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Número 259-260

Serie XXVI

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El sentido de la historia y la providencia divina

EL SENTIDO DE LA IDSTORIA Y LA PROVIDENCIA DIVINA
La historia de la salvación en la · historia del hombre.
«La
fundación de Roma tiene una elocuencia totalmente par­
"ticular para
quienes

creemos
que la
historia del hombre
sobre
"la
tierra

-la
historia de toda la
humanidad- ha
alcanzado una
"dimensi6n

nueva a través del misterio de
la Encarnaci6n. Dios
"ha entrado en la historia del hombre haciéndose Hombre. Esta
"es la

verdad
central de la. fe

cristiana, el contenido
fundamental
"del

Evangelio y de la misión de la Iglesia. Entrando en la
his­
"toria
del

hombre, haciéndose Hombre,
Dios ha

hecho de esta
"historia, en toda su
extensión la historia de la salvación. Lo
"que se
realizó en

Nazaret, en Belén, en
Jerusalén, es historia
"y,
a

la
vez, )ermento .de la

historia. Y aunque la historia de los
"hombres y de los pueblos se
haya desarrollado y

continúe desa­
rrollándose por caminos propios,
aunque la

historia de
Roma
"~ntonces
en

la cumbre de su antiguo
espl,endot'--haya pa­
usado casi inadvertidamente junto al, nacimiento, vida, pasi6n.
"muerte y resurrec~i6n de Jesús de Nazaret, sin embargo, esto_S
"acontecimientos salvificos se han convertido en levadura nueva
"para la

historia del hombre.
Se han convertido en levadura. nue­
"va, particularmente

para la
historia de
Roma. Se puede decir
"que en el tiempo en que Jesús
nació, en

el
tiempo en
que
murió
"en
la

cruz
y resucitó, la antigua Roma, entonces capital del mun­
"do, conoció un nacimiento nuevo.
No por casuulidad la encon­
"tramos

ya inserta tan profundamente en el Nuevo Testamento.
"San Lucas,

que plantea su Evangelio como el camino de Jesús
"hacia Jerusulén donde

se cumple el misterio
pascuul, pone,
en
"los Hechos de los
Apóstoles,· como

punto de llegada de los
"viaies apost6licos,

Roma, donde se
mtll1ifestará el
misterio
. de
"la_ Ig/esia.
»El

resto
nos-es

bien conocido. Los
Apóstoles del
Evangelio,
"y entre

ellos, el primero Pedro de Galilea, después Pablo de
"Tarso, vinieron a Roma y también implantaron aqu/ la Iglesia.
1011
Fundaci\363n Speiro

"Asl, en la capital del mundo antiguo comenzó su existencia
'1a Sede de los Sucesores de Pedro, de los Obispos de Roma.
"San Pablo escribió su Carta magistral a los romanos, incluso
"antes de venir
aqul; a
ellos dirigió su testamento
espiritual el
"obispo
de
Antioqula, Ignacio,. en

vísperas
del martirio. Lo

que
"era cnºs.tiana ha hundido sus raÍ~(ls ·en lo que era romano, y
"al mismo tiempo, después de haber arraigado en el humus ro­
"mano, ·comenzó a germinar con nueva fuerza. Con el cristiams-·
"mo
lo
que era
"romano,., cQtnenZó a vivir una vida nueva, pero.
"sin·
dejar

de ser auténticamente
"indígena"-.
»Justamente escribe D'Arcy: "Hay en la historia una pre­
,, sencia,
que hace
dé ella
algo más que una simple 'sucesión de
~'acontecimientos!. Coma en un pal,impsesto; lo nuevo se sobre­
"pone a cuanto ya está escrito de manera imborrable y prolonga
"indefinidamente su significado" (M. C.
D'Arcy, s. ¡., The Sense
"of History Secular and Sacred, London, 1959, 275). Roma debe
"al cristianismo una nueva universalidad de su historia, de su
"cultura, de

su patrimonio. Esta
universalidad cristiana
( «cató­
"lita») de

Roma dura hasta hoy. No sólo tiene detrás de
si dos
"mil años de historia, sino que continúa desarrollándose incesan­
"temente: llega a pueblos nuevos, a tierras nuevas. Y,
por tanto,
"la gente

