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Número 311-312

Serie XXXII

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El hombre y su dimensión espiritual y religiosa. La sociedad y el Estado

EL HOMBRE Y SU DIMENSION ESPilUTUAL Y
RELIGIOSA. LA SOCIEDAD Y
EL ESTADO
El prim.ado del ''ser" sobre el "tener"· basado en la verdad
acerca· de la persona humana y la jerarquía de los valores.
«Recordar el primado de este talento tiene una importancia
"capital
en· la actual coyuntura bist6rica; El sistema ideol6gico
"que confería sentido
a nuestra vida durante las últimas décadas,
,, según sus promesas materiales, desviaba efectivamente este pri­
" mado hacia el 'tener'. Incluso pretendla considerar la cultura
nsegún categorías de producción-consumo. -Otra cuestión es sáber
"si esta separación fue eficaz.
»Pienso que,
más bien, se ha demostrado poco eficaz. Los
"individuos acostumbrados a ver su propia existencia según el
"primado del 'tener' y, por tanto, del primado de los valores ma­
"teriales, a menudo buscaban un lugar en Occidente, donde este
"primado del 'tener' humano está mejor consolidado.
No quiero
." decir que ésta baya sido .la causa única y definitiva de dicha de­
" cisi6n. En todo caso, el materialismo sistemático 1 en su forma
"dialéctica y, más aún en su forma práctica, sacrifica al 'ser' hu-
"mano en· favór del 'tener'. ·
»Nuestra joven III República debe afrontar ciertamente la
"tarea de la reconstrucción de la econom!a, el aumento del estado
'.' del 'tener', según las necesidades y exigencias justas de todos
"los ciudadanos. Pero permitidme constatar con
toda firmeza que 11también esta tarea s6lo se realiza de manera co"ecta y eficaz
"basándose en el primado del 'ser' humano. La economla, en de­
"finitiva, es
para la cultura. Se realiza correctamente s6lo a tra­
"vés de los canales de. esta dimensi6n fundamental de la cultura
"que
es la moralidad, la dimensi6n ética. Asegurando la prece­
"dencia de esta dimensi6n, aseguramos la precedencia del hombre.
"El hombre, en efecto, se realiza como hombre fundamentalmen­
"te mediante
su propio valor moral.
»Creo que precisamente en esta perspectiva, en la perspectiva
"de la búsqueda de la verdad definitiva acerca del hombre, en la
"perspectiva del primado del 'ser' humano frente al 'tener', hay
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"que ver las relaciones reciprocas entre la Iglesia y el mundo de
"la cultura. Diré francamente que me sentí muy orgulloso de la
"Iglesia polaca cuando, en tiempos diflciles para la cultura, ayudó
"a sus autores a cumplir sus deberes para con la sociedad. El
"provecho de
la concesi6n de protección a la cultura n.acional fue
"ciertamen.te bilateral. Los artlfices de la cultura, además de las
"posibilidades de contacto con la sociedad, tan preciosas en aque­
"lla época, tuvieron la ocasión de conocer más a fondo las ralees
"de Europa; algunos de ellos incluso han recuperado la fe y la
"han ahondado. De 'igual forma, esto dio la posibilidad a la Igle­
"sia de una presencia más arraigada en la vida social.
»Pero aquellos eran tiempos extraordinarios, no del todo nor­
"males. Hoy el mundo de la cultura está llevando a cabo la re­
,, construcción de la autonomía que le es debida. Este es un pro­
" ceso natural y ;usto.
»Espero, sin embargo, queridos señoras y señores, que el
"periodo en el que la cultura nacional gozaba, en cierto sentido,
"de
la protección eclesial haya .deiado una señal duradera en vues­
"tros ambientes. Espero que como artífices de
la cultura reco­
"nozcáis ahora más claramente los fundamentales signos orienta­
,,
dores que hacen posible un movimiento auténtico en el campo
"del esplritu. Pienso ~specialmente en la verdad acerca de la per­
"sona humana, que anuncian el cristianismo y la jerarquía cristia­
"na de los valores».
