Índice de contenidos

Número 375-376

Serie XXXVIII

Volver
  • Índice

España equilibrada. Organización regionalista de España

ESPAÑA EQUILIBRADA.
ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
POR
Lms MARIA SANDOvAL
Ante los separatistas
España afronta en nuestros días amenazas reales de frag­
mentación. Frente a las tendencias abiertamente separatistas, acti­
vas y poderosas, la
piedad patria impone la reflexión primero y
la acción después.
Nuestro
amigo Juan Vallet nos ha puesto en guardia siempre
sobre
el peligro de colaborar a la dialectización (1). Los rechazos
viscerales e indiscriminados alimentan
aún más los sentimientos
y agravios nacionalistas. Ciertos adversarios de los separatismos
se convierten
en sus cómplices dialécticos, auténticos separado·
res. El aspecto más visible de esa animadversión recíproca que se
debe evitar y rechazar son las huestes futboleras que se enfren­
tan
en los gradeños esgrimiendo banderas regionales y no de clu­
bes. Son
el síntoma de una actitud mucho más grave por gene­
ralizada
y profunda.
(1) Asi q ••• praxis de la armonía que consiste en restaurar constantemente el
tejido social destruido
por obra de la dialéctica revolucionaria, o enfermo, por
inoculación de ideas utópicas o de cualquier tipo de errores ... ".
Vui.JUAN VALLET DE GoYTISOLO, "La praxis de la armonía", en 14?rbo, núm. 173~
174 (1979), págs. 413-414.
Hay que observar que dialéctica se toma aquí en su sentido marxista enton­
ces
en boga de alimentar un conflicto presuntamente portador de progreso, ¡qué
viejo se ha quedado ese lenguaje!
Verbo, núm. 375-376 (1999), 429-449. 429
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARÍA SANDOVAL
Lamentablemente, el legado más desafortunado del régimen
de Franco procede de la cortedad de miras de su política antise­
paratista. En tanto
que su polltica social atendía entre sus objeti­
vos a eliminar la raiz de una nueva lucha de clases} por el con­
trario no se intentó, análogamente, arrebatar a los separatistas la
parte de verdad que de algún modo encontraba eco en su pos­
tura (2).
Pero también es verdad
que seria una concepción igualmen­
te dialéctica la
que descargara de toda responsabilidad personal
a los separatistas
por sus tesis y propósitos para hacerla recaer
sobre los centralistas. Eso equivaldria a absolver a Marx de sus
tesis erróneas y a Lenin y Stalin de sus obras criminales para
hacer recaer las culpas de éstas, y
no las propias, sobre la bur­
guesía capitalista. Ese es también el género de argumentación
con que se justifican los terroristas.
Pero también es una postura errada la inerte. No es cierto que
el nacionalismo centrifugo se vaya a moderar y extinguir por sí
mismo si se le quita importancia' hasta no hacerle caso. Ni que las
razones
de escasa viabilidad de sus proyectos (por tamaño, de­
mográficas, etc.)
se impongan por sí mismas. El separatismo no
va a desvanecerse sólo sin que haya que hacer nada.
Primero, porque
no hay que creer que un absurdo perju­
dicial (como seria autorreducirse a
un ámbito más pe­
queño que el español), por serlo, no puede imponerse.
La "voluntad de los pueblos" no es lógica ni perspicaz,
(2) Eso es lo que propuso Pal Conde al término de la guerra usando esta
misma comparación que debería haber tenido
eco en los planteamientos falan­
gistas:
"Justicia social -se dice a cada instante y se dice con verdad-para pacifi­
car el trabajo. Justicia social, y
con mayor ahínco, mientras más se aprecia la
espantosa participación de las masas populares en la rebeldía marxista. Justicia
foral, hay que decir también, a pesar del crimen separatista". Manifestación
de los
ideales tradicioanalistas
al Jefe del Estado de 10 de marzo de 1939 (Vid. MANuEL
DE SANTA CRUZ, Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español
1939-1966, tomo!, pág. 69.
Recientemente lo ha reiterado F. FERNÁNDEZ ARQUEO, ªLos disfraces del non
seroiam en Verbo, núm. 373-374 (1999), pág. 221.
430
Fundaci\363n Speiro

