Índice de contenidos
Número 259-260
Serie XXVI
- Textos Pontificios
- Estudios
-
Actas
-
La familia, célula primaria de la libertad
-
Lo que Hispanoamérica necesita para su liberación
-
Familia, ámbito de comunidad y libertad
-
Civilización y colonización
-
El orden político internacional
-
La doctrina social de la Iglesia y la empresa
-
Sandinismo en Nicaragua: ¿una revolución liberadora?
-
Crónica XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica
-
Plática del Rvdo. P. Manuel Martínez Cano en la Santa Misa del sábado 10 de octubre de 1987 [XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
La verdad en la libertad [Palabras en el Acto Litúrgico final de la XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
- Información bibliográfica
- Crónicas
- Verbo
Autores
1987
Plática del Rvdo. P. Manuel Martínez Cano en la Santa Misa del sábado 10 de octubre de 1987 [XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
PLATICA DEL RVDO. P. MANUEL MARTINEZ CANO EN LA SANTA MISA DEL SABADO 10
DE OCTUBRE
Queridos hermanos
en los purisimos
corazones de
Jesús y
Maria. ¡Qué
hie!Z se
está con los amigos! Qué
contentos y
feli
ces estamos
aqui, en
la cumbre del
Tibidabo,. ¡unto al Corazón
de
Jesús, escuchando la hermosa doctrina que
tan profundamen
te
están exponiendo nuestros
hermanos en esta XXVI
Reunión
de amigos de la Ciudad Católica.
Poco o
nada puedo yo aportar al acervo
doctrinal, magistral
mente
desarrollado en esta Tribuna de
Speiro. Pero, no obstan
te,
uoy a de¡ar caer
en este fecundo
ct1mpo de fos amigos de la
·Ciudad
Cat6lica,
un granito, una semilla,
cultivada por los
me
jores hijos de la Iglesia, los santos;
SI,
libertad; pero
auténtica libertad.
Porque eso a lo que hoy
llaman libertad,
no es
más que
el retorno luciferino del pecado
de soberbia, no es más que
la. esclavitud.
de
las pasiones
desor
denadas: es el imperio de Satanás sobre las
almas, la esclavitud,
de
los
hi¡os de
las tinieblas.
.
Libertad, si;
pero
auténtica, que no es otra
que la
libertad
de los
hiios de
Dios. Porque sólo
donde. está
Dios, hay libertad,
porque sólo
«dónde está el
Espíritu del
Señor está
la libertad»
(2 Cor. 3,17), como dice San Pablo. Y, como dice Nuestro Se
ñor, sólo
«la verdad os hará libres». Y
la Verdad
es Dios.
Sin
Dios
no
hay libertad. Sin
Dios sólo se
da la
esclavitud de
Sa
tanás.
Precisamente celebramos hoy el estallido de libertad más ma
ravilloso que ha conocido
la Historia
de la
humanidad. Celebra
mos
la
fiesta de Nuestra Señora del Pilar, el d!a de la Hispani
dad «el hecho más grande
y maravilloso entre los hechos huma
nos», en
palabras de León XIII.
que Su
Santidad Juan Pablo II
ratific6 hace
sólo tres años en
Zaragoza, «He venido ... a postrar
me ante la Virgen del
'Pilar, Patrona
de la Hispanidad, para dar
gracias a Dios
por esa
gesta
y por la contribución de hombres
y
muieres de España en una sin par obra de evangelización». Pueblos enteros que
yacian en las tinieblas
del error y en la
esclavítud de
falsas religiones, fueron rescatados para el Dios Al
0
t!simo, por los hi¡os de España. Si, nuestros antepasados con
quistaron
para los
indios la auténtica
libertad de
los
hi¡os de
Dios.
Si, sin
Dios
no. hay libertad. Recientemente lo ha recordado
1219
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M. MARTINEZ CANO
la Congregaci6n para la doctrina de la fe: «cuando el hombre
quiere librarse de la ley moral
y hacerse
independiente de Dios,
lejos de conquistar la
libertad, la
destruye». Y Su Santidad Juan
Pablo II
apostilla: «porque
solamente la libertad que se somete
a
la verdad
conduce
al ser
humano a su v.erdadero fin, Dios».
SI, hermanos,
la libertad
s6/o adquiere
sentido en el
cristia
nismo,
en la Iglesia de
Cristo, porque
s6lo Jesucristo nos libra
de la esclavitud de las pasiones desordenadas
y del
pecado
y sólo
El
nos ha reconciliado con Dios Nuestro
Padre, por
medio de
su Pasi6n
y Muerte. Sin Cristo no hay libertad, porque s6lo Cris
to
es la verdad que nos hace libres. «Y o soy el camino, la ver
dad y la vida».
SI,
s61o la verdad nos da la libertad. Y esa verdad subsis
tente que
existe en el Padre, se
comunira al Verbo y por medio
de Cristo llega hasta nosotros, liberándonos de la esclavitud del error
y de
la mentira: «Y o para esto he venido
al mundo, para
dar
testimonio
de la verdad».
(San Juan, 18,37). Si «permanecéis
en mi palabra
... conoceréis la
vérdad y la verdad ,,, hará libres».