JUAN PARLO 11: Discurso durante el encuentro
con el mundo de la cultura, sábado 8 de junio.
L10sservatore Romano, · edición semanal en len­
gua española, afio XXIII, núm. 29 (1.177), 19
de julio de 1991.
La dimensión "a medida del hombre", responsabilidad por los
instrumentos para realizar las exigencias personales_ y so­
ciales.
«Vuestra ciudad, y el territorio que la circunda, han conser­
"vado hásta hoy aquella dimensión 'a medida de hombre', que
"exalta las libertades individuales, rechaza las masificaciones, hace
"desarrollar las capacidades de iniciativa, y hace que la colabora­
" ción entre las personas y los grupos sea una posibilidad real y
"enriquecedora.
»Todo esto es, indudablemente, mérito vuestro. Os animo a
"perseverar en esta
línea de respeto al hombre y a sus exigencias
"personales
y sociales.
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»Los instrumentos que se deben usar concretamente para
"realizarla dependen de vuestra responsabilidad y están ligados
"a
vuestras opciones. Con todo, esos instrumentos deben ser cada
"vez examinados a la luz de la enseñanza del Evangelio a=ca
"del hombre y acerca de su vocación terrena y al mismo tiempo
"trascendente, como también a
la luz de la Palabra que la Igle­
"sia, 'experta en humanidad' (Populorum progressio, 13), dice
"hoy y puede decir 'as! como en el futuro, sobre la naturaleza,
"condiciones, exigencias y finalidades del verdadero desarrollo'
"(Sollicitudo
reí socialis, 41) de las personas y de los. pueblos».
JUAN PABLO II: Discurso a laa autoridades y
a la población de Luca en la Plaza Napoleón,
sábado 23 de septiembre. L'Osservatore Roma­
no, edición semanal en lengua española, alío XXI,
núm. 42 (1.085), domingo 15 de octubre de 1989.
La sociedad está perdiendo el contenido más auténtico de los
propios valores
al perder su dimensión espiritual y reli·
giosa, con lo que el progreso económico se revela insatis~
factorio.
«La 'cultura popular' es 'esa unión de principios y valores que
"constituyen el ethos de un pueblo,
la fuerza que lo unifica en
"lo profundo' y que 'ningún pueblo se hace al margen de este
"fundamento}.
" . . . . . . . .
»Una sociedad que perdiera la dimensión espiritual y religiosa
"vería que sus propios valores pierden su contenitlo más auténti­
"co. El progreso económico se revelaría ilusorio y, en el fondo,
"insatisfactorio.
»Esto es lo que, en cierto modo, está viviendo la humanidad
"en nuestro tiempo. En particular, el conformismo generalizado
"de los deseos y los comportamientos está plasmando una civili­
"zación
uniforme, achatada y saciada de bienestar pero pobre de
"impulsos
hacia un ideal y de esperanzas, una civilización pobre
"del
alma. La amenaza más grave de semejante proceso está pre­
" cisamente en la tendencia a sofocar la dimensión trascedente de
"la cultura, emprobreciéndola,
nivelándala. y vaciándola de su
"energía. ·
»Es preciso resistir a esa acci6n engañosa de nivelación que
"no es a;ena a vuestra comunidad ciudadana; es necesario con­
"trarrestar los gérmenes de muerte que insidian su estabilidad.
"Una ciudad
es rica en la medida en que es rica su cultura, puesto
'
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n que las ciudades son unidades vivas, que tienen una memoria1
"custodian un alma y se sienten orgullosas de su genialidad y su
"vocación
específica. Las ciudades pueden llegar a ser fuentes ina­
" gotables, libros vivos y faros de luz para el camino de las nue­
" vas "gefleraciones.
