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Número 373-374

Serie XXXVIII

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Blas Piñar López: Mi réplica al cardenal Tarancón

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Bias Piñar López: MI RÉPLICA AL CARDENAL
TARANCÓN
Es éste un libro de casi 200 páginas, de amena y fácil lectu­
ra. Pero es
un libro que no dejará indiferente al lector, en buena
medida porque trata de hechos de nuestra historia más reciente
que todavía suscitan reacciones apasionadas por su trascenden­
cia. Aunque
no todos los que cojan este libro en sus manos lo
enfocaran de la misma manera:
Están, de
un lado, los que han vivido los hechos que se rela­
tan, los recuerdan, de uná u otra forma se apasionan con ellos,
bien sea desde la concordancia ideológica, bien sea desde la dis­
crepancia más absoluta. Estas personas podrán seguramente enri­
quecer, o matizar con su particular testimonio los hechos que se
tratan, pero algunos de estos -tal vez incluso muchos-, según
formación, influencias, circunstancias, intoxicación, etc., corren
el
riesgo de caer en prejuicios hijos de la experiencia y el apasio­
namiento.
De otro lado estamos las personas que no vivimos ninguno
o casi ninguno
de los hechos que se narran, por haber nacido
después del cambio político,
eso que llaman transicion demo­
crática
unos y traición otros, o por haber nacido pocos años
antes 1e ese proceso y ser entonces, aunque lo hayamos vivido,
demasiado jóvenes para damos cuenta de su trascendencia y
guardar
un recuerdo preciso. En este segundo caso la lectura o
el comentario
no podrán ser enriquecidos por la experiencia per­
sonal, o sólo muy escasamente,
pero tampoco podrá acusarse a
nadie
de tener prejuicios o ideas preconcebidas, ni de añorar un
pasado o un régimen que reahnente no se ha conocido. Esta es,
por necesidad, la óptica de quien esto escribe.
D. Vicente Enrique y Tarancón, el "Cardenal de la Tran­
sición", escribió
un libro publicado por PPC (Promoción Popular
Cristiana), y titulado
Confesiones, en el cual daba su visión par-
(•)' Fuerza Nueva editorial. Colección Denuncia, Madrid, 1998.
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ticular, sesgada, de la más reciente historia política y religiosa de
España.
En sus páginas se presenta a la Iglesia de España "conser­
vadora" como
una Iglesia no evangélica y a la Iglesia "progresista"
de la Transición como el modelo ideal para las futuras generacio­
nes.
Ni la primera fue tan "mala", ni la segunda es tan "maravillosa".
Además el
Sr. Cardenal defiende su tesis "excusándose" a sí
mismo y "acusando" a los que no piensan como él, entre otros
acusa a Bias Piñar
y a Fuerza Nueva. Por tal motivo toma Piñar
la pluma y publica su réplica en una serie de artículos que apa­
recieron
en la revista Fuerza Nueva, y recopilados hoy en este
libro
que nos ocupa. Y en ella no opone sólo afirmaciones a afir­
maciones, sino que aduce en apoyo de sus argumentos-además
de su testimonio personal y de aportar otros. testimonios adicio­
nales--una abrumadora prueba documental con la que demues­
tra
que la transición no ha logrado la tan cacareada pacificación
sino a
base de lamentables concesiones que han dañado la fe de
nuestro pueblo y
su comportamiento cristiano.
En esa réplica cada capítulo aborda
un tema monográfico
que le proporciona una unidad. Dicho de otro modo, el libro
puede leerse .de un tirón, o bien puede leerse por fragmentos,
cogiendo capítulos
al azar, por el orden que se desee, sin que
ello afecte a la comprensión global del texto, ni reste fuerza a las
argumentaciones del autor.
Tiene,
por ello, la ventaja de que puede leerse en cualquier
lugar, con tranquilidad toda
una tarde, o a trompicones en el
autobús, sin que se vea mermado su interés.
