Índice de contenidos
Número 373-374
Serie XXXVIII
- Textos Pontificios
- Estudios
- Crónicas
-
Información bibliográfica
-
María Teresa Campo Muñoz: Un integrista contra el sistema. Pedro María Lagüera y Menezo (1817-1892)
-
Javier Paredes: Félix Huarte (1896-1971). Un luchador enamorado de Navarra
-
Blas Piñar López: Mi réplica al cardenal Tarancón
-
Juan José Sanz Jarque: De mar a mar (Desde Tarragona a Finisterre, en el Jacobeo 93, por los caminos que Santiago abrió a la Fe)
-
Bernardino Montejano et al.: Recuerdos de familia
-
Jorge Adame-Goddard: Filosofía social para juristas
-
Juan Manuel Cuenca, Soledad Miranda: El poder y sus hombres
-
Alfred M. Zayas: Los anglo-americanos y la expulsión de los alemanes, 1944-1947
-
Autores
1999
Juan Manuel Cuenca, Soledad Miranda: El poder y sus hombres
INFORMACIÓN BIBUOGRÁFICA
pio sabet profesional. Porque, como dice el autor (pág. XV), "el
jurista
puede encontrar ayuda muy importante en la filosofía,
puesto
que los criterios con los que juzga no son sólo reglas juri
dicas que se encuentran en los libros de derecho, sino además,
principios o primeras verdades acerca de lo
que las cosas son y,
especialmente, acerca de
lo que es el ser humano, la sociedad y
el orden social; es decir, juzga partiendo de verdades filosóficas".
Y "la necesidad
que tiene el jurista de una filosofía es mayor que
la de otros universitarios, por el hecho de que el jurista es un pro
fesional del juicio" (pág.
XVI).
Francamente, no conozco ninguna otra obra que cumpla
mejor el fin
que se propone, y yo desearla verla en manos de
todos nuestros juristas españoles,
que encontrarán en ella una
doctrina cierta y segura para ordenar debidamente el fondo con
ceptual
de su pensamiento.
Dice el autor (pág.
XVI) que "este libro pretende ser una
ayuda para su formación humanista", la del jurista universitario.
Es este fin la mejor expresión, no sólo de lo que este libro viene
a significar, sino también del sentido último
que para la forma
ción de un jurista tiene el saber de un romanista, como es fun
damentalmente Jorge Adame.
A. D'ORS
]osé Manuel Cuenca y Soledad Miranda: EL PODER
Y SUS HOMBRES <'>
Max Weber acertó a encerrar la realidad estatal en una defi
nición que, desde entonces, ha sido frecuentada por los cultores
de las ciencias humanas. Por una senda menos transitada, Jakob
Burckhardt,
con referencia también al Estado, troqueló en su
Kultur der Renaissance in Italien una perifrasis descarnada, die
Herren
und selne Anbtingen, esto es, "los imperantes y su séqui
to",
en la versión demoledora de un docto colega itinerante, que
no trashumante, que hoy para en tierras vallisoletanas.
(-:> Editorial Actas, Madrid, 1998, 894 págs.
388
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Si hacemos caso de estas poco complacientes aproximaciones
al Minotauro. o al Leviatán,
por no hablar de la primera Bestia,
daremos
en reconocer que el reciente y monumental hbro de José
Manuel Cuenca y Soledad Miranda, El poder y sus hombres, vendría
a ser, si
no la biografia del Estado moderno trazada por R. H. S.
Crossman, si la radiografía del Estado Español -pays legal, quien
sabe cuán alejado del pays réel--durante los últimos tres siglos,
cabalmente desde
sus incipientes balbuceos hasta su desarrollo
actual.
Asi de escueto. Y así de importante también. Porque, tras
un arduo y abundoso acarreo de materiales, y mediante su punti
lloso y acribioso tratamiento posterior, se responde
de modo aca
bado al interrogante que, como reza el subtítulo, pretende desve
lar
la obra: ¿por quiénes hemos sido gobernados los españoles
entre 1705 y
1998? Traza, pues, la prosopografía de la España con
temporánea, tarea
que desde luego no puede darse -ni asilo pre
tenden los autores-por cerrada, aunque por el momento corone
un decenio de estudios monográficos, de los que se da precisa
cuenta
en el prólogo, teselas no simplemente yuxtapuestas, sino
integradas
en el vasto mosaico de la obra que se nos ofrece ahora
en impecable edición. Queda aún, junto con el allegamiento de
nuevos datos
-nunca se termina una labor como la presente-, el
diccionario biográfico ministerial
que se divisa su como lógica
desembocadura. Su volumen requeria,
en todo caso, tratamiento
específico y,
por lo mismo, publicación separada.
