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Número 293-294

Serie XXX

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Es preciso volver a proponer con integridad el mensaje evangélico sobre el matrimonio

ES PRECISO VOL VER A PROPONER CON INTEGRID.¡\D
EL MENSAJE EVANGEUCO SOBRE EL MATRIMONlO
El matrimonio, institución de derecho natural.
«El matrimonio es una institución de derecho natural, cuyas
"características están inscritas en el ser mismo del hombre y de
"la mu;er. Desde la primeras páginas de la Biblia, el autor sa­
" grado presenta la dístinci6n de los sexos como querida por Dios:
u•creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de
"de Dios le creó, macho y hembra los cre6' (Gn 1, 27). También
"en el segundo relato de la creaci6n, el libro del Génesis refiere
"que Y ahveh
Dios diio: 'No es bueno que el hombre esté solo.
"Voy a hacerle una ayuda adecuada' (Gn 2, 18).
»La narrací6n prosigue: 'Y le quit6 (Yahveh} una de las
"costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Y ah­
" veh Dios había tomado del hombre formó una mu¡er y la llev6
"ante
el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es
"hueso de mis buesos y carne de mi carne»' (Gn 2, 21-22). El
"vínculo que
se crea entre el hombre y la mu;er en la relaci6n
"matrimonial es superior a cualquier otro tipo de vínculo inter­
"humano,
incluso al vínculo con los padres. El autor sagrado
"concluye: 'Por eso de¡a el hombre a su padre y a su madre y
"se une a
su mu;er, y se hacen una sola carne' (Gn 2, 24).
»Precisamente porque
se trata de una realidad enraizada de
"modo muy profundo en la misma naturaleza humana, el matri­
'~monio está marcado por las condiciones culturales e históricas
"de cada pueblo, que han de¡ado siempre una huella en la insti­
"tucíón matrimonial. Por eso, la Iglesia no puede prescindir de
"ellas. Lo he recordado en la exhortaci6n apostólica Familiaris
"consorcio: 'Dado que los designios de Dios sobre el matrimonio
"y la familia afectan al hombre y a la muier en su concreta exis­
,,tencia cotidiana,-en· determinadas situaciones sociales y cultU­
"rales, la Iglesia, para cumplir su servicio, debe esforzarse por
"conocer el contexto dentro del cual matrimonio y familia se
"realizan hoy' (n. 4; cf. L'Osservatore Romano, edici6n en len­
"gua española, 20 de diciembre de 1981, pág. 5).
Verbo, núm. 293-294 (1991) Z75
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»El proyecto de Dios se lleva a cabo en el camino de la his­
"toria y en la variedad de las culturas. Si, por una parte, la cul­
"tura ha influido muchas veces negativamente en la instituci6n
"del matrimonio imprimiéndole
una direcci6n contraria al pro­
"yecto divino, como en los casos de la poligamia y el divorcio,
"por otra, en no pocos casos ha sido el instrumento del que
"Dios
se ha servido a fin de preparar el terreno para una com­
"prensión más profunda de su intención originaria».
JUAN PABLO 11: Discurso a los ofici$1.es y a
los abogados del Tribunal de la Rota romaoa,
28 de enero. L'Osservatore Romano, edición se­
manal en .lengua española,. año XXIII, núm. 5
(1.153), 1 de febrero de 1991.
El mensaje evangélico sobre el matrimonio y las culturas.
