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Número 373-374

Serie XXXVIII

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Ciencia, cultura y fe

CIENCIA, CULTURA Y FE
Ciencia y fe.
«Estoy expresando el respeto de la Iglesia por el conocimiento cien"tí­
"fico y su reconocimiento del inmenso valor que tiene pa1P la bumani­
"dad (cfr. Gaudium et spes, 59)•.
«Se está llevando a cabo un diálogo /(!cundo entre es'tas dos esferas:
"el conocimiento que depende de la fuerza natural de la razón y el cono­
"cimiento que depende de la fuerza natural de la raz6n y el conocimien­
"to que brota de la intervención de Dios que se revela en la historia del
"hombre. El Padre e'ferno nos habla con su Palabra y a través del Espí­
"ritu Santo, que derrama en nuestro corazón (cfr.Jn 1, 14; Rm 51 5). El
"mismo Dios
nos habla en la naturaleza, y en ella también habla un len­
''guaje que podemos descifrar. Ambas esferas de conocimiento son dones
'blaravillosos del Creador.
,.un claro ejemplo del interés común entre la ciencia y la religión
"-en realidad, de su recíproca necesidad-nos lo proporciona el tema
" de vuestro encuentro.-La aparición de _la estructura en el universo al
'hivel de la galaxias. Con esta. conferencia es"táis completando una
"visión de conjunto del cosmos fisico. Es extraordinario pensar que, con
"/a ayuda de técnicas avanzadas y refinadas, «veis», por así decirlo, no
"sólo la amplitud del universo, sino también la fuerza y el dinamismo
"inimaginables que existen en él. Más fascinante aún es el hecho de que,
"dado que algunas señales procedentes de sus zonas más lejanas se
"transmiten
mediante la luz, que viaja a una velocidad finita, podéis
"«ver» lo que acaeció en las épocas más remotas y describir los procesos
"actuales.
Los resultados de experimentos bien realizados os permiten
"construir un esquema o modelo genera~ esbozando toda la evolución
"del universo desde un instante infinitesimal, despu.és del punto de
"inicio del tiempo basta el presente y, más aún, hacia el futuro lejano.
"Ciertamente, en este esquema general no todo es sencillo y claro, y una
Verbo, núm. 373-374 (1999), 199-205. 199
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"serie de cuestiones de suma importancia ocupa vuestra atención y la de
"vuestros colegas de todo el
mundo.
~Una de estas cuestiones, la aparición de la estructura, constituye el.
"'tema de-vuestra conferencia y es de vital interés, especialmente conside.;
"rando que la aparición de la estructura se presenta como la condición
"previa para la eventual aparición de la vida y, en definitiva, del hom­
"bre como culmen de todo lo que existe alrededor de él en el cosmos fl­
"sico. Vosotros, hombres y mujeres de ciencia, cuando ponderáis el vasto
''.Y latente universo, y cuando desentrañáis sus secretos, comprendéis que,
"en
ciertos aspectos, la ciencia parece estar alcanzando una misteriosa
"frontera donde están surgiendo nuevas cuestiones que coinciden par­
"cialmente con
las esferas de la metajisica y la teología. Por consiguien­
"te, la necesidad de diálogo y cooperación entre la ciencia y la fe ha
'1legado a ser cada vez más urgente y prometedora. Es como si la cien­
"cia misma IJrindara una justificación práctica a la apertura y a la
"confianza que le mostró el concilio Vaticano ll cuando declaró quei
"..si se procede de un modo realmente científico y según las normas
"morales, nunca estará realmente en oposición con la fe» (Gaudium et
"spes, 36)».
JuAN PABLO II: Mensaje a los participantes en una
sesión de estudio de la Academia pontificia de ciencias,
viernes
29 de noviembre. L'Osservatore Romano, edición
semanal
en lengua española, año XXVIII, núm. 49 (1458),
6 de diciembre
de 1998.
