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Número 375-376

Serie XXXVIII

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La cultura y los requisitos para que dé buenos frutos

LA CULTURA Y LOS REQUISITOS
PARA QUE
DE BUENOS FRUTOS
El enraizamiento de las culturas en la realidad es un apoyo que
ayuda al hombre para alcanzar la verdad con el don de la gra­
cia por la que Cristo revela al hombre su nústerio de Dios y la
dignidad del hombre mismo.
«Hoy sois unos testigos del cambio cultural que, a lo largo de este siglo
"cultural que, a lo largo de este siglo, ha sacudido a Europa en sus
"cimientos, y del deseo de profundizar el sentido de la existencia, que
"nuestros contemporáneos han manifestado /egítimamenre. El encuentro
"entre las culturas y la fe es una exigencia de la búsqueda de la verdad.
".,Ha dado vida a una realidad nueva. Las cu/turas1 cuando están pro­
jundamente enraizadas en lo humano, llevan consigo el testimonio de
"la apertura típica del hombre a lo universal y a la trascendencia» (Pides
"et
Ratio, 70). Así, los hombres hallarán una ayuda y un apoyo para
"buscar la verdad y, con el don de la gracia1 encontrarán a aquel que
"es su Creador y Salvador. Y qealmente, el misterio del hombre sólo se
"esclarece en el m'isterlo del Verbo encarnado. (. .. ). Cristo, el nuevo
"Adán, en la misma revelación del m'isterio del Padre y de su amor, ma­
"nifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la gran­
"deza de su vocación. (. .. ) Éste es el gran m'isterio del hombre que la
"Revelación cristiana esclarece
para los creyen-res» (Gaudium et spes,
"22). Cristo revela el hombre al propio hombre en su plenitud de hijo de
"Dios, en su dignidad inalienable de persona y en la grandeza de su
"inteligencia, capaz de alcanzar la verdad, y de esa voluntad, capaz de
"obrar el
bien. Mediante un diálogo absolutamente indispensable con las
''personas de todas las culturas y de todas las razas, la Iglesia desea
"anunciar el Evangelio (cfr. Discurso del Santo Padre al Consejo ponti­
"ficio para la cultura, 18 de enero de 1983, núm. 6) ...
JUAN PABLO II: Discurso a los participantes en un sim­
posio organizado
por el Consejo pontificio para la cultura,
jueves
14 de enero. L'Osseroatore Romano, edición sema­
nal
en lengua española, año XXXI, núm. 4 (1569), 22 de
enero de 1999.
Verbo, núm. 375-376 (1999), 395-398.
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La dinámica relación entre fe y razón necesaria para que toda cul­
tura de buenos frutos.
«Uno de los frutos de la dinámica relación entre fe y 1-azón será,
"seguramente
1 un nuevo florecimiento ético y espiritual en vuestro país,
"que durante decenios
ha sido víctima de las devastaciones producidas
''por el
ma"terialismo ateo. &te nuevo florecimiento de los valores consti­
"tuirá el bastión más fuerte contra los actuales desafta5 del consumismo
'Y el hedonismo. De esta forma, sobre una sólida plata.forma de valoresi
"el hombre, la familia y la sociedad podrán edificarse de acuerdo con la
"verdad, abriéndose a la alegria y a la esperanza, con la mirada fija en
"el destino eterno que Dios ha preparado para cada ser humano. Así se
"evitará, en el futuro, el drama de la ruptura entre cultura y Evangelio,
"que
ha trastornado nuestra época (cfr. Evangelii nuntiandi, 20).
~una cultura que rechaza a Dios no puede definirse plenamente hu­
"mana, porque excluye de su horizonte a Aquel que creó al hombre a su
"imagen y semejanza, lo redimió por obra de Cristo y lo consagró con la
"unción del &píritu Santo. Por este motivo el hombre, según todas sus
"dimensiones, debe ser el centro de toda
forma de cultura y el punto de
"referencia de todo esfuerzo
científic~.
JUAN PABLO 11: Mensaje al mundo de la cultura y de la
ciencia, en la sede de la nunciatura, 3 de octubre. L'Osser­
vatore Romano, edición semanal en lengua española, año
XXX, núm. 4 (1554), 9 de octubre de 1998.
La fe no es un simple fenómeno privado; deja s11 huella en las
diversas expresiones de la naturaleza y contribuirá a una pri­
mavera cultural en Europa.
«Aunque la fe es lo más personal que hay en la existencia de todo ser
"humano,
no es un simple fenómeno privado. A lo largo de los siglos, la
'fe en Cristo y la vida espiritual de los hombres han dejado su huella en
"las diferentes expresiones de la cultura. La Iglesia hoy desea proseguir y
'favorecer ese camino, que abre indirectamente al hombre a la eterni­
"dad bienaventurada,. le vuelve a dar una verdadera esperanza, y con­
"tribuye a la
unidad entre las personas y entre los pueblos.
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Fundaci\363n Speiro