«La Iglesia, en su misi6n de presentar a los hombres la doc­
"trina revelada, ha , tenido-que confrontarse continuamente con
"las culturas. Desde los primeros siglos, el mensaje cristiano en­
"contr6 en la cultura grecorromana un terreno favorable desde
"muchos puntos de vista. En particular, el derecho romano, in­
'fluido por la predicaci6n cristiana, perdió gran parte de su as­
"pereza, dejándose imbuir por la humanitas evangélica y ofrecien­
,, do, a su vez1 a la nueva religión un óptimo instrumento cientí­
"fico con el que elaborar su legislación sobre el matrimonio. La
"fe cristiana, mientras introducia en ella el valor de la indisolu­
''bilidad del vinculo matrimonial, hallaba en la reflexión ;uridica
"romana sobre el consentimiento el instrumento para expresar
"el principio fundamental que es la base de la disciplina can6ni­
n ca en esta materia. Este principio fue reafirmado enérgicamente
"por el Pt1pa Pablo VI en el encuentro que tuvo con vosotros
"el 9
de febrero de 1976. Di¡o entonces, entre otras cosas, que
"el princip;,a 1matrimonium facit partium consensus' 'summum
"momentum habet in universa doctrina canonica ac theologica a
"traditione recepta, idemque saepe propositum est ah Ecclesiae
"magisterio ut unum ex praecipuis capitibus, in quibus ius na­
"turale de matrimoniali instituto nec non praeceptum evangeli­
"cum innituntur' (Insegnamenti, vol. XIV, 1976, 99). Este es,
"por tanto, fundamental en el ordenamiento can6nico ( cf. c. 1057,
"pár. 1).
»Pero el problema de las culturas se ha vuelto particular­
"mente vivo hoy dla. La Iglesia constat6 esta realidad con re-
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"novada sensibilidad durante el Concilio Vaticano II: 'Múltiples
"son los vínculos
-afirma la consitituci6n Gaudium et spes­
"que existen entre el mensaie de salvaci6n y la cultura humana.
"Dios, en efecto, al revelarse a su pueblo hasta la plena mani­
"festaci6n de sí mismo en el Hi¡o encarnado, habl6 según los
"tipos de cultura propios de coda época' (n. 58). En la linea
"del misterio de la Encarnaci6n, 'la Iglesia, al vivir durante el
"transcurso de la historia en variedad de circunstancias, ha em­
"pleado los hallazgos de las diversas culturas para difundir y
"explicar
el mensa;e de Cristo en su predicaci6n a todas las gen­
"tes, para investigarlo y comprenderlo con mayor profundidad,
"para expresarlo me;or en la celebraci6n litúrgica y en la vida
"de la multiforme comunidad de los fieles' (ib.). Sin embargo,
"toda cultura ha de ser evangelizada, es decir, ha de confrontarse
"con el mensa;e evangélico y de¡arse penetrar por él: 'La Buena
"Nueva de Cristo renueva constantemente la vida y la cultura
"del hombre caldo, combate y elimina los errores y males que
"que provienen de la seducci6n permanente del pecado' (ib.).
"Las culturas, decía.Pablo VI en la exhortaci6n apost6lica Evan°
"gelii nuntiandi, 'han de ser regeneradas mediante el encuentro
"con
la Buena Nueva' (n. 20)».
JuAN PABLO 11: Discurso a los oficiales y a
los abogados del Tn'bunal de la Rota romana,
28 de enero. L'Osservatore Romano~ edición se­
maoal eo lengua española, año XXIII, núm. 5
(1.153), 1 de febrero de 1991.
Influjos de la cultura actual sobre el matrimonio. Su activo
y su pasivo.
«Entre los influjos que la cultura actual ejerce sobre el ma­
"trimonio, hay que citar algunos que se inspiran en la fe cristia­
"na. Por e¡emplo, el retroceso de la poligamia y de otras formas
"de condicionamiento, a las que el hombre sometía a la tnu;er,
"la afirmaci6n de la igualdad entre el hombre y la mujer, y la
"tendencia creciente hacia una visión personalista del matrimo­
nnio, entendido como comunidad de vida y amor, son valores
"que hoy forman parte del patrimonio moral de la humanidad.
»El reconocimiento de la igual dignidad del hombre y la
nmu;er va unido al reconocimiento cada vez más amplio del de­
"recho a la libertad de elegir, ya el estado de vida, ya el com­
"pañero en el matrimonio.
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»La cultura contemporánea, sin embargo, presenta también
"aspectos que despiertan preocupaci6n. En algunos casos, se tra­
"ta de los mismos valores positivos. mencionados antes que, ha­
"biendo perdido el nexo vital con su originaria matriz cristiana,
"acaban siendo elementos desarticulados y escasamente signifi­
JJ cativos, que ya no se pueden integrar en el cuadro orgánico de
"un matrimonio rectamente entendido y auténticamente vivido.