La síntesis entre cultura y fe. Ésta regenera las culturas, como hizo
en la civilización cristiana.
· .,&te encuentro me brinda la oportunidad de repetiros.-«La síntesis
!'entre cultura y fe no es sólo una .exigencia de la cultura, sino también
"de la fe· (Carta de fundación del Consejo pontificio para la cultura, 20
"de mayo de 1982: L'Osservatore Romano, edición en lengua española,
"6 de
junio de 1982, pág. 19). Esto es lo que los cristianos fieles al Evan­
"gelio
han hecho a lo largo de dos milenios en las situacianes culturales
"más diversas. La Iglesia muy frecuentemente se ha insertado en la cul­
"tura de los pueblos en los que se había establecido, para modelarla
»según los principios deel,Evangelio.
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»I.a fe en el Cristo encarnado en la historia no transforma sólo
"interiormente a
las personas,-también regenera a los pu,eblos y sus cultu­
"ras. Asf, al final de la anttgüedad, los cristianos! que vivfan en una
"cultura a la que debían mucho, la transformaron desde dentro y le in­
"fundieron un espíritu nuevo. Cuando esa cultura se vio amenazada,
"la Iglesia, con Atanasia, juan Crisóstomo, Ambrosio, Agustfn, Gregario
"Magno y muchos otros, transmitió la herencia de jerusalén, de Atenas y
"de
Roma, para dar vida a una auténtica civilización cristiana. A pesar
"de las imperfecciones inherentes a toda obra humana, esa fue la oca­
"sión de una síntesis lograda entre la fe y la cultura».
«El cristianismo se presenta ante las culturas con el mensaje de sal­
"vación recibido de los Apóstoles
y los primeros discípulos, pensado y
'Profundizado por los Padres de la Iglesia y los teólogos, vivido por el
"pueblo cristiano1 en particular por los santos, y expresado por sus gmn­
»des genios teológü;os1 filosóficosi literarios y artísticos. Tenemos que
"anunciar este mensaje a los hombres-de hoy en toda su riqueza y en
"toda su belleza.
»Para
hacerlo, cada Iglesia particular debería "tener un proyecto cul­
"tural,
como sucede ya en algunos países».
»La fe en Cristo da a las culturas una dimensión nueva, la de la
"esperanza
en el reino de Dios. Los cristianos están llamados a infundir
11e,i el corazón de las culturas esta esperanza en una tietTa nueva y en
"los cielos nuevas, porque, cuando se pierde la esperanza, las culturas mue­
"ren. Lejos de j,onerlas en peligro o empobrecerlas, el Evangelio les da un
"suplemento de alegria y belleza, de libertad y sentido, de verdad y
"bondad.
»Todos estamos llamados a transmitir este mensaje medianre pala­
"bras que lo anuncien1 median"te una existencia que lo testimonie y me­
"diante una cultura que lo irradie, porque el Evangelio lleva la cultura
"a su perfección y la cultura auténtica está abierta al Evangelio. Es pre­
"ciso realizar continuamente esta tarea de intercambio reciproco,,.
JUAN PABLO 11: Discurso a los participantes en la asam­
blea plenaria del Consejo pontificio para la cultura, viernes
14 de marzo. L'Osseroatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXIX, núm. 12 (1473), 21 de marzo
de 1997.
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Papel de las Academias Pontificias en el diálogo entre fe
y cultura.
«Las Academias pontificias desempeñan un papel muy particular en
"el diálogo entre la fe y la cultura.