"
»Me diri¡o muy especialmente a vosotros, los administradores.
"Se
os ha encomendado, por mandato de los ciudadanos, el pa­
"trimonio de valores morales de la ciudad, antes que el de los
"valores materiales. Custodiad ese patrimonio, integrad/o,
enri­
" quecedlo y transmitidlo para el bien de los hiios de esta tierra,
"de sus huéspedes
y de los muchos hermanos que, aunque están
"le¡os, pueden sacar de él ayuda y confortación».
Ju.AN PABLO 11: Discurso durante el encuen­
tro con las autoridades y la población de Lodi,
sábado 20 de junio. L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua espafiola, año XXIV,
núm. 28 (1.228), 10 de julio de 1992.
El orden jurídico debe estar al servicio de la persona.
«Conviene hoy reafirmar que todo orden ;urldico está al ser­
" vicio de la persona y como tutela del bien común, del respeto
"de los derechos inalienables de
las personas y de las comunida­
" des. Tal sistema ;urldico tiene su propia lógica y debe proteger
"la dignidad de la persona humana, que se basa sobre la igualdad
"fundamental de los hombres. De este modo podrá suscitar y me­
" recer siempre la confianza necesaria para fundar cualquier rela­
" ción humana. Esto es lo que la Iglesia exige y es lo que suscita
"lit 'communio', que está en la base de la comunidad eclesial y
"configura el alma de sus estructuras. Aquella "communio', que
"está
asegurada en la unidad del Padre, del Hi¡o y del Espírztu
"y que hace de la Iglesia un pueblo reunido (Lumen gentium, 4),
"en la comunión trinitaria de Dios que es amor (1 Jn 4, 8, 16).
»Todo orden iurldico, verdadero y sano debe estar al servicio
"de
la persona. Un servicio dificil, que se desenvuelve en una
'1sociedad pluralistaJ pero
muy necesario, si se quiere ayudar ver­
" daderamente al hombre, asegurándole una vida social equilibra­
"da, iusta, inspirada por una moral sana. Un servicio del que está
"necesitada
la sociedad internacional y mundial, si se pretende
"construir una sociedad iusta y digna de este nombre.
»Para realizar este ideal hay que conocer al hombre, su dig-
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"nidad, sus derechos y deberes; sus aspiraciones cotidianas, sus
"deseos y necesidades, sus posibilidades de acción y de progreso,
"teniendo en cuenta el ambiente en que
vive, los recursos de que
"dispone,
la ayuda material y moral a la que tiene derecho. La
"norma objetiva, el derecho positivo deben responder a esta ima­
" gen del hombre, como expresión del derecho natural; deben
"tener presentes
las perspectivas siempre nuevas que abren tanto
"la
reflexión filosófica y cientlfica como el iuicio de la conciencia
"individual; ambas se benefician
al estar iluminadas y clarificadas
"por la divina revelación y, como quiso Cristo, por el magisterio
"eclesial».
JUAN PABLO II: Discurso a la Unión de Juristas
Católicos italianos
el 10 de diciembre de 1988.
L'Osservatore Romano, edición semanal en len­
gua española, afio XXI núm. 9 (1.052), Domin­
go
26 de fehr¡:ro de 1989.
El valor del individuo y la dignidad no dependen de los
sistemas políticos e ideológi"~Os.
«El valor del individuo y la dignidad no dependen de los sis­
"temas
políticos o ideológicos, sino que se fundan en el orden
"natural, en un orden ob¡etivo de valores. Tal convicci6n llevó
"en 1984 a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre
"de las Naciones Unidas, una piedra miliar en la historia de la
"humanidad, que la Iglesia católica ha defendido y ampliado en
"diversos documentos oficiales. Los trágicos acontecimientos de
"este
siglo han mostrado cómo los Seres humanos pueden ser
"amenazados
y destruidos cuando los Gobiernos niegan liJ digni­
"dad fundamental de la persona. Hemos visto que grandes na­
" ciones han olvidado sus tradiciones culturales y han.·. dictado
"leyes
para exterminar enteras poblaciones y discriminar trágica­
"mente los grupos étnicos o religiosos. También hemos sido tes­
"tigos de la integridad moral de hombres y muieres que se han
"opuesto ·heroicamente a tal.es-aberraciones con actos valerosos
"de resistencia y compasi6n.
