Índice de contenidos
Número 259-260
Serie XXVI
- Textos Pontificios
- Estudios
-
Actas
-
La familia, célula primaria de la libertad
-
Lo que Hispanoamérica necesita para su liberación
-
Familia, ámbito de comunidad y libertad
-
Civilización y colonización
-
El orden político internacional
-
La doctrina social de la Iglesia y la empresa
-
Sandinismo en Nicaragua: ¿una revolución liberadora?
-
Crónica XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica
-
Plática del Rvdo. P. Manuel Martínez Cano en la Santa Misa del sábado 10 de octubre de 1987 [XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
La verdad en la libertad [Palabras en el Acto Litúrgico final de la XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
- Información bibliográfica
- Crónicas
- Verbo
Autores
1987
Lo que Hispanoamérica necesita para su liberación
LO QUE IDSPANOAMERICA NECESITA
PARA SU LIBERACION
POR
FEDERICO MlJGGENBURG
Preámbulo.
El espíritu del hombre móderno maniiéne una clara anjmad,
versión
por
la precisión en los conceptos, pero, en
cambio, pa
rece totalmente apasionado por la· precisi6n en lo niensurable. ·
En
este contexto, para la
mayoría de las
personas, la palabra
«herejía»
sólo evoca
disputas del pasado, cosas ya olvidadas o
casi totalmente pasadas de nioda.
Sin embargo, el concepto «herejía» tiene un sentido muy
preciso;
deriva del
griego haireo, que al principio signifu:6 «aga
rro»
a· «me
opcdero
de» y
luego
pasó a significar «quito».
Herejía
es la dislocación de alguna construcción éompleta
que pretende sostenerse por
sí misma,
mediante la introducción
de una negación posterior de alguna de las partes esenciales.
Herejía
significa, pues,
la construcción de un sistema por
«excepción», por «elección» de una parte de la
unidad, de una
parte de la estrucrura integral.
La negación de un sistema en su totalidad no es herejía, ni
tiene tampoco el peder creador de una herejía. Es de la esencia
de la herejía dejar en pie gran parte de la estructura a la que ataca. De
ahí es que se puede decir que las herejías «sobreviven
por las
vérdades que
cónservan».
Recientemente
nos ha dicho el Cardenal Joseph
· Ratzinger:
«Hay que
tener presente que un
error no
puede
existir, si no
contiene un
núcleo de verdad.
De hecho·, un error es tanto má.s
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FEDERICO MUGGENBURG
peligroso, cuanto mayor es la proporción del núcleo de verdad
recibida. En efecto,
el error no podía apropiarse de aquella par
te de verdad si esta verdad fuera suficientemente vivida en un ·
testimonio
auténtico,
ah! donde está su lugar, es decir, en la
fe de la Iglesia».
Lo cierto es que
la herejía origina una nueva vida propia
y afecta vitalmente a la sociedad a
la que ataca.
La motivación por la que los hombres combaten
la herejía
no es única
y principalmente por «conservadurismo» ( devoción
por la rutina, desagrado por
la perturbación en sus hábitos de
pensamiento), es mucho más que eso; es por
la percepción cla
ra de que la herejía, en cuanto gana espacio, origina una forma
de vida
y un carácter social contrarios y lesivos a la forma de
vida
y al carácter originario del sistema ortodoxo.
La herejía, por lo tanto, no es un tema fósil, no es un far
do despreciable, es algo
vital, de
una presencia lacerante, que
obliga en conciencia a
buscar, encontrar y rescatar la verdad
que ella esconde
y recuperarla en toda su plenitud
Precisamente, es por este motivo que estamos congregados
en
este XXIV·
Congreso de
los amigos
de la Ciudad Católica,
para hacer una aportación
y rescatar, para que resplandezca en
la plenitud de su ubicación armónica
en· la
unidad de doctrina
y la acción, el concepto liberación.
La -''teología de la lihera.ción''.
Es bien sabido por todos que uno de· los temas·· más con-·
trovertidos que
agitan a la Iglesia
en. Hispanoamérica
es
el de
esa
ideología que,
no dudaría en señalar como herejía, la lla
mada
«teología de
la liberación».
Esto
ha sido puesto de manifiesto con el documento per
sonal .del Cardenal Ratzinger de otoño de 1983, y más aún por
la
instrucción de la Sagrada Congregación para la Doctrina de
la
fe de agosto de 19S4. Sin embargo, es de lamentar que aún
se manifiesten reticencias
y resistencias de grupos de seglares
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LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
radicalizados y de clérigos, de obispos y de más de un cardenal
sudamericano, quienes todavía incurren en lamentables obscuri
dades, gravísimas confusiones y
perntlsivismos culpables,
a pro
pósito
de esta materia.
La causa de esas
obscuridades. parece
radicar en la indisci
plina,
. el · afán de novedades o el afán de . figurar y en el aban
dono· de la sana filosofía o en una
extraña combinación
de estos
elementos,
cuyo resultado . es
la
imprecisa. distinción
entre el
plano de lo natural y el de lo sobrenatural, as! como
entxe los
órdenes
temporal y espiritual.
Esto fue claramente advertido a su tiempo por Su Santidad
Paulo
VI, cuando en la exhortación apostólica post-sinodal
Evangelii Nuntiandi dijo: «La Iglesia asocia, pero no identifica
nunca, liberación
humana y
salvación en Jesucristo, porque· sabe
por revelación,
por experiencia histórica
y por reflexión de fe,
que no toda noción de liberación es neoesariamente coherente
y compatible con la visión evangélica del hombre, de las C<>Sas
y de los acontecimientos; que no es suficiente instaurar la libe
ración,
crear
el bienestar
y el desarrollo para que llegue el Reino
de Dios»
(E. N. 9).
Esto, en
el. caso distinto, por no decir contrario, de los as!
llamados «teólogos liberacionistas», no es sólo cuestión de
for-.
ma;
todo parece indicar que, como efecto de
su acelerada invo
lucración
en
el «compromiso revolucioanrio», en. su mal disimu
lado y poco discreto esfuerzo para dar unidad a sus opciones
entre
J. fe de su pasado y la política socialista recién abrazada,
.
han
confundido lo sobrenatural·
y lo natural, lo espiritual y lo
temporal, con
el resultado de .la asimilación de los términos
superiores
de estos binomios a los inferiores, en un franco y
desastroso naufragio, eh un mar de ambigüedades del que·
ha
bla 1a Evangelii nuntiandi en los n6meros 38 y 39; y de aquí,
primero, la igualación del concepto de Salvación
con el
de Libe
ración en genérico y, después, la reducción de éste a
·su parti
cularización·
política.
La imprecisión de conceptos campeó libremente por nuestro
continente y produjo
el indistinto uso de los términos salvación
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FEDERICO MUGGENBURG
y liberación, a veces con tenues agregados de algún calificativo al
aegundo, para significar en realidad el concepto que corresponde
al primero; tales calificativos ni. bastáron, ni bastan, sin em
bargo,
para disipar
la confusión que se fue formMdo en· el. áni
mo de los fieles. Así, a la postre, no se presentó cl,tta · la dife
rencia entre
la «liberación temporal» y la «liberación aplena»,
que
es
la salvación en Jesucristo; ni tampoco · qué éÓndiciones
debe
tener
la liberación temporal para que sea eso, gcnuinámen
te,
una verdadera liberación.
Respecto al sentido del
térn¡ino liberación
aplicado a
la sal
vación,
es también Paulo VI, quien dejó
la directriz a seguir:
«la. salvación supóne una situación infeliz, una situación. de 'ruiná
y de condena, que, era y sigue siendo la del hombre d~spués
d~
la caída de Adán, y desp11és de la trMsmisión del pecado
original
a toda
s.u descendencia. Sabemos cuál es la obra de
Cristo:
la Salvación, que El nos ha traído, es.una redención me
diMte el sacrificio de la ctuz y mediMte su ~.,;.ur~eccióii¡ El
nos ha
'justificado',
asociándonos, por
medio
_del bautismo,
a
s'u muerte y a su nueva vida resucitada».
Y . continúa dicendo: «por tMto, la obra de Cristo es una
liberación; ¿liberación de qué?: liberación
de la muerte, a la
que nos había destinado el pecado, que es el alejamiento de
iiuestra vida
con respecto al
-mMatiaJ primero,
auténtico
·y ne
cesario de
la
vida divina»c {aloe.
de
3l de
julio
de 1974.). , ·
Como
se ve, Paulo VI no
aplic6 jamás el término indiscri
minadamente,
ni lo tomó sin más para identificarlo con la sal
vación,
sino que en distintas ocasioes {confrontar aloe.
de 16
de agosto de 1972,
11 de enero.de 1973, 31 de julio de 1974
y otras),
lo explic6
en sus distintos sentidos en forma
suficien'
temente
clara para su aplicación en cada
caso, todo lo cual fue
en
su momento y lo es actualmente
importMHsimo, ya
que des
de los · movimientos márxistas de liberación, hasta obispos y al
gunos cardenales de
HispMoamérica, pasMdo por . todos lcis
so
cios de Gutiérrez Merino, Boff, Assman,
· Ellacuría, Sobrino y
oftOs, por no mencionar más que a los más-conspicuos, todos
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Fundaci\363n Speiro
,.W QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
hablan de liberación, usando el mismo término para expresar
conceptos e
intenciones radicahnete distintos.
De
ahí que algunos podrían sugerir que, o se esclarecen los
conceptos propios por su explícita diferenciación con otros que se
· encubren
bajo
el mismo vocablo,. denunciando ·· como erróneas
las falsas teorías liberacionistas, o para no aumentar la confu
sión y prestarse «a ser acaparado y manipulado por los siste
mas ideológicos y partidos
políticos» (E. N. 32), se abandone
el uso de términos que han venido a ser tan equívocos.
