Índice de contenidos
Número 395-396
Serie XL
- Textos Pontificios
- In memoriam
-
Estudios
-
Apostillas a las «Claves conceptuales»
-
La persona
-
La persona y el derecho ¿Qué es persona? ¿Desde cuándo se es?
-
«Seréis como dioses»
-
La poesía de Gustave Thibon
-
La otra tentación del católico: la tentación postmoderna
-
Un gobierno de principios
-
La codificación y el constitucionalismo entre la geometría legal y la naturaleza de las cosas
-
La clonación humana ¿progreso o amenaza?
-
- Crónicas
- Información bibliográfica
Autores
2001
José Artigas y su tiempo
INMEMORIAM
JOSÉ ARTIGAS Y SU TIEMPO
El pasado mes de abril nos ha dejado para sien;ipre José
Artigas Ramírez (1921-2001), figura destacada
en las letras filosó
ficas españolas y
en el pensamiento católico tradicional. Esp!ritu
abierto,
de pluma fácil, alegre y de ingenio agudísimo, Artigas
formó parte,
como yo mismo, de la generación universitaria
imnediata a la guerra de España (entre 1939 y 1944). A
la misma
promoción de graduados
en Filosofía pertenecieron, entre otros,
Millán Puelles, Ángel González Álvarez, Raimundo Paniker, la
doctora Romano, Salvador Mañero, Pareja ...
Fue autor
José Artigas de una importante monografía sobre
Descartes
-su tesis doctoral-, y colaboró ocasionalmente en
Verbo y en otras varias revistas literarias y de pensamiento. En la
década
de los sesenta se da en el seno de la filosofia católica una
controversia resonante sobre el orden pol!tico cristiano (sentido,
alcance y legitimidad de este concepto). Esta polémica,
que esta
ba en el meollo de lo que iba a ser el Concilio, dio lugar a varios
importantes libros que jalonan
un aspecto de la reviviscencia del
modernismo religioso y
de la resistencia al mismo. Entre sus auto
res polemistas,
de una parte Maritain, Mounier, Eschmann; y de
otra, De Koninck, Lepoldo Eulogio Palacios, entre otros. Había
provocado esta polémica la tesis del filósofo francés Jacques
Maritain
en su libro Humanismo Integral, que propone, frente a la
posición tradicional de la Iglesia, lo que él va a llamar el nuevo
Estado laico-cristiano. Artigas, buen conocedor del alemán y del
francés, tradujo
en aquella ocasión el libro de Charles de Konlnck
De la primacía del bien común, esencial para la defensa de la tesis
tradicional y la impugnación
del "personalismo" liberal de Maritain.
Con
ellci' prestó un gran servicio al pensamiento · católico español.
Verbo, núm 395-396 (2001), 423-425. 423
Fundaci\363n Speiro
INMEMORIAM
Espíritu polifacético, dedicó también Artigas parte de su ins
piración a la literatura. Varias de sus novelas
son colecciones de
cuentos de ambientación en la época; en su estilo resalta la
sobriedad de su !mea argumental, a veces tan sutilmente esboza
da
que dejaba a la imaginación del lector parte del sentido últi
mo y del desenlace de la narración. También el humorismo
formó parte de la inspiración de Artigas: su libro
El arte de
llamarse Pepe, con ilustraciones de Mingote, obtuvo resonante
éxito.
Sin embargo, su mismo polifacetismo creo que perjudicó
a
la fama que en justicia hubiera merecido su genio y su chis
peante ingenio.
Es ocasión quizá para hacer una observación -creo que iné
dita-sobre la proporción universitaria a la que perteneció con
migo José Artigas. Fue, como dije, la primera
de filosofía al tér
mino de la guerra (1939-44), y de ella
he citado a varios de quie
nes la formamos.
La obligación (o el gusto) en que muchos se
sienten
hoy de arrojar una pedrada con cualquier motivo sobre
lo que llaman el "régimen franquista", ha hecho que, al historiar
la filosofía contemporánea, se haya aludido a aquella promoción
como el símbolo de una
época retrógada, de un tomismo extem
poráneo. Por ejemplo, para exaltar la figura
de un ilustre profe
sor de entonces se le
ha atribuído falsamente el mérito de haber
salvado algo de la filosofía "moderna" Oéase del ámbito institu
cionalista u orteguiana) para aquella generación
en la que "todo
era escolástica" (supuestamente
por imposición o inspiración
superior
(1).
La ignorancia de la realidad que ese juicio revela se evidencia
con una mera alusión a los profesores que en aquellos años ense
ñaron. Fueron éstos: Garóa
Morente, recién convertido a la fe y
ordenado sacerdote, que no quiso cambiar sus programas de cur
sos y explicó principalmente la teoña de los valores
de Max
Scheler;
Gil Fagoaga, de mentalidad schopenhauriana; Zaragüeta,
que nos trasmitía sobre todo su influencia bergsoniana; el
P. Bar
bado, que explicaba Psicología Experimental, y el P. Bruno Ibeas,
(1) Vid. como ejemplo, conferencia de don Pedro Roche en la Casa de
Aragón y en el Instituto Ramiro de Maeztu; esta última el 31 de enero de 2000.
424
Fundaci\363n Speiro
INMEMORIAM
que era agustiniano, sistema, como se sabe, en casi mil años ante
rior a la Escolástica. Es decir, que la Escolástica que renació en
aquellos años lo hizo por el cauce lateral de muestras lecturas en
el neotomismo pujante a la sazón en Europa ( Gredt, Gilson,
Grabmann, Maritain ... ), pero
no en absoluto por lo que -para
bien o para mal-se nos enseñó en la Facultad de Madrid.
