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Número 467-468

Serie XLVI

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Los cien números de Catholica

HOMENAJE A JUAN VALLET DE GOYTISOLO
El Colegio de Escribanos de Buenos Aires, a través de su In s -
tituto de F ilosofía, que pr eside el escribano y profesor universitario
Be r n a r dino Montejano, y que ha renacido con fuerzas r e n ova d a s ,
ha celebrado una sesión en homenaje a nuestro director J u a n
Bms. Vallet de G oy t i s o l o. Es para la redacción de Ve r b o una gran
satisfacción comprobar el cariño que tantas personas e institucio-
nes demuestran hacia nuestro director en todo el mundo. El día 2 de septiembre tuvo lugar la sesión. Recibió a los cer c a
de ciento cincuenta asistentes el presidente del Colegio, V í c t o r
Rodolfo Di Capua, dejando en el uso de la palabra, en primer
l u g a r , a Be n a rdino Montejano, que desarrolló el tema de “V a l l e t
de Goytisolo, un notario polifacético” y, acto seguido, a Mi g u e l
Ayuso, que trató de “La metodología jurídica de Juan V a l l e t”. En
el próximo número de Verbo, esperamos, Dios mediante, publi-
car el texto de Be r n a rdino Montejano, colaborador siempre bri-
llante y generoso de estas páginas, con quien nuestra deuda, tras
esta su última acción, resulta ac re c i d a .
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LOS CIEN NÚMEROS DE CATHOLICA
Ca t h o l i c a , la revista dirigida por nuestro querido amigo
Be r n a r d Dumont, ha cumplido cien números. Cierto es, como
apunta una nota al fin del mismo, que tal número no reviste una
significación particular en cuanto al tiempo, toda vez que comen-
zó como bimestral (en marzo de 1987) y así siguió hasta octubre
de 1994 (esto es, su número 45), para pasar posteriormente a la
periodicidad trimestral. P e ro lo es también que, en culaquier caso,
no deja de tener su significación tal continuidad, que no deja de
s e r , también y sobre todo, una per seve r a n c i a .
Be r n a r d Dumont y Miguel Ayuso se conocieron, a través del
p rofesor Danilo Castellano, en 1992, en uno de los congr e s o s
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internacionales del Instituto Rosmini, de Bolzano. Y, en los años
s u c e s i vos, se extendió la relación, esta vez por medio de Mi g u e l
Ayuso, y siempre en el marco familiar e intelectualmente exigen-
te de los encuentros de Bolzano, a Estanislao Cantero, J o s é
Miguel Serrano, Andrés Gambra y Consuelo Ma rt í n ez - Si c l u n a .
Ahí comenzó un intercambio que se concretó en colaboraciones
del grupo español (a la sazón todos re d a c t o res de nuestra re v i s t a )
en Ca t h o l i c a , y en la participación de Be r n a rd Dumont y otro s
amigos del equipo francés (singularmente Alexis Campo) en las
reuniones anuales de amigos de la Ciudad Católica. Ahí conoció
Dumont a nuestros maestros Juan Vallet de Goytisolo, Rafael
Gambra y Francisco Canals, a quienes pidió textos para la revista.
Lo mismo que a nuestr os admirados Gonzalo F ernández de la M ora
y D almacio N egro, que Miguel Ayuso llevó a Bolzano . Finalmente,
siempr e a través de Verbose ha ido extendiendo la nómina de los
colaborador es españoles de Catholica:los nombres de Jorge S oley,
J osé M iguel Gambra y J avier Barraycoa así lo acr editan.
La cooperación, además, no se ha ido sino re f o rzando, y Be r -
n a r d Dumont ha sido ponente en nuestras últimas reuniones, al
tiempo que en un primer momento Miguel Ayuso, y luego tam-
bién Dalmacio N e g ro y José Miguel Gambra, han participado en
distintas reuniones de los amigos de Ca t h o l i c a .
Exhibimos con orgullo lo anterior, pues no en vano la re v i s t a
francesa es una de las más destacadas del mundo intelectual cató-
l i c o . Más problemática que apologética, lo que explica su eviden-
te apertura a la sociología, que en cambio no es punto de llegada
sino de partida de la reflexión, en el fondo se halla la solidez de la
tradición católica, defendida desde trincheras inusuales y con sin-
gular competencia. El repaso de la colección es, además, significativo de la mag-
nitud del esfuerzo re a l i z a d o. Los primeros números, de menor
volumen y más modestos en la presentación, cuentan sobre todo
con las firmas de Be r n a rd Dumont, para la crónica política, y del
abate Claude B a rthe –también querido amigo y de gran impor-
tancia, por su personalidad y su obra, en el mundo tradicional–
para la religiosa. A partir de ahí el desarrollo es sostenido. Ha s t a
llegar a la magnífica realidad de hoy.
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La crisis contemporánea, que es epocal, y de civilización, y
que toca a la Iglesia, lo que la agrava aún más, debe ser abo rd a d a
no sólo a través de la reacción natural (sana) y de la defensa con-
siguiente, sino a través del esfuerzo por comprender en toda su
amplitud las causas, lo que remite –en términos aristotélicos– a la
causalidad material, sí, pero también a la eficiente, formal y final.
Esa, me parece, es la tarea que se han impuesto nuestros amigos.
Que, a nuestro modo, también hacemos. Sólo hemos de lamentar
que la voz de Ca t h o l i c a no sea más escuchada y que, por ello, sea
cada vez más necesaria. J
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