"
»La dignidad de la persona puede se protegida s6lo si la per­
"sona es considerada inviolable desde el momento de su concep­
"ción hasta su ·muerte natural. Una persona no puede ser red_u­
"cida al 'status'de medio ó Instrumento ddos demás. La sociedad
'' existe para promover la seguridad y la dignidad de la persona.
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"Por esta r4Z6n, el derecho primario que la sociedad. debe defen­
,, der es el derecho a la vida. Ya sea en el seno materno, ya sea
"en la fase final de la vida, jamás se debe disponer de una per­
" sona. para hacer más fácil la .vida de los demás. Cada persona
"debe ser tratada como un
fin en sí misma. Este es un principio
"fundamental
para toda actividad .humana: en la atenci6n sani­
"taria, en la formaci6n de los niños, en la educaci6n y en los 'mass
"media'.
Las actitudes de los individuos o de las sociedades a este
"prop6síto pueden medirse por el trato dispensado a quienes por
"varias r(IZones no pueden competir en la sociedad: los minusvá­
"lidos, los enfermos, los ancianos y los moribundos. Si una so­
,, ciedad no considera la persona humana inviolable, la formula­
,, ción de principios éticos consistentes se hace imposible, as! como
"la creación de un clima moral que fomente la protección de los
"miembros más débiles de la familia humana».
JUAN PABLO 11: Discurso a los representantes
del Cuerpo académioo y de los estudiaotes, en
el
aula magna de la Universidad de Upsala,
viernes 9 .de . junio. L10sservatore. Romano, edi~
ci6n semanal . ea leogua española, año XXI,
núm.
Z1 (1.070), Domingo 2 de julio de 1989.
La democracia actual y el relativismo moral.
«El lazo entre la democracia y el cristianismo se ha ido pro­
"fundizando a lo largo de los cien años que nos separan de la
"Rerum novatUlll. La Iglesia considera que el Estado de derecho
"y los métodos democráticos, con los cuales es posible solucionar
"los conflictos por medio de
la negociaci6n, el diálogo y la parti­
"cipación de todos, son elementos importantes
para la salvaguar­
"dia y el ejercicio de lcis derechos del hombre en el mundo actual.
"La calda de los totalitarismos confirma la conveniencia de esa
"elección. Sin embargo, cada generación y, en especial la actual,
"debe pensar y profundizar la relación entre democracia y cris­
" tionismo.
»En efecto, existe actualmente la tentación de fundar la de­
" mocracia en un relativismo moral que pretende rechazar toda
"certeza sobre el sentido de
la vida del hombre, su dignidad, sus
"derechos
y deberes fundamentales. Cuando semeiante mentali­
"dad toma cuerpo, tarde o temprano se produce una crisis moral
"de las democracias. El relativismo impide poner en práctica el
"discernimiento
necesario entre las diferentes exigencias que se
"manifiestan en el entramado de la sociedad, entre el bien y el
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"mal. La vida de la sociedad se basa en decisiones. que suponen
"una firme convicción moral. Cuando ya no se tiene confianZfl
"en el valor mismo de la persona humana, se pierde de vista lo
"que constituye
la nobleza de la democracia: ésta cede ante las
"diversas
formas de corrupción y de manipulación de sus institu­
" ciones. Los cristianos comprometidos en la esfera política tienen
"precisamente el deber de luchar para garantizar el respeto a la
"persona humana, creada y amada por Dios. Al contrario de lo
"que
se pretende afirmar a veces, una fe sincera no lleva necesa­
"riamente al fanatismo o al desprecio de las convicciones opuestas.
