Índice de contenidos
Número 375-376
Serie XXXVIII
- Textos Pontificios
- In memoriam
-
Estudios
-
¿Una constitución «personalista»?
-
España equilibrada. Organización regionalista de España
-
La tentación tradicionalista
-
Democracia y bien común (Algunas incitaciones de Augusto del Noce)
-
El derecho natural en España: a propósito de una tesis de Estanislao Cantero sobre Juan Vallet de Goytisolo
-
Sentido de la Hispanidad
-
Algunas observaciones en torno del concepto de equidad
-
-
Crónicas
-
Festividad de San Fernando 1999
-
Homilía del P. Agustín Arredondo [San Fernando 1999]
-
Discurso de José Joaquín Jerez [San Fernando 1999]
-
Discurso de Francisco José Fernández de la Cigoña [San Fernando 1999]
-
El Instituto Rosmini en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
-
Una tesis italiana sobre Vallet de Goytisolo
-
-
Información bibliográfica
-
Osvaldo Lira, Cristián Garay (comp.): Escritos del padre Osvaldo Lira en la revista Estudios
-
Consuelo Martínez-Sicluna: Del poder y la justicia
-
Danilo Castellano et al.: Per Cornelio Fabro
-
Francisco Elías de Tejada: La tradición portuguesa. Los orígenes (1140-1521)
-
Eudaldo Forment: Id a Tomás. Principios fundamentales del pensamiento de Santo Tomás
-
Autores
1999
Festividad de San Fernando 1999
CRÓNICAS
FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1999
El padre Agustin Arredondo, de la Compañía de Jesús, fidelí
simo asistente a nuestras reuniones, semanales, anuales y excep
cionales, y siempre consejero seguro, ofreció el Santo Sacrificio
de la Misa por nuestras intenciones en la festividad de San
Fernando,
Rey. A las ocho de la tarde, en la Iglesia de Santa
Bárbara, a espaldas del Palacio de Justicia, donde se ubica el
Tribunal Supremo,
en la madrileña plaza de las Salesas, nos con
gregábamos
un nutrido grupo de amigos madrileños y algunos
especialmente venidos de fuera. Podíamos ver así al bilbaino Luis
Fernando de Zayas y a nuestro héroe particular
que es el capitán
Carlos Etayo, llegado para acompañarnos desde Pamplona.
Después,
una cena de hermandad nos permitia prolongar la con
vivencia,
en un reservado del Centro Riojano de Madrid, que pre
side nuestro amigo Eugenio Mazón, al
que por lo mismo hemos
de agradecerle un año más su disponibilidad.
A los postres,
el rumor de conversaciones cruzadas se hacía
silencio para escuchar los discursos.
El primero de José Joaquín
Jerez, recuperado
en plenitud -pues nunca lo perdimos-tras
su brillante y reciente ingreso
en el Cuerpo de Letrados del
Consejo de Estado.
Su juventud no fue óbice para que compro
báramos lo maduro de sus saberes. Una
buena parte de los asis
tentes, los universitarios del grupo de los jueves1 teníamos asi una
referencia próxi1na. Francisco José Fernández de la Cigoña, por
su parte, ocupaba el puesto de honor cerrando el acto. No en
vano exultaba su reciente ganada condición de abuelo. Bien
pasada
la media noche los discursos concluían y todavía algunos
remoloneaban
por entre los corros poniendo estrambote al acto.
Que el Señor bendiga nuestros trabajos para su mayor gloria.
ANTONIO SÁNCHEZ
Verbo, núm. 375-376 (1999), 541-555. 541
Fundaci\363n Speiro
FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1999
El padre Agustin Arredondo, de la Compañía de Jesús, fidelí
simo asistente a nuestras reuniones, semanales, anuales y excep
cionales, y siempre consejero seguro, ofreció el Santo Sacrificio
de la Misa por nuestras intenciones en la festividad de San
Fernando,
Rey. A las ocho de la tarde, en la Iglesia de Santa
Bárbara, a espaldas del Palacio de Justicia, donde se ubica el
Tribunal Supremo,
en la madrileña plaza de las Salesas, nos con
gregábamos
un nutrido grupo de amigos madrileños y algunos
especialmente venidos de fuera. Podíamos ver así al bilbaino Luis
Fernando de Zayas y a nuestro héroe particular
que es el capitán
Carlos Etayo, llegado para acompañarnos desde Pamplona.
Después,
una cena de hermandad nos permitia prolongar la con
vivencia,
en un reservado del Centro Riojano de Madrid, que pre
side nuestro amigo Eugenio Mazón, al
que por lo mismo hemos
de agradecerle un año más su disponibilidad.
A los postres,
el rumor de conversaciones cruzadas se hacía
silencio para escuchar los discursos.
El primero de José Joaquín
Jerez, recuperado
en plenitud -pues nunca lo perdimos-tras
su brillante y reciente ingreso
en el Cuerpo de Letrados del
Consejo de Estado.
Su juventud no fue óbice para que compro
báramos lo maduro de sus saberes. Una
buena parte de los asis
tentes, los universitarios del grupo de los jueves1 teníamos asi una
referencia próxi1na. Francisco José Fernández de la Cigoña, por
su parte, ocupaba el puesto de honor cerrando el acto. No en
vano exultaba su reciente ganada condición de abuelo. Bien
pasada
la media noche los discursos concluían y todavía algunos
remoloneaban
por entre los corros poniendo estrambote al acto.
Que el Señor bendiga nuestros trabajos para su mayor gloria.
ANTONIO SÁNCHEZ
Verbo, núm. 375-376 (1999), 541-555. 541
Fundaci\363n Speiro