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Número 293-294

Serie XXX

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Alain Guy: Fray Luis de León

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Alain Cuy: FRAY LUIS DE LEON (*)
Hace algunos años tuvimos la ocasión de ocupamos de la
importante obra del hispanista Alain Guy, catedrático de la Uni­
vetsidad de T oulouse. Lo hicimos en algunos artículos publicados
en el
petiódico ABC y en la prestigiosa revista Fitosofia oggi,
donde nos deteníamos ampliamente sobre la obra de Alain Guy,
ilustre
. continuador del hispanista francés Marce! Bataillon, autor
del famoso libro
Erasmo y España, señalando que la actividad
del profesor de Toulouse nos resulta ahora mucho más extensa
y de
más amplio vuelo que la del ilustre bordelés, por cuanto
se refiere con estudios scrios y variados a amplios sectores his­
tóricos del pensamiento y
la cultura hispanos, con una implica­
ción de
enorme utilidad e interés, de temas y petsonalidades
hispanoameticanas. Para el centenario de la
muette de Fray Luis de León, nada
más oportuno que este libro de Guy, sin duda preparado para
anticiparse a
la gran efeméride, peto dentro de un campo de ac­
tividades de Alain Guy en el cual su afinidad y familiaridad
con la obra y la
petsonalidad del gran poeta y humanista español
son de muy vieja data. En efecto, en 194 3, en plena guetra y
ocupación de Francia,
Alain Guy, entonces reciente discípulo del
gran Chevalier, publicaba un
h1,ro, que ya es de refetencia para
los hombres familiarizados con
la materia sobre. La. pensée de
Fray Luis de Le6n (París, Ed. Vrin, 1943) traducido al español
con bastante retraso en 1960. Esta
vez se trata de un libro mo­
nográfico de apasionante lectura sobre Fray Luis. Sería difícil
en la actual y copiosa bibliografía sobre Fray Luis encontrar un
textó que venga acogido con
más deleite y utilidad. Alain Guy
se revela, especialmente en esta ocasión, un maestro en la des­
cripción del ambiente espiritual de la vida, el paisaje,
la menta­
lidad y la cultura españoles en la época del
posterasinismo en
España. Epoca agitada y
al núsmo tiempo «tibetanizante», se-
(*) Ed. Ibériques José Corti, 1989, 163 págs.
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gún la plástica expresión de Ortega, donde se revelan de una
intensidad máxima la capacidad creadora del genio español y
al mismo tiempo la presión de
las fuerzas sociales y políticas
sobre este proceso de intensa creatividad, cuando la misma liber­
tad creadora
se enfrenta a dificultades, que en la justa perspectiva
de hoy,
más que agresivas y deletéreas, nos resultan enormemente
estimulantes.
El encuentro con este libro nos cautiva y nos empuja a una
lectura
de un tirón por varios motivos. La pasión y el entusiasmo
que
Alain Guy demuestra a través de todas las páginas del libro
por esta fecunda España del siglo
XVI, por sus humanistas, su
poesía, sus escuelas, sus universidades y sus conflictos y rivali­
dades colectivas e individuales, algunas de ellas entre
persona:
lidades de marca. Por su entusiasmo por la figura compleja y
genial· de Fray Luis y por el
ambiente en que se mueve él entre
sus tierras áridas y melancólicas
de su Belmonte natal, .su intensa
vida en Salamanca antes y después de su proceso trágico e injus­
to, su calvario
de Valladolid, sus contactos con lo más relevante
en la cultura de su tiempo, su magisterio y
su fin. Pero tras 1a
pasión del autor de la monografía por su personaje, está patente
una investigación rigurosa y una reconstitución de la figura y la
creación
de Fray Luis y su época, en España y fuera, difíciles
de superar.
El acento que Guy coloca sobre la importancia poéti­
ca, filosófica y filológica de algunos textos de Fray Luis
es · de
extremado interés para
la actualización de la figura del poeta­
filósofo, humanista y teólogo. El estudio que Guy hace de los
comentarios al
Libro de Job, que hubieran hecho las delicias,
si las hubiera conocido,
un Car! Gustav Jung que a la figura de
Job le dedicara un texto apasionante (Antwort am Hiob); de lc,s
comentarios y traducción del Cantor de los Cantares, que tantos
disgustos le causaran
al maestro de Salamanca, . de los aspectos
místicos de
la obra entera de Fray Luis y su quijotismo antici­
pado, constituyen algunos de los aspectos más evidentes de la
novedad de enfoque y tratamiento de su libro.
En la parte introductiva del libro Alain Guy confiesa su
viejo contacto con
la obra de Fray Luis, especialmente la obra
filosófica. Esta
vez intenta, y lo lograría plenamente, seguir el
itinerario psicológico y moral, los rasgos principales de
su ser y
su personalidad,
sus secretos complejos, su bella aventura terres­
tre
al .servicio de una tarea que tiene como fin el trazar una
imagen divina de Cristo. Justificando así la definición de
Sáim
Rodríguez: «Una de las cumbres de la literatura cristiana de no
importa qué época y de no importa qué
país». Ve en Fray Luis
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«un hombre de pensamiento y de plegaria, de poesía y de acción,
