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Número 373-374

Serie XXXVIII

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Jacques Maritain: personalidad proteica del siglo XX

JACQUES MARITAIN:
PERSONALIDAD PROTEICA DEL SIGLO XX
POR
THoMAS MoLNAR
Mientras generalmente consideramos a Jacques Maritain (1882-
1973), como
un monolito filosófico, un sólido bloque de humanis­
mo católico, fue en realidad un tipico intelectual moderno, llevan­
do la impronta de todas las ideologias dominantes durante la cen­
turia. Aunque
no creo en los escritos de "biografías psico-analíti­
cas",
que son un producto estéril de la cultura moderna, debemos
no obstante sopesar algunos de los pocos factores intimos que
determinaron la personalidad filosófico-religiosa de Maritain.
Como cualquier relevante burgués protestante
(en la Francia
del siglo
XIX este factor tenía su importancia en la cristalización
de
una vida), bajo la influencia de Henri Bergson se convirtió al
catolicismo, simultáneamente con docenas de pensadores, escri­
tores y artistas. Fue, además, el marido de Raissa Oumansoff, una
judfa rusa y una muy vigorosa personalidad. Tengo esta informa­
ción de un testigo, invitado a reuniones literarias en el París de
los años 1920 a 1930, en las que Raissa ejercfa una gran influen­
cia sobre Jacques, algo
que yo puedo confirmar a través de mi
propia observación en 1950, en su casa, en Princeton University:
la esposa dominaba la conversación
en torno a la mesa del
comedor mientras el filósofo, a quien
hablamos venido a oir,
intervenía sólo de vez en cuando. Ella moldeaba el ambiente con
sentencias como ésta: "Jacques y yo pesamos que ... ", lo que no
era infrecuente.
El segundo impacto dominante en la poética y semi-mística
sensibilidad de Maritain fue el de Charles Maurras, sin
duda el
prínceps pbílosopborum de la primera mitad de esta centuria, y
Verbo, núm. 373-374 (1999), 253-263. 253
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más allá. Esta influencia no solamente produjo una magrúfica
aproximación analítica (acaso excesivamente racional) hacia los
problemas; también mostró la predisposición
de Maritain a estar
poseído
por dos mentalidades, a la vez bergsoniano y maurra­
siano, con todos los contrastes posibles. Así, ser maurrasiano
(Maritain más tarde lo negó) y discipulo de Bergson, fue no
pequeña hazaña, y hemos de añadir también un tercer impacto,
el del sacerdote jesuita, Clérissac,
que no sólo fue un admirador
de Maurras, sino también la mente directora que facilitó la evo­
lución de Maritain
en la dirección tomista. En un terreno en el
que agudas diferencias intelectuales crean conflicto o concilia­
ción, cuatro personas
-Raissa, Bergson, Maurras y Clérissac
(más
un número nunca revelado de otros: Cocteau, Gilson, Max
Jacob, Berdiaev, Julien Green, Mounier, Marc Sangnier)
(1)­
serian suficientes para crear una perdurable confusión o una
vívida síntesis. Ello explica acaso la amplia influencia de Maritain
en sus jóvenes contemporáneos, desde el Papa Pablo VI, de
quien captó la atención hacia los profesores católicos de
América (el tipo "Commonweal", esto es, el tipo medio
bien
pensante), en el periodo entre 1940-1970, cuando el Concilio
Vaticano radicalizó posiciones
y singularizó a un primer plano a
otras personalidades (2).
La síntesis mariteniana fue filosoña católica, pero no simple­
mente en su aceptación ortodoxa, antes bien como tomismo sua­
vemente impelido hacia simpalías izquierdistas. Las dos mentali­
dades expuestas fueron cauce para originar
una extraordinaria
doble trayectoria. Una fue el tomismo como tal, de nuevo redivi­
vo a partir del pontificado de León XIII. La otra, fue una mezcla
(1) Vul. RAlsSA MARITAIN, Les Grands Amitiés (1949), entre otras cosas, tam­
bién una crónica de los hombres e ideas que giran en torno a la pareja.