ESPAÑA EQUILIBRADA. ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
como demuestra la historia. Sí es cierto, en catnbio, que
la voluntad tenaz de los dirigentes tiende a imponerse.
Segundo, porque remitirse a la "inercia" demuestra
un
error de concepción tan craso que se manifiesta, incluso,
en la imagen elegida. Porque inerte no es sólo un objeto
inmóvil, también lo
es un móvil de velocidad constante.
Pero los separatismos no son ni una cosa ni otra: obede­
cen a una voluntad motriz,
y mientras ésta no cese son,
más bien, movimientos uniformemente acelerados.
La
experiencia del mundo real de que un móvil abandona­
do a si mismo termina deteniéndose procede, precisa­
mente,
de la negación de la hipótesis de la inercia: la
existencia de rozamientos, es decir,
de una fuerza opues­
ta, una resistencia. Si no existe oposición es cuando no
hay detención.
Hoy, los nacionalismos
de Arzalluz y Pujo! semejan en su psi­
cologia y
en su pronóstico a los niños mal criados: los que cre­
cen sin que se les niegue nunca nada, y ante cuyas rabietas se
cede siempre. Tamaña condescendencia no soluciona nada:
seguirán aumentando sus exigencias, y no se podrá evitar, antes
o después, que haya que enfrentarlos a un "NO" tajante.
Como con los niños maleducados, diferir el rechazo de las
pretensiones separatistas
no eliminará la necesidad de hacerlo,
pero cuanto más tarde se haga más dificil será porque ya se
habrán perpretado
-y consentido-muchos males, estarán sen­
tados nefastos precedentes, y la reacción rabiosa ante la primera
frustración es prácticamente segura. Enderezar
una mala crianza
será tanto más
dificil cuanto más tarde se emprenda.
Consecuencia de las criticas anteriores
es abonar el género de
planteamiento de José Antonio Primo de Rivera (3): es necesario
(3) Decimos el planteamiento, y no la postura concreta de José Antonio,
bien que
en realidad su acercamiento al caso cat.alán era mucho más abierto que
lo que fue
la politica "falangista" de postguerra (Vid. Lurs MARíA SANDOVAL, José
Antonio visto a derechas, Madrid, Actas, 1998, págs. 90 y sigs.
De hecho, Jordi Pujol pudo declarar: "Sé que la cita es un riesgo, pero uno
431
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARIA SANDDVAL
oponer a una poesía que promete a la que destruye. En cualquier
caso, a
una fuerza disolvente es preciso oponerle otra de sentido
opuesto.
El separatismo consumará sus fines si no encuentra la
suficiente resistencia integradora, resistencia
que ha de ser firme,
muy inteligente,
y, sobre todo, amorosa.
De tal resistencia, imprescindible, hemos dicho ya que si ha
de
ser opuesta en su sentido, tiene que ser no dialectizadora en
su género. No se puede pretender salvar un matrimonio opo­
niendo recriminaciones a reproches.
Ha
de reunir además otra condición negativa: no abrigar nin­
gún género de sentimiento de inferioridad respecto a las postu­
ras separatistas.
Lo cual sólo es posible desde la firma convicción
en la propia postura.
En el jerarquizado cuatrilema carlista, la unidad e identidad
de la patria española ostentan preeminencia sobre los fueros
regionales ( 4).
La práctica ininterrumpida del tradicionalismo español más
regionalista y foral, el carlismo,
ha sido de oposición neta, habi­
tual y combativa a los separatismos, más allá de cualquier episo­
dio
de convergencia táctica.
de los que entendió mejor [que el sentimentalismo es el rasgo más definitorio del
catalán], y en circunstancias muy dificiles, fue José Antonio Primo de Rivera. El 30
de noviembre de 1934, en un debate en el Congreso, en el que pedia nada ffienos
que la anulación del Estatut de Catalunya, afirmó: •Lo digo porque para muchos
este problema eS una mera simulación; para otros este problema catalán no es
más que un pleito de codicia: la una y la otra son actitudes perfectamente injus­
tas y perfectamente torpes. Cataluña es muchas cosas, mucho más profundamen­
te
que un pueblo mercantil; Cataluña es un pueblo profundamente sentimental [el
problema
de Cataluña no es un problema de importación y exportación]; es un
problema dificilísimo de sentimientos•. Le sorprenderá que le hable de José
Antonio, aunque ya sabe usted la consideración que le tenía Azaña, pero es que
la cita es muy certera y procede de un anticatalanista".
Oordi Pujol, entrevista
de Santiago Belloch en la revista Tiempo, núm. 816,
Madrid,
22 de diciembre de 1997).
Por otra parte, es evidente que tal género de planteamiento no es exclusivo
de José Antonio.
( 4) Para ejemplos
basten FRANCISCO EÚAS DE TEJADA y otros, ¿Qué es el carlis­
mo?, Madrid, Escélicer, 1971, págs. 72-75 y 106 o el manifiesto "la única solución"
reproducido
en Manuel de Santa Cruz, Apuntes y documentos para la historia del
tradicionalismo español 1939-1966, tomo IX (1947), pág. 11.
432
Fundaci\363n Speiro

ESPAÑA EQUIUBRADA. ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
Y es que el tradicionalismo no puede caer en el simplismo de
que siempre y en todo momento haya de aplicarse la preferencia
por acentuar la diferenciación y la autonomía regional. Eso era
válido hace muy poco.
El peligro de hoy ya no es el centralista.
Una concepción equilibrada tiende a corregir y compensar
en
cada momento los excesos presentes (y no los del pasado) en
vistas de un ideal estable. Como dijera Carlos VII, gobernar no es
transigir, plegándose a la corriente dominante, "gobernar es resis­
tir" (5).
La constitución de la nación española
La trampa más insidiosa que los nacionalistas separatistas
pueden manejar contra los españoles tradicionalistas es la apela­
ción a la historia.
Es cierto que después de la conquista musulmana de la España
goda (reino unitario y católico
de toda la Península) se fundaron
los reinos independientes
que han forjado la personalidad de nues­
tras regiones históricas. Y que esos reinos -que siempre tuvieron
conciencia de integrar
un conjunto-, de un modo progresivo se
unieron dinásticamente (y sobre la base de la
común religión), ini­
cialmente en un régimen de mera unión personal.
Y es
en función de esa historia separada durante la Re­
conquista por lo que los nacionalistas reclaman la separación
efectiva, con o sin el tenue nexo de un monarca común, hoy
puramente nominal.
Frente a ello los tradicionalistas
no deben dejarse impresio­
nar, ni menos aún contagiar.
Ante todo, porque el federalismo histórico, a diferencia del
revolucionario, no se concibe como un proceso reversible a
voluntad (6): no sólo se funda sobre el juramento de fidelidad a
(5) "Testamento político" de Carlos VII de 6 de enero de 1897. Vtd. MELCHOR
FERRER, Historia del Tradicionalismo español, tomo XXVIII-11, pág. 174.
(6) A
este respecto puede verse ENRIQUE GIL Y ROBLE5, Tratado de Derecho
Polftico, Madrid, Afrodisio Aguado, 1961-1963, tomo 11, págs. 59-60.
433
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARíA SANDOVAL
un rey y sus sucesores, que no se puede retractar caprichosa­
mente, sino sobre el entendimiento de que una unidad política
más amplia es de suyo preferible como norma general, pues
corresponde a la tendencia natural de la humanidad (7), y por
eso se deben mantener con particular empeño aquellas unidades
parciales que, como la española, ya se
han alcanzado.
Por otra parte, si quinientos años de unidad política ininte­
rrumpida y henchidos de azañas comunes -y apoyados en la
base de la religión católica y
la conciencia hispánica medieval­
no bastaran para haber constituido una personalidad comunitaria
española, identidad integradora de las personalidades regionales
a las
que se superpone, ¿qué género de convivencia se precisa
para constituir
una "identidad colectiva"? Debe afirmarse sin dudas
que no existe sólo un mero "Estado español", sino una auténtica
Nación Española.
Ciertamente,
eso sí, compuesta y varia.
La existencia de España se predica o se niega del mismo
modo que la de sus regiones. Las personalidades colectivas son
hijas de la historia común, y ésta la van haciendo las personas
con sus decisiones, particularmente aquellas de alcance religio­
so y político. La unidad política, construida sobre una homoge­
neidad religiosa, engendra, con el transcurso del tiempo, las
naciones. Esa, y
no otra, ha sido la génesis de las personalida­
des regionales españolas, pero ese origen, por su misma natura­
leza, no excluye ulteriores unidades superiores (8). De otro
modo esas regiones para las que se reclama la identidad sepa­
rada y exclusiva de naciones serían peticiones de principio, pro­
torrealidades a las que los hechos han de ajustarse (9), fijadas de
(j) Planteamiento desarrollado particularmente por VÍCTOR PRADERA, en El
Estado Nuevo, segunda parte, capítulo 11.
(8) ªSegún la doctrina de la espiritualización y superposición de vínculos
nacionales
-a la que responde la práctica federativa de los siglos cristianos-, el
proceso
de integración habría de permanecer siempre abierto: al final de ese pro­
ceso estaría, como Vinculo de unión para todos los hombres, la unidad superior
y última de la catolicidad, libre ya de toda modalidad humana".
(Vid. RAFAEL GAMBRA, La monarquía social y federativa en el pensamiento tra­
dicional, Madrid, Organización Sala Editorial, 1973, pág. 112).
(9) Vid. RAFAEL GAMBRA, Tradición o mimetismo, Madrid, Instituto de Estu­
dios Políticos, 1976, págs. 203-208.
434
Fundaci\363n Speiro

