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Número 259-260

Serie XXVI

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El Estado en «La Política» de Aristóteles

EL ESTADO EN "LA POLITICA" DE ARISTOTELES
POR
JULIÁN GIL DE SAGREDO
PREÁMBULO.
Resulta admirable comprobar cómo la razón, guiada por su
luz natural, puede
llegar en el estudio de la política a los nús­
mos

principios y a las
núsmas conclusiones
que
la razón ilunú­
nada por la luz· de la fe. Testimonio elocuente de la coherencia
entre la razón y la fe es el tratado que el
fiiósofo por antono­
masia,
Aristóteles, dedicó

a la
potltica. La concepción del Es­
tado, según
la proyecta el Derecho natural, fue delineada· hace
veintitrés siglos por aquella privilegiada inteligencia.
Nuestro propósito es reproducir
el pensamiento de Aristó­
teles sobre el Estado
y confrontarlo con el pensanúento ca­
tólico
para comprobar cómo la razón y la fe coinciden en la
misma verdad

política y social. Téngase
presente, para evitar
equívocos, que
por· fe

no se entiende en
este caso la

verdad re'.
velada, sino
las verdades

que por la
· vfa de fl! lógk:a se derivan
de aquélla. Téngase igualmente presente que ciertas lagunas o
eclipses que

sufre
el pensanúento aristotélico,

como, por ejem­
plo, los errores referentes a
la esclavitud y al predonúnio del
Estado

sobre los hijos, errores inherentes a
U(las estructuras
paganas,

cuyas huellas perduraron durante siglos en la era cris­
tiana, no

pueden empañar el mérito de la visión política de
nuestro autor ·en sus dimensipnes generáles.
Sabido es que el método escolástico de investigación, fun­
dado en
la metafísica de

Aristóteles, se estructura sobre las
cuatro causas, eficiente, final, material y
fmmal, que configu­
ran la
natur.tleza del

ser.
Siguiendo, pues, las orientaciones
de
1027
Fundaci\363n Speiro

JULIAN GIL DE SAGREDO
dicho método, exponemos: en primer lugar, el origen del Es­
tado a modo .de causa ·eficiente; en segundo lugar, ·el fin del
Estado o causa final;
en tercer lugar, los elementos materiales
en que descansa el Estado o causa material
y, en cuatro lugar,
los principios que especifican o confieren su forma al Estado
o causa formal. Se trata simplemente de una orientación
¡,ara
facilitar la exposici6n del tema, sin que ello implique una su­
bordinación estricta

a
dicho método escolástico.
l. ÜRIGEN DEL ESTADO, A MODO ÓE CAUSA EFICIENTE.
«El Camino más seguro, dice Aristóteles, para no errar en
la doctrina política. consiste en remontarse al origen de las co­
sas
y seguir atentamente su desenvolvimiento. Siguiendo ese
camino,
obs.ervamos que
el hombre es un ser naturalmente
sociable. El que vive fuera
de la sociedad es, ciertamente, o. un
ser.
depravádo o . un

ser
superior a la especie humana. Aquel
que no puede vivir en sociedad
y que en medio de su indepen­
dencia no tiene necesidades, no puede
..;r nunca
miembro del
Estado: o es un bruto o es un
dios».
La sociabilidad natural del hombre que · defiende Arist6teles
· es

opuesta a
la asociaci6n por pacto que propugna Rousseau.
La
doctrina de Aristóteles,
al fundar la sociedad en la exigencia
de
la naturaleza, ,Je otorga un fundamento sólido, permanente,
universal

y objetivo, en
conson.ancia con la doctrina católica en
esta materia.
La doctrina de. Rousseau, al fundar la sociedad en
el pacto, otorga a la voluntad humana una libertad ilimitada:
si

es libre para pactar la uni6n social, será
ta,mbién libre J:>ara
pactar

las condiciones, leyes o normas de dicha unión
al margen
de
la Ley divina natural. Ese es el origen del liberalismo social
y político. ,
«Siguiendo