»En particular, en el mundo occidental, opulento y consu­
,,mista, estos aspéctos positivos corren el riesgo de ser tergiver­
"sados por una visión inmanentista y hedonista, que envilece el
"sentido
verdadero del amor matrimonial. Puede resultar instruc­
"tivo
releer, desde el punto de vista del matrimonio, lo que dice
"la Relaci6n final del Sínodo extraordinario de los obispos sobre
"las causas externas que obstaculizan la aplicación del Concilio:
"'En las naciones ricas se extiende cada vez más una ideologfa
"caracterizada por el orgullo de sus progresos técnicos y por un
"cierto inmanentismo, que lleva hacia la idolatrla de los bienes
"materiales (el
llamado consumismo). De donde se desprende
"una cierta
ceguera frente a la realidad y los valores espirituales'
"(I, 4). Las consecuencias son nefastas: 'Este inmanentismo es
"una reducción de la visión integral del hombre, que lo conduce
}Jno hacia su verdadera liberación, sino hacia una nueva idolatrfa,
"hacia la esclavitud de las ideologias y hacia la vida en estruc­
"turas reductivas y a menudo opresivas de este mundo' (JI, A,
"l). De esa mentalidad deriva et desconocimiento del carácter sa­
" grado del matrimonio, por no decir el rechaza de la misma
"institución matrimonial, que prepara el camino para la difusión
"del amor libre.
»Incluso cuando se la acepta, la institución matrimonial su­
"fre con frecuencia algunas deformaciones tanto en sus elemen­
"tos esenciales como en sus propiedades. Esto ocurre, por e¡em­
"plo, cuando el amor conyugal se vive en un encerramiento
"ei,olsta, como una forma de evasión, que se justifica y se agota
"en sí misma.
»Igualmente, el absolutizar la libertad, que es necesaria para
"el consentimiento, en el que radica el fundamento del matri­
"monio,
lleva a la plaga del divorcio. Se olvida, entonces, que
"frente a
las dificultades de la relación, es preciso no de¡arse
"dominar por el impulso del temor o por el peso del cansancio;
"hay que
saber hallar en los recursos del amor la valent!a de la
"coherencia con los compromisos asumidas.
»Por lo demás, la renuncia a las propias responsabilidades,
"en
lugar de favorecer la propia realización, causa una progresi-
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"va alienación de sí mismos. Se tiende, en efecto, a atribuir /as
"dificultades a mecanismos psicológicos, cuyo funcionamiento se 11interpreta en clave determinista) con la consecuencia de un re­
"curso expeditivo a las deducciones de las ciencias psicológicas
"y psiquiátricas para reclamar la nulidad del matrimonio.
»Como
es sabido de todos, existen aún hoy dia pueblos en
"los que no ha desaparecido del todo la costumbre de la poli­
"gamia. Ahora bien, también entre los católicos hay quienes, en
"nombre del respeto a la cultura de esos pueblos, quisieran ;us­
"tificar de alguna manera, o tolerar, seme;ante práctica en las
"comunidades cristianas. Durante mis via¡es apostólicos no he
"de¡ado de recordar la doctrina de la Iglesia sobre el matrimo­
"nio monogámico y sobre la iguaklad de derechos entre el hom­
"bre y
la muier.
»Ciertamente, no se puede ignorar que en las citadas cultu­
"ras queda por reco"er todavia un largo camino hacia el recono­
"cimiento total de la igual dignidad del hombre y la muier. El
"matrimonio
es aún, en g'ran medida, el resultado de acuerdos
"entre familias, que no tienen debidamente en cuenta la libre
"voluntad
de los ¡óvenes. En la misma celebración del matri­
"manio, }as costumbres sociales hacen que en ciertas ocasiones
"sea dificil establecer el momento en el que se expresa el con­
,, sentimiento matrimonial y el momento en el que surge el víncu­
"lo matrimonial} dando pie a interpretaciones que no son con­
" formes con la indo/e de alianza personal del consetimiento ma­
" trimonial.