»En un mundo donde existen numerosas dificultades1 el mensaje de
"Cristo abre un horizonte infinito y proporciona una energía incompa­
"rable1 luz para la inteligencia
1 fuerza para la voluntad y amor para el
"corazón. Así puesi por vuestra misión, estáis llamados a devolver a los
"hombres de nuestro
tiempo el gusto por la búsqueda de la belleza, del
"bien y de la verdad, así como el gusto por el Evangelio, para desarro­
iil/ar
una sana antropología y una verdadera inteligencia de la fe, que
"necesitamos actualmente. A vuestra manera¡ y según vuestra vocación,
"debéis contribuir a una evangelización renovada y a una nueva pri­
"mavera cultural en Europa, que se itradiará a todos los continentes».
JuAN PABLO 11: Discurso a los participantes en un sim­
posio organizado
por el Consejo Pontificio para la cultura,
jueves
14 de enero. L'Osseroatore Romanoi edición sema­
nal
en lengua española, año XXXI, núm. 4 (1569), 22 de
enero de 1999.
No hay verdadero progreso si no se respeta la di1nensión ética de
la cultura, de la investigación científica y toda la actividad del
hombre.
~... no hay verdadero progreso si no se respeta la dimensión ética de
"la cultura, de la investigacián científica y de toda la actividad del bom­
"bre. El actual relativismo ético, con el consiguiente oscurecimiento de
"lm valores morales, favorece el surgir de comportamientm que cfenden
"la dignulad de la persona! y eso se traduce en ún serio obstáculo para
"el desarrollo humanístico en los diversos ámbitos de la existencia.
»Es evidente, por lo demási que el bien de la persona, objetivo último
"de todo compromiso cultural y científico¡ nunca puede separarse de la
,iconsideracián del bien común. Me complace recordar, a este respecto, la
"inscripción que destaca en la sala del Gran Consejo¡ de Dubrovnik:
"~bliti privatorumi publica cura.te». Ojalá que el compromiso de pensa­
"dores y científicos, inspirado en valores auténticos, se entienda siempre
"como
un servicio generoso y desinteresado al hombre y a la sociedad, y
"que nunca se doblegue a fines contraidos a ese objetivo supremo.
»Dado que la cultura tiene como fin último el servicio al verdadero
"bien de la persona, no ha de sorprender que la sociedad, al buscar su
"desarrollo, encuentre a su lado a la Iglesia. En efecto, también ella tiene
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11como destinatario de su solicitud pastoral al «hombre en su unidad y
"totalidad, con cue,po y alma, corazón y conciencia, inteligencia y
"voluntad,. (Gaudium et spes, 3). El servicio al hombre es el punto donde
"se encuentran la Iglesia y el mundo de la ciencia y de la cultura.
~e trata de un encuentro que, de hecho, a lo largo de los siglos ha
nresultado singularmen'te fecundo. El Evangelio, con su tesoro de lumi­
"nosas verdades sobre los diferen"tes aspectos de la existencia, ha enrique­
"cido de modo significativo las respuestas elaboradas por la razón, ase­
"gurándo/es una mayor c01Tespondencia a las profundas expectativas
"del
corazón del hombre•.
JuAN PABLO 11: Mensaje al mundo de la cultura y de la
ciencia, en la sede de la nunciatura, 3 de octubre. L'Osser­
vatore Romano, edición semanal en lengua española, año
XXX, núm. 41 (1554), 9 de octubre de 1998.
La historia y la culrura de Europa está unida al Cristianismo .
.,I,a historia de Europa está unuia al cristianismo desde hace dos
"milenios. Se puede decir, incluso, que la renovación cultural ha brota­
ndo de la contemplación del misterio cristiano, que permite considerar
"con mayor profundidad la naturaleza y el destino del hombre, así como
"el conjunto de la creación. Aunque no todos los europeos se reconocen
¡,cristianos, los pueblos del continente están profundamente marcados
''Por la impronta evangélica, sin la cual seria muy dificil hablar de
"Europa. En esta cultura cristiana, que constituye nuestras raíces comu­
"nes, encontramos los valores capaces de guiar nuestro pensamiento,
¡,nuestros proyectos y nuestra actividad. Durante vuestras jornadas de
"encuentro, como
en una verdadera sinfonía armoniosa, habéis hecho
"oír vuestras voces, con matices diversos, basadas en una historia rica y
"también dolorosa, pero todas inspiradas en el mismo tema fundamen­
"tal-Cristo, fuente de una nueva cultura para Europa, en el umbral del
"tercer milenio».
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JUAN PABLO 11: Discurso a los participantes en un sim­
posio organizado
por el Consejo pontificio para la cultura,
jueves 14
de enero. L'Osservatore Romano, ediciOn serna·
nal en lengua española, año XXXI, núm. 4 (1569), 22 de
enero de 1999.
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