ESPAivA EQUILIBRADA. ORGANI~ACIÓN REGIONALISTA DE ESPAfílA
un modo mágico, en un determinado y breve n1omento origina­
rio, para la eternidad.
A esas consideraciones
debe añadirse la previsión de que el
proceso de homogeneización española
-como en todo el
mundo-ha de ser naturalmente creciente en virtud de los efec­
tos
de las más fáciles comunicaciones reciprocas de nuestra
época (10).
Pero la controversia
con los nacionalistas no es etnológica,
histórica ni cultural; esas disciplinas sólo proveen
de argumen­
tos
que poder esgrimir con vistas a un objetivo político: erigir un
Estado propio con su poder y sus fronteras.
De esos argumentos, la solicitud de restitución de la consti­
tución histórica
(en régimen de unión personal apenas) resulta
particularmente especiosa para los tradicionalistas. Sin embargo,
es fácilmente rechazable.
Los tradicionalistas continúan el
pasado y en él se inspiran,
pero no lo adoran como un estadio perfecto, al que retornar
pura y simplemente. Por el contrario esa actitud sí contiene un
sutil peligro ideologista ajeno al tradicionalismo (11).
Una ideología es
la reconstrucción puramente racional del
mundo a partir de un elemento aislado (tanto o más nefasta si
éste
es cierto o respetable) como puede ser un pasado glorioso.
En la filosofía tradicionalista el peculiar espíritu tradicional de
continuación del
pasado y de inspiración en él sólo ocupa un
tercer lugar, tras del espíritu y el criterio cristianos, y de una filo­
sofía realista
que contempla la realidad social y sus necesidades
tal y
como son.
(10) ''La ascensión hacia esa meta --que coincide con el ideal medieval de
la catolicidad política o Sacro lmperio-habña de marchar, por otra parte, el uní­
sono con el progreso material que permite -y exige-el gobierno de cada vez
más amplias extensiones y multitudes".
(Vid. RAFAEL GAMBRA, La monarquía social ... , pág. 112).
(11)
Esa actitud vendría a coincidir con la pretensión falangista de empalmar
directamente con los Reyes Católicos.
En realidad se trataría una proyección arbi­
traria de las propias ideas sobre un pasado lo suficientemente semejante, presti­
gioso y remoto, ya
se trate de Isabel y Femando, la polisinodia austríaca o el pac­
tismo bajomedieval.
435
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARÍA SANDOVAL
El tradicionalismo se pervertiría si se convirtiera en un siste­
ma puramente teórico, deducido a partir de un punto del pasado
juzgado modélico: camino
que conduce al temible gobierno de
los sedicentes "filósofos". Y
el ideologismo se manifestaría en que
la preocupación se pusiera en la pureza de la aplicación de la
propia teoria
en vez de centrarse en la suerte de la comunidad
viva.
La reivindicación de pretéritos derechos históricos como
instrumento
-temporal-de los separatismos choca contra el
sentido realista del verdadero tradicionalismo.
La verdad, la
moral y el derecho natural no prescriben. Pero la salud social
exige
que impere en la política, como en el derecho privado,
un mecanismo de prescripción (12). La pretendida imprescin­
dibilidad
de cierta constitución antigua constituye el mayor
inmovilismo, la perfecta
hipoteca del presente al pasado, y, en
consecuencia, una fuente de disfunciones que a la larga ame­
nazarla la paz social.
Un ejemplo, próximo
desde muchos puntos de vista, puede
resultar muy útil: la unidad política italiana del siglo XIX fue rea­
lizada
por la violencia, contra derecho, y por actores abierta­
mente anticristianos. Sin embargo, los tradicionalistas italianos
católicos
de hoy, sin dejar de reivindicar el correcto juicio histó­
rico y moral de aquellos hechos,
no pretende en absoluto, ni aun
como desideratum soñado, retornar a la realidad política preuni­
taria. Y
es la herencia nacional.
Si]uan Pablo II ha instado a los obispos italianos a defender
la
unidad pol!tica y nacional italiana 03), ¿cuánto más no habre­
mos de defender la unidad española, mucho más antigua, efec­
tuada
por unión dinástica y sobre el fundamento católico, si
incluso la uniformización política
-también más antigua-se
(12) Vid. MANUEL DE SANTA CRuz, Apuntes y documentos para la historia del
tradicionalismo español 1939-1966, tomo XX (1958), pág. 221.
(13) Vul. JUAN PABLO 11, mensaje del Santo Padre a los obispos italianos sobre
las responsabilidades
de los católicos ante los desafíos del momento histórico
actual, del 6-I-94. En él se refiere expresa y extensamente tanto a la utilidad polí­
tica
y nacional como a los "peligros de separatismo".
436
Fundaci\363n Speiro