Seremos
libres, pues, si vivimos en la verdad como vivieron
los santos, como vivi6 Sor Isabel de la
Santísima Trinidad:
«Yo
tengo necesidad
de Ti,
verdad eterna, para
Ubrarm.e de
la escla
vitud de tantas debilidades, de tantas
miserias y
pasiones como
oscurecen
y ciegan
los ojos de mi
alma, impidiéndome
seguir to
talmente el bien
y la verdad que Tú mismo enseñas. ¡Oh· Jesús!
Haz que yo busque
y ame siempre tu verdad, aún cuando esa
verdad me fustigue
1 sea para mi como espada de dos filos que
ponga
al_ desnudo mi
miseria, mis defectos
y errores;. que tu
verdad penetre y empape todo mi ser y todas mis acciones; que
sepa despreciar con
valentía toda luz que
no procede
de Ti ¡Oh
único Maestro mio!
Hazme comprender
la vanidad de toda cien
cia y todo pensamiento que no sea un reflejo de
tu verdad.
Sumerge
mi
alma en
el océano de tu
luz, derrama
abundante
mente
en mi
entendimiento
y en mi coraz6n tu verdad .. Uneme
contigo, verdad eterna. ¡Oh
Jesús, Verbo encarnado, palabra
encarnada
de mi Dios! Enseña. e instruye a mi
alma, pues yo
quiero
aprender las cosas de Ti, quiero
pasar mi vida escuchán-
dote». .
Atención, hermanos, .t_engamos esto muy presente: La ver
dad que nos hace libres, es vida vivida en el Verbo encarnado.
No lo olvidemos nunca, porque para que nosotros vivamos en
libertad, hemos
de
vivir esa
misma vida. divina,
injertándonos en
la vida
del Verbo encarnado, incorporándonos
al Cuerpo Mis
tico
de Cristo, por medio de la gracia
santificante. Para
eso, para
1220
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M. MARTINEZ CANO
que nosotros participáramos de la vida divina, y nada más que
para eso, la
verdad se hizo vida encarnada. «Yo
he venido para
que tengan vida y la tengan abundante».
Vivamos siempre
en gracia, ;amás vivamos
en
pecado. Mil
veces morir antes
que pecar . .Vivifiquemos nuestra
vida, en la
vida de Cristo «porque el que tiene al Hiio tiene la . vida, pero
el que no tiene
al Hiio
tampoco
tiene la
vida»
(1 Jn. 5,12), sino
que
vive la muerte del
alma, la esclavitud de
los
hiios de
las
tinieblas, en esta vida,
· y
después la esclavitud eterna del in-
.
fierno. Por
el bautismo,
nacimos· a
esa divina vida. Sigamos edifi
cando nuestra
vida· en
Cristo con fervor y
entusiasmo, con
la
confesión frecuente, la comunión
diaria, el Santo Rosario,
la
ora-.
ción
y el sacrificio, la práctica de las virtudes,
lá fructificación
de
los dones del Espiritu Santo. Y no nos cansemos
.de pedir al
Señor,
con la liturgia oficial de Nuestra
Santa Madre
Iglesia:
«¡Oh
Dio,r! ... concédenos
que seamos
coparticipes de
la.divini
dad de
aquel que se ha dignado hacer
participe de
nuestra hu
manidad». ¡Qué maravilla! Hermanos, podemos
vivir la
misma vida di
vina, -¡somos hi¡os de -Dios!, y como tttl,es, /X)demos vivir en
este valle de lágrimas auténticamente libres.
El
alma que vive la vida divina sólo debe ocuparse en po
tenciarla y robustecerla. «Buscad primero el reino
de Dios y su
iusticia»
dice
el Señor,
y tamb_ién pide nuestra colaboración en
esta divina tarea. Porque sin el concurso
de nuestra voluntad,
podemos estancarnos y permanecer años y más años en el e51.ta
do inicial de vida divina recibida en el bautismo. ¡Cuántos adul
tos
ancianos en la vida natural
y todavia niños en la vida sobre-.
natural!
¡Qué pena!
·
Manos
a la tarea.
A"anquemos de
nuestras almas
todas las
malas
hierbas que ahogan la gracia de
Dios. Luchemos
denoda
damente con el hombre vie¡o que nos ata a esta tierra y vivamos en toda su plenitud la vida divina «para que la vida de Jesús se
manifieste en
nueNro tiempo» (2 Cor. 4, 10-11).
Porque de esto se trata, hermanos, de dar testimonio público
de nuestra vida
cri~tiana en este mundo
pagano y anticristiano.
El Papa lo está pidiendo insistentemente.
Hace poco
Su Santi
dad
Juan Pablo
II
decia a
los cartujos:
«Nuestra época
está muy
necesitada de
vuestro ejemplo
'V de vuestro servicio; los hom
bres necesitan ponerse
a la búsqueda de lo absoluto
y verlo en
cierta manera comprobado
por un testimonio vivido. Vuestro
papel
estriba precisamente en dárselo a conocer».
1221
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M .. MARTINEZ CANO
Misión que no es exclusiva de los cartu;os, ni mucho me
nos; es
obligación perentoria de
todos y
cadi:, uno
de los cristia
nos, especialmente de
los católicos españoles. Juan Pablo
II nos
d¡¡o textualmente:
«El Papa confía en los seglares
españoles y
espera
grandes cosas de todos
ellqs para gloria de Dios y para
salvación de los hombres». «Están llamados a crear de nuevo, desde la inmensa riqueza
cultural de los pueblos de España, una auténtica cultura
de la
verdad
y del bien, de la belleza y del progreso».
