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Número 373-374

Serie XXXVIII

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La aventura de la Fe: las misiones jesuíticas de Chiquitos en Bolivia

LA AVENTURA DE LA FE:
LAS MISIONES JESUÍTICAS DE CHIQUITOS
EN BOLIVIA
POR
CRJSTIÁN GARAY VERA
La aventura de la fe
Tomo un camino agreste en un vehículo, la "movilidad"
como
le llaman los bolivianos, que me lleva de San Ramón a San
Javier,
la primera de las Misiones que se sitúa en la ruta que va
desde Santa Cruz
de la Sierra a la tierra de los indios Chiquitos o
Chiquitania, edificada
en 1691 y cuyas estructuras de madera han
sido completamente restauradas. La selva, ofrece un hermoso
paisaje
donde un pasto bajo alterna con solitarias pero numero­
sas palmeras. A veces las crestas
de los montes están coronadas
por estos árboles, semejando una corona. Pero aun disfrutando
de este hermoso paisaje, permanece el calor sofocante
en la ruta
que nos lleva a un apacible pueblo donde funcionan las únicas
misiones
en que subsiste en actividad de la antigua Provincia
Jesuita del Paraguay.
Es el punto final de un periplo que ha empezado, como de
costumbre, en un historiador en relatos y crónicas y que se ame­
niza
con el auge de la llamada música de las Misiones prove­
niente de un riquísimo archivo conservado por varios siglos por
los descendientes de aquellos chiquitanos del monte que se agru­
paron -y persistieron-- alrededor de las Misiones.
Verbo, núm. 373-374 (1999), 311-322. 311
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CRISTIÁN GARAY VERA
El capitulo boliviano
Hay 11n libro justamente dedicado al tema debido al conoci­
do historiador Alcides Parejas y un compañero de labores. Se
denomina
Chiquitos. Historia de una Utopía publicado por la
Universidad Privada de Santa Cruz (UPSA) en 1992. Es curioso
que un tema tan abordado como el de la Provincia del Paraguay
no haya dado más que en tiempos muy cercanos para su pro­
longación boliviana. Razones
en todo caso no faltan: la labor de
la Orden en toda América del Sur fue tan inmensa -abarcando
cinco focos principales (1}-que era lógico que su capítulo más
glorioso y edificante se centrara
en su parte demográficamente
más importante,
en lo que hoy día es territorio paraguayo y tam­
bién argentino (Provincia de Misiones). Reducciones que enfren­
taron tanto a los vecinos de Asunción como a los temibles trafi­
cantes portugueses
que llegaron en una sola ocasión a esclavizar
hasta tres mil guaraníes. Por estas precisas circunstancias, los gua­
rarues fueron los únicos indígenas autorizados por la Corona a
tener armas portátiles,
de manera provisoria en 1645 y perma­
nente
en 1696, así como cañones, formados militarmente repe­
lieron a los traficantes de esclavos
en cruentas batallas y sus ser­
vicios fueron también requeridos varias veces por las autoridades
fuera de las fronteras de la Provincia Jesuitica del Paraguay.
Treinta pueblos jalonaron esta obra. Existe además
una pelí­
cula,
La Misión, protagonizada por Robert de Niro, que si bien
contiene numerosas confusiones históricas y una cierta dialéctica
liberacionista, trasluce algo de la grandeza de la empresa evan­
gelizadora.
La bibliografia sobre el tema es lo suficientemente
amplia para
no hacerla un tema desconocido (2).
(1) La región de Caranaré (Venezuela-Brasil), Maynas (PerO-Ecuador), Mojos
(Beni, Bolivia), Chiquitos (Santa Cruz
de la Sierra, Bolivia) y Guaraní (Paraguay).
