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Número 311-312

Serie XXXII

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Fundación Tomás Moro. Cien años después

INFORMACION BiBLIOGR.4.FICA.
genoma humano son irulisponibles y para él «cuestiones tan fun.
damentales que sólo pueden resolverse con la mayor brevedad»:
¿ Cuando comienza un ser? En el momento de su concepción.
¿Qué es un ser humano? Un miembro de nuestra especie.
¿Qué
es una persona? Un ser humano vivo.
M.ª DEL CARMEN FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA CANTERO.
Fundación Tomás Moro: CIEN ilOS DESPUES (*)
Me van a permitir los lectores de Verbo que, en esta ocasión,
me salga en alguna medida de las convenciones de la recensión
bibliográfica
para encarecer con esta nota un conjunto de aspectos
que sólo parcialmente
se encuentran en el libro de que trae causa,
pero que dan ocasión a comentarla. Ciertamente no es un proce­
der usual, pero las razones que lo abonan. espero sirvan cuando
menos
para excusarlo. Y es que ilo voy a analizar. el contenido
del libro que
la Fundación Tomás Moro ha consagrado al estu·
dio
de la última encíclica de Juan Pablo II, lo cual -dada la
contextura de Verbo como una «revista de formación cívica y
cultural según el derecho natural y
cristiano»-, por llamativo,
me ha obligado al anterior exordio.
Son muchos. los esfuerzos elucidadores o difusores que
se han
centrado en la encíclica del «centenario de la doctrina social de la
Iglesia»
durante los últimos tiempos. Así, los desiguales de la
Universidad de Navarra, la revista ICADE,
la Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas o la Asociación Católica de Propa­
gandistas. Por no mencionar el de estas mismas páginas, bajo mi
coordinación. Y en puertas se hallan otros de los que, en este
momento,
ya tengo referencias, como el de la Asociación para el
Estudio
de la Doctrina Social de la Iglesia (AEDOS), semejante
al que consagró a Sollicitudo rei socia/is.
Resultaría odioso entrar en comparaciones entre cada una de
esas obras, aunque --es cierto-----Su concepción, aliento, dimen­
sión y ejecución varían notablemente entre sí. Pero lo que quiero
resaltar del libro de la Fundación Tomás Moro, a salvo un juicio
muy limitado que reservo
para luegp, sé desenvuelve en otro
terreno. Y
es que es resultado de un Seminario desárrollado entre
los días 8
y 1
O de noviembre de 1991 -al que tuve la fortuna
(*) Espasa-Calpe, Madrid, 1993.
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INFORMACION BIBLIOGRA,FICA
de asistir-en la Hospedería del Valle de.los Caídos. Cada uno
de los ponentes, además, había elaborado su comunicación en
el
curso de seminarios previos más reducidos en los que los textos
luego expuestos habían ido adquiriendo forma y depurándose.
En
una buena parte esos ponentes eran estudiantes universitarios,
también la mayoría de los oyentes, y
-permitáseme la debilidad
intimista, aunque
sé que no tengo los años suficientes como para
que-se me disculpe, pero es que pronto empiez0>--en concreto
tres eran o habían sido alumnos míos
en los años inmediatamente
precedentes.
La ejecución fue, si cabe, más sorpredente aún, pues
la brillantez de las intervenciones orales
y la madurez de los co­
loquios dieron a las sesiones un altísimo interés.
Al lado del canonista José
María Sánchez, del abogado Vi­
cente López Mayor y del abogado del Estado Fernando Díez Mo­
reno, y junto con las aportaciones de otros todavía jóvenes titu­
lados como
Mercedes Losada, Teresa Olivié o José Antonio
Garrido, ~estaCf!ron los .esnidiantes Javier López-Cachero, Belén
Barrientos y mis queridas Verónica Ester, Leticia
Díez y Miriuca
Calero. El alma de todo, una vez más, y sin desmerecer ni un
ápice en sus méritos a los demás, era Cruz Martínez Esteruelas.
Maestro cuya · «auctoritas» cariñosa se
percibla por doquier y que
como tal ejercía en los
coloquios, poniendo muchos puntos cáli­
dos
y demostrando que el verdadero magisterio trasciende la
transmisión de uilos meros contenidos intelectuales, sino que en­
cuentra su sentido más prístino en el compartir con los discípulos
las fruiciones
más íntimas por medio de una transferencia psico­
lógica que excede. de la docencia convencional. Más aún, que la
propia relación universitaria, tiende hoy a malear, pervertir o por
lo menos subvertir. ·
Ver a Cruz
Mirtínez Esteruelas en el seminario que estoy
comentando, o en cualquiera
de los que periódicamente celebra
la Fundación por él presidida y que bajo el manto de tan buen
patrono como el canciller y mártir
inglés se acoge, o en cualquiera
de las demás actividades que propicia
-ahora ha abierto un pe­
queño «colegio mayor», que tiene una intensa vida intelectual-,
es una fuente de auténtico consuelo y de íntimo regocijo. En una
España que carece de instituciones y de grupos, con una sociedad
debilitada y maltrecha, el ejemplo de una. personalidad como. la
de
Martínez Estetuelas · es todo un síntoma reconfortante. Me re­
sulta muy
difícil, a mi vez, cuando evoco comportamientos como
el de Cruz, no mencionar lo que ha significado y significa entre
nosotros
-en esta casa de Verbo y de la Gudad Católica-] uan
Vallet. Precisamente me hacía reparar
en esa asociación Jenaro
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INFORMACION BiBLIOGRAFICA
González del Y erro hace años, con motivo de un homenaje a Cruz
Martínez Esteruelas celebrado en