igualmente ese camino, continúa Aristóleles, ob­
servamos que la familia es una asociación natutal y permanente.
La asociación de muchas familias es el
pueblo. La asociación
de
muchos pueblos forma un
Estado completo. Vemos, pues,
1028
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO EN «LA POUTICA» DE ARISTOTELES
cómo d Estado procede o emana de la naturaleza». Por la vía
de
la sociabilidad natural d individuo se asocia a la mujer y fun­
da
la familia, las familias se asocian entre sí y form!lll el pueblo
o sociedad civil,
y la sociedad, al necesitar para su propia con°
servación un principio de autoridad
y . de gobierno, emana· de su
propia

naturaleza como propiedad inherente de
la misma al Es­
tado. Y como la fuerza de esa sociabilidad que genera a
la fa­
milia, a
la sociedad y al Estado,• radica en la naturaleza humana
y ésta es creada, habremos de admitir, superando d pensamien­
to aristotélico, que existe fuera de ella
d autor
que
le .ha dado
el ser, a saber, Dios.
II.
FIN DEL ESTADO o CAUSA FINAL,
A:! constituir d Estado una asociación de hombres, debemos
analizar
d fin
de
la asociación y d fin de fos hombres que la
integran, para lo cual será conveniente examinar si d hombre,
considerado
individua,lmente, tiene
un
fin distinto dd hombre con­
siderado
socialmente. Para

el
jurista iluminado por la luz de la
Revdación
el fin dd hombre transciende lo material y lo tem­
poral
y
por tanto lo social o político con todos los intereses que
comporta tiene d carácter . de medio o

instrumento en orden a
aquel
fin. Aristóteles, guiado sólo por la· luz de su razón, no se
desvía demasiado
de ~se orden natural, por cuanto afirma que d
hombre,

tanto en su acción individual como social, tiene siempre
el mismo fin, que es d ejercicio de la virtud, en la cual consiste
la felicidad.
Dicha afirmación,

debidamente ponderada, significa
la legítima prevalencia de .Ja persona sobre el Estado, o, en
otros términos, el carácter instrumental del Estado al servicio de
la sociedad y a través de la sociedad, de los miembros que
la integran.
Constatado de la manera expuesta el fin personal del hom­
bre, examina Aristótdes el fin de la asociación estatal. «El Es­
tado, dice, tiene como
fin el bien común de la sociedad, puesto
que de ella emana para su
propia subsistencia.

Así como
d ser
1029
Fundaci\363n Speiro

]ULIAN GIL ])E SAGRI!DO
individual tiene por fin un bien inpividual, el ser colectivo que
representa
el Estado tendrá
por fin
un bien
colectivo, es decir,
el bien común».
Ahora bien: Dado que ese bien común de la llOCiedad queda
integrado

por dos elementos,
uno de indole moral, que es la
unión y ar¡nollÍll dentro del cuerpo social, fruto de la virtud de
sus
miembros, y
otro de índole material, que es la prosperidad
económica,
el

desarrollo y el progreso,
el. fin
del
Estado consis­
tirá

en
fograr dentro

de lo posible
la armonía y unión de lQS
ciudadanos

en primer lugar, y su bienestar
material en
segundo
lugar. Aristóteles, como hemos visto, fija su atención primor­
dialmente en el primer elemento, en
la virtud de los miembros
sociales. Concibe al Estado como una gran familia y,
así como
en ésta su mayor

bien se encuentra en la unión de sus miem­
bros, así también en
el Estado su mayor bien se halla en la ar­
monía de
los. miembros

que integran
la sociedad. De ese bien
moral. y

del equilibrio
.social, que

comporta se derivarán por
añadidura
los bienes

materiales y
la prosperidad económica.
Y en
confirmación de

lo dicho,
cqnrinúa Aristóteles: «Si se
hace

consistir
la felicidad del individuo en la riqueza, se a:Íir­
mará que el Estado es