(2) Entre otros libros: BEATRIZ FERNÁNDEZ HERREROS, La utopia de América:
Teorías, leyes, experimentos, 1992; ALBERTO ARMANI, Ciudad de Dios y ciudad del
sol: el "Estado" jesuita de los guaraníes (1609-1768), FCE, México, 1982; RUBEN
BARREIRO SAGUEL y ]EAN PAUL DURIOI.S (editores), Tentación de la utopía, las misio­
nes jesuíticas del Paraguay, 1991. Para fuentes ver Cartas Anuas de la Provincia
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LA AVENTURA DE LA FE: LAS MISIONES JESUÍTICAS DE CHIQUITOS EN BOLIVIA
Distinto es el caso de la Chiquitanla (3). Ello se explica en
primer lugar por la lejanía del territorio, al que aún hoy demora
cinc'? a ocho horas internarse desde Santa Cruz de la Sierra, una
de las más inaccesibles provincias bolivianas. Extensión del Pan­
tanal brasileño, cuya ruta se conecta
con el Mato Grosso, más cer­
cano al paisaje paraguayo y boliviano, la región tuvo
un precario
desarrollo
en relación a los centros de Potosi y Sucre. Sin oro ni
plata, con
un clima definido por algunos como insalubre, en ver­
dad tropical, la zona vegetó en la pobreza y el aislamiento de la
Audiencia
de Charcas cuyo corazón estaba en los valles y en el
altiplano.
La misma existencia de la ciudad, fundada por Ñuflo de
Chávez, revistió caracteres equivocos. Éste arribó a la
zona bus­
cando la nútica ciudad de "el Gran Paititi" o
El Dorado en 1534.
No la encontraron y la zona les pareció adecuada
para una traza
urbana.
La resistencia de los indios, el clima, el escaso rendi­
miento económico, la distancia respecto de otros centros, hicie­
ron que la ciudad transcurriera su vida sin mayores luces hasta
entrado el siglo
xx.
Por otro lado, la insistencia de las criticas eclesiásticas contra
el proceder de los conquistadores explica la adscripción de las
tierras de los indios chiquitos a la Provincia Jesuita del Paraguay
creada
en 1607 y que también abarcaba jurisdicción para puntos
de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. Las Misiones empezaron a
funcionar
en los alrededores de Santa Cruz y el Beni entre 1691
y 1692 reuniendo a los indios moxos y chiquitanos entre las
etnias más importantes. En 1681
el Gobernador Benito Rivera y
Quiroga halló cinco misiones (Loreto, Trinidad, San Ignacio,
Jesuítica del Paraguay: 1632 a 1634, 1990, y del P. Rurz DE MoNrOYA, Conquista
Espiritual del
Paraguay.
(3) También hay una escasa bibliograf"ia que ha aumentado en los últimos
años con los trabajos de Alcides Parejas. Anterior a esa producción están JOSÉ
CARDus, [,as misiones fmnciscanas entre los infieles de Bolivia, S/e Barcelona,
1886, y WALTER HERMoso VIRREIRA, Tribus selvícolas y Misiones Jesuíticas y Francis­
canas
en Bolivia, Editorial Los Amigos del Libro, La Paz-Cocbabamba, Bolivia,
1906. Un libro general y siempre útil es el del Padre CoNSTANTINO BAYLE, La expan­
sión misional de España, Editorial Labor, Barcelona, 1946, 2.• edición (origi­
nal, 1936).
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CRJSTIÁN GARAY VERA
SanJavierySanJosé) con 13.486 habitantes. En 1766, se consig­
naban 23. 788.
El paso complementario de esta conquista espiritual es la
prohibición de ingreso a las misiones de negros y españoles.
La
siguiente es la persuasión. Los jesuitas, principalmente centroeu­
ropeos (bávaros, bohemios y suizos) desarrollan
una extensa
labor de convencimiento inculcando además
de la vida sedentaria
el gusto por la música, la que se cultiva de todas formas. Además
los chiquitos aprenden
de su maestro el trabajo de carpintería con
el
que se hacen muebles, instrumentos, casas e imágenes que se
exportan incluso a otros puntos del Imperio aprovechando entre
otros elementos las lianas para las cuerdas de las campanas y la
madera del quebracho colorado para las columnas.