ESPAÑA EQUILIBRADA. ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
produjo en medio de una guerra civil de circunstancias más dis­
cutibles (14)?
La originalidad carlista
Reflexionar sobre la propuesta carlista de estructura regional
de España demuestra todo cuanto acabamos de decir acerca de
la sana libertad del tradicionalismo respecto del pasado cuando
es menester.
La monarquía española ha conocido reglmenes en que predo­
minaba la unión personal (si
bien con tendencias unitarias) en
época de los Austrias, y reglmenes predominantemente unitarios (si
bien con vestigios de unión personal como los fueros vascos y na­
varros) con los Borbones, tanto los absolutistas como los liberales.
Sin embargo, la concepción carlista, considerando el
pasado
y atendiendo al presente, destaca por su originalidad sin prece­
dentes:
Cuando los "persas"
y realistas del reinado de Fernando VII
reclamaron la restauración del protagonismo de las Cortes, no
aludían sino a unas cortes únicas para toda España, en continui­
dad con el imnediato pasado institucional unitario (15).
Durante la Guerra
de los Siete Años, al constituirse por razo­
nes militares las Provincias Vascongadas y el Reino de Navarra en
(14) Aunque el centralismo de Felipe V esté fuera de duda, para no caer en
simplificaciones debe considerarse que la sublevación austriaca en la Corona de
Aragón fue varios años posterior al juramento de fidelidad prestado y anterior a
los Decretos
de Nueva Planta. Como ha resaltado José Fermln Garralda, otras
regiones forales se mantuvieron fieles a Felipe
Vy mantuvieron sus instituciones.
Vu:l. JOSÉ FERMiN GARRALDA, uLa encrucijada de un siglo. El siglo XVIII pamplo­
nés: fuero municipal
y absolutismo borbónico", en Verbo, núm. 261-262 (1988),
pág.
261.
(15) Si bien en el Manifiesto de la Regencia de Urge! (15-VIII-1822) se pro­
mete restablecer fueros y privilegios, el contexto permite pensar que se trata de
aquellos "que algunos pueblos mantenían a la época de esta novedad" (el secues­
tro liberal
de Fernando VII), aunque en el simultáneo manifiesto del Barón de
Erales a los catalanes se dice, de modo amplio, que el Rey jurará los fueros de
nuestros mayores (Vu:l. M. F'ERRER, Historia ... , tomo 11, págs. 247 y 250.
437
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARiA SANDOVAL
el principal sostén de la causa carlista, el régimen foral cobró
especial relevancia politica y teórica, que excedió ampliamente al
hecho de que Carlos V confirmara los fueros de Vizcaya (16), y
prometiera proveer a Navarra y Vascongadas
de acuerdo con sus
Cortes y Juntas Generales (17).
Treinta años después, la reflexión doctrinal sobre libertades,
instituciones y jurisdicciones habia progresado tanto como para
que Carlos VII se refiriera en sus manifiestos tanto a unas Cortes
del Reino,
que se entienden generales (18), como a la voluntad
de extender a todas las regiones españolas la posesión de fueros
e instituciones particulares (19), y
aún pasará a los hechos, pro­
mulgando la restauración de sus fueros principales a los reinos
de la Corona de Aragón, especialmente los del Principado (20).
Posteriormente esta
noción en germen fue desarrollada en un
sistema que conjuga unas Cortes españolas eminentes sobre unas
Cortes regionales para los asuntos privativos de cada una (21).
(16) Decreto fechado en Guernica el 7-IX-1834 (Vid. M. FERRER, Historia ... ,
tomo,
V, págs. 221-222).
(17) Así
en la proclama a navarros y vascongados de 25-IV-1836, y el mani­
fiesto
de Cáseda de 20-V-1837 (Vul. M. FERRER, Historia ... , tomos X, págs. 292-293
y XII, págs. 305-306).
(18) Vid. Carta-manifiesto al Infante Don Alfonso, de 30-VI-1868 (M. FERRER,
Historia ... , tomo XXIII-2, págs. 52-53.
(19)
" ... si cumpliera mi deseo, así como el espíritu revolucionario pretende
igualar las provincias Vascongadas a las restantes
de España, todas éstas semeja­
rían o
se igualarían en su régimen interior con aquellas afortunadas y nobles pro­
vincias" (Ibidem, pág. 53).
(20)
Es la famosa "Proclama a los aragoneses, catalanes y valencianos" de
16-VII-1872, que en Cataluña fue publicada por el Infante Don Alfonso Ouego
Alfonso Carlos D
acompañada de una enumeración de los uprincipales Fueros
vigentes
en Cataluña" (Vtd. M. FERREll., Historia ... , tomo XXIV, págs. 187-190.
(21) En resumen: "De la defensa del particularismo regional vasconavarro, el
Carlismo
pasó a reivindicar la restauración de los fueros de la antigua Corona de
Aragón. La propuesta de un sistema de autonomías para toda España basado en
las tradiciones específicas de cada zona estaba ganando ímpetu entre los legisti­
mistas
en la época de la Tercera Guerra" (AI.ExANDRA WILliELMsEN, La formación
del pensamiento político del carlismo (1810-1875), Madrid, Actas, 1995, pág. 589.
La exposición del sistema piramidal de Cortes y Consejos Nacionales sobre
un conjunto de Regiones, cada una con sus propias Cortes y Consejos, está apun­
tada ya en las "Actas de Loredán" de enero de 1897 (Vtd. M. FERRER, Historia ... ,
438
Fundaci\363n Speiro