La verdadera liberación,
Creo poder asegurar que, al haber organizado esta XXIV
Reunión de amigos de
la Ciudad Católica, titulada La verda
dera liberaci6n, hemos optado por lo primeJ:o; ya que hoy lo
mismo que ayer, con la libertad, la justicia,
la lgualdad, etc., al
estarse
mixtificando el concepto liberación, nó. quiere decir que
no exista un concepto legítimo, un
signífícado auténtico que
haya
que
reivindicar.
·
La verdad no tiene por qué ceder terreno frente al error;
mas, para ello, se debe valientemente denunciarlo.
Denunciar lo errado siempre y
áfirmar lo
verdadero,
. debe
hacerlo
el cristiano sacramentalmente confirmado, a base _de .. h!i,
hitos virtuosos de fortaleza, que culminan en el testimonio que
se confirma con
la propia vida, que se firma y se rubrica , con
la propia sangre, en el martirio, como es el caso de nnestros
amigos Carlos
Alberto Sacheri y Ramón Plata Moreno, que nos
han precedido con este privilegiado e incomparable don de Dios.
Por lo tanto, no
se trata
aquí de unirse al coro de los fal
sos liberadores, o de los herejes liberacfonistas,
ni de asumir
consignas
en boga, sino
de afirmar rotundamente que no hay
más
Libertador que
Cristo Jesús, nuestro Salvador;
el Verbo de
Dios encarnado; porque
El. es rió sólo el fin supremo del orden
espiritual,
sino
también el Señor de lo temporal. Y que todas
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FEDERICO MUGGENBURG
las construcciones liberacionistas que desechen esta piedra angu
lar son, por lo mismo, falsas
y engañosas.
Para fortuna nuestra, la
doctrina católica,
enriquecida con
las aportaciones de sus
grandes doctores,
el Aquinatense, el pri
mero; e iluminada indefectiblemente
por el
Magisterio autén
tico, da siempre y, repito, siempre, todos los elementos para
re
solver estos problemas. Como aquí bien todos sabemos, hay dos órdenes esencial
mente distintos: el orden temporal, que es el que relaciona a las
creaturas entre sí, y el orden espiritual, que es el de relación de las creaturas a Dios. El primero
correPonde a
la vida terrena,
el segundo, teniendo su culminación en la ultraterrena, empieza
desde el presente. Ambos órdenes
denen sentido
de finalidad, en
el que los
fines mediatos se ordenan al último. La asignación de
tales nombres
a estos órdenes, que quedan
definidos como se menciona antes, pues decir orden es hablar de relación, no
significa, en
modo alguno, que el orden espiritual
esté referido sólo a las
·almas y el. temporal
a los cuerpos. No,
en esta concepción, la persona humana es una, materia y espí ritu; mas en
el orden espiritual, es el otro término de la · rela
ción,
Dios, el
que es
espfritu puro.
Ahora
bien, aunque estos órdones son esenicalmente
distin
tos,
el hombre es, en definitiva, el mismo en ambos, lo que los
relaciona forzosamente; y hablar
de relación es hablar de orden
entre ellos
· Ciertamente,
sólo quienes sostengan que una
<;reatura, para
el caso sea el hombre, puede ser el .fin último y absoluto al que
se ordenan todas
las demás; podría concluir falsamente que el.
orden
temporal goza de auto11omfa absoluta. Quienes, con la
fe
católica sostenemos que el hombre nci tiene su fin último en
las creautras,
ni en sí mismo, sino sólo en Dios, debemos con
cluir que:
el orden temporal, teniendo su propia consistencia y,
gozando de
una
autonomía relativa
a su
ámbito interno
propio,
a su vez está. ordenado
al espiritual, como la vida terrena a la
ultraterrena.
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LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PAR4 SU UBERACION
As!, pues, aplicando el aforismo de que hay que distinguir
sin
separar y armonizar
sin confundir, decimos: distinción, pero
también armonía entre ambos planos. Eliminar cualquiera de
estos criterios acarrea funestos extravfos.
La liberación y la salvación.
El concepto de la salvación se ubica en el ordén espiritual;
abarca, pues,
a
toda la persona humana y «comienza ciertamen
te
en esta vida, pero tiene su
cumplirniento en
la
eternidad»
(E. N. 27). Mas se refiere a la relación de la creatura con Dios,
su fin último; y sólo atiende a las otras creaturas en
cuanto
que
sean ayudas u obstáculos
para esta
relación. En este senti
do, a la salvación se le puede
llamar, «liberación plena», en
tanto
que lo es de los
v!nculos obstaculizantes que impiden
alcanzar
a
Dios, es decir, el pecado.
·
Esto,
además,
quiere decir que hay otros· factores de opre
sión o sujeción muy reales;
mas, sin
no obstruyen la relación
del que los padece con Dios, no son en
si objeto de
la
acción
salvadora.
Por lo
rnismo, el
pobre,
el cautivo, el ignorante, ·el
enfermo, el hambriento, el marginado, pueden estar oprirnidos,
y a pesar de ello, salvarse. Su salvación no está condicionada a verse liberados de tales
males y tal situación; si no es la causa de pecado
para él, puede
también ayudarle a
al= a
Dios.
Por ello, nuestro Salvador,
para irritación
de los zelotas, no
se
hizo líder político, o emancipador de un pueblo, el suyo, de
la dominación rOmana. «En las apariencias humanas, las prome
S-as quedaron
decepcionadas por
la figura y por la misión que
Jesús desempeñó ...
» (Paulo VI, aloe. de 4 ,de diciembre de.
1974).
As! se
deben comprender tantos pasajes de la escritura en
el Nuevo Testamento, en donde se aprecia claramente que para
San Pablo, los opresores, en tanto que escollos para
la obra
evangelizadora, son: el
esplritu mundano, el demonio y la con-
1111
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FEDERICO MUGGiiNBURG
cupiscencia, precisamente· aquellos tres elementos a los que re
nunciamos en el bautismo y lo ratificamos en la primera comu
nión; todos ellos entendidos desde esta perspectiva, como siem
pre los comprendió la piedad sacramental cristiana por siglos y
siglos. Y
¿ qué decir de las opresiones a que someten unas creatu
turas a otras? V ale aclarar que se hace referencia a las verdadera opresio
nes, no a las legítimas dependencias que están en el recto orden
de gobiemo del universo por el que Dios providente gobiema,
El
en
lo general, y a unas creatur;,. por otras en lo particular,
en una admirable gtadación que refleja
el plan del Creador, se
gún la luminosa enseñanza del Aquinatense en la Suma Teolo
gica (Cfr. I, 22, 3c; 63, 7c; 102, 2 ad 1; 103, 6, etc.), ni tam
poco al justo ejercicio de la legítima autoridad, que
incluso
coactivamente
puede operar, pues no toda sanción es «viola
ción de los derechos
humanos», como
la saturante y asfixiante
propaganda
marxista, además
de parcial
-pues· cuela el mas-·
quito
al respecto de ciertos
regímenes hispanoamericanos y tra
ga el camello cuando se trata de los socialistas y comunistas-, quisiera hacer
creer a
los que de ella viven y piensan.
Lo que es
incuestionable, es que
en el mundo
ha habido
y habrán injustas opresiones que contrarían y deterioran el recto
orden temporal y exigen· correcciones liberadoras.
~
Con lo cual no se comprenden sólo las inhumanas políticas
de
los auténticos tiranos o los atropellos que a la sociedad co
mete el terrorismo subversivo, sino todo el abanico múltiple de
injusticias en las relaciones entre
las creaturas,
que atentan en
contra del mencionado orden querido por Dios Creador. Eviden
temente, en estas situaciones, se da por supuesto una vertiente
que mira hacia el orden espiritual del que ya se habló antes, y
que amerita una
obra de
salvación, no de liberación temporal:
es aquella en la que, por el perfil moral de sus actos, el hombre se
alej.a de
Dios.
·
1112·
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LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
El pecado, objeto de la liberación.
El objetivo de esta acción salvadora, en tales circunstancias,
son evidentemente los pecadores,
pues se
trata de salvarlos· del
pecado que bloquea la relaci6n del hombre con Dios. Y
allí, los pecadores a salvar de su pecado de irijüsticia no
son · 1os oprimidos,
víctimas de ella, sino los opresores y
taro·
bién los oprimidos, si la situaci6n de opresión les hubiera pro
ducido odio, envidia o desesperación, que también son pecados
y muy graves. Aquí es en donde encaja en plenitud, la misión reconcilia
dora, como un don de Dios; «porque
si siendo enemigos fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho
más,
reconciliados
ya,
seremos salvos en su vida»
(R. P. 7).
Hagamos
referencia ahora, aunque sea
en forma
breve, a la
otra vertiente totalmente distinta de tales casos, que mira
aL
orden
temporal, el de las creaturas entre sí, y que requiere de
la liberaci6n humana. Resulta imposible,· por
raz6n del
tiempo asignado, entrar
en detalles
sobre ei orden temporal.
La filosofía tomista, encarecidamente reconmendada por el
Magisterio, ofrece terreno firme y recursos poderosos y seguros
para abordar todos y cada. uno de los problemas que implican
la reconstrucción o restauración cristiana y
natural · del ámbito
temporal.
Hay
que decir
ta111bién algo
al respecto del papel que toca
en esta reconstrucción y en esta reconciliación a la liberación
humana, toda
vez-que,
aunque la Buena Nueva, «las promesas
de la Nueva Alianza en
Cristo, las enseñanzas del
Señor y de
los Apóstoles, la Palabra de Vida, las fuentes de la gracia ( ... ) son ni más ni menos el contenido del Evangelio y, por consi
guiente, de la evangelizaci6n»
(E. N. ·15), éstaclleva consigo «un·
mensaje,
especialmente vigoroso, sobre la liberación»
(E. N. 29).