»Sin embargo, hay que precisar enseguida que para dialogar del
"mejor modo posible con las diferentes culturas se requiere como condi­
"dición que nosotros mismos seamos creativos. Antes del diálogo formal,
"será
la creatividad del pensadot"¡ del estudioso y del artista cristiano
'~cada uno según las exigencias propias de su campo de investiga­
"ción--lo que hará de él un interlocutor creíble y estimulante. El pen­
"sador, al igual que el artista cristiano, heredero de un patrimonio
"cultural riquísimo, está llamado a presentar con gran honradez este
"inmenso tesoro a
su interlocutor no creyente. Pero esto no basta. Se ha
"de esforzar, además, por elaborar sus propias propuestas originales que,
"an-aigadas firmemente en la palabra de Dios y en la tradición de la
"Iglesia, permitan afrontar !os problemas nuevos y brindar respuestas
"válidas
a los desafíos que plantean las corrientes culturales contempo­
"ráneas. Recurriendo a la
riqueza inagotable de la Revelación1 puede
"captar algunos aspectos de la «belleza antigua y siempre nu.ev~ que
"resplandece en el rostro del Redentor, para alimentar una auténtica
''vena creativa en los diversos sectores de la expresividad humana. I,a
1'historia de veinte siglos de siembra evangélica atestigua ampliamente la
"esplénduia mies que maduró, bajo los cielos más diversos, en el campo
'jecundo del humanismo cristiano".
o:En este último tramo de siglo y de milenio las Academias pontificias
"tienen también el deber de colaborar, según las caractetjsticas propias
"de cada una, en la preparación del gran jubileo del año 2000. Sé que
"habéis elegido precisamente el tema del humanismo cristiano para brin­
"dar vuestra contribución a esta vasta acción de reflexión y compromiso
"espiritual
y misionero. Se trata de una decisión que aprnebo y apoyo.
"Este campo de investigación y acción para los próximos años constituye
"un desafio verdaderamente magnífico.
»El misterio de la Encarnación ha dado un impulso extraordinario al
"pensamiento y al genio artístico del hombre. Precisamente reflexionan­
"do
en la unión de las dos naturalezas, la humana y la divina, en la
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"persona del Verbo encarnado, los pensadores cristianos han ido defi­
"niendo el concepro de persona como centro único e irrepetible de liber­
"tad y responsabilidad, a la que debe reconocerse una dignidad ina/ie­
"nable.
Este concepto de persona se ha convertido en la piedra angular
"de toda civilización auténticamente humana.
,.Contemplando los siglos, es fácil darse cuenta de que muy a menu­
"do el mistei'lo de la Encarnación ha on'entado la razón humana hacia
"horizontes inaccesibles y jamás alcanzados, dando vida a sistemas de
''pensamiento de admirable amplitud y profundidad. Basta pensar en los
"escritos de los Padres de la Iglesia o en las sumas teológicas medievales,
"entre las que sobresale la Suma de santo Tomás de Aquino, y en las
"obras de 'tantos o"tros pensadores e investigadores cristianos.
"/Es verdad! Durante los dos últimos milenios, el misterio de la En­
"carnación ha suscitado una fe, una alegria y un estupor que no han
"dejado de ser fuente de inspiración para el genio cristiano, que se ha
"expresado en innumerables y espléndidas obras de arte, tanto en arqui­
''tectura, pi'ntura, escultura, música y literatura, como en las demás for­
"mas artísticas:..
«La fe en Cristo, Verbo encarnado, nos hacer mirar de una forma
"nueva al hombre. En cierto sentido, nos permite creer en el hombre,
"creado a imagen y semejanza divina, microcosmos del mundo y, al
"mismo tiempo, icono de Dios. Una visión antropológica de tal amplitud
"es una levadura de inigualable energía espiritual para superar los lími­
''tes de toda cultura, aumentando su porencialidad creadora. Si se pien­
"sa en las dudas e incertidumbres características de nuestro tiempo, todo
"esto constituye
un factor de au"téntica metamorfosis. En efecto, la crisis
"contemporánea suscita un llamamiento a crear 41-n nuevo humanismop
"(ib. 55), que devuelva al hombre su plena dtmensián humana, ayudán­
"dolo al mismo tiempo a tomar candencia de su extraordinaria vocación
"divina. Los Padres de la Iglesia lo repetían continuamente: •Dios se hizo
"hombre para que el hombre se convierta en Dios" (san Atanasio, Sobre
"la
Encamación del Verbo, 54, 3: PG 25, 192). Cuando busca la liber­
"tad
y la verdad, el amor y la belleza, el hombre encuentra en la con­
''temp/aci.ón de la Palabra de Vid.a, Hijo de Dios e Hijo de Mari.a, «razo­
"nes para vivir y para esperar» (Gaudium et spes, 31). Aquí se halla la
Juente inagotable de la cultura, que hace al hombre ..más hombre»
"(ib., 41)•.