ESPAÑA EQUIUBRADA. ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
De lo que se concluye que la reivindicación del pasado foral
y pactista constituyó
una fuente de inspiración, pero no condujo
a postular
el retomo a un modelo federal o confedera! de cortes
soberanas separadas, sino a la concepción, realista y nueva, de
articulación de ámbitos jerarquizados, el español y los regionales,
cada uno con gobierno, consejos e instituciones representativas.
Obsérvese en particular que se asumió el marco de unidad
(política y nacional) de España heredada del siglo XVIIl. Y tam­
bién, sin que duelan prendas,
que desde el punto de vista estruc­
tural
-solamente externo--la propuesta de España regionalista
de los carlistas ha sido un claro precedente del Estado de las
Autonomías.
Cabe observar que la mayor discrepancia estructural con el
Régimen de las Autononúas estribaría,
no debe olvidarse, en la
afirmación tradicionalista
de vida autónoma para los municipios
como base
previa a la vida autónoma regional. Es muy significa­
tivo
que a los veinte años de "Estado de las autononúas" los sepa­
ratistas
no hayan parado núentes en protestar del hecho de que
la convocatoria de elecciones municipales sigue siendo común
para toda España, en la misma fecha y según la misma ley. Ello
nos habla del desinterés que tienen por toda limitación interna
que pudiera alzarse en el seno de las taifas que aspiran a se­
ñorear.
Por otra parte es también una constatación de realidad: a
nadie extrañará
hoy que el punto de partida municipal sea
común para toda España. La correcta autonomía municipal pro­
duciría después una cierta diversificación de sus reghnenes inte­
riores, aunque también las posibilidades de la época harían que
fueran rápidamente ponderadas y adoptadas por los demás
municipios. Hoy
en día, el destino natural de las autonomías
tomo XXVIII-11, págs. 133-135), y desde entonces puede rastrearse en documen­
tos oficiales del Carlismo como el "Manifiesto de los Jefes regionales" de 20-V-
1930
Qbidem, tomo XXIX, págs. 278-279), el "Manifiesto de Viena" de 29-VI-1934
Obidem, tomo
XXX-U, pág. 41) o el "Ideario de la Comunión Tradicionalista" de
10-III-1937.
Como elaboración doctrinal de pensadores particulares puede citarse ¿Qué es
el carlismo?, de Francisco Elías de Tejada y otros (vid.§§ 165, 170, 175-178 y 185).
439
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARÍA SANDOVAL
(municipales y regionales) no parece la diferenciación en institu­
ciones exclusivas sino el marcar pautas rápidamente merecedo­
ras de imitación y emulación.
La afirmación española y la injusticia separatista
Reafirmados en que es mucho más sólido el fundamento de
la España varia
-que obedece a la razón y a la tradición-que
los postulados separatistas que niegan la unidad y la identidad
españolas, debe plantearse cuál es la acción patriótica conse­
cuente para defenderla.
La primera directriz ha de ser necesariamente negativa. Sin
caer
en provocaciones, hay que protestar debidamente de las
falsías y tropelias
que los nacionalistas puedan decir o hacer.
Sin susceptibilidades y
con comedimiento, pero evitando que la
ausencia de respuesta confiera a sus avances la pacífica e incon­
testada posesión. Y desde luego los nacionalistas no pueden
adquirir en la práctica un rango de intocables, como si no se
pudiera contrariarles sin incurrir en "dialectización", o co1no
si existiera el derecho al resentimiento y el deber de compren­
derlo y padecerlo. De tal
modo que los frentes nacionalistas
se admitieran como naturales y los frentes españolistas
(aunque
no se atrevan a presentarse asú como dialectizadores e inde­
seables.
Segunda y más importante Hnea de acción es sembrar senti­
mientos de unidad. Aunque las ideas verdaderas
son el sustrato
más firme y de mayor trascendencia a largo plazo, los sentimien­
tos
son los motores más eficaces para la acción inmediata. Esa
siembra tiene su lugar, ante todo, en las relaciones cotidianas de
todo género, estableciendo y reforzando vínculos sin cesar. Pero
tiene
un campo específicamente útil para ello en la restauración
y la difusión de la verdad lústórica.
De todos modos, el más
poderoso factor de unidad no es ni
el
poso del pasado ni el poder constituido, sino la religión, que
siendo trascendente, brinda también
un poderoso sentido de
empresa común a los retos colectivos temporales.
440
Fundaci\363n Speiro