Artigas puede ser considerado
en su memoria como expo
nente del espíritu amplio
y equilibrado de aquella generación
que mantuvo a la filosofía a la altura de su tiempo, sin menosca
bo,
en casi todos los casos, de su fidelidad a una fe religiosa y a
una lealtad patria.
RAFAEL GAMBRA
425
Fundaci\363n Speiro
JOSÉ ARTIGAS Y SU TIEMPO
El pasado mes de abril nos ha dejado para sien;ipre José
Artigas Ramírez (1921-2001), figura destacada
en las letras filosó
ficas españolas y
en el pensamiento católico tradicional. Esp!ritu
abierto,
de pluma fácil, alegre y de ingenio agudísimo, Artigas
formó parte,
como yo mismo, de la generación universitaria
imnediata a la guerra de España (entre 1939 y 1944). A
la misma
promoción de graduados
en Filosofía pertenecieron, entre otros,
Millán Puelles, Ángel González Álvarez, Raimundo Paniker, la
doctora Romano, Salvador Mañero, Pareja ...
Fue autor
José Artigas de una importante monografía sobre
Descartes
-su tesis doctoral-, y colaboró ocasionalmente en
Verbo y en otras varias revistas literarias y de pensamiento. En la
década
de los sesenta se da en el seno de la filosofia católica una
controversia resonante sobre el orden pol!tico cristiano (sentido,
alcance y legitimidad de este concepto). Esta polémica,
que esta
ba en el meollo de lo que iba a ser el Concilio, dio lugar a varios
importantes libros que jalonan
un aspecto de la reviviscencia del
modernismo religioso y
de la resistencia al mismo. Entre sus auto
res polemistas,
de una parte Maritain, Mounier, Eschmann; y de
otra, De Koninck, Lepoldo Eulogio Palacios, entre otros. Había
provocado esta polémica la tesis del filósofo francés Jacques
Maritain
en su libro Humanismo Integral, que propone, frente a la
posición tradicional de la Iglesia, lo que él va a llamar el nuevo
Estado laico-cristiano. Artigas, buen conocedor del alemán y del
francés, tradujo
en aquella ocasión el libro de Charles de Konlnck
De la primacía del bien común, esencial para la defensa de la tesis
tradicional y la impugnación
del "personalismo" liberal de Maritain.
Con
ellci' prestó un gran servicio al pensamiento · católico español.
Verbo, núm 395-396 (2001), 423-425. 423
Fundaci\363n Speiro
INMEMORIAM
Espíritu polifacético, dedicó también Artigas parte de su ins
piración a la literatura. Varias de sus novelas
son colecciones de
cuentos de ambientación en la época; en su estilo resalta la
sobriedad de su !mea argumental, a veces tan sutilmente esboza
da
que dejaba a la imaginación del lector parte del sentido últi
mo y del desenlace de la narración. También el humorismo
formó parte de la inspiración de Artigas: su libro
El arte de
llamarse Pepe, con ilustraciones de Mingote, obtuvo resonante
éxito.
Sin embargo, su mismo polifacetismo creo que perjudicó
a
la fama que en justicia hubiera merecido su genio y su chis
peante ingenio.
Es ocasión quizá para hacer una observación -creo que iné
dita-sobre la proporción universitaria a la que perteneció con
migo José Artigas. Fue, como dije, la primera
de filosofía al tér
mino de la guerra (1939-44), y de ella
he citado a varios de quie
nes la formamos.
La obligación (o el gusto) en que muchos se
sienten
hoy de arrojar una pedrada con cualquier motivo sobre
lo que llaman el "régimen franquista", ha hecho que, al historiar
la filosofía contemporánea, se haya aludido a aquella promoción
como el símbolo de una
época retrógada, de un tomismo extem
poráneo. Por ejemplo, para exaltar la figura
de un ilustre profe
sor de entonces se le
ha atribuído falsamente el mérito de haber
salvado algo de la filosofía "moderna" Oéase del ámbito institu
cionalista u orteguiana) para aquella generación
en la que "todo
era escolástica" (supuestamente
por imposición o inspiración
superior
(1).
La ignorancia de la realidad que ese juicio revela se evidencia
con una mera alusión a los profesores que en aquellos años ense
ñaron. Fueron éstos: Garóa
Morente, recién convertido a la fe y
ordenado sacerdote, que no quiso cambiar sus programas de cur
sos y explicó principalmente la teoña de los valores
de Max
Scheler;
Gil Fagoaga, de mentalidad schopenhauriana; Zaragüeta,
que nos trasmitía sobre todo su influencia bergsoniana; el
P. Bar
bado, que explicaba Psicología Experimental, y el P. Bruno Ibeas,
(1) Vid. como ejemplo, conferencia de don Pedro Roche en la Casa de
Aragón y en el Instituto Ramiro de Maeztu; esta última el 31 de enero de 2000.
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Fundaci\363n Speiro
INMEMORIAM
que era agustiniano, sistema, como se sabe, en casi mil años ante
rior a la Escolástica. Es decir, que la Escolástica que renació en
aquellos años lo hizo por el cauce lateral de muestras lecturas en
el neotomismo pujante a la sazón en Europa ( Gredt, Gilson,
Grabmann, Maritain ... ), pero
no en absoluto por lo que -para
bien o para mal-se nos enseñó en la Facultad de Madrid.
Artigas puede ser considerado
en su memoria como expo
nente del espíritu amplio
y equilibrado de aquella generación
que mantuvo a la filosofía a la altura de su tiempo, sin menosca
bo,
en casi todos los casos, de su fidelidad a una fe religiosa y a
una lealtad patria.
RAFAEL GAMBRA
425
Fundaci\363n Speiro