dichoso cuando es
rico. Si para el hom­
bre la
felicidad consiste

en la
virtud, el Estado

más virtuoso
será igualmente el más afortunado. El Estado
má.s perfecto

es
aquel
en que

cada
ciudadano puede

practicar mejor
la villtud.
Ahora

bien:
el Estado sólo. es virtuoso cuando lo son también
sus mienibros».
Es de notar la coincidencia de:! pensamiento de Aristóteles
con
el de Santo Tomás. El Doctor angélico, en efecto, en la
S. T.,
l. 11, q. 90, artículo 2, afuma que el fin de la ley.por
su propia definición debe ser
el bien común. Dado que la ley es
el instrumento
mediallte. el cµal el Estado alcanza su fin, resulta
obvio que
el fin del Estado es el bien común. Y el mismo Santo
Doctor
en S. T.,
l. 11, q. 92, hablandc;, de los efectos de la
ley, es decir, de
fos efectos
que
ha ·de perseguir el Estado a
través de
la ley, dedica el primer artículo a probar que el efecto
de la ley es hacer buenos a los ciudadanos. La virtud, por con-
1030
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO EN «LA POUTICA» DE ARJSTOTELES.
siguiente, es el fin primordial que· debe perseguir el Estado en
la realización del bien común, virtud que. descansa en la unión,
la paz y la armmúa del cuerpo social.
Ili. Cmu:ENTOs MATERIALES DEL EsTADÓ o CAUSA MATERIAL.
'
Con los términos precedentes se significan los elementos ne­
cesarios

sobre los cuales se asienta
el Estado. Tienen carácter de
causa material, porque,

como
podrá después observa=, se ha­
llan, de suyo, indifereociados y precisan, por tanto, la determi­
nación

de su forma
específica, que es la autoridad, para consti­
tuir lo que
;se llama Estado.
Aristóteles

afirma
que· sólo
es Estado
ílquel en
que la socie­
dad puede por
sí misma

satisfacer las necesidades de los ciudada­
nos. A tenor de estas palabras, se requieren dos
factores básicos
e imprescindibles: los hombres, como objeto· de la acción estatal
y

la
tierra, como fuente que proporciona Jos r:eoursos para satis­
facer
sus necesidades.
a)
Respecto al factor «hombre», hace el filósofo algunas
observaciones interesantes,
tanto en su faceta individual como so-·
cial.

Como individuo, «el hombre consta de
. aJma y cuerpo, hecha
aquélla para mandar y éste para obedecer». «La relación de los
sexos es análoga: uno es superior a otro: aquél está hecho para
mandar
y éste para obedecer». «La
única y
verdadera escuela
de mando es la obediencia». Sólo los que
han sabido obedecer,
saben después mandar. La doctrina de Aristóteles sobre
la · re­
lación de los sexos coincide con Santo Tomás, ya que este Santo
Doctor afuma en S. T.,
1, 92. 1, que ,la mujer es más imperfecta
que

el var6n, tanto en
el alma como en el cuerpo, por lo cual,
naturalmente, le debe estar subordinada, según consta en
S. T., 1.
92. 2. Aristóteles, sin embargo, reconoce que «los hombres de
razas fuertes, enérgicas y guerreras se hallan generalmente do­ minados por las mujeres». Además, en honor a
la mujer, hay que
añadir que la persona humana más sublime y maravillosa que
modeló el

Creador no fue varón, sino mujer. Fue su Madre
In­
maculada.
1031
Fundaci\363n Speiro

]ULIAN GIL DE SAGREDO
En relación C<>n el hombre en su faceta social, es decir, la
sociedad o
pueblo, petfila
Aristóteles los siguientes apuutes: «Los
pueblos de
Europa que

habitan en climas fríos
son, en general,
muy valientes, peto inferiores .en inteligencia e industria a los
pueblos que

habitau en climas cálidos. En
Asía, los pueblos

tie­
nen
más inteligencia y aptitud para las artes, pero les falta cora­
zón y
j\ermauecen sujetos

al yugo de una esclavitud
penpetua. La
ra,,:a griega,

que
topográficamente ocupa
un lugar
intermedi.Q, reú­
ne las cualidades de ambos. Posee, a la par, inteligencia y valor y
sería capaz,

si formara un solo Estado, de conquistar
el Univer,
so».