Dos palabras
tan sólo para destacar los aspectos más salientes
del libro. En primer lugar, como
ha despuntado en las lineas ante
riores, el estudio se contrae a
la élite ministerial. De alú que, por un
lado, se haya prescindido de los correspondientes grupos militares,
eclesiásticos, económicos, profesionales, parlamentarios o judicia
les, que habrian desbordado la inquisición, haciéndola a no dudar
lo más policroma y veraz, pero
con el riesgo consiguiente de pér
dida de nitidez; mientras que, por otra parte, temporalmente, el dies
a quose ha puesto en el nacimiento de las Secretarias de Despacho,
que determina el
de la administración estatal moderna. En segundo
término, las variables examinadas son suficientes y suficientemente
reveladoras para la obtención
de la sociología ministerial procura
da: la
edad de acceso y de salida del ministerio; el origen geográfi
. co, con especial y obvia atención a la distinción entre urbe y agro;
la herencia familiar,
en particular la extracción social y la profesión
389
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
paterna; la trayectoria académica, deteniéndose en la enseñanza
primaria, secundaria y universitaria; y finalmente, la cualificación
profesional.
Si las primeras trescientas páginas introducen los frutos
de la encuesta recorriendo los anteriores parámetros, con medidas
llamadas a la historiografía y la memorialística recientes, y juicios
que
no siempre se han de compartir, las más de quinientas restan
tes disponen los datos
en cuadros imprescindibles para quien desee
empeñarse
en investigaciones particulares.
Se ha dicho que las monarquías plantan árboles mientras que
las repúblicas los talan. Eran otros tiempos. También los scbolars
de corto alcance se azacanan con productos de adobo, muchas
veces precocinados, mientras
que los intelectuales de raza están
tocados
por la magnanimidad que les lleva a acometer grandes
empresas, precedidas siempre, sin excepción,
por la labor pa
ciente, callada, monacal.
MIGUEL AYUSO
Alfred M. Zayas: LOS ANGLO-AMERICANOS
Y
LA EXPULSIÓN DE LOS ALEMANES,
1944-1947 (')
¿Cuántos españoles saben que al finalizar la Segunda Guerra
Mundial se produjo la deportación de quince millones
de alema
nes? Una de las consecuencias más trágicas
de la contienda es,
fuera de Alemania, prácticamente desconocida, obviada por la
historiografía actual,
que en el mejor de los casos despacha en
cuatro líneas.
La deportación masiva de alemanes miembros de las mino
ñas germanas del centro y este de Europa: Países Bálticos,
Memel, Danzig y Sudetes, y los habitantes de Prusia Oriental,
Brandemburgo, Silesia y Pomerania, las regiones orientales del
Reich
que le fueron amputadas en beneficio de Polonia, se reali
zó forzosamente, sin ningún tipo de indemnización o compensa
ción, y en unas condiciones tan espantosas que provocaron la
muerte de más de dos millones ~e personas, a causa del hambre,
C") Historia XXI, Barcelona, 1999, 214 págs.
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pio sabet profesional. Porque, como dice el autor (pág. XV), "el
jurista
puede encontrar ayuda muy importante en la filosofía,
puesto
que los criterios con los que juzga no son sólo reglas juri
dicas que se encuentran en los libros de derecho, sino además,
principios o primeras verdades acerca de lo
que las cosas son y,
especialmente, acerca de
lo que es el ser humano, la sociedad y
el orden social; es decir, juzga partiendo de verdades filosóficas".
Y "la necesidad
que tiene el jurista de una filosofía es mayor que
la de otros universitarios, por el hecho de que el jurista es un pro
fesional del juicio" (pág.
XVI).
Francamente, no conozco ninguna otra obra que cumpla
mejor el fin
que se propone, y yo desearla verla en manos de
todos nuestros juristas españoles,
que encontrarán en ella una
doctrina cierta y segura para ordenar debidamente el fondo con
ceptual
de su pensamiento.
Dice el autor (pág.
XVI) que "este libro pretende ser una
ayuda para su formación humanista", la del jurista universitario.
Es este fin la mejor expresión, no sólo de lo que este libro viene
a significar, sino también del sentido último
que para la forma
ción de un jurista tiene el saber de un romanista, como es fun
damentalmente Jorge Adame.
A. D'ORS
]osé Manuel Cuenca y Soledad Miranda: EL PODER
Y SUS HOMBRES <'>
Max Weber acertó a encerrar la realidad estatal en una defi
nición que, desde entonces, ha sido frecuentada por los cultores
de las ciencias humanas. Por una senda menos transitada, Jakob
Burckhardt,
con referencia también al Estado, troqueló en su
Kultur der Renaissance in Italien una perifrasis descarnada, die
Herren
und selne Anbtingen, esto es, "los imperantes y su séqui
to",
en la versión demoledora de un docto colega itinerante, que
no trashumante, que hoy para en tierras vallisoletanas.