¿La liberación temporal, según Paulo VI, resulta púes;· ob
jeto
propio de la obra evangelizadora? No,
no hay
tal: en su
1113
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FEDERICO MUGGENBURG
discurso de apertura al III Sínodo, afirma y ratifica: «la nece
sidad de reafirmar claramente la finalidad
específicamente re
ligiosa de la · evangelización. Esta última perdería su razón de
ser
si se la desviara del eje
religioso que
la dirige: ante todo
el
Reino de Dios, en su sentido plenamente teológico» (E. N. 32).
Y en la misma exhortación apostólica escribe:
«Este reino y esta
salvación -palabras claves de
la evangelización de Jesucristo»-
(E. N. 10). .
El Reino de Dios; he aquí el. meollo del mensaje evangélico:
«tan
importante que, en relación. a él, todo
se. convierte
en 'lo
demás', que es dado por añadidura. Solamente el reino es, pues,
absoluto
y todo el resto es relativo» (E. N. 8).
De esta prístina enseñanza se
deriva el
mensaje de
la evan
gelización sobre
la liberación: si la consecusión
del reino, esto
es, la salvación, es el objetivo absoluto de la vida humana, en el plano de sus relaciones con el ser absoluto, Dios,
Iá verda
dera
liberación en el de sus relaciones con
Iás creaturas,
será
aquella que respecto de la salvación esté en ordenada armonía.
Dicho de otra manera: sólo es auténtica liberación humana
aquella que está ordenada
finalísticamente a
la salvación. Bien
entendida
la distinción esencial entre salvación y liberación, en
tanto que todo el orden temporal está, a su vez,
ordenado teleo
lógicamente
al orden espiritual, la salvación, que pertenece a
éste, es subordinante de
Iá liberación,
que pertenece a aquél.
As! lo
expresó Su Santidad Paulo VI en la Evangelli Nun
tiandi: «La Iglesia considera ciertamente importante y urgente
la edificación de estructuras más humanas, más justas, más res
petuosas de los derechos de
Iá persona
humana, menos opresi
vas y menos avasalladoras;
pero es consciente de que aún las
mejores
estructuras, los sistemas
más idealizados se convierten
pronto en inhumanos si
las inclinaciones
inhumanas del hombre
no son saneadas,
si no hay una conversión de co_razón y de
mente por
parte de quienes viven en esas estructuras o los rigen»
(E.
N. 36).
Es decir,
si no se ordena su acción a la consecusión del Rei
no Eterno.
1114
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LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
Por · ello, Paulo VI afirma: «La Iglesia asocia, pero no
identifica nunca,
liberación humana
y salvación de Jesucristo»
(E. N .. 35). «No identifica:» he
alú el criterio de distinción; «asocia»,
he aquí el de armonía. Resultan pues,
rorundamente falsas
y engañosas liberaciones,
las vociferadas por matxistas y socialistas, así como las postula
das por
la ideología, y diría mejor herejía, encubierta bajo el
ombre de «teología de la liberación», los movimientos de «cris
tianos por el socialismo» y «la iglesia
populruc» que le son feu
datarios, por un motivo profundo que no· pasó inadvertido al
desaparecido Pontífice Paulo VI
y señalado en las últimas fra
ses de la siguiente cita: «Toda
liberación política,
por más que se esfuerce
en encon
trar
su justificación en
tal o cual página del Antiguo o del Nue
vo
Testamento -por
más que
acuda, para sus posrulsdos ideo
lógicos
y sus normas de acción, a la autoridad de los datos y
conclusiones teológicas; por más que pretenda ser teología de
hoy-, lleva dentro de
si misma el
germen de su propia negación
y decae del ideal que ella misma se propone, desde el momento en que sus
motivaciones profundas
no .son las de
la justicia en
la caridad, la fuerza interior que la mueve no entraña una di
mensión verdaderamente espiritual y su objetivo final no es la
salvación
y la felicidad en Dios» (E_. N. 35).
En definitiva, el criterio maestro para juzgar sin un movi
miento liberador es genuino, es que: auténticamente «su obje
tivo final sea la salvación
y la felicidad en Dios», aunque, en
tanto que hecho liberador, se de en el orden temporal y gooe,
por tanto, de
la autonomía relativa, · a:! ámbito propio de éste,
según la enseñanza del Vaticano II (Cfr. Gaudium et spes, 36
y Apostolicam Actuositatem 7 ).
Lás na.ciones católicas y su auténtica liberación .
. Con este criterio ya es posible juzgar tanto los mov1tnten
tos
pasados en la historia, por .ejemplo, la conquista de América
1115
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FEDERICO MUGGENBURG
en el siglo xvr, o los contemporáneos, como la «Cristiada» en
México,
o la
«Cruzada» española, y
su proclamación del reíno
temporal de Cristo
Rey, frente a los movimientos de liberación
socialista de nuestros días. Dios, en su infinita sabiduría, dispone los acontecimientos
en
orden a
su mayor gloria y
para provecho de nuesttas almas.
Por
esto debemos
ver en la elección de Juao Pablo II un signo
de
pre~6n divina
hacia
el pueblo polaco, que al igual que
mÚchos
de Hispaooamérica, hao sufrido
secular persecución pre
cisamente
por ser católicos.
Quiero pensar
que en
Polonia como en nuestras naciones
hispánicas e Irlanda,
el alma nacional nace · con la conversión
a la
fe; y que es desde esta· fe explicada, ·enseñada y confirmada
por el
Magisterio de la Iglesia, que deben juzgarse las vicisitu
des cotidiaoas, y por la que se sufre basta
el martirio.
Fe
· que
en Polonia y en Hispaooamérica nos dice que lo im
portaote, verdaderamente importante, es
el Reino de Dios y· .su
justicia,
anunciado
por
la evangelización, y que las «añadiduras»,
como· serían los
hoy llamados
«cambios de
estructuras», devie
nen·. en
la exacta medida en que
el orden temporal reconoce a:
Cristo Rey; en tanto que la caridad se traduce en obras, ailll en
los
ámbitos contrarios creados
. y
forzados
por el
poder político
comunista
comó. en el caso ·de Polonia; · o sócialistas, liberales y
1aicizad0s, como en casi todas Ia·s naciones hispanas, que· si nó
también comunistas, como son los casos de Cuba y Nicaragua.
· Los
católicos
po!ácos y
con ellos su jerarquía -Wyszynsky
y Wojtyla- por citar
s6lo algunós, han
dado al mundo una
lección de firme2a en
la
fe para evangelizar; por esto mismo,
vemos en su Santidad Juao Pablo II, el
ol.ter Christus de hoy,
el agente evaogelizador inusitado
·para Hispanoamérica, pues·
aúna
la evaogelizaci6n que contiene el mensaje
de salvación eter,
na
en Cristo, con
el mensaje de liberación, por la reconciliación,
en lo temporal, sin que
la búsqueda de ésta, condicione o me
noscabe a aquélla.
Con esto quiero
enfatizar que
la Iglesia en Polonia predica
el reino por la evangelización, que está daodo frutos en abun-
1116
Fundaci\363n Speiro
W QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU UBERACION
dancia, más claramente a partir del magno novenario de evan
.
gelización
preparatorio al primer milenio de cristiandad; prueba
de ello es el enorme crecimiento de
la Iglesia, reflejado, entre
otros elementos, en el aumento de las vocaciones sacerdotales,
en la vida sacramental y .muy especialmente en el culto a la
Virgen Morena de
Chzestokowa, lo que da Ta convergencia en
el vértice final que es Cristo y la salvación en El, por El, y
con El. Y simultáneamente, pero sin
condicionar la
salvación espi
ritual, se promueve también la liberación
temporal. Aquélla
operada
por la jerarquía
y ésta, puesto que se refiere a la rela
ción entre
las creaturas entre sí, operada por los seglares. Pero,
si el fiel a la Iglesia es simultáneamente ciudadano de lo tem
poral, sin dicotomías maniqueas, sin falacias como las· del
lla
mado «realismo crítico moderado», sin estériles confrontaciones entre «fariseos» y «saduceos», sino
en la unidad armónica de· la
persona humana,
debe darse: la salvación en Cristo,
qúe es
la
verdadera liberación, y también la liberación temporal.
Algunos quizá no ubican,
por temporalistas, que en Polonia
se adviertan signos más claros
de liberación·
temporal. Pero esto
no podrá
significar que la jerarquía católica se haya
desentendido
de la liberación temporai, sino que, predicando la evangeliza
ción, se quiere
. también el cambio de estructutas, pues no· cabe
duda alguna, que si en el mondó actual algún cambio de 'estruc
turas
se impone, es precisamente en favor de
lá Iglesia del: si
lencio,
a quien la
mala política y podetíÓ militar y policiaco de
los
comunistas, ahoga la
voz liberadora
que también trae apare
jado el mensaje de salvación. Y si no, díganlo con
Jos · hechos
los testigos del
crimen' ·Y
martirio del Padre J erzy Popieluszko y más aún, el fracasado
intento magnicida en la persona del Papa
Juan Pablo . II.