«En la
España
def Siglo
de Oro florecieron magnificas tes
timonios de santidad por la Reforma Católica
y el Concilio de
Trento. (Asi ·deben)
«florecer ahora, en la época de renovación
eclesial del Vaticano II, nuevos
tesJtimonios de
santidad, espe
cialmente entre
los seglares
de
España».
«Es
necesario que los
católicos españoles sepáis recobrar
el
vigor pleno
del
esplritu, la valentla de
una fe
vivida, la lucidez
evangélica iluminada por
el amor profundo al hombre
hermano».
«Tengo confianza y espero mucho
de la
Iglesia en
España».
Hermanas, no defraudemos al Papa, seamos fieles a su lla
mamiento, seamos santos. Tr(!nsmitamos·la-vida de Cristo a nues-
tros contemporáneos. Vida vivida en Cristo en nuestro testimonio
cotidiano. PorqUe los sermones y conferencias, aunque sean ne
cesarias, hoy caen en oidos sordos. Lo que necesita el mundo
contemporáneo es hombres y muieres que puedan decir con ver
dad con
San Pablo «para mi la
vida de
Cristo» {Fil. J,21) y no
mis estudios, mi cátedra o mis negocios. Nuestros contempo
ráneos necesitan testimonios vivos de hombres y mujeres-"que
manifiesten con sus abras lo que vivió y manifestó el Apóstol
de las gentes:. «ya no vivo
yo, es
Cristo que
vive en mi»
Gal. 2,20). .
Basta ya, hermanos, de perder el tiempo, comentando lo que
ha dicho éste
o lo
que
el otro de¡ó de decir. El tiempo es gracia,
vida divina.
En esta Santa Misa, pidamos al
Señor que
nos trans
forme, que nos
divinice; Pidámosle con
el mismo fervor como
lo pedía la Beata Sor Isabel de la Santlsima Trinidads «¡Oh
fuego comunicador,
Espiritu. de
amor! desciende sobre
mi alma
como una
nueva encarnación del Verbo. ¡Qué sea yo la huma
nidad en que El renueve su misterio!», para que seamos la
luz
de
Cristo en este mundo endemoniado. Y a he
dicho que
las
hiios de
las tinieblas llaman libertad
a la
que no
es" más que
el retorno del
pecado luciferino de
so
berbia; de ah! ese culto frenético al ego y al
mismisimo · diablo.
Rindamos
nosotros culto al
Dios Altlsimo las veinticuatro horas
1222
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M. MARTINEZ CANO
del dia. Anonadémonos, venzámonos a nosotros mismos, des
truyamos nuestro yo, y seremos auténticamente libres.
Y o creo, hermanos, que el fruto más hermoso que podemos
sacar
de esta Reunión de amigos de la
Ciudad Católica, seria que
todos y cada uno de nosotros hiciéramos la promesa al Sagrado
Corazón de
Jesús de
cumplir siempre
y en todo la voluntad de
Dios, que saliéramos del
Tibidabo .con el firme propósito de ser
esclavos de la voluntad divina, porque sólo
«entonceó el alma
será
verdaderamente
grande, verdaderamente
libre, porque asi
tie
ne
su voluntad encerrada
en la
de Dios» (Beata Sor .Isabel de la
Santisima
Trinidad)c
Vivamos
encerrados, esclavos de la voluntad de Dios, que
eso es la
santidad. El...mismo Señor
se lo reveló a Santa
Catalina
de
Siena: «sabe, pues, que todo lo que
hacen mis siervos
está
en esto, en que hagan
mi voluntad, . y
por eso todo
esfuerzo lo
deben
poner en cumplirla perfectamente.
Porque cuanto más
cumplen
mi voluntad tanto más perfectos
son, porque ·se acer- ·
can más a Mi., que soy suma perfección». ·
Y
el mismo Señor nos señala
el camino a seguir: «Si quieres
hacer mi voluntad, en la cual consiste tu bien, es necesario que
mortifiques
y niegues toda voluntad propia en todas las cosas,
porque cuando más ·mueras a ti, taflto más vivirás en Mí y cuanto
más quites lo que es. tuyo, más pondré lo que es mio».
Eso es vivir san._tamente., ·entregar nuestro entendimieto y vo~
lutad al mismo Dios que nos creó libres. La santidad es dar la
vida día a día,
hora a
hora, al Señor de Cielos
y Tierra. Y sí
llegara el caso, dársela heroicamente como se la dieron las tres
azucenas del
Carmelo de
Guadala¡ara y
los
innumerbales márti
res
de nuestra última cruzada. ¡Oh
Dips! «el
cielo con una sola
llamarada se ha colonizado»
(Paúl Claudel}. ·
Sí, el cielo se ha colonizado de mártires españoles. Pero no
olvidemos nunca, hermanos, _que nuestros mártires dieron sus
vidas, para que nosotros viviéramos la vida divina. No lo olvi
demos porque,. los mismos que lo_s martirizaron) quieren escla
vizarnos ahora a nosotros en la muerte del pecado, promovida
por todos los medios que hoy tienen a su disposición.
Hagamos honor a nuestros mártires. Vivamos .e:n toda su ple
nitud la vida divina. Vivamos en la verdad que nos hace libres.