ESPAÍVA EQUILIBRADA. ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
En la medida en que la unidad católica de los españoles no
sólo se ha aflojado, sino que ha sido devaluada al rango de error
histórico
-incluso por voces eclesiásticas----, un factor de unidad
del presente y del pasado se ha volatilizado, con los efectos que
predijo Menéndez Pelayo (22). Pero como España sigue siendo
un país menos descristianizado que otros de Europa, la posibili­
dad de que los españoles vuelvan a aunarse por la Fe es huma­
namente mayor. Y la nueva construcción de una sociedad cor­
porativamente católica frente a la disociedad fundada en la
corrección política postmoderna constituiría otra empresa auna­
dora de Reconquista tras de lo que ha sido un Guadalete igual­
mente fulgurante y catastrófico.
Por supuesto, no se trata de concebir la religión co1no un ins­
trumento de renacionalización. La religión cristiana es un fin en
si misma y nunca ha de concebirse como instrumento del poder.
El deber de la evangelización o reevangelización de España y de
todos los pueblos del
mundo es independiente y superior de la
restauración nacional de España. Pero omitir el
papel de la Fe
católica en el pasado y en el futuro de España también sería elu­
dir un aspecto vital de la realidad.
En tercer lugar hay
que reconducir la polémica nacionalista a
su verdadero ámbito,
que es el político. Una "identidad nacional"
no es más que la justificación -la coartada-para un Estado, de
acuerdo con el decimonónico principio de las nacionalidades,
hoy de autodeterminación. Cuando se defiende la existencia de
una nacionalidad lo que se está pretendiendo es erigir un nuevo
poder -que ocuparán los dirigentes nacionalistas (23)-al
(22) "España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de here­
jes1 luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio ... ; esa es nuestra gran­
deza y nuestra unidad; no tenemos otra. El dia en que acabe de perderse, España
volverá al cantonalismo
de los arévacos y de los vectones o de los reyes de tai­
fas" (Ñ1ARCELINO MENÉNDEZ PELA.Yo, Historia de los heterodo:xos españoles, Epílogo).
(23) Esta
no es una acusación sin fundamento.
La razón de existencia dentro de la U.R.S.S. de una República de Moldavia era
su nacionalidad rumana.
¿Cuál es ahora, incluso con la misma bandera que
Rumania?
También
hemos contamplado partidos extendidos a varios territorios que bus­
caban la independencia para erigir
un estado común y una vez obtenida cada oli-
441
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARÍA SANDOVAL
mismo tiempo que levantar fronteras, empezando por las lin­
güísticas, que conviertan en extranjeros a muchos de los conciu­
dadanos de hoy.
Es después, efectivamente, cuando la conviven­
cia prolongada sometida a
esa autoridad confiere la homogenei­
zación colectiva.
Pero, repitámoslo, de lo que debe tratarse verdaderamente es
de la organización en orden al bien común de la jerarquia de los
poderes públicos
con sus circunscripciones y competencias (lo
cual incluye brindar lugar a todas las élites
con vocación gober­
nante).
Es imprescindible plantear sin ambages si el futuro que pre­
tenden los separatistas es más justo y conveniente para· todos los
españoles, o no.
¿Qué consecuencias acarrearía?
Una independencia separatista tiene como resultado directo
y primero erigir unas fronteras, y hacer
de todos los españoles
legalmente extranjeros
donde antes no lo eran. Ello entrañaría la
privación
de derechos políticos activos y pasivos sin los trámites
de la previa nacionalización. Pero lógicamente, además, entraña­
ría preferentemente a la hora de establecer contratos comerciales
y la reserva de toda la oferta de trabajo público a los "naciona­
les". Como no sería equitativo admitir esa discritninación unilate­
ral por parte de los demás españoles estariamos ante un extra­
ñamiento reciproco, perjudicial para el libre desplazamiento y
búsqueda de trabajo. ¿Por qué no exponerlo?
Pero, sobre todo, tal er~cción de fronteras seria antinatural,
porque en España las relaciones familiares las desconocen. La
patria nace de la familia, y la familia española, en cuanto se pro­
fundiza, tiene parientes
por toda la piel de toro. El español nor­
mal conjuga perfectamente su amor
al pueblo de origen en
Talavera con su catalanidad cotidiana y la existencia de parientes
queridos
en Getafe. ¿Se pretende que las familias acepten ser
garquía local mantiene "su" independencia: es el caso del PAIGC (Partido Africano
para
la Independencia de Guinea y Cabo Verde) gobernando al tiempo en Bissau
y Praia durante décadas.
¿Y qué decir del unionista Baas imperante simultáneamente en Siria e Irak?
A la vista de tales hechos no parece realista el nacimiento de unos Paisos
Catalanes unidos.
442
Fundaci\363n Speiro