El Padre Schmid Misioneros ...
no sólo son curas párrocos que deben predicar, oír
confesión y gobernar las almas, también
son responsables por la
vida y salud de sus parroquianos y
deben procurar todo lo que
se necesita para su pueblo, pues el alma no se puede salvar si el
cuerpo perece". Asombra, que para tal misión apenas dos dece­
nas de Padres tuvieran semejante tarea. Veinte y tres para ser más
exactos y sólo
uno de ellos murió a manos de los indios en ese
periodo: Francisco Lucas Caballero (1711) que tuvo tratos con
esclavistas portugueses y que concitó por primera y única vez la
furia de los conversos.
Pero
en armonía, el suelo chiquitano ve levantarse las 10
reducciones se ordenan sobre una Iglesia, con techos a dos
aguas, columnas de madera
en su contorno, construidas en plan­
ta rectangular alrededor
de las cuales, ayer como hoy, se yerguen
las casas de los vecinos.
Es así como se repite un modelo: el con­
junto de izquierda a derecha,
'mirando desde la plaza de la
reducción
por la capilla del Misereré o cámara mortuoria, la igle­
sia, el patio de los padres,
con la torre, y el colegio" ( 4). La pri­
mera es San Javier
de 1691. Le siguen San Rafael, 1969; San José,
(4) Arle en tierra de Misiones, WALDFMAR SoMMER, Cuerpo Artes y Letras,
16-II-1997, Diario El Mercurio, pág. E 11.
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LA AVENTURA DE LA FE: LAS MISIONES ]ESUfrICAS DE CHIQUITOS EN BOLIVIA
1698; San Juan, 1699; Concepción, 1709; San Miguel, 1721;
San Ignacio, 1748; Santiago, 1754; Santa Ana, 1755, y Santo
Corazón, 1760.
El auge y la caída
La prohibición de la estadla de españoles y de la tolerancia del
tráfico de esclavos concitaron el encono de parte de los vecinos.
Para
peor la ofensiva antijesuita se acrecentaba en las Monarquias
católicas
que velan en la Compañía un Estado dentro del Estado.
De
ese modo se empezó a hacer más caso de los reportes de veci­
nos que afirmaban la existencia de gigantescas riquezas en manos
de los Padres, de la constitución de una obediencia politica ajena
a la Corona y
de la implantación de leyes y costumbres no acep­
tadas
en tierras donde gobernaba efectivamente el Rey.
Carlos III, fmalmente, ordena la expulsión de los jesuitas el
13
de octubre de 1767, la que se lleva a cabo sin dilación.
Es curioso
cómo los argumentos de Estado nunca tuvieron en
cuenta la labor de soberanfa de la Orden. Ésta sujetaba los terri­
torios más inaccesibles
de la Corona en lugares donde el impe­
rio
de la ley hispana se hacia más .retórico que concreto. Tejas, la
Alta y Baja California, Nuevo Méjico,
que teman por vecinos al
Imperio Británico y la gigantesca Provincia del Paraguay
que
tenia al Brasil. Su abandono fue una catástrofe poHtica y jurisdic­
cional,
como pronto se baria notar (5).
La experiencia jesuita ha sido analizada desde diversos ángu­
los. Hay historiadores
que ven en su sistema un modelo socialis­
ta
que descansaba enteramente en la jerarqufa, y ello podrfa
explicar la destrucción
de su obra tras su salida. Pero el caso boli­
viano demuestra
que su catequesis no era tan superficial como se
pretendfa y a pesar de su ausencia sobreviviría.
(5) A poco de la independencia de Bolivia un sector importante de Santa
Cruz de la Sierra pasó a manos del Imperio del Brasil como en el extremo norte
del
ex Imperio español, Méjico perdió la zona de ·Tejas y luego todas las provin­
cias
al Norte del Río Bravo, que Estados Unidos denomina Río Grande.
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CRJSTIÁN GARAY VERA
La persistencia
El recuerdo de la historia colonial hizo olvidar que la historia
continuaba.