(2) BERNARD DoERING elogiaba a Maritain, en términos casi exentos de críti­
ca,
en su libro Jacques Maritain and tbe Frencb Catolic Jntelectuals (Notre Dame,
1983). Maritain presentó a profesores y publicaciones de la academia católica
americana el otro lado del catolicismo francés, respecto
al cual los medios cató­
licos americanos
conocían escasamente el lado izquierdista (progresista). Esto les
preparó para
la reforma litúrgica y otras efectuadas más tarde por el concilio
Vaticano.
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JACQUES MARfl'AIN: PERSONAUDAD PROTEICA DEL SIGLO XX
de corrientes izquierdistas cuya moda empezó a fines del último
siglo,
no con Marx, sino con los .criterios ideológicos del jacobi­
nismo, populismo ruso (3), democracia católica de Marc Sangnier
y el personalismo cristiano de Emmanuel Mounier, creador del
grupo "Esprit". En parte
por la influencia de su mujer, Maritain
rompió con el movimiento de Maurras, "Action Frani;aise", to­
mando como pretexto la "oportuna" condena de este movimien­
to
por Pío XI en 1926. Esta fecha representa una importante reo­
rientación
en la significación mundial de Maritain. Antes, había
sido antimodernista, designando a Descartes, Lutero y Rousseau
("Los tres reformadores", como los denomina
en una obra impor­
tante), como
la fuente de creencias y especulaciones erróneas.
Posteriormente, fijó
su atención hacia otras cuestiones, como la
justicia social, el descontento
de las masas y una cierta simpatía
hacia el colectivismo y cualquier cosa hostil a la mentalidad y
estructuras burguesas (
4). La evolución intelectual de Maritain sir­
vió así como modelo para la
de otros, desde el arzobispo Montini
de Milán (Pablo
VI) hasta !ves Simon. Muchos otros hicieron una
similar peregrinación desde la derecha a la izquierda, mientras
otros la hacían
en dirección opuesta.
Las razones para tal desplazamiento, desde un horizonte
ideológico al otro,
no son difíciles de descubrir ei¡el caso de
Maritain. Independientemente de ideas y conceptos,;:percibimos
(3) En los años treinta, Nicolás Berdiaev, un refugiado recientemente salido
de la Unión Soviética, se unió a Maritain y a otros como "Cristianos de izquier­
da". Citemos que Jacques y Raissa, durante la recogida de fumas en defensa de
la Rusia socialista, habían colaborado con estudiantes que habían sido juzgados
por los tribunales zaristas.
(4) Este
aborrecimiento de los "burgueses" fue un fenómeno muy frecuente
en Francia. Enfrentando al individualismo con sus gestiones capitalistas, la atrac­
ción
de las masas sobre los intelectuales jóvenes de izquierda y derecha estuvo
presente desde 1789, básicamente una revolución liberal-burguesa,
de Lamennais
a Emilio Zola.
La atracción de las "masas" puede desviar a un intelectual francés
hacia Hitler o Stalin, como muestran numerosos ejemplos. He encontrado esta
fuerza mental
de gravitación hasta tan lejos como en el Brasil: el obispo Helder
Cámara, un eminente izquierdista en los años sesenta y setenta, babia empezado
como un simpatizante del fascismo, más
tarde, del comunismo, en su variedad
hispano-americana, viva también
en el Brasil de habla portuguesa.
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en él un alma inquieta, pendiente de un elevado drama y sacu­
dido por los encuentros de intelectuales tan opuestos como
Bergson, Maurras, y la misma Raissa. Por otra parte,
pensamos
que Maritain abandonó su atracción hacia el marxismo (su
variedad cristiana), y llegó a ser, de
nuevo en nombre del
cristianismo, un estusiasta devoto de los Estados Unidos, en la
creencia de que el modelo de democracia americana tenía una
aplicabilidad universal, no por causa de la prosperidad de este
país y su relativa paz social, sino
porque en la mente de
Maritain, había llegado a personificar el ideal
de la democracia
espiritual.