»También por lo que respecta a la fase procesal, se notan
"ciertas
negligencias frente a la ley canónica, que se pretenden
"iustificar invocando costumbres
locales o peculiaridades de la
"cultura de un determinado pueblo. Respecto a este punto, es
"conveniente recordar que negligencias de esta clase no signifi­
"can simplemente la omisión de leyes procesales formales, sino
"que también representan un peligro de violación del derecho
"a la ;usticía, que corresponde a todo fiel, y cuya consecuencia
"es la pérdida del respeto hacia la santidad del matrimonio».
JUAN PABLO II: Discurso a los oficiales y a
los abogados del Tribunal de la Rota romana,
28 de enero. L'Osservatore Romano1 edición se­
manal en lengua española, año XXIII, núm. 5
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La posición de la Iglesia Católica . conforme al mensaje evan·
gélico.
«Por este motivo, la Iglesia, aunque presta la debida aten­
" ci6n a las culturas de todos los pueblos y a los progresos de
"la ciencia, deberá vigilar siempre para que a los hombres de
"hoy
se les vuelva a proponer con integridad el mensaje evan­
"gélico sobre
el matrimonio, tal como ha ido madurando en su
"conciencia a través de la reflexi6n secular, guiada por el Espl­
" ritu. El fruto de esta reflexión está hoy depositado con partí­
" cular riqueza en el Concilio Vaticano II y en el nuevo Código
"de Derecho Canónico, que es uno de los instrumentos más des­
"tacados de la aplicación del Concilio.
»Con cuidado maternal, atenta a la voz del Espiritu y sen·
"sible a las instancias de las culturas modernas, la Iglesia no se
"limita a reafirmar los elementos esenciales que hay que profe­
" ger, sino que, usando los medios P'festos a su disposición por
"los actuales adelantos cientificos estudia el modo de acoger to­
"dos los elementos valiosos que han venido surgiendo en el pen­
"samiento y en las costumbres de los pueblos.
»Como un signo de continuidad con la tradición y de apertu­
"-ra a las nuevas instancias se coloca la reciente legislaci6n ma­
"trimonial, fundada sobre las tres columnas: el consentimiento
"matrimonial,
la habilidad de las personas y la forma canónica.
"El nuevo Código ha dado cabida a los resultados conciliares,
"sobre todo a los que se refieren a la concepción personalista
"del matrimonio.
Su legislación encierra elementos y protege va­
"lores que la Iglesia quiere garantizar universalmente, por enci­
"ma de la variedad y mutabilidad de las culturas dentro de las
"que se mueven las Iglesias particulares. Al proponer de nuevo
"estos valores y los procedimientos necesarios para su_-protecci6n,
"el nuevo Código de¡a un espacio muy grande a la responsabili­
" dad de las Conferencias episcopales y de los pastores de las
"Iglesias particulares, a fin de que efectúen adaptaciones en ar­
"mon!a con la diversidad de las culturas y la variedad de las
"situaciones pastorales. Se trata de aspectos que no pueden con­
"siderarse marginales o de escasa importancia. Por ello, urge
"establecer las normas adecuadas que, a este respecto, exige el
"nuevo Código.
»En su fidelidad a Dios y al hombre, la Iglesia se comporta
"como
el escriba que se hizo disclpulo del reino de los cielos:
'"Saca de sus arcas lo nuevo y lo vieio' (Mt 13, 51). En adhe­
"sión fiel al Esp!ritu, que la ilumina y la sostiene, ella, en su
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"condición de pueblo de la nueva alianza, 'habla en todas las
"lenguas, comprende y abraza en la caridad todas las lenguas'
"(Ad gentes, 4).
»Invito a todos vosotros, dispensadores de la justicia, a mi­
"rar el matrimonio a la luz del proyecto de Dios, para promover
"su realización con los medias de que disponéis, y os exhorto a
nperseverar generosamente en vuestro trabaio, convencidos de
"prestar un importante servicio a las familias, a la Iglesia y a
"la misma sociedad.
»El Papa os sigue con confianza y afecto, y con estos senti­
"mientos os imparte su bendición a¡x;stólica».
JuAN PABLO 11: Discurso a los oficiales y a
los abogados del Tribunal de la Rota romana,
28 de enero. L'Osservatore Romano, edición se­
manal en lengua espafiola, afio XXIII, núm. 5
(1.153), 1 de febrero de 1991.
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