Pero tras finalizar la lectura uno se queda con la impresión
de
que sobre cada uno de los puntos que se tratan se podría
haber dicho mucho más. Y que todos ellos podrían ser enrique­
cidos
por otros muchos testimonios análogos, aportados por el
mismo autor o
por otros testigos que vivieron esa época desde
puestos privilegiados. Estimo además que
son varias las personas
que querrían aportarlo, concretamente todos aquellos
que son
aludidos por el Sr. Cardenal en su libro, algunos de los cuales no
tienen cauce para defenderse de las acusaciones del Cardenal, y
otros
no pueden hacerlo por haber ya fallecido. Me parece, pues,
justo señalar
que Bias Piñar defiende en la medida que sabe y
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puede a los que se hallan en esa situación, como por ejemplo a
Mariano Sánchez Covisa, fallecido el último Año Santo Compos­
telano peregrinando a Santiago.
Los puntos que trata, Piñar tienen todos sumo interés, y son,
por lo menos, los que siguen:
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l. La opinión que le merecen al Sr. Cardenal la persona de
Bias Piñar y Fuerza Nueva como movimiento político y
como corriente de opinión.
2. La Encuesta al Clero de finales de 1970. Una encuesta
anónima hecha al conjunto del clero español, y
que
puso de relieve una serie de desafueros de parte de algu­
nos sacerdotes,
que nunca fueron corregidos por quien
. correspondía,
en parte por no permitirlo el hecho de
haber sido anónima esa encuesta
y por tanto ignorarse
cuáles
eran las manzanas podridas del cesto.
3. Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes de septiem­
bre de 1971,
en que se manifestaron (¿por primera vez?)
públicamente las tendencias izquierdizantes de parte del
clero,
que pretendía pedír perdón por haberse alineado
con uno de los dos bandos contendientes en la cruzada,
con las ampollas que eso levantó y sigue levantando.
4. Se pone de manifiesto que el Sr. Cardenal tuvo un giro
ideológico radical. En los años posteriores a la cruzada
era el más acérrimo defensor del carácter religioso de
nuestra contienda, y en los últimos años negaba incluso
la existencia de mártires. Asimismo durante el pontifica­
do de Pablo VI, por razones de "oportunidad política" se
silenciaron los martirios de la Cruzada y se paralizaron
los procesos de beatificación iniciados, a instancias
de
altas jerarquias de la Iglesia Española.
5. También la opinión que el Sr. Cardenal y altas jerarquias
de la Iglesia española manifiestan del anterior Jefe del
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Estado, Francisco Franco, sufre un giro radical. De ser
"un hombre providencial, adalid del catolicismo", pasa a
posturas
no sólo de alejamiento despectivo, sino incluso
a bendecir posturas
de insubordinación y ofensa contra
el Jefe del Estado.
6. El Sr. Cardenal vetó la visita de la imagen de la Virgen
Peregrina
de Fátima a Madrid por un supuesto "trasfon­
do politico" que ningún otro prelado de ninguna otra
diócesis
en España supo ver, mientras no evitó, e inclu­
so alentó, otras actuaciones propias o ajenas
de "tras­
fondo político" más claro, escandaloso
y pernicioso.
7. Tarancón expresa opiniones despectivas y partidistas
contra la revista
Iglesia-Mundo, calificándola de ser de
"extrema derecha", mientras otras publicaciones
que ata­
caban el dogma, la moral, la liturgia
y la disciplina se sal­
vaban de la quema
del Sr. Cardenal.
8. Hace lo propio con la Hermandad Sacerdotal Española,
hacia la que muestra claros rechazo
y beligerancia, tan
injustos como injustificados.
9. Autorizó el proceso de un sacerdote -a lo que podía
negarse por los términos del Concordato-por un arti­
culo en que defendía a la Sant!sima Virgen, cuando otras
actuaciones de otros sacerdotes más escandalosas e
incluso delictivas topaban con la falta de autorización del
obispo para llegar a los tribunales.
10. Hubo evidente precipitación en su nombramiento como
arzobispo de Madrid,
hecho el mismo dfa de la muerte
de su antecesor
D. Casimiro Morcillo, y saltándose todo
el procedimiento habitual para proveer
una diócesis tan
importante como la de Madrid.