La expulsión de los jesuitas en 1767 justificada apa­
rentemente
en la resolución de los conflictos con Portugal y agra­
vada
con el telón de fondo de la reticencia regia al poder real o
supuesto adquirido
por la Compañía de Jesús en sus territorios
destruyó su obra
en la Provincia. En la actualidad las Misiones de
San Ignacio
Miní, Santa Ana, Loreto y Santa María La Mayor son
apenas sitios turísticos que congregan los restos de lo que fue un
día un lugar bullicioso y majestuoso (6). Producto de ello los
indígenas volvieron a la selva y algunas
de sus construcciones
fueron ocupadas como cuarteles o depósitos durante la cruenta
. Guerra de la Triple Alianza en que Paraguay se enfrentó a Brasil,
Argentina y Uruguay hasta
su casi completa destrucción.
Pero
en Bolivia nada de esto ocurrió. Los chiquitanos, sin
Padres, mantuvieron sus costumbres, su civilización y su nueva
cultura. Los diversos pueblos indígenas no abandonaron las
misiones, fundiéndose en una sola cultura. Además, terminaron
por su cuenta la Iglesia de Santa Ana y luego otras del interior de
la Chiquitanía como San José de Chiquitos. De
ese modo, las
Misiones se mantuvieron sin variaciones hasta "los primeros tiem­
pos de la República" (7).
La Independencia puso a los chiquitos en graves problemas.
La resistencia al avance republicano inducido desde Buenos Aires
y resistido desde el Virreinato del Perú y más específicamente
por
los realistas de Arequipa, al sur, puso en duro trance a la zona.
Ésta se definió
por la Corona y fue parte de la zona que le
permaneció fiel siendo duramente castigada
por las tropas que
comandaba el argentino Warnes, enviado por la Junta de Buenos
(6) Se edificaron 30 misiones, de las cuales subsisten en ruinas 8 en Para­
guay -destacándose Jesús, Trinidad, Santos Cosme y Damián-, 7 en Brasil y 15
en Argentina.
(7) LORFI'O CORREA, compiladora, Santa Cruz en el siglo XIX. Ponencias pre­
sentadas en el ll Ciclo de Historia Cruceña, Editorial Universitaria, Santa Cruz de
la Sierra, Bolivia, 1997, pág. 76.
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LA AVENTURA DE LA FE: LAS MISIONES JESUtrICAS DE CHIQUITOS EN BOLIVIA
Aires para dar la independencia a Bolivia, quien en uno de sus
mayores actos de crueldad
ordenó quemar el hospital de los heri­
dos realistas con cientos de muertos. Derrotado y muerto
en una
sangrienta batalla, la Chiquitanla se mantuvo realista hasta la pro­
clamación del Estado republicano.
El Gobernador realista al poco
tiempo entregó la provincia al Emperador del Brasil, quien no se
atrevió a retenerla por la fuerza ante La Paz. Años después el
mismo Gobernador ejercería sus funciones bajo la República boli­
viana. Un episodio
que evidencia claramente el carácter tradicio­
nalista
de la zona.
Hacia 1850 Belzú suprime
el sistema reduccional de acuerdo
a las prácticas liberales de comercio. Además, la actividad mine­
ra incita a inmigrantes de la
zona altiplánica a la explotación de
la zona de Laguna Concepción y a la ocupación de tierras chi­
quitas.
El aumento notorio de la población blanca ocasionó la
creación
de la Provincia de Velasco en 1880, mientras la econo­
mía
se diversificaba hacia la goma, la ganadería, el algodón indí­
go, la caña de azúcar y
el tabaco.
Los indios chiquitos tomaron diversas decisiones desde la
abolición de las misiones: la integración
pura y simple, "la ida al
monte" y la constitución de comunidades indígenas
inspiradas en
los jesuitas como SanJavierito, Coronación o Porvenir, que debie­
ron luchar contra las presiones de los terratenientes y contra la
presencia de inmigrantes
europeos (alemanes, rusos) que han
dado su sello característico a la región.