De hecho, Alejandto Magno unificó bajo su maudo
-todos
los estados griegos y formó el imperio más gtande ,hasta entonces
conocido
.. También

España mereció una honrosa mención de Aris­
tóteles: «Los iberos, raza
belicosa, plantan

sobre la tumba del
guerrero tantas estacas de
hierro como

enemigos
ha inmolado».
b) Respecto al factor
«territorio», considera

Aristóteles que
será mejor· aquel que ofrezca mayor seguridad para la
indepen­
dencia del. Estado. Supuesta dicha seguridad, «la extensión· del
territorio debe estar sometida a ciertos
límites. No debe

ser
ni
desmesuradamente grande, ni desmesurademente pequeño, por­
que,

en tal caso,
o. ha perdido completamene su naturaleza es­
pecial, o se ha pervertido; demasiado pequeño,
no p)iede satis­
fal"'J' sus necesidades; demasiado extenso, se hace difíciJ el go­
bierno». «Será, pues, lo sµficientemente gtande para que pueda
suministrar toda
. clase

de productos, poseer todo lo que
ha. me'
nester

y no tener necesidad de nadie.
La extensión y fertilidad
del terriborio debe ser suficiente para que
todos los
ciudadanos
puedan vivir

tau desocupados como conviene a seres libres y
sobrios». Las palabras precedentes de Aristóteles sugieren dos consi­
deraciones:
una, la elevación · moral del filósofo al , no colocar la
felicidad en la abundaucia de bienes materiales, sino
én la so­
briedad de la vida y en la libertad, ya que, como él mismo dice,
«lo bello

es superior a
lo necesario y a lo útil». La otra conside­
ración es de actualidad: hoy se
ha desorbitado de tal mauera el
sentido de lo necesario en su proyección económica, .que no existe
1032
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO EN «LA POUTICA» DE A.RISTOTELES
Estado alguno, ni siquiera las dos super-potencias, que por sí
mismas y
sin el concurso de la riqueza de otras naciones, puedan
satisfacer todas. sus necesidades,· mejor diríamos, todas sus am­
biciones.
IV. PRINCIPIOS QUE ESPECIFICAN EL SER ESTATAL O CAUSA
FORMAL.
La forma que especifica a la _ masa social, confiriéndole el
carácter de

cuerpo orgánico, es la
autoridad, . la cual,

como ca­
beza de
dicho cuerpo

tiene
la misi6n de conservarlo, desarro­
llarlo y guiarlo bajo las orientaciones de
tres principios: el de
pluralidad en la unidad, el de totalizaci6n o integraci6n de las
partes en el todo y el de
subsidiariedad. En La Politica de Aris­
tóteles no

hallamos, naturalmente, la
exposición metódica .de
esos

tres principios, pero sí las suficientes ideas y la suficiente.
doctrina para

recomponer su pensamiento de acuerdo con esos
tres postulados, como veremos a continuaci6n.
a) Principio de pluralidad en la unidad.
Afirma Aristóteles que la ciudad, el Estado, aun siendo uno,
debe poseer pluralidad,
y ofrece la raz6n: «Si se· aspira a la uni­
dad, la ciudad se transformaría en familia y la familia en indi­
viduo, ya que la familia tiene más unidad que la ciudad
y el
individuo mucho más que la fatnilia. Así, pues, aun cuando
fuera posible
realizar aquella
unidad, sería preciso abandonarla,
so pena de destruir la ciudad». Habrá, pues, unidad, como ele­
mento generador de la autoridad y habrá también pluralidad
como elemento generador de libertad, presupuesto previo de
toda
acción subsidiaria. Vemos,

pues,· cómo de la unidad deriva el
principio de totalidad y c6mo de
la plur.,lidad deriva

el principio
de subsidiariedad, ya que su fase primera y fundamental
res­
ponde,

al respecto, a
la libertad de-las wtituciones inferiores.
1033
Fundaci\363n Speiro