La
peculiar peto muy ilustrativa situación de nuestros her
manos católicos en Polonia, resulta para todos nosotros, en ver
dad,
«una revelación
contenida en los signos de los tiempos»,
ya
que es
ejemplo patente del cómo ha de armonizarse, distin
gniéndose, la salvación plena en Cristo, y por la
reco11cilación,
1117
Fundaci\363n Speiro
FEDERICO MUGGENBURG
la liberación temporal, aunque ésta 'última, por circustancias par
ticulares entre las que pueden estar:
la gradual maduración de
los . participantes, el arraigo firme del compromiso, o la pres<:0,
cia
saboteadora de residuos
. trotzkistas, · piasekianos
y pilsud
skianos, aún no se produzca, pues todo queda en este terreno,
a la
aplicación de
una auténtica «prudencia
política» de. los
se
glares católicos, que ilustrados· por
el Magisterio y la Doctrina,
logren los presupuestos para una genuina transforroación polí
tica.
Lo que sí resulta claro es que la salvación plena en Cristo
a pesar
de que· no pudiera darse la· liberación temporal, y no por
ello deja ésta de buscarse, es en Polonia un rotundo mentís a quienes desde Hispanoamérica predican
1~ contrario, y condicio
nan,
y· de hecho supeditan, la salvación plena en Cristo sin re
conciliación, hasta· que se haya operado la liberación temporal.
La liberación plena
eti Jesucristo, que es la salvación, está
operando en Polonia, y al mismo tiempo que la Jerarquía Ca
tólica promueve, explicitando
la doctrina, la liberación tempo
ral,
· ésta
habrá de
operar por los
seglares que sí descienden al
terreno de
la acción programática, que es su campo específico.
Así, la Jerarquía predica
el Reino y Ja Doctrina para la ac
ción,
y los seglares, en sus derechos y obligaciones concretas, se
esfuerzan
por crear un orden temporal cristiano, y juntos cons
tituyen
el pueblo de Dios en marcha en Polonia, que busca la
vida
eterna, iniciándola
en esta
. vida,
sin claudicaciones
de espe
cie alguna, pero sin
rehuir jamás el martirio.
La reconciliación en Hisponoamérica.
En Hispanoamérica, en todas las naciones hispánicas, nues
tro. ser
nacional nace de la
evangelización y
reconoce en ella, y
gracias a
ella, su palpitar como pueblo único, peculiar, con su
propio estilo.
Distinguiendo sin separar, pero arroonizando sin
confundir,
los campos de su propia acción, Iglesia docente y seglares con-
1118
Fundaci\363n Speiro
LO QUE HISP4NOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
quistadores, cuya epopeya estamos en los albores de conmemo
rar
en su Quinto Centenario, se empeñan en llevar el mensaje
de salvación que, mediante
la reconciliación, los conlleva a ins
taurar, desde el origen, una liberación temporal, que produce
nada menos que la «añadidura» de un orden social de principio
evangélico, que florece en la expresión
cultural y artística del
barroco integrador y reconciliador.
Posteriormente,
es el .embate masónico el que disgrega la
unidad y
hace proliferar en la gran Patria Hispanoamericana
muchos Estados novedosos, que son, desde el siglo pasado, como
en Polonia, auténticos usurpadores que viven a espaldas
del. pue
blo,
pues
contradicen y
no coinciden con las esencias nacionales
que se enraízan, no en el mestizaje racial, sino en la fe católica. Verdad es que se
han dado muy circunstanciales y honrosas
excepciones en contrario que, por su proclamación católica,
han
sido vilmente atacadas e infiltradas por la conspiración publici-
taria de masones, socialistas y comunistas.
·
Por
propias
~eriencias, sabemos
que
nuestr']" pueblos más
caen
en las
idolatrías .del poder, el
dinero, el sexo, con
sus se
cuelas
de
tiranía, avaricia, terrorismo, drogadicción, lujuria, vio
lencia,
·envidia, corrupción, etc., todas situaciones de pecado,
cuando
más se
apartan de la verdad; luego, se impone un
.re
.torno
del mundo a Dios, se impone una genuina conversión, una
genuina reconciliación, que, para ser plena, «exige necesariamen
te la liberación del pecado, que
ha de ser rechazado en sus raí
ces
más profundas. Por lo cual una estrecha conexión
interna
viene
a
unir conversión
y reconciliación; es imposible disociar
las dos realidades o
hablar de una silenci
De ser
así el
retorno a Dios, con sentido genuinamente cris
tiano, que deviene en la liberación temporal, vale decir, en «las
añadiduras», será
el rescate de los modernos ídolos con los que
el maligno seduce a nuestros pueblos.
Este reencuentro, esta conversión, esta reconciliación de la
gran Nación Hispánica con su Creador y Redentor, es y será obra
de la Evangelización.
A la reconciliación con Dios, consigo
mismo, con
los demás,
1119
Fundaci\363n Speiro
FEDERICO MUGGENBURG
se suma la reconciliación del hombre con todo lo creado. De la
recta aceptación del Plan de Dios surge la ordenación del mun
do.
al
recto
servicio del
ser humano. Es por medio de
la acción
de los hombres reconciliados con Dios
cjue el
universo entero
puede
ordenarse· hacia
Cristo Jesús (d.
Apostolicam Actuosita
tem; 2).
Es la restauración de la unidad que habrá de darse, es la
reconciliación, en tantoº que se reconozca y se haga vivencia, el
sustrato radicalmente católico
de nuestros pueblos; y lo será en
la medida
en que la Iglesia docente -no podría ser de otra ma
nera-la reconozca y promueva. «En esta imprescindible tarea de
edificar una sociedad fraterna, no se debe. olvidar
la diversidad
de funciones que los clérigos, los religiosos y los seglares tienen
en
la Iglesia» ( efe Lumen gentium, 31 ). «Constituye una tan la
mentable
como paradójica resurrección de clericalismo el que
los clérigos asuman un compromiso activo e incluso el liderazgo
en campos temporales, en una
· época
que denominamos.
como la
de la madurez del seglar. Cuando,junto con gravísimas miserias
materiales, hay una inmensa indigencia espiritual, no es compren sible y, más aún, resulta injusto, que quienes tienen específica
mente el ministerio y el
poder de
la reconciliación· con Dios, no
aportén a la integridad
de la liberación lo que sólo ellos pueden
aportar, entregados mientras
tanto a
tareas que son
propias del
seglar
en el
mundo y, éon frecuencia,
de
la misma sociedad civil
en cuanto tal. El mismo principio, según sus propias
circuns-
.
tandas,
puede aplicarse a quienes están
llamados a la vida. reli
giosa»
(T. T. R., 18).
No podrá darse la unidad en nuestra gran nación; sin el re
conocumento
al Padre común, que nos hace ver hermanos en
cada uno de nuestros prójimos y con la caridad fraterna
de la
Iglesia.
Lejos deben quedar, muy lejos, pues, los falsos igualitaris
mos democratoides de origen
anticristiano; los mitos p_seudorre
ligiosos
y el panteísmo político que se
expresan en la soberbia
popular, la voluntad .general y
el sufragio universal igualitario.
1120
Fundaci\363n Speiro
LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU UBERACION
Los sufragios deberi ser según los niveles de competencia
reales. Lejos, también, debe quedar
el ácido corrosivo de la dialéc
tica hegeliana y su lucha de clases que, a través del odio, divide
para
hacer chocar
y subdivide hasta lograr pµlverizar los más
elementales
lazos de
unión natural.
Conclusión. Mas
toda esta·
cuestión, que aunada a la historia de la evan
gelización y a otros temas vertebrales de vital importancia como «la Historia de la Salvación -tanto
la de la humanidad entera
como la de cada hombre de cualquier
época~, es
la historia
ad'
ntirable
de la reconciliación: aquella por la que Dios, que
:es Pa
dre,
reconcilia al mundo consigo en la Sangre y en
la Cruz .de
su
Hijo hecho hombre, engendrando de este modo una nueva
familia de
reconciliados» (R. P., 4 ), desbordan el tiempo de esta
presentación, pero deben servir como pistas para una sistemá tica elaboración teológica
y filosófica en el marco forntidable de
la novena
de años proclamada por el Papa Juan Pablo II, .el 12
de octubre de 1984 en Santo Domingo. Novena de años propuesta a
la Jerarquía de la Iglesia por
un grupo de seglares inspirados en
el modelo polaco de tan ex
traordinarios frutos.
Ahí está lo que Hispanoamérica necesita para su verdadera
liberación. Una evangelización renovada
y vigorosa que durante nueve
años prepare la magna conmemoración del Quinto Centenario,
predicando el gran misterio de la Salvación. que, como humus espiritual, genere las condiciones para la auténtica liberación
temporal, que es obra de nosotros los seglares. Así como «no se nos puede dar otro nombre por el cual
podemos ser salvos que Cristo Jesús», así también, el Dios nti sericordioso nos ha dado una Madre común, reconciliadora, bajo
cuyo manto todos somos cobijados,
y bajo el cual nos sabemos
1121
Fundaci\363n Speiro
FEDERICO MUGGENBURG
hermanos y además sus hijos: ¿Qué temes, hijo mío, acaso no
estoy
yo aquí
que soy tu
Mame?; así
nos dijo desde
el Tepeyac
a todos, representados en Juan Diego,la Virgen Morena de Gua-
dalupe.
·
Buscad priml'to el Reino
de Dios y su justicia y todo lo
demás se os datá por añadidura. El Reino de Dios es la Salvación en Cristo Jesús, y
la «aña
didura» es la Restauración de
la Ciudad Católica y la liberación
temporal de las actuales estructuras anticristianas. Así sea.
«LA LIBERACION, POR LA RECONCILIACION, PARA LA
SALVACIONi.
Batcelona, 3
de noviembre de 1985.
Festividad de San
Martín de Potres.
(E. N.) Exhortación Ápostólica Evangelii nuntiandi, S. S. Paulo VI,
8 de diciembre de 1975.