El redescubrimiento
de las Mlsiones y su música
La zona de la Chiquitanla quedó en la orfandad desde 1850
en adelante. La autoridad eclesiástica solamente proveyó sacer­
dotes para los centros urbanos,
con lo cual abandonó a los indí­
genas que habían sido desplazados de los pueblos misiones por
los inmigrantes y vivían ahora en la zona rural. En 1930, sin
embargo, se instaura el Vicario Apostólico
de Chiquitos.
De todas maneras,
en 1973 las iglesias de las Misiones fueron
declaradas
en ruina. Estaban deterioradas por las lluvias torren-
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CRISTIÁN GA.RAY VERA
ciales y la humedad. Contrastaba su estado con su época de
esplendor, cuando éstas eran un centro económico, religioso y
artístico de primer orden. Especialmente en el musical, como
se ha subrayado. El Padre Martín Schmid, suizo, fue uno de los
compositores más importantes,
pero no el único. Por lo demás,
los Archivos Musicales
de Chiquitos, estudiados por el musicó­
logo y sacerdote polaco Piotr Nawrot, en latín, castellano y chi­
quito,
han dado por resultado que se conocían y ejecutaban
autores tan importantes como Corelli, Vivaldi, Telemann y otros
como Locatelli, que componían música expresamente para
éstas.
Entre los autores más ejecutados figuran el Padre Martín
Schmid (1694-1772) y
el Padre Juan José Mesner (1703-1769), y
sobre todo el italiano Domenico Zipoli (1688-1726), cuyas
obras fueron interpretadas en las Misiones Jesuitas, pero tam­
bién en la Catedral de Lima, donde se han encontrado sus
registros (8). Nacido en Florencia en 1688 fue alumno y como
tal viajó como Maestro de Capilla a Córdoba, Argentina.
Aunque nunca viajó a las Misiones, su labor fue ampliamen­
te conocida en ellas, donde se interpreta su música tales
como una Misa en Fa Mayor y otra en honor de San Ignacio ya
citada.
El salvataje del hoy inmenso Archivo Musical que cada dos
años congrega a sus estudiosos
en los Congresos de Música de
San José
de Chiquitos no fue nada fácil. Es obvio que parte de
esa decadencia se nutrió
de ciertas interpretaciones extremas
acerca del valor
de la tradición en el pos Concilio. Asi el Padre
Laetus Grüber quemó
un cajón completo de estos papeles viejos.
Otras partituras fueron destinadas a papel higiénico y sólo la pie­
dad de los feligreses la habia rescatado. Parte de este milagro lo
obraba su pasado colonial: la Chiquitania habia conservado
uno
de los pocos Cabildos indigenas operantes, lugar donde natural­
mente
se guardaron esos papeles sobrevivientes de la furia con­
tra el pasado: actualmente forman parte de las 5.500 páginas del
(8) CD Domenico Zipoi. Vepres de San Ignacio, Emseble Elyma (Argentina),
dirección Gabriel Garrido, Sello K617, Francia.
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Archivo Musical de Chiquitos que han sido publicados por el
sacerdote polaco Piotr Nawrot y que se encuentran en latín, cas­
tellano y chiquito.
La zona constituye en la actualidad el Vicariato Apostólico de
Ñuflo de Chávez,
que tiene como su Obispo a Monseñor Antonio
Eduardo
Béisl, alemán. Él, junto con el arquitecto suizo Hans Roth
se dieron a la tarea, con apoyo de los residentes y los francisca­
nos de Baviera, Munich, de restaurar
en 1975 el templo de la
Concepción, base de la tarea
que abarcó, además, después otras
cuatro iglesias (San Javier, San Rafael, San Miguel y San José).
"Más
de trescientos campesinos trabajaron en la restauración del
templo, que se inauguró recién
en 1982" (9).
Ellos rescataron la tradición musical y religiosa de la
zona y
se empeñaron en la reconstrucción de los templos. Nuevamente
los talleres
de carpintería, bajo el amparo del Instituto Boliviano
de Aprendizaje (IBA) volvieron a bullir de actividad. Con
el exa­
men de los planos originales reubicaron los campanarios, ador­
nos y fachadas que el tiempo y las reformas hablan modificado.