Confiaba en este modelo como en una especie de via
sobrenatural, persuadido
de que es una vocación de la huma­
nidad el establecer
una tal comunidad ético-política. A pesar de
su tardía crítica de
un todavía más entusiasta Teilhard (en Le
paysan de la Garonne), Maritain escribió en The Rigbts of Man
and Natural Law que en una sociedad verdaderamente demo­
crática
no habría necesidad de introducir legislación protectora
de los derechos religiosos de los creyentes, ni siquiera cuando
tales derechos descansan
en verdades fundamentales (cristia­
nas).
La democracia es en sí misma (en su opinión) el bien
común. Inútil decir, que tales convicciones tuvieron luego tre­
menda influencia en la atmósfera del Concilio Vaticano, de tal
manera
que el vulgo hablaba de Maritain como uno de los
padres del Concilio, tan importante
por su influencia como
cualquier obispo (5).
Así, mientras el tomismo de Maritain llegó a considerarse
como su última expresión clásica en la opinión de nuestros con­
temporáneos, en el otro plano (en lo que antes hemos denomi­
nado las dos facetas o trayectorias de su pensamiento), enseñó
una especie de bergsonismo cristianizado, no muy alejado de la
opinión de otro seguidor de Bergson, el padre Teilhard de
Chardin. Como estos dos últimos pensadores, Maritain parece
(5) El padre Courtney Murray, el jesuita americano, participaba en los juicios
de Maritain sobre la democracia y la Iglesia, y sobre su esperada convergencia,
casi fusión. Posiblemente fue tan influyente
en el Concilio Vaticano como el
mismo
Maritain, y más directamente respecto a ciertos documentos conciliares.
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JACQUES MARITAIN: PERSONAUDAD PROTEICA DEL SIGLO XX
haber postulado un vasto impulso evolutivo, un despertar de la
conciencia humana de naturaleza irresistible y
que debería ser
constantemente reforzada
por la adhesión de personalidades
eminentes, como sacerdotes y sabios eruditos. Muy a
menudo
encontramos esta clase de mezcla: entusiastas de la democracia,
que creen, no obstante, en grandes personalidades-guía, semi­
mISticas. El fascismo fue una idónea ilustración: las masas y el
Fubrer-Prinzip. El padre Teilhard estaba convencido, por ejem­
plo,
de que los campos de concentración de los reglmenes tota­
litarios son una rudimentaria forma de concienciación colectiva,
elevándose lentamente por sí misma al estatus de colectividad
ideal. Maritain
no cuestionó realmente este impulso evolutivo,
simplemente le puso objeción cuando encontró que los apolo­
gistas de Teilhard deificaban dicho impulso.
Él lo consideró siem­
pre, esencialmente, como una fuerza histórica evolutiva.
Sin embargo, la fe católica de Maritain y su sentido de la dis­
ciplina especulativa tomista, actuaban como un constante recor­
datorio de que la lava del rapto mlstico debe permitirse para fra­
guar
en moldes conceptuales. Hay famosos pasajes de su obra
que muestran una notable sobriedad intelectual que resiste la
influencia
no sólo de teorías particulares sino también de com­
pletos sistemas
de pensamiento enraizados en siglos de tradición.
Tales pasajes, leídos como sentencias, haáan circular graves erro­
res,
no obstante parecen tener su origen en un hombre caritati­
vo, autorizado para examinar y sacar conclusiones. En alguno de
estos pasajes establece su posición respecto a varios hombres
sobresalientes cuyas diversas tradiciones protege.
El protestantis­
mo y la ilustración están comprendidos en. esta forma de consi­
deración
critica cuando Maritain formula su veredicto: "Lutero
trajo a la humanidad, 230 años antes
que Juan Jacobo Rousseau,
la liberación de la inteligencia;
un rescate del esfuerzo para pen­
sar y para poder hacerlo de acuerdo con las reglas de la lógica".