11. Tanto la Acción Católica -sirviéndose del apostolado
seglar-como la Conferencia Episcopal Española -ésta
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desde que la presidió el Cardenal Tarancón-y con ellas
sectores importantes
de la jerarquía y del clero, hicieron
frente común
con el marxismo para atacar al poder polí­
tico, sirviéndose
de su posición de privilegio en un régi­
men confesionalmente católico en el que la acción de la
Iglesia era protegida y respetada desde el
poder estable­
cido.
12. "Buenos cristianos" que según confesión propia "conta­
ban con la aprobación de la jerarquía" fueron los res­
ponsables
de la aprobación de la ley del divorcio, entre
otras, consideradas como "mal menor", y que como
todos los
umales menores" han resultado ser "males
mayores".
13. Otro de los giros ideológicos radicales del Sr. Cardenal y
sus corifeos
ha sido el tema de la confesionalidad cató­
lica del Estado: la
unidad católica y el llamado nacional­
catolicismo,
que según el propio cardenal "todos nos lo
creíamos entonces". Ese mismo "bien inestimable que
habla que conservar" se convertía en una reliquia del
pasado,
en la que ya sólo creían algunos extremistas, y
representaba
un lastre para la Iglesia y la evangelización,
en definitiva, el mal a evitar. Pero la pérdida de esa uni­
dad católica ha representado el advenimiento de un anti­
catolicismo institucional militante.
14. Las ejecuciones de terroristas de la ETA y el GRAPO en
septiembre de 1975 son motivo de agrias afirmaciones
del Cardenal contra el anterior régimen y
su titular, por
negarse a la petición de clemencia que hiciera en su día
el entonces Papa reinante Pablo VI, que condenó con
menos fuerza el terrorismo
que las había motivado que
la resolución judicial que condenaba a muerte a los reos
por sus crímenes.
En los últimos capítulos sobre todo se va haciendo
patente
una realidad escalofriante: la transición, con
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todo lo que ella supuso de traición a un régimen, cha­
queteo
de sus protagonistas, escándalo en muchos fieles,
contubernio con el comunismo, etc., no fue algo exclu­
sivo de la Iglesia española, ni probablemente habría teni­
do lugar en ella si no se hubiera dado conjuntamente un
proceso análogo de contubernio y giro a la izquierda en
la Iglesia Universal, que alentó desde altas esferas el
cambio
en la Iglesia española, y lo favoreció cuanto le
fue posible. De forma
que todo el proceso, iniciado a
raíz del Vaticano II, representa más que
un "volverle la
espalda la Iglesia española al régimen
que la salvó del
martirio"
un "volverle la espalda la Iglesia universal a
todo lo
que antes del Vaticano II se entendía como
correcta forma de evangelización, ecumenismo, predica­
ción y propagación de la Fe".
15. La Iglesia pretendió avanzar en su misión pastoral pac­
tando
con los enemigos de Dios, y por ese contubernio
los enemigos de la
Fe alcanzaron cotas que nunca hubie­
ran debido alcanzar.
Y el mal, que ha sido muy grave en
todo el mundo, ha sido particularmente grave en
España, que era la única nación donde todavía se con­
servaba
un régimen confesional católico. Pero las ...:es­
ponsabilidades hay que buscarlas dentro y fuera de la
Iglesia española.
16. Aunque no lo admiten explícitamente, los obispos que
colaboraron al cambio político se lamentan hoy de las
cotas
que han alcanzado los enemigos de la Fe ·con su
colaboración, y aunque advierten el mal, no quieren
admitir
que sin su colaboración y la pérdida de la con­
fesionalidad católica
del Estado, estos males que lamen­
tan probablemente
no habrían llegado.
17. El Sr. Cardenal manifiesta a lo largo de todo su libro una
profunda preocupación por los sucesos políticos que tie­
nen lugar en España en los últimos años, cómo afecta-
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ron a la Iglesia, a la sociedad ... , pero no muestra mucha
preocupación
por otros problemas que debe afrontar, o
por lo menos no parece afrontarlos con la misma dedi­
cación y eficacia. Estos a
que aludo y que parecen no
afectarle tanto son actos graves de indisciplina por sa­
cerdotes y religiosos
que no son atajados según la nor­
mativa vigente, desviaciones graves del dogma
que se
observan
en textos de catecismo y de formación, que no
tienen una pronta respuesta por parte de los obispos,
opiniones heterodoxas a muchos niveles,
que no son efi­
cazmente silenciadas, ni matizadas
por el magisterio dio­
cesano correspondiente, etc.