"Nosotros consideramos que
el hombre llega a la verdad y al bien
"mediante
la actividad de su inteligencia y de su voluntad, ayu­
" dado por la gracia divina. Sólo en esta perspectiva estriba el
"fundamento de
la democracia». ·
JuAN PABLO II: Discurso a algunos líderes de
partidos dem6cratas cristianos, 23 de noviembre.
L'Osservatore Romano, edición semanal en len­gua espafiola, año XXIV, núm. 1 (1.201), 3 de
enero de 1992.
Ninguna forma de democracia puede sobrevivir si no extrae
su fuerza íntima de un fundamento moral.
«Ninguna experiencia política, ninguna forma de democracia
"puede sobrevivir, si
falla el recurso a una moralidad común de
"base. Ninguna ley escrita es
capaz de garantizar la convivencia
"humana, si no extrae su Intima
fuerza de un fundamento moral
"(cf. L'Osservatdre Romano, edición en lengua española, 14 de
"febrero de 1982,
pág. 6)».
JUAN PABLO II: Discurso durante el encuen­
tro con las autoridades y la población de Lodi,
sábado .20 de junio. L'Osservatore Romano, edi~
ción semanal en lengua CSpáfiola, año XXIV,
núm. 28 (1.228), 10 de julio de 1992.
La necesidad de co_munidades locales capaces de sacar nuevas
energías de solidaridad.
«Si queréis que la familia y Ios centros de educación sean pro­
"tagonistas en esa labor, podréis implicar las me;ores fuerzas de
"esta diócesis y obtener que, en las real,izaciones concretas, la
"libertad y la verdad caminen ;untas. La civilización actual, que
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"marcha cargada de tensiones y de esperanzas hacia el año dos.mil,
"tiene
necesidad de comunidades locales capaces de sacar de su
"patrimonio
nuevas energías de solidaridad, de solicitud atenta
"hacia
las nuevas necesidades, de orientación y apoyo para las
"ióvenes generaciones, de traba¡o y de actividad empresarial ge­
'' nerosa.
"
»Una sabia descentralización, además de favorecer el crecí­
,, miento de las personas y las comunidades, hoce que las aporta­
" ciones de la tradición histórica y cultural tengan una importancia
"más órgánica y positiva. ,,
»Evitad cuidadosamente los escollos de los particularismos
"territoriales, ideológicos y de
categorla, y afrontad unidos los
"problemas
más arduos, buscando su solución con una actitud
"de confianza reciproca y colaboración leal.
»Aceptad el reto de este momento verdaderamente histórico
"con recta conciencia, comportamiento transparente y realismo
"crítico, pero también con un entusiasmo siempre renovado».
JUAN PABLO II: Discurso durante el encuen­
tro con las autoridades y la población de Lodi,
sábado 20 de jnnio. L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua espafíola, año XXIV,
núm. 28 (1.228),
10 de julio de 1992.
Iglesia Estado con poderes distintos . y autónomos pero armo ..
niosamente compenetrados.
«Es el mismo Maestro, el Buen PastOr, el que nos recuer­
"da: 'Dad al César lo que es del César' (Mt 22, 21). Del Evan­
,, gelio brota diáfana
la voluntad de Dios revelada por Cristo y
"en Cristo: Rey, si, pero 'no de este mundo' (Jn 18, 36), Dios
"quiere que
sean dos los poderes que gobiernen la ciudad terrena
"y la ciudad celeste; poderes distintos y autónomos, armoniosa­
"mente compenetrados».
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JuAN PABLO .II: Alocucí6n a los obispos de
la Región Sur-3 de Brasil en visita «ad Limina
Apostolo:tutn». L'Osservatore Romano, edición se­
manal en ·lengua espa'ñola, año XXI,, núin. 11
(1.107),. domingo 18 de marm de 1990.
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