Se juzga a todas las filosofías idealistas -Kant, después Husserl
y antes
Berkeley-y respecto a muchas de las modernas, dice:
"Los pensadores idealistas sostienen que no habríamos adelanta­
do a partir del conocimiento de las cosas, sino a partir del cono­
cimiento del conocer"
(Les degrés du savotr). Respecto del brah-
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manismo1 escribe: "Estos pseudo-místicos se esfuerzan en alcan­
zar altura por el solo esfuerzo humano, sin la gracia" (An intro­
duction to Phtlosophy). Y están las famosas páginas, en Le paysan
de la Garonne, en las cuales Maritain, en realidad, pasa por enci­
ma de las discusiones de los filósofos, cada uno de los cuales
recibe
menos que una homosa disculpa. Descartes, Kant, Ricoeur
("de
quien yo más bien recelo"), Sartre: a cada uno lo cubre de
cumplidos y epitetos admirativos por su perspicacia, estilo y éxi­
tos. Incluso
en el prólogo Maritain declara enfáticamente ser
consciente de que está en lo cierto, de que a pesar de su brillo,
¡no son filósofos! "Son ideósofos ... la expresión no es peyorati­
va, solamente sugiere
que su búsqueda se realiza a lo largo de
otro sendero; no del de la filosofía".
Bernard Doering califica este estilo, de "sarcástico". Es,
desde luego, inmaterial. La trayectoria de Maritain, a pesar de sus
vaivenes y desviaciones, es integralmente filosófica como para
tenerlo acreditado con genuinas y bien argumentadas tesis difíci­
les
de contradecir. De hecho, Maritain está seguro de conocer las
grandes contribuciones
para el progreso del espiritu humano de
los pensadores criticados. De Mircea Eliade, por ejemplo, escri­
be: "Gracias a Dios él [Eliade]
nunca quiso ser un guía para la
gente joven". Estas afirmaciones implican, sea con o sin espíritu
sarcástico, que Maritain evita fácilmente el convertirse en un fósil
repetidor
de las últimas teorías proclamadas por muchos feno­
menólogos, hermeneutas, y otros inventores de jerigonzas. Esto
sucede también porque él anduvo, o al menos estuvo tentado de
andar por muchos senderos que después desechó o incluso blo­
queó. Su sarcasmo
puede haber sido dirigido contra él mismo,
contra las potencialidades
de su propia especulación.
El resultado de la riqueza de su pensamiento convirtió a
Maritain
en un popular héroe especulativo en los dos campos, y
en ningún caso, en una especie de figura enigmática, quizás
incluso traidora, para los maurrasianos (6).
Por otro lado, tampo-
(6) Esto es especialmente verdad en el caso del padre Julio Meinvielle, de
Argentina, el cual dedicó varios escritos y libros enteros a la crítica de Maritain,
sus conceptos políticos y sobre la persona humana (1945, 1948).
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JACQUES MARITAIN: PERSONAUDAD PROTEICA DEL SIGLO XX
co era suave con sus seguidores de la izquierda, él, que entendió
tan
bien -por lo menos fuera de la política-, las raíces de los
errores sentimentales, la falsedad a causa de objecciones misticas,
la ciencia-ficción
de Teilhard. Sin embargo, la cuestión permane­
ce, aunque aliados
y oponentes están comprometidos a buscar la
respuesta. Habiendo sido
un católico realista, ¿cómo pudo
Maritain adherirse en política a tantas posiciones izquierdistas,
centradas alrededor de la democracia, la soberanía popular, el
pluralismo
y las conexiones internacionales? (7). (;Jaramente,
Maritain parece haber reconciliado las dos. Por una parte, están
los trabajos
que le dieron credibilidad entre los tomistas (8), mau­
rrasianos (hasta
su secesión en 1926), la derecha pensante; por
otra parte están los círculos que daban la bienvenida a las cues­
tiones que él planteaba: como reconciliar
el pensamiento intelec­
tual
en lo que concierne al pensamiento social posterior a la
Rerum novarum de la Iglesia, aún en sus más radicales expre­
siones como los comunistas, la democracia americana y la socie­
dad plural. Detrás de esta última, había la esperanza de los inte­
lectuales, posteriormente alcanzada
por el Concilio Vaticano, de
que la democracia tenla robustas raíces cristianas, de que el régi­
men democrático no es necesariamente jacobino, de que puede
confiarse en su evolución hacia el cristianismo liberalmente inter­
pretado. Aquí
hago una reflexión personal par iluminar la actitud inte­
lectual maritainiana.