En esa verdad que es vida, en esa vida que · es amor. Vivámos
de amor, porque sólo en la fuerza unitiva del a,¡,or, se puede
dar la unión de la voluntad humana con
la voluntad divina. Y
s6lo entonces} cuando estemds identificados con la voluntad divi
na, gozaremos de &, auténtica libertad de los hiios de Dios.
1223
,
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M. MARTINEZ CANO
Con lñigo de Loyola, hombre vano y desgarrado, que por el
vencimiento propio
y la contemplación del amor, llegó a ser el
santo de
«la mayor
gloria de Dios», hagamos ahora nosotros la
oblación de nuestra
libertad al Señor: «Tomad Señor y recibid
toda mi libertad, mi memoria, mi
entendimiento y
toda mi
vo
luntad,
todo mi
haber y
poseer. Vos me los
disteis, a
Vos Señor
·
lo
torno, todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y grricia, que eSto me-basta».
Y aquí pod!a dar por terminada esta plática o sermón: Pero
no
me quedaría tranquilo
si -nos os
transmitiera ahora el
testi
monio
de Sonia Díaz Pargo, ;oven de dieciséis años de nuestra
asociación de la 1 nmaculada y San Luis Gonzaga, que el año
pa
sado
hacia en esta
misma capilla
sus primeros .e¡ercicios
igna
cianos _y que el Señor se la llevó consigo al Cielo hace sólo tres
meses,
de¡ando entre
nosotros el aroma de su
santidad. Y
a se la
ha definido como «la
¡oven que
quiso hacer siempre
y en todo
la voluntad del Señor». Efectivamente, ese
fue su más
ardiente
deseo
y quienes la conocieron bien, asilo han afirmado. He aquí
algunos pensamientos sacados de su
diario espiritual:
«¡Señor,
deseo
tu santa
voluntad!
Toda la vida de Jesús tuvo una
constante que
realizó a la
perfección hasta llegar la muerte: hacer la voluntad de Dios. Pienso que la meta de todo
cristiano es amar, pero
amar a
Dios y de tal manera que nos olvidemos siempre de nosotros
mismos para hacer la santa voluntad de
Dios.
Hacer
la voluntad de
Dios es
el más grande
y hermoso pre,
cepto-
divino.
Es la negación ,;onstante del ya, la donación libre
de
nuestra libertad,
la confianza plena
en El,
el
abandono perfecto
a
su
Providencia; es
demostrar nuestra
im[J<>tencia y
dependen
cia total y plena a quien
hizo el
cielo
y la tierra.
Exige
disponibilidad y prontitud
confipda, pues
a menudo la
voluntad de Dios
al principio
aparece difusa, pero el tiempo deja
verla con claridad de mediodía.
Cuando se ama a
una persona,
se está pendiente de ella.
Cuando
se ama
a Dios,
fe está
siempre dispuesto
a cumplir
su
voluntad de una manera generosa y alegre.
¡Lo que Dios quiera! ¡Que no se haga mi voluntad_ sino la tuya!
¡Si Dios quiere!
¡Lo
que Tú
quieras, Señor!
¡Señor, quédate tú mi voluntad y
ha-da servir a
tu
antaio! ».
El testimonio de Sonia hos reafirma hoy en la verdad de
1224
Fundaci\363n Speiro
LA VERDAD DE LA LIBERTAD
siempre: La santidad no es una utopia, sino una hermosa reali
dad. Vivamos
como Sonia esclavos de
la. voluntad
divina.
Y con
la Virgen
María, seamos esclavos del Señor. Digamos
con
Ella: «He
aquí la esclava del Señor, hágase en
mi según
Tu
palabra». Vivamos la esclavitud
mariana, vida
cristiana reserva
da por Dios Nuestro Señor para los últimos
tie,npos. SI,
siempre
fieles
hiios de
la Virgen Santísima. Vivamos en su
regrn,o como
niñitos
confiados
y alegres. En fin, con Juan Pablo II, e/ Papa
de la Virgen,
digam<>sle a
Nuestra Madre del Cielo:
TOTUS TUUS MARIA
Sí. Vivamos la esclavitud mariana.
Así viviremos
la
autén
tica
_libertad de los
hijos de
Dios.
LA VERDAD DE LA LIBERTAD
Palabras en el Acto Litúrgico final de
li:, XXVI Reuni6n de
amigos de la Ciudad
Cat6lica, en
el Tibidabo, el
13 de· octubre
de
1987.
Gracias, Señor, por habernos dotado de libre albedrío, y ha
bernos
señalado cauces
de realización
perfectiva de
la libertad,
que son las tablas del Sínaf y las Bienaventuranzas evangélicas. Gracias también, Señor, por hacernos_ responsables
. del
ejer
cicio personal
y social de nuestra libertad. Ni nos sentimos con
denados
a ser libres
ni nos preguntamos escéptícamente «la liber
tad para qué». Aprendimos de Ti y de tu Santísima Madre a
decir sí al
Padre, que
nos llama a ser perefectos por libertad y
gracia, como
Tú eres perfecto por naturaleza.