ESPAÑA EQT.llLIBRADA. ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
divididas por esas nuevas fronteras? ¿O se impulsará la endoga­
mia para
que los españoles no busquen su pareja sino dentro de
la propia nueva "nación"?
Por otra parte, el empobrecimiento psicológico resultante
para todos seria innegable. Toda persona se refiere a las comu­
nidades
de las que forma parte como propias. Más parece al
hablar que el pueblo donde uno nació le pertenezca que al revés.
El sentimiento comunitario implica un patrimonio espiritual, con­
fiere una orientación y una seguridad. Por eso, para los no
catalanes no contar como "propios" a Balmes (24) o Gaudí en el
siglo
XIX seria empequeñecer sus referencias colectivas no menos
que para el catalán verse ajeno a Álvarez de Castro, Ramón y
Caja! y la América castellanoparlante.
A la vista de
todo ello, considero indiscutible que la unidad
de España, con las justas autonomías internas, e-s mucho más
justa y deseable para la totalidad de los españoles. Y, por el
contrario, el triunfo de los separatistas seria perjudicial tanto
para los excluidos de sus fronteras como para los recluidos por
ellas.
Finalmente, el comportamiento obsesivamente fiscalizador
y
coercitivo mostrado ya por los separatistas hace faeludible pre­
guntarse
por la suerte de la considerable porción de españoles
que pudieran quedar sometidos a esos hipotéticos poderes nacio­
nalistas contra su voluntad. ¿Tendrían
que optar entre la expul­
sión
y la "asimilación"? ¿Entre tanto serian .súbditos pero no ciu­
dadanos plenos, sin derecho a
que se atendiera a las peculiari­
dades culturales Oas
de apenas el 500/o de la población menos
unas décimas)?
Porque es de temer que esos presuntos quebequeses sean
más bien discípulos de Hitler. E igual que éste eliminó para siem­
pre las elecciones en cuanto ganó unas, los que replantean una
y otra vez la autodeterminación no estén dispuestos a aceptar
que después se plantearan periódicamente inversos referéndums
de "anschluss".
(24) Por cierto, ¿lo aceptarían para su patrimonio nacional los convergentes
y esquerranos?
443
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARÍA SANDOVAL
Las perspectivas de opresión para los "españolistas" en Vas­
congadas ya son suficientemente negras sin la ruptura legal de
nuestra unidad.
Está demostrado en la práctica que la convivencia y el res­
peto a las minorías esta mejor asegurado, de derecho y de hecho,
en los Estados multinacionales que en aquellos en que sólo hay
una mayoría y una minoría. La unidad de España es mejor para
todos.
Partiendo de la realidad
Es lugar común de las exposiciones tradicionalistas concluir
que los principios enunciados se concretarán de acuerdo con las
necesidades del momento y al mismo tiempo insistir
en la impor­
tancia inigualable de lo concreto. En cualquier caso, las pro­
puestas concretas son imprescindibles para 1nover los corazones
y plasmar los buenos propósitos.
Por eso considero necesario hoy, a los veinte años del esta­
blecimiento del Estado de las Autononúas, y cuando se pide sin
rebozo su reforma o sustitución, sugerir algunos extremos con­
cretos para su corrección. Por supuesto que éstos sí que
son
ampliamente discutibles; pero de eso se trata, de que se discutan
cuáles
pueden ser los mejores remedios en todos los sentidos.
Esconderse en los principios puros para no bajar al terreno con­
creto significa entregar sin lucha la realidad.
Una propuesta razonable para corregir la configuración regio­
nal de España ha de tener el presente como
punto de partida,
asumiendo particulannente tres realidades:
444
El actual mapa autonómico no es el ideal, y pudimos
oponemos a él, pero lo prudente no es acumular adver­
sarios ni resistencias. Incluso tratándose de entidades y
límites discutibles,
el hábito y la existencia de intereses
creados no pueden desconocerse.
Lingüísticamente, España es hoy un verdadero bilingüis­
mo múltiple. La política de las comunidades con lengua
Fundaci\363n Speiro

ESPAÑA EQUILIBRADA. ORGANIZACIÓN REGIONAUSTA DE ESPAÑA
originaria (Baleares, Cataluña, Galicia, Valencia y Vas­
congadas) han rescatado éstas, elevándolas a niveles de
empleo popular y culto desconocidos en los últimos
siglos. Sin embargo,
debe añadirse que en las comuni­
dades bilingües
una de las dos lenguas es en todos los
casos la misma
que la de la España monolingüe (que no
coincide exactamente con la Corona de Castilla: Aragón
y Navarra
son prácticamente de lengua castellana, en
tanto que no lo son Galicia ni Vascongadas). Y se debe
recordar también que las comunidades bilingües no lo
son sólo por la enseñanza oficial de la lengua común,
puesto que parte apreciable de su población tiene la
lengua
común de España por materna y poseen la
particular de la región sólo
por la reciente enseñanza
oficial.
Desde luego, los poderes públicos existentes (Estado y
Autononúas)
no corresponden al ideal teórico del tradi­
cionalismo. En
la actualidad seguros sociales, enseñanza
o sanidad
son sectores de completo predominio estatal
(transferido luego
en determinadas autononúas), con lo
que el peso de los poderes públicos sobre la vida social,
y la tasa de empleo público sobre el total de los puestos
de trabajo son realmente muy altos, sin que el realismo
más elemental permita acometer
un recorte drástico. Esos
cometidos de los
poderes públicos no pueden ser susti­
tuidos en breve plazo, ni menos eliminados sin más. Y
además esos puestos de empleo público son codiciados
por su seguridad laboral por un número de españoles
aun mayor.
La España equilibrada
· En función de los puntos anteriores puede plantearse la polí­
tica regional española sobre propuestas como las siguientes:
445
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARIA SANDOVAL
l. Afirmar y garantizar la efectiva ciudadarúa común de todos
los españoles.
El libre avencindamiento en cualquier punto
del territorio nacional
debe conferir iguales derechos sin
necesidad de requisitos adicionales. La custodia de tales
derechos de todo español es misión indeclinable de las auto­
ridades nacionales.
II. La diferencia entre el Estado de las Autonomfas y la España
Regionalista del tradicionalismo
no es tanto de estructuras
(existencia
en ambos casos entidades dotadas de autogo­
biemo subordinadas a instituciones comunes) como espiri­
tual: estriba, además
de la inspiración religiosa, en la lealtad
jurada
que garantiza la solidaridad.
Aun así, conviene fijar explicitamente el marco general
de competencias,
porque "Estado" contiene la noción de
estable y una cos; es evitar la rigidez y otra, como ahora, el
indefinido estiramiento y relectura de la Constitución de
1978.
El imperio de la ley, y no el sorteo descarado o hábil
de la misma, es la fuente de seguridad jurídica.
Pero sin la lealtad inequívoca y reiterada de las autori­
dades regionales a la comunidad española
son de todo
punto implanteables iniciativas en principio razonables,
como la administración única o la recaudación tributaria
delegada. No
puede ocurrir que los presidentes autonómicos
reclamen
ser la representación del Estado en sus comunida­
des a la
vez que alientan su disgregación.
Y si
en el pasado bastaba para garantizar dicha lealtad el
juramento de los estamentos,
en nuestros tiempos de facto
democráticos
tal lealtad colectiva no puede existir descui­
dando el
papel de la enseñanza y los medios de comunica­
ción (25).
(25) Aunque la Doctrina Social de la Iglesia es reticente al intervencionismo
estatal
en la educación, no ha dejado de reconocer que ~el Estado puede exigir,
y, por consiguiente, procurar, que todos los ciudadanos rengan el necesario cono­
cimiento
de sus derechos civiles y nacionales ... " o que "es de la competencia
propia del Estado
la llamada educación ciudadana ... ,. (vid. Pío XI, Divini Jllius
Magistri (1929), !§ 38 y 40).
446
Fundaci\363n Speiro

