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1989

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XXVIII Reunión de Amigos de la Ciudad Católica. Homilía en la Misa del 8 de diciembre de 1989

XXVIII REUNION DE AMIGOS DE LA CIUDAD
CATOLICA
HOMILIA EN LA MISA DEL 8 DE DICIEMBRE DE 1989
Queridos amigos y hermanos de la Ciudad Católica. Después
de oir verdades tan profundas
y tan hermosamente expresadas
por Francisco José Fernández de la Cigoña y la elaboradisima
conferencia
de E/isa Ramírez yo, que pretendía explicaros el de­
sa"ollo histórico del dogma de la Inmaculada, por la presura
del tiempo, voy a intentar siquiera ofreceros unas pinceladas
poniendo de relieve la intervención de nuestros mayores en la
definición del dogma.
Cuando Plo IX, desde su destie"o de Gaeta se dirigió al
episcopado para que le comunicaran cuál era la fe de sus fieles
acerca de la Inmaculada, los obispos hispanoameriqanos respon­
dieron
al Papa que la creencia en esta verdad la habían recibido
desde un principio
con la fe que llevaron al Nuevo Mundo los
españoles.
Quizá el testimonio más antiguo de la fiesta de la Inmacula-.
da sea el canon de la misma debido a San Andrés de Creta, en
la segunda mitad del siglo VII. En e/ siglo IX la celebración de.
la fiesta de la Inmaculada era general en Oriente. En Occidente
fue España una de las primeras naciones que .celebró la Inmacu­
lada, y a San Ildefenso de Toledo cabe la gloria de haberla in­
troducido en la ciqdad imperial en el mismo siglo VII. A partir
del siglo XI se celebraba en toda Europa.
Pero quiso la divina Providencia valerse de España para
allanar el camino de la definición del misterio. En el Concilio
de
Basilea (1439 ), tras dos años de acaloradas controversias se
impuso la opinión del teólogo español Juan de Contreras, sego­
viano, que defendió la Inmaculada Concepción contra teólogos
de mucho peso. En las actas del Concilio se lee un decreto q/lC
es una verdadera definición de la Inmaculada. Pero por desave­
niencias de los padres conciliares con el Papa Eugenio IV, el Con­
cilio acabó nulo y, por tanto, la definición también fue anulada.
En Trento, la actuación de los españoles fue algo casi épico
en pro de la Inmaculada. Destacaron, sobre todo, las interven­
ciones del
Cardenal Pacheco, obispo de Jaén, y las de los obispos
de
Cádiz, Astorga, Huesca y Canarias. Obispos, universidades
y órdenes religiosas reclaman la definición del dogma.
No se quedaron atrás nuestros reyes en esta lucha espiritual
·en defensa de la S1.1ntísima Virgen Maria. Así, los Reyes Católi­
cos consagraron a la Inmaculada la mezquita mayor granadina.
Carlos V firmó en Toledo los estatutos de la primera cofradia
concepcionista. Felipe
II graba a la Inmaculada en su escudo.
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A instancias de Felipe III se debi6 el decreto de Paulo V r¡ue
prohibe enseñar en público la sentencia antiinmaculista. Y Gre­
gario XV lo prohibirla incluso en privado, atendiendo a las rei­
teradas peticiones de Felipe IV quien, en treinta años, envi6
doce emba¡adas pidiendo al Papa la definici6n del dogma. Tam­
bién Felipe V reclam6 la definici6n en 1713 y 1732. Y en Car­
los III recay6 la gloria de conseguir para España y sus territo­
rios de ultramar el patronazgo de la Inmaculada en 1760, un
siglo antes de la definici6n del dogma. Es un hito uniforme de
nuestros monarcas, que ya tuvo como antecesores a Juan I de
Aragón y Alfonso V, que levantaron templos a la Inmaculada
y
celebraron su fiesta «como si fuese dia de domingo». Y es que
aquellos
reyes españoles eran católicos de verdad. En nuestros
dias hemos visto c6mo el gobierno socialista ha intentado su­
primir la fiesta de la Inmaculada, y ha tenido que ser el pueblo
llano quien se enfrentara al Leviatán, porque ya no quedan re-
, yes católicos que reinen y gobiernen según la Ley de Nuestro
Señor Jesucristo.