La revista Esprit había sido lanzada por
Mounier en 1932, junto con Maritain, Berdiaev, Albert Béguin, y
otros, etiquetados diversamente como "cristianos demócratas" o
O) Entre los escritos suplementarios a Le Paysan de la Garonne (el manus­
crito fue terminado
en diciembre de 1965, eso es, cuando el Concilio Vaticano
también terminó),
Maritain continuó su lucha contra las ideas de Teilhard de
Chardin. ¿Fue el controvertido jesuita un genuino místico, como los teólogos Henri
de Lubac y el cardenal Joumet sostuvieron, o un subjetivista y uentusiasta", como
le vería Ronald Knox? Evidentemente, Maritain fue incapaz de resolver el caso,
pero
de nuevo su indeciso modo de escribir sobre el tema puede denotar su sim­
patía por las preferencias izquierdistas.
(8) Sería desde luego un gran error situar a todos los tomistas en el campo
maritainiano, pero siguiendo
al padre Clérissac, esta fue por algún tiempo una
postura semi-oficial.
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THOMAS MOLNAR
"cristianos socialistas" (9). El resumen y la perspectiva del perio­
dismo político podría
haber sido una exhibición de la mayoría de
las cosas
que poco antes Maritain habría probablemente recha­
zado, lo
que demuestra el cambio bastante rápido que experi­
mentaron sus ideas
en unos pocos años. La época, allá por los
años treinta (cuando
la debacle de Wall Street, el socialismo del
New-Deal de Roosvelt, el plan quinquenal
de Stalin, el nacional­
socialismo
de Hitler), levantó suficientes espectativas para
Mounier como para quedar convencido de que un nuevo com­
promiso con el cristianismo había nacido. Ello inclinó a Marc­
Sangnier a favor de su fe en la democracia, cuando el misticismo
ortodoxo ruso de Berdiaev estaba recién importado, coexistiendo
con la nueva cosmogonía de Teilhard, con los seculares sueños
sociales democráticos todavía
no separados de la espiritualidad
del siglo
XIX, y no lo peor, con el espíritu del marxismo "real",
como opuesto a las inquietantes noticias
que llegaban de la
Unión Soviética. No obstante
su eclecticismo, Esprit estuvo diri­
giendo las ondas
que pocos años más tarde trajeron el "Front
Populaire" (y
en España el anti-Franco Frente Popular). con su
componente anarquista-comunista, coincidiendo con la Segunda
Guerra Mundial, maquinada en parte por la necesidad de Stalin
del aplastamiento
de los poderes burgueses de Alemania, Francia
y Gran Bretaña.
Muchos años más tarde,
en 1958, fui a la oficina de Esprit
en París, para encontrar a Jean-Marie Domenach, sucesor de
Albert Béguin, el cual, a su vez, había tomado el relevo en la
dirección de Mounier. Nótese
que esto fue dos años después del
famoso discurso de Kruschev, cuando el levantamiento de
(9) Estas dos etiquetas están diversamente atribuidas a los partidos pol1ticos
en los países de Sudamérica hasta que se inclinaron por .el modelo de los Estados
Unidos
y empezaron a usar el de "conservador" y "liberal", Sin embargo, los
"cristiano-demócratas" y los "católico-socialistas" expresaron mejor la herencia
maritainiana
y sugirieron al mismo tiempo, la principal interpretación de la idea
p:,11tico-religiosa de los filósofos franceses. "Cristiano" y "Católico" tenía un olor
de moderado izquierdismo de dichas palabras en el contexto Sudamericano, que
eran entonces desplazadas más hacia la izquierda con las palabras "Demócrata" y
"Socialista".