ESPAÑA EQUILIBRADA. ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
III. Estado Nacional y Gobiernos Regionales comparten la mis­
ma naturaleza política y sólo difieren
en su posición jerár­
quica. Por tanto, si la autoridad regional
puede promover
positivamente la identidad regional,
al Estado compete de
igual
modo promover positivamente el sentido de la unidad
e identidad integradora de España (26).
Porque si el derecho a esa promoción
se niega habrá de
hacerse para ambos niveles. Y tal promoción positiva
debe
existir porque como al bien común la favorece el fortaleci­
miento del sentimiento de comunidad
en sus distintos gra­
dos, ello incumbe también
en alguna medida -más indirec­
ta
que didáctica-a la autoridad respectiva.
IV. El problema lingüístico es un caso particular del anterior. Y
cristianamente debe afrontarse además con cierta resigna­
ción, considerado como consecuencia del castigo bíblico de
Ba6e1 c21>.
El bilingüismo existente debe consagrarse, pero pasando
de los presentes esfuerzos denodados de
normalización por
mediq de regulaciones e imposiciones a una situación de
normalidad, es decir, de pura y simple libertad en cuanto
hace a las relaciones privadas.
En las regiones bilingües la administración pública debe
ofrecer a cada ciudadano los servicios personalizados
en la
lengua de su elección.
Lo cual incluye la enseñanza, aunque
ésta deberá fijarse siempre como objetivo académico
en
"dichas regiones la capacidad de manejar ambas lenguas
correctamente, por encima del nivel coloquial. Una ense-
(26) Se puede sostener que con mayor razón aún: por tratarse de un
bien más amplio y elevado; porque
esa promoción es más necesaria, pues de
suyo es un bien más arduo y más difícil de percibir Oo próximo se capta mejor
que lo lejano y mueve más el sentimiento); y por la necesidad de equilibrar los
sentimientos particularistas que las autonomías regionales naturalmente
po­
tencian.
(27)
Vtd. LUIS MARÍA SANDOVAL, "La Iglesia Católica y los separatismos espa­
ñoles",
en Verbo, núm. 369-370 (1998), págs. 883-891.
447
Fundaci\363n Speiro

LUIS MARÍA SANDOVAL
ñanza bilingüe general en lugar de un sistema de inmersión
obligatoria (28).
Pero tanto la existencia de dos preferencias lingüisticas
entre los naturales de la región, como el que entre los recep­
tores previsibles habrá también
un gran número de españo­
les del resto
de las regiones (y de extranjeros) a causa de las
actuales facilidades en comunicaciones y viajes, aconsejan
un suficiente grado de mensajes duplicados en los comuni­
cados públicos de destinatario indiscriminado (rótulos, im­
presos, emisiones, aplicaciones infonnáticas, etc.).
V. Debe tenderse a mantener o restablecer los Cuerpos Nacio­
nales de funcionarios y a
que los Cuerpos Regionales de fun­
cionarios tengan estatuto equivalente y sean permeables
entre si. No
por mor de afirmación estatal, ni porque ello sea
imprescindible para velar por la idoneidad de sus compo­
nentes, sino como una facilidad
en el empleo para una con­
siderable parte de los españoles.
Esos cuerpos españoles nacionales aseguran
en la prác­
tica que los españoles
que desean trabajar en el sector públi­
co
(de tanto peso hoy) no estén limitados a la oferta de su
región, y
que los que a ellos pertenezcan puedan mudarse
luego a cualquier otro lugar del territorio nacional
donde
haya vacantes. La adquisición en su caso de una segunda
lengua puede conseguirse más suavemente con el apoyo
ambiental
que como requisito previo, de hecho comparti­
mentador.
También evitan los agravios cotnparativos
en las retribu­
ciones para iguales funciones. Y son perfectamente compa­
tibles
con la subordinación administrativa a las autoridades
regionales cuando sea menester.
(28) Por su parte, en la España monolingüe debería considerarse como obje­
tivo académico alguna familiarización
con las otras lenguas y literaturas españo­
las, fundamentalmente
la catalana y la gallego-portuguesa.
448
Fundaci\363n Speiro

ESPAÍVA EQUIUBRAI.JA. ORGANIZACIÓN REGIONALISTA DE ESPAÑA
VI. Las autonomías regionales aseguran en principio una admi­
nistración más cercana a los interesados y una mejor asigna­
ción de los recursos.
Es decir: las cuestiones económicas y
presupuestarias
son elementos capitales del regionalismo.
Pero para que no estén en colisión con la ciudadanía única,
ni rompan el mercado español o abusen del respaldo de la
Hacienda Nacional, las regiones
deben centrarse en optimi­
zar la gestión de los recursos evitando incurrir en desniveles
impositivos o endeudamiento fáciles. No es autonomía la
irresponsabilidad: el gasto incontrolado con la garantia final
del aborrecido Estado liberal.
• • •
Sin duda, la reforma más importante que España necesita es
una reconversión cristiana. Poner sus Leyes Fundamentales en
armonía con la Ley de Dios y a buen recaudo de las múltiples y
nefastas ideologías revolucionarias, entre ellas otras
-pero no
sólo-el liberalismo permisivo y el opresivo progresismo de la
"corrección política".
Hecha esta salvedad, considero que una refonna de la estruc­
tura interna
de España en el sentido indicado respondería a la
realidad, se inspira en los principios tradicionalistas, y no es una
pretensión utópica sino equilibrada y posible, por lo que seria,
en suma, candidata a óptima.
Más allá, la cuestión de las instituciones de gobierno de esa
España Una y Varia escapa al planteamiento de estas páginas.
449
Fundaci\363n Speiro