Esta
es la historia. Por eso cuando Pio IX quiso levantar un
monumento en Roma que perpetuase la memoria de la Purisima
Concepci6n, dispuso que se levantara en la plaza de España. El
mismo quiso bendecir
la imagen, y para ello se personó en nues­
tra embajada el dia 8 de septiembre de 1857, manifestando que
tenia
«la mayor complacencia de venir a la embajada de su Ma­
jestad Cat61ica, por haber sido siempre España la naci6n más
devota de la Virgen y la que más fervoroso culto babia tributa,.
do a la Inmaculada Concepción». Y desde entonces los suceso­
res del Papa acuden cada año a la plaza de España para ofre­
cer a la Virgen Santisima su ofrenda de flores. Alli, en Roma, se
han reunido hoy las tres madres de los auténticos españoles: la
Inmaculada, la Iglesia y España.
Y nosotros estamos aqul reunidos para celebrar el XIV
centenario del III Concilio de Toledo y para desmitificar la Re­
voluci6n francesa. Hermanos, estáis locos. Si, estáis locos. Os
habéis reunido aqui hombres y muieres
de todos los rincones de
España, franceses y portugueses, para celebrar un acontecimiento
maléfico
para la historia de España y la historia universal: ¡ce­
lebrar un Concilio oscurantista y anacrónico!, un Concilio · que
arrasó las legitimas libertades de las minarlas étnicas, imponien­
do tiránicamente la Unidad Cat6lica, cuyo espíritu fanático e in­
transigente produ¡o las mayores calamidades que han caido sobre
la historia de la Humanidad. Ah/ está esa guerra multisecular y
salvaje contra aquellos pobres moros que traian para España y
Europa la civilización y cultura islámica, que era un primor, de
moderación y demás lindezas. Ahí está la monstruosidad d~ la
horrible matanza de indios del Nuevo Mundo -«evangelizaci6n
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del Nuevo Mundo, gesta m,stonera sin par» (Juan Pablo JI)-,.
Ah! está aquel esp!ritu retrógrado que impidió que la racionali­
dad y el progreso protestante impregnara la Europa moderna.
Ahí está esa intransigencia granítica que se opuso violentamente
a los benefactores del mundo contemporáneo que
querían para
España el más humanista de los comunismos. SI, hermanos, es­
tamos locos.
Sí, estamos locos, porque lo que hoy hay que celebrar es el
pluralismo, los derechos del hombre,
la Constitución, la demo­
cracia. Estáis locos, hermanos, pero no os alarméis, porque nues­
tra locura es sana y ortodoxa. Y a lo habla vaticinado San Anto­
nio Abad: «Vendrán tiempos en. que los hombres se volverán.
locos, y cuando vean a alguien que no está loco le atacarán di­
ciendo: (1Bstás loco, no eres como nosotros''». Sigamos, pues,
con santo gozo estas ¡ornadas de oración y estudio para procla­
mar al mundo entero que el III Concilio de Toledo ha sido
la mayor gracia que el cielo ha concedido a los españoles y que
Revolución
francesa es la mayor hecatombe ocurrida en la his­
toria de los hombres.
SI, desmitificad a esa llamada Revolución francesa, que me­
¡or seria calificarla de revolución satánica, porque el padre y mo•
tor de todas las revoluciones es el diablo. Sí, Satanás es el pri­
mer revolucionario.
Desenmascarad a los falsos católicos, seglares y eclesiásticos
que, contumaces, promueven
y propagan la mentira y la calum­
nia con todos los medios a su alcance. No tengáis miedo. Vues­
tra lucha es primordial. Lo ha recordado el cardenal Ratzinger:
«El primer servicio que
la fe hace a la polltica es la libertición
del hombre respecto de la irracionalidad de los mitos politicos
que son el verdadero peligro
de nuestro tiempo». ·
Alertad con caridad a los incautos. Mucha caridad, porque
como bien sabéis, lo que ha dado fuerza a la revolución es el
haber encontrado conductores por todas partes donde
deberla ha­
ber encontrado obstáculos. Ilustrad/os y animad/os con vuestró
testim.{mio.