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JACQUES MARITAIN.· PBRSONAUDAD PROTEICA DEL SIGLO XX
Budapest. Pero, perm!tasenos omitir los tópicos de nuestra con­
versación y
detenemos en la recapitulación que hizo Domenach:
"Sí, el régimen comunista ha cometido actos perversos, pero
Kruschev todavía preside los destinos del único país en el que los
medios de producción están colectivizados (10).
Esprit no fue el único periódico entre muchos, era una agru­
pación religiosa progresivamente secularizada; fue también
un
ambiente ideológico, casi un partido político, aliado no sólo con
Maritain y sus admiradores, sino también con Les Temps Moder­
nes, de Jean Paul Sartre, y abiertamente compañero de viaje de
los foros izquierdistas.
La cuestión es, sin embargo, no el análisis
de los periódicos
que sostenían las convicciones de las creencias
maritainianas, sino el lugar de Maritain en el movimiento -mien­
tras llegó a ser al mismo tiempo el decano de los filósofos tomis­
tas
y ocupaba una posición privilegiada entre los consejeros del
futuro Papa, Pablo
VI.
Un intento de respuesta es la suprema destreza de Maritain
como equilibrista.
El libro de Raissa, rebosante de recuerdos lle­
nos de amor, caridad y expresiones de compañerismo, es una
especie de semi-mística ascensión hacia una inefable deidad que
es actualizada en la historia como la última inspiración del esfuer­
zo humano. Casi todos los espiritualistas (pensar
en la omnicom­
prensiva palabra
esprit), no consideran que su punto de partida
y su itinerario puedan reunir a esta asamblea de píos rebeldes. El
indiscutible lider carismático, el ex-maurrasiano (y otras muchas
cosas) Maritain, llegó a
ser una figura central: un tomista estricto,
un antifascista, un admirador de la democracia, y aun inclinado a
una devota y profesora! existencia, incluso con vida pública y
política, si tenemos en cuenta su embajada en el Vaticano en los
inmediatos años
de· la postguerra. He aquí a un complejo y
moderno hombre que sumergido en la erudición y con espíritu
(10) Jean-Marie Domenach murió en 1997 anticomunista, pero todavía
dudando
en la mayoría de las soluciones de interés público. Su última batalla lite­
raria lo aplastó. Era contra los intelectuales judíos que le acusaban como cesante
director del muy progresista
Esprit, de estar contra la politica de Israel vis a vis de
los árabes, un disfraz, insistían, de su anti-semitismo.
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THOMAS MOLNAR
práctico, acabó por ser consagrado por la férrea nueva alianza
entre el catolicismo y la democracia.
El acto final de consagración
vino
con el Concilio Vaticano, cuya general orientación y deci­
siones particulares, llevaban, a los ojos de todos, la
jmpronta de
Maritain. Pero hay
aqu!, desde luego, algo más que tentativas de res­
puestas; también está el
porqué Maritain llegó a ser una especie
de depositario de la sabiduría católica, y
no sólo católica, en este
siglo de conflictos salvajes. En
un sentido medieval, fue un via­
tor, un peregrino, visitando y buscando en muchos santuarios.