El fruto de su labor se coronó con el título dado por la UNESCO
de Patrimonio de la Humanidad a las misiones de Chiquitos.
La publicación de las partituras, los Encuentros Musicales de
Chiquitos, y la labor incesante
de las casas discográficas ha ido
poniendo este patrimonio al conocimiento del auditor: los grupos
Ars Viva de México, Chanticleer de Estados Unidos (10), Ensem­
ble Elyma
de Argentina y Syntagma Musicum de Chile, son los
_principales cultores de esta producción
que se une al redescu­
brimiento del barroco americano
por grupos como el ya citado
Chanticleer y
el español Capella de Ministrers (11).
(9) "La Chiquitanía, Bolivia, el tesoro escondido", XIMENA URREJOLA, Revista
del Domingo, 23-III-1997, pág. 10, Diario El Mercurio, Santiago, Chile. Para la
Música
de Chiquitos fuera de los dos CD oficiales del Segundo Festival de Música
Barroca
y Renacentista "Misiones de Chiquitos", realizado en 1998, está Música
de las Misiones de Chiquitos, dirección Leonardo Waisman, Melopea Discos, Cór­
doba (Argentina), 1992.
(10) CD
Mexican Baroque, Chanticleer, Teldec, núm. 4509-96353-2 y ]erusa­
lem. Maitins Jor the VifB'in of Guadalupe 1764, Teldec, Alemania, 1998.
(11)
De otros puntos del Imperio Español en América especialmente reco­
mendado el CD
La España Virreinal. Maestros de capilla de Lima (1676-1765),
Capella de Ministrers, Valencia, España, 1994.
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CRISTIÁN GARAY VERA
Con ella se ha descubierto, además, otro importante grupo de
autores y piezas conservados en los archivos arzobispales de
diversos palses como Cuba, México, Perú, Chile, Brasil (12).
Al­
gunos han provenido del trabajo paciente como el descubri­
miento del Libro
de órgano de la esclava Maria Antonia Pala­
cios
en Chile, cuya labor principal era componer y ejecutar
música (13). También ello
ha permitido dar a conocer textos en
diversas lenguas indigenas hechas para el apoyo de la evangeli­
zación. Letras escritas
en quechua (14), mapuche, nahuatl (15),
etc., que alternan instrumentos europeos e indígenas, como en el
caso de los chiquitos zampoñas e instrumentos de percusión
sumados a las orquestas
de cuerdas y vientos.
Para ilustrar el esfuerzo de esta labor misionera
podemos
centrarnos en el uso de las lenguas autóctonas. Recientemente se
ha redescubierto la obra del sacerdote jesuita Bernardo de
Havestadt, publicada
en Europa en 1777, que es una obra musi­
cal escrita
en mapudungún, la lengua de los "araucanos" descri­
tos
por Alonso de Ercilla. Ella volvió a ser interpretada en el En­
cuentro sobre Patrimonio Cultural del Mercosur realizado
en
noviembre de 1998 en la ciudad de Castro, isla de Chiloé, Chile.
Es una obra extensa que ha merecido un disco compacto de
Syntagma Musicum y que traslada las verdades teológicas al recio
idioma nativo (16).
(12) Esto ha permitido conocer a compositores de otras partes del Conti­
nente
como el cubano Esteban Salas (1725-1803), quizá el más importante de,
éstos, así como entre otros al mejicano Manuel de Zumaya (Lamentaciones), el
italiano Ignacio de Jerusalém (Misa Policoral en Re y Maitines para la Virgen de
Guadalupe), y los brasileños José Mauricio Nunes (Matinas do Natal) y Manoel
Días de Oliveira (Magnificat).
(13)
CD Del BatTOco al Clasicismo en la América Virreynal, Syntagma
Musicum,
-Universidad de Santiago de Chile, 1995.
(14) Hanacpachap (1613),
CD Carmina Latina. Sacred Cbants o/ Colonial
Latin American, Jade BMG Records, nfim. de serir 91005-2. También en CD
Música BirTeinal, Conjunto de Madrigalistas de Playa Ancha, Universidad de Playa
Ancha, Valparaíso, Chile. Dirige Alberto Teichelman.