Y como última cosa Bias Piñar cree y defiende que el
Cardenal
don Vicente Enrique y Tarancón tomó esta postura en
obediencia a los dictados que recibía de Roma, que le hicieron
olvidar antiguas fidelidades.
Algunos de estos puntos
que trata Bias Piñar pueden verse
iluminados, aparte
de por los documentos, arúculos o publica­
ciones
que el propio Piñar cita, por el libro Historia de un gran
amor a la Iglesia no correspondido, autor y editor: Hermandad
Sacerdotal Española, Madrid, 1990.
El libro resulta, a todas luces, muy interesante. Tanto más por
cuanto se hace evidente a lo largo de toda la lectura el esfuerzo
del autor
por ser desapasionado, veraz y lógico. D. Bias Piñar
argumenta apoyándose
en las propias contradicciones en que
incurre el Sr. Cardenal en su libro, contradicciones que ponen de
manifiesto
su falta de memoria o su falta de lógica. Argumenta
también tratando de
exponer la verdad sin faltar a la caridad, y si
eñ algún momento halla excusa, o razón lógica o buena volun­
tad en alguna actuación que juzga errónea, la expone presupo­
niendo siempre
buena voluntad en los pastores de la Iglesia.
Dos impresiones predominan
en el ánimo del lector cuando
se ha leido este libro, que además de excitar la indignación
-santa indignación, me atrevería a decir-, estimulan la curiosi­
dad de profundizar en el conocimiento de esta época de nuestra
historia. Estas dos impresiones son:
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l. EL ESciNDALo.-Uno se siente escandalizado de hasta dón­
de han sido capaces de ·llegar algunos hombres -laicos,
sacerdotes y obispos-en su colaboración con el
marxismo y los enemigos de Dios
en aras de un "apertu­
.rismo" que se suponía -pero no se sabía, ni s.e ha
demostrado todavía-"beneficioso". Hasta el punto que
el propio Santiago Carrillo admitió en 1967 en unión con
otro dirigente comunista hispanoamericano, Corvalán, que
"el comunismo nunca hubiera podido llegar tan adelante
como ha llegado, de
no haber contado con la ayuda de
la Iglesia postconciliar".
¡Y eso lo hacia poco más de un año que se había clausurado el
Concilio Ecuménico Vaticano
II! ¿Qué habría dicho 10, 20
años después, o aún hoy?
2. LA TRAJCIÓN.-Va siendo a cada página más fuerte e insis­
tentemente machacona la idea de
que una serie de per­
sonas
han dedicado todos sus anhelos y esfuerzos en
defender e implantar no aquello que habían jurado o por
su ministerio o cargo estaban obligados a defender y
decian creer, sino justamente todo lo
que le era más
opuesto.
La transición con todas sus consecuencias
sociales,
pero sobre todo morales, ha sido fruto de la.
traición de los políticos y dirigentes del momento, pero
ha sido también fruto de la traición de obispos y sacer­
dotes que convirtieron su ministerio
en plataforma de
lucha contra
un régimen temporal confesionalmente cató­
lico para sustituirlo
por otro no sólo laico o aconfesional,
sino antiteo. De suerte
que la descristianización y apos­
tasía de nuestra Patria hasta los extremos de indiferencia
religiosa
que hoy se observan es obra de aquellos que
con mayor empeño debieron velar por conservar su fe y
su religiosidad. Ese descubrimiento para el lector de
mi
quinta ha sido dolorosamente trágico.