]UUAN GlL DE SAGREDO
El arquetipo de la . armoniosa conjunción de la pluralidad
en
la unidad es la familia. Como'de ella deriva la sociedad y de·
la
sociedad el Estado, hallaremos en·

la. familia, como causa
i
ori¡en de la sociedad, los principios rectores que deben regir'
la

política
del Estado.
La familia_
fo1ma un
todo
al cua[ deben
estar subordinadas fas partes:

se requiere, por
t1111to, un princi­
pio
de autoridad, que sirva como ins1:runrento de integración o ·
totalización

de
padres e hijos en la unidad familiar. Asimismo,
· en

la
familia sus

miembros poseen personalidad
y libertad en
el cumplimiento
y desarrollo de sus fines propios, libertad· que
sólo queda limitada
por el

bien superior de.
Ia comunidád fa­
miliar. Ahí se halla' implicitamente contenido fo que se llama
principio de subsídiariedad. Ambos principios, el de totalidad
o

integración de . las partes en
el todo y el de subsidiariedad o
libertad de las
partes dentro dd todo,

son los dos
pN res de
la
familia, que han de inspirar la acción de la sociedad como con­
junto de familias
y la acción del Estado como órgano rector de
la
sociedad. En

relación con ambos principios hace Aristóteles
dos observaciones curiosas:
una, «La autoridad del padre de fa­
milia es republicana respecto a su esposa y regia respecto a los
hijos»,
y otra: «En la familia, las funciones del hombre y de la
mujer son
complementarillls, consistiendo· el

deber
de aquél en
adquirir•
y el de ésta en conservar».
b) Principio de totalidad.
Recorriendo las páginas de La Polltic~ que tratan de la
autoridad, del poder
y sus divisiones, de la ley, etc., podemos
reconstruir de

manera aproximada el pensamiento
de Aristóteles
sobre esta materia. Tomando como punto de
partida que «la
parte no debe sobreponerse "1 todo» y que ese todo exige una
autoridad
que mande
y unos súbditos que obede=n, expone el
Est¡igirita, en relación con el poder como centro de unificación
social, los siguientes puntos principales:
-l. Que cuando un conjunto de personas aspira a un resul-
1034
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO EN «LA POLITICA» DE ARISTOTELES
tado común, la naturale2a impone la necesidad de una autoridad
que mande
y de unos súbditos que obedezcan. Un fin común
requiere la . ordenación de medios suficientes para alcanzarlo y
esa ordenación requiere, a ·su vez, una cabeza rectora, un poder,
una autoridad.
2. Que
el insu-wnento mediante el cual el podet ordena
los

medios hacia
el fin común social, es la ley, fundada en las
costumbres. «Ley es la determinación de cierto orden ·para ob­
tenet el bien social. En política, el bien es la justicia. La con­
creción de lo justo constituye
el derecho. Para evitar el funesto
hábito de cambiar con demasiada facilidad
las leyes, conviene
tolerar algún exttavío de la legislación y del gobierno. Tenga­
mos
presente que
la ley, para hacerse obedecer, no tiene otto
poder que el hábito y el hábito sólo se forma con el tiempo y
los años, de
tal maneta que substituir ligeramente las leyes sub­
sistentes

por otras nuevas, es
. debilitar la fuerza misma de la
ley. Las leyes
fundada~ en -la costumbre son mucho más po­
derosas e importantes que las leyes escritas. Las leyes
son lo
que
son los

gobiernos: buenas o
malas, justas
o inicuas,
según ellos
sean

lo uno o lo tto».
3. La
triple división del podet en legislativo, ejecutivo y
judicial, no es invención de Montesquieu, como genetalmente
se cree,

sino de
Aristóteles. Aquél lo wmó de

éste, si decirlo
y, además
la adulteró, porque Aristóteles concibe los ttes po­
detes como facultades o funciones de un solo poder sobetano,
mienttas
que Montesquieu crea ttes poderes iguales e indepen­
dientes entre
sí, con

lo cual llega al absurdo de
establecer ttes
sociedades

soberanas dentto de una misma
y única nación, como
atinada
y CC1tet"mente subraya Víctor Pradera en El Estado
.nuevo. Vallet de Goytisolo ttata este tema de manera exhaus­
tiva
en el
capítuJo XL

de su obra
«Montesquieu: leyes, gobier­
nos
y poderes». Su estudio es tan amplio que no es posible redu­
cirlo a breves líneas. Tampoco es posible, por
la misma razón,
reproducir

su
criterio sobre la división de poderes en Montes­
quieu, que no coincide con el que hasta ahora ha
sido sostenido
por
bastames autores.