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·Ilustres señores y señoras, de estas reflexiones se deduce que vuestras
"Academias pontificias1 precisamente en virtud de su prestigiosa beren­
"cia, representan un notable potencial y una rica fuente de esperanza
"para la Iglesia y para la humanidad. Sabed ser testigos eficaces de la
"perenne
novedad del Evangelio, mostrando que el patrimonio cristiano
"constituye un humus cultural extraordinariamente fecundo,..
JUAN PABLO 11: Discurso en la primera sesión pública
común, jueves
28 de noviembre. L'Osservatore Romano,
año XXVIII, núm. 49 (1458), 6 de diciembre de 1996.
La situación dramática de la fe y de la cultura coinciden hoy. Sin
embargo, el ansia de absoluto, el deseo del bien, el hambre de
verdad que tiene el hombre espera y necesita una fecundación
de la fe en la evolución de la cultura.
·En nuestros días, esta síntesis a menudo se echa de menos, y la rup­
"tura entre Evangelio y cultura es, «sin duda alguna, el drama de nues­
"tro tiempo. (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 20). !.a situación de la fe es
"dramática, puesto que en una sociedad donde el cristianismo parece
'1ausente de la
vida social y la fe relegada a la eefera privada, el acceso
"a los valores religiosos resufta cada vez más difícil, sobre todo para los
''pobres y los sencillos, es deciT¡ para la gran mayoría del pueblo, que se
"seculariza insensiblemente
ba-jo la presión de modelos de pensamiento
"y de comportamiento propagados por la cultura dominante. La ausen­
"cia de una cultura que los sostenga impu:le a los sencillos tener acceso
"a la/e y vivi.rla plenamente.
»Esta situación es también dramática para la cultura que, por esa
"ruptura con
la fe, atraviesa una crisis profunda. El síntoma de dicha
"crisis es, ante todo, el sentimiento de angustia que proviene de la con­
"ciencia de la finitud en un mundo sin Dios, donde el yo se convierte en
"un absoluto y las realidades terrenas en los únicos valores de la vida. En
"una cultura sin trascendencia, el hombre sucumbe ante la atracción
"del dinero
y del poder, del placer y del éxito. Así, encuentra la insatis­
Jacción causada por el materialismo, la pérdida del sentido de los valo­
"res morales y la inquietud ante e/futuro.
,Sin embargo, en medio de este desencanto, subsiste siempre una sed
"de
absoluto, un deseo de bien, un hambre de verdad, una necesidad
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"de realizacián de la persona. Hay que reconocer la amplitud de la mi­
"sión del Consejo pontificio para la cultura: ayudar a la Iglesia a rea/i­
"zar una nueva síntesis entre la fe y la cultura para mayor bien de todos.
"Es este fin de siglo es esencial reafirmar la fecundulad de la fe en la evo­
"lución
de una cultura. Únicam,ente una fe, fuente de decisiones espiri­
"tua/es radicales, es capaz de influir en la cultura de una época. Así, la
"actitud
de san Benito, el patricio romano que abandonó una sociedad
"vieja y se retiró a la soledad, la ascesis y la oración, fue decisiva para el
"crecimiento de
la civilización cristiana».
JUAN PABW 11: Discurso a los participantes en la asam­
blea plenaria del Consejo pontificio para la cultura, viernes
14 de marzo. L'Osseroatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXIX, núm. 12 (1473), 21 de marzo
de 1997.
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