la «Gran Peña», en el que
coin•
cidimos con .amigos comunes como el propio Juan Vallet o Ar­
mando Marchante.
Y es
que forma parte de mi memoria personal la tertulia de
los martes en el local de General Sanjurjo con los ya desapareci­
dos Eugenio Vegas, José Antonio García de Cortázar, Julio Ga­
rrido, Mercedes Semprón, Germán Alvarez de Sotomayor, Alfonso
Carlos Hernando
de Larrarnendi, Luis Vitoria, Augusto Díaz­
Cordovés. O con los Juan Vallet, Gabriel Alférez, Julián Gil de
Sagredo, Gonzalo Muñiz, Armando Marchante, Gonzalo Cuesta,
Paco Pepe Femández de la Cigoña, Estanislao Cantero, José
Mi­
guel Serrano, Mariángeles Badía, Rafael Gambra, Alberto Gala­
rreta, el padre Arrendondo o yo mismo, que continuamos concu­
rriendo. Además del flujo de amigos de «fuera» -y no s6lo de
fuera de Madrid sino
de España-que hacían y siguen haciendo
coincidir sus estancias en
la Villa y Corte con un martes, animando
la reuni6n con comentarios de actualidad sobre Argentina, Chile,
Brasil, México, Perú, Estados Unidos, Italia, Francia o Portugal.
Por no hablar de las cenas del día
de San Fernando o de los con­
gresos anuales, donde el radio de acci6n de nuestras. amistades
llega más lejos y concentra a más personas.
Juan Vallet de Goytisolo
en nuestro caso, como Cruz Este­
ruelas en el de nuestros
amigos de la Fundaci6n Tomás Moro,
desempeñan un papel fundamental de promoci6n
· de vocaciones
intelectuales al servicio del bien común en la sociedad española
y de
la Iglesia. Merecen por ello los mayores plácemes y es pre­
ciso que nd cejen en el empeño. Aunque sea cierto que España
se desertiza ... también espiritual e intelectualmente.
Y para concluir, una única objeci6n
al volumen que ha dado
pie a este apunte. Objeci6n, además, genérica, no
s6lo respecto
al contenido global de
este libro, cuanto a la que parece ser una
tendencia
generafüada a juzgar por la mayor parte de las obras
publicadas con motivo del centenario
de Rerum novarum. Se trata
de la aceptaci6n
de las estructuras políticas hoy triunfantes aun a
riesgo de incurrir en alguna grave contradicci6n derivada de la
admisi6n de la «democtacia pluralista». Cuando precisamente la
doctrina social de la Iglesia alcanza su sentido y significaci6n his­
t6rica plenos en constituir una «contestaci6n cristiana del mundo
moderno». Hoy no sé hasta que punto está en trance de difumi,
narse este sentido entre u·na exégesis crecientemente «conforiniS ..
ta», pero en su raíz ri.o signific6 sino la comprensión de que los
métodos intelectuales ~y; por ende, sus consecuencias, también
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
las políticas-del mundo moderno eran ajenos y contrarios al
orden sobrenatural,
y no en el mero sentido de un orden natural
que desconoce
la gracia, mas en el radical de que son tan extra­
ños a la naturaleza como a la gracia.
Lo llevo repitiendo opportune
et importune
en los últimos· tiempos, en un esfuerzo por salvar
la explicación de la doctrina social de la Iglesia como unida a la
polltica contrarrevolucionaria. Tras unos años
de «olvido» bas­
tante generalizado de la enseñanza social y política de la Iglesia,
sufrimos
ahora. en _su apogeo d riesgo de su «desnaturalización»;
Creo que si se leyó . con cuidado el volumen
monográficó que de­
dicamos en estas
páginas a la aparici6n de Centesimus ánnus, bajo
el título de «Cuestión social y doctrina católica», se habrá perci­
bido el acento. Y resulta vital seguit denunciándolo en estos tiem­
pos de
·Ja que Thonias Molnar ha llamado la «hegemonía liberal».
Disculpen mis amigos de la Fundación Tomás Moro este escolio
y reciban la enhorabuena· más cordial por el fruto de sus trabajos
y el tono que preside sus esfuerzos.
MIGUEL Aroso. ·
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