de todas las partes del mundo afluye muy
gustosamen­
"te a Roma, para encontrarse, como en su -propia casa, en este
"centro siempre

viva de universalidad.
,,
»El cristianismo entró en la historia de Roma no con violen­
,,, cia, no con la fuerza militar, ni por conquista o invasi6n, sino
"con la fuerza del testimonio, pagado al ,caro precio de la sangre
"de los mártires, a lo largo de más de tres siglos de bis/aria.
"Entró con. /11 fuerza de la levadura evangélica que, revelando
"al hombre su vocaci6n .última y su dignidad suprema en ]esu­
"cristo (cf. Lumen gentium, 40; Gaudium et spes, 22), comenzó
"a actuar

en lo más
profundo del espiritu, para penetrar

después
"en las instituciones

humanas y
en toda

la cultura. ¡Por
eso,
"este segundo nacimiento de Roma es tan auténtico y tiene en
"sí tanta

carga de verdad
interior y tanta fuerza de irradiaci6n
''espiritual!».
1012 JuAN
PABLO 11:
Catequesis
en le audiencia
general

del
miércoles 25 de abril. de 1979.
L'Osseroatore romano, edición semanal en len­
gua española, año XI, núm. 17 (539), domin­
go 29 de abril de 1979.
Fundaci\363n Speiro

La guía de Dios al hombre en nuestra vida.
«... la Providencia Divina, o de Dios que, como Padre omni­
"potente
y sabio está presente y actúa en el mundo, én la his­
"toria de coáa una de

sus
criaturas, para que

cada
criatura, y
"especificamente el hombre, su imagen, pueda realizar su vida
. "como

un camino guiado por la verdad
y el amor hacia la meta
"de la

vida eterna en
El.
»"iPara
qué fin nos

ha creado
Dios"?, se
pregunta la
tradi­
"ci6n cristiana
de

la catequesis. E
iluminoáos por la gran fe de
"la Iglesia,

tenemos que repetir, pequeños
y grandes, estas pala­
"bras u otras seme;antes: "Dios nos

ha ereado para conocerlo
y
"amarlo en esta vida, y gozar de El eternamente en la otra".
»Pero precisamente esta enorme verdad de Dios, que con
"rostro sereno
y mano segura · guía nuestra historia, parad6¡ica­
"mente encuentra

en el coraz6n del hombre un doble, contrastan­
"te sentimiento:

por
u¡ta-parte,
es llevado a acoger
y a confiarse
"a este

Dios
provide11te, tal

como
afirma .el

Salmiata: "Acallo
"y madero mis deseos, como un. niño en brazós de su madre,,
"(Sal 130, 2). Por otra, en cambio, el hombre teme y duda en
"abandonarse a Dios, como
Señor y Salvador de su vida, o por­
" que, ofuscoáo por las cosas,

se olvida del Creador, o porque,·
"marcado por el sufrimiento, duda de El como Padre. En ambos·
"casos

la Providencia de Dios es demandada por el hombre».
JUAN PABLO II: Catéquesis en la audiencia
genaral del miércoles 30 de á.bril. L'Osservatore
romano, edición semanal en lengua española,
año
XVIII, núm. 18 (905), domingo 4 de
mayo de 1986.
Función histórica de Roma~
« ... todos los romanos de nuestro tiempo saben perfectamente
"que el

carácter excepcional de esta ciudad, de esta capital, con­
,, sis

te en el hecho de que
no pueden reducir Roma s6lo a su pro­
"pi "más le;ano en

el
tiempo y evocar no sólo los siglos del antiguo
"Imperio, sino

tiempos
aú,,-más
remotos, hasta llegar a esa fe­
,, cha

que nos recuerda la
"Fundación de Roma".
»Un

patrimonio inmenso
de historia,
varias épocas de cul­
"tura humana· y de civilizaci6n, diversas transformaciones socio­
"poUticas, nos separan de esa fecha y, al, mismo tiempo, nos unen
1013
Fundaci\363n Speiro

