o del lejano oriente. Pero sobre todo, y fiel a su con
cepción de
las Españas
-plurales y armónicas a la vez--, ins
crita en el federalismo tradicional, estudió con pasión el pensa
miento político castellano, la cultura catalana, la historia de Eus
kalerría, la tradición gallega, su
patria extremeña; la
evolución
12
Fundaci\363n Speiro
XVIII ANIVERSARIO DEL PROFESOR ELIA,S DE TEJADA
de las ideas portuguesas, las España, americaruis, itálicas y fran
cesas ...
Lo que está pendiente ~ para lo que puede ser muy útil
la Bib/iogra/ia que nos viene de Italia para vergüenza nuestra
es su valoración dentro del pensamiento español. En espera de
ulteriores desarrollos, quiero adelantar un apunte que encuen
tra, además, su ~aíz en algunos de sus escritos.
En efecto, pol~ando con Calvo Serer (en 1954) -am. el
Calvo Serer de Arbor y la Biblioteca del Pensamiento Actual-,
y dirigiéndose a Vicente Marrero ( en 1961) con motivo de la
aparición de La guerra española
y el trust de cerebros, vino a
perfilar las relaciones entre cultura, política y cultura política o
política cultural. Por encima de ciertos juicios que pudieran resultar excesivos, explicables por causa del origen polémico de
los
escritos,
hay un agudo discernimiento de lo que
significa la tra
dición española.
El
texto de 1954 es de una importancia excepcional. Se tra
ta del primer
capítulo (
«El menéndezpelayismo político») de
La
Monarquía tradicional,, donde, tras afumar la valía permanente
de la
lección del
polígrafo montañés, pone en tela
de juicio su
estrella política. Menéndez Pelayo -viene a decir- redescubrió
la olvidada tradición cultural española, pero no tuvo tiempo de ahondar en nuestra tradición política. Y al confundir el carlis
mo con un simple absolutismo dieciochesco, ni siquiera supo quié
nes enarbolaban sus estandartes: «Ignorando por la
vía del
es
tudio la tradición política nuestra y alejado de
los · portaestan
dartes
de ella, la actitud de don Marcelino fue profundísimamen
te eficaz en lo cultural, documentada cual ninguna y creadora de
un universo de verdades sacado titánicamente de las garras del
olvido; pero en lo político qued6 en intuición, en mera intui
ción» (págs.
24-25).
Son las limitaciones de una obra gigantesca las que Elías de
Tejada pone de relieve en unas páginas muy sugestivas. Y escri
tas con la intención confesada no de destriur sino de apuntalar,
de depurar los contornos de las intenciones: «Zapando sin cesar
para aventar osamentas culturales, no tuvo tiempo para desente~
13
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
rrar normas políticas; lo único que hizo fue decirnos, eso sí, la
manera en que habremos
de proceder para desenterrarlas» (pá
gina 21).
Creo que ese fue el camino que emprendi6 Francisco Elías
de
Tejada,
catedrático que
fue de Filosofía del Derecho, sabio
entre
los sabios y piadoso conocedor de los libros que engendr6
la cristiana sabiduría española: rehacer «la historia de la tradi
ción política
española empleando los mismos criterios que don
Marcelino emple6 para rehacer las ideas estéticas o los orígenes de la novela entre nosotros»
(pág. 27).
Paco
Elias fue
el Menéndez Pelayo de la historia política.
Con
su mente de superman ~así le veía el profesor Sciacca
hizo realidad lo
que un día
planteó en
hipótesis.
La mejor com
probación se halla en la
Bibliografia que saludamos hoy desde
Verbo en el octavo aniversario del fallecimiento del maestro y
del amigo.
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FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
POR
MIGUEL AYUSO
Que existe una poderosa, a la par que exigente censura inte
lectual, ejercida inmisericordemente
por la intelligentzia izquier
dista, es
rugo que
casos como el del profesor Elías de Tejada ha
cen patente sin dejar sombra a
la duda o resquicio a la discusi6n.
Cuando hay quienes figuran en el elenco de
la cultura ----eomo
ha
escrito Fernández de
la Mora-« bajo su simple p,uabra de
honor
o gracias a la campaña de imagen de una sociedad de bom
bos mutuos», el olvido en que yace
para los españoles la obra
consistente del que fue querido amigo de esta casa de
Verbo, es
sólo
~licable por
el funcionamiento implacable de tan celosa
inquisición. En su plenitud se nos fue el maestro lúcido
---il cuyo lado .se
desvanecían
las dificultades-, el políglota asombroso, el lector
excepcional,
'el viajero
infatigable. Cuando trabajaba en la que
habría de
ser su
opus magnum, el Tratado de Fílasofia del De
recho,
proyectado para doce tomos y del que dejó dos que ape
nas
desbrozan los prenotandos.
·
¡Quién
sabe lo que hubiera podido
esperarse de
su capaci
dad, tan bien dotada, unida a su intensa actividad! En
cualqnier
caso,
el solo inventario de la obra que nos dej6 es suficiente para
reflejar la envergadura de su quehacer y para dar cuenta de su
puesto en
la ciencia hispana.
Por eso, la Bibliografla (*) que ha elaborado Consuelo Ca
ball~,
bajo
la dirección del profesor Paolo G. Caucci
--
11
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
Universidad de Perugia-, y con la colaboración preciosa de Ga
briella Percopo, presenta una doble significación. Por un lado, re
cordar la dimensión de los
saberes del
ilustre amigo fallecido.