Sabemos, Señor,
y estos días lo hemos repensado bien, que
nuestra.
libertad o autonomía no es absoluta. Originariamente
no nos hemos hecho
nosotros libres, sino
que somos hechura
tuya, y, formalmente, el ejercicio de nuestra libertad limita ne
cesariamente, en su principio, la apetencia d~ .bien en común, y
en su término, la saturación definitiva de la posesión de Dios
en el Cielo, donde los Bienaventurados no podrán apetecer
ni
elegir otra cosa. Santa Teresa exj,resaba esto asi: «¡Oh cuándo
será aquel dichoso día; que te has
de ver ahogado en aquel mar
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Fundaci\363n Speiro
DE OCTUBRE
Queridos hermanos
en los purisimos
corazones de
Jesús y
Maria. ¡Qué
hie!Z se
está con los amigos! Qué
contentos y
feli
ces estamos
aqui, en
la cumbre del
Tibidabo,. ¡unto al Corazón
de
Jesús, escuchando la hermosa doctrina que
tan profundamen
te
están exponiendo nuestros
hermanos en esta XXVI
Reunión
de amigos de la Ciudad Católica.
Poco o
nada puedo yo aportar al acervo
doctrinal, magistral
mente
desarrollado en esta Tribuna de
Speiro. Pero, no obstan
te,
uoy a de¡ar caer
en este fecundo
ct1mpo de fos amigos de la
·Ciudad
Cat6lica,
un granito, una semilla,
cultivada por los
me
jores hijos de la Iglesia, los santos;
SI,
libertad; pero
auténtica libertad.
Porque eso a lo que hoy
llaman libertad,
no es
más que
el retorno luciferino del pecado
de soberbia, no es más que
la. esclavitud.
de
las pasiones
desor
denadas: es el imperio de Satanás sobre las
almas, la esclavitud,
de
los
hi¡os de
las tinieblas.
.
Libertad, si;
pero
auténtica, que no es otra
que la
libertad
de los
hiios de
Dios. Porque sólo
donde. está
Dios, hay libertad,
porque sólo
«dónde está el
Espíritu del
Señor está
la libertad»
(2 Cor. 3,17), como dice San Pablo. Y, como dice Nuestro Se
ñor, sólo
«la verdad os hará libres». Y
la Verdad
es Dios.
Sin
Dios
no
hay libertad. Sin
Dios sólo se
da la
esclavitud de
Sa
tanás.
Precisamente celebramos hoy el estallido de libertad más ma
ravilloso que ha conocido
la Historia
de la
humanidad. Celebra
mos
la
fiesta de Nuestra Señora del Pilar, el d!a de la Hispani
dad «el hecho más grande
y maravilloso entre los hechos huma
nos», en
palabras de León XIII.
que Su
Santidad Juan Pablo II
ratific6 hace
sólo tres años en
Zaragoza, «He venido ... a postrar
me ante la Virgen del
'Pilar, Patrona
de la Hispanidad, para dar
gracias a Dios
por esa
gesta
y por la contribución de hombres
y
muieres de España en una sin par obra de evangelización». Pueblos enteros que
yacian en las tinieblas
del error y en la
esclavítud de
falsas religiones, fueron rescatados para el Dios Al
0
t!simo, por los hi¡os de España. Si, nuestros antepasados con
quistaron
para los
indios la auténtica
libertad de
los
hi¡os de
Dios.
Si, sin
Dios
no. hay libertad. Recientemente lo ha recordado
1219
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PLATICA DEL RVDO. P. M. MARTINEZ CANO
la Congregaci6n para la doctrina de la fe: «cuando el hombre
quiere librarse de la ley moral
y hacerse
independiente de Dios,
lejos de conquistar la
libertad, la
destruye». Y Su Santidad Juan
Pablo II
apostilla: «porque
solamente la libertad que se somete
a
la verdad
conduce
al ser
humano a su v.erdadero fin, Dios».
SI, hermanos,
la libertad
s6/o adquiere
sentido en el
cristia
nismo,
en la Iglesia de
Cristo, porque
s6lo Jesucristo nos libra
de la esclavitud de las pasiones desordenadas
y del
pecado
y sólo
El
nos ha reconciliado con Dios Nuestro
Padre, por
medio de
su Pasi6n
y Muerte. Sin Cristo no hay libertad, porque s6lo Cris
to
es la verdad que nos hace libres. «Y o soy el camino, la ver
dad y la vida».
SI,
s61o la verdad nos da la libertad. Y esa verdad subsis
tente que
existe en el Padre, se
comunira al Verbo y por medio
de Cristo llega hasta nosotros, liberándonos de la esclavitud del error
y de
la mentira: «Y o para esto he venido
al mundo, para
dar
testimonio
de la verdad».
(San Juan, 18,37). Si «permanecéis
en mi palabra
... conoceréis la
vérdad y la verdad ,,, hará libres».
Seremos
libres, pues, si vivimos en la verdad como vivieron
los santos, como vivi6 Sor Isabel de la
Santísima Trinidad:
«Yo
tengo necesidad
de Ti,
verdad eterna, para
Ubrarm.e de
la escla
vitud de tantas debilidades, de tantas
miserias y
pasiones como
oscurecen
y ciegan
los ojos de mi
alma, impidiéndome
seguir to
talmente el bien
y la verdad que Tú mismo enseñas. ¡Oh· Jesús!
