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Número 293-294

Serie XXX

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Juan Louvier C.: La Cruz en América

lNFORMACION BlBLlOGRAFlCA
Louvier C., Juan: LA CRUZ EN AMERICA (*)
Con motivo de la aproximaci6n de la fecha de la conmemo­
ración del V centenario , del descubrimiento de América están
apareciendo numerosos trabajos que nos evocan el acontecimien­
to desde diferentes perspectivas y opiniones.
Lo que fue la mayor gloría de España ha querido presentarse
por algunos -y no faltan entre ellos clérigos necios--como nna
vergüenza histórica y nacional. A deshacer esa leyenda negra del
odio y el resentimiento antiespafiol y anticatólico contribuirá sin
duda muy eficazmente el pequeño libro que ahora comentamos.
Que «pretende proporcionar nna visión de conjunto sobre la
historia de la Iglesia en América y los enormes beneficios
reci­
bidos de ella».
Su breve consideración de las civilizaciones precolombinas nos
parece exactísíma y puede resumirse, con Vasconcelos, en que
«no puede ser civilización la que levanta monumentos como los
toltecas y mayas
pero practica el canibalismo y los sacrificios hu­
manos». Y concluye Louvier: las civilizaciones prehispánicas tan
variadas
no alcanzaron a conocer el uso de la rueda, el vidrio,
la escritura fonética y otras muchas
cosas, pero el problema prin­
cipal no estaba en ese atraso técnico que quizá con el tiempo
hubiesen podido superar ; el problema fundamental estribaba en
las costumbres indígenes que producía un estado de postración
moral, impidiendo a todos su realización como seres humanos.
A ese mundo llegó España en 1492 y con ella la
Cruz. En
1511, cuando aun no habían pasado veinte afios del descubri­
miento,
ya habla obispados en América. Evidentemente no fue
todo perfecto y Louvier
no rehúye enfrentarse con los temas
más controvertidos de nuestra epopeya americana: · la encomien­
da, la polémica lascasiana, la lnquisici6n... Pero, como bien
dice, «los abusos que se cometieron, fueron realizados a pesar
de las intenciones y leyes, tanto de la corona como de la Iglesia,
y si las crueldades cometidas no era nada nuevo en los pueblos
indígenas,
si lo fueron las voces de protesta que pusieron re­
medio a la tropelías y disminuyeron los abusos». Y así fue. Los
nombre de Fray Juan de Zumárraga, de Fray Julián Garcés, de
Fray Bartolomés de
las Casas, con toda su vehemencia y sus
exageranciones, y de muchos otros
son una gloria de la Iglesia
y de España en
su lucha por el reconocimiento de la dignidad
de los
indios.
(*) Ediciones de la Universidad Popular Autónoma del Estado de
Puebla, 1990, 124
págs.
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Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBLIOGR:AFICA
Nos parecen particularmente acettados los párrafos que de­
dica a Las Casas, padre de la leyenda negra sobre el genocidio
de los indios. Nadie duda hoy de la inmensa exageración que
puso el dominico en toda su denuncia. Pero dice mucho en
fa.
vor de España que su Brev!sim¡;¡ relación de la destrucción de
las Indias se publicase en Sevilla y que Carlos V siempre le
hubiera protegido pese a testimonios como el de aquella gran
figura eclesial que fue
Motolonfa, vetdadero padre de los indios,
que llegó a escribir al monarca:
«Yo me maravillo como V. M.,
y los
de vuestros consejos, han podido sufrir tanto tiempo a un
hdmbre tan pesado, inquieto e inoportuno y bullicioso y pleitis­
ta ; en hábito de religión tan desasosegado, tan mal criado y tan
injuriador y perjudicial
y tan sin reposo».
El epígrafe sobre la Inquisición, pese a lo conciso del
mis­
mo, lo creemos excelente. Esta es su conclusión: «Quizá la In­
quisición no fue
Id más adecuado, ni lo más recomendable para
las sociedades del Nuevo Mundo, pero debe juzgársele por lo
que hizo, y no por los cuentos y leyendas que en tomo suyo han
hecho». El regalismo borbónico
y la expulsión de los jesuitas son
tratados en el capítulo
XI bajo el epígrafe de El pecado de la
Corona española. Suscribimos absolutamente cuanto en él se dice
salvo en hacer a Aranda gran maestre de la masonería espafíola.
Peto este
es un detalle accidental que nada menoscaba las tesis
del autor. Espléndida también la breve caracterización de la
Iglesia de la Independencia. Que llega hasta la
teolog!a de la
liberación.
Excelente libro pues, de facilísima lectura, que hará que
aquellos en
cuyas manos caiga puedan comprendet el vetdadero
papel que la Iglesia y España desempeñaron en América. Y
nuestra patria, que fue la que llevó
y plantó la Cruz en América
se siente orgullosa del tal gesta.
FRANCISCO JOSÉ FE&NÁNDEZ DE LA CrcoÑA.
Ayuso Torres, Miguel: LA OBRA DE VICENTE MARRERO
VISTA
POR LA CRITICA (*)
No hay mejor modo de calibrar el influjo y la importancia
de un autor que conocer lo que otros han escrito sobre
él y su
(*) Fundación Mutua Guanarteme-Real Sociedad Económica de Ami­
gos del País. Las Palmas de Gran Canaria, 1989, 174 págs. + fotografías.
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Fundaci\363n Speiro