(R. P.) Exhortación Apostólica Reconciliatio et Paenítentia, S. S. Juan
Pablo II, 2 de diciembre de 1984.
(T. T. R.) Temas para una teolog/a de la reconciliaci6n. Conclusiones del
Congreso Internacional sobre la Reconciliaci6n,_ Arequipa, Perú,
11, 12
y 13 de enero de 1985.
1122
Fundaci\363n Speiro
PARA SU LIBERACION
POR
FEDERICO MlJGGENBURG
Preámbulo.
El espíritu del hombre móderno maniiéne una clara anjmad,
versión
por
la precisión en los conceptos, pero, en
cambio, pa
rece totalmente apasionado por la· precisi6n en lo niensurable. ·
En
este contexto, para la
mayoría de las
personas, la palabra
«herejía»
sólo evoca
disputas del pasado, cosas ya olvidadas o
casi totalmente pasadas de nioda.
Sin embargo, el concepto «herejía» tiene un sentido muy
preciso;
deriva del
griego haireo, que al principio signifu:6 «aga
rro»
a· «me
opcdero
de» y
luego
pasó a significar «quito».
Herejía
es la dislocación de alguna construcción éompleta
que pretende sostenerse por
sí misma,
mediante la introducción
de una negación posterior de alguna de las partes esenciales.
Herejía
significa, pues,
la construcción de un sistema por
«excepción», por «elección» de una parte de la
unidad, de una
parte de la estrucrura integral.
La negación de un sistema en su totalidad no es herejía, ni
tiene tampoco el peder creador de una herejía. Es de la esencia
de la herejía dejar en pie gran parte de la estructura a la que ataca. De
ahí es que se puede decir que las herejías «sobreviven
por las
vérdades que
cónservan».
Recientemente
nos ha dicho el Cardenal Joseph
· Ratzinger:
«Hay que
tener presente que un
error no
puede
existir, si no
contiene un
núcleo de verdad.
De hecho·, un error es tanto má.s
1105
Fundaci\363n Speiro
FEDERICO MUGGENBURG
peligroso, cuanto mayor es la proporción del núcleo de verdad
recibida. En efecto,
el error no podía apropiarse de aquella par
te de verdad si esta verdad fuera suficientemente vivida en un ·
testimonio
auténtico,
ah! donde está su lugar, es decir, en la
fe de la Iglesia».
Lo cierto es que
la herejía origina una nueva vida propia
y afecta vitalmente a la sociedad a
la que ataca.
La motivación por la que los hombres combaten
la herejía
no es única
y principalmente por «conservadurismo» ( devoción
por la rutina, desagrado por
la perturbación en sus hábitos de
pensamiento), es mucho más que eso; es por
la percepción cla
ra de que la herejía, en cuanto gana espacio, origina una forma
de vida
y un carácter social contrarios y lesivos a la forma de
vida
y al carácter originario del sistema ortodoxo.
La herejía, por lo tanto, no es un tema fósil, no es un far
do despreciable, es algo
vital, de
una presencia lacerante, que
obliga en conciencia a
buscar, encontrar y rescatar la verdad
que ella esconde
y recuperarla en toda su plenitud
Precisamente, es por este motivo que estamos congregados
en
este XXIV·
Congreso de
los amigos
de la Ciudad Católica,
para hacer una aportación
y rescatar, para que resplandezca en
la plenitud de su ubicación armónica
en· la
unidad de doctrina
y la acción, el concepto liberación.
La -''teología de la lihera.ción''.
Es bien sabido por todos que uno de· los temas·· más con-·
trovertidos que
agitan a la Iglesia
en. Hispanoamérica
es
el de
esa
ideología que,
no dudaría en señalar como herejía, la lla
mada
«teología de
la liberación».
Esto
ha sido puesto de manifiesto con el documento per
sonal .del Cardenal Ratzinger de otoño de 1983, y más aún por
la
instrucción de la Sagrada Congregación para la Doctrina de
la
fe de agosto de 19S4. Sin embargo, es de lamentar que aún
se manifiesten reticencias
y resistencias de grupos de seglares
1106
Fundaci\363n Speiro
LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
radicalizados y de clérigos, de obispos y de más de un cardenal
sudamericano, quienes todavía incurren en lamentables obscuri
dades, gravísimas confusiones y
perntlsivismos culpables,
a pro
pósito
de esta materia.
La causa de esas
obscuridades. parece
radicar en la indisci
plina,
. el · afán de novedades o el afán de . figurar y en el aban
dono· de la sana filosofía o en una
extraña combinación
de estos
elementos,
cuyo resultado . es
la
imprecisa. distinción
entre el
plano de lo natural y el de lo sobrenatural, as! como
entxe los
órdenes
temporal y espiritual.
Esto fue claramente advertido a su tiempo por Su Santidad
Paulo
VI, cuando en la exhortación apostólica post-sinodal
Evangelii Nuntiandi dijo: «La Iglesia asocia, pero no identifica
nunca, liberación
humana y
salvación en Jesucristo, porque· sabe
por revelación,
por experiencia histórica
y por reflexión de fe,
que no toda noción de liberación es neoesariamente coherente
y compatible con la visión evangélica del hombre, de las C<>Sas
y de los acontecimientos; que no es suficiente instaurar la libe
ración,
crear
el bienestar
y el desarrollo para que llegue el Reino
de Dios»
(E. N. 9).
Esto, en
el. caso distinto, por no decir contrario, de los as!
llamados «teólogos liberacionistas», no es sólo cuestión de
for-.
ma;
todo parece indicar que, como efecto de
su acelerada invo
lucración
en
el «compromiso revolucioanrio», en. su mal disimu
lado y poco discreto esfuerzo para dar unidad a sus opciones
entre
J. fe de su pasado y la política socialista recién abrazada,
.
han
confundido lo sobrenatural·
y lo natural, lo espiritual y lo
temporal, con
el resultado de .la asimilación de los términos
superiores
de estos binomios a los inferiores, en un franco y
desastroso naufragio, eh un mar de ambigüedades del que·
ha
bla 1a Evangelii nuntiandi en los n6meros 38 y 39; y de aquí,
primero, la igualación del concepto de Salvación
con el
de Libe
ración en genérico y, después, la reducción de éste a
·su parti
cularización·
política.
La imprecisión de conceptos campeó libremente por nuestro
continente y produjo
el indistinto uso de los términos salvación
1107
Fundaci\363n Speiro
FEDERICO MUGGENBURG
y liberación, a veces con tenues agregados de algún calificativo al
aegundo, para significar en realidad el concepto que corresponde
al primero; tales calificativos ni. bastáron, ni bastan, sin em
bargo,
para disipar
la confusión que se fue formMdo en· el. áni
mo de los fieles. Así, a la postre, no se presentó cl,tta · la dife
rencia entre
la «liberación temporal» y la «liberación aplena»,
que
es
la salvación en Jesucristo; ni tampoco · qué éÓndiciones
debe
tener
la liberación temporal para que sea eso, gcnuinámen
te,
una verdadera liberación.
Respecto al sentido del
térn¡ino liberación
aplicado a
la sal
vación,
es también Paulo VI, quien dejó
la directriz a seguir:
«la. salvación supóne una situación infeliz, una situación. de 'ruiná
y de condena, que, era y sigue siendo la del hombre d~spués
d~
la caída de Adán, y desp11és de la trMsmisión del pecado
original
a toda
s.u descendencia. Sabemos cuál es la obra de
Cristo:
la Salvación, que El nos ha traído, es.una redención me
diMte el sacrificio de la ctuz y mediMte su ~.,;.ur~eccióii¡ El
nos ha
'justificado',
asociándonos, por
medio
_del bautismo,
a
s'u muerte y a su nueva vida resucitada».
Y . continúa dicendo: «por tMto, la obra de Cristo es una
liberación; ¿liberación de qué?: liberación
de la muerte, a la
que nos había destinado el pecado, que es el alejamiento de
iiuestra vida
con respecto al
-mMatiaJ primero,
auténtico
·y ne
cesario de
la
vida divina»c {aloe.
de
3l de
julio
de 1974.). , ·
Como
se ve, Paulo VI no
aplic6 jamás el término indiscri
minadamente,
ni lo tomó sin más para identificarlo con la sal
vación,
sino que en distintas ocasioes {confrontar aloe.
de 16
de agosto de 1972,
11 de enero.de 1973, 31 de julio de 1974
y otras),
lo explic6
en sus distintos sentidos en forma
suficien'
temente
clara para su aplicación en cada
caso, todo lo cual fue
en
su momento y lo es actualmente
importMHsimo, ya
que des
de los · movimientos márxistas de liberación, hasta obispos y al
gunos cardenales de
HispMoamérica, pasMdo por . todos lcis
so
cios de Gutiérrez Merino, Boff, Assman,
· Ellacuría, Sobrino y
oftOs, por no mencionar más que a los más-conspicuos, todos
1108
Fundaci\363n Speiro
,.W QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
hablan de liberación, usando el mismo término para expresar
conceptos e
intenciones radicahnete distintos.
De
ahí que algunos podrían sugerir que, o se esclarecen los
conceptos propios por su explícita diferenciación con otros que se
· encubren
bajo
el mismo vocablo,. denunciando ·· como erróneas
las falsas teorías liberacionistas, o para no aumentar la confu
sión y prestarse «a ser acaparado y manipulado por los siste
mas ideológicos y partidos
políticos» (E. N. 32), se abandone
el uso de términos que han venido a ser tan equívocos.
La verdadera liberación,
Creo poder asegurar que, al haber organizado esta XXIV
Reunión de amigos de
la Ciudad Católica, titulada La verda
dera liberaci6n, hemos optado por lo primeJ:o; ya que hoy lo
mismo que ayer, con la libertad, la justicia,
la lgualdad, etc., al
estarse
mixtificando el concepto liberación, nó. quiere decir que
no exista un concepto legítimo, un
signífícado auténtico que
haya
que
reivindicar.