Haz que yo busque
y ame siempre tu verdad, aún cuando esa
verdad me fustigue
1 sea para mi como espada de dos filos que
ponga
al_ desnudo mi
miseria, mis defectos
y errores;. que tu
verdad penetre y empape todo mi ser y todas mis acciones; que
sepa despreciar con
valentía toda luz que
no procede
de Ti ¡Oh
único Maestro mio!
Hazme comprender
la vanidad de toda cien
cia y todo pensamiento que no sea un reflejo de
tu verdad.
Sumerge
mi
alma en
el océano de tu
luz, derrama
abundante
mente
en mi
entendimiento
y en mi coraz6n tu verdad .. Uneme
contigo, verdad eterna. ¡Oh
Jesús, Verbo encarnado, palabra
encarnada
de mi Dios! Enseña. e instruye a mi
alma, pues yo
quiero
aprender las cosas de Ti, quiero
pasar mi vida escuchán-
dote». .
Atención, hermanos, .t_engamos esto muy presente: La ver
dad que nos hace libres, es vida vivida en el Verbo encarnado.
No lo olvidemos nunca, porque para que nosotros vivamos en
libertad, hemos
de
vivir esa
misma vida. divina,
injertándonos en
la vida
del Verbo encarnado, incorporándonos
al Cuerpo Mis
tico
de Cristo, por medio de la gracia
santificante. Para
eso, para
1220
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M. MARTINEZ CANO
que nosotros participáramos de la vida divina, y nada más que
para eso, la
verdad se hizo vida encarnada. «Yo
he venido para
que tengan vida y la tengan abundante».
Vivamos siempre
en gracia, ;amás vivamos
en
pecado. Mil
veces morir antes
que pecar . .Vivifiquemos nuestra
vida, en la
vida de Cristo «porque el que tiene al Hiio tiene la . vida, pero
el que no tiene
al Hiio
tampoco
tiene la
vida»
(1 Jn. 5,12), sino
que
vive la muerte del
alma, la esclavitud de
los
hiios de
las
tinieblas, en esta vida,
· y
después la esclavitud eterna del in-
.
fierno. Por
el bautismo,
nacimos· a
esa divina vida. Sigamos edifi
cando nuestra
vida· en
Cristo con fervor y
entusiasmo, con
la
confesión frecuente, la comunión
diaria, el Santo Rosario,
la
ora-.
ción
y el sacrificio, la práctica de las virtudes,
lá fructificación
de
los dones del Espiritu Santo. Y no nos cansemos
.de pedir al
Señor,
con la liturgia oficial de Nuestra
Santa Madre
Iglesia:
«¡Oh
Dio,r! ... concédenos
que seamos
coparticipes de
la.divini
dad de
aquel que se ha dignado hacer
participe de
nuestra hu
manidad». ¡Qué maravilla! Hermanos, podemos
vivir la
misma vida di
vina, -¡somos hi¡os de -Dios!, y como tttl,es, /X)demos vivir en
este valle de lágrimas auténticamente libres.
El
alma que vive la vida divina sólo debe ocuparse en po
tenciarla y robustecerla. «Buscad primero el reino
de Dios y su
iusticia»
dice
el Señor,
y tamb_ién pide nuestra colaboración en
esta divina tarea. Porque sin el concurso
de nuestra voluntad,
podemos estancarnos y permanecer años y más años en el e51.ta
do inicial de vida divina recibida en el bautismo. ¡Cuántos adul
tos
ancianos en la vida natural
y todavia niños en la vida sobre-.
natural!
¡Qué pena!
·
Manos
a la tarea.
A"anquemos de
nuestras almas
todas las
malas
hierbas que ahogan la gracia de
Dios. Luchemos
denoda
damente con el hombre vie¡o que nos ata a esta tierra y vivamos en toda su plenitud la vida divina «para que la vida de Jesús se
manifieste en
nueNro tiempo» (2 Cor. 4, 10-11).
Porque de esto se trata, hermanos, de dar testimonio público
de nuestra vida
cri~tiana en este mundo
pagano y anticristiano.
El Papa lo está pidiendo insistentemente.
Hace poco
Su Santi
dad
Juan Pablo
II
decia a
los cartujos:
«Nuestra época
está muy
necesitada de
vuestro ejemplo
'V de vuestro servicio; los hom
bres necesitan ponerse
a la búsqueda de lo absoluto
y verlo en
cierta manera comprobado
por un testimonio vivido. Vuestro
papel
estriba precisamente en dárselo a conocer».
1221
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M .. MARTINEZ CANO
Misión que no es exclusiva de los cartu;os, ni mucho me
nos; es
obligación perentoria de
todos y
cadi:, uno
de los cristia
nos, especialmente de
los católicos españoles. Juan Pablo
II nos
d¡¡o textualmente:
«El Papa confía en los seglares
españoles y
espera
grandes cosas de todos
ellqs para gloria de Dios y para
salvación de los hombres». «Están llamados a crear de nuevo, desde la inmensa riqueza
cultural de los pueblos de España, una auténtica cultura
de la
verdad
y del bien, de la belleza y del progreso».
«En la
España
def Siglo
de Oro florecieron magnificas tes
timonios de santidad por la Reforma Católica
y el Concilio de
Trento. (Asi ·deben)
«florecer ahora, en la época de renovación
eclesial del Vaticano II, nuevos
tesJtimonios de
santidad, espe
cialmente entre
los seglares
de
España».