Proclamad de mil maneras lo que nos enseña el magisterio
de la Iglesia, porque «hay quien tiene la costumbre no solamente
de distinguir la poUtica de la religión, sino de desunirlas comple­
tamente y
de separarlas ... Aquéllos, en verdad, no difieren m11cho,
de los que desean que el Estado esté constituido y administrado
fuera de Dios creador y dueño de todas las cosas» (León XIII).
Trabaiad incansablemente para establecer en España y en el
mundo entera
el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo
«porque no
es la Ley de Cristo la que debe acomodarse al mun­
do,sino el mundo
al que hay que acomodar a la Ley de Crísto»
(Juan Pablo II). «Lograr que la ley divina quede grabada en la
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ciedad terrena» es la misión que el Vaticano II ha encomendado
a los
seglares.
Intrepidez ante todo, porque estamos en tiempos pacifistas
y comodones de. hipócritas y traidores. En su comentario al li­
bro de Job, San Gregario Magno, hablando de los cristianos de
los últimos tiempos, decia que, «obedeciendo a una falsa politi­
ca, serán tlmidos y cobardes en la defensa de la verdad y por
una culpable tolerancia, se callarán ante las violaciones de las
leyes divinas y humanas. Predicarán la prudencia y la polltica
mundanas
y pervertirán, con sus sofismas y su facundia, el espi­
ritu de los simples». Tiempos recios los que vivimos. Hacen
falta hombres y muieres valientes.
Seamos cristianos auténticos y venceremos. «En la lucha. con­
tra el matrialismo hay que lanzar esta consigna: volvamos al cris­
tianismo primitivo. Los cristianos de los primeros tiempos se opu­
sieron a una cultura pagana y materialista que enseñoreaba · sin
oposición, se atrevieron a atacarla y, al final, se impusieron gra­
cias a su tenacidad y mediante gravisimos sacrificios» (Pio XII).
Sacrificio.
Oración y sacrificio, pedia la Virgen Santisima en
Fátima. Para la conversión de Rusia y del mundo entero hace
falta oración y sacrificio. No tengáis miedo al sacrificio. Somos
hijos de un Dios crucificado. Vivid
la fe en toda su plenitud, con
todas sus exigencias, y el mundo será cristiano. «No caigáis en
el error de pensar que se puede cambiar la sociedad cambiando
sólo
las estructuras externas o buscando en primer lugar la sa­
tisfacción de las necesidades materiales. Hay que empezar por
cambiarse a
si mismo, convirtiendo de verdad nuestras almas al
Dios vivo, renovándose moralmente, destruyendo las ralees del
pecado
y del egoismo en los corazones. Personas transformadas
colaboran a transformar la sociedad» (Juan P~blo 11).
El desánimo no es cristiano. No penséis que es imposible
transformar
la sociedad. Ni tampoco penséis que se ha de con­
vertir uno a uno a todos los mortales para transformar las es­
tructuras paganas en cristianas; basta con un puñado de hom­
bres y mujeres como Leandro y Hermenegildo, como Teresa e
Ignacio.
La historia as/ lo enseña: siempre ha sido una minoria
quien ha regido el destino de los pueblos.
OMNIA INSTAURARE IN CHRISTO. Cristo tiene que rei­
nar en las naciones, y con El su bendita Madre, El fundador de
la Ciudad de la Inmaculada y mártir de la caridad, San Maximi­
lianoM.• Kolbe, decia a sus hijos espirituales: «Vosotros veréis
un
dia la imagen de la Inmaculada en el centro de Moscú; do­
minando lo más alto del Kremlin». Si, lo veréis. ¡Lo veremos!,
porque nosotros sólo tenemos una esperanza
y eres Tú, Virgen
Purisima, Madre Inmaculada, Omnipotente por gracia.
MAmmL MARTÍNEZ CANO
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