Este es el testimonio de
su honestidad intelectual, pero solamen­
te llegó a
ser cre!ble por su insistencia en sólidas e imnutables
ideas fundamentales. Estas ralees
son de naturaleza metafísica y
tal metafísica es invariablemente católica y tomista. Mientras sus
admiradores
han estado intrigados por sus muchas inclinaciones,
el verdadero reconocimiento de su personalidad está basado en
su compromiso fundamental, que puede ser o no ser también el
de dichos admiradores. Esto no pretende velar las misteriosas
paradojas maritainianas. Hay
aqu! una ilustración de sus "dos
lados" que justifican muchos de los ataques
que se le dirigieron,
por ejemplo, por el padre Julio Meinvielle, el sacerdote profesor
en la Argentina. Maritain, en su Preface to Metapbystcs, escribe:
"Para los modernos,
el objeto de la lógica ya no son las cosas en
si mismas, pensadas como transportadas dentro de la mente, pero
puras formas de pensamiento, como si a través del conocimien­
to tuvieran una estructura y formas independientes de las cosas,
y los lógicos estudiaron estas formas y estructuras del pensa­
miento". Esto
es Aristóteles y su lucha contra la eterna y activa
invasión del subjetivismo, idéntico
en su alcance a la propia
lucha de Maritain contra las formas del moderno subjetivismo,
Lutero, Descartes, Kant, Husserl.
Sin embargo,
el mismo Maritain, con una especie de irresisti­
ble movimiento hacia la modernista dualidad de mente, acepta al
bergsoniano y próximo
al supuesto teilhardiano de que la mente
humana y la substancia moral
han crecido gracias a algún impul­
so
(élan) evolutivo, y que continuará haciéndolo igual. En su
forma más agresiva, he encontrado esta mentalidad
en el Chile
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JACQUBS MARITAIN: PERSONAUDAD PROTEICA DEL SIGLO XX
pre-allendista, donde los periódicos y foros de los jesuitas y aún
de los sindicalistas católicos discutían la necesaria 'conciencia­
ción"
de obreros y campesinos, un esfuerzo que vino a reforzar
la propaganda marxista. ¿Sucedió asi porque
el nombre. de
Maritain está literalmente consagrado
por la burguesia sudameri­
cana (la clerecia
es más radical), como autor de fórmulas de
reconciliación de los polos opuestos de la lucha económica?
El
resultado es que el status de Maritain quedó realzado, mientras
se mantuvo contra las religiones cuya idea fundamental era una
mezcla de emocionalismo y ciencia, dando como ejemplo el
positivismo y sentimentalismo de Augusto Compte. Sin embargo,
su propia filosofía religiosa, a la vez ortodoxa y tomista, no le
salvó a él
ni a sus discípulos de ocasionales incursiones a extra­
ñas aventuras semi-espirituales. Como escribió
en Scholasticism
and Politics: 'La liberación pedida por el hombre es tal, que la
posesión del
mundo le dejarla todavía insatisfecho; consideramos
al hombre como
un animal raro que se contentarla, nada menos,
que con una absoluia felicidad" (11).
(11) Podemos notar un sombrío sentimiento de auto-destrucción de parte de
los dirigentes intelectuales
de la Iglesia Católica, en cualquier caso, una falta de
confianza y ciertamente una falta decisiva de dirección y de acci6n. Bien conoci­
das son las desesperadas palabras del papa Pablo
VI sobre la cuestionable sabi­
duría de sacrificar
la lengua latina en el altar de un mundo al cual quizá ni le
importe.
Maritain mismo declara: "En mi opinión, tenemos que enfrentarnos hoy
con una importante liquidación, una liquidación de cinco siglos de cultura clási­
ca, siendo dicha cultura
la brillante disolución de la civilización medieval"
(Scbolasticism and .Politics). Autodestrucción, dudosa sabiduría, liquidación, no
son exactamente esperanzadoras y prometedoras palabras de parte de los · diri­
gentes de una institución.
El libro en cuestión da también alguna perspectiva
sobre los rasgos hamletianos del pensamiento de
Maritain. La sentencia inicial
sugiere los "dos
raíles" sobre los cuales discurre este pensamiento... "me doy
cuenta enseguida de que mi punto de vista no será el de una simple lógica de
ideas y doctrinas, sino
el de la lógica concreta de los acontecimientos de la his­
toria". Entonces, ¿en qué, pues, se .sostiene la "primera lógica"?
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