(-:> Editorial Actas, Madrid, 1998, 894 págs.
388
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Si hacemos caso de estas poco complacientes aproximaciones
al Minotauro. o al Leviatán,
por no hablar de la primera Bestia,
daremos
en reconocer que el reciente y monumental hbro de José
Manuel Cuenca y Soledad Miranda, El poder y sus hombres, vendría
a ser, si
no la biografia del Estado moderno trazada por R. H. S.
Crossman, si la radiografía del Estado Español -pays legal, quien
sabe cuán alejado del pays réel--durante los últimos tres siglos,
cabalmente desde
sus incipientes balbuceos hasta su desarrollo
actual.
Asi de escueto. Y así de importante también. Porque, tras
un arduo y abundoso acarreo de materiales, y mediante su punti
lloso y acribioso tratamiento posterior, se responde
de modo aca
bado al interrogante que, como reza el subtítulo, pretende desve
lar
la obra: ¿por quiénes hemos sido gobernados los españoles
entre 1705 y
1998? Traza, pues, la prosopografía de la España con
temporánea, tarea
que desde luego no puede darse -ni asilo pre
tenden los autores-por cerrada, aunque por el momento corone
un decenio de estudios monográficos, de los que se da precisa
cuenta
en el prólogo, teselas no simplemente yuxtapuestas, sino
integradas
en el vasto mosaico de la obra que se nos ofrece ahora
en impecable edición. Queda aún, junto con el allegamiento de
nuevos datos
-nunca se termina una labor como la presente-, el
diccionario biográfico ministerial
que se divisa su como lógica
desembocadura. Su volumen requeria,
en todo caso, tratamiento
específico y,
por lo mismo, publicación separada.
Dos palabras
tan sólo para destacar los aspectos más salientes
del libro. En primer lugar, como
ha despuntado en las lineas ante
riores, el estudio se contrae a
la élite ministerial. De alú que, por un
lado, se haya prescindido de los correspondientes grupos militares,
eclesiásticos, económicos, profesionales, parlamentarios o judicia
les, que habrian desbordado la inquisición, haciéndola a no dudar
lo más policroma y veraz, pero
con el riesgo consiguiente de pér
dida de nitidez; mientras que, por otra parte, temporalmente, el dies
a quose ha puesto en el nacimiento de las Secretarias de Despacho,
que determina el
de la administración estatal moderna. En segundo
término, las variables examinadas son suficientes y suficientemente
reveladoras para la obtención
de la sociología ministerial procura
da: la
edad de acceso y de salida del ministerio; el origen geográfi
. co, con especial y obvia atención a la distinción entre urbe y agro;
la herencia familiar,
en particular la extracción social y la profesión
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
paterna; la trayectoria académica, deteniéndose en la enseñanza
primaria, secundaria y universitaria; y finalmente, la cualificación
profesional.
Si las primeras trescientas páginas introducen los frutos
de la encuesta recorriendo los anteriores parámetros, con medidas
llamadas a la historiografía y la memorialística recientes, y juicios
que
no siempre se han de compartir, las más de quinientas restan
tes disponen los datos
en cuadros imprescindibles para quien desee
empeñarse
en investigaciones particulares.
Se ha dicho que las monarquías plantan árboles mientras que
las repúblicas los talan. Eran otros tiempos. También los scbolars
de corto alcance se azacanan con productos de adobo, muchas
veces precocinados, mientras
que los intelectuales de raza están
tocados
por la magnanimidad que les lleva a acometer grandes
empresas, precedidas siempre, sin excepción,
por la labor pa
ciente, callada, monacal.
MIGUEL AYUSO
Alfred M. Zayas: LOS ANGLO-AMERICANOS
Y
LA EXPULSIÓN DE LOS ALEMANES,
1944-1947 (')
¿Cuántos españoles saben que al finalizar la Segunda Guerra
Mundial se produjo la deportación de quince millones
de alema
nes? Una de las consecuencias más trágicas
de la contienda es,
fuera de Alemania, prácticamente desconocida, obviada por la
historiografía actual,
que en el mejor de los casos despacha en
cuatro líneas.
La deportación masiva de alemanes miembros de las mino
ñas germanas del centro y este de Europa: Países Bálticos,
Memel, Danzig y Sudetes, y los habitantes de Prusia Oriental,
Brandemburgo, Silesia y Pomerania, las regiones orientales del
Reich
que le fueron amputadas en beneficio de Polonia, se reali
zó forzosamente, sin ningún tipo de indemnización o compensa
ción, y en unas condiciones tan espantosas que provocaron la
muerte de más de dos millones ~e personas, a causa del hambre,
C") Historia XXI, Barcelona, 1999, 214 págs.
390
Fundaci\363n Speiro