Pero
no menos dolorosamente trágico resulta advertir que
esa traición a una sede episcopal o a un ministerio no ha muer-
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to con el Sr: Cardenal, sigue viva en muchos de sus corifeos, en
sus sucesores ... A título sólo de ejemplo, el Obispo de Gerona,
Monseñor Jaume Camprodon, publicaba
en la hoja parroquial del
pasado 17 de enero lo que sigue: " ... durante siglos hemos man­
tenido
una situación de privilegio-el ser la religión del Estado­
que aunque ha comportado más inconvenientes que ventajas
-nos ha costado verlo as!-, ha dificultado las relaciones. La
secularización de la sociedad nos deja a todos en una situación
más auténtica
en la que sólo cuenta la fuerza de la fe y el pres­
tigio moral
de cada persona, y éstos se han de ganar a pulso, sin
competitividad." Tras más de
25 años de laicismo, aún no han
aprendido la importancia
que tienen unos medios de comunica­
ción, unas leyes antiteas,
un ambiente pagano y paganizante en
la religiosidad del pueblo fiel. Y esa actitud, que sigue tan viva,
no sólo sigue levantando ampollas, sino sembrando confusión y
haciéndole
el juego a los enemigos de Dios. Porque los hay que
parecen creer que en la difusión del Evangelio deben primar
la tolerancia, libertad de cátedra, igualdad de oportunidades
-dichoso liberalismo-sobre el celo por la salvación de las
almas y la difusión
de la Fe verdadera. Son demasiados los que
ponen al mismo nivel la verdad y la ·mentira.
Sólo falta añadir que este libro viene a llenar
en parte un
vado, como en parte lo han llenado algunos otros, aunque
pocos. Este vacío es el desconocimiento
que los de mi genera­
ción y las posteriores tenemos de la cruzada, de los
40 años de
"dictadura", y
de todo lo que fue y supuso el cambio politico.
Tenemos
al respecto una crasa ignorancia, porque la falta de
experiencia
no ha sido suplida, en la mayoña de los casos, por
el testimonio que debian aportamos nuestros padres y abuelos.
• Muchos excombatientes, muchos de sus hijos que se criaron
y vivieron los años del régimen de Franco,
no nos han contado
apenas nada de ellos, y
poco o nada han contrarrestado as! la
información sesgada que recibiamos a través de televisión, perió­
dicos,
mass media, ... Los jóvenes, pues, no abundan entre los
partidarios de un nacional-catolicismo, sino que se alinean con
los demócratas y "solidarios", pero es lo lógico. En ese marco,
encontrar
un libro que tan claramente expone los males de la
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"verdad oficial" imperante hoy día, resulta no sólo aleccionador,
sino muy saludable y esperanzador,
porque puede mover a cues­
tionar a los más jóvenes otras "verdades inamovibles
de la demo­
cracia".
PILAR FR!GOLA
Juan ]osé Sanz ]arque: DE MAR A MAR
(DESDE TARRAGONA A FINISTERRE, EN EL JACOBEO 93,
POR LOS CAMINOS QUE SANTIAGO ABRIÓ A LA FE) C'l
La bibliografía sobre el Camino de Santiago es ciertamente
amplia y abarca desde guias
para el peregrino hasta estudios his­
tóricos y evocaciones literarias. En ella, sin embargo, escasean
relativamente los libros en los que el autor ofrezca el testimonio
de
su peregrinación personal con la descripción de los lugares
visitados y el relato de los avatares vividos. Como
en Compostela
y su ángel ha escrito Torrente Ballester, "no fue corriente que los
viajeros y peregrinos hiciesen relación de sus jornadas y de las
cosas vistas, y así nos faltan
tan ilustres o humildes testimonios".
A
ese género deseable e infrecuente pertenece el reciente libro
de Juan José Sanz ]arque, minucioso diario de la peregrinación
que el autor realizó a pie desde Tarragona hasta Santiago y Finis­
terre
-es decir, "de mar a mar" -en el Año Santo Compostelano
de 1993.
La personalidad de Sanz ]arque es suficientemente conocida
en sus dos esenciales vertientes: como catedrático de Derecho
agrario (que ha desempeñado funciones importantes en el Iryda
e impartido cursos
en casi todos los países iberoamericanos) y
como cristiano comprometido ( que fue en tiempos dirigente de
la Juventud de Acción Católica
y es hoy consejero nacional de la
ACP). Ambos aspectos de esa personalidad
se reflejan en su dia­
rio de peregrino:
él prueba que el autor recorrió el Camino día a
e) Asociación Católica de Propaga"ndistas, Madrid, 1998, 465 págs.
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