«Es
necesario que los
católicos españoles sepáis recobrar
el
vigor pleno
del
esplritu, la valentla de
una fe
vivida, la lucidez
evangélica iluminada por
el amor profundo al hombre
hermano».
«Tengo confianza y espero mucho
de la
Iglesia en
España».
Hermanas, no defraudemos al Papa, seamos fieles a su lla
mamiento, seamos santos. Tr(!nsmitamos·la-vida de Cristo a nues-
tros contemporáneos. Vida vivida en Cristo en nuestro testimonio
cotidiano. PorqUe los sermones y conferencias, aunque sean ne
cesarias, hoy caen en oidos sordos. Lo que necesita el mundo
contemporáneo es hombres y muieres que puedan decir con ver
dad con
San Pablo «para mi la
vida de
Cristo» {Fil. J,21) y no
mis estudios, mi cátedra o mis negocios. Nuestros contempo
ráneos necesitan testimonios vivos de hombres y mujeres-"que
manifiesten con sus abras lo que vivió y manifestó el Apóstol
de las gentes:. «ya no vivo
yo, es
Cristo que
vive en mi»
Gal. 2,20). .
Basta ya, hermanos, de perder el tiempo, comentando lo que
ha dicho éste
o lo
que
el otro de¡ó de decir. El tiempo es gracia,
vida divina.
En esta Santa Misa, pidamos al
Señor que
nos trans
forme, que nos
divinice; Pidámosle con
el mismo fervor como
lo pedía la Beata Sor Isabel de la Santlsima Trinidads «¡Oh
fuego comunicador,
Espiritu. de
amor! desciende sobre
mi alma
como una
nueva encarnación del Verbo. ¡Qué sea yo la huma
nidad en que El renueve su misterio!», para que seamos la
luz
de
Cristo en este mundo endemoniado. Y a he
dicho que
las
hiios de
las tinieblas llaman libertad
a la
que no
es" más que
el retorno del
pecado luciferino de
so
berbia; de ah! ese culto frenético al ego y al
mismisimo · diablo.
Rindamos
nosotros culto al
Dios Altlsimo las veinticuatro horas
1222
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M. MARTINEZ CANO
del dia. Anonadémonos, venzámonos a nosotros mismos, des
truyamos nuestro yo, y seremos auténticamente libres.
Y o creo, hermanos, que el fruto más hermoso que podemos
sacar
de esta Reunión de amigos de la
Ciudad Católica, seria que
todos y cada uno de nosotros hiciéramos la promesa al Sagrado
Corazón de
Jesús de
cumplir siempre
y en todo la voluntad de
Dios, que saliéramos del
Tibidabo .con el firme propósito de ser
esclavos de la voluntad divina, porque sólo
«entonceó el alma
será
verdaderamente
grande, verdaderamente
libre, porque asi
tie
ne
su voluntad encerrada
en la
de Dios» (Beata Sor .Isabel de la
Santisima
Trinidad)c
Vivamos
encerrados, esclavos de la voluntad de Dios, que
eso es la
santidad. El...mismo Señor
se lo reveló a Santa
Catalina
de
Siena: «sabe, pues, que todo lo que
hacen mis siervos
está
en esto, en que hagan
mi voluntad, . y
por eso todo
esfuerzo lo
deben
poner en cumplirla perfectamente.
Porque cuanto más
cumplen
mi voluntad tanto más perfectos
son, porque ·se acer- ·
can más a Mi., que soy suma perfección». ·
Y
el mismo Señor nos señala
el camino a seguir: «Si quieres
hacer mi voluntad, en la cual consiste tu bien, es necesario que
mortifiques
y niegues toda voluntad propia en todas las cosas,
porque cuando más ·mueras a ti, taflto más vivirás en Mí y cuanto
más quites lo que es. tuyo, más pondré lo que es mio».
Eso es vivir san._tamente., ·entregar nuestro entendimieto y vo~
lutad al mismo Dios que nos creó libres. La santidad es dar la
vida día a día,
hora a
hora, al Señor de Cielos
y Tierra. Y sí
llegara el caso, dársela heroicamente como se la dieron las tres
azucenas del
Carmelo de
Guadala¡ara y
los
innumerbales márti
res
de nuestra última cruzada. ¡Oh
Dips! «el
cielo con una sola
llamarada se ha colonizado»
(Paúl Claudel}. ·
Sí, el cielo se ha colonizado de mártires españoles. Pero no
olvidemos nunca, hermanos, _que nuestros mártires dieron sus
vidas, para que nosotros viviéramos la vida divina. No lo olvi
demos porque,. los mismos que lo_s martirizaron) quieren escla
vizarnos ahora a nosotros en la muerte del pecado, promovida
por todos los medios que hoy tienen a su disposición.
Hagamos honor a nuestros mártires. Vivamos .e:n toda su ple
nitud la vida divina. Vivamos en la verdad que nos hace libres.
En esa verdad que es vida, en esa vida que · es amor. Vivámos
de amor, porque sólo en la fuerza unitiva del a,¡,or, se puede
dar la unión de la voluntad humana con
la voluntad divina. Y
s6lo entonces} cuando estemds identificados con la voluntad divi
na, gozaremos de &, auténtica libertad de los hiios de Dios.