"a ella. Aún dirfa más: esta fecha, la fundaci6n de Roma, no
,, marca únicamente el comienzo de una sucesión de generaciones
"humanas que han habitado en esta ciudad, y a la vez .en esta
"península; la fundaci6n de Roma constituye

también
un comien­
"zo para

pueblos
y naciones lejanas, que sienten un vinculo y
"una particular unidad .con la

tradici6n
cultural, latina,
en sus
"contenidos más profundos.
»También yo, aunque venido
aqui de

la leiana Polonia, me
''siento
ligado por

mi
genea/,ogía espiritual, a la

fundaci6n de
"Roma,
así como toda la naci6n de la que

provengo,
y otras
mu­
"chas naciones de la Europa contemporánea, y no
s6lp de

ella».
JuAN PABLO II: Catequesis ~ _ la audiencia.
general del miércoles 25 de abril de 1979.
L'Osservatore romano, edición semanal en len­
gua española, año XI, núm. 17 (539), domingo
29 de abril de 1979.
Afirmación de la superioridad del espíritu, del sentido ético
de la historia,
de las metas _ trl!,BCendentes en presencia de
las actuales
cris.is y dolorosos contrastes entre naciones.
« ...
en presencia _de-las acturiles crisis··socia/,es, económicas y
"politicas; ante,
los

dolorosos contrastes entre la
naciones; frente
"a la soledad del hombre en su búsqueda de va/,ores y significa­
"dos
auténticos
y perennes, la
Iglesia aporta
sus
verdades, afir­
"mando
la superioridad del

espíritu, sosteniendo
el sentido ~ico
"de
la

historia y alentando hacia metas trascedentes».
JuAN PABLO II: Discurso al Cuerpo Diplo­
mático en lá Nunciatura Ap0atólica de Madrid,
el martes 2 de noviembre. L'Osservatore roma·
no, edíción semanal en lengua española, año
XIV, núm. 45 (723), domingo 7 de noviembre
de 1982.
La historia debe ser transformada mediante la civilización
del amor.
«Pero no

basta aceptar la historia: ¡vosotros nos enseñáis
"que es necesario "transformar'·' la historia! ·
» ¡Cuántos de vosotros podrían contar sus aventuras en la paz
"y en la gue"a, ya trágicas y tristes, ya elegres y serenas!
1014
Fundaci\363n Speiro

»¿Y qué se puede sacar de este patrimonio de vida intensa?
"Una .sola
conclusión
y un
solo imperativo:
la historia debe ser
"traniformada mediante

la
"civilización del amor", que
fue
l'a
"preocupación

constante del Papa Pablo VI, de venerada
y siem-
"pre presente ~emoria. .
»Y, por est~, os digo, alpinos de Italia,: cr:,mo digo a todos
"los hombres d~. la tierra: ¡Amad!
»Este es el "mandamiento nuevo" de Cristo: ~'Amaós los
"unos a los ot s como yo os he amado" ·Un 15, 12);
- » ¡amad vuestra familia, a vuestra casa, permanced fie-
nzes en el amo, 1; .
-»¡amad vuestro país, a vuestro barrio, a vuestra ciudad!
"Cada uno dé s aportación de
esfuerzo, de
servicio, de
caridad,
"especialmente acia
los

que sufren
y hacia los necesitados, para
"crear centros solidaridad, a fin de que nadie se sienta solo y
"marginado a e usa del egoísmo; ? ·
...:_ »¡amad Italia, vuestra patria querida, que aun entre
.ntantas vicisitu es y contrastes, es vuestra tierra,. rica en histo­
"ria, en belleza, en genio y en bondad!;
- »
¡amad Europa, que por milenios ha .volcado en la his­
"toria las riqu as incalculables de la intelegencia
y del senti­
"miento!;
- » ¡amad todo el mundo, porque todos somos hermanos
"y cada

uno d be llevar en su
corazón ll toda la humanidad!
"Cuántos
prófu os, desocupados, damnificados,
sin casa y sin pan,
.,'esperan vuestr amor.'».
JuAN PABLO. II: Alocución a los alpinos de
Italia, .L'Osservatdre ro11'iano, edición semanal
en lengua · española, año XI, núm. 29 (551),
domingo 22 de julio de 1979.
1015
Fundaci\363n Speiro