Por todo ello invito a los lectores a con-
1035
Fundaci\363n Speiro

]ULIAN GIL DE SAGREDO
frontar. las ideas de Vallet en su obra «Montesquieu: leyes, go­
biernos y poderes».
Reproduz.co como síntesis de este principio de carácter inte­
grador, propio de la autoridad, las
siguientes bellas
palabras de
Aristóteles: «Así como la autoridad del padre es
una especie
de reinado en la familia, así el ·reinado debe ser una especie de
autoridad en la familia».
e) Principio de subsüliariedad.
Aristóteles no trata de· manera directa este prmap10, pero
indirectamente, al circunscribir la acción estatal dentro de sus
propios límites y
al resaitar !a importancia de las actividades
sociale_s ·Ubres de
· 1a clase

media, defiende implícitamente la
es­
tructuración de la sociedad, de acuerdo con las orientaciones · de
dicho principio.
La doctrina de la subsidiariedad tiene como finalidad res­
.
tringir la acción . del

Estado
dentto de
sus
;propias fronteras
con
el fin de evitar los abusos que fácilmente puede perpetrar
so­
bre

los ciudadanos
y sus asociaciones. El presupuesto de la
subsidiariedad es el derecho a
la libertad que poseen los súb­
ditos, tanto

en la esfera individual como
social.
Consecuente nuestro filósofo. con esa doctrina, nos dice que
«hay que procurar que no surja en el Estado ninguna superiori­
dad desproporcionada, para
lo cual hay que ir condicionando
el poder
poco a poco».
Sobre la base de la .limitación del poder estatal, Aristóteles
excluye de la competencia del Estado la intervención sobre los
bienes propiedad de la familia, ya· que «lo relativo a dichos bie-·
nes
familiares compete al jefe de la familia, tanto en su adqui­
sición como en su
conservación». Asimismo,
aleja de
la compe­
tencia

estatal
todas las materias

concernientes a la sanidad y a
medicina. «El

cuidado de la salud y la medicina
no corTesponden
a:! Estado, sino al médico». Condena; asimismo, el intervencio­
nismo estatal en
el campo de las · reláciones mercantiles. «El
1036
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO EN «LA POUTICA» DE ARJSTOTELES
Estado no debe entregarse al tráfico mercantil, cuyo origen es
la codicia». «El Estado ha de evitar lastimar a las masas en sus
intereses materiales».

Somete al impuesto sólo una parte de la
propiedad
y excluye del mismo al ciudadano con cuatro hijos.
Y contemplando la subsidiariedad desde un punto de vista po­
sitivo, Aristóteles defiende
el derecho de los ciudadanos a la
p'articipación en las funciones públicas.
Y

como
'garantía de
las libertades sociales que patrocina el
principio de subsidiariedad, presenta Aristóteles a la clase media, auténtico soporte de
la estabilidad civil.
«Lo que principalmente necesita la ciudad para su
conserva'
ción

son seres semejantes, cualidad que se encuentra sobre todo
en las situaciones medias. El Estado está mejor gobernado cuan­
do se compone de estos elementos,. que forman su base natural.
Los Estados bien administrados Bon aquellos en que la clase
media es más numerosa y más poderosa que las otras dos reuni­
das o por lo menos que ·cada una por separado, ya que constitu­
ye el equilibrio entre ambas, impidiendo la
prepotencia de

una
o
de otra».
«Conviene que los ciudadanos, en
generru, posean una pro­
piedad

moderada, pero suficiente para atender a todas sus ne­
cesidades. Otra ventaja no menos evidente de la propiedad me­
diana es que sus poseedores no se sublevan
contra· la