1223
,
Fundaci\363n Speiro
PLATICA DEL RVDO. P. M. MARTINEZ CANO
Con lñigo de Loyola, hombre vano y desgarrado, que por el
vencimiento propio
y la contemplación del amor, llegó a ser el
santo de
«la mayor
gloria de Dios», hagamos ahora nosotros la
oblación de nuestra
libertad al Señor: «Tomad Señor y recibid
toda mi libertad, mi memoria, mi
entendimiento y
toda mi
vo
luntad,
todo mi
haber y
poseer. Vos me los
disteis, a
Vos Señor
·
lo
torno, todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y grricia, que eSto me-basta».
Y aquí pod!a dar por terminada esta plática o sermón: Pero
no
me quedaría tranquilo
si -nos os
transmitiera ahora el
testi
monio
de Sonia Díaz Pargo, ;oven de dieciséis años de nuestra
asociación de la 1 nmaculada y San Luis Gonzaga, que el año
pa
sado
hacia en esta
misma capilla
sus primeros .e¡ercicios
igna
cianos _y que el Señor se la llevó consigo al Cielo hace sólo tres
meses,
de¡ando entre
nosotros el aroma de su
santidad. Y
a se la
ha definido como «la
¡oven que
quiso hacer siempre
y en todo
la voluntad del Señor». Efectivamente, ese
fue su más
ardiente
deseo
y quienes la conocieron bien, asilo han afirmado. He aquí
algunos pensamientos sacados de su
diario espiritual:
«¡Señor,
deseo
tu santa
voluntad!
Toda la vida de Jesús tuvo una
constante que
realizó a la
perfección hasta llegar la muerte: hacer la voluntad de Dios. Pienso que la meta de todo
cristiano es amar, pero
amar a
Dios y de tal manera que nos olvidemos siempre de nosotros
mismos para hacer la santa voluntad de
Dios.
Hacer
la voluntad de
Dios es
el más grande
y hermoso pre,
cepto-
divino.
Es la negación ,;onstante del ya, la donación libre
de
nuestra libertad,
la confianza plena
en El,
el
abandono perfecto
a
su
Providencia; es
demostrar nuestra
im[J<>tencia y
dependen
cia total y plena a quien
hizo el
cielo
y la tierra.
Exige
disponibilidad y prontitud
confipda, pues
a menudo la
voluntad de Dios
al principio
aparece difusa, pero el tiempo deja
verla con claridad de mediodía.
Cuando se ama a
una persona,
se está pendiente de ella.
Cuando
se ama
a Dios,
fe está
siempre dispuesto
a cumplir
su
voluntad de una manera generosa y alegre.
¡Lo que Dios quiera! ¡Que no se haga mi voluntad_ sino la tuya!
¡Si Dios quiere!
¡Lo
que Tú
quieras, Señor!
¡Señor, quédate tú mi voluntad y
ha-da servir a
tu
antaio! ».
El testimonio de Sonia hos reafirma hoy en la verdad de
1224
Fundaci\363n Speiro
LA VERDAD DE LA LIBERTAD
siempre: La santidad no es una utopia, sino una hermosa reali
dad. Vivamos
como Sonia esclavos de
la. voluntad
divina.
Y con
la Virgen
María, seamos esclavos del Señor. Digamos
con
Ella: «He
aquí la esclava del Señor, hágase en
mi según
Tu
palabra». Vivamos la esclavitud
mariana, vida
cristiana reserva
da por Dios Nuestro Señor para los últimos
tie,npos. SI,
siempre
fieles
hiios de
la Virgen Santísima. Vivamos en su
regrn,o como
niñitos
confiados
y alegres. En fin, con Juan Pablo II, e/ Papa
de la Virgen,
digam<>sle a
Nuestra Madre del Cielo:
TOTUS TUUS MARIA
Sí. Vivamos la esclavitud mariana.
Así viviremos
la
autén
tica
_libertad de los
hijos de
Dios.
LA VERDAD DE LA LIBERTAD
Palabras en el Acto Litúrgico final de
li:, XXVI Reuni6n de
amigos de la Ciudad
Cat6lica, en
el Tibidabo, el
13 de· octubre
de
1987.
Gracias, Señor, por habernos dotado de libre albedrío, y ha
bernos
señalado cauces
de realización
perfectiva de
la libertad,
que son las tablas del Sínaf y las Bienaventuranzas evangélicas. Gracias también, Señor, por hacernos_ responsables
. del
ejer
cicio personal
y social de nuestra libertad. Ni nos sentimos con
denados
a ser libres
ni nos preguntamos escéptícamente «la liber
tad para qué». Aprendimos de Ti y de tu Santísima Madre a
decir sí al
Padre, que
nos llama a ser perefectos por libertad y
gracia, como
Tú eres perfecto por naturaleza.
Sabemos, Señor,
y estos días lo hemos repensado bien, que
nuestra.
libertad o autonomía no es absoluta. Originariamente
no nos hemos hecho
nosotros libres, sino
que somos hechura
tuya, y, formalmente, el ejercicio de nuestra libertad limita ne
cesariamente, en su principio, la apetencia d~ .bien en común, y
en su término, la saturación definitiva de la posesión de Dios
en el Cielo, donde los Bienaventurados no podrán apetecer
ni
elegir otra cosa. Santa Teresa exj,resaba esto asi: «¡Oh cuándo
será aquel dichoso día; que te has
de ver ahogado en aquel mar
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