·
La verdad no tiene por qué ceder terreno frente al error;
mas, para ello, se debe valientemente denunciarlo.
Denunciar lo errado siempre y
áfirmar lo
verdadero,
. debe
hacerlo
el cristiano sacramentalmente confirmado, a base _de .. h!i,
hitos virtuosos de fortaleza, que culminan en el testimonio que
se confirma con
la propia vida, que se firma y se rubrica , con
la propia sangre, en el martirio, como es el caso de nnestros
amigos Carlos
Alberto Sacheri y Ramón Plata Moreno, que nos
han precedido con este privilegiado e incomparable don de Dios.
Por lo tanto, no
se trata
aquí de unirse al coro de los fal
sos liberadores, o de los herejes liberacfonistas,
ni de asumir
consignas
en boga, sino
de afirmar rotundamente que no hay
más
Libertador que
Cristo Jesús, nuestro Salvador;
el Verbo de
Dios encarnado; porque
El. es rió sólo el fin supremo del orden
espiritual,
sino
también el Señor de lo temporal. Y que todas
1109
Fundaci\363n Speiro
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las construcciones liberacionistas que desechen esta piedra angu
lar son, por lo mismo, falsas
y engañosas.
Para fortuna nuestra, la
doctrina católica,
enriquecida con
las aportaciones de sus
grandes doctores,
el Aquinatense, el pri
mero; e iluminada indefectiblemente
por el
Magisterio autén
tico, da siempre y, repito, siempre, todos los elementos para
re
solver estos problemas. Como aquí bien todos sabemos, hay dos órdenes esencial
mente distintos: el orden temporal, que es el que relaciona a las
creaturas entre sí, y el orden espiritual, que es el de relación de las creaturas a Dios. El primero
correPonde a
la vida terrena,
el segundo, teniendo su culminación en la ultraterrena, empieza
desde el presente. Ambos órdenes
denen sentido
de finalidad, en
el que los
fines mediatos se ordenan al último. La asignación de
tales nombres
a estos órdenes, que quedan
definidos como se menciona antes, pues decir orden es hablar de relación, no
significa, en
modo alguno, que el orden espiritual
esté referido sólo a las
·almas y el. temporal
a los cuerpos. No,
en esta concepción, la persona humana es una, materia y espí ritu; mas en
el orden espiritual, es el otro término de la · rela
ción,
Dios, el
que es
espfritu puro.
Ahora
bien, aunque estos órdones son esenicalmente
distin
tos,
el hombre es, en definitiva, el mismo en ambos, lo que los
relaciona forzosamente; y hablar
de relación es hablar de orden
entre ellos
· Ciertamente,
sólo quienes sostengan que una
<;reatura, para
el caso sea el hombre, puede ser el .fin último y absoluto al que
se ordenan todas
las demás; podría concluir falsamente que el.
orden
temporal goza de auto11omfa absoluta. Quienes, con la
fe
católica sostenemos que el hombre nci tiene su fin último en
las creautras,
ni en sí mismo, sino sólo en Dios, debemos con
cluir que:
el orden temporal, teniendo su propia consistencia y,
gozando de
una
autonomía relativa
a su
ámbito interno
propio,
a su vez está. ordenado
al espiritual, como la vida terrena a la
ultraterrena.
1110
Fundaci\363n Speiro
LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PAR4 SU UBERACION
As!, pues, aplicando el aforismo de que hay que distinguir
sin
separar y armonizar
sin confundir, decimos: distinción, pero
también armonía entre ambos planos. Eliminar cualquiera de
estos criterios acarrea funestos extravfos.
La liberación y la salvación.
El concepto de la salvación se ubica en el ordén espiritual;
abarca, pues,
a
toda la persona humana y «comienza ciertamen
te
en esta vida, pero tiene su
cumplirniento en
la
eternidad»
(E. N. 27). Mas se refiere a la relación de la creatura con Dios,
su fin último; y sólo atiende a las otras creaturas en
cuanto
que
sean ayudas u obstáculos
para esta
relación. En este senti
do, a la salvación se le puede
llamar, «liberación plena», en
tanto
que lo es de los
v!nculos obstaculizantes que impiden
alcanzar
a
Dios, es decir, el pecado.
·
Esto,
además,
quiere decir que hay otros· factores de opre
sión o sujeción muy reales;
mas, sin
no obstruyen la relación
del que los padece con Dios, no son en
si objeto de
la
acción
salvadora.
Por lo
rnismo, el
pobre,
el cautivo, el ignorante, ·el
enfermo, el hambriento, el marginado, pueden estar oprirnidos,
y a pesar de ello, salvarse. Su salvación no está condicionada a verse liberados de tales
males y tal situación; si no es la causa de pecado
para él, puede
también ayudarle a
al= a
Dios.
Por ello, nuestro Salvador,
para irritación
de los zelotas, no
se
hizo líder político, o emancipador de un pueblo, el suyo, de
la dominación rOmana. «En las apariencias humanas, las prome
S-as quedaron
decepcionadas por
la figura y por la misión que
Jesús desempeñó ...
» (Paulo VI, aloe. de 4 ,de diciembre de.
1974).
As! se
deben comprender tantos pasajes de la escritura en
el Nuevo Testamento, en donde se aprecia claramente que para
San Pablo, los opresores, en tanto que escollos para
la obra
evangelizadora, son: el
esplritu mundano, el demonio y la con-
1111
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cupiscencia, precisamente· aquellos tres elementos a los que re
nunciamos en el bautismo y lo ratificamos en la primera comu
nión; todos ellos entendidos desde esta perspectiva, como siem
pre los comprendió la piedad sacramental cristiana por siglos y
siglos. Y
¿ qué decir de las opresiones a que someten unas creatu
turas a otras? V ale aclarar que se hace referencia a las verdadera opresio
nes, no a las legítimas dependencias que están en el recto orden
de gobiemo del universo por el que Dios providente gobiema,
El
en
lo general, y a unas creatur;,. por otras en lo particular,
en una admirable gtadación que refleja
el plan del Creador, se
gún la luminosa enseñanza del Aquinatense en la Suma Teolo
gica (Cfr. I, 22, 3c; 63, 7c; 102, 2 ad 1; 103, 6, etc.), ni tam
poco al justo ejercicio de la legítima autoridad, que
incluso
coactivamente
puede operar, pues no toda sanción es «viola
ción de los derechos
humanos», como
la saturante y asfixiante
propaganda
marxista, además
de parcial
-pues· cuela el mas-·
quito
al respecto de ciertos
regímenes hispanoamericanos y tra
ga el camello cuando se trata de los socialistas y comunistas-, quisiera hacer
creer a
los que de ella viven y piensan.
Lo que es
incuestionable, es que
en el mundo
ha habido
y habrán injustas opresiones que contrarían y deterioran el recto
orden temporal y exigen· correcciones liberadoras.
~
Con lo cual no se comprenden sólo las inhumanas políticas
de
los auténticos tiranos o los atropellos que a la sociedad co
mete el terrorismo subversivo, sino todo el abanico múltiple de
injusticias en las relaciones entre
las creaturas,
que atentan en
contra del mencionado orden querido por Dios Creador. Eviden
temente, en estas situaciones, se da por supuesto una vertiente
que mira hacia el orden espiritual del que ya se habló antes, y
que amerita una
obra de
salvación, no de liberación temporal:
es aquella en la que, por el perfil moral de sus actos, el hombre se
alej.a de
Dios.
·
1112·
Fundaci\363n Speiro
LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
El pecado, objeto de la liberación.
El objetivo de esta acción salvadora, en tales circunstancias,
son evidentemente los pecadores,
pues se
trata de salvarlos· del
pecado que bloquea la relaci6n del hombre con Dios. Y
allí, los pecadores a salvar de su pecado de irijüsticia no
son · 1os oprimidos,
víctimas de ella, sino los opresores y
taro·
bién los oprimidos, si la situaci6n de opresión les hubiera pro
ducido odio, envidia o desesperación, que también son pecados
y muy graves. Aquí es en donde encaja en plenitud, la misión reconcilia
dora, como un don de Dios; «porque
si siendo enemigos fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho
más,
reconciliados
ya,
seremos salvos en su vida»
(R. P. 7).
Hagamos
referencia ahora, aunque sea
en forma
breve, a la
otra vertiente totalmente distinta de tales casos, que mira
aL
orden
temporal, el de las creaturas entre sí, y que requiere de
la liberaci6n humana. Resulta imposible,· por
raz6n del
tiempo asignado, entrar
en detalles
sobre ei orden temporal.
La filosofía tomista, encarecidamente reconmendada por el
Magisterio, ofrece terreno firme y recursos poderosos y seguros
para abordar todos y cada. uno de los problemas que implican
la reconstrucción o restauración cristiana y
natural · del ámbito
temporal.
Hay
que decir
ta111bién algo
al respecto del papel que toca
en esta reconstrucción y en esta reconciliación a la liberación
humana, toda
vez-que,
aunque la Buena Nueva, «las promesas
de la Nueva Alianza en
Cristo, las enseñanzas del
Señor y de
los Apóstoles, la Palabra de Vida, las fuentes de la gracia ( ... ) son ni más ni menos el contenido del Evangelio y, por consi
guiente, de la evangelizaci6n»
(E. N. ·15), éstaclleva consigo «un·
mensaje,
especialmente vigoroso, sobre la liberación»
(E. N. 29).