.autoridad.
La propiedad mediana hace
que las

democracias sean más tran­
quilas y más durables
q~e las

oligarquías.
Los buenos
legisla­
dores
han· salido de la clase media, como Solón y Licurgo. Una
Constiución sólo se consolida si la clase media es más nume­
rosa que las otras dos extremas. El poder que representa el in­
terés general sólo puede hallarse en la clase media. La repú­
blica en

que
don¡ina la
clase media es el más estable de los
go­
biernos».
Resumiendo lo dicho sobre la causa formal, podemos com­
probar cómo los tre.s principios expuestos, el de pluralidad en
la unidad, el de totalidad
y el de subsidiariedad, detenminan la
existencia
del Estado en su perfección moral, ya que el primero
1037
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JUUAN GIL DE SAGREDO
asume a la sociedad, una y pluraJ, como un todo; el segundo
integra
a las partes en el todo, y el tercero reconoce la libertad
de fas partes dentro del

todo.
EPÍLOGO.
Al terminar este brave estudio sobre el Estado' en La Poll­
tica, de Aristóteles, creo de justicia .resaltar el sentido espiri­
tualista que impregna toda su obra. Su tratado de Política, aun
versando sobre temas saturados de intereses materiales, presenta
a
la virtud como el centro de gravitación, a cuyo alrededor debe
girar toda actividad humana, pública o privada.
La vinud, para nuestro filósofo, es «la conducta guiada por
la razón; no se adquiere ni se conserva mediante bienes exterio­
res; es lo único fundamental que debe buscarse en la vida y por
ello constituye el fin, tanto del hombre individua,lmente con,;i­
derado,

como del Estado o asociación política».
Con un criterio moral intachable condena nuestro autor
Ja
infidelidad

en el
matrimonio del marido y
de la mujer en cual­
quer grado que se verifique, afirmando que si se produjera
du­
rante el tiempo fijado para la fertilidad, deberá ser castigada
con
pena infamante. Condena igualmente la usura, «porque es
un modo
de adquirir nacido del dinero mismo, aJ cual no se le
da el destino para el que fue creado». Tampoco se muestra par­
tidario del interés -ténganse presentes
las diversas

circunstan­
cias de épocas tan diferentes-,· «porque es producto del dinero
mismo y de todas
las adquisiciones, ésta es la más contraria a
la naturaleza». Sostiene que el fin de los bienes de la tierra · es
el
uso
por todos

los hombres y que
el mejor medio para •lograrlo
es la propiedad privada,
respecto a cuyos abusos
afirma: «Antes
de nivelar
las propiedades,

hay que nivelar las pasiones».
Para el Estado la virtud constituye su fin por ser elemento
esencial del bien común, ya que éste sólo se puede lograr en la
unión y armonía de los miembros sociales. El Estado más
per­
fecto será no el más rico, sino el más virtuoso, es decir, aquel
1038
Fundaci\363n Speiro

EL ESTADO EN «LA POLITICA» DE ARISTOTELES
en é¡úe los ciudadanos sean más virtuosos. La economía debe
suministrar lo necesario para
la vida,

conservando siempre su
carácter de
tnedi.o o instrulnento para

que los
ciudadancis vivan
libres
y puedan entregarse a :Ios .valores más altos del espíritu.
«La
preocupación exclusivá
de
1ó iltil no conviene a las almas
nobles». •
Fiualmeute, el ejercicio de
la virtud a nivel individual y a
nivel polírico
y sócial produce como efecto la felicidad, «que.
está

siempre en proporción a la virtud, no depende de la abun­
dancia de bienes
materiales, no

es
compañera del

vicio,
sirio que
por

el contrario es patrimonio de los
corazoné~ puros».
De

todo lo expuesto en este trabajo se deduce como con­
du:rl6n la misma afirmación que

proponíamos en su preámbulo,
.
a

saber,
.la cohe,;encia entre 1a razón y la fe al coincidir en. la
misma
verdad política
y social. En dicho sentido cabe afirmar
que el pensamiento de. Aristóteles es pensamiento cristiano .

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