(15)
Diositla~o Natzine, CD Música Birreinal.
(16) Parte de esta labor está asociada a la musicología europea y americana.
Este caso a
la tesis de Magister (Maestría) de Víctor Rondón sobre la música
misional
de Chiloé, cuyo texto está publicado en la Revista Musical Chilena, de
la Universidad de Chile de 1998.
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LA AVENTURA DE L4 FE: L4S MISIONES JESU!TIC4S DE CHIQUITOS EN BOUVIA
Ahora bien, la isla de Chiloé fue la más austral de estas misio­
nes jesuitas. Con
un clima similar al de Galicia, Irlanda o Escocia,
los jesuitas arribaron
en 1608, en un territorio con poblaciones
nativas de tradición marinera
por lo cual hubo de crearse capillas
que eran usadas por dos sacerdotes a través de las "misiones cir­
culares"
que se iniciaban en septiembre y que recoman las islas
y pueblos adyacentes.
En medio de hostiles condiciones climáti­
cas, llueven
unos 360 dias de los 365, se levantaron un conjunto
muy importante de iglesias de madera que aún subsisten y fun­
cionan.
Por cierto, todo esto se puede insertar dentro de la singulari­
dad de la cultura hispanoamericana. La misma que surgió del
impulso misional y constituyó
la substancia de la nueva identi­
dad. Sin entender este aspecto
no se entiende tampoco el sig­
nificado profundo del episodio
de Chiquitos y se reduce todo a
mero folclorismo. Por ello
sorprende a los visitantes reencontrar­
se con la vivencia de la fe. Un critico de arte chileno describe una
misa y dice: "al atardecer, pudimos asistir a un servicio religioso
impresionante
que, sin duda, debe efectuarse también en las
demás reducciones. En él, su población en masa partició con fer­
vor, a través del rezo y del buen canto, en el Sacrificio del Altar
para después, ya de noche, realizar
una larga procesión alum­
brada por velas. Los veintitantos muchachotes que, como mona­
guillos, ayudaron
con destreza al sacerdote oficiante constituian,
probablemente,
buena parte de la juventud masculina de San
Javier" (17).
Por ello, más allá del auge
de la música misional, lo que más
impresiona al acabar el siglo xx
es que en el corazón de la hoy
pujante provincia de Santa Cruz, el centro económico de Bolivia,
están
en plena actividad seis de las diez misiones que se levan­
taron
en continuidad del esplritu primigenio que hizo de la Coro­
na española un instrumento de la fe católica. En la fe de sus sen­
cillos pobladores, en la persistencia de una devoción mantenfda
(17) "Arte en tierra de misiones 00", WALDEMAR SOMMER, Cuerpo Artes y
Letras, 23-11-1997, pág. E 15, Diario El Mercurio, Santiago de Chile.
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CRISTIÁN GARAY VERA
en la adversidad, se comprende mejor la esencia de un Continen­
te
que ha sido entregado a la fe por España.
Y es también
un testimonio crítico de la tesis que supone de
este proceso de evangelización una manipulación espúrea, llena
de reminiscencias precristianas y en definitiva no aceptadas real­
mente. Una tesis
que ha menudo escuchamos en Congresos aca­
démicos
donde bajo el manto sociológico se pretende aseverar
que el Catolicismo americano es apenas un débil barniz de una
espiritualidad sincrética y animista que se traduce en un catoli­
cismo popular.
Lo cierto es que en ella se encuentra una sólida
fe, una vivencia intensa, junto a una visión del mundo que resis­
te la modernidad. Pero, además, la persistencia del pueblo chi­
quitano demuestra
de un modo más evidente que en otras partes
de América, cómo lo sustancial de la nueva identidad se estruc­
tura
en tomo a la fe. Algo que ya habla sostenido el Padre
Osvaldo
Lira en Hispanidad y Mestizaje, al afirmar que la contri­
bución del Catolicismo
hispllnico habla implicado un cambio
radical y entitativo
en la identidad americana.
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