¿La liberación temporal, según Paulo VI, resulta púes;· ob
jeto
propio de la obra evangelizadora? No,
no hay
tal: en su
1113
Fundaci\363n Speiro
FEDERICO MUGGENBURG
discurso de apertura al III Sínodo, afirma y ratifica: «la nece
sidad de reafirmar claramente la finalidad
específicamente re
ligiosa de la · evangelización. Esta última perdería su razón de
ser
si se la desviara del eje
religioso que
la dirige: ante todo
el
Reino de Dios, en su sentido plenamente teológico» (E. N. 32).
Y en la misma exhortación apostólica escribe:
«Este reino y esta
salvación -palabras claves de
la evangelización de Jesucristo»-
(E. N. 10). .
El Reino de Dios; he aquí el. meollo del mensaje evangélico:
«tan
importante que, en relación. a él, todo
se. convierte
en 'lo
demás', que es dado por añadidura. Solamente el reino es, pues,
absoluto
y todo el resto es relativo» (E. N. 8).
De esta prístina enseñanza se
deriva el
mensaje de
la evan
gelización sobre
la liberación: si la consecusión
del reino, esto
es, la salvación, es el objetivo absoluto de la vida humana, en el plano de sus relaciones con el ser absoluto, Dios,
Iá verda
dera
liberación en el de sus relaciones con
Iás creaturas,
será
aquella que respecto de la salvación esté en ordenada armonía.
Dicho de otra manera: sólo es auténtica liberación humana
aquella que está ordenada
finalísticamente a
la salvación. Bien
entendida
la distinción esencial entre salvación y liberación, en
tanto que todo el orden temporal está, a su vez,
ordenado teleo
lógicamente
al orden espiritual, la salvación, que pertenece a
éste, es subordinante de
Iá liberación,
que pertenece a aquél.
As! lo
expresó Su Santidad Paulo VI en la Evangelli Nun
tiandi: «La Iglesia considera ciertamente importante y urgente
la edificación de estructuras más humanas, más justas, más res
petuosas de los derechos de
Iá persona
humana, menos opresi
vas y menos avasalladoras;
pero es consciente de que aún las
mejores
estructuras, los sistemas
más idealizados se convierten
pronto en inhumanos si
las inclinaciones
inhumanas del hombre
no son saneadas,
si no hay una conversión de co_razón y de
mente por
parte de quienes viven en esas estructuras o los rigen»
(E.
N. 36).
Es decir,
si no se ordena su acción a la consecusión del Rei
no Eterno.
1114
Fundaci\363n Speiro
LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
Por · ello, Paulo VI afirma: «La Iglesia asocia, pero no
identifica nunca,
liberación humana
y salvación de Jesucristo»
(E. N .. 35). «No identifica:» he
alú el criterio de distinción; «asocia»,
he aquí el de armonía. Resultan pues,
rorundamente falsas
y engañosas liberaciones,
las vociferadas por matxistas y socialistas, así como las postula
das por
la ideología, y diría mejor herejía, encubierta bajo el
ombre de «teología de la liberación», los movimientos de «cris
tianos por el socialismo» y «la iglesia
populruc» que le son feu
datarios, por un motivo profundo que no· pasó inadvertido al
desaparecido Pontífice Paulo VI
y señalado en las últimas fra
ses de la siguiente cita: «Toda
liberación política,
por más que se esfuerce
en encon
trar
su justificación en
tal o cual página del Antiguo o del Nue
vo
Testamento -por
más que
acuda, para sus posrulsdos ideo
lógicos
y sus normas de acción, a la autoridad de los datos y
conclusiones teológicas; por más que pretenda ser teología de
hoy-, lleva dentro de
si misma el
germen de su propia negación
y decae del ideal que ella misma se propone, desde el momento en que sus
motivaciones profundas
no .son las de
la justicia en
la caridad, la fuerza interior que la mueve no entraña una di
mensión verdaderamente espiritual y su objetivo final no es la
salvación
y la felicidad en Dios» (E_. N. 35).
En definitiva, el criterio maestro para juzgar sin un movi
miento liberador es genuino, es que: auténticamente «su obje
tivo final sea la salvación
y la felicidad en Dios», aunque, en
tanto que hecho liberador, se de en el orden temporal y gooe,
por tanto, de
la autonomía relativa, · a:! ámbito propio de éste,
según la enseñanza del Vaticano II (Cfr. Gaudium et spes, 36
y Apostolicam Actuositatem 7 ).
Lás na.ciones católicas y su auténtica liberación .
. Con este criterio ya es posible juzgar tanto los mov1tnten
tos
pasados en la historia, por .ejemplo, la conquista de América
1115
Fundaci\363n Speiro
FEDERICO MUGGENBURG
en el siglo xvr, o los contemporáneos, como la «Cristiada» en
México,
o la
«Cruzada» española, y
su proclamación del reíno
temporal de Cristo
Rey, frente a los movimientos de liberación
socialista de nuestros días. Dios, en su infinita sabiduría, dispone los acontecimientos
en
orden a
su mayor gloria y
para provecho de nuesttas almas.
Por
esto debemos
ver en la elección de Juao Pablo II un signo
de
pre~6n divina
hacia
el pueblo polaco, que al igual que
mÚchos
de Hispaooamérica, hao sufrido
secular persecución pre
cisamente
por ser católicos.
Quiero pensar
que en
Polonia como en nuestras naciones
hispánicas e Irlanda,
el alma nacional nace · con la conversión
a la
fe; y que es desde esta· fe explicada, ·enseñada y confirmada
por el
Magisterio de la Iglesia, que deben juzgarse las vicisitu
des cotidiaoas, y por la que se sufre basta
el martirio.
Fe
· que
en Polonia y en Hispaooamérica nos dice que lo im
portaote, verdaderamente importante, es
el Reino de Dios y· .su
justicia,
anunciado
por
la evangelización, y que las «añadiduras»,
como· serían los
hoy llamados
«cambios de
estructuras», devie
nen·. en
la exacta medida en que
el orden temporal reconoce a:
Cristo Rey; en tanto que la caridad se traduce en obras, ailll en
los
ámbitos contrarios creados
. y
forzados
por el
poder político
comunista
comó. en el caso ·de Polonia; · o sócialistas, liberales y
1aicizad0s, como en casi todas Ia·s naciones hispanas, que· si nó
también comunistas, como son los casos de Cuba y Nicaragua.
· Los
católicos
po!ácos y
con ellos su jerarquía -Wyszynsky
y Wojtyla- por citar
s6lo algunós, han
dado al mundo una
lección de firme2a en
la
fe para evangelizar; por esto mismo,
vemos en su Santidad Juao Pablo II, el
ol.ter Christus de hoy,
el agente evaogelizador inusitado
·para Hispanoamérica, pues·
aúna
la evaogelizaci6n que contiene el mensaje
de salvación eter,
na
en Cristo, con
el mensaje de liberación, por la reconciliación,
en lo temporal, sin que
la búsqueda de ésta, condicione o me
noscabe a aquélla.
Con esto quiero
enfatizar que
la Iglesia en Polonia predica
el reino por la evangelización, que está daodo frutos en abun-
1116
Fundaci\363n Speiro
W QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU UBERACION
dancia, más claramente a partir del magno novenario de evan
.
gelización
preparatorio al primer milenio de cristiandad; prueba
de ello es el enorme crecimiento de
la Iglesia, reflejado, entre
otros elementos, en el aumento de las vocaciones sacerdotales,
en la vida sacramental y .muy especialmente en el culto a la
Virgen Morena de
Chzestokowa, lo que da Ta convergencia en
el vértice final que es Cristo y la salvación en El, por El, y
con El. Y simultáneamente, pero sin
condicionar la
salvación espi
ritual, se promueve también la liberación
temporal. Aquélla
operada
por la jerarquía
y ésta, puesto que se refiere a la rela
ción entre
las creaturas entre sí, operada por los seglares. Pero,
si el fiel a la Iglesia es simultáneamente ciudadano de lo tem
poral, sin dicotomías maniqueas, sin falacias como las· del
lla
mado «realismo crítico moderado», sin estériles confrontaciones entre «fariseos» y «saduceos», sino
en la unidad armónica de· la
persona humana,
debe darse: la salvación en Cristo,
qúe es
la
verdadera liberación, y también la liberación temporal.
Algunos quizá no ubican,
por temporalistas, que en Polonia
se adviertan signos más claros
de liberación·
temporal. Pero esto
no podrá
significar que la jerarquía católica se haya
desentendido
de la liberación temporai, sino que, predicando la evangeliza
ción, se quiere
. también el cambio de estructutas, pues no· cabe
duda alguna, que si en el mondó actual algún cambio de 'estruc
turas
se impone, es precisamente en favor de
lá Iglesia del: si
lencio,
a quien la
mala política y podetíÓ militar y policiaco de
los
comunistas, ahoga la
voz liberadora
que también trae apare
jado el mensaje de salvación. Y si no, díganlo con
Jos · hechos
los testigos del
crimen' ·Y
martirio del Padre J erzy Popieluszko y más aún, el fracasado
intento magnicida en la persona del Papa
Juan Pablo . II.
La
peculiar peto muy ilustrativa situación de nuestros her
manos católicos en Polonia, resulta para todos nosotros, en ver
dad,
«una revelación
contenida en los signos de los tiempos»,
ya
que es
ejemplo patente del cómo ha de armonizarse, distin
gniéndose, la salvación plena en Cristo, y por la
reco11cilación,
1117
Fundaci\363n Speiro
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la liberación temporal, aunque ésta 'última, por circustancias par
ticulares entre las que pueden estar:
la gradual maduración de
los . participantes, el arraigo firme del compromiso, o la pres<:0,
cia
saboteadora de residuos
. trotzkistas, · piasekianos
y pilsud
skianos, aún no se produzca, pues todo queda en este terreno,
a la
aplicación de
una auténtica «prudencia
política» de. los
se
glares católicos, que ilustrados· por
el Magisterio y la Doctrina,
logren los presupuestos para una genuina transforroación polí
tica.