cuyo motor fue la frecuentación constante de la Biblia», «un
héroe de la voluntad y la lucidez», que «pertenece a la falange
esclarecida de espíritus libres que contaba en su seno con un
Vitoria,
El Brocense, AJ:ias Montano, Sigüenza, Las Casas .•. ». La
aventura humana e intelectual de Fray Luis
es seguida con rigor
descriptivo desde su país manchego de Don Quijote, hasta los
estudids de Salamanca y Alcalá, hasta alcanzar la cátedra y el
nominativo de «cisne del
Tormes» no sin grandes dificultades y
complicados avatares.
El ambiente de la Universidad salmantina
que Guy reconstituye merece todos los elogios. No solamente la
figura de su protagonista, sino toda una legión de amigos,
maes·
tros, colegas y disc!pulos de Fray Luis, y no en menor grado la
falange de enemigos que tiene, adquieren perfiles vivos bajo la
pluma de Alain Guy.
Se nos brinda un fresco admirable de la
vida salmantina y en
general española de la época. Incluso el
drama y las injusticias que la Inquisición comete con el Maes­
tro son expuestos con equilibrio de información y valoraci6n de
hechos y comportamientos. A la luz. del libro, lo de Fray Luis
es
un «caso» que interesa a toda la España de su tiempo, pero
que no es una historia de buenos y malos, sino un complejo de
situaciones, donde Fray Luis es la
víctiina y el héroe, cuyo su­
frimiento es fecundo y glorioso, la propia Inquisición, que no le
somete a tormento físico
-lo que era una excepción-sabe re­
parar la grave injusticia cometida. El fraile agustind nunca será
abandonado por su orden.
Su carácter ágil, hiriente y solitario
provocará adversidades. Su inteligencia superior y su genio
pro­
vocará no pocas envidias. Su ascendencia de «cristiano nuevo» no
desempeñará,
pdr otra parte, un papel indiferente en su drama.
Para exponer el valor esencial de la obra de Fray Luis
de
León, Alain Guy ha escogido el método más lineal: seguir la
propia aventura humana, la biografía del maestro salmantino.
En Fray Luis, él
ve ante todo, desde el punto de vista de la
creatividad pura, un poeta «vates» en el sentido clásico de
la
palabra. Obras culminantes comd Los nombres de Cristo, Cantar
de los Cantares; Exposición de Job, todo el complejo de su «poe·
sía
liberadora», gran parte de las poesías ocasionales, aparecen en
el pritner plano de la valoración axiológica de Guy. En otro
pland aparece
su obra filosófica y teológica, su formación de
hermenéutica bíblica, su conocimiento profundo de las lenguas
clásicas todas, su aportación teológica. Como erudito, filólogo y
estudioso, Fray Luis aparece encabezando la fila de
los victorio­
sos «hebraizantes» salmantinos, en plena euforia de la V u/gata
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tridentina. Al gran poeta y humanista se une para completar su
personalidad, emblemática para los tiempos que corren, del es­
píritu que se muestra implacable con los iletrados pretenciosos
y los ingorantes en la cátedra, con los escolásticos estériles, los
espíritus incapaces de cualquier tipo de apertura y de libertad de
pensamiento.
Las injusticias y el su&imiento le impulsan a ser­
vir a la verdad
y a Cristo. La prueba difícil se transforma en él,
en luz y salvación y capacidad reflexiva y creadora. De las ma­
nos de los que quieren perseguirle, él sabe sacar el bien máximo.
La reflexión filosófica y su transparencia poética, hace de
Fray Luis, según Guy,
un precursor de un existencialismo cris­
tiano. Entre
él y otro salmantino ilustre, Unamuno, un puente
se establece, a través de siglos de grandes intensidades, pero
también de espacios vados
.. Los nombres que él forja, no perte­
necen ni a los nominalistas,
ni a los estructuralistas que del no­
minalismo muchos se nutren. El filósofo de los nombres de ple­
nitud será para Guy «un mendicante del azul», según
la expresión
de
Mallarmé. El expresa una nueva visión del mundo y realiza
una nueva
experiencia metafísica. En el centro de su filosofía
está la idea de la perfección
espiritual, la paz, la, salvación y la
armonía en el sentido musical de la palabra. Una pluralidad de
imágenes susceptibles de
converger en una
sola imagen. Para la
estética filosófica de hoy, que ha sabido hallar en Ockham una
anticipación,
un acercamiento al mundo reflexivo e imaginativo
de Fray Luis de León hubiera sido por lo menos de la misma
utilidad como clave interpretativa .en todo proceso perteneciente
al mundo
de la creatividad.
JORGE UscATESCU.
Gómez Gar,:ía, Vito-Tomás, O. P.: EL CARDENAL
FR.
MANUEL GARCIA Y GIL, O. P., OBISPO DE
BADAJOZ Y ARZOBISPO DE ZARAGOZA (1802-1881) (*)
La historia eclesiástica de la España · reciente, y m,ls concre­
tamente la de nuestros obispos, ha sido un yermo. Importantí­
simas figuras del episcopado español carecen aún hoy del menor
estudio biográfico y ello repercute en notables carencias
de
nuestra historia general contemporánea, dado el notable papel que
la Iglesia
ha jugado en ella.
(*) Valencia, 1990, 944 ~-
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