Por ~l otro, servir de presupuesto, inexcusable, para futuros es
tudios sobre Elías de Tejada y para la reedición de sus mono
grafías menos asequibles.
La obra se organiza en veintisiete secciones y recoge tres
cientos setenta y cuatro estudios, de diversa extensión, catalo
gados o simplemente señalados, permitiendo así una visión de
conjunto muy apreciable del erudito extremeño.
Ajeno a lo que se ha llamado la «barbarie del especialista»,
no se limitó a cultivar una parcela limitada y concreta del saber.
Por el contrario, reunió en sí muchas de las ramas del árbol de
la ciencia. De manera que una continuación de su obra enciclopé
dica requeriría la asociación de una pléyade de especialistas, dis
puestos a aplicarse con rigor. Pues desde la filosofía jurídica a la teoría del Estado o a la historia de las ideas, fue desgranando sus
variadas lecturas con sus cumplidas síntesis.
Como filósofo del Derecho fue iusnaturalista de la escuela de
Santo Tomás de Aquino, según la tradición de los juristas
teólo
gos
hispánicos. Veía en el derecho natural el resultado «de la
conjugación del poderío divino del Creador con la llbertad de las
criaturas racionales en la tensión dramática de un destino tras
cendente».
Como cultivador de la ciencia política se adscribió al tradi
cionalismo, propugnando la unidad católica y la monarquía tradi
cional. Presidente del Centro de
Estudios «General
Zumalacá
rregui», desarrolló una labor benemérita en la difusión del idea
rio carlista.
Y como historiador de las ideas avistó las doctrinas políticas
inglesas, alemanas, griegas, e~candinavas, rumanas, rusas, árabes,
africanas o del lejano oriente. Pero sobre todo, y fiel a su con
cepción de
las Españas
-plurales y armónicas a la vez--, ins
crita en el federalismo tradicional, estudió con pasión el pensa
miento político castellano, la cultura catalana, la historia de Eus
kalerría, la tradición gallega, su
patria extremeña; la
evolución
12
Fundaci\363n Speiro
XVIII ANIVERSARIO DEL PROFESOR ELIA,S DE TEJADA
de las ideas portuguesas, las España, americaruis, itálicas y fran
cesas ...
Lo que está pendiente ~ para lo que puede ser muy útil
la Bib/iogra/ia que nos viene de Italia para vergüenza nuestra
es su valoración dentro del pensamiento español. En espera de
ulteriores desarrollos, quiero adelantar un apunte que encuen
tra, además, su ~aíz en algunos de sus escritos.
En efecto, pol~ando con Calvo Serer (en 1954) -am. el
Calvo Serer de Arbor y la Biblioteca del Pensamiento Actual-,
y dirigiéndose a Vicente Marrero ( en 1961) con motivo de la
aparición de La guerra española
y el trust de cerebros, vino a
perfilar las relaciones entre cultura, política y cultura política o
política cultural. Por encima de ciertos juicios que pudieran resultar excesivos, explicables por causa del origen polémico de
los
escritos,
hay un agudo discernimiento de lo que
significa la tra
dición española.
El
texto de 1954 es de una importancia excepcional. Se tra
ta del primer
capítulo (
«El menéndezpelayismo político») de
La
Monarquía tradicional,, donde, tras afumar la valía permanente
de la
lección del
polígrafo montañés, pone en tela
de juicio su
estrella política. Menéndez Pelayo -viene a decir- redescubrió
la olvidada tradición cultural española, pero no tuvo tiempo de ahondar en nuestra tradición política. Y al confundir el carlis
mo con un simple absolutismo dieciochesco, ni siquiera supo quié
nes enarbolaban sus estandartes: «Ignorando por la
vía del
es
tudio la tradición política nuestra y alejado de
los · portaestan
dartes
de ella, la actitud de don Marcelino fue profundísimamen
te eficaz en lo cultural, documentada cual ninguna y creadora de
un universo de verdades sacado titánicamente de las garras del
olvido; pero en lo político qued6 en intuición, en mera intui
ción» (págs.
24-25).
Son las limitaciones de una obra gigantesca las que Elías de
Tejada pone de relieve en unas páginas muy sugestivas. Y escri
tas con la intención confesada no de destriur sino de apuntalar,
de depurar los contornos de las intenciones: «Zapando sin cesar
para aventar osamentas culturales, no tuvo tiempo para desente~
13
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
rrar normas políticas; lo único que hizo fue decirnos, eso sí, la
manera en que habremos
de proceder para desenterrarlas» (pá
gina 21).
Creo que ese fue el camino que emprendi6 Francisco Elías
de
Tejada,
catedrático que
fue de Filosofía del Derecho, sabio
entre
los sabios y piadoso conocedor de los libros que engendr6
la cristiana sabiduría española: rehacer «la historia de la tradi
ción política
española empleando los mismos criterios que don
Marcelino emple6 para rehacer las ideas estéticas o los orígenes de la novela entre nosotros»
(pág. 27).
Paco
Elias fue
el Menéndez Pelayo de la historia política.
Con
su mente de superman ~así le veía el profesor Sciacca
hizo realidad lo
que un día
planteó en
hipótesis.
La mejor com
probación se halla en la
Bibliografia que saludamos hoy desde
Verbo en el octavo aniversario del fallecimiento del maestro y
del amigo.
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Fundaci\363n Speiro