Lo que sí resulta claro es que la salvación plena en Cristo
a pesar
de que· no pudiera darse la· liberación temporal, y no por
ello deja ésta de buscarse, es en Polonia un rotundo mentís a quienes desde Hispanoamérica predican
1~ contrario, y condicio
nan,
y· de hecho supeditan, la salvación plena en Cristo sin re
conciliación, hasta· que se haya operado la liberación temporal.
La liberación plena
eti Jesucristo, que es la salvación, está
operando en Polonia, y al mismo tiempo que la Jerarquía Ca
tólica promueve, explicitando
la doctrina, la liberación tempo
ral,
· ésta
habrá de
operar por los
seglares que sí descienden al
terreno de
la acción programática, que es su campo específico.
Así, la Jerarquía predica
el Reino y Ja Doctrina para la ac
ción,
y los seglares, en sus derechos y obligaciones concretas, se
esfuerzan
por crear un orden temporal cristiano, y juntos cons
tituyen
el pueblo de Dios en marcha en Polonia, que busca la
vida
eterna, iniciándola
en esta
. vida,
sin claudicaciones
de espe
cie alguna, pero sin
rehuir jamás el martirio.
La reconciliación en Hisponoamérica.
En Hispanoamérica, en todas las naciones hispánicas, nues
tro. ser
nacional nace de la
evangelización y
reconoce en ella, y
gracias a
ella, su palpitar como pueblo único, peculiar, con su
propio estilo.
Distinguiendo sin separar, pero arroonizando sin
confundir,
los campos de su propia acción, Iglesia docente y seglares con-
1118
Fundaci\363n Speiro
LO QUE HISP4NOAMERICA NECESITA PARA SU LIBERACION
quistadores, cuya epopeya estamos en los albores de conmemo
rar
en su Quinto Centenario, se empeñan en llevar el mensaje
de salvación que, mediante
la reconciliación, los conlleva a ins
taurar, desde el origen, una liberación temporal, que produce
nada menos que la «añadidura» de un orden social de principio
evangélico, que florece en la expresión
cultural y artística del
barroco integrador y reconciliador.
Posteriormente,
es el .embate masónico el que disgrega la
unidad y
hace proliferar en la gran Patria Hispanoamericana
muchos Estados novedosos, que son, desde el siglo pasado, como
en Polonia, auténticos usurpadores que viven a espaldas
del. pue
blo,
pues
contradicen y
no coinciden con las esencias nacionales
que se enraízan, no en el mestizaje racial, sino en la fe católica. Verdad es que se
han dado muy circunstanciales y honrosas
excepciones en contrario que, por su proclamación católica,
han
sido vilmente atacadas e infiltradas por la conspiración publici-
taria de masones, socialistas y comunistas.
·
Por
propias
~eriencias, sabemos
que
nuestr']" pueblos más
caen
en las
idolatrías .del poder, el
dinero, el sexo, con
sus se
cuelas
de
tiranía, avaricia, terrorismo, drogadicción, lujuria, vio
lencia,
·envidia, corrupción, etc., todas situaciones de pecado,
cuando
más se
apartan de la verdad; luego, se impone un
.re
.torno
del mundo a Dios, se impone una genuina conversión, una
genuina reconciliación, que, para ser plena, «exige necesariamen
te la liberación del pecado, que
ha de ser rechazado en sus raí
ces
más profundas. Por lo cual una estrecha conexión
interna
viene
a
unir conversión
y reconciliación; es imposible disociar
las dos realidades o
hablar de una silenci
así el
retorno a Dios, con sentido genuinamente cris
tiano, que deviene en la liberación temporal, vale decir, en «las
añadiduras», será
el rescate de los modernos ídolos con los que
el maligno seduce a nuestros pueblos.
Este reencuentro, esta conversión, esta reconciliación de la
gran Nación Hispánica con su Creador y Redentor, es y será obra
de la Evangelización.
A la reconciliación con Dios, consigo
mismo, con
los demás,
1119
Fundaci\363n Speiro
FEDERICO MUGGENBURG
se suma la reconciliación del hombre con todo lo creado. De la
recta aceptación del Plan de Dios surge la ordenación del mun
do.
al
recto
servicio del
ser humano. Es por medio de
la acción
de los hombres reconciliados con Dios
cjue el
universo entero
puede
ordenarse· hacia
Cristo Jesús (d.
Apostolicam Actuosita
tem; 2).
Es la restauración de la unidad que habrá de darse, es la
reconciliación, en tantoº que se reconozca y se haga vivencia, el
sustrato radicalmente católico
de nuestros pueblos; y lo será en
la medida
en que la Iglesia docente -no podría ser de otra ma
nera-la reconozca y promueva. «En esta imprescindible tarea de
edificar una sociedad fraterna, no se debe. olvidar
la diversidad
de funciones que los clérigos, los religiosos y los seglares tienen
en
la Iglesia» ( efe Lumen gentium, 31 ). «Constituye una tan la
mentable
como paradójica resurrección de clericalismo el que
los clérigos asuman un compromiso activo e incluso el liderazgo
en campos temporales, en una
· época
que denominamos.
como la
de la madurez del seglar. Cuando,junto con gravísimas miserias
materiales, hay una inmensa indigencia espiritual, no es compren sible y, más aún, resulta injusto, que quienes tienen específica
mente el ministerio y el
poder de
la reconciliación· con Dios, no
aportén a la integridad
de la liberación lo que sólo ellos pueden
aportar, entregados mientras
tanto a
tareas que son
propias del
seglar
en el
mundo y, éon frecuencia,
de
la misma sociedad civil
en cuanto tal. El mismo principio, según sus propias
circuns-
.
tandas,
puede aplicarse a quienes están
llamados a la vida. reli
giosa»
(T. T. R., 18).
No podrá darse la unidad en nuestra gran nación; sin el re
conocumento
al Padre común, que nos hace ver hermanos en
cada uno de nuestros prójimos y con la caridad fraterna
de la
Iglesia.
Lejos deben quedar, muy lejos, pues, los falsos igualitaris
mos democratoides de origen
anticristiano; los mitos p_seudorre
ligiosos
y el panteísmo político que se
expresan en la soberbia
popular, la voluntad .general y
el sufragio universal igualitario.
1120
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LO QUE HISPANOAMERICA NECESITA PARA SU UBERACION
Los sufragios deberi ser según los niveles de competencia
reales. Lejos, también, debe quedar
el ácido corrosivo de la dialéc
tica hegeliana y su lucha de clases que, a través del odio, divide
para
hacer chocar
y subdivide hasta lograr pµlverizar los más
elementales
lazos de
unión natural.
Conclusión. Mas
toda esta·
cuestión, que aunada a la historia de la evan
gelización y a otros temas vertebrales de vital importancia como «la Historia de la Salvación -tanto
la de la humanidad entera
como la de cada hombre de cualquier
época~, es
la historia
ad'
ntirable
de la reconciliación: aquella por la que Dios, que
:es Pa
dre,
reconcilia al mundo consigo en la Sangre y en
la Cruz .de
su
Hijo hecho hombre, engendrando de este modo una nueva
familia de
reconciliados» (R. P., 4 ), desbordan el tiempo de esta
presentación, pero deben servir como pistas para una sistemá tica elaboración teológica
y filosófica en el marco forntidable de
la novena
de años proclamada por el Papa Juan Pablo II, .el 12
de octubre de 1984 en Santo Domingo. Novena de años propuesta a
la Jerarquía de la Iglesia por
un grupo de seglares inspirados en
el modelo polaco de tan ex
traordinarios frutos.
Ahí está lo que Hispanoamérica necesita para su verdadera
liberación. Una evangelización renovada
y vigorosa que durante nueve
años prepare la magna conmemoración del Quinto Centenario,
predicando el gran misterio de la Salvación. que, como humus espiritual, genere las condiciones para la auténtica liberación
temporal, que es obra de nosotros los seglares. Así como «no se nos puede dar otro nombre por el cual
podemos ser salvos que Cristo Jesús», así también, el Dios nti sericordioso nos ha dado una Madre común, reconciliadora, bajo
cuyo manto todos somos cobijados,
y bajo el cual nos sabemos
1121
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hermanos y además sus hijos: ¿Qué temes, hijo mío, acaso no
estoy
yo aquí
que soy tu
Mame?; así
nos dijo desde
el Tepeyac
a todos, representados en Juan Diego,la Virgen Morena de Gua-
dalupe.
·
Buscad priml'to el Reino
de Dios y su justicia y todo lo
demás se os datá por añadidura. El Reino de Dios es la Salvación en Cristo Jesús, y
la «aña
didura» es la Restauración de
la Ciudad Católica y la liberación
temporal de las actuales estructuras anticristianas. Así sea.
«LA LIBERACION, POR LA RECONCILIACION, PARA LA
SALVACIONi.
Batcelona, 3
de noviembre de 1985.
Festividad de San
Martín de Potres.
(E. N.) Exhortación Ápostólica Evangelii nuntiandi, S. S. Paulo VI,
8 de diciembre de 1975.
(R. P.) Exhortación Apostólica Reconciliatio et Paenítentia, S. S. Juan
Pablo II, 2 de diciembre de 1984.
(T. T. R.) Temas para una teolog/a de la reconciliaci6n. Conclusiones del
Congreso Internacional sobre la Reconciliaci6n,_ Arequipa, Perú,
